El día malo El día malo es un día para el cual el pueblo de Dios debe estar preparado. El apóstol Pablo dice: Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:13 Hay momentos en la vida de los creyentes en que el maligno les lanza un ataque especialmente diabólico. Pablo lo llama el día malo. Como nunca se sabe cuando estos días pueden llegar, siempre debemos estar preparados. Debido a que muchos están infectados con la mortal soveranitis, tienden a no tomar en serio esta amonestación, pero deberían. Estamos bajo ataque. Somos llamados a luchar. Hendriksen pone el asunto en perspectiva muy bien cuando dice: Toda la guerra se perderá a menos que nos ejercitemos. Es verdad que el consejo de Dios desde la eternidad nunca fallará, pero es igualmente verdad que en ese plan de Dios desde la eternidad se decidió que la victoria será de los que venzan (Ap. 2:7, 11, 17, etc.). Los vencedores, para vencer deben luchar.[1] Entre lo más peligroso para un creyentes está verse arrullado en medio de esta batalla espiritual. El que duerma ciertamente sufrirá las consecuencias, incluyendo retrasos en el avance del reino. El enemigo 1. La Iglesia tiene un enemigo que nos odia porque odia a Cristo. Le encantaría comernos vivos[2]. Nuestro enemigo está a la ofensiva y decidido a llevarnos al infierno y/o hacernos inútiles en la batalla. Como dijo Martín Lutero, está armado con un odio cruel.
2. Él tiene un ejército poderoso, grande y bien organizado. No son simplemente carne y hueso. En la permisiva providencia de Dios, ellos están en control del mundo del pecado. Son los gobernantes, autoridades y potestades de este mundo oscuro[3]. Como dijo Martín Lutero: Como él no hay en la tierra. 3. El enemigo es astuto. Como dijo Martín Lutero: Deja ver su astucia y gran poder. Estas son algunas maneras en que lo hace[4]: 4. Mezcla el error con la verdad para que parezca plausible. 5. Cita la Escritura fuera de contexto para lograr sus propósitos malignos. 6. Se disfraza como ángel de luz[5]. 7. Sugiere que el bien se puede lograr haciendo el mal. 8. Miente 9. Trata de desanimar al pueblo de Dios de modo que, vencidos por la ansiedad y el temor, flaquean o dejan de actuar basándose en la verdad de la Palabra de Dios. 10. Trata de incapacitar al pueblo de Dios dándoles un gran éxito aparente y tratando de hacer que se les suba a la cabeza. 11. Es un enemigo derrotado y no puede prevalecer contra el poder de Dios[6]. Por la gracia de Dios ese poder está al alcance del pueblo de Dios y nosotros, por gracia por medio de la fe, podemos prevalecer contra él. Como dijo Martín Lutero: Una pequeña palabra lo hace caer. La lucha 1. Es una lucha defensiva. Somos atacados y debemos defendernos. 2. Es una lucha ofensiva. La mejor defensa es una buena ofensa. No debemos esperar los ataques del maligno, sino llevar la batalla hacia él, a su territorio. 3. Es una lucha a muerte y por lo tanto es mortalmente seria. No podrían haber más en juego: el destino eterno.
Debemos estar alertas [7]. 4. Es una lucha personal. El apóstol Pablo no solo la compara con la guerra, sino también con la lucha en combate mano a mano[8]. 5. Es una lucha colectiva. En Efesios 6 el apóstol Pablo está hablando en plural. Al igual que en cualquier tipo de guerra, los miembros del ejército de Dios deben protegerse unos a otros. Todo lo que Pablo les dice a los creyentes que hagan tiene implicaciones tanto individuales como colectivas. En mi experiencia en la plantación de iglesias, cuando alguien se convertía descubrimos que cerca de dos semanas después experimentaba un fuerte ataque del maligno. También descubrimos que si el cuerpo de Cristo se reunía con él y lo apoyaba en oración y con el ejercicio de sus dones, el recién convertido persistía como miembro del cuerpo. Si el cuerpo no se reunía con él, descubrimos que el recién convertido se apartaba. 6. Es una lucha que el pueblo de Dios en última instancia ganará. Pero el resultado de cualquier batalla depende de si luchamos o no y de cuán bien lo hagamos. La armadura 1. Dios provee por su gracia la armadura que necesitamos para llevar a cabo la lucha. Se nos da la armadura de Dios[9]. 2. La armadura no debe usarse por fragmentos. Debemos ponernos toda la armadura de Dios.[10] De hecho, las piezas de la armadura son formas diferentes de mirar el mismo carácter y la obediencia de Cristo. 3. El cinto de la verdad. Hendriksen dice que esto significa sinceridad: verdad en lo interior.[11] Realmente queremos luchar contra el día malo? Somos sinceros sobre esta guerra espiritual? Al llegar a ser creyentes, estamos diciendo de hecho que estamos dispuestos a morir por la causa. Y de hecho lo haremos.
Así que bien podríamos ponernos la armadura y morir luchando en lugar de acobardarnos en la incredulidad. Como dice Hendriksen, Es más probable que la persona sincera sea de bendición a todos los que entran en contacto con él que el hipócrita. 4. La coraza de justicia. Hendriksen dice que esto significa vivir el tipo de vida que nos permita entrar en ese conflicto.[12] Una mala consciencia te hace poco efectivo. Una buena consciencia te da confianza. Un creyente que se ve atrapado en la pornografía o que se preocupa por agradar a los demás, no podrá hablar con valiente humildad. El arrepentimiento y la fe son el remedio para la mala consciencia. 5. El calzado que provee la agilidad que proviene del evangelio de la paz. Debemos estar preparados para luchar usando el calzado correcto. El ejército romano a menudo lograba tomar por sorpresa y vencer a sus enemigos por usar un calzado que les permitía viajar grandes distancias rápidamente más rápidamente de lo que el enemigo esperaba. Hendriksen dice: Una persona que experimenta en su propio corazón la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, la misma paz que proclama el evangelio, ha sido liberada de una gran carga. La convicción de estar reconciliado con Dios por medio de la sangre de Cristo le da el coraje y el celo para pelear la buena batalla. Si el evangelio, recibido por la fe, no le hubiera otorgado esa paz, cómo estaría preparado para entrar en esta batalla? [13] 6. El escudo de la fe existe principalmente para defenderse de los ataques, pero también para la ofensa porque la fe es la victoria que vence al mundo[14]. El escudo romano servía para la defensa en contra de las flechas sumergidas en brea y encendidas antes de ser lanzadas. El maligno envía flechas como la tribulación, persecución, ataques físicos, críticas y adulación;[15] y están diseñadas para encender actitudes debilitantes como la duda, avaricia, envidia, lujuria, orgullo,
enojo, temor, ansiedad y desánimo. Es solo cuando por la fe vivimos juntos a la luz de la realidad invisible de las promesas de Dios y nos animamos unos a otros en ellas que podremos soportar tales ataques. 7. El yelmo de la salvación es también principalmente para la defensa. Hendriksen dice: De no ser por el hecho de que en medio de las luchas y la persecución la seguridad de la salvación tanto presente como futura habita en su corazón, fácilmente se rendiría en la lucha. Es precisamente es valioso tesoro el que le fortalece con poder para continuar luchando, pues sobre sí mismo sabe que lo que Dios empezó en él lo continuará hasta completarlo. Sobre el prójimo al que intenta salvar este creyente con su yelmo de los poderes de la oscuridad, la palabra de Dios nunca regresará vacía sino que cumplirá su propósito [16]. Así que el creyente, al poner su fe en acción, está seguro de que Dios está obrando en todo para el bien de su pueblo. Puede estar seguro en medio de las circunstancias adversas, e incluso ante sus propios fracasos en el camino hacia el arrepentimiento y la fe, porque el que comenzó la buena obra en nosotros la completará[17]. Hendriksen también nota que la salvación está relacionada con los cantos de gozo. En este sentido, la salvación es también un arma ofensiva, al igual que cuando Josafat envió cantores que alababan a Dios a la batalla al frente del ejército[18]. 8. La espada del Espíritu es la Palabra de Dios y es el arma más conspicuamente ofensiva. Cuando el pueblo de Dios no cree realmente que Dios hará lo que sea cuando actúan como si sus promesas no fueran verdad en cualquier caso dado no están usando la espada del Espíritu. Usar la espada del Espíritu requiere poner la fe en acción. Requiere actuar sobre la base de las promesas de Dios y de lo que él dice que es la verdad en cualquier situación, en lugar de actuar con base en el temor, orgullo, ansiedad, desánimo, avaricia o envidia. Cuando el pueblo de Dios actúa con base en la Palabra de
Dios, su Espíritu va obrando cumpliendo las promesas de Dios y haciendo avanzar la obra del reino. 9. El uso de esta armadura debe ir acompañado de la oración. Permanecer en pie en el día malo no es simplemente una táctica de defensa. Significa que no dejamos de atacar. El Señor nos ha dado la oportunidad de participar de maneras muy significativas en la extensión de su reino. Al maligno nada le gustaría más que el que los creyentes se quitaran su armadura y bajaran su espada y su escudo. Animémonos unos a otros para poder permanecer firmes en el día malo. Reúnanse con los que están desanimados, débiles o inactivos por alguna razón. Algunas veces necesitan que curemos sus heridas. Otras veces necesitan ser amonestados. El remedio que ocupa un soldado discapacitado o debilitado o desanimado debe ir acorde a su situación. En todo caso, nos necesitamos unos a otros. Un soldado menos en la lucha nos pone a los demás un peligro mayor. [1] The New Testament Commentary (Comentario sobre el Nuevo Testamento), en Efesios 6:11. En este artículo me refiero bastante el comentario de Hendriksen sobre Efesios 6 y a la vez doy mis propios comentarios. [2] 1 Pedro 5:8 [3] Efesios 6:12 [4] Sobre esto, ver el comentario de Hendriksen sobre Efesios 6:11 en su Comentario sobre el Nuevo Testamento. [5] 2 Corintios 11:14 [6] Efesios 6:24, Santiago 4:7 [7] Efesios 6:18 [8] Efesios 6:12. La NIV usa la palabra forcejeo en lugar de lucha.
[9] Efesios 6:11 [10] Efesios 6:11 [11] Comentario sobre el Nuevo Testamento, en Efesios 6:14 [12] Comentario sobre el Nuevo Testamento, en Efesios 6:14 [13] Comentario sobre el Nuevo Testamento, en Efesios 6:15 [14] 1 Juan 5:4 [15] Ver este artículo acerca de otras razones por las que uno puede padecer estos sufrimientos. [16] Comentario sobre el Nuevo Testamento, en Efesios 6:17 [17] Filipenses 1:6 [18] 2 Crónicas 20:21-22