MI AMIGA ANA. -Tía, estoy súper gorda. -No te rayes, anda. -Ya, pero... -No seas dramática. Aquí me encuentro, rodeada de mucha gente, me siento sola y a veces solo hablo con mi propia mente. No sé ni cuándo empezó todo esto, no sé cómo ni cuándo empecé a mirarme de forma distinta. Desde cuándo no puedo acercarme a la comida? Desde que descubrí el mayor defecto que tengo: Estoy gorda. -Hola, déjame presentarme. - Quién eres tú? Por qué no te veo? -Me llamo Anorexia, mi nombre completo es Anorexia Nerviosa, pero tú llámame Ana. -Y qué quieres? Por qué quieres estar conmigo? Si nadie lo está? -Si me dejas, me convertiré en tu amiga, en tu mejor amiga, invertiré mucho tiempo en ti como nadie nunca lo ha hecho, te ayudaré a sentirte mejor, siempre que cumplas lo que te ordene. Escucho cosas sobre ti, como ''esa es lista'', ''saca buenas notas'', ''es una chica responsable'', pero no mientas, esas cosas no te hacen sentir bien, no te llevan a ningún lado. No eres perfecta, al contrario, estás gorda. Sé que te hace daño, pero yo voy a cambiar todo eso. Tus ojos no te engañan, sí, te ves gorda, tus padres y tus amigos te dicen lo contrario porque están obligados a hacerlo. No te permitiré comer mucho y tu nivel de grasa disminuirá y harás ejercicio, pero por ahora poco, hasta que empiece a decirte que si quieres ser una princesa de porcelana nunca es suficiente. Cada vez comerás menos, aumentará tu ejercicio físico y, a cambio, estaré siempre contigo, empezarás a pesarte y los números se volverán tus enemigos. Llorarás cuando te veas gorda, sonreirás cuando veas
hueso y después de todo esto, yo seguiré contigo porque tus pensamientos y los míos se habrán unido y estaré en tu cabeza, corazón y alma. Siempre sonreirás y meterás la barriga. Distorsionaré tu imagen hasta el peor de los casos y cuando comas sin que yo te lo haya dicho te sentirás tan mal por romper la regla y por comer que te obligaré a expulsar todo. Tomarás laxantes y te sentirás mal continuamente, y llegarás a cortarte de manera que termines obsesionada, dolorida y enferma. Crearé una niña perfecta, tú, y todos estarán orgullosos. Pero si luchas, si le dices a alguien todo lo que te hago pensar, nuestra forma de vida, volverás a ser aquella gorda que nadie quería. Soy tu amiga. Tú y yo. Solas las dos. Seré tu más grande logro - Basta! No pienso utilizar esto como forma de enfrentarme a mis miedos. No puedo engañarme, todo lo que me hace daño seguirá estando ahí. -Pero aprenderás a no temerle a la muerte. -No le temo a la muerte, temo al rechazo. -Yo no te rechazo, ven conmigo. Eres débil. Esas palabras resonaron en mis oídos, había sentido tantas veces que lo era, lo soy. Cada día que pasa estoy mucho más delgada y más desmejorada. Mis amigos y familia me quisieron ayudar pero era tarde, Ana ya era yo. Entonces echaba de menos esos momentos en los que lloraba por el rechazo de la gente y no por el rechazo de la comida en mi cuerpo. Insultos, agresiones, las miradas de la gente hicieron que mi vida terminará en un hospital, los doctores le llaman bullying, la gente acoso, pero en mi opinión la palabra que le corresponde sería: SOCIEDAD. Los días cada vez se me hacen más grises, más de cuatro meses llevo aquí internada, aunque no me arrepiento. Nunca es suficiente porque todavía no se me marcan los huesos como quisiera.
-Tienes un nuevo compañero -dijo la enfermera sacándome de mis pensamientos. - No piensas comer? -me miró con preocupación. Solo me tomaba medio pepino al día y ya era demasiado. Al día siguiente apareció un chico, era alto, bastante delgado, incluso más que yo. -Hola, me llamo Jonay, pero para ti, Jona. Soy Bulímico y anoréxico. Al mirarlo, me di cuenta de que estaba más delgado de lo que pensaba. Su delgadez era tan extrema que pareciera que en cualquier momento iba a caer desplomado al suelo. -Yo soy Ana, es decir, no... Alicia, me llamo Alicia -respondí yo un poco nerviosa. -Creo que seremos grandes amigos -dijo él dándome la mano, esas manos que eran puro hueso. Y no se equivocó. Mis días ya no eran tan grises, se habían vuelto de un gris tan blanco que hasta me gustaba. Tenemos tantas cosas en común que creo que somos amigos, mi primer amigo, supongo que tendremos muchos demonios en común. Los días pasaban y Jona ya era como un hermano, hablábamos de tantas cosas, menos de eso, de nuestro problema, era obvio, la diferencia es que yo mejoraba y él... su situación era complicada. Cada vez estaba peor, verlo vomitar hasta que solo saliera agua y sangre no era como quería ver a mi mejor amigo. Ya yo no podía hacer nada. Pasaban las semanas y mi impotencia crecía. -Me queda poco -me decía él cada día, pero nunca lo creí hasta que lo vi ahí, en una cama, su pelo no brillaba, sus ojos estaban apagados, no tenía esa sonrisa que tanto me deslumbró, no era persona, solo era hueso con un corazón. -Te vas a recuperar y le tomé la mano. -Solo quiero que sepas una cosa que a lo mejor nadie te ha dicho, ni tú mejor amiga Ana ahora él me apretó la mía entre las suyas.
- Nunca olvides que basta una persona o una idea para cambiar tu vida para siempre, ya sea para bien o para mal, déjame ser esa persona, eres más que una imagen. -Y yo nunca te he dicho que eres mi mejor y no pude evitar llorar. -No me pude salvar yo, sálvate tú. Prométeme que serás fuerte -dijo él cerrando los ojos. -Te lo prometo...-no llegó a responderme. Se había ido. En ese momento me sentí mal, ese vacío que había llenado Jona ha vuelto a aparecer. Entonces sentí ese dolor que había sentido mi padre, mi madre, mis conocidos, no era agradable. Corrí hacía el baño con ganas de vomitar, quería irme con él. Entonces me desplomé al suelo a llorar hasta que pensé aquella historia que me contó Jona un día que me puse a llorar mientras me veía al espejo. -El Ave Fénix fue el único animal del Edén que no comió del árbol prohibido y al ser echados Adán y Eva del Paraíso cayó una llama sobre él nido de éste y el pájaro ardió al instante. Pero, de las propias llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con un plumaje inigualable. Se dice que fue el único animal del Edén que resistió la tentación, lo que le convirtió en un ser eterno. Y en ese momento todo empezó a tener sentido y desde ahí me empecé a sentir como un Ave Fénix que resurge de sus cenizas, dejando atrás la tentación y el pecado. Renuncié al pecado, a la tentación, y me deshice de las llamas que me consumían para convertirme en lo que soy ahora. Ahora sé quién soy en realidad. No soy Ana, no soy Mía, no soy Jona. Ahora soy yo, lo que siempre fui y lo que seré siempre.