ARTÍCULO FLORA MEXICANA EN LA MIRA DE LOS TRAFICANTES. POR RODRIGO DE

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1 ARTÍCULO FLORA MEXICANA EN LA MIRA DE LOS TRAFICANTES POR RODRIGO DE

2 A las grandes redes mundiales de tráfico de vida silvestre no les ha pasado por alto la megadiversidad de especies vegetales de nuestro país: la extracción ilegal de cactáceas, orquídeas o palmas, flora por cierto protegida, es un negocio tan lucrativo como el narcotráfico. Las consecuencias? La extinción. El 18 de octubre de 2011, Farber Harald (de 51) y Kurt Dietrich (71) fueron arrestados por la Policía Federal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México cuando intentaban abordar un vuelo a Madrid. El motivo: contrabando No, no se trataba de drogas o armas. Los alemanes llevaban ocultos en cuatro maletas 543 ejemplares de cactáceas mexicanas, algunas en peligro de extinción y todas bajo protección especial. Su destino final era la ciudad de Frankfurt. Pocos medios informaron del asunto; si bien tanto la Interpol como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) aseguran que el tráfico de vida silvestre es el tercer comercio ilegal más importante del mundo, después del narcotráfico y las armas, en la práctica, encontrar un cactus o un bulbo de orquídea en una revisión aeroportuaria parece no ser tan espectacular noticiosamente hablando como descubrir un cargamento de pericos o un cocodrilo escondido en una maleta, aunque animales y plantas integren un mismo rubro: comercio ilegal de vida silvestre. Modus operandi El tráfico se realiza así: 1. Los contrabandistas compran a campesinos ejemplares de especies prohibidas o bajo protección especial que no es raro que sean extraídas de zonas protegidas; el precio pactado es irrisorio. Por ejemplo, una conocida florista del df, quien se reserva su nombre, nos dijo que 29

3 en Chiapas, por menos de 100 pesos, se pueden adquirir en el mercado negro orquídeas que en la ciudad superan los 1000 pesos a la venta. 2. Una pequeña parte de estas plantas es adquirida por turistas incautos o coleccionistas colmilludos que las sacan del país. 3. El resto se introduce en el negocio formal nacional, a través de centros de distribución al mayoreo, en donde se mezclan con plantas de vivero (es decir, legales ) y con flora no amenazada, por lo que cactus o palmas pasan inadvertidos. 4. De ahí se distribuyen al mercado al menudeo. Una queja de los productores y vendedores legales de flora es que las autoridades suelen prestar poca atención al papeleo requerido para su comercialización. Esto concuerda con el número de decomisos de fauna contra los de flora, según los mismos datos de la Profepa. 5. Otra modalidad, muy común en el caso de las cactáceas, es la extracción de su hábitat de toneladas de especímenes, que cruzan ilegalmente la frontera norte, justo como pasa con el narcotráfico. Así lo denunció el Fondo Mundial para la Naturaleza (wwf) en el reporte Cosecha y comercio ilegal de cactos, amenazas crecientes para el Desierto Chihuahuense. 6. Por último, hay que señalar que las semillas también son parte del contrabando, pues muchas se recolectan en hábitats naturales. Y no es que México no quiera compartir su flora, sino que como también advierte el reporte de wwf hay especies que, tras dispersar miles de semillas, logran apenas unos cuantos individuos. Cactáceas y orquídeas, principales víctimas Las plantas nacionales son tan atractivas para los contrabandistas como la fauna; recordemos que México ocupa el cuarto lugar en el ranking mundial de diversidad de flora, con especies. De éstas, dos son afectadas mayormente por el tráfico ilegal: las cactáceas y las orquídeas. De las primeras, nuestro país concentra la cantidad más grande de especies. El Catálogo de cactáceas mexicanas de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), incluye 68 géneros, 693 especies y 386 Cypripedium irapeanum. Echinocactus grusonii. Las plantas son el grupo taxonómico con mayor número de especies en riesgo del país: 987. subespecies. En cuanto a las orquídeas, contamos con especies endémicas (de las cuales 867 están bajo protección especial). Les siguen las bromelias, palmas y helechos. Con base en lo anterior, es la misma procuraduría la que señala que después de la deforestación, la extracción ilegal es la principal causa de extinción (y en el caso de las cactáceas, es la número uno). De hecho, los investigadores constantemente descubren nuevas especies o encuentran poblaciones de flora ya conocida que se habían mantenido ocultas debido a lo inaccesible de su hábitat; sin embargo, el comercio ilegal ha llevado al absurdo de que estos descubrimientos tengan que ser conservados en secreto para evitar saqueos, como el que ocurrió con la Echinocereus ferrerianus, variedad lindsay y que relatan María Elena Sánchez y Juan Carlos Cantú, en su texto La guerra de las cactáceas. Tras descubrirse a mediados de los años 70, los biólogos informaron su ubicación, sin imaginar que el anuncio movilizó lo mismo a turistas que a traficantes. Para 30

4 1990, la planta se declaró extinta. Algunos años después se encontraron algunas poblaciones cuya localización se mantiene bajo reserva. De acuerdo con datos de la Profepa, China, Japón, España, Alemania y Estados Unidos son los principales consumidores de flora mexicana. Por tratarse de un comercio ilícito, los datos son imprecisos; no obstante, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (cites), a la que México está suscrito, estima ganancias de al menos millones de dólares a nivel mundial; por su parte, Adrián Reuter de la wwf, declaró que ejemplares especialmente raros de cactus mexicanos se venden hasta en dólares. Exageran la cites o el experto de la asociación civil? Pues bien, para ejemplificar el valor del mercado negro de flora, tomemos un estudio paradigmático: en 1998, TRAFFIC (traffic. org), la red de monitoreo integrada por wwf y la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (iucn), rastreó la extracción ilegal y el destino de cactáceas del desierto de Chihuahua. El organismo encontró que los especímenes importados ilegalmente (casi en tres años de seguimiento) a tan sólo tres ciudades de Estados Unidos (Arizona, Nevada y California), redituaron ganancias de al menos tres millones de dólares. Bajo nuestras narices El comercio ilícito de flora tiene rasgos muy particulares; por ejemplo, mientras que la venta ilegal de fauna se realiza en lugares muy específicos (como el tristemente celebre mercado de Sonora en el df), la venta de plantas extraídas de su hábitat se lleva a cabo en cualquier tianguis, frente a la autoridad y bajo nuestras narices. La Profepa suele recibir denuncias de ciudadanos indignados porque una tienda vende un animal de dudosa procedencia, pero, a quién le sorprende que en un mercado se vendan cactus? Ni los consumidores ni los campesinos y muchos menos las autoridades del df, principal centro de arribo y distribución, saben que las plantas silvestres están protegidas, explica la maestra en Biología Paulina Lezama. La En México, el tráfico ilegal de ejemplares, partes y derivados de flora y fauna silvestres es un delito. La Profepa, quien se encarga del cumplimiento de las disposiciones legales, salvaguardar los intereses de la población en materia ambiental procurando el cumplimiento de la legislación ambiental, sancionar a las personas físicas y morales que violen dichos preceptos legales, además de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Contra el Ambiente y Previstos en Leyes Especiales (Ueidaple), de la Procuraduría General de la República, son las responsables de investigar estos ilícitos. Los castigos, según el artículo 420 fracciones IV y V del Código Penal Federal, van de uno a nueve años de prisión y de 300 a días de salario mínimo de multa. La ley dice además: cuando se realiza o afecta un área natural protegida, o cuando se lleva a cabo con fines comerciales, se aplica una pena adicional hasta de tres años más de prisión y hasta 1000 salarios mínimos de multa adicionales. 31

5 investigadora de la unam, quien realiza un inventario de especies del desierto de Chihuahua (en conjunto con la Universidad de Quebec), dice: el desconocimiento es parte del problema: no hay campañas que adviertan que, de acuerdo con la nom-059-semarnat-2010, las plantas son precisamente el grupo taxonómico con el mayor número de especies en riesgo del país: 987 (le siguen los reptiles con 443, y después las aves con 392). Incluso el documento Tráfico ilegal de especies silvestres y sus impactos, elaborado por la Semarnat, Profepa y el Instituto Nacional de Ecología, reconoce que detener el comercio ilegal es difícil debido a la tan mexicana costumbre de tener plantas en casa, por no hablar de que, nos dice Lezama, en el caso de las cactáceas, estamos acostumbradas a verlas en todos lados, por lo que se nos hace imposible que estén amenazadas. Para conocer de primera mano el problema, visitamos el mercado de plantas de Cuemanco al sur de la ciudad de México. Nos recibió Don Ramiro,* uno de los locatarios que vende cactáceas. Su oferta se distingue de la de sus competidores, porque sus especies son perfectas y más caras: una de sus hermosas biznagas cuesta pesos. El precio de una cactácea varía, advierte; los ejemplares más jóvenes, algunos de apenas centímetros, se pueden vender entre 10 y 20 pesos, pero un ejemplar *Su nombre ha sido cambiado. que supera los 60 centímetro de altura o 20 de diámetro jamás será barato a menos que haya sido extraído de manera ilegal. A raíz de operativos sorpresa de Profepa, varios locatarios han colocado letreros advirtiendo que sus plantas proceden de viveros. Don Ramiro dice que esto no es verdad, y aunque se niega por un sentido de solidaridad y cierta desconfianza a la autoridad a indicarnos quiénes venden mercancía ilícita, agrega que distinguir una cactácea ilegal es muy simple: en un vivero una planta no se enfrenta a los rigores de la naturaleza; jamás tendrá las cicatrices que los insectos y animales le dejarían en el desierto; además, son ejemplares más simétricos por la manipulación genética. Un cactus más amolado, picoteado o quemado, seguro fue sacado de la naturaleza. Asimismo, Don Ramiro relata que un vivero legal (pues los hay clandestinos), como en el que compra parte de sus cactus (Vivero Pueblo Viejo, en Cuautla, que también funciona como Unidad de Manejo Ambiental), debe extender por ley certificados que acrediten la legalidad de la mercancías. Y en cuanto a las orquídeas? La florista antes citada considera que esta especie jamás se debe comprar en los mercados o plazas de pueblos: la única garantía es hacerlo directamente en viveros autorizados. Lo bueno es que al menos estas flores duran más que las de los ejemplares silvestres El saqueo especies vegetales no es algo nuevo. En La Guerra de las cactáceas, un texto de María Elena Sánchez y Juan Carlos Cantú publicado en la revista Este país, se cuentan los orígenes del problema: A principios de siglo la guerra de las cactáceas comenzó al incrementarse el comercio debido a la gran demanda y popularidad de éstas en otros países. JAPÓN ERA UNO DE LOS MAYORES IMPORTADORES DE PLANTAS SILVESTRES, PRINCIPALMENTE EN LOS AÑOS 30. El comercio estaba fuera de control y se convirtió en un saqueo masivo de plantas. La situación obligó al gobierno mexicano, en los años 40, a regular la extracción de cactáceas. SIN EMBARGO, LA CODICIA, LA CORRUPCIÓN Y EL SAQUEO CONTINUO PUDIERON MÁS. Los autores afirman que en entre los 60 y 80, millones de ejemplares salieron de manera ilegal del país. Fue hasta los 90, cuando México se suscribió a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (cites), que nuestros cactus tuvieron un respiro. El acuerdo obligó al país a implementar leyes más duras, pero el tráfico sólo cambió: LOS TRAFICANTES SIMPLEMENTE BUSCARON NUEVAS FORMAS DE SACAR ESPECÍMENES DEL PAÍS. ARTÍCULO 32 Flora mexicana: en la mira de los traficantes