Alas de los gorilas Víctor de la Morena

Transcripción

1 Alas de los gorilas Cada día despierto a los gorilas que se acuestan en los nidos de los hipopótamos. Cada noche salgo en el desayuno de las gárgolas enterradas en las nubes muertas. Y bebo, bebo tantas lágrimas que acabo borracho de despedidas, de discusiones, de resacas de sonrisas en cada arruga que queda de la felicidad. Cada martes abrigo a la desértica nostalgia y en el campo de margaritas explotan minas anti anti-personas. Cada miércoles, en cambio, no cambio nada porque los sábados me cambian los cambios, los inútiles juegos de palabras, las débiles ganas de tener tus besos en el océano de mis dudas. Después de los lunes llegan mis viernes, en pleno frío de jueves, contagiado de penitencia por la calma de los huracanes.

2 Finalmente los domingos trece cantan y la suerte hace que llueva; en mi interior se puede bucear para encontrar algún punto de salida. Pero cada vez que lo encuentro dejo de buscarlo, cada vez que grito se callan las ganas del silencio, cada vez soy menos yo, porque echo de menos al que siempre quiso ser el de antes y termina siendo el después de un recuerdo.

3 Alicia Alicia anida en la inspiración de todos los versos que gobiernan los márgenes de la luna. Ella no entiende de guerras. Las bombas las lleva en sus ojos y cuando ríe estallan de confeti las armas que disparan para matar todas las mariposas que la orbitan, cual planeta. Ella es más precisa que todas estas letras con sabor de distancia. Alicia encuentra un caracol en medio de la sangre derramada por culpa de un fanatismo al dios que se enamoró de ella. Como todos. Sus besos son del mar, tan lejanos y a la vez libres... No entiende de banderas, pero sí de personas. Cuando implanta semáforos con las bombillas fundidas, reina el caos en la ciudad, juega con un avión de papel y vuela. Vuela tan alto como mis sueños cuando abrazo sus ojos.

4 Si os digo que el suelo arbitra sus pisadas y siempre gana el partido de goleada, creedme. Que viene cargada de dinamita hasta las mejillas, así que haced caso a este loco con el sombrero cabizbajo, que ella es la musa del as de corazones y por eso nunca pierdo al destino si es con la baraja de sus cosquillas.

5 Bufandas de tinta Me ahorcan las bufandas, los sueños incumplidos, los fantasmas que se acuestan en mi cama y la desesperada balada de gritos cuando no te encuentro. En mis venas hay tinta, por eso te escribo donde dejo todos los versos, manchados de sangre, y hasta la luna acaba llorando las primaveras que planté, en el cuarto de invitados. No sé si llego tarde pero es que viajo a segundos-luz de tu mirada en un amanecer, todavía, dormido y con tanta oscuridad que el olvido me condena a unas sombras que se esconden en los márgenes del viento. La ciudad sopla por los años de sus cimientos, los semáforos son las velas que apagamos y en las calles se avecinan atascos.

6 La gente desenfrenada besa en la boca las penas, sin peros, abriendo las puertas, descorchando el cava y acaban todos mojados de placer. Los caracoles aúllan a la marea de tu cadera, los dioses rezan a los pájaros de tu pelo y los espejos devuelven la libertad a los ojos que no quisieron ver.

7 No digo ojalá; grito tu nombre He vivido noches en el relámpago de tu pupila, en jardines con resacas de flores y todavía no sé cómo afrontar una despedida. Aún siendo yo, que respiro de noche, que soy gato pardo en el amanecer, cadáver en el ocaso de la luna; guardo todas mis derrotas con el sigilo del disfraz en un simple y efímero ojalá. Tus labios son la nueva dinamita de la eternidad. No digo ojalá, porque grito tu nombre.

8 Sombrero de copa aliñado de mentiras Sombrero gris, como la vida que escondes detrás de tus mentiras. Qué querías venderme? títere de falsedades. No concibo la realidad contigo a millones de hectáreas a la redonda. Mi impotencia no hace que la verdad de este tema se desvincule en adornos fáciles de captar. Quiero que estos versos se disfracen de forma de bala para apuntar hacia el barro de tu boca y disparar. Me juraste la eternidad del mar en su mapa, yo te creí; me dijiste que no podía aportar nada, yo te creí. Ahora maldigo la mirada de profesional, escondida en la tormenta que calló sobre el corazón que anuncia mis latidos. No te lo perdonaré.

9 A quién escribías cuando besabas la boca que mataría por besar? Con qué lágrima fácil devoraste la hermosura de su mirada? Cuántos cuentos necesitaste para comenzar otra mentira? Presumes de ser poeta y luego no tienes palabra. No sabré nada, porque alzo el grito de mi visión y si no, tan solo contemplo el silencio del relámpago. Aprende a amar, corazón de escoria, de trágica comedia y utiliza tus dedos de abono para escribir palpitaciones y no manchar el oxígeno de nuestros árboles.