LAND USE CHANGE AROUND PROTECTED AREAS: MANAGEMENT TO BALANCE HUMAN NEEDS AND ECOLOGICAL FUNCTION

Transcripción

1 María Berenice Jarquin Pacheco. Postulante al Doctorado en Ecología Tropical. Resumen del artículo: LAND USE CHANGE AROUND PROTECTED AREAS: MANAGEMENT TO BALANCE HUMAN NEEDS AND ECOLOGICAL FUNCTION Ruth Defries, Andrew Hansen, B. L. Turner, Robin Reid & Jianguo Liu. Aunque las tierras de agricultura y de explotación forestal proveen alimento, fibras y otros servicios ecosistémicos que satisfacen necesidades inmediatas de las personas, las áreas naturales protegidas proveen otro tipo de servicios no menos importantes, como la biodiversidad misma, protección de cuencas, almacenamiento de carbón e incluso servicios culturales (esparcimiento recreacional y espiritual). Tomando como base la definición de la IUCN, se puede decir que las áreas naturales protegidas incluyen desde reservas naturales hasta áreas de manejo y, hay que mencionar que el balance ideal entre el uso de la tierra para beneficio humano y la protección de áreas naturales para conservar otros servicios ecosistémicos como los antes mencionados en a final de cuentas una decisión social entre la conservación y el desarrollo. En un escenario ideal, el manejo de tierras podría lograr soluciones que reduzcan el costo de las dos partes involucradas en el trade-off usos humanos-conservación de servicios ecosistémicos a largo plazo, esto es, llegar a soluciones en que los recursos naturales utilizados basten para el bienestar humano y, al mismo tiempo, no se comprometa la función ecológica. Por ejemplo, en Kitengela, Kenia, se pagó a las familias para que no construyeran cercas en el corredor de migración del ñu, dicho pago dobló el ingreso de las familias durante la temporada de secas. Si bien en la práctica las situaciones ideales antes mencionadas son difíciles de conseguir, es posible identificar relaciones no lineales en las que haya ganancia en un lado y un costo mínimo en el otro (ganancia: mantener la

2 función ecológica de un área protegida, costo: consecuencias mínimas para el uso de tierras). Sin embargo, en el tiempo por venir, muchas áreas naturales protegidas están sujetas al aumento de la presión a cusa del uso de la tierra y las dinámicas socioeconómicas, por ejemplo, hay áreas protegidas localizadas en zonas densamente pobladas, donde la pobreza y la falta de trabajo hacen que la gente dependa de los recursos naturales para obtener alimento y energía. El reto es desarrollar metodologías científicas para el manejo de la tierra, tomando en cuenta las necesidades humanas y la importancia de conservar los ecosistemas. En ese sentido, es de particular importancia considerar la complejidad de los ecosistemas en función de sus interacciones bióticas, abióticas e incluso de su componente humano en diferentes escalas espaciales y temporales. El manejo de ecosistemas provee un marco para la identificación de las opciones de uso de la tierra alrededor de las áreas protegidas. Estas áreas protegidas están por definición embebidas en una unidad más grande: los ecosistemas. Un ecosistema caracteriza áreas muy grandes incluso fuera de las áreas protegidas. Es poco realista pensar que un área tan grande como un ecosistema puede conservarse completo sin afectar las necesidades humanas. Entonces: Habrá locaciones clave dentro de los ecosistemas que si se manejan adecuadamente, puedan mantener la función ecológica al mismo tiempo que se minimicen las restricciones sobre las necesidades humanas? La respuesta es sí y de hecho hay diferentes mecanismos que permiten identificar estas locaciones clave como los cambios en el tamaño efectivo de un área protegida, los flujos de materia y perturbaciones dentro o fuera de las reservas, la pérdida de hábitats cruciales para las migraciones estacionales, entre otras. Estos mecanismos, vistos como eventos, están sujetos a suceder más en el borde de las áreas protegidas, cuando éstas no comprenden los gradientes climáticos y la productividad asociada a los ecosistemas completos, esto es, las alteraciones antes mencionadas serán más frecuentes y graves en áreas protegidas pequeñas. Por ejemplo, las comunidades de plantas y otros elementos críticos para la supervivencia de poblaciones salvajes no estarán bien representadas en las áreas protegidas. Se vuelve evidente entonces la gran importancia de la adecuada delimitación de las áreas naturales protegidas

3 a modo de que incluyan la mayor cantidad posible de gradientes biofísicos y de otras interacciones ecológicas presentes a escalas espaciales mayores. Otro aspecto en el que se ve afectada un área natural protegida debido a su tamaño es en la tolerancia a las perturbaciones (incendios, sequías, etc.), es decir, si el área protegida no tiene el área mínima para tener un estado estable cambiante, dichas perturbaciones pueden alterar gravemente la composición de especies de las áreas protegidas. En los trópicos, aproximadamente el 70% de la gente vive dentro de los límites de las áreas protegidas, así, aún el más estricto conservacionista concedería que hay que tomar en cuenta las necesidades de las personas particularmente cuando son asentamientos indígenas, tribus y sociedades tradicionalistas que dependen de los recursos naturales. Hay posturas radicalmente opuestas en el debate de si la conservación en los países en desarrollo debe de seguir el modelo Yellow Stone (excluir a los indígenas y nativos de las reservas) o el modelo de Gente y Parques (acomodando el desarrollo y las necesidades). Sin importar el punto de vista, la vista histórica de las áreas naturales protegidas como islas aisladas de las áreas circundantes es reemplazada por la realidad de que el manejo efectivo, dentro y alrededor, de las áreas protegidas, debe tomar en cuenta el huso humano de los recursos naturales. Las oportunidades de manejo varían dependiendo de las condiciones socioeconómicas de la gente localizada en las zonas de cambio de uso de suelo en transición. Se reconocen áreas protegidas distantes (donde hay poco conflicto entre las necesidades humanas y la conservación), zonas fronterizas (donde has una gran tasa de deterioro ambiental asociado a la caza, expansión de la agricultura, etc.) y las zonas no fronterizas (más estables y sujetas a menos daños, pues son más accesibles). Descartando los casos específicos, la teoría ecológica está mejor desarrollada que la teoría humano-ambiental. Se requiere una mejor comprensión de los procesos e interacciones entre especies, entre comunidades humanas, usos de recursos y otros factores socioeconómicos. Los estudios de caso, al respecto de la conservación vs. desarrollo, sugieren acercamientos a metodologías de manejo que pueden ser útiles en

4 determinados casos. Representan variaciones en diversos factores: configuración ecológica del área protegida dentro del ecosistema, biodiversidad (atributo a considerar en el análisis) y conflictos con el terreno y otros recursos dentro y alrededor del área protegida. Cada caso de estudio considera diferentes atributos de la biodiversidad para cada localidad, En primer lugar, considera análisis que comprenden a una sola especie (Reserva Natural de Woolong), análisis de un rango de especies (Yucatán) y hasta un índice de irremplazabilidad de hábitats en Yellow Stone. En segundo lugar considera la variación en términos de la configuración biofísica de las áreas protegidas dentro de los ecosistemas, por ejemplo, la Reserva Natural de Woolong, no contiene gradientes biofísicos o exclusivamente físicos, en lugar de eso, la conectividad es esencial para mantener las poblaciones de pandas debido a la pérdida de hábitats dentro de la reserva. Por último, en tercer lugar, los estudios de caso varían en cuento a las condiciones socioeconómicas y sus conflictos resultantes, volviendo al ejemplo de la Reserva Natural de Woolong, los conflictos alrededor de esta reserva se basan en la dependencia de la gente en la madera (como combustible) y la agricultura de subsistencia. La comprensión de éstos tres tipos de conflictos es clave para identificar estrategias de manejo apropiadas que minimicen las restricciones a las necesidades humanas. Existen varios acercamientos de manejo que toman en cuenta interacciones ecológicas, uno se centra en mantener la conectividad entre áreas protegidas dentro de una región, otro se centra en tratar de resolver conflictos entre poblaciones locales y áreas protegidas mediante reservas de la biósfera denominadas mixto-usado y Proyectos de Desarrollo y Conservación Integrados (ICDP, por sus siglas en inglés. Los estudios de caso de manejo regional apuntaron que el balancear las necesidades humanas y la función ecológica de áreas protegidas será más efectivo si se basa en conocimiento detallado de las condiciones ecológicas y socioeconómicas particulares de cada área natural protegida. Las metas del manejo se relacionan con la variedad de especies y sus hábitats, pero una clara articulación de las respuestas de interés de la biodiversidad permitirá que se identifiquen las localizaciones clave de los ecosistemas y así,

5 que se distingan las oportunidades de manejo. Ya se mencionó que importa la configuración de las áreas protegidas al menos a dos niveles, la configuración biofísica (flujos de masa y energía, gradientes climáticos, en general, el medio físico, escalas espaciales y temporales) y la configuración socioeconómica (el grado y magnitud del uso humano de los recursos dentro y alrededor de las áreas protegidas determinará qué tipo de manejo es más adecuado). En conclusión, la identificación de las oportunidades de manejo apropiadas depende en gran medida de la clara definición de los atributos de la biodiversidad, la conectividad real y/o potencial para delimitar locaciones particulares con interacciones ecológicas fuertes entre el área protegida y sus alrededores y la dinámica socioeconómica que determinan el uso actual y futuro de los recursos naturales dentro y alrededor de las áreas naturales protegidas.