Una vez, un gato decidió hacerse rico. Tenía tres tíos y fue a verlos, uno tras otro, para pedirles consejo. Podrías ser ladrón le dijo el tío Primero. Para enriquecerse fácilmente no hay nada más seguro. Soy demasiado honrado para eso. Y qué más da! Entre los ladrones hay muchas personas honradas, y entre las personas honradas hay muchos ladrones. Tú saca tajada, que de noche todos los gatos son pardos. Lo pensaré dijo el gato. Podrías ser cantante dijo el tío Segundo. Para ser rico y famoso sin esfuerzo no hay nada más fácil. 9
10 Pero tengo una voz horrible. Y qué más da! Muchos cantantes cantan como borricos y se convierten en nuevos ricos. Anda! Ésta sí que es buena! Espera, que me la apunto. Bueno, te has decidido? Lo pensaré dijo el gato. El tío Tercero le dijo: Dedícate a los negocios. Pon una tienda, y la gente hará cola para gastarse el dinero. Y qué podría vender? Pianos, frigoríficos, locomotoras... Pesan demasiado. Guantes de señora. Entonces, perdería la clientela masculina. Ya está: pon un estanco en Capri. Es una isla maravillosa. Hace buen tiempo todo el año. Hay muchos turistas y todos compran por lo menos una postal y un sello para mandarla. Lo pensaré dijo el gato. Lo pensó siete días y, al final, decidió poner una tienda de alimentación.
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Alquiló un local en la planta baja de una casa nueva y dispuso el mostrador, los estantes, la caja y la cajera. Después, para no tener que pagar al pintor, pintó él mismo el letrero: Se venden ratones en lata 12 Qué maravilla! dijo la cajera, que era una gatita en su primer empleo. Ratones enlatados. Es una idea genial. Si no fuese genial, no se me habría ocurrido a mí. En un cartel más pequeño escribió: Un abrelatas gratis por la compra de 3 latas A la cajera le pareció que su jefe tenía una letra preciosa. Yo soy así dijo el gato. Sólo sé escribir a la perfección. No sería capaz de cometer un error ni aunque me aplastasen la cola. Pero dijo la cajera dónde están las latas?
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14 Llegarán, llegarán. No se ganó Zamora en una hora. Y, si entra gente a comprar, qué hago? Anotar los encargos en esta hoja. Tomar nota también de la dirección, y decir que se hacen envíos a domicilio. Señor Gato dijo la cajera, tiene ya un recadero? Porque yo, con su permiso, tengo un hermano... Dígale que venga a prueba una semana. Su sueldo será de dos latas al día. Y el mío? A usted le daré tres. Con el abrelatas? Le daré un abrelatas en Navidad; otro, en Semana Santa, y otro, el día de mi cumpleaños. La cajera pensó que su jefe era muy generoso. Al día siguiente llegaron las latas. Señor Gato dijo la cajera, están todas vacías. Están como tienen que estar. Ya me encargo yo de los ratones. Mientras tan-
to, encárguese usted de pegar las etiquetas. Y que le ayude su hermano. El hermano de la cajera era un gatito de pocos meses que se divertía un montón correteando por la tienda con la cabeza metida en una lata. Estáte quieto dijo el señor Gato, que me voy a enfadar. Las etiquetas eran de papel brillante, de colores. En ellas aparecía un ratón guiñando el ojo y, debajo, la siguiente inscripción: RATONES EN LATA DE CALIDAD SUPERIOR REÚNA LOS PUNTOS RECHACE IMITACIONES Pero bueno! dijo la cajera. Todavía no están los ratones en las latas y ya existen imitaciones? Y qué llevan? Topos, hámsters? Está claro que, de momento, no hay imitaciones le explicó el señor Gato, pero las habrá cuando el negocio esté en marcha. Si luego no las hay, pues tanto 15
16 gusto. Los clientes pensarán: mira, mira, hacen imitaciones; luego debe de ser un producto superior. Y será realmente superior? Será extraordinario. Un bombazo. La cajera suspiró. Qué inteligente era su jefe! Verdaderamente, tenía olfato para los negocios. Además, todavía no se había casado. El hermano de la cajera se había pegado una etiqueta en la nariz y no conseguía despegársela. No seas torpe dijo la cajera en tono severo. Quieres que te despidan el primer día? Le ruego que tenga paciencia, señor Gato; todavía no sabe lo que significa ganarse los ratones en lata. Confío en usted dijo el señor Gato ; encárguese de la tienda. Yo me voy en busca de la materia prima. La cajera lo siguió con una mirada lánguida mientras se alejaba. Pensaba que su jefe era realmente un gato apuesto, con unos bigotes de auténtico comerciante de éxito. Qué porte! Qué mirada!
«Un comerciante pensó no es un caballero, pero casi. Y además, no me gustan los caballeros, porque generalmente están ya casados.» El señor Gato encontró el primer ratón en el sótano, escondido detrás de un montón de carbón. Buenos días dijo el gato. No sé contestó el ratón. Perdone, pero qué manera es ésa de contestar? No sé si será un buen día o no. Los gatos suelen darme mala espina. Hoy será un día grandioso afirmó el gato ; es más: un día histórico. Tendrá usted el honor de ser el primer ratón enlatado del planeta. Qué le parece? No sé repitió el ratón. Usted no sabe nunca nada dijo el gato, irritado. Venga, dé un saltito; entre en esta lata de colores tan bonita y verá. Qué veré? Verá que tengo razón. 17