El Instituto FMM - un Proceso de Formación «Dios nos llama personalmente a seguir mas de cerca a Cristo Camino, Verdad y Vida. Nuestra respuesta de amor es definitiva y, se expresa por la profesión religiosa. Como signo de alianza con su Pueblo, Dios nos consagra en un instituto religioso nuestra vida, fiel a esta consagración, da testimonio de la primacía del amor de Dios.» Constituciones 1 E se don que llamamos Carisma fue confiado por Dios a nuestra Fundadora, María de la Pasión. Ella lo acogió, nos lo transmitió y hoy nosotras, intentamos vivirlo de manera siempre nueva en fidelidad al Espíritu del Señor. Por eso, cada una de nosotras respondió sí a la llamada de Dios. Pero, cómo respondemos? Cada una de nosotras tiene una única misión en este mundo. Nuestra vocación es esta. Nosotras solamente tenemos que cumplirla, yo tengo que cumplirla! La vida religiosa, como toda vida, es un camino difícil de explicar; es la respuesta personal a la llamada personal. Una cosa es cierta: la iniciativa proviene de Dios y sólo en la fe podemos reconocer su llamada. Misterio de la vocación, Misterio del camino de Dios... No hay caminos parecidos, ni recetas para la vida. La VOCACIÓN es siempre iniciativa de DIOS. Dios me habla a través del deseo de Él mismo durante la oración, ante el Sagrario, en la Biblia, ante la belleza de la naturaleza, a través de las personas que cada día encuentro en mi camino, a través de los acontecimientos... Me habla con una voz apenas perceptible, o bien fuerte, como el viento... que me invita a seguirle, a permanecer en su amor...
Para responderle, cada una escogimos el Instituto de las FMM, decisión que seguramente no fue fácil, había que dar un salto en el vacío hacia un mundo desconocido, rico de promesas y alegrías, y correr el riesgo de fiarnos de Cristo. Es un camino luminoso, donde continuamente vamos descubriendo el misterio de Dios, de nosotras mismas y el de los demás. Un camino recorrido en libertad, con todo nuestro ser. A veces es un camino doloroso, pero siempre se puede empezar y poco a poco nos va transformando. Lo que nos parecía amargo se hace dulce, lo que considerábamos locura, sabiduría. Descubrimos en nosotras y en el mundo dimensiones nuevas e insospechadas. Cuáles son las etapas de este recorrido? La joven que se prepara para vivir como Franciscana Misionera de María pasa un tiempo, generalmente alrededor de un año, en una comunidad FMM. Allí discierne, junto con las hermanas, la llamada personal de Cristo y las aptitudes necesarias para la vida FMM. Este período se llama prenoviciado. Después del prenoviciado, la joven empieza una formación más intensa, que dura por lo menos dos años. Es un tiempo dedicado a profundizar la relación personal con Dios, a aprender a dar la respuesta concreta a la llamada del Señor, a descubrir la espiritualidad del Instituto y a prepararse a la consagración religiosa por medio de los votos. Es el periodo llamado noviciado. Terminado el noviciado, la joven se compromete con los tres votos de pobreza, obediencia y castidad por un periodo de tres años. La preparación a la vida FMM se profundiza a través de su total participación en la vida de oración y la misión de la comunidad profesión de votos temporales. Al final de esta etapa, la joven se compromete de manera definitiva como FMM profesión de votos perpetuos. En este momento recibe de la Superiora general, su primer envío en misión, que puede ser en cualquier país del mundo donde están presentes las FMM. «La profesión religiosa, cimentada en la fidelidad de Dios, se vive en la fe, la esperanza y el amor.» Constituciones 50
Por la pobreza, nos hacemos libres como peregrinos en busca del reino; por la obediencia, damos a Dios la libertad de conducir nuestra vida; por la castidad somos llamadas a un amor total y definitivo. Cada una de nosotras se compromete a ser fiel al don de Dios y a vivirlo con amor en la creatividad y la disponibilidad Un testimonio : Hola! Me llamo Isabel Faustino Balbino. Soy portuguesa y Franciscana Misionera de María. Acabo de hacer mi profesión temporal el 19 de abril 2009, después de dos años de formación en el Noviciado, con mi compañera Judita Xavier, joven de Timor, la primera de nuestro Instituto. Ahora comienza una nueva etapa para mí y estoy feliz de poder vivirla. Cuando pienso en el recorrido realizado, doy muchas gracias a Dios por todo lo que ha hecho en mí y por todo lo que me ha ayudado a descubrir en mí, en Él, y en los que están a mi alrededor. He aprendido a amar a Francisco de Asís leyendo un libro y por la presencia y testimonio de los Franciscanos Capuchinos que conozco desde hace 16 años. Me fascina e interpela la relación de Francisco con Dios, sin conocerla mucho ni comprenderla. Recuerdo que durante mis estudios de enfermera y cuando empecé a trabajar, quise traducir en mi vida esta relación. Y me sentí interpelada por el deseo de ser para Dios. Solamente a la muerte de mi padre, el 20 de octubre 2002, día de la Beatificación de María de la Pasión, vi que tenía que tomar una decisión y corresponder a ese deseo interior. Y decidí ponerme en camino y decir Sí a la inquietud que me habitaba. Gracias a los Padres Capuchinos, conocí a las Franciscanas Misioneras de María, y bajo su dirección y ayuda hice mi camino vocacional para descubrir en mí la llamada del don de Dios. Durante el Noviciado, tuve una gran experiencia del amor de Dios: descubrí a un Dios cercano, más gratuito, un Dios dentro de mí que me acompañaba y me buscaba en una relación íntima. También tuve una hermosa experiencia de vida en reciprocidad y corresponsabilidad, algo nuevo para
para mí, que me ayudó a conocerme y descubrirme a mí misma, con mis dones, límites y potencialidades. Para mí, ser Franciscana Misionera de María es todo un programa, un proceso continuo, un poco a imagen de la Vía o del Camino, términos utilizados por la Iglesia primitiva para expresar la adhesión a Cristo. Es un itinerario de Vida Espiritual que comienza con la llamada amorosa y persistente de Dios, cada día. Se realiza en mí, por el Don de Dios de nuestro Carisma, otorgado a María de la Pasión, que alcanza su plenitud en Cristo. El Carisma FMM es tan rico y vasto que me siento pequeña para poder vivirlo en todo su esplendor e intensidad. Todos los aspectos experimentados por María de la Pasión me hablan al corazón como fuente de inspiración y fuerza. Me impresiona profundamente la dimensión de Verdad y Reconciliación que ella vivió, y me desafía a vivirla en nuestro mundo, frecuentemente perdido, vacío de sentido y de esperanza, cada vez más fragmentado. Para mí, estar consagrada a Dios hoy, representa un reto muy grande en el mundo en que vivimos, sobre todo en Occidente, donde es tan difícil traducir a Dios, dejarle la posibilidad de ser Dios y vivir a fondo la espiritualidad. A pesar de mi fragilidad, siento fuertemente que el Espíritu actúa en mí con paciencia y amor. Me siento acompañada y decidida a seguir caminando. El testimonio del mismo Cristo, deviene para mí una propuesta concreta de vida, en la verdad, la sencillez, la solidaridad y el amor hacia aquellos por los que estoy, vivo y trabajo. En conclusión, todos somos amados por el Padre profundamente! Y este es el mensaje que quiero testimoniar. Isabel Balbino, fmm
Después de estas etapas iniciales, cada Franciscana Misionera de María sigue profundizando su vocación específica, en la vida y por la vida: oración regular, estudios, compartir con las hermanas de la comunidad, experiencias, encuentros, intercambios de la vida cotidiana. Esta profundización de la vocación se hace también tomando tiempos de renovación espiritual en ciertos momentos de la vida.