XXI ERRADICADA LA FIEBRE AMARILLA

Transcripción

1 XXI ERRADICADA LA FIEBRE AMARILLA Tras la comprobación oficial en todas sus partes de la teoría finlaísta, entró en escena ahora un hombre todo acción, todo dinamismo, que desde la ocupación norteamericana estaba desarrollando el máximo esfuerzo para higienizar la ciudad de La Habana esperanzado en obtener así, la disminución de los casos de fiebre amarilla, sin resultado alguno cosa que le auguró el propio doctor Carlos J. Finlay, informándole que era el mosquito y sólo el mosquito el enemigo que había que combatir. Aquel hombre era el Comandante William Crawford Gorgas, médico insigne, cuya memoria se venera extraordinariamente por los cubanos. No creyó en Finlay. No participó en ninguno de los trabajos experimentales que se hicieron, ni cuando la Comisión Americana que presidía el doctor Reed comprobó el gran descubrimiento propugnado por el sabio cubano desde el año de Siempre se reservó para actuaciones positivas, pero siguió sumamente interesado en el proceso, desarrollo y resultado de las investigaciones. En conversaciones con el doctor Reed, cuando la Comisión Americana se determinó a afrontar la comprobación de la teoría en cuestión, el Comandante Gorgas, le dijo: Si es el mosquito, yo voy a acabar con ese insecto. El doctor Reed, se sonríe y le responde: Eso no se puede hacer. Cuál es la manera de controlar el mosquito? Y el comandante Gorgas no tuvo mejor contestación que darle al doctor Reed que repetir las propias frases del doctor Carlos J. Finlay: Declararle la guerra a muerte al mosquito. 1 Ya el médico cubano había indicado las medidas sanitarias para el control de ese insecto, y poder erradicar la fiebre amarilla. Y tanto en el Congreso Mundial Auxiliar, efectuado en Chicago, Estados Unidos, en 1893, y en la Octava Conferencia de Higiene y Demografía, celebrada en Budapest, Hungría, en

2 136 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA 1894, había enunciado los métodos para combatir a este prolífico enemigo. En 1898, insistiendo sobre el medio más eficaz y práctico para erradicar la fiebre amarilla. Finlay, ante la asamblea de los oficiales del ejército y la marina norteamericana celebrada en La Habana, expuso su Plan para abolir la fiebre amarilla. Su acción fundamental se dirige, principalmente, contra los focos de producción de mosquitos, y les dice: Las larvas de los mosquitos pueden ser destruidas en los pantanos, pequeñas acumulaciones de agua, en los excusados y donde quiera que se encuentren aguas estancadas, con el uso metódico del permanganato de potasa o de cualquier otra substancia parecida, con el fin de disminuir la abundancia de estos insectos. 2 He ahí la pauta. Y el comandante Gorgas, que era hombre de criterio amplio, sin resentimientos absurdos, convencido de que Finlay estaba en lo cierto, que su método como su teoría eran inobjetables, cursó las órdenes para ejecutar la obra y completar el Plan Finlay procediendo al saneamiento de La Habana, iniciando una guerra a muerte contra el mosquito, dondequiera que estuviera. Y habló con Finlay. Trató ampliamente con el médico cubano a quien estaba ligado y con quien se veía diariamente, sobre las medidas a emprender y proseguir ahora para la realización total de su plan, complemento de su gran descubrimiento. E inmediatamente puso mano a la obra y dividió la ciudad de La Habana en sectores y en distritos, designó a los inspectores a sus órdenes para confeccionar un censo de todas las casas, de todos los depósitos de agua, de todos los lugares de posible estancamiento de aguas, y con todos esos records de una ciudad de unos 300,000 habitantes, y de acuerdo con los puntos básicos apuntados por el propio Finlay, desarrolló una intensa acción sanitaria contra el mosquito, el mortífero agente transmisor de la fiebre amarilla. El punto fundamental de su campaña de saneamiento fué destruir todos los criaderos de mosquitos, utilizando petróleo intensivamente. Acabar con las larvas, evitar la procreación de insectos de este tipo, que nacen para sembrar el dolor, la enfermedad y la muerte. Por eso había que impedir su nacimiento. Fue un verdadero alarde de capacidad y organización la campaña sanitaria desarrollada por el comandante Gorgas en la violenta acción exterminadora del mosquito. Fue de una efectividad asombrosa. Puso en ella todo su entusiasmo, todo su dinamismo, toda su voluntad inquebrantable de hombre ejecutivo y dinámico, de hechos y no de palabras. Se había prometido a sí

3 F I N L A Y mismo acabar con los mosquitos, y los exterminó, erradicando la fiebre amarilla, confirmando plenamente no sólo el descubrimiento del médico cubano, sino también sus planes y métodos de control sanitario. El propio Finlay enjuició aquella labor en los términos siguientes: Al Coronel W. C. Gorgas, del ejército americano que fue jefe de la sanidad de la Isla hasta el 20 de Mayo de 1902, cabe la gloria de haber sido el primero en erradicar la fiebre amarilla de La Habana; triunfo que logró en el espacio de los siete meses que terminaron en Septiembre de 1901, por la observancia estricta de las reglas fundamentales ya expresadas. Eliminar la fiebre amarilla de La Habana significaba su desaparición de todo el territorio nacional, puesto que no existía en toda la Isla otro centro de población que reuniese el número de habitantes noinmunes suficiente para mantener por sí solo un centro epidémico permanente, si se tiene en cuenta que al mismo tiempo el Servicio de Cuarentenas ejercía la más rigurosa vigilancia para impedir la introducción oculta y desatendida de enfermos de fiebre amarilla o mosquitos infectos por los puertos cubanos. 3 Pero el comandante Gorgas dando pruebas una vez más de su carácter e integridad moral, en el informe oficial que elevó al gobernador militar de la Isla sobre la labor del Departamento de Sanidad, no dejó de consignar de manera clara y precisa lo siguiente: Habiendo comprobado en 1900 la Junta de Sanidad del Ejército, de la que el Comandante Reed fue presidente, la teoría del mosquito del doctor Finlay, y habiéndose demostrado de un modo concluyente que tal insecto era el único propagador de la fiebre amarilla, se organizó a principios de este año un extenso trabajo encaminado a la destrucción de ellos. Después en otro párrafo del informe dice: Podemos, pues, con plena seguridad, señalar los resultados obtenidos en nuestros trabajos sobre los mosquitos, los que, por otra parte, a menos que yo sepa, no fueron intentados por nadie antes que nosotros. Y al decir esto, no sólo me apoyo en los números que expresan la disminución de su intensidad, sino en las actuales muertes causadas por los mosquitos que la portaban las cuales pueden compararse antes y después de nuestras campañas sobre ellos. En la fiebre amarilla hemos logrado un completo éxito. El promedio de muertes a causa de ella en el curso de los últimos 50 años fue de 706; en el año que precedió a la instauración de nuestros trabajos ocurrieron 310, y durante el año transcurrido bajo la acción de nuestra campaña, sólo tuvimos 18 defunciones y de éstas 13 ya habían ocurrido antes de comenzar nuestros trabajos.

4 138 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Y terminó su informe oficial el comandante Gorgas honrando nuevamente la personalidad del doctor Carlos J. Finlay, y haciendo resaltar la importancia extraordinaria de su descubrimiento, cuando dice: El trabajo del ejército en relación con la fiebre amarilla ha sido único, al menos en lo que yo sé, en la historia de la medicina. La teoría del doctor Finlay fué tomada por el Comandante Reed, y la comisión del ejército, que la experimentaron en seres humanos, demostrándose, como ninguna otra teoría en la medicina lo ha sido, en el transcurso de un año. Los resultados de los trabajos del año actual se consignan de una manera práctica en el informe. El gobernador militar de Cuba lo adoptó, haciendo una aplicación práctica de él en un lugar donde la fiebre amarilla había sido endémica durante 200 años, eliminando la enfermedad en el transcurso de uno. No conozco ninguna teoría establecida por ningún hombre de ciencia que obtuviera tan rápida y brillante sanción y que fuese aplicada con tanto éxito por aquellos que ejercen el poder. 4 El General Leonardo Wood, gobernador militar de la Isla de Cuba durante la ocupación norteamericana hasta el 20 de Mayo de 1902, en el informe que rindió al gobierno de los Estados Unidos, sobre la labor desarrollada en Cuba, al referirse a la fiebre amarilla, apuntó que en el mes de Diciembre de 1899 se desarrolló una grave epidemia que continuó durante todo el año de 1900, en la cual se registraron 1,800 casos de fiebre amarilla, a pesar de haber mejorado extraordinariamente el estado sanitario en la propia ciudad de La Habana, donde estaba el foco incontrolable del mal. El General Wood, hizo justicia al doctor Carlos J. Finlay, y lo que no hizo constar en su informe la Comisión Americana que presidía el doctor Reed, lo consignó en su informe oficial al gobierno de los Estados Unidos; refiriéndose a Finlay como el descubridor de la teoría del mosquito como medio de transmisión de la fiebre amarilla. Eso consta en el informe oficial del General Wood, clara y específicamente. No hay lugar a dudas. Lo escribió con la autoridad de su cargo, con la admiración que le producía el genio, el hombre de ciencia que había dedicado toda su vida para convencer a sus semejantes de una verdad que nadie creyó hasta pasados los veinte años, a pesar de haberla reiterado públicamente y demostrado experimentalmente en toda ocasión propicia, ora en la Academia de Ciencias, ora en congresos científicos, en resúmenes, ora en profusa campaña de divulgación. Si el doctor Reed no quiso en su informe hacer justicia al doctor Carlos J. Finlay, reconociendo con toda lealtad el triun-

5 F I N L A Y fo del médico cubano; si el doctor Reed, en su informe trata de señalar errores experimentales en la teoría finlaísta, con el propósito de restarle méritos, otro americano, con plena responsabilidad de sus deberes, hace constar el origen del descubrimiento, el proceso del mismo, su comprobación y los resultados posteriores: la erradicación de la fiebre amarilla, como culminación triunfante de la labor gubernamental de los Estados Unidos en Cuba, gracias a la obra grandiosa del doctor Carlos J. Finlay. En su informe oficial 5 que debe ser conocido, pues ha sido poco divulgado, el General Wood dice en algunas de sus partes más fundamentales lo siguiente: A principio de 1901, la ciudad de La Habana se encontraba en tan extremadas condiciones de limpieza como era posible obtenerlo mediante una labor continua, no pudiendo conseguirse más alto grado de ello hasta que se completasen las obras del alcantarillado. En el verano de 1900, la Comisión del Ejército Americano y los médicos de dicho ejército, presididos por Walter Reed, U.S.A., fué enviada a Cuba para la investigación y estudio de la fiebre amarilla. En gracia a la cooperación prestada por el gobernador militar a esta comisión, le fué posible realizar sus experimentos en sujetos humanos. Tomaron los comisionados en consideración la teoría promulgada por el doctor Carlos J. Finlay en el año de 1881, que declaraba que el mosquito era el único agente transmisor de la fiebre amarilla. El doctor Finlay había sostenido esta teoría durante veinte años y había realizado además una considerable labor experimental en relación con ella. La comisión, por medio de experimentos cuidadosos probó que esta teoría era cierta y en Febrero de 1901, el doctor Reed leyó un trabajo ante el III Congreso Médico Panamericano reunido en La Habana, en el que dió cuenta de los resultados de su labor. Esta idea era tan nueva y tan enteramente contraria a todas las teorías anteriores que el trabajo fué recibido con poca credulidad. Yo mismo, que había visto sus trabajos y que estaba convencido de que el mosquito podía transmitir la fiebre amarilla, no me encontraba en verdad preparado para creer que era el único o siquiera el medio más común de su propagación. Todas las medidas sanitarias agrega el General Wood en su informe de los dos años anteriores, habían fracasado por completo. A principio de 1901 se encontraba la epidemia en La Habana en grado tan deplorable como en cualquier otra época anterior. La ciudad estaba plenamente infectada y contenía, además, en su perímetro la más numerosa población de no inmunes que jamás antes había tenido. No tenía esperanzas de realizar mucho. Me parecía que aunque la teoría de que el mosquito podía trasmitir la fiebre amarilla, no podía ser destosida nuestra experiencia anterior que nos inclinaba a pensar

6 140 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA que el mosquito no era el único medio, ni siquiera el principal transmisor de dicha enfermedad; pero como evidentemente podía transmitirla, era nuestro deber tomar todas las precauciones. El gobierno militar dice concedió rápidamente los créditos necesarios y autorizó el empleo del número de trabajadores que fueran necesarios para la campaña contra el mosquito. El trabajo en esta línea fué comenzado el 4 de Febrero de 1901 y llevado a cabo con energía en todas direcciones. Los resultados se hicieron inmediatamente aparentes. En Enero, se anotaron siete muertes por fiebre amarilla, en Febrero, que fué el primer mes de trabajo contra el mosquito, cinco muertos; en Marzo, una muerte; en Abril, ninguna; ninguna en Mayo y Junio; en Julio, una; en Agosto, dos; en Septiembre, dos, y en los nueve meses que siguieron a este mes no hubo un solo caso ni una sola muerte por esta enfermedad. Estos resultados convencieron por fin al Departamento de Sanidad de que el mosquito no sólo podía transmitir la enfermedad, sino que era, además, su modo de transmisión ordinario y el único por lo menos en La Habana, porque las condiciones de esta ciudad durante 1901 eran altamente favorables para la producción de una epidemia de fiebre amarilla. La ciudad tenía una población no inmune excesivamente numerosa. La infección se encontraba repartida por todas las partes de la población y hasta los pequeños pueblos que rodeaban a La Habana se encontraban altamente infectados y constantemente remitían sus casos a la capital. Continuábamos tomando las medidas sanitarias que se habían adoptado en años anteriores y que no habían tenido el menor efecto en la marcha de la fiebre amarilla, pero además tomamos medidas tendentes a la destrucción del mosquito, considerándolo como un medio de transmisión de la enfermedad. Inmediatamente después de la adopción de estas medidas, la fiebre amarilla comenzó a disminuir y en el mes de Septiembre había sido completamente erradicada de esta ciudad. La demostración era tanto más efectiva en La Habana cuanto que, en otras ciudades de Norteamérica, la fiebre amarilla duraba un número más o menos de años y entonces desaparecía por causas puramente naturales, para reaparecer más tarde cuando las condiciones eran diferentes. Durante un período de 150 años, la fiebre amarilla existió constantemente en la ciudad y desde Septiembre de 1901 a Julio de 1902, no ocurrió ni un solo caso ni una sola muerte por enfermedad. Durante los 150 años de referencia, no podía encontrarse ninguno en el cual durante el mismo tiempo no hubiesen ocurrido menos de cien muertes. Esto me pareció como una demostración práctica realizada en el único foco endémico de fiebre amarilla en un año

7 F I N L A Y en que las condiciones eran altamente favorables para el desarrollo de esta enfermedad, de que el mosquito Stegomya era el único medio de su transmisión, comprobado plenamente por la Comisión del Ejército Americano. La lección sanitaria más importante con relación a la fiebre amarilla, es que esta enfermedad sólo puede ser transmitida por el mosquito Stegomya y que la enfermedad puede ser fácilmente erradicada aún cuando haya tomado un incremento firme, así como puede fácilmente impedirse que se extienda tomando medidas orientadas a atacar el mosquito como su causa principal. EL CANAL DE PANAMA La obra de Finlay tuvo enseguida repercusiones continentales. Francia había intentado la construcción del Canal de Panamá. No había logrado ese fundamental objetivo. La fiebre amarilla se había opuesto a los planes de Fernando de Lesseps. Aquel mal terrible azotó con la furia de un vendaval las vidas de los ingenieros y centenares de obreros no inmunes que eran utilizados en estas obras, y hubo que abandonarlas ante el alto costo de vidas humanas que ello representaba. Después de comprobada la teoría finlaísta, el gobierno de los Estados Unidos comisionó al General William C. Gorgas, 6 que dirigió los trabajos de saneamiento y la lucha contra el mosquito en La Habana, siguiendo las pautas de Carlos J. Finlay, erradicando la fiebre amarilla, para que se traslade a Panamá y libre igualmente a aquella población del azote amarillo. Y es el mismo General Sternberg, antes renuente a creer en Finlay, el que quiere implantar las mismas medidas de La Habana en Panamá, para que los americanos puedan construir el Canal. El enemigo de la teoría de Finlay se rinde a la evidencia y adopta los sistemas finlaístas para librar a Panamá de la fiebre amarilla, exterminando el mosquito que le cerraba el paso a los hombres que querían cortar el itsmo para pasar de un océano a otro sin tener que circunnavegar la América del Sur. Y mientras se resuelven los problemas legales para trasladarse a actuar en Panamá, el General Gorgas es enviado a Egipto y a Francia, para observar los trabajos que se estaban realizando en el orden sanitario en el Canal de Suez. Después, ya en Panamá, donde se le nombra jefe de sanidad, comienza su actuación, siguiendo las mismas normas de la teoría finlaísta, y un nuevo triunfo hace culminar su actuación, y se construye el Canal de Panamá por los americanos, gracias al gran descubrimiento de Finlay.

8 142 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA La actuación de Gorgas, tanto en Cuba como en Panamá lo coloca en un puesto señero entre los grandes luchadores de la higiene pública, que como dijo el doctor López del Valle: Confirmado el descubrimiento de Finlay, le correspondió a Gorgas la gloria indiscutible de implantar entre nosotros los métodos sanitarios contra la fiebre amarilla, y que dieron resultados tan efectivos y brillantes que asombraron al mundo entero y constituyeron una lección objetiva, una prueba terminante y concluyente, una consagración definitiva de la teoría Finlay y sirvieron de ejemplo, de norma y de guía, para análogos trabajos en otras regiones, azotadas también por el terrible y tremendo flagelo amarillo. 7 N O T A S 1 Marie Gorgas y Burton J. Hendrick: William Grawford Gorgas. 2 Carlos E. Finlay: Carlos Finlay y la fiebre amarilla. 3 Idem. 4 Informe oficial del Comandante Gorgas al Gobernador Militar de la Isla de Cuba (1901). 5 Report of Brigadier General Wood: Reporter of Chief Sanitary Officer. Julio 12 de El Comandante W. C. Gorgas, fue ascendido a General en premio de su admirable labor en Cuba. 7 José A. López del Valle: Honrando la memoria de Gorgas. Boletín de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia.