Capítulo1.Losinterioresflamencosyholandesesdel sigloxvii En los Países Bajos en este siglo se desarrolla una pintura dirigida a los burgueses de las ciudades, una pintura de tamaño pequeño, pensada para decorar viviendas privadas. Había una gran competencia entre los pintores para conseguir vender sus obras y esto les llevó a especializarse en un determinado tipo de cuadros, que dominaban a la perfección. Hubo pintores de paisajes, de campo y de ciudad, de marinas, de interiores, de animales, de bodegones y de floreros. Fig. II.1.1 Peeter Neeffs I, Interior de una iglesia 1615-1616 Los edificios de la ciudad se convirtieron en un tema apreciado, era una forma de expresar el orgullo cívico en una región en la que la mayoría de los habitantes vivía en ciudades. Y la arquitectura era un tema muy apropiado para desarrollar los estudios de perspectiva, porque sus elementos se repiten alejándose del observador. Un buen ejemplo es el interior de la iglesia gótica flamenca incluido en este itinerario, con su sucesión de arcos, bóvedas, pilastras y ventanas, que definen un espacio amplio y luminoso. El pintor podía retratar uno de los monumentos de su época o crear un espacio inventado a partir de distintos elementos de las iglesias reales. Fig. II.1.2 Pieter Hendricksz De Hooch, Interior con una mujer cosiendo y un niño c. 1662-1668 Los interiores de las casas se convirtieron en un género de pintura muy cultivado, que hoy nos permite conocer muchos detalles de la vida privada de su tiempo. Lo primero que notamos es el valor que las casas y la vida familiar tenían para sus propietarios. Las casas holandesas eran propiedad de una familia formada por la Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.11
pareja y sus hijos, que hacían allí una vida hogareña y tranquila. Esta forma de vida, con un núcleo familiar reducido y sólo con algún criado, se dio antes en Holanda que en otros países europeos. Los muebles y la decoración en estos interiores expresaban la riqueza de sus propietarios, pero los interiores eran sobrios, nunca había tantos muebles como para reducir el espacio o la luminosidad de las habitaciones. Las paredes se adornaban con cuadros, espejos y mapas, y entre los muebles abundaban los bancos y las sillas, tapizadas de terciopelo y otros materiales ricos. La casa se calentaba con chimeneas muy adornadas. Peeter Neeffs I Interior de una Iglesia, 1615-1616. Óleo sobre tabla. 39,3 x 58,8 cm Los interiores de iglesias fueron un género cultivado por la pintura de Flandes y Holanda en el siglo XVII, y esta tabla es un buen ejemplo de esa pintura, que reflejaba las costumbres de la vida social y los edificios más importantes de la ciudad. Los Neeffs fueron una familia de pintores flamencos establecidos en la ciudad de Amberes y especializados en la pintura de interiores arquitectónicos, sobre todo de iglesias. Su maestro fue Steenwyck el Viejo, que a su vez había aprendido los secretos del género trabajando con Jan Vredeman de Vries, un pintor y arquitecto holandés, que alcanzó gran fama gracias a la difusión de sus Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.12
grabados. Representó en ellos arquitecturas inventadas que fundían lo gótico, lo renacentista, lo manierista y lo barroco, el clasicismo italiano y la arquitectura flamenca de su tiempo. En el siglo XVII su fama llegó a extenderse por lo que actualmente son los países escandinavos, Alemania y las islas británicas. Vredeman de Vries con sus arquitecturas medio inventadas fue el verdadero creador del género de los interiores de iglesias en la pintura de Flandes. El cuadro Interior de una Iglesia, del Museo Thyssen- Bornemisza, pudo inspirarse en una iglesia real o haber sido un espacio inventado por Peeter Neeffs. En este caso no retrataba la catedral de Amberes, que era uno de los monumentos más importantes del Flandes de su tiempo, y un tema que había pintado muchas veces. La iglesia gótica de su cuadro es un interior luminoso y lleno de vida: a la izquierda, se celebra la misa en un pequeño altar pegado a la segunda pilastra; entre los que atienden al sacerdote hay mujeres, hombres e incluso un perro. En primer término, a la derecha, dos caballeros se saludan; en medio, una criada lleva a una niña de la mano mientras dos damas hablan con un cura; a la izquierda, un hombre de espaldas y con el sombrero en la mano avanza hacia el lugar donde se celebra la misa. Vemos otras figuras en el interior de la nave central, y en un rincón de la nave de la derecha, una mujer vestida de negro se confiesa a un cura sentado. La iglesia tiene tres naves de la misma altura, en las laterales los arcos perpiaños son apuntados, mientras que en la nave central son tipo carpanel. Si seguimos el Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.13
espacio de la nave central hacia dentro, encontramos un muro con una gran puerta en el centro: es el coro. Delante de él y arriba, en el centro de la bóveda, hay un hueco circular por el que entra la luz, es una linterna. Algunos elementos de la arquitectura, como las pilastras, bóvedas, ventanas y las losetas del suelo se repiten desde el primer término hasta el fondo del cuadro, disminuyendo gradualmente en su tamaño y empalideciendo en su colorido, para indicar que la distancia respecto a nosotros, los espectadores del cuadro, es cada vez mayor. Esto es la degradación (o gradación) perspectiva. No sólo la arquitectura, también las pequeñas figuras humanas disminuyen según aumenta la distancia. Pero si nos fijamos en un hombre muy alto, vestido de negro, que oye la misa apoyado en la pilastra de la izquierda, dándonos la espalda, nos daremos cuenta de que es excesivamente alto para el lugar donde el pintor le ha colocado. Compárese su estatura con la de los dos caballeros que se saludan en primer término a la derecha, que están mucho más cerca de nosotros y sin embargo no son tan altos. El punto de fuga está muy próximo a la fila de pilastras de la derecha y queda por encima de las cabezas de las figuras. Seguramente la perspectiva se trazó desde el coro de la iglesia. En el cuadro se utiliza también la perspectiva atmosférica: el dibujo de la iglesia y de los personajes va perdiendo detalle a medida que nos alejamos hacia el interior del espacio. El efecto de Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.14
disminución por la distancia se refuerza porque los colores más vivos están en las ropas de los personajes que quedan más cerca del primer término. Por ejemplo, los vestidos rojos, la capa anaranjada del sacerdote que oficia la misa o el blanco luminoso que viste el otro sacerdote acompañado por las damas en el primer término. Las figuras más alejadas hacia dentro de la nave central visten colores grisáceos y sus ropas se han pintado sin detalles. Pieter Hendricksz De Hooch Interior con una mujer cosiendo y un niño, c. 1662-1668. Óleo sobre lienzo. 54,6 x 45,1 cm La pintura de interiores domésticos fue una creación de la escuela holandesa del siglo XVII. Reflejaba el confort de la vida familiar en la intimidad del hogar, con escenas de las actividades cotidianas de las mujeres, como el cuidado y la educación de los hijos pequeños. Pieter H. de Hooch comenzó a hacer este tipo de pintura después de casarse, establecerse en la ciudad de Delft y tener varios hijos. Más tarde, se trasladaría a vivir en Ámsterdam, donde pintó este cuadro y también otras escenas en edificios públicos, patios y calles de la ciudad, como por ejemplo, La Sala del Concejo del Ayuntamiento de Ámsterdam, también perteneciente a la Colección Thyssen-Bornemisza. En el Interior con una mujer cosiendo y un niño, representa el ambiente de una habitación en la penumbra, iluminada por una ventana a la izquierda y con una puerta que da paso a otra habitación. La mujer, Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.15
que ha levantado la cabeza de su labor, está acompañada por una niña, que nos da la espalda y va vestida con una falda hasta los pies. ésta era la ropa que llevaban las niñas en los cuadros de aquella época y, por tanto, el título del cuadro está equivocado, la figura no es un niño. La puerta abierta y una pequeña ventana interior que queda a la izquierda de esa puerta, encima de la silla, y que tiene una cortina roja descorrida, nos dejan ver la siguiente habitación. Resulta difícil entender lo que vemos, pero comparándolo con otros cuadros en los que aparecen chimeneas de aquellos días, podemos deducir que es la parte de arriba de una chimenea, adornada lujosamente con pequeñas bandas decorativas horizontales (molduras) que podemos ver a través de la ventana y de la puerta. De la cornisa de la chimenea cuelga un paño rojo, que puede ser de terciopelo, con flecos dorados. A través de la puerta vemos también una de las columnas que sujetarían la cornisa de la chimenea. Esa chimenea tan adornada es un detalle lujoso, como el suelo de las habitaciones, los vestidos que llevan la mujer y la niña y el tejido bordado (brocado) del respaldo donde se apoya la mujer, que también podría ser cuero repujado. Todo ello habla de una familia burguesa rica que vive en una casa confortable. Efectivamente, este cuadro fue pintado en Ámsterdam, donde De Hooch encontró una clientela más rica que la que había tenido cuando vivía en Delft. Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.16
El punto de fuga de la perspectiva de la habitación queda algo por encima y algo a la izquierda de la cabeza de la mujer. Si imaginamos una línea recta horizontal que pase por ese punto sería la línea de horizonte e indicaría la altura del punto de vista desde el que se ha realizado la pintura. Es la posición del pintor, que habría pintado su cuadro de pie. La luz que entra por la ventana es suave, además hay una cortina oscura que la tapa en parte. Esta luz produce sombras laterales en la pared del fondo: la sombra del cuadro, la del respaldo de tela o cuero sobre el que se apoya la mujer y la de la silla. La luz de la ventana llega a la mujer desde arriba y proyecta su sombra hacia abajo, en el costado de su falda y en la parte inferior de la pared. La niña está muy iluminada, pero no por la luz que entra a través de la ventana que vemos, sino por otra luz que le llega desde detrás por la izquierda y desde arriba. Tenemos que imaginarnos que en esta habitación hay otra ventana más próxima a nosotros, situada delante de la que vemos pintada. El contraste entre el gorrito blanco de la niña, su delantal y la oscuridad de la pared bajo las ventanas contribuye a destacar la figura de la pequeña y el gesto de su cabeza dirigido hacia la mujer en penumbra en el segundo plano. El pintor ha creado una atmósfera interior tranquila y misteriosa, en la que vemos a dos de los habitantes de esta casa hacer su vida cotidiana a la luz de las ventanas. Sus posturas, los pequeños objetos -como el luminoso cesto a los pies de la mujer- y los muebles que les rodean, contribuyen a crear la sensación del espacio. Itinerariosartísticos/Larepresentacióndelespacio/LibrodealumnoII.17
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