Pequeñas Voces que quedan en nuestra historia Escrito por Juan Sebastián Morales/@juansemo Permitiendo ganancias mayores en un 30% a la industria cinematográfica, el 3D es el protagonista de las pantallas de cine en nuestro país, pues ya el 32% de las salas acogen esta tecnología. En medio de este panorama se lanza la primera película colombiana en este formato, Pequeñas Voces, un obra magistral. Mientras Jairo Carillo trabajaba en Inglaterra haciendo animaciones sobre niños, el conflicto armado en Colombia se recrudecía. Cuando uno vive por fuera siente esas cosas mucho más fuerte, dice el cineasta, que en los primeros años de la década del 2000 decidió retratar la realidad nacional a través del lenguaje de los dibujos animados.
Vino al país y empezó a entrevistar niños víctimas de la guerra, con lo que en 2003 sacaría a la luz un cortometraje en donde ellos mismos narraban a propia voz y con sus dibujos las experiencias que su realidad bélica les dejaba. El corto ganó diversos premios alrededor del mundo, por lo que Carillo se motivó a llevarla a pantalla grande. Aplicó al Fondo del Desarrollo Cinematográfico nacional, el cual le otorgó 180 millones de pesos. En Tribeca, el festival de Robert de Niro, obtuvo otros 10 mil dólares. El Festival de cine de Göteborg (Suecia) le aportó 7 mil y otros tantos fondos del festival de documentales de Amsterdam (Holanda), así como otros aportes locales, fueron suficientes para que este profesor de la Universidad de los Andes se embarcara en su proyecto, Pequeñas Voces. La hoy película se ha convertido por las circunstancias del mercado y para enriquecer la pieza cinematográfica, en el primer largometraje totalmente colombiano hecho en tres dimensiones, el popular 3D. Como casi todos los ejercicios cinematográficos en Colombia, Jairo Carrillo también invirtió todo lo que tenía en su película, hasta le tocó resignar la aspiración de comprarse un apartamento y por el contrario le tocó irse a vivir con su padre, pues todo su capital se lo metió a Pequeñas Voces.
Hacer una película en 3D es más costoso que hacer una normal, porque la primera parte de la película costó 340 mil dólares, pero cuando la convertimos a 3D terminó costando casi medio millón de dólares, asegura el cineasta, quien calcula que para recuperar la inversión y reportar ganancias sin recurrir a ventas de su películas a teatros extranjeros necesita convocar cerca de 500 mil espectadores en torno a su película en las salas locales (esto bajo la premisa que el productor gana casi un dólar por cada persona que vea el producto final). Y es que pasar Pequeñas Voces a 3D fue una decisión que se apalancó en gran parte desde el interés publicitario, pues aparte de que es una gran película, es un gancho comercial innegable, hoy no hay película animada que no salga en 3D, dice el Director. Este filme resalta con sensibilidad extrema nuestra guerra, mostrando cómo los niños terminan viviendo un conflicto del que no tienen culpa alguna pero que si les corta todas sus posibilidades. La película es magistral, su tratamiento del conflicto seguramente quedará como una de las grandes miradas a nuestra realidad, una visión a guardar en el baúl de la memoria colectiva. Involucrar testimonios reales para narrar la trama, además de los dibujos que hicieron los niños entrevistados y que son usados en la película, no fue trabajo fácil y a ratos termina cayendo en la crudeza total, pero Carrillo logró la subjetividad para acercarse a la guerra gracias a que la niñez en este caso es la protagonista. Esa crudeza obliga que los niños vean la película acompañados por un mayor que guíe la experiencia.
En la orilla opuesta de Pequeñas Voces, en cuanto a éxito comercial y al ser un producto meramente de entretenimiento sin mayor trasfondo cinéfilo, recientemente la adaptación de Los Pitufos se convirtió en la película en 3D más exitosa en Colombia, acumulando 336,851 espectadores en su primer fin de semana de lanzamiento. Adultos querían revivir a los personajes con los que crecieron pero ahora en nuevas dimensiones, mientras los niños iban a ver la película del momento así nunca hubieran escuchado de los enanos azules. Y digo que estos pequeños azules están en la orilla opuesta de la película colombiana principalmente porque comercialmente Pequeñas Voces ha tenido un impacto ínfimo. Carrillo se demoró casi una década desarrollando su película y casi a tres semanas del estreno su opera prima ya está abandonando las carteleras nacionales. Un factor clave para este hecho: el poco poder de promoción con el contó para posicionar su producto de concepción independiente contra otros apoyados por productoras internacionales. Pequeñas Voces es una película que se debe definir más allá de un simple adjetivo, pues es un aporte bastante valioso a la cinematografía colombiana. Y esto no solo se debe a que es la primera película colombiana hecha en tres dimensiones. El filme no da el típico tratamiento teatral del conflicto armado colombiano al que estamos acostumbrados, muy al contrario ofrece una visión auténtica y honesta de nuestra realidad.
El 3D de la película es realmente un 2D (los muñecos dibujados por los niños que relatan la historia) con la mezcla de escenarios y objetos, así como perspectivas, en 3D. El efecto es limpio y el espectador siente cada segundo que lo que se ve en pantalla es realmente el relato de los niños, con todo lo emotivo que eso implica. Jairo Carrillo tiene claro que debe mantenerse en lo que marca la industria. El director volvió a salir favorecido con el Fondo de Desarrollo Cinematográfico, esta vez con 650 millones con los cuales desarrollará un proyecto con marionetas. Mostraremos cómo los niños pobres ven a Bogotá. Dirán que es para ellos un rico, qué es el norte, qué es la policía, y claro, será en 3D, asegura. Carrillo nos entregó con su primera película un legado imposible de ignorar si se ama al cine nacional, no hay que dejarlo pasar de largo, ni a él por su loable esfuerzo, ni a la obra que debe permanecer atesorada en el baúl de la cinematografía colombiana.