pero puede muy bien mostrar la necesidad de consultar los informes directamente. De igual modo, las iniciativas y resoluciones que allí se sintetizan sugieren, en muchos casos, la conveniencia no sólo de revisar el texto sino sobre todo de acudir a otras fuentes en busca de los antecedentes y repercusiones que sin duda tuvieron. La consulta obligada y recurrente de que será objeto esta Guía descubrirá, sin duda alguna, nuevos y mejores usos de los que aquí se han podido señalar. Esto, claro, en la medida en que la Unidad Editorial procure una buena distribución de la publicación. Así podrá llegar a ser rápida y efectivamente un excelente instrumento de trabajo y no una rareza bibliográfica a las que ya nos ha casi acostumbrado la descuidada difusión de los magníficos trabajos que publica la Unidad Editorial. Patricia Arias El Colegio de Michoacán HARVEY, H. R. y HANNS J. PREM (eds.). Explorations in Ethnohistory. Indians of Central Mexico in the Sixteenth Century. University of New Mexico Press, Albuquerque. 1984. 312 páginas. CONTIENE: 1. Introduction, por H. R. Harvey y H. J. Prem. 2. Some problems in sources, por W. Borah. 3. Royal Marriages in Ancient Mexico, por P. Carrasco. 4. Aspects of Land Tenure in Ancient Mexico, por H. R. Harvey. 5. Mexican Pictorial Cadastral Registers, por B. Williams. 6. Household organization in the Texcocan Heartland, por J. A. Offner. 7. Rotational Labor and Urban Development in Prehispanic Tetzcoco, por F. Hicks.
8. Agricultural Implements in Mesoamerica, por T. Rojas R. 9. Early Spanish Colonization and Indians in the Valle of Atlixco, Puebla, por H. J. Prem. 10. Mexican Toponyms as a Source in Regional Ethnohistory, por U. Dyckerhoff. 11. The Impact of Spanish Conquest on the Development of the Cultural Landscape in Tlaxcala, México, por W. Trautmann. 12. Land Tenure and Land Inheritance in Late Sixteenth Century Culhuacan, por S. L. Cline. Los doce trabajos que este volumen contiene fueron presentados a un simposium que tuvo lugar en el XLIII Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Vancouver en 1979. El título que se ha dado al conjunto es muy acertado, pues los diferentes trabajos aquí reunidos suponen diferentes modos de enfocar y hacer uso de la etnohistoria, pese a proyectarse sobre un común objeto de estudio. Aunque el subtítulo sea Indios del México Central en el Siglo XVI, el contenido lo desborda. Por un lado, el capítulo introductorio, firmado por Harvey y Prem, se puede aplicar a exploraciones etnohistóricas de otros lugares y otros tiempos, y en la misma línea, los problemas de las fuentes que Borah señala (cap. 2) son comunes a toda la disciplina. Por otra, Carrasco (cap. 3) no se limita, obviamente, al siglo XVI, sino que se remonta más allá en sus investigaciones genealógicas. Este trabajo de Carrasco es de suma importancia y entronca con investigaciones suyas anteriores (Carrasco 1974). La forma en que el linaje dominante en la cabeza del imperio va emparentando, y asegurando la sucesión de su dinastía, con los lugares sometidos, nos habla del interés que los mexica tenían en cohesionar las laxas estructuras imperiales, mediante un procedimiento que no es, en absoluto, ajeno a las políticas imperiales del Viejo Mundo (vg. las alianzas matrimoniales promovidas por los Reyes Católicos en la España del siglo XV). La obra de Carrasco queda abierta, sugiriendo continuaciones como la determinación de los momentos en que se inician los matrimonios en lugares concre
tos, y relacionándolos con la historia de la expansión mexica y la imposición y cuantía de los tributos. He ahí interesantes vías de investigación, aplicables a numerosos casos regionales, derivados de esta ponencia. Los restantes nueve trabajos tienen un denominador común: la tierra. El cultivo de esta constituía la principal fuente de alimento en el interior del imperio, y por ello, su posesión era de suma importancia. Como era de esperarse, las fuentes tradicionalmente empleadas la designan el principal medio de producción, y su posesión determinaba el status social. El panorama de la tenencia de la tierra se ha basado, durante años en la descripción de Zorita (1941), pero el análisis efectuado con documentación regional, procedente de diversos lugares, tiende a contradecir la descripción hecha por el Oidor, como se señala en este volumen. Harvey (cap. 4) basa su trabajo en documentación local de Tepetlaoztoc que aporta datos de gran interés. Señala, con gran acierto, que más significativo que el hecho mismo de poseer la tierra es cuánta se posee. Indica que los documentos de archivo de los primeros tiempos de la colonia están en contra de Zorita, lo que también queda patente en los trabajos de Cline (cap. 12), Hicks (cap. 7) y Offner (cap. 6), todos ellos basados también en documentación local. No sólo no suelen aparecer los mayeque (Borah, cap. 2:.24-25), sino que el término calpulli no aparece por ningún lado, de la misma manera que en los análisis de los tipos de tierras (Williams, cap. 5; Cline, cap. 12) tampoco aparecen las calpullalli. Los testamentos analizados por Cline referentes a Colhuacan registran nombres para los diferentes tipos de tierras, algunos de los cuales todavía escapan a nuestra comprensión. En el camino de su interpretación se encuentran los estudios de Williams (cap. 5 y obras anteriores), y una interesante sugestión de Harvey (cap. 4:97), sobre que los testamentos, documentos de venta y litigios del temprano período colonial indican que la manera en que se adquiría la tierra era quizá el factor clave que definía los derechos de propiedad. Algo parecido se refleja en algunos testamentos analizados por Cline (cap. 12), en los que la herencia de alguna
suerte de tierra estaba condicionada por su carácter de tierra patrimonial (Huehuetlalli). Otros trabajos abordan una problemática algo diferente. Prem (cap. 9) y Trautmann (cap. 11) tratan de problemas que ofreció la adaptación al régimen colonial, aplicando el método etnohistórico a un campo tradicionalmente reservado a los historiadores. Con ello se hace completamente cierta la definición que Harvey y Prem hacen de la etnohistoria (cap. 1:8): convergencia de los métodos de los historiadores con las perspectivas de la antropología. Hicks (cap. 7) analiza la rotación del trabajo en Texcoco, con los datos referentes al servicio del palacio de Nezahualpilli. Encuentra que Texcoco es un centro de palacios, con un patrón ocupacional que le recuerda más a Tikal que a otras ciudades más compactas. Esto hace a la capital acolhua muy diferente de su vecina Tenochtitlan, lo que resulta un interesante punto de estudio: por qué esta diferencia? Rojas R. (cap. 8) ofrece otro aspecto de las posibilidades de la disciplina, rastreando en una documentación ya muy trillada, una serie de datos sobre los utensilios de trabajo empleados en la agricultura, que son de vital importancia para analizar el nivel técnico de la agricultura en Mesoamérica. Resulta un claro ejemplo de como las fuentes responden a las preguntas que los investigadores realizan, y de como los datos que uno no busca pasan por alto, aunque estén reflejados nítidamente. Otro sugestivo trabajo, que abre nuevas rutas en la investigación, pese a ser un tema ya antiguo, es el de Dickerhoff (cap. 10). Su manera de enfocar el análisis de los topónimos ilustra otro modo de emplar la etnohistoria, y señala las inmensas posibilidades de utilizar el análisis lingüístico en el estudio del pasado. De hecho eso está implícito en el resto de los capítulos, en los que se destaca la documentación escrita en nahuatl, como fuente primordial. Las estructuras lingüísticas reflejan las estructuras mentales y sociales de los pueblos con gran claridad, y el conocimiento profundo de la lengua es indispensable para el progreso en la investigación. El trabajo de Williams (cap. 5) está basado en una documentación cuya mera existencia es ya de gran importan-
cia. El Códice de Santa María de la Asunción, al igual que ocurre con el Códice Vergara y otros, son una muestra de un tipo de documentos que debía ser extraordinariamente abundante en tiempos prehispánicos. Las fuentes nos hablan claramente del interés de las autoridades por llevar al día un registro censal y catastral de suma importancia para la administración de un imperio. Cada pueblo y barrio llevaba un documento de este tipo, y su mantenimiento al día era una de las misiones de los teguitlateque de los barrios (Cortés 1538: 540-541). Ninguna modificación se podía realizar sin dar el correspondiente parte. Esta documentación debía tener un reflejo en los archivos centrales de las capitales. El volumen en conjunto pone de manifiesto el incontenible auge del enfoque etnohistórico en el estudio del pasado, sobre todo en el análisis del México Prehispánico y colonial. En la reducida temática que se aborda en los ensayos, se vislumbran la diversidad de aproximaciones que permite el método, la amplia gama de documentos que se pueden utilizar, y los gratificantes resultados. Constituye una insoslayable lectura para todos los investigadores interesados en el problema de la tenencia de la tierra en México, y abre perspectivas de investigación para aclarar aún más la crucial cuestión de la tenencia del más importante medio de producción y de las implicaciones sociales que presenta. El volumen cumple a la perfección la doble faceta de informar y sugerir, dando ejemplo de todo lo que se ha hecho y cíel inmenso camino que aún queda por recorrer en la investigación. REFERENCIAS Carrasco, Pedro 1974 Sucesión y alianzas matrimoniales en la dinastía teotihuacana. Estudios de Cultura Nahuatl 11: 235-241. CORTES, Hernán 1538 Carta al Consejo de Indias. Colección de Documentos Inéditos... del Archivo de Indias, vol. 3:
535-545. Madrid, Imprenta de Manuel B. de Quirós, 1865. ZORITA, A lonso de 1941 Breve y Sumaria Relación de los Señores de la Nueva España. Nueva Colección de Documentos para la Historia de México, Joaquín García Icazbalceta, ed. vol. 1: 67-205. México, editorial Salvador Chávez Hayhoe. José Luis Rojas El Colegio de Michoacán. SILVA HERZOG Jesús, Cuatro juicios sobre la revolución mexicana, SEP/80, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, No. 1. GlLLY Adolfo, CORDOVA Arnaldo, BARTRA Armando, AGUI- LAR MORA Manuel, SEMO Enrique, Interpretaciones de la Revolución Mexicana, Nueva Imagen/U.N.A.M., México, 1979. A menos de un siglo del estallido revolucionario y debido a la importancia y complejidad del mismo ha surgido en el círculo intelectual un cúmulo de intentos de explicación muchas veces contradictorio y disperso. Frente a la diversidad de versiones, los trabajos aquí presentados tienen dos características comunes: poseen una misma forma (ensayos breves) y proceden de una misma teoría (la marxista). La diferencia la podemos encontrar entre las generaciones; a don Jesús Silva Herzog le correspondió vivir el drama social de la revolución, mientras que el grupo de autores marxistas ven el fenómeno a distancia, lo cual es en cierto modo una ventaja porque como dice Aguilar Camín...conocen la desembocadura del proceso pero además... se benefician de una acumulación historiográfica, metodológica y emocional que pone a su disposición respectivamente: a) una