BIENESTAR DE LA IGLESIA: ALGUNOS FUNDAMENTOS Por el presidente Marion G. Romney Segundo Consejero en la Primera Presidencia Hermanos: Vosotros que estuvisteis en la reunión de Bienestar esta mañana, escuchasteis al presidente Tanner decir que nombramos aproximadamente 1400 nuevos obispos durante el año pasado. Es por tanto muy aconsejable que digamos algo respecto a los fundamentos del Bienestar de la Iglesia. Citaré manuales y discursos dados anteriormente. Las fuentes están anotadas en mi manuscrito. El bienestar de la Iglesia es una aproximación a la ley de consagración, el perfecto programa económico del Señor. De Enoc y su pueblo que implantaron este programa perfecto se ha escrito:...el Señor bendijo la tierra y... llamó a su pueblo SION, porque eran uno de corazón y voluntad, y vivían en justicia: y no había pobres entre ellos....y, he aquí, con el transcurso del tiempo, Sión fue llevada al cielo... (Moisés 7:17-18,21). De los nefitas que sobrevivieron al cataclismo que acompañó a la crucifixión de Jesús y de ahí en adelante vivieron el programa, la historia dice: "Y ocurrió que...se convirtió al Señor toda la gente... y no había contiendas ni disputas entre ellos, y obraban rectamente unos con otros. "Y tenían en común todas las cosas; por tanto, no había ricos ni pobres, esclavos ni libres, sino que todos tenían su libertad y participaban del don celestial....y ciertamente no podía haber pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios" (4 Nefi 2-3, 16). La base del perfecto programa económico de Dios es el trabajo. En el Edén, el Señor dijo a Adán: "Por haber... [comido] del fruto del árbol del cual yo te mandé y dije, no comerás de él, maldita será la tierra por tu causa; con angustia comerás de ella todos los días de tu vida. "En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra... (Moisés 4:23,25).
Este no era un decreto vengativo, el Señor no estaba tomando venganza en contra de Adán, simplemente lo estaba colocando en una situación en que tendría que trabajar para vivir. La tierra fue maldecida en la manera prescrita, para Adán, no para su daño. Si Adán y su posteridad hubieran podido vivir sin trabajar, la raza humana nunca hubiera podido sobrevivir pues la ociosidad es perniciosa. Recientemente mi secretaria puso sobre mi escritorio un artículo que reportaba un experimento llevado a cabo por el Instituto Nacional de Salud Mental. "Un diminuto Edén para ratones" fue construido. En él fueron colocadas todas las cosas que podrían ser incluidas en "un sueño del paraíso de un ratón. Alimentos, comodidades para alojamiento, todo había allí en abundancia". En él fueron colocadas cuatro parejas de ratones. Había lugar para 4.000 ratones. Cada 55 días la población se duplicaba, pero cuando ya había poco mas de 600 ratones, empezaron a suceder cosas. No solamente disminuyó la población sino grandes problemas se presentaron en esa sociedad de roedores... Los ratones se habían vuelto flojos. Muchos parecían ser muy desgraciados, algunos totalmente frustrados. Su conducta llegó a ser impredecible. La hechura de nidos se suspendió, algunos de los ratones comenzaron a comerse unos a otros! "La población que se planeaba sería de 4.000 ratones nunca se elevó a tal número, pues sólo alcanzaron poco más de la mitad, cuando la reproducción llegó a un alto total. La sociedad ratonil se convirtió en una turba emocional!" La población en el Edén de ratones decayó a un poco más de 600 y ningún ratón nuevo nace ya, la sociedad ratonil parece estar sentenciada y ningún ratón muestra el más pequeño interés en salvar su agonizante paraíso (Lon Woodrum, Applied Christianity, septiembre de 1973, págs. 28-30). La ociosidad es tan devastadora para el hombre como lo es para los ratones. "Dadle [al hombre] todo lo que pide sin requerirle que haga ningún esfuerzo de su parte, y se convertirá en un populacho inepto" (Ibid.). Esta es la lección de toda la historia: "Mi experiencia me ha enseñado," dijo el presidente Brigham Young," y esto ha venido a ser un principio para mí, que nunca es de ningún provecho dar una y otra vez a hombre o mujer, dinero, alimentos, ropa o cualquier otra cosa, si ellos están físicamente capacitados y pueden trabajar y ganarse lo que necesitan... Este es mi principio y yo trato de actuar de acuerdo a él. Perseguir un curso contrario arruinaría cualquier comunidad en el mundo y los haría ociosos" (Discourses of Brigham Young, edición de 1925, pág. 422). El Señor mismo, al revelar el evangelio en esta dispensación dijo: "No serás ocioso; porque el ocioso no comerá el pan, ni vestirá el vestido del trabajador" (D. y C. 42:42).
Y a los misioneros les dijo: "No desperdiciarás tu tiempo" (D. y C. 60:13)....los habitantes de Sión, " agregó, "también han de recordar sus labores con toda fidelidad, porque se tendrá el ocioso en memoria ante el Señor (D. y C. 68:30). Y finalmente él decretó: "Sea diligente cada cual en todas las cosas. No habrá en la Iglesia para el ocioso, a no ser que se arrepienta y enmiende sus costumbres" (D. y C. 75:29). Quizás podemos decir apropiadamente en relación con este edicto lo que el presidente Brigham Young dijo acerca del pago de diezmos: "Dicen que echamos fuera de la Iglesia a los que no pagan diezmos; no lo hemos hecho aún, pero así debía ser, Dios no los hermana" (Discourses of Brigham Young, edición de 1925, pág. 274). Pensad acerca de ello, los que tenéis dificultad para pagar vuestros diezmos: "Dios no los hermana." Prosiguiendo con los anteriores principios e instrucciones. '...trabajadores del programa de bienestar... [deben] empeñosamente enseñar a urgir a los miembros de la Iglesia a sostenerse a sí mismos a toda la extensión de sus fuerzas. Ningún verdadero Santo de los Últimos Días, mientras esté capacitado físicamente, quitará voluntariamente de sí mismo la carga de su propio sostenimiento. En tanto que él pueda, bajo la inspiración del Todopoderoso y con su propio trabajo, deberá proporcionarse a sí mismo lo necesario para su vida. No debemos olvidar estos principios cuando administremos el Programa de Bienestar de la Iglesia. "Obviamente ninguna persona puede llegar a ser una carga pública [o para la Iglesia], mientras sus parientes puedan hacerse cargo de ellos. Toda consideración de parentesco, de justicia y honradez, del bien común y aun de la humanidad misma requiere eso. Por tanto, todos los trabajadores del Programa de Bienestar urgirán a lo máximo el cuidado de los necesitados por parte de sus familiares, si tienen suficientes fondos o medios para hacerlo. Donde los parientes, que son miembros de la Iglesia y son económicamente competentes para hacerse cargo de los suyos, se rehúsen a hacerlo, el asunto deberá ser reportado al obispo del barrio, en el cual tales miembros residen" (Welfare Plan Handbook, 1952, pág. 2). Esta declaración fue aprobada por la Primera Presidencia de la Iglesia hace varios años; no debemos olvidar ni descuidar nuestras obligaciones familiares a este respecto. Pablo, escribiendo a Timoteo declaró que "si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo" (1 Timoteo 5:8). Para la Iglesia en esta dispensación, el Señor dio esta ley:
"Las mujeres tienen derecho de recibir sostén de sus maridos hasta que éstos mueran... "Todos los niños tienen derecho de recibir sostén de sus padres hasta que sean mayores de edad" (D. y C. 83: 2,4). Aunque cada uno de nosotros está bajo el mandamiento divino de trabajar y sostenernos a nosotros mismos y a nuestras familias, las diversas circunstancias bajo las cuales vivimos, hacen imposible para todos los miembros de la Iglesia y sus familias, ser en todo tiempo su propio sostén. Antes de que la Iglesia tuviera un año de organizada, el Señor claramente estableció que dichos pobres, esto es, aquellos que por sus esfuerzos y la ayuda de sus familias no pueden sostenerse a sí mismos, deben estar al cuidado de la Iglesia....para vuestra salvación, os doy un mandamiento, [hablando a la Iglesia], porque he escuchado vuestras oraciones, y los pobres se han quejado delante de mí, [esto era cuando la iglesia tenía apenas nueve meses], y a los ricos he hecho yo, y toda carne es mía, y no hago acepción de personas....yo os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos. He oído esto citado muy apropiadamente, acerca de ser uno en muchas maneras, pero cuando esto fue dado, el Señor estaba hablando acerca del pobre y del rico. El continuó: "Y ahora, doy a la iglesia en estas partes el mandamiento de nombrar, por la voz de la iglesia, a ciertos hombres de entre ella; "Los cuales atenderán a los pobres y necesitados, por quienes velarán en sus necesidades, a fin de que no sufran... (D. y C. 38:16,27;34-35)....repetidamente (a partir de entonces], El recalcó el deber de los santos de cuidar de los pobres... En la revelación a que se refiere el Señor como "la ley de mi Iglesia", dice: "Y, he aquí, te acordarás de los pobres, y... consagrarás lo que puedas darles de tus bienes, para su sostén. "Y al dar de tus bienes a los pobres, lo harás para mí (D. y C. 42: 3031)...más tarde el Señor dijo: "He aquí, os digo que debéis visitar a los pobres y a los necesitados, y suministrarles auxilio... (D. y C. 44: 6). "Y aun más tarde: "' Ay de vosotros, hombres ricos, que no queréis dar de vuestra sustancia a los pobres! Porque vuestras riquezas corromperán vuestras almas; y ésta será vuestra
lamentación en el día de la visitación, juicio, e indignación: La siega ha pasado, el verano ha terminado, y mi alma no se ha salvado!' (D. y C. 56:16). "Y cuando daba instrucciones acerca de la ley de consagración, el Señor dijo: " 'De manera que, si alguno tomare de la abundancia que he creado, y no les impartiere su porción a los pobres y menesterosos, conforme a la ley del evangelio, desde el infierno alzará los ojos con los malvados, en tormento' " (D. y C. 104:18). (Church Relief Activities, 1933, pág. 4.) A la luz de estas enseñanzas, me parece que todo miembro de la Iglesia, y especialmente todo poseedor del sacerdocio que desee gozar de paz y gozo aquí y en la vida eterna, debe dar generosamente de su sustancia a los pobres. Mientras que a todos los miembros de la Iglesia les es requerido dar, el obispo es el representante autorizado del Señor para administrar el socorro de la Iglesia para los necesitados. Sobre este aspecto del bienestar de la Iglesia, cito del presidente l. Reuben Clark: "Por la palabra del Señor, el obispo tiene el mandato exclusivo de cuidar con discreción de a quién, cuándo, cómo y cuánto debe darse a cualquier miembro de su barrio de los fondos de la Iglesia y como ayuda del barrio. "La ayuda proporcionada por el obispo es diferente de la ayuda que dan otras organizaciones y agencias. "El socorro que proporcionan las asistencias públicas es motivado principalmente, por consideraciones políticas, sociales o económicas. Las consideraciones morales y espirituales forman una parte secundaria. El fin que se persigue es el bienestar del Estado, no la edificación del individuo... "El socorro por agencias privadas ajenas a la Iglesia o por individuos, es muchas veces motivadas por las más altas consideraciones...pero en esta ayuda, el énfasis está más bien en el que da, que en el que recibe... "Pero la ayuda que el obispo da, es completamente diferente, tanto de las agencias públicas, como de la caridad privada... "En primer lugar, la Iglesia tiene el mandamiento de cuidar de sus pobres y necesitados, y el obispo es el responsable de llevarlo a cabo y le son dados todos los derechos, prerrogativas y funciones necesarias para ello. "En segundo lugar, las normas de este cuidado han sido indicadas. El obispo ha sido dirigido (por el Señor], a 'Guardar el almacén del Señor: recibir los fondos de la Iglesia... suministrarles lo que necesitaren..." (D. y C. 72:10-11) (Artículo inédito por
el presidente J. Reuben Clark, acerca del papel de los obispos y la Sociedad de Socorro, 9 de julio de 1914). Al administrar ayuda a los necesitados, el obispo debe siempre tener en mente, que al hacerlo él es el agente del Señor y que él dijo: "Y es mi propósito abastecer a mis santos... "Pero tiene que hacerse según mi propia manera; y, he aquí, ésta es la manera que yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos, para que sean exaltados lo pobres, por cuanto los ricos serán humildes" (D. y C. 104:15-16). Y los obispos nunca deben olvidar que la única manera de que el pobre pueda ser exaltado en recibir asistencia, es darle la oportunidad y requerirle que trabaje, hasta el límite de su habilidad, por lo que recibe. La dignidad y el respeto propio del que recibe debe preservarse. Habremos dado un gran paso hacia adelante en el plan económico del Señor, cuando todos contribuyamos al bienestar de la Iglesia en el espíritu del óvulo de la viuda; todos trabajen individualmente para sostenerse así mismos y descarguen de esta responsabilidad a su familia; y cuando todos aquellos, ayudados por medio del almacén del obispo desean y son ayudados a obtener la oportunidad de trabajar; porque, después de todo, el propósito real de cuidar a los pobres y necesitados, de acuerdo al plan del Señor, no es mas que el de dar una ayuda temporal, sino el salvar almas. La regla del obispo en todos estos asuntos, es la regla del sacerdocio, una regla de "bondad, caridad, amor y justicia" (Artículo inédito del presidente J. Reuben Clark, Jr., acerca del papel de los obispos y la Sociedad de Socorro 9 de julio de 1941). "Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener, en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, longanimidad, benignidad y mansedumbre, y por amor sincero; "Por bondad y conocimiento puro, lo que ennoblecerá grandemente el alma sin hipocresía y sin malicia" (D. y C. 121: 41-42). Dios nos bendiga para efectuar este gran servicio, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.