LA CURIOSA VIDA DE VICTOR

Transcripción

1 LA CURIOSA VIDA DE VICTOR

2 Hola, me llamo Víctor, tengo trece años y os voy a contar la historia de cuando descubrí que tenía dotes sobrenaturales, pero primero os pondré un poco al tanto de mi vida. Al principio, mi vida era como la de un niño normal. A partir de los seis años todo cambió. Empecé Primaria sin ningún tipo de dificultad hasta que ocurrió lo inesperado. Era un cálido día de verano en el que me lo estaba pasando genial, hasta que llegué a casa y me encontré a mi madre llorando. Le pregunté que cuál era el motivo por el que lloraba, debido a que siempre estaba feliz. Ella me respondió lo que no quería oír; pero, sí, mi padre había muerto en la mina en la que trabajaba. Se le cayeron encima unos 200 kilos de carbón y no pudo sobrevivir porque le partió la columna vertebral. Siete años, una de las peores etapas de mi vida. Repetí segundo de Primaria por la dura pérdida de mi padre. Además, faltaba a muchas clases porque Amanda, mi madre, me llevaba casi todos los días de la semana al psicólogo. Cada vez que iba no hacía más que llorar porque me recordaban el tema. Así es como le llamo a aquel trauma tan duro. Con diez años ya era más consciente de el tema. Me di cuenta de que, aunque llorase mucho, no iba a resucitar el mejor padre del mundo. En el psicólogo me dieron el alta porque ya superé el tema, pero me recomendó que fuese al campo para liberar todas mis preocupaciones. Ahora tengo trece años y todos los veranos mi madre y yo solemos ir a una especie de caserío en Los Cabos (Asturias) a cinco horas de donde vivo, Madrid. Es una granja que se encuentra en el medio del campo. El dueño se llama 1

3 Manolo y su mujer Mari Paz. Tienen dos hijas Nazaret y Leti y todos trabajan en las labores de la granja y del campo. En el caserío hay muchos animales: cincuenta gallinas, tres gallos, dos pollos, siete pollitos, dos perros y un gato. El primer día se me hizo duro pero aquí fue donde descubrí mi don. Era una mañana tranquila cuando súbitamente un gallo canto - quiquiriquí!! Pero al cabo de un rato dijo: - Víctor despierta!, Víctor despierta! Entonces fue cuando me di cuenta de que podía entender a los animales porque nadie se enteraba de lo que decían excepto yo. Raudo y veloz fui a ver lo que pasaba. Los gallos me dijeron que no pasaba nada, solo querían saludarme y presentarse. -Yo me llamo Federico, dijo el primero. -Pues yo soy Quirico, añadió el segundo -Y yo soy Perico, dijo el más pequeño de los tres. - Y nosotros somos los jefes del corral! Hablaron los tres a la vez. Mientras se presentaban, les pregunté cómo sabían mi nombre y por qué sabían que yo entendía a los animales. Me respondieron que Yogui, el perro más pequeño, se había enterado con su curiosidad y sus dotes de espía. Una de las gallinas me pregunto si quería conocer a los cuatro perros. Yo le respondí: - Cómo que hay cuatro perros!? Ella me dijo que sí y que me los iba a presentar. La gallina me dijo que le siguiera, y fui detrás de ella hasta el establo. Allí se encontraba un perro enorme, llamado Boss. Era un mastín leonés fuera 2

4 de lo común. Boss era el perro más grande de los cuatro que había y también el más amigable. Los otros dos perros se encontraban en otra cuadra al lado y en ese momento estaban durmiendo. Me explicó que Boss vigilaba la casona de día y que los otros dos mastines por la noche, por eso en ese momento dormían. Se repartían las guardias porque últimamente habían desaparecido varias gallinas del corral y no sabían cómo había podido ser. Boss como jefe de los animales del caserío me dijo que acudiese a Yogui, para que él me pusiera al día y les ayudara a resolver el enigma de las gallinas desaparecidas. Yogui, aunque fuese el más pequeño era el más avispado y el más observador. Aquel perro tan astuto me dijo que él creía que Pancho y Bruce, los perros que vigilaban por la noche, se habían comido a las gallinas, porque él había visto que uno de ellos tenía plumas en el hocico. No solo eso, sino que también tenían picotazos por todo el cuerpo y eso les hacía más sospechosos. Se me hizo tarde, por lo que me tuve que acostar. Al día siguiente me desperté tan rápido que nadie se enteró de nada. Me vestí con unos pantalones de treking, una gorra en la que ponía Víctor, unas zapatillas de montaña y una camiseta de manga corta con un dibujo de un perro que decía: Sorry I am not listening que significa: lo siento no te estoy escuchando. Luego desayuné un tazón de leche con dos cucharadas de azúcar y cola-cao y para acompañar unas galletas María. Cuando terminé de desayunar me propuse poner fin al enigma de la desaparición de las gallinas y fui a hablar con los perros. Os preguntaréis por qué fui a preguntar a los perros y no a las gallinas directamente. Lo hice, pero ninguna de ellas me respondió nada, solo dijeron que no podían decir quién había atacado porque si no, esa misma noche vendrían a comérselas a todas. Por eso acudí donde los perros. Les interrogué 3

5 durante varias horas haciéndoles preguntas como: Qué hacéis cada noche cuando salís a vigilar la casa? Sabéis alguna manera de entrar al gallinero? Por qué tenéis tantas plumas siempre encima?... Y preguntas como esas. Pancho como macho dominante, enfadado, me dijo que ellos no se habían comido a las gallinas, aunque tuviesen plumas por todo el cuerpo no les convertía en asesinos de gallinas y que además tenía una explicación. Lo que ocurrió fue que Manolo, el amo, nos metió a la despensa para limpiar el establo y nos llenamos de plumas porque allí es donde está el maíz para las gallinas, los gallos, los pollos y los pollitos. Además nosotros nos duchamos ayer, no sé cómo nos hemos podido despertar con tantas plumas. Y que de noche lo único que hacían era dormir porque nadie se atrevía a entrar en el recinto. Cuando di por concluido el interrogatorio me fui pensativo y algo confuso. Era la hora de comer y me quedé todo el rato pensando en que si no habían sido Pancho y Bruce quién podría haber sido. Cuando oscureció estaba viendo la tele en mi cuarto. Intentaba ver Bola de Dragón Súper. En un intermedio echaron un anuncio de unas cámaras de Go Pro de gran duración. Entonces pensé que por qué no grababa lo que pasaba de noche. Pedí a mi madre la videocámara y la dejé en la repisa de mi ventana. Estuvo toda la noche grabando. Al día siguiente comprobé el vídeo de la cámara y vi que había estado grabando cinco horas porque me ocupó todo el espacio, pero pensé que eso sería suficiente para ver quien había sido el que robaba las gallinas. Lo único que se podía divisar era la silueta de un animal pequeño de cuatro patas que empezaba a molestar a las gallinas y a cortarles las plumas. 4

6 Le pregunté a Yogui si sabía quién podría haber sido, además de Pancho y Bruce y él dijo que podrían ser también las raposas. Al poco tiempo Boss intervino y me dijo que él me podía guiar hasta la madriguera de aquellos animales. Esa misma tarde Boss me guió hasta las madrigueras de las raposas. Y cuando las localizamos nos volvimos a casa. Pasé varios días espiándolas. Eran dos, tenían el pelo rojizo y una cola larga y peluda y de un tamaño medio. Parecían que se alimentaban bien, pero por mucho que las espiara no encontraba la guarida en la que escondían las gallinas desaparecidas, ni tampoco ningún rastro de plumas que las pudiera implicar en su desaparición. Harto de espiarlas decidí poner de nuevo a grabar la videocámara. Una vez más la imagen no era muy buena y lo que pude ver fue lo mismo que la vez anterior. Empecé a visionar los dos vídeos una y otra vez porque algo no me parecía que encajara. Solo se veía a un animal y no a dos como la familia de raposas que vivían cerca. Además el animal era más pequeño que una raposa. Y No era tan peludo. En la grabación se podía observar como el animal pasaba por delante de los mastines sin ningún problema y con toda la tranquilidad del mundo se acercaba al gallinero y se llevaba una gallina. Primero la desplumaba y luego desaparecía con ella. Una noche estaba pensando en quién podría ser atando cabos, y me quedé dormido. Yogui! Fue el grito que me despertó de mi placido sueño. Las ideas y las imágenes iban y venían por mi cabeza. Era él, tenía que ser él. Ahora lo veía todo mucho más claro; el tamaño del animal del vídeo coincidía con el de Yogui. 5

7 Por eso podía pasar tan tranquilo por delante de los dos mastines de la puerta sin que ellos se inmutaran. Fue una mañana dura de revelaciones y acusaciones. Yogui un poco aturdido reconoció su culpa, pero pidió ayuda porque él no era consciente de lo que hacía, era sonámbulo. Además repitió una y mil veces que él podría quitar las plumas a las gallinas pero que nunca las mataría. Yogui no quería que le expulsaran de la granja, ya que no tenía donde ir, pero Boss, como jefe de los animales, le pidió que buscara las gallinas y las trajera de vuelta al corral si no quería salir de la granja. Apenado por él, le acompañé todo el día de granja en granja y de corral en corral buscando las gallinas desaparecidas. Al final aparecieron y un poco temerosas volvieron a su corral. Boss le perdonó pero le dijo que a partir de entonces tenía que dormir encerrado en la cuadra por las noches para evitar volver a hacer daño a nadie más. Se acaba el verano, y otra vez de vuelta al Inti menudo rollo! Pero no importaba, después de ese verano, todo había cambiado, ya no sería nada igual. Yo estaba muy feliz con mi desconocido don, deseoso de que llegaran de nuevo las vacaciones. 6

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