Mensaje tres La transformación con miras al edificio de Dios Lectura bíblica: Gn. 28:10-22; 32:28; 35:10, 15; Ro. 12:2; 2 Co. 3:18; Ap. 4:3; 21:11 I. Es necesario ser iluminados y saturados plenamente por el pensamiento de que en el universo Dios está haciendo una sola cosa, a saber: está edificando Su morada eterna, Betel Gn. 28:10-22; Mt. 16:18; Ef. 2:21-22; Ap. 21:2-3: A. La Biblia en su totalidad es un libro acerca de la edificación; el tema principal de la Biblia es el edificio de Dios Gn. 28:10-22; Mt. 16:18; Ef. 2:21-22; 4:16; Ap. 21:2-3. B. El pensamiento central y divino hallado en las Escrituras es que Dios está en procura de un edificio divino que sea producto de la mezcla de Sí mismo con la humanidad, a saber: una entidad viviente compuesta de personas que han sido redimidas por Él y se han mezclado con Él Mt. 16:18. C. El edificio de Dios es el deseo de Su corazón y la meta de Su salvación Éx. 1:11; 25:8; 40:2-3; Ef. 1:5, 9; 2:21-22; 4:16. D. Es preciso que tengamos un entendimiento divino acerca del edif icio de Dios Mt. 16:18; Ef. 4:16: 1. El edificio de Dios es la mezcla de Dios con el hombre Jn. 14:20; 15:4a; 1 Jn. 4:15: a. El principio que rige el edificio de Dios es que Dios se edifica en nosotros y nos edifica a nosotros en Él Ef. 3:17a. b. La iglesia es el edificio de Dios compuesto de Dios mismo como el material divino, el cual está mezclado con el hombre como el material humano 1 Co. 3:9, 11. 2. El edificio de Dios es la expresión corporativa del Dios Triuno 1 Ti. 3:15-16; Jn. 17:22; Ef. 3:19b, 21: a. La intención de Dios es obtener un grupo de personas que hayan sido edif icadas como edif icio espiritual, a f in de expresarle y representarle al derrotar a Su enemigo y al recobrar la tierra que se había perdido Gn. 1:26; 1 P. 2:5, 9. b. El deseo que Dios tiene de ser expresado y representado por el hombre en la tierra sólo podrá cumplirse cuando seamos conjuntamente edificados Gn. 1:26; Ef. 2:21-22. 3. El edificio de Dios es el agrandamiento, la expansión, de Dios, cuyo fin es expresarse a Sí mismo de manera corporativa Jn. 3:29a, 30a; Col. 2:19: 12
GÉNESIS (3) a. La edif icación genuina es el agrandamiento, la expansión, del Dios Triuno, que le permite a Dios expresarse de manera corporativa Ef. 3:21. b. La edificación divina es el Dios Triuno que se forja en nosotros como vida, a fin de que lleguemos a ser Su única expresión, el agrandamiento y la expansión de Dios en Su economía vs. 9, 17a, 19b, 21; 1:10. E. Bet-el, la casa de Dios, es la iglesia hoy en día y llegará a su consumación en la Nueva Jerusalén como la Bet-el eterna, la morada eterna de Dios y Sus elegidos redimidos Gn. 28:19; 35:15; 1 Ti. 3:15; Ap. 21:3, 22. II. Jacob, un hombre bajo la mano transformadora de Dios, representa una vida de transformación con miras al edificio de Dios Gn. 32:28; 35:10, 15: A. La historia de Jacob debe llegar a ser nuestra biografía: 1. Existen tres periodos distintos en la vida de Jacob: el periodo en el cual sufre tratos (caps. 25 32), el periodo de la transformación (caps. 32 36) y el periodo de la madurez (caps. 37 50). 2. Todo lo que le acontecía a Jacob tenía como fin su transformación: a. A f in de ser transformado, Jacob tuvo que ser oprimido en situaciones que no le daban otra alternativa que experimentar un cambio 31:36-42; 32:28. b. A la luz de la experiencia de Jacob vemos que todo lo que nos sucede está bajo la soberanía de Dios con miras a nuestra transformación Ro. 8:28-29; 12:2. c. La transformación de Jacob empezó desde que el Señor vino y tocó la parte más fuerte de Jacob, su muslo, en Génesis 32; de ahí en adelante, el proceso de transformación continuó hasta el capítulo 37. d. El problema que Simeón y Leví le ocasionaron a Jacob tocó lo más recóndito de su ser, y él comenzó a ser transformado 34:30; 49:5-7. 3. Jacob había sido escogido para ser la expresión de Dios y un príncipe de Dios, y sólo podía llegar a ser la expresión de Dios y un príncipe de Dios por medio de la transformación 1:26; 32:28; 2 Co. 3:18: 13
a. Israel significa uno que lucha con Dios (Gn. 32:28) y príncipe de Dios. b. El propósito de Dios al tratar con Jacob, un suplantador, era transformarlo en Israel, un príncipe de Dios, que tiene Su imagen para expresarlo y que ejerce Su dominio para representarlo 1:26. c. El nombre de Jacob le fue cambiado por Israel; un suplantador (Jacob) cambió hasta convertirse en un príncipe de Dios 32:27-28; 35:10. d. La vida cristiana es una vida en la que luchamos con Dios para que Él nos transforme en un príncipe de Dios Ro. 12:2; 5:17. e. El propósito de Dios al seleccionarnos, predestinarnos y llamarnos es transformarnos a nosotros, miserables pecadores, en hijos de realeza a fin de que, después que haya completado el proceso de transformación, podamos reinar como reyes Ap. 22:5. B. Debido a la caída, llegamos a ser barro deformado; la manera en que Dios opera no consiste en reformar a hombres que han sido deformados, sino en transformarlos en piedras útiles para la edificación de la casa de Dios, Bet-el Gn. 2:7; Jn. 1:42; 1 P. 2:4-5. C. Ser transformados consiste en permitir que el Cristo pneumático, Cristo en resurrección como Espíritu vivif icante, se imparta y forje en nuestra alma para reemplazar lo que somos en la vida natural, de modo que Cristo crezca y nuestra vida natural mengüe 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17-18; Ef. 3:17a. D. La transformación no es una corrección o enmienda externas, sino la operación metabólica de la vida de Dios en nosotros, en la cual el elemento de la vida divina de Cristo se añade a nuestro ser, de tal modo que expresamos exteriormente la imagen de Cristo 2 Co. 3:18: 1. El proceso de transformación es orgánico y a la vez metabólico; es orgánico por cuanto está relacionado con la vida, y es metabólico por cuanto está relacionado con un proceso en el que se desechan los elementos viejos y se añaden elementos nuevos Ro. 5:10. 2. El cambio metabólico que ocurre durante la transformación 14
GÉNESIS (3) es un cambio tanto en la constitución intrínseca como en la forma externa 12:2; 8:29. 3. La transformación tiene por objetivo la reproducción en masa del Hijo primogénito de Dios, quien es el prototipo de un Dios-hombre, a fin de que seamos moldeados a Su imagen para ser exactamente iguales al Hijo primogénito de Dios v. 29. E. Si hemos de ser creyentes vencedores o creyentes derrotados ello depende de la transformación de nuestra alma y de nuestra actitud con respecto a la obra transformadora del Señor 12:2: 1. La obra transformadora de Dios es en realidad el ejercicio de Su reino; obedecer a Dios es cooperar con Su obra de transformación 2 Co. 3:18; 10:5-6. 2. Si permitimos que el Dios Triuno como Espíritu vivif icante nos transforme día tras día, seremos vencedores Ro. 12:2; 8:28-29, 37. F. La transformación redunda en la edificación; la edificación del muro de jaspe de la Nueva Jerusalén se lleva a cabo simultáneamente con la transformación 12:2; Ap. 21:18a: 1. La obra transformadora del Espíritu se lleva a cabo con Su abundante suministración del elemento divino, con miras a la edificación de Bet-el, la morada de Dios Fil. 1:19. 2. La obra transformadora del Espíritu en su consumación dará por resultado la Nueva Jerusalén, la cual tiene la imagen de Dios para Su expresión: a. El aspecto de Dios es semejante a piedra de jaspe, y la Nueva Jerusalén, por tener la gloria de Dios, resplandece como piedra de jaspe Ap. 4:3; 21:11. b. La primera capa del cimiento del muro, así como todo el muro de la Nueva Jerusalén, es de jaspe, lo cual indica que el material principal en la edificación de la ciudad es el jaspe vs. 18-19. c. Puesto que el jaspe representa a Dios expresado en Su gloria comunicable, la función principal de la Nueva Jerusalén es expresar a Dios al llevar Su gloria 4:3; 21:11. G. El libro de Génesis es una miniatura de la revelación completa hallada en toda la Biblia: 15
1. Al final de Génesis vemos un hombre llamado Israel, una persona transformada, transparente, diáfana y llena de vida; esta persona transformada es una semilla, una miniatura, de la Nueva Jerusalén 35:10. 2. Al final de Apocalipsis vemos la Nueva Jerusalén, una ciudad transparente llena de la vida de Dios, teniendo la gloria de Dios y un resplandor semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal 21:11, 3; 22:1-2. 16