Gente - - Argentina [Revista] 24472055 Eduardo Costantini 08/01/2013 Nro. Pág. 168
"Desde el accidente siempre tengo miedo, pero la adrenalina" El empresario inmobiliario y dueño del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires volvió a calzarse el traje de kitesurf. A sus 66 años y en "mal estado" según confiesa, el filántropo participó de una exhibición del deporte extremo. Por Juan Cruz Sánchez Marino Fotos: Diego Soidn que se llevó a cabo sobre las playas de Las Garzas. Agua, aire y tierra La exhibición se llevó a cabo en Las Garzas, pasando José Ignacio, un desarrollo inmobiliario de Consultatio, empresa que preside Eduardo Francisco Costantini. La tarde fue ideal para los riders, aunque mala para los que prefieren la playa: mucho viento para volar por los aires. La destreza está en la mente. La experiencia suple la juventud. Eduardo Francisco Costantini lo sabe en cada paso que da, sobre todo cuando camina por la arena y sus pies se hunden en ella. Sus pasos son lentos y cautelosos. Tiene 66 años. Está sentado en el parador de Las Garzas, un exclusivo complejo inmobiliario que preside, a veinte minutos de José Ignacio, en el departamento de Rocha, cruzando la Laguna Garzón. Lo acompaña su mujer, la brasileña Clarice Oliveira Tavares. Charla con su amigo Adolfo Cambiaso padre, el mismo que lo acompañaba el día del accidente que lo dejó al borde de la muerte en Nordelta, en el año 2003. "El error, en mi opinión, lo cometió él, y fue navegar muy cerca de las rocas. Lo agarró una ráfaga de viento muy fuerte que lo levantó por el aire. Perdió la tabla y cayó sobre las piedras". Así lo narró en aquel entonces el padre del mejor polista de todos los tiempos. La experiencia fue traumática: ese temporal causó 14 muertes y graves accidentes. "Me quebré todo. En ese momento pensé que quedaba paralítico. Me costó mucho sacarme el miedo. Estuve como un año y medio sin hacer kitesurf, pero después retomé", cuenta el dueño del Museo de Arte Latinoamericano (Malba) y de Nordelta, con una sonrisa en la cara que le remarca la crema blanca que lo protege del sol. El kitesurf es considerado un deporte extremo. Combina técnicas del windsurf, el surf y el waveboard. "Lo practico desde hace 13 años. Cuando estoy adentro del agua siento una adrenalina muy linda. Me gusta mucho, por eso lo hago". Eduardo habla y comienza a vestirse para volver a ingresar al mar. El traje de neopreno le cuelga sobre la cintura. Pide ayuda para que la vela levante vuelo y con un poco de esfuerzo llega a la orilla: el viento también parece ser condescendiente con él. Entonces se sumerge, coloca sus pies sobre la tabla y comienza su diversión. En el agua hay otros cuatro riders. La exhibición contó con una demostración de profesionales y una charla de orientación al deporte. Pero las cámaras se posan en Eduardo, claro, que toma carrera y se mete mar adentro. Treinta minutos más tarde sale cansado. "Estoy fuera deforma", se excusa cuando se acercan los cronistas. "Faltaría un poco de viento, pero no nos podemos quejar. El día es ideal". También habla del día fatídico. "Desde que tuve el accidente siempre tengo miedo, pero la adrenalina supera todo, hace que vuelvas al deporte. Tuve una sensación de muerte, pero no se puede vivir con ese pensamiento", remata. La acción le despertó el hambre. Se come un sandwich gourmet y toma una gaseosa que le sirven. Un fotógrafo se le acerca y le muestra las fotos que le hizo. De pronto emerge su costado coqueto: "Che, pónganme photoshop, por favor. No como a Moría, pero colaboren conmigo". Lo dice con ironía. Sonríe y vuelve a sentarse con su mujer, con la misma cara de un niño que acaba de jugar y quedó cansado. Adrenalina y amor "Practico kitesurf desde hace 13 años. Cuando estoy adentro del agua siento una adrenalina muy linda", dice Costantini mientras abraza a su mujer, la brasileña Clarice Oliveira Tavares.