El día 9 de marzo, se llevó a cabo en Lima-Perú, la Ceremonia de colocación de nombres de religiosas, religiosos y sacerdotes, asesinados por Sendero Luminoso durante el período de violencia política en el Perú (1980-2000).
Monseñor Luis Bambaren de la diócesis de Chimbote, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos del Perú (CRP), la Asociación Pro Derechos Humanos ( APRODEH) y la Asociación Caminos de la Memoria, convocaron a la Ceremonia de reconocimiento y colocación de nombres en el Memorial El Ojo que Llora, de sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados por Sendero Luminoso durante el período de violencia política que padeció nuestra patria entre 1980 al 2000.
Recordamos a las hermanas María Agustina Rivas López (primera mártir peruana), Irene Mc Cormack (australiana), y a los sacerdotes Víctor Acuña Cárdenas, Teodoro Santos Mejía y Reynaldo Sáenz (peruanos), los tres religiosos extranjeros Zbigniew Strzalkowski, Miguel Tomaszek (polacos) y Alessandro Dordi (italiano) asesinados en 1991 y que pronto serán beatificados.
En una emotiva ceremonia, se leyeron breves reseñas de su vida, misión y oblación martirial: En el 25 aniversario de martirio de nuestra hermana Aguchita, ante este memorial de nuestros mártires, la sangre de nuestra hermana María Agustina Rivas, se une a la ofrenda martirial de sus hermanos y hermanas, quienes nos dieron vida y vida en abundancia. Tenemos en ella una santa mártir. Aguchita nos mostró el Evangelio durante su vida, a partir de su muerte nos sigue evangelizando con la fuerza radical de las bienaventuranzas. Hoy, ante este Altar, junto a sus hermanas y hermanos mártires, le pedimos nos ayude a entender lo que significa ser artesanos de paz con justicia en nuestro Perú y a tomar conciencia del alcance de nuestra entrega "hasta la muerte".
Y así, fuimos escuchando una a una las reseñas de cada mártir, como un mensaje de vida que nos dejan estos sacerdotes, hermanos y hermanas. A pesar del riesgo que corrían y las amenazas, decidieron quedarse al lado de las comunidades por las que trabajaban. La ceremonia busca reconocer estos ejemplos de vida, de compromiso y servicio hacia la población, un valor que queremos llegue sobre todo a las nuevas generaciones.
El memorial «El Ojo que Llora», es una escultura de la artista holandesa, Lika Mutal. Su objetivo principal, es la conmemoración colectiva de todos los peruanos, que fueron víctimas de la violencia, y su mensaje consiste en promover la paz y la reconciliación en el país tan marcado por el estigma del terrorismo.
La misma forma de esta escultura de piedra, ha de simbolizar a la Pachamama (Madre Tierra) de la que sale el agua como si fuera un charco de lágrimas. A su alrededor hay once círculos, una especie de laberinto de piedra, que contienen justamente 32.000 piedras, con los nombres tallados en las mismas indicando a la vez la edad y el año de la muerte de las víctimas.
Este lugar, especialmente para las familias de aquellos que desaparecieron sin dejar rastro, reemplazó al cementerio, porque reúne a los familiares de las mencionadas víctimas en las fechas de sus cumpleaños o en la memoria de los fieles difuntos. Además, se ha convertido en un punto fijo de visitas para celebridades extranjeras y todos los comprometidos con la defensa de los Derechos Humanos, la paz y la reconciliación..
Fue muy impresionante hacer el camino de la historia en el laberinto, en un silencio profundo y orante, colocar la piedra con los nombres, Alicia llevó la que tenía el nombre de Agustina Rivas López, depositar una flor, acompañados con cantos de Siembra y Gilmer Torres.
Mucha gente, religiosas, religiosos, agentes pastorales, personal y voluntarios de la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH), la organización «Caminos de la Memoria». Asistieron embajadores y otros miembros del cuerpo diplomático de los países de los que vinieron los misioneros.
Todo esto se dio en un ambiente de esperanza, vida, alegría, con el objetivo de transformar el odio en amor. Hemos sentido el gran amor de Dios para con sus pequeños, pobres y débiles a través de estos hermanos y hermanas nuestras, seguras que ellos acompañan a sus fieles en el camino de la fe.