NOSOTRAS
También es mi pecho por Marta Robles
Marta Robles en la actualidad dirige y presenta Madrid a la Última en Telemadrid. Además, colabora habitualmente con la Razón, La Gaceta de Salamanca y Es Radio, entre otros muchos medios y acaba de publicar su octavo libro Madrid me Marta, que va ya por su sexta edición. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, inició su andadura periodística en la revista Tiempo. Desde entonces ha trabajado en los informativos de todas las cadenas generalistas Antena 3, Tele 5 y TVE (Castilla La Mancha) y en los de Telemadrid; ha dirigido y presentado multitud de programas de radio y televisión en las cadenas antes mencionadas y en Telemadrid, Radio Intercontinental, Cadena Ser y Onda Cero; además de publicar multitud de reportajes, artículos y entrevistas en publicaciones como El semanal, la Vanguardia, Elle o Woman. Entre sus numerosos premios destacan el TP de Oro en 1995, dos Antenas de Plata en 1993 y 2005, una de Oro en 2000 y una de Oro Extraordinaria que le han concedido este mismo año.
Cuando me entregaron el sobre blanco tamaño folio, con los resultados de los análisis 1, no dudé ni un segundo en abrirlo. Siempre lo hacía, pese a las quejas de mis médicos, porque había aprendido a reconocer, aunque no fuera estrictamente, los valores que aparecían reflejados. Así que lo abrí. Y lo hice con la despreocupación de quien se encuentra perfectamente y no espera sorpresas. Comencé a revisar cifras y letras con la tranquilidad de quien lee la lista de la compra, hasta que llegué a aquello. Aquello no era normal. Es más, si me hubieran dicho que los análisis pertenecían a otra persona habría pensado, sin dudar, que se trataba de un cáncer. Pero eran míos. Cáncer yo? Seguro que no... deseché. El resto fue todo tan rápido que no lo recuerdo con demasiada nitidez. Un bultito en el pecho, una biopsia y una conclusión veloz y tajante: Tenía cáncer de mama. El médico me aseguró que no pasaba nada y que no era el fin del mundo, mientras volcaba cubos de estadísticas en la conversación. Éste tanto por ciento de mujeres padece cáncer de mama cada año, y éste tanto por ciento lo supera Lo importante es el diagnóstico precoz Y del tanto por ciento que
También es mi pecho se diagnostica precozmente, se salva un tanto por ciento muy elevado. Yo, que aún no me sentía un tanto por ciento, no le escuchaba. Sólo pensaba en mi pecho, en esa bolita de carne blanca coronada por un pezón rosado, que me había acompañado toda mi vida. La misma que descubrí por primera vez ante mi primer novio, en un coche minúsculo, y que él recorrió con su mano temblorosa La que años más tarde condujo a la locura a mi marido beso a beso La que cada uno de mis hijos había convertido en biberón y chupete Apenas tenía treinta y cinco años, pero eran tan solo doce o catorce menos de los que había convivido con aquel pecho, que ahora me decían que llevaba escrita la muerte en su interior. Así de claro me dijo el médico o te lo quitamos o te mata 2. La misma tarde de la noticia, pocas horas después de saber que ese pecho dejaría de ser mío para siempre, me lo miré en el espejo. No era demasiado grande, pero tenía una bonita forma. Caído para arriba, como los de las modelos solía decir mi marido. Seguramente no era para tanto. Pero era mi pecho. Y allí, reflejado en esa luna, idéntico al otro,
Marta Robles me parecía insustituible. Me dijeron que la operación tenía que realizarse de inmediato. Y también, que salvo error, no cabría la posibilidad de que lo conservara. Ni el pezón siquiera. Tampoco el pezón? pregunté con más temor a perderlo que a la misma muerte que acechaba desde sus adentros. Tampoco el pezón. Lloré sola en el lavabo del hospital tras haber visto las prótesis y después de las bromas de siempre: vamos, anímate, que te vamos a dejar un escote de actriz de Hollywood. No me dio tiempo a pensar más. Tenían que intervenirme sin dilación, y así lo hicieron. La operación salió bien. Me reconstruyeron el pecho casi al tiempo que me extirpaban ese monstruo que se había colado en el original. Luego vino la quimio, la radio Según algunos el riesgo de colocarme un pecho nuevo durante el tratamiento era una estupidez Según algunos que, naturalmente, o no tenían cáncer o no tenían pecho El resto entendió que no quisiera pasar por el trance de un riesgo mortal con un agujero en el cuerpo. Soporté bien las naúseas y hasta quedarme sin cejas, sin pestañas y sin pelo, pero creo que si hubiera tenido que
También es mi pecho luchar contra el cáncer sin pecho, sencillamente, me habría muerto 3. Todo pasó hace ya tres años. Y ahora estoy embarazada. Tengo cicatrices en un pecho, sí. Pero estoy viva y ambos me parecen perfectos. Ahora sólo deseo que, igual que mi marido y compañero en este camino de superación, llena de piropos mi pecho nuevo, mi hijo, este pequeñín que llevo en la tripa, duerma sobre él, como antes hicieron sus hermanos con el antiguo. Será un milagro. El que constate que ya no tengo cáncer 4 y que éste que me han colocado, y que a partir de ahora comenzará a acumular sus propios recuerdos, también es mi pecho. 1 Respecto de las pruebas de diagnóstico precoz, la técnica utilizada y mundialmente aceptada es la mamografía, aunque existen otras pruebas de diagnóstico asociadas al cáncer de mama. 2 Las posibilidades de curación de los cánceres de mama que se detectan en su etapa inicial (in situ) son prácticamente del 100%. 3 El valor que cada mujer le da a su pecho puede variar significativamente de una a otra. 4 Hasta pasados cinco años libres de enfermedad desde la finalización de los tratamientos no se puede hablar de supervivencia. Este relato es una obra literaria de ficción escrita por Marta Robles. Para su elaboración la autora ha gozado de libertad de creación, por lo que no tiene que reflejar fielmente la realidad y aspectos médicos, psicológicos y sociales relacionados con la enfermedad.
Idea y diseño original GMR Spain Ilustraciones Marta Hernández Galán Tuchi Depósito Legal M-40049-2011