Introducción. La Revolución Francesa.

Transcripción

1 Introducción Durante las últimas décadas del siglo XVIII y primeras del XIX tienen lugar en Europa una serie de transformaciones de gran calado, tanto en un sentido económico como político y social. El punto fundamental a largo plazo será la liquidación definitiva del Antiguo Régimen y la progresiva introducción de regímenes de tipo constitucional y parlamentario. De cualquier modo, todo esto va unido a las transformaciones económicas que parten de la Revolución Industrial Británica que permitirían la transición definitiva del feudalismo al capitalismo. El sustento ideológico de todo esto será el liberalismo y el nacionalismo. Décadas más tarde el socialismo se convertirá en la tercera gran fuerza teórica. En cuanto al liberalismo hay que diferenciar entre su variante política y económica. La Revolución Francesa Su influencia en el mundo fue absolutamente fundamental, hasta el punto de que se ha colocado en ella el arranque de la contemporaneidad. También su poder evocador estará presente en todos los grandes movimientos revolucionarios de los siglos XIX y XX. El proceso revolucionario francés comienza con la quiebra de las instituciones del Antiguo Régimen en una primera fase que se extiende entre 1789 y 1791, y es entonces cuando se abolió oficialmente el feudalismo y se aprueba la primera Constitución, lo que será utilizado como ejemplo en toda Europa: División de poderes, monarquía constitucional y sufragio censitario. También reconocía los derechos y libertades individuales. 1

2 Revolución y Restauración La expansión de las ideas liberales por Europa tuvo lugar sobre todo durante los quince años que duró el Imperio Napoleónico. Napoleón consolidó en Francia la mayor parte de las conquistas revolucionarias del periodo en su variante jacobina. Por otra parte, se exportaron los principios revolucionarios por Europa en un sentido girondino o burgués. Todo ello a través de guerras que cambiaron constantemente el mapa europeo, pero que acabaron haciendo penetrar las ideas liberales y provocando grandes cambios institucionales en un sentido liberal. La derrota de Napoleón en 1815 abrió el camino hacia un nuevo Antiguo Régimen con el retorno a los tronos de las viejas monarquías, pero la Restauración íntegra del Antiguo Régimen no sería posible. Con el final del Imperio se redistribuyeron las fronteras europeas, lo que se llevó a cabo con el Congreso de Viena (1815), en el que también se establecieron las bases de la diplomacia europea. Esto otorgaba la capacidad de intervención a las grandes potencias siempre que se pudiera poner en peligro el equilibrio continental, como sucedió en España en Esta defensa del trono y del altar se materializó con la Santa Alianza, formada por Prusia, Rusia y Austria, y cuyo símbolo más destacado sería el canciller Metternich. Las nuevas oleadas revolucionarias (revoluciones burguesas). A pesar de todos los obstáculos anteriormente citados, los principios del liberalismo se fueron abriendo camino a través de movimientos sociales y políticos contrarios al liberalismo. Las tres oleadas revolucionarias más destacadas son las de 1820, 1830 y

3 1820 En España tiene lugar el levantamiento del Coronel Riego que abre un breve periodo liberal que acabará en 1823 con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, enviados por la Santa Alianza, permitiendo así un retorno al absolutismo. Enlazado con esto está el levantamiento del Sur de Italia, de dominio borbónico donde hubo reivindicaciones similares, principalmente en Nápoles y Sicilia. En Rusia, los decembristas protagonizan una insurrección contra el Zar Nicolás I. Llegaron a tomar San Petersburgo pero el golpe finalmente fracasó. El único caso triunfante fue el griego, que consigue la independencia del país del Imperio Turco. La Independencia de Grecia se declaró finalmente en el Congreso de Epidauro de Las revueltas comenzaron en París con los llamados tres días gloriosos que provocaron la caída del rey Carlos X y el ascenso de Luis Felipe de Orleans, con la consiguiente de una monarquía liberal que encarnaba los intereses de la gran burguesía. Se trata de la denominada monarquía de julio, que representa el último intento burgués de acceder al poder mediante luchas en la calle en compañía del pueblo llano. Todo esto tuvo un amplio eco en toda Europa, sobre todo en algunas zonas del norte de Italia, Polonia y Bélgica, donde acabó desencadenando su independencia de Holanda. 3

4 1848 El ciclo revolucionario volvió a generalizarse en 1848, principalmente en Francia, Alemania, el Imperio Austro-Húngaro e Italia. La oleada revolucionaria se consumó finalmente en 1851 con el golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte, comenzando el II Imperio Francés, conllevando con ello una importante restricción de los derechos políticos conquistados con anterioridad. A partir de marzo, los movimientos revolucionarios se generalizaron en casi todas las grandes ciudades centroeuropeas, con el objetivo general de lograr los principios básicos del liberalismo político: libertades individuales y gobiernos representativos. Los resultados fueron desiguales: en el Imperio Austro-Húngaro se abolió la servidumbre y hubo una tímida descentralización, lo que evolucionó progresivamente hasta establecerse una monarquía dual con Hungría en En Alemania e Italia todo esto tiene conexiones con los procesos de unificación, pues desde entonces las ideas nacionalistas adquirieron cada vez más fuerza, aunque en Italia, en estos momentos las revoluciones fueron aplastadas por fuerzas austriacas, fundamentalmente en el Norte. Balance de las Revoluciones Pese a la derrota de las Revoluciones de 1848, tras esta fecha se abrió una nueva etapa política en Europa en la que el nacionalismo sería una de las grandes fuerzas, aunque ahora con otro significado, pues la gran burguesía supo adaptarlo a sus necesidades. También el liberalismo se vería obligado a ensanchar sus bases sociales, aceptando algunas de las demandas revolucionarias, con lo que progresivamente fueron dándose mejoras sociales en un sentido protodemocrático. 4

5 Del mismo modo, la clase obrera tomó conciencia de su condición y de su propia fuerza capaz de desafiar al orden social, lo que sería una de las claves fundamentales para la evolución histórica de los siglos XIX y XX. En los únicos dos países donde el liberalismo funcionó de forma continuada durante todo el siglo fueron el Reino Unido, y fuera de Europa los Estados Unidos, éste último con gran influencia del primero, donde la clase política supo ensanchar las bases del sistema a tiempo a través del reformismo, conteniendo de ese modo la revolución desde abajo. 5