Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe www.virgendeguadalupe.org.mx Versión estenográfica de la Homilía pronunciada por S. E. Mons. Héctor Luis Morales Sánchez, Obispo de la Diócesis de Nezahualcóyotl, en la peregrinación de dicha arquidiócesis a la Basílica de Guadalupe. 1 de mayo de 2015 Aproximadamente unos 20 años conversando con un sacerdote de los Misioneros del Espíritu Santo, de Francia, sirviendo en la Huasteca Potosina era el superior local de la comunidad. Y platicando con él decía que venía a la Ciudad de México para conseguir una casa, donde pudieran también ellos establecerse. Entonces yo le argumentaba y le decía pero si ustedes son Misioneros Por qué van a la ciudad? O es para los que van a estudiar en la Pontificia? Me dice para los dos para establecernos, para los que van a estudiar, pero también los que vamos a misionar. Y recuerdo que me decía ese es el futuro de la misión, las grandes ciudades, ahí es donde hay que llevar en lo sucesivo la Buena Nueva. Y así como yo había muchos probablemente todavía en nuestros días que crean que en la ciudad no es tierra de misión, no es tierra a donde no haya que llevar esa Buena Nueva y llevarla con alegría. Podemos sonreír probablemente ante esa realidad, pero sí esos son hoy los lugares a donde el Señor nos envía a llevar esa Buena Nueva que es precisamente Jesucristo. Y he querido reflexionar en este sentido de la palabra en este trigésimo sexto aniversario de nuestra Diócesis de Nezahualcóyotl, recordando que también que como diócesis asumimos esta misión permanente, para llevar esa Buena Nueva y recordarles y decirles no fue solamente por un año, ni tampoco es para unas acciones que se vayan a realizar, es una misión permanente es la tarea esencial de todo discípulo de Jesús: permanentemente estar llevando la Buena Nueva a sus hermanos, siempre habrá alguien que quiera escuchar esa buena noticia que es Jesucristo.
Recuerdo que hace dos años cuando ocupábamos ese lema: Ciudad evangelizada, ciudad humanizada, hubo algunas iniciativas de algunos de ustedes de las parroquias de salir y de anunciar, de invitar a los hermanos a acercarse a Jesús, algunos con mucha alegría y renovados por el encuentro con Jesús comentaban el haber salido a algunos lugares que probablemente también pensaban no serían acogidos. Me platicaban algunos de ustedes la experiencia de verse adentrado en el transporte colectivo: el metro a rezar el Santo Rosario con temor, con miedo, como los apóstoles pero también abiertos a esa presencia del Señor que se les manifestó, cuando aún las personas que vendían aquellos discos y suben tanto el volumen, bajaban su volumen para que el rezo del Santo Rosario se pudiera escuchar. Es una manera de convocar, es una manera de llevar esa Buena Nueva. Algunos otros salieron en sus propias parroquias acudiendo a los sectores acudiendo a las personas más alejadas en su propia parroquia y esto si ustedes recuerdan renovó su fe, renovó su encuentro con Jesús y es por ello que hoy lo traigo a mención para volverles a invitar, sigamos en ese mismo camino. Escuchemos esa voz que el señor se manifiesta a través de los últimos Papas que hemos tenido, Pablo VI: Evangelii Nuntiandi, san Juan Pablo II: Redemptoris Missio y actualmente el Papa Francisco con la Evangelii Gaudium. Constantemente la invitación a salir y llevar esta Buena Nueva a nuestros hermanos. Y es cierto lo hemos comentado varias veces y lo hemos escuchado nuestros hermanos sacerdotes con el número 80 del Evangelii Nuntiandi. Se ha argumentado hasta con los propios documentos del Vaticano II para no salir a evangelizar, si las semillas del Verbo están esparcidas, si la voluntad del Padre es la salvación de todos los hombres, Para qué entonces salir? Cuál es la razón? Entonces el Papa también nos dice: puede ser que algunos hermanos se salven sin que nosotros les prediquemos, pero nosotros que conocemos esta tarea y esta responsabilidad Con qué conciencia nos quedaremos? Salgamos pues a llevar esta Buena Nueva, porque estoy seguro que ahí estará también la renovación de este encuentro con Jesús la cual les decía con las palabras del Papa Francisco en el número 3 del Evangelii Gaudium, renovar ese encuentro constante permanente, día a día o sino por lo menos dejarnos encontrar por Él.
Ahora bien también en nuestra patria y en presencia de la Santísima Virgen María recordamos que fueron 10 años en que los evangelizadores se esforzaron por transmitirnos esa Buena Nueva. No podemos decir que no hubo resultados pero si eran muy escasos, fue cuando ella se presentó, cuando ella se hizo presente en nuestro pueblo, cuando el corazón de todos nosotros representando en todos aquellos hermanos se abrió precisamente a Jesucristo. Siguiendo el camino de Dios, porque Dios así lo ha querido desde el principio, a través de una mujer, es cierto que también el que quiere entorpecer los planes de Dios se vale de la mujer, pero Dios cuando vuelve a enmendarlos acude a una mujer como es la santísima Virgen María, al invitarla a aceptar ser la Madre de su Hijo. Y es a través de esa mujer como nos llega también a nosotros la Buena Nueva y esto lo menciono particularmente por algo que desde el mes de diciembre pasado tengo en la mente y en el corazón y lo he estado diciendo en todos los lugares donde me dan oportunidad y que mejor que ahora invitar a mis hermanos sacerdotes a reconocer el lugar de la mujer dentro de la vida de la iglesia, no a darle un lugar, porque ella ya lo tiene como lo tiene todos los fieles bautizados. Hay que dar ese lugar, ese espacio, para que se desarrolle, para que crezca con su dignidad como persona. Es a través de ellas como ha llegado precisamente la Buena Nueva a muchos de nosotros, de todos los aquí presentes, creo yo que el porcentaje mayor hemos recibido por primera vez la enseñanza de la fe de parte de una mujer, nuestra Madre o nuestra abuela o una tía pero siempre ha sido la intervención de una mujer. Por eso también en este día en que damos gracias y al mismo tiempo renovamos nuestro compromiso evangelizador invito a todas las mujeres a que acepten lo que son, acéptense como Dios las hizo, sepan lo que tienen de valor y desarróllenlo. No necesitan hacer las cosas de los hombres para poder sentir liberadas, hagan las cosas que les corresponden como mujeres que son y de esta manera estarán llevando el plan de salvación que Dios ha encomendado a cada una de ustedes. Mujeres sean lo que Dios quiso que fueran, mujeres, con esas todas cualidades y no porque este despreciando a los varones porque me despresaría también a mí mismo, pero hoy en día quiero recuperar junto con todos ustedes a nuestra querida Diócesis a esta persona la mujer, ya lo hemos hecho en nuestra catedral y lo seguiremos haciendo permanentemente porque no es algo de moda, no es algo
solamente por un tiempo, es algo permanente: el anuncio del evangelio y del reconocimiento de las personas. Así como hay personas con capacidades distintas, que han encontrado la alegría de la vida nuevamente, cuando han dejado su lugar para salir a anunciar el evangelio, para llevar esa carta a los cristianos en las parroquias donde aún lo siguen haciendo. Cuanta alegría, cuanto gozo de estas personas de la tercera edad que vemos día con día y también en unos servicios muy en especial estado conviviendo particularmente con quienes asisten a los reclusorios que están en nuestra diócesis. Son personas de la tercera edad, pero vieran con cuanto entusiasmo lo hacen, miren con cuanta alegría llegan para poder transmitir esa Buena Nueva a nuestros hermanos. En nuestra diócesis toda se convierta en discípulos y discípulas de Jesús y que sea a Él único que llevemos, al único que presentemos siempre con nuestra alegría, con nuestro entusiasmo y esa alegría y ese entusiasmo vienen de las palabras que el mismo nos ha dicho, yo estaré con ustedes, esto es lo que mantiene nuestra alegría, esto es lo que impulsa nuestra esperanza, que Él sigue estando con nosotros. Volvamos después de este momento celebrativo de nuestra diócesis a cada uno de nuestros hogares, a cada uno de nuestras comunidades parroquiales, a nuestra diócesis toda, entusiasmados como nos lo decían en la monición antes del evangelio, como los discípulos de Emaús. Si hemos venido con tristeza, si hemos venido con dolor por la pérdida de un ser querido, por la enfermedad terminal de algún familiar, por la falta de empleo de muchos de ustedes, por la falta de oportunidades de muchos jóvenes para poder terminar su carrera o para poder encontrar un trabajo digno donde desarrollarse. Que las palabras de Jesús que hemos escuchado en su evangelio y que día a día las podemos repasar nos entusiasmen y que hagan que nuestro corazón arda después de que también lo partimos en el altar y lo compartimos con todos ustedes en la Comunión. Llenémonos todos de Jesús para que sea el único que llevemos como la Santísima Virgen nos lo presentó. Soy la Madre de aquel por quien se vive Ella sigue abriendo los caminos hay algunos grupos que utilizan esa expresión el rosario para empezar a llegar a las comunidades.
Hay lugares en América Latina y América del Sur que tienen esa experiencia donde el evangelio no había llegado empezó llegando la Morenita del Tepeyac y abrió el camino para su Hijo Jesús. Llevemos en nuestro corazón este amor de la santísima Virgen y que María ha tenido por nuestra patria y seguros y convencidos que este amor no defrauda y que es un amor fiel no como el nuestro. Vayamos con alegría verdaderamente al encuentro del Señor en cada uno de nuestros hermanos a llevar esa Buena Nueva de la salvación. Hoy también quiero enviar una palabra al grupo de jóvenes que están con nosotros a quienes están tomando esta iniciativa de traer y portar una antorcha recordando las palabras también del papa Francisco el Evangelii Gaudium sean callejeros de la fe, lleven por las plazas y las esquinas a Jesús. Háganse amigos de Él y les digo convencido, no se van a defraudar de haberlo seguido. Busquen siempre a Jesús por que sin Él no hay la alegría, no hay la paz, no hay la esperanza, no hay la salvación. Oremos y acompañemos a nuestros jóvenes en nuestra querida Diocesis de Nezahualcóyotl, viven en la orfandad, se sienten huérfanos acompañemos, acerquémonos a ellos, no como maestros, no como el que todo lo sabe y todo lo puede sino como Jesús con los discípulos de Emaús hasta como ignorante que es lo que van platicando y puede ser que salgamos regañados como salió regañado Jesús eres tú el único que lo sabe lo que ha pasado, pero dejo que le contaran todo lo que traía en su corazón. Así también acompañemos a nuestros fieles y a nuestros jóvenes en particular para que nos platiquen de todas sus tristezas, de todas sus frustraciones, pero también de todas sus alegrías, para que ahí donde pudieran haber encontrado solo desolación encuentren también la alegría para poder seguir viviendo. Los obispos de México recientemente les hemos dicho que esperamos de ustedes su respuesta valiente, jóvenes, adolescentes, para llevar el evangelio a sus hermanos en los lugares donde ustedes se desarrollan. Oremos también por ellos en esta mañana y pongámonos en el corazón de Jesús. - Jesucristo esperanza de las culturas, - para ser nuevas creaturas. (3) Diócesis de Nezahualcóyotl demos tres veces un sí a la vida. Una dos tres: Sí a la vida, sí a la vida, sí a la vida.