El sueño guajiro de la viabilidad financiera de la energía nuclear Desde hace algunos años miembros de la clase política mexicana, desde la derecha con Georgina Kessel hasta la izquierda con Porfirio Muñoz Ledo, están promoviendo abiertamente el apoyo a la energía nuclear, muy contrario como tratan a las energías renovables. En los últimos meses también han surgido una infinidad de estudios económico-financieros sobre la viabilidad de construir nuevos reactores nucleares en el país. Dichos estudios carecen de objetividad al integrar los costos de un reactor. Si bien puede darse que en un estudio se enfatice más en unos aspectos que en otros y por lo tanto pudiera tratarse solamente de una discusión de criterios, en estos estudios y en todos los que se promueven para favorecer la energía nuclear dejan fuera los costos vedaderamente relevantes por lo que se debe considerar la mala disposición de dichos estudios para influenciar al público no instruido en la materia. El problema fundamental de cualquier análisis económico-financiero es qué costos se deben incluir y cuáles se pueden desechar. Haciendo un análisis se observa una clara tendencia de dejar fuera costos muy relevantes, los cuales se agrupan en tres categorías: a) la construcción, b) la operación, y c) el cierre. A continuación se detallarán los costos que se deben incluir. a) La construcción Dentro de la categoría de la construcción no basta con sólo incluir los costos de construcción. Algunos estudios más elaborados incluyen los costos generados por los GEI que se producen en la obra del reactor nuclear, como puede ser el hormigón, el transporte de los materiales, etc. Otro aspecto fundamental y muy difícil de evaluar es la obtención del combustible (Uranio- 235, Uranio-238, Plutonio-239, Torio-232, o combinaciones de éstos). Su extracción genera graves daños ambientales por la minería, además existe documentación sobre la población que trabaja en las minas en la cual se demuestra que carecen de cualquier trato digno, siendo un trabajo cercano a la esclavitud por lo que se debe incluir una evaluación del costo social y medioambiental de dicha extracción. Esto se logra con facilidad, ya que sólo habría que calcular los costos y los salarios si esas minas se ubicaran dentro de la Unión Europea donde existen los más altos reglamentos medioambientales y sociales. Por último, se debe incluir si se quiere comparar con otras fuentes de generación eléctrica, lo
que se ha gastado en investigación y desarrollo (I&D) durante el último siglo, ya que dicha I&D ha sido financiada única y exclusivamente con gasto público, mientras que a las demás tecnologías se les pide financirase en parte o completamente con recursos privados. Eso puede generar una gran disparidad y dejaría de tener sentido ya que se compararía papas con peras. La dificultad surge en que no se puede dividir el uso militar del civil de la energía nuclear por lo que se dificulta saber qué porcentaje de la I&D debe incluirse en el estudio. Parece que resulta más sencillo eliminar los costos surgidos por I&D a las demás tecnologías, como si éstas hubiesen también sido financiadas por el gobierno en su totalidad. b) La operación Dentro de la operación los estudios que favorecen la energía nuclear sólo toman en cuenta los costos de operación directos como la mano de obra y el mantenimiento del reactor así como el costo de las barras de combustible y si es un reactor de tercera generación los costos de reciclaje. Si bien estos costos son parecidos en la mayoría de los estudios por lo que se pueden considerar correctos, hay que añadir varios más. En primer lugar y lo de menor importancia en lo que se refiere a lo económico-financierose debe ser miembro de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y el reactor nuclear debe ser inspeccionado por los supervisores de dicha Agencia. Todo esto genera costos, que si bien pueden ser considerados menores, no se debe olvidar que también se debe agregar el precio por la huella ecológica que es impactada. Esta puede volverse rápidamente un problema si se agregan otros de soberanía nacional, como se ha visto en Corea del Norte e Irán, así como también en Israel, Rusia y Estados Unidos, dónde una inspección puede durara varias decenas de viajes. En segundo lugar los reactores nucleares deben incluir el costo de un seguro en caso de accidentes. Aunque aquéllos que favorecen la energía nuclear argumentan que ya son muy seguros no pueden descartar la posibilidad de que ocurran. En julio de 2007 un terremoto afectó la planta nucleoeléctrica de Kashiwazaki-Kariwa, en la costa occidental de la isla de Honshu, en Japón. La central de Kashiwazaki es la más grande nucleoeléctrica del planeta, con siete reactores de agua hirviente de alrededor de 1.2 megavatios cada uno. Hay que recalcar que se trató de un temblor de 6.8 en la escala de Richter que desató un incendio y ocasionó una fuga de agua con niveles significativos de radiactividad. La compañía Tokyo Electric Power, TEPCO, dueña de la central aceptó que las plantas nucleares no son estructuras fáciles de proteger. La intrincada red de componentes de alta precisión (barras de combustible, moderador, tuberías para refrigerante, agua y
vapor, con muchas válvulas y bombas) las convierten en sistemas vulnerables. La industria nuclear sigue argumentando que los accidentes de Three Mile Island (EEUU), Windscale (GB) y de Chernobyl (URSS) no pueden volver a suceder, sin embargo el terremoto de Kashiwazaki muestra que la seguridad de una planta nuclear no puede ser garantizada. El gran problema para la industria nuclear, y por lo que se niegan a asegurar sus reactores es por el enorme costo que puede generar una falla. Se ha calculado que el desastre Chernobyl ha afectado a 7 millones de personas, de las cuales 330 mil de forma severa. Se estima que los costos totales del accidente representaron el 22.3% del PIB de 1991 o el 10.0% del PIB 1996 de Ucrania. El Instituto de Economía de la Academia Nacional de Ciencias de Bielorusia estima que el accidente generará costos por 43.3 mil millones de dólares durante los primeros 30 años (1986-2016) y un costo total a perpetuidad de 235 mil millones de dólares, lo que equivaldría a 32 veces el PIB de Ucrania en 1986. Hoy en día el país sigue gastando 6% del PIB para el programa de limpieza de Chernobyl. También debe romperse el mito que Chernobyl haya sido un reactor de tecnología soviética obsoleta, ya que ha habido más acidentes en occidente que en la entonces Unión Sovietica. Para el caso mexicano el físico de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Bernardo Salas Mar, mencionó en 2006 que la planta de generación de energía nuclear de Laguna Verde requiere suspender sus operaciones al menos por un año para dar mantenimiento al reactor principal y a sus instalaciones en general, lo cual está consignado en un reporte que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que se ha negado a hacer público según el mismo científico. Asimismo, denunció que las anomalías administrativas al interior de la planta han provocado una deficiencia en el funcionamiento del reactor generador de energía, poniendo en riesgo no sólo la salud de los trabajadores, sino también la de las comunidades cercanas. Según Salas, las autoridades han negado información sobre el reactor para no hacer público el riesgo que se corre con el funcionamiento de la planta generadora de electricidad. En caso de ser cierto esto es doblemente grave. Por un lado el hecho que se le necesite dar mantenimiento y aún no se le haya dado debe preocupar pero todavía peor es la segunda afirmación en donde la empresa de clase mundial se comporte como si viviéramos en Pyongyang o en Teherán, dónde los regímenes autoritarios toman decisiones sin importar la voluntad de la ciudadanía. Existe además un tercer problema, se trata de los reactores tan afamados denominados de tercera generación. El argumento para estos reactores es que se puede reutilizar el combustible después de haberlo llevado a una planta de tratamiento. El error de la evaluación hecha por los que favorecen dicha tecnología es que sólo incluyen los costos directos, es decir, de transporte y de
proceso, dejando de lado dos factores cruciales. En primer lugar, cada transporte genera su huella ecológica por lo que los costos se deben internalizar y por consiguiente sumar a los demás costos. En segundo lugar, y mucho más crítico es que existe una correlación positiva entre energía nuclear y terrorismo nuclear por lo que se debe incluir el costo que se generaría si dicho material cae en manos terroristas. Si bien desde hace décadas está documentada la indivisibilidad entre aplicaciones civiles y militares con el material radiactivo, ninguna evaluación que hable a favor de la energía nuclear lo ha incluido en sus costos. Incluso hay quienes argumentan que es imposible usar material radiactivo con fines terroristas, algo que los estudios del Pentágono, la CIA y la NSA rechazan. De esta manera en la cumbre de abril de 2010 tanto Obama como Calderón afirmaron que si bien la amenaza de una guerra nuclear ha disminuido, la de un ataque terrorista es real y que la base de datos de la AIEA ha registrado entre 1995 y 2008 más de mil 500 incidentes de tráfico ilícito de materiales nucleares. La única forma con la que a mi parecer se puede incluir un costo así es exigiendo a las empresas energéticas la obligación de contratar un seguro que cubra los costos que se generarían si el material que se manda a reciclar cayera en manos terroristas. c) El cierre El cierre de las plantas nucleares y la construcción de un bunker representan los mayores costos que los estudios omiten y por lo tanto han generado mucha controversia. No hace mucho tiempo Alemania consideró que la mejor forma de deshacerse de sus desechos nucleares era llevarlos a Rusia, donde no se supervisa pero el gobeirno obtiene un buen pago por aceptarlo. El tema es muy difícil de analizar en términos de costos ya que se habla de miles de años en los que se debe mantener dicho material en un depósito final. El primer problema, -en caso de que todos los países se pusieran de acuerdo en para determinar un sólo sitio-, es que hasta el día de hoy no existe tal depósito y el segundo problema es que aunque se consiga uno, no bastaría ya que el material no perderá suficiente radiación antes de la siguiente era de hielo por lo que se debe considerar desde hoy el pago a las generaciones futuras para que puedan construir un segundo bunker. Considerando que existen unos cuantos cientos de plantas nucleares se observa que serán enormes los costos adicionales que se deben pagar por planta nuclear. Dentro del cierre se debe considerar la limpieza de la zona así como el desmantelamiento del reactor y los procesos de corto plazo a los que se somete la basura nuclear para reducir su radiación. Algunos estudios incluyen determinados costos pero la mayoría no analiza la problemática con profundidad. Parece que están muy conformes con privatizar las utilidades que se obtienen por la venta de energía y socializando los costos a las futuras generaciones. Y en realidad este es el gran
talón de Aquiles ya que nunca podrán legitimar la construcción de nuevos reactores nucleares argumentando que serán los futuros contribuyentes quienes estarán obligados a pagar y por eso falsifican con toda la mala intención que puede haber los estudios económico-financieros. Conclusión: Con todo y la gran propaganda en pro de la energía nuclear, las evidencias muestran que no es económicamenet redituable, ya que si lo fuera no tendrían porque falsificar ni porque omitir información en sus estudios. A dicha conclusión también llegó el estudio de el Economist Intelligence Unit de 2007, donde se muestra que a pesar de que las políticas en pro de la energía nuclear en Estados Unidos sean económicamente atractivas -en 2004 el gobierno autorizó subsidios para la construcción de 6 centrales nucleares nuevas así como el aumento de montos de dinero público previstos para hacer frente a posibles accidentes y se comprometió a otorgar generosas excensiones de impuestos- ningún banco ni grupo financiero ha mostrado interés en financiar dichos proyectos. Habrá que cuestionar abiertamente cuáles son los motivos para que la clase política mexicana, desde Georgina Kessel hasta Muñoz Ledo, apoyen de forma descarada la energía nuclear y aún más descaradamente saboteen todos los intentos de energías renovables. No hay ningún proyecto a gran escala de energía solar -como por ejemplo Solar Nevada One en EEUU, en México. El proyecto de energía eólica del istmo de Tehuantepec terminó por ser una corruptela más creando un lastre para todos los futuros proyectos. Y la energía mareomotrizla Secretaría de Energía argumenta que no puede promover el uso de celdas solares en casas ya que priemro debe analizar la viabilidad del concpeto de interconexión y que para eso ha comenzado a instalar en un proyecto de viviendas del Infonavit dichas celdas y que será apenas para el 2012 cuando sabrán como hacer dicha interconexión, algo que se ha venido haciendo desde la década de 1970 a nivel mundial y por lo tanto existe suficiente información disponible. Por último falta en todos los estudios el factor macroeconómico. La pregunta que se debe evaluar adicional a los costos-beneficios de cada tecnología es qué más puede aportar a la economía. México ni tiene empresas ni una gran cantidad de trabajadores bien calificados para que la energía nuclear se volviera un ícono de la industria y con la cual nos pudiéramos posicionar a nivel mundial. Ya hay demasiados países que se han repartido el pastel. Por otro lado, existe aún gran potencial en otras formas como por ejemplo la mareomotriz pero también la solar, la eólica y la geotérmica en la cual el país pudiera posicionarse con una industria y un capital humano fuerte. De esta manera la pregunta es sencilla: se quiere que el flujo de dinero salga del país (promover la
energía nuclear ya que habría que contratar empresas extranjeras) o se quiere que el flujo de dinero entre al país como pudiera ser el caso de las energías renovables que tanto son boicotedas por nuestros parlamentarios. A la mejor habrá que observar más a China, quién en muy poco tiempo se ha vuelto uno de los líderes en energía eólica y solar.