CAPÍTULO 1 Portainjertos en Uva de Mesa: experiencias en el Valle de Aconcagua PRINCIPALES LIMITANTES QUE PRESENTAN LOS SUELOS DEL VALLE DEL ACONCAGUA PARA EL CULTIVO DE LA VID DE MESA Gabriel Sellés van Sch. Ing. Agrónomo Dr. Raúl Ferreyra E. Ing. Agrónomo M.Sc. Carlos Zúñiga E. Ing. Agrónomo Cristina Aspillaga N. Ing. Agrónomo Las características físicas y químicas del suelo, tienen en general directa influencia en el crecimiento y desarrollo del sistema radicular de las plantas, el cual en el caso de la vid condiciona en gran medida los niveles de producción en las variedades destinada al consumo en fresco. En el caso de la vid de mesa, el crecimiento de las raíces responde a las condiciones físicas imperantes en los suelos, especialmente a aquellas asociadas con el número y el tamaño de los poros del suelo, las que a su vez influyen sobre la resistencia mecánica (compactación), la aireación y la retención de agua del suelo (Champagnol, 1984; Letey 1985; Richards, 1983). En cuanto a las características químicas asociadas al crecimiento de las raíces, la salinidad es uno de los más importantes. Sin embargo, para el caso de los suelos de Aconcagua, ésta no es un problema. En las provincias de San Felipe y Los Andes es donde se concentra mayormente el cultivo de la vid para mesa en el Valle de Aconcagua. En este Valle se han descrito ocho series de suelos (Cuadro 2), (CIREN 1997, Ferreyra-Bustos, 2009). Sin embargo, cerca del 66% de la super- Boletín INIA, Nº 251 11
Cuadro 2. Principales series de suelos cultivadas con vid de mesa en las provincias de San Felipe y Los Andes y características físico químicas relevantes. (Adaptada de estudios CIREN, 1997 y Ferreyra-Bustos 2009). Superficie ph Materia Textura % Retención Nombre serie plantada H 2 O orgánica Clase humedad MP* Arcilla Arena (%) (%) textural CDC* PMP* (%) Pocuro 65,5 6,6 a 7,3 1,3 25,88 26,86 Franco arcillo limosa 30,6 14,7 13,55 Calle Larga 11,9 6,6 a 7,3 1,6 34,43 23,4 Franco arcillosa 36,3 21,2 12,76 Curimón 8,8 6,6 a 7,3 1,3 20 41,2 Franco 26,5 13 16,14 Asoc. La Parva 6,7 6,6 a 7,3 1,9 53,05 16,5 Arcillosa 43,7 31 7,62 Las Chilcas 3,9 7,4 a 7,8 1,5 46,48 14,03 Franco arcillosa 41,5 27,9 9,44 Colunquén 2,0 7,9 a 8,4 5,5 35,6 12,34 Franco arcillo limosa 37,8 21,8 10,5 Lo Campo 0,8 7,9 a 8,4 6,3 34,65 15,4 Franco arcillo limosa 39 22,5 18,74 Llay-Llay 0,4 7,9 a 8,4 2,9 56,78 7,35 Arcillosa 43,9 32,9 10,82 *CDC (Capacidad de campo), PMP (Punto de marchitez permanente), MP (Macroporosidad). 12 Boletín INIA, Nº 251
ficie plantada con vid de mesa se concentra en la serie de suelos Pocuro, con una superficie de alrededor de 8.400 hás plantadas, de un total cercano a 14.000 hás, que tiene el Valle con este cultivo. Las principales características físicas y químicas de las series de suelos donde se realiza el cultivo de la vid de mesa se presentan en el Cuadro 2. Al realizar un análisis de las características químicas de estas series, el 93,3 % de las plantaciones se encuentran en suelos con ph entre 6,6 y 7,3, no considerándose este factor una limitante para la producción de vid de mesa. Solamente en los parronales cultivados en las series Colunquén, Llay- Llay y Lo Campo, que en conjunto representan sólo el 3% de la superficie plantada, se pueden presentar problemas de clorosis férrica, debido al elevado ph del suelo (Nicholas, 2004), básicamente originado por la presencia de Carbonato de Calcio. Por otra parte, la salinidad del suelo (datos no presentados), tampoco es un problema en el Valle del Aconcagua, ya que cerca del 87% de los suelos presenta valores de conductividad eléctrica del extracto saturado de suelo (CE) inferiores a 0,8 ds m -1, los cuales están muy por debajo del valor de 4 dsm -1, que se considera limitante para el desarrollo de la vid (Gurovich, 1997). De acuerdo con estos resultados, las características químicas de los suelos dedicados a la vid de mesa en el Valle de Aconcagua no presentan limitaciones serias para su cultivo. En relación a las características físicas (Cuadro 2), las clases texturales predominantes corresponden a texturas finas, fundamentalmente franco arcillosa a arcillo limosa con un bajo porcentaje de materia orgánica. Cerca del 90% de la superficie plantada está en suelos con porcentajes de materia orgánica inferiores a 1,5 % (Cuadro 2), valor bastante bajo considerando que para suelos de tipo franco arcillosos, los contenidos de materia orgánica, para mantener condiciones adecuadas de estructuración de suelos, debieran ser superiores al 3% (Nicholas, 2004; Dexter, 2004; Ellies, 2004). La textura de suelo, asociada a la estructuración y a la materia orgánica, define el espacio poroso del suelo. Una fracción importante del espacio poroso corresponde a la macroporosidad, o capacidad de aire, definida como el espacio poroso que es ocupado por aire cuando el Boletín INIA, Nº 251 13
suelo se encuentra a capacidad de campo (o contenido de aire a capacidad de campo). Desde el punto de vista del desarrollo radical, Dexter (1988), plantea como valor límite, entre un 10 a 15 % de macroporos, para permitir una adecuada respiración e intercambio de oxigeno y dióxido de carbono del suelo con la atmósfera. En el caso de la vid, Richards (1983) y Lanyon et al. (2004), señalan que las raíces tienen un adecuado crecimiento en suelos con macroporosidades sobre el 15%. De acuerdo a los valores de macroporosidad (MP), presentados en el Cuadro 2, cerca del 90% de los suelos cultivados con vid de mesa, presentan valores de macroprosidad inferiores al 15%, constituyéndose por lo tanto este factor en una limitante para el desarrollo de la vid en esta zona. Por otra parte, el sistema radicular de la vid se desarrolla adecuadamente en suelos con bajos niveles de compactación. Richards (1983) y, van Huyssteenn, (1988), indican que el desarrollo radicular de la vid disminuye fuertemente cuando la densidad aparente del suelo supera 1,4 g/cm 3. Determinaciones de densidad aparente del suelo (Da), en la serie Pocuro, realizadas por Sellés et al. (2012 a), en 35 parronales, indican que más del 80 % de los valores medidos son superiores a 1,4 g/cm 3 (Figura 1), lo cual señala claramente que los suelos de esta serie en la cual está el 66% de la superficie plantada con vid de mesa en el Valle, presentan restricciones de compactación y aireación para un adecuado desarrollo radical de las vides. Conjuntamente con las mediciones de densidad aparente, en esta serie de suelos se realizó determinaciones de macroporosidad (MP). Más del 70% de los valores medidos en diferentes profundidades, presentan valores inferiores al 15% de macroporos (Figura 2). La compactación de los suelos puede verse agravada por el uso de maquinaria en las labores culturales que requiere el cultivo de vid de mesa. Como lo muestra la Figura 3, la compactación de los suelos aumenta la densidad aparente de éstos, disminuyendo la macroporosidad (Sellés y Ferreyra, 2007). 14 Boletín INIA, Nº 251
Figura 1. Distribución de frecuencia de la densidad aparente del suelo (Da), medido en 35 parronales de la serie Pocuro, Valle de Aconcagua, a tres profundidades 10, 30 y 60 cm (Sellés et al., 2012). Figura 2. Distribución de frecuencia de la macroporosidad del suelo (MP%) medido en 35 parronales de la serie Pocuro, en el Valle del Aconcagua, a tres profundidades: 10, 30 y 60 cm (Sellés et al., 2012). Boletín INIA, Nº 251 15
Figura 3. Efecto de la compactación (aumento de densidad aparente) sobre la macroporosidad de un suelo de textura franca arcillosa a arcillosa (FA-A) de la serie Pocuro. Valle de Aconcagua (Sellés y Ferreyra, 2007). Del análisis anterior se desprende que los mayores problemas que presentan los suelos del Valle de Aconcagua para el cultivo de la vid de mesa, son de carácter físico y asociados principalmente a condiciones texturales y contenido de materia orgánica de las series predominantes, reflejado en propiedades tales como la densidad aparente y macroporosidad. Frente a esta situación se hace necesario realizar prácticas de manejo de suelo que permitan disminuir estas limitantes (Sellés et al., 2012 a). Por ejemplo, las labores de subsolado que disminuyen la resistencia mecánica del suelo y aumentan la proporción de macroporos (Figura 4), tienen efectos positivos en el desarrollo de las raíces de plantas Figura 4. Efecto del subsolado sobre el desarrollo de raíces finas en el cultivar Thompson Seedless en pie franco, al año después de realizada la labor. Suelo Subsolado, Da= 1,4 g/cc; MP= 14%; Suelo No Subsolado, Da= 1,49 g/cc; MP= 11%. (Sellés et al., 2012). 16 Boletín INIA, Nº 251
francas del cultivar Thompson Seedless al año siguiente de realizada la labor. Los efectos de la macroporosidad del suelo sobre el crecimiento radicular de plantas de este cultivar, en pie franco son notables, la densidad de raíces aumenta casi linealmente al incrementarse la macroporosidad del suelo (Figura 5). Figura 5. Relación entre la macroporosidad del suelo (%) y la densidad radical (Nº de raíces/400 cc de suelo), en vides de mesa cultivar Thompson Seedless, en pie franco (Ruiz et al., 2007). El uso de portainjertos que se adapten mejor a este tipo suelos puede ser una alternativa complementaria a las labores de preparación de suelos previo a la plantación. Normalmente, los portainjertos se utilizan para prevenir problemas sanitarios a nivel radicular. Sin embargo, existen portainjertos que se adaptan mejor a suelos de distintas clases texturales y propiedades físicas, como se indicó en la introducción de este boletín. Estudios realizados en rizotrones, en el contexto de este proyecto, muestran que el ritmo de crecimiento de las raíces tanto de plantas francas del cultivar Thompson Seedless, como de los portainjertos es similar (Figura 6), con dos períodos de mayor crecimiento. El primero se inicia alrededor de 30 días después de brotación (DDB), llegando a un máximo, uno poco después de cuaja(60 DDB, segunda semana de noviembre) El segundo período de crecimiento se inicia terminada la cosecha, Boletín INIA, Nº 251 17
llegando al máximo alrededor de 225 DDB (mediados de mayo). Un comportamiento similar ha sido descrito en Vitis vinifera por Richards (1983) y por Ibacache y Lobato (1995). Figura 6. Evolución del crecimiento de raíces medido como el número de raíces interceptadas en un rizotrón, en plantas del cultivar Thompson Seedless franca e injertada sobre portainjertos Harmony, Paulsen 1103 y Freedom. La figura muestra también la evolución del crecimiento de las bayas (mm). Las flechas indican la fecha de floración, de pinta y de fin del crecimiento de las bayas. No obstante lo anterior, los estudios de raíces realizados en calicatas de parronales del cultivar Thompson Seedless (Figuras 7 y 8), muestran que las plantas injertadas presentaron una mayor densidad de raíces y exploran una mayor profundidad de suelo que las plantas francas. En los dos casos estudiados la textura del suelo fue franco arcillosa, con una macroporosidad promedio del perfil entre 11 y 14%, y una resistencia mecánica de entre 1 y 1,2 MPa, valores considerados como limitantes para el crecimiento de raíces de Vitis vinifera (Sellés et al., 2012). Varios estudios señalan que la distribución del sistema radicular depende de las propiedades físicas y químicas del suelo, pero la densidad de raíces está estrechamente ligada a las características del portainjerto utilizado (Southey, 1992). En las mediciones realizadas en Aconcagua, se pudo observar que las mayores densidades radicales se 18 Boletín INIA, Nº 251
Figura 7. Distribución de raíces (Nº de raíces finas/m 2 de suelo) en profundidad de plantas del cultivar Thompson Seedless en pie franco e injertadas en portainjertos Paulsen 1103 y Freedom. Predio Lo Videla, Valle de Aconcagua. Suelo de textura franco arcillosa, con una macroporosidad media de 11% y una resistencia mecánica de 1,03 MPa. Figura 8. Distribución de raíces (Nº de raíces finas/m 2 de suelo) en profundidad de plantas del cultivar Thompson Seedless en pie franco e injertadas en portainjertos de las variedades Harmony, Salt Creek, Paulsen1103, Freedom, 1616, Richter 110 y 1613. Predio Santa Griselda, Valle de Aconcagua. Suelo de textura franco arcillosa Boletín INIA, Nº 251 19
presentaron entre las profundidades de 30 y 50 cm y que en promedio los portainjertos presentaron entre 30 a 60% más de raíces que la planta franca siendo los portainjertos Paulsen 1103, Salt Creek, Freedom y Richter 110 los con mayor crecimiento radicular (Figura 8). 1.1 CONCLUSIONES De acuerdo a lo anterior, los suelos del Valle de Aconcagua presentan limitaciones físicas, producto de las condiciones texturales y los bajos contenidos de materia orgánica del suelo. Estas limitaciones físicas, son la alta densidad aparente y baja macroporosidad, que se pueden corregir, al menos temporalmente mediante una adecuada preparación del suelo previo a la plantación. Sin embargo, el uso de portainjertos puede ser una alternativa complementaria a las labores mecánicas, pues los portainjertos son capaces de presentar un mayor desarrollo radicular que las plantas francas en este tipo de suelos. 20 Boletín INIA, Nº 251