ROMANOS 9 11: INTRODUCCIÓN

Transcripción

1 Ya hemos establecido al comienzo de este estudio que la estructura de la carta a los Romanos se divide, grosso modo, en tres grandes secciones. Una primera sección (capítulos 1 a 8) de tipo doctrinal, en la que el apóstol presenta el plan de salvación de Dios; una segunda sección (capítulos 9 a 11) de tipo dispensacional, en la que Pablo se centra en el papel que juega la nación de Israel dentro de ese plan de salvación; y una tercera y última sección (capítulos 12 16), con una vertiente más práctica, en la que aborda diferentes aspectos de la vida cristiana. La segunda sección, conformada por los capítulos 9 a 11 de la epístola, es indudablemente la más complicada y controvertida de las tres. Lo es en primer lugar por la importancia relativa que le demos a esta sección frente a las otras. Por una parte, se podría ver esta sección como una digresión o paréntesis sin relación con las otros dos; también se puede considerar como un apéndice o post-data a la sección anterior; o incluso verla como el corazón de la epístola, el núcleo del pensamiento de Pablo para el que las otras dos secciones no son sino el prólogo y el epílogo. Independientemente de si se considera una mera continuación al argumento desarrollado por Pablo en la sección doctrinal de la epístola, o la culminación de ese mismo argumento, lo que sí parece es que esta sección no es un excursus independiente de las otras dos secciones, sino que es parte integral y esencial del desarrollo argumental del apóstol. Está claro que el tema de Israel y el Evangelio había sido objeto de profundas reflexiones por parte de Pablo, así que si bien el tema de la justificación por gracia mediante la fe fluiría de forma natural e ininterrumpida desde el final del capítulo 8 al principio del capítulo 12 (es decir, excluyendo estos capítulos 9 a 11), es evidente que Pablo no quiso continuar su enseñanza sin detenerse a aclarar algunas verdades relativas a Israel. Otro motivo de debate es identificar el tema principal de esta sección. El apóstol habla acerca de las relaciones entre judíos y gentiles en la iglesia de Dios, tema que ya ha abordado en esta misma carta (1:16; 2:9-3:3; 29; 4:1ss; 5:20; 6:14s; 7:1ss) pero que aquí desarrolla en mayor medida. Sin embargo, el apóstol toca tantos temas en este desarrollo que no hay acuerdo a la hora de destacar el principal de todos. Entre ellos destacan: El papel de los judíos dentro de los propósitos de Dios. La elección soberana de Dios de sus escogidos. El cumplimiento de las profecías dadas por Dios a Israel. La salvación mediante el cumplimiento de la ley o por medio de la fe. La solidaridad entre judíos y gentiles en la familia de Dios. La evangelización de los judíos. La compatibilidad del cumplimento de las promesas de Dios con la incredulidad judía. Israel y el Evangelio Si hay un aspecto del tema judío que destaca en estos capítulos es el de su incredulidad. La línea del pensamiento de Pablo, que enlazaría con la sección anterior, sería más o menos así: ya sabemos lo que Dios tiene previsto con aquellos que aceptan el Evangelio, pero qué de aquellos que lo rechazan? Mayormente si los incrédulos son los judíos, miembros de la nación que recibió las promesas y con la que Dios hizo los pactos de los que ahora los gentiles disfrutamos (como el Nuevo Pacto, hecho con la nación de Israel, Jer. 31:31ss). Si hemos visto en el capítulo anterior como los planes de Dios se terminan realizando sin que nada los pueda obstaculizar, qué ha 9

2 ESTUDIO DE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS acontecido con los planes que Dios decía tener para con Israel? Y cómo puede una nación tan iluminada por la revelación de Dios rechazar al Mesías y la salvación que este ofrece, mientras que los gentiles se salvan por miles en todas las naciones? Sobre todo cuando el Evangelio fue anunciado antes en sus Escrituras (1:2; 3:21; 4:3ss) y les fue presentado a ellos primeramente (1:16; Hch. 1:8). Si pues resulta que los judíos rechazan el Evangelio como nación, cómo se han de cumplir las promesas hechas por Dios a sus padres? Y cómo encajan en ellas los gentiles? Finalmente, cuál es el propósito de Dios para ambos pueblos? No obstante, estas cuestiones que hemos planteado desde el punto de vista de los gentiles se pueden replantear desde el punto de vista judío. Jesús, pese a ser judío, fue rechazado por los principales líderes religiosos de Israel (sacerdotes, escribas y fariseos). De hecho, un argumento que los judíos se plantearían a la hora de creer en Jesús era: Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? (Jn. 7:48). Si Dios había dado las Escrituras y las promesas a Israel, e Israel no estaba creyendo en el Evangelio, sería cierto entonces que esa era la salvación de Jehová? Un judío que observase la situación de su tiempo podría concluir que, siendo que Israel rechazaba mayoritariamente el Evangelio de Jesús, era imposible que ese Evangelio que se predicaba procediese de Dios, pues era imposible que Dios quebrantase sus promesas y dejase de salvar a su pueblo Israel, cosa que estaría ocurriendo de ser cierto ese Evangelio que rechazaban. Notemos que para los judíos la incorporación de los gentiles al plan de salvación de Dios siempre resultó un obstáculo. Las objeciones judías al Evangelio de la gracia eran tanto del tipo: Por qué Dios no justifica a los que creen merecerlo (los judíos)?, como del tipo: Por qué Dios justifica a los que no se lo merecen en absoluto (los gentiles)?. El Señor ilustró esta segunda objeción judía en dos parábolas. En la más conocida de las dos, la del hijo pródigo, nos encontramos las protestas del hijo que había permanecido en casa frente a la misericordia del padre con el que había abandonado el hogar: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo (Lc. 15:28-30). Tenemos aquí al judío rechazando que Dios pueda entrar en tratos con los gentiles, siendo que él siempre había servido a la ley de Dios, mientras que aquellos no. La respuesta del padre es que el retorno de los perdidos debía ser motivo de gozo y no de enojo. En la segunda parábola, la de los obreros de la viña, vemos al dueño de la viña pagando a todos sus obreros la misma cantidad (un denario) independientemente de la hora en que comenzaron a trabajar. La objeción de algunos fue: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día (Mt. 20:12). La respuesta del dueño nos muestra que Dios es libre de usar su gracia con quien quiere y como quiere, sin tener que dar cuentas a nadie, y en todo esto ( ojo!) sin hacer agravio a nadie. Esto es importante para responder a las acusaciones de injusticia que le puedan lanzar los judíos a Dios (cp. 3:5; 9:14). Pablo expone que el medio de salvación tanto para el judío como para el gentil es por gracia mediante la fe, pues si es cierto que no hay diferencia, por cuanto todos pecaron (3:22s), de igual modo es cierto que todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego (10:11s). La fe pues, y no la ley, es el único medio de salvación para el hombre conforme al Evangelio de Jesucristo; un medio que no sólo no contradice las 10

3 Escrituras sino que las confirma y que es el mismo para todo hombre, ya sea judío o gentil. Si Israel entonces estaba rechazando el camino de salvación ofrecido por el Evangelio, esto no era porque fuera falso, sino debido a su ceguera al creer que podrían salvarse cumpliendo la ley, estableciendo ellos su propia justicia y rechazando la de Dios. Finalmente, del hecho de que Israel haya sido puesto aparte de los tratos con Dios, que se centran ahora con los gentiles, aunque no de forma definitiva, se deduce la doctrina de que nos encontramos en una nueva dispensación, la de la gracia o del Evangelio, que es básicamente un paréntesis de los tratos de Dios con su pueblo terrenal, Israel, mientras se completa la edificación de su pueblo espiritual, el cuerpo de Cristo o Iglesia. Una vez salvado el último de los que han de formar parte de la Iglesia de Cristo (judíos y gentiles), se cerrará la actual dispensación y entonces Dios volverá a entrar en tratos con la nación de Israel para cumplir a ellos las promesas hechas a sus padres, pues si bien Dios ha rechazado a Israel como su pueblo (Os. 1:9), este rechazo no es total (Ro. 9:6, 27), ni arbitrario (10:3, 21), ni definitivo (11:26). Las promesas y los pactos hechos por Dios con los patriarcas han de cumplirse, pero esto no con la nación nominal, sino con el remanente fiel que constituye el verdadero Israel de Dios. Estructura de los capítulos Los pasos principales que Pablo da a la hora de desarrollar su argumento son: 1. Israel es el pueblo escogido de Dios. 2. No todos los israelitas forman parte de Israel (concepto de elección). 3. La pertenencia a Israel (elección) no era cuestión de descendencia natural, sino de fe. 4. Dios había endurecido el corazón a Israel por rechazar al Mesías. 5. Este endurecimiento había abierto las puertas del Evangelio, y con él a los pactos y las promesas, a los gentiles. 6. Israel se empecinaba en buscar una justicia personal en base al cumplimento de la ley. 7. Pero el único medio de salvación es por la fe personal en Jesucristo. 8. La elección de los gentiles y el rechazo de Israel no era motivo para que los primeros se jactasen a costa de los segundos. 9. La elección de los gentiles tenía como propósito mover a celos a Israel para que también fuere salvo. Cada uno de los tres capítulos comienza con una declaración personal por parte del apóstol Pablo, en la que se identifica con sus hermanos israelitas y muestra su sincero amor y preocupación por ellos. Para el apóstol, la cuestión de la incredulidad de Israel es más que un problema que deba dilucidarse intelectualmente mediante una fría discusión teológica: es algo que le causa aflicción y angustia (9:1ss) y le mueve a la oración a Dios por su salvación (10:1), aunque tiene la firme convicción de que Dios no ha desechado a su pueblo (11:1). Además, se ha observado igualmente que en cada capítulo Pablo aborda la relación de Dios en sus tratos con Israel en un periodo de tiempo distinto: 1. En el pasado (cap. 9). 2. En el presente (cap. 10). 3. En el futuro (11:1-32). 4. Finalmente (11:33-36), Pablo concluye con una doxología. 11

4 ESTUDIO DE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS Llamamos a esta sección dispensacional pues abarca la salvación del pueblo de Israel a través de los tiempos, desde la época de los patriarcas hasta la salvación final de todo Israel en el fin de los tiempos (11:26). Si Pablo condensó el glorioso plan de salvación para el hombre a través de la eternidad en sólo dos versículos (8:29s), ahora se va a extender a lo largo de tres capítulos para explicar la salvación final de Israel, porque si bien ahora permanecen incrédulos, irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (11:29), pues la voluntad de Dios es que todos, judíos y gentiles, sean salvos (1 Ti. 2:4). 12

5 ROMANOS 9 11: INTRODUCCIÓN... 9 Israel y el Evangelio... 9 Estructura de los capítulos