LOS PAISAJES TÍPICOS DE EXTREMADURA En nuestra región tenemos tres paisajes típicos: las montañas, las penillanuras y las depresiones. Cada uno de ellos es el resultado de acontecimientos geológicos peculiares, y eso ha dado lugar a relieves distintos y, en consecuencia, a matices climáticos y vegetaciones también diferentes. Veamos cómo es cada uno de esos paisajes. 1. LAS MONTAÑAS Tres cordilleras atraviesan Extremadura de este a oeste: el Sistema Central, que nos separa de Castilla León y que está formado por Gredos, Hurdes y Sierra de Gata; los Montes de Toledo, que aproximadamente separan Badajoz y Cáceres y que se dividen en Villuercas, Sierra de Guadalupe, Montánchez y Sierra de San Pedro; y finalmente Sierra Morena, que sirve de límite con Andalucía. a. Cómo es su relieve? Todas esas montañas se pueden agrupar, desde el punto de vista del relieve, en dos grandes tipos: Grandes bloques elevados: hace algo menos de 40 millones de años, el empuje de África hacia el norte comprimió y rompió en pedazos lo que conocemos como Meseta. A este proceso se lo llama Orogenia Alpina. Algunos de esos bloques se elevaron tanto que han dado lugar a destacadas cordilleras, como el Sistema Central, que ha subido 2.000 m. respecto del valle del Tajo. Otras montañas menores, como la Sierra de Montánchez, también son bloques elevados respecto de los terrenos de alrededor. En general, predominan rocas como el granito (Gredos, Montánchez, parte de la Sierra de Gata...) o la pizarra (Hurdes, sectores de Gata, etc.). Sierras alargadas de rocas más resistentes a la erosión: en realidad estas sierras suelen estar también en bloques más altos, pero su formación es más compleja. Se trata de pliegues de rocas distintas (pizarra, cuarcita, caliza) formados hace unos 300 millones de años (en el final del Paleozoico) a partir de sedimentos marinos. Esos pliegues fueron luego erosionados y arrasados durante el Mesozoico. La citada Orogenia Alpina, ya en el
Cenozoico, elevó algunas zonas y, desde entonces, la erosión de las rocas más blandas (pizarras) ha dejado en resalte las más duras (calizas y sobre todo cuarcitas) formando sierras que, a veces, tienen muchas decenas de km. de largo. Este relieve se llama apalachense, y se puede observar en la Sierra de Villuercas, la de San Pedro, comarca de La Siberia, Sierra Morena, Hornachos, etc. b. Vegetación Las formaciones vegetales de las montañas extremeñas tienen dos caracteres que las diferencian de la vegetación predominante en el resto de la región: Están adaptadas a una mayor humedad y a temperaturas más bajas, en relación al clima más lluvioso y fresco de esas áreas de montaña. Así por ejemplo, es aquí donde encontramos las mayores extensiones de bosques caducifolios. Esas formaciones vegetales están escalonadas en altura, formando las llamadas cliseries. En otras palabras, a medida que ascendemos, a unas formaciones las van sustituyendo otras más adaptadas al frío y con más exigencia de agua. Según esto, podemos establecer de abajo hacia arriba las siguientes bandas de vegetación: Bosque perennifolio: en la base de las montañas encontramos encinares y alcornocales, éstos en áreas algo más húmedas. Bosque caducifolio: por encima, allí donde el invierno ya empieza a ser frío y llueve más, aparecen robledales y castañares. Matorrales: a cierta altitud, el frío del invierno es tan intenso que los árboles no crecen, y dejan paso al matorral de piornos. A veces, los matorrales ocupan el territorio de antiguos bosques eliminados para favorecer la alimentación del ganado. Pastizales: por último, donde la nieve se acumula muchas semanas del invierno aparecen prados y pastizales. Lógicamente, las diferencias de altitud en las montañas extremeñas hacen que no todas tengan la misma cubierta vegetal. Así, es en Gredos donde pueden apreciarse todos esos pisos de vegetación mencionados. En el resto, las bandas superiores no aparecen al no haber suficiente altura. Es por ello que en Villuercas, Hurdes o Sierra Morena sólo encontremos en las zonas más altas el bosque caducifolio de robles y castaños. En el resto de las sierras extremeñas, todas de modesta altitud, solamente se da el bosque mediterráneo típico, con encinas, acebuches, jaras, etc., en la ladera de solana; y alcornoques, madroños, durillo, etc., en la umbría. La inclinación de la pendiente y la pobreza del suelo han protegido en parte esta vegetación, y es por ello que aquí se encuentran los espacios y paisajes más valiosos desde el punto de vista ecológico. Debe decirse, no obstante, que en ocasiones estos bosques han
sido eliminados para plantar pinos y eucaliptos, cuyo valor ecológico es muy inferior. c. Clima También aquí la altitud se convierte en el factor que marca las diferencias con otras áreas regionales. Esa mayor altitud hace que las temperaturas sean más bajas (por el gradiente térmico) y que las precipitaciones aumenten. Por esta razón, las montañas extremeñas sufren un invierno frío pero, a cambio, reciben más de 800 mm. de precipitación al año. A partir de esos rasgos generales, pueden establecerse algunos caracteres distintivos entre unas montañas y otras, en función de su diferente altitud y de su latitud. Así, el Sistema Central, gracias a sus más de 2.000 m. de altura y a su posición en el norte regional, tiene sectores cuyas precipitaciones están entre las más altas del país, y donde el verano es fresco y el invierno puede llegar a ser verdaderamente frío. En Sierra Morena, en cambio, la situación al sur y la menor altitud suavizan esas temperaturas invernales pero a costa de un verano casi tan caluroso como el de zonas más bajas. Villuercas y Guadalupe se encontrarían en una situación intermedia, y la Sierra de San Pedro y otras de escasa altura apenas muestran diferencias con los llanos. 2. LAS PENILLANURAS Hablamos de llanos suavemente ondulados y formados por rocas muy viejas y erosionadas. En Extremadura hay tres grandes penillanuras: la trujillano cacereña, la del sur de Badajoz y La Serena. a. Cómo es su relieve y cómo se formaron? Extremadura es, desde el punto de vista geológico, una de las regiones más viejas de la Península Ibérica. Su larga historia ha permitido que la erosión haya trabajado intensamente, arrasando los antiguos relieves hasta convertirlos en llanos. Aquellos que no se han elevado con la última orogenia (la Alpina) forman las penillanuras. En realidad, todo procede de una enorme cordillera de la que nuestra región era un pequeño trozo. Esa cordillera surgió hace unos 300 millones de años a partir del fondo del mar, durante lo que se conoce como Orogenia Varisca o Hercínica. Pero luego hubo decenas de millones de años de tranquilidad que permitieron a la erosión rebajar la cordillera hasta convertirla en una inmensa penillanura. Aunque algunos bloques se hayan elevado después (como se explicó antes), otros han
permanecido abajo, sometidos aún más a la erosión. Por eso las penillanuras se extienden sobre rocas muy viejas (de 300 y hasta 600 millones de años). Esas rocas son sobre todo pizarras y granitos, éstos muchas veces formando berrocales. En ocasiones, los ríos han estado excavando valles profundos en esas rocas, como puede verse con el Tajo y algunos de sus afluentes en la penillanura cacereña. b. La vegetación Aquellas áreas que no han sido cultivadas muestran la típica vegetación mediterránea en sus distintas fases de degradación. El bosque original, generalmente de encinas y menos de alcornoques, ya no existe y ha sido sustituido, en el mejor de los casos, por un bosque abierto y aclarado al que llamamos dehesa. Su valor ecológico sigue siendo elevado, y es un paisaje que puede mantenerse en buen estado de manera permanente siempre que no sufra graves agresiones. Hay buenos ejemplos de dehesas en el suroeste de Badajoz, oeste y centro de Cáceres, etc. En otros casos, todo el arbolado ha sido eliminado por el hombre. Encontramos entonces amplias superficies cubiertas de retamas o pastizales, por ejemplo en La Serena, el sur de Badajoz, las cercanías del Tajo en el centro de Cáceres, etc. El valor ecológico de estas áreas es inferior, aunque den cobijo a alguna especie rara. c. Clima Si hubiera que dar los datos medios del clima de Extremadura, elegiríamos los de la penillanura. Y es que aquí es donde se dan los rasgos más habituales y conocidos: temperaturas muy elevadas en verano, invierno bastante suave y escasas lluvias, sobre todo en los meses de más calor. La escasa altitud de la penillanura es la principal responsable de la dureza de nuestro clima.
3. LAS DEPRESIONES Se trata de las áreas de menor altitud de la región, que encontramos repartidas tanto por Badajoz (Vegas Altas del Guadiana, Vegas Bajas y Tierra de Barros) como por Cáceres (Campo Arañuelo, Vegas del Alagón, etc.). a. Cómo es su relieve? Aquel movimiento de África hacia el norte que hace menos de 40 millones de años rompió la Meseta y nuestra región en bloques es, de nuevo, el responsable de la formación de estas depresiones, porque son los bloques que se hundieron o permanecieron en una posición más baja. Es por ello que se han convertido en las zonas donde los ríos han ido depositando sus sedimentos. En el pasado más reciente llegaron incluso a tener carácter endorreico, es decir, las aguas se concentraban en lagos y pantanos que, al estar rodeados por áreas más altas, no tenían salida al mar (tal como ocurre hoy cerca de La Albuera, en la provincia de Badajoz). En consecuencia, los materiales que ocupan estas depresiones son arcillas y arenas que forman suelos llanos, dedicados a una agricultura muy productiva. En ocasiones, y cerca de los cauces de los ríos, encontramos unos cerros o plataformas llanas formadas por los antiguos sedimentos de esos ríos. Son las terrazas fluviales, en cuya formación han influido las glaciaciones del periodo Cuaternario. b. Vegetación Por esa comentada fertilidad de los suelos, las depresiones han sido intensamente cultivadas, por lo que apenas queda nada de la vegetación original. Pero no es difícil imaginar cómo sería. Al tratarse de zonas bajas de escasas precipitaciones, aquí predominaría el bosque mediterráneo de encinas, del que aún quedan unos mínimos restos en forma de dehesas. Además, junto a los cursos de agua encontraríamos la vegetación de ribera, formada por árboles caducifolios de distintas especies, dispuestos en bandas paralelas al cauce en función del agua que necesitan. De esas especies, sólo se han salvado a veces los árboles que crecen pegados al agua (sauces, algún chopo...), donde el hombre no puede trabajar la tierra; las especies que más se alejaban han desaparecido para dejar paso a los cultivos. En definitiva, nos encontramos en las zonas de Extremadura donde la vegetación ha sido más transformada.
c. El clima Todas las depresiones extremeñas, como ya se ha dicho, tienen una escasa altitud, pero algunas se encuentran al norte de la región (Campo Arañuelo, Vegas del Alagón) y otras al sur (Vegas del Guadiana y Tierra de Barros). Es por ello por lo que hay que diferenciar entre unas y otras, aunque en conjunto muestren temperaturas mayores y precipitaciones menores a las de las zonas cercanas más altas. Es en las depresiones de la provincia de Badajoz donde se observan los datos más extremos. Así, en verano pueden superarse los 27º de media, mientras que el invierno es tan suave que no baja de 8º (media de enero). Las lluvias son las más escasas de toda la región, rondando los 400 mm. y, a veces, incluso por debajo de esa cifra. A los escasos metros sobre el nivel del mar de estas zonas se une la latitud sur como factores explicativos. En cambio, en las depresiones cacereñas, esa baja altitud se ve contrarrestada en parte por la latitud norte, lo que suaviza el verano que, no obstante, sigue siendo caluroso; reduce las temperaturas del invierno, que no llega a ser frío; y aumenta algo las precipitaciones gracias a la influencia de las montañas cercanas.