Don Quijote de la Mancha 1-Aquí tienes diversos fragmentos de Don Quijote de la Mancha; contextualízalos (sitúalos en la obra) y explícalos: -Eso creo yo-respondió Don Quijote-porque he tenido con el gigante la más descomunal y desaforada batalla que pienso tener en todos los días de mi vida. De un revés, zas!, le derribé la cabeza en el suelo y la sangre que le salió corría como un arroyo. -Como un arroyo de vino tinto-respondió Sancho-,porque quiero que sepa vuestra merced que el gigante muerto es un cuero y la sangre las seis arrobas de vino tinto que encerraba. Trajeron la jaula y encerraron dentro a Don Quijote, luego la cargaron en hombros y, al salir del aposento, el barbero simuló una voz aterradora que decía: -Oh caballero de la Triste Figura! no te humille esta prisión, porque así conviene para acabar antes la aventura en que tu gran esfuerzo te puso. - Qué dices, Sancho amigo? Mira no me engañes! -Venga, señor, y las verá vestidas y enjoyadas, que brillan más que brasas de oro, y van cargadas de diamantes y rubíes, y sus cabellos son rayos del sol que juegan al viento, y vienen a caballo.
Salieron del bosque y don Quijote extendió la vista hacia el Toboso, pero no vio en el camino más que tres aldeanas que se acercaban. Muy turbado, preguntó a Sancho si las había dejado fuera de la ciudad. - Cómo fuera de la ciudad? No las ve, resplandecientes como el mismo sol a mediodía? -Yo veo a tres labradoras sobre tres borricos-dijo don Quijote. En esto volvió en sí el Caballero de los Espejos y don Quijote le puso la punta de la espada en la cara, diciéndole: Muerto sois, caballero, si no confesáis que Dulcinea del Toboso es más bella que vuestra Casildea de Vandalia! Y además, os pongo la condición de ir al Toboso a rendirle homenaje Prometedlo!. Don Quijote, sonriéndose un poco, dijo: - Leoncitos a mí? A mí leoncitos? Como que soy yo hombre que se espanta de leones! Apeaos, buen hombre, y abrid las jaulas y echadme esas bestias fuera, que en mitad de esa campiña les daré a conocer quién es Don Quijote de la Mancha. - Viva, viva el rico Camacho con la ingrata Quiteria largos y felices siglos! Y muera, muera el pobre Basilio, que por culpa de su pobreza nunca podrá casarse con la mujer que ama! Y diciendo esto, tiró de la punta del bastón que había clavado en el suelo, separó la mitad, que servía de vaina a un estoque de afilada cuchilla y se arrojó sobre él.
Finalmente, don Quijote se sosegó, la comida se acabó y nada más terminar llegaron cuatro doncellas. La primera encajó una fuente de plata debajo de la barba de don Quijote, la segunda echó a la fuente agua de un jarro también de plata, la tercera le manoseó de prisa las barbas con una redonda pastilla de jabón oloroso, levantando copos de espuma por todo el rostro y por los ojos del obediente caballero, que tuvo que cerrarlos. La cuarta doncella lo secó muy reposadamente con dos blanquísimas toallas. Sancho, que sintió el calor, dijo: -Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego, porque parte de mi barba se me ha chamuscado. Voy a descubrirme, señor, para ver en qué parte estamos. -No hagas tal-respondió don Quijote-porque debemos de haber hecho gran camino y pronto caeremos sobre el reino de Candaya como el halcón sobre la garza. Sancho se puso a considerar un poco y dijo: -Me parece que este pleito hay que juzgarlo como haría un buen hombre. Y, así, mi sentencia es que el sastre pierda el dinero del trabajo, y el labrador el paño. Y no hay más. Esta sentencia provocó la risa de los presentes, pero al fin se hizo lo que mandó el gobernador. Mis ocupaciones son tantas que no tengo tiempo ni para rascarme la cabeza ni para cortarme las uñas, así que, señor mío de mi alma, no se espante si hasta ahora no le he dado noticias de mi gobierno, en el que paso más hambre que cuando andábamos los dos por las selvas y por los despoblados.
-Esta cabeza, señor don Quijote,-le dijo con mucho secreto tras cerrar muy bien la puerta-, ha sido hecha por uno de los mayores encantadores del mundo y tiene la virtud de responder a cuantas preguntas se le hagan al oído. Pero hoy es viernes y los viernes está muda, así que de aquí a mañana piense vuestra merced las preguntas que quiera hacerle, que yo sé por experiencia que responderá la verdad. -Yo soy el Caballero de la Blanca Luna y vengo a hacerte confesar que mi dama es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea. Si no lo confiesas, lucharé contigo y, si te venzo, quedarás obligado a dejar la caballería andante y a retirarte a tu pueblo durante un año. -Felicitadme, buenos señores, porque ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y ya condeno y maldigo las odiosa historias de la andante caballería.
2- Ordena cronológicamente las siguientes imágenes que hacen referencia a pasajes muy conocidos de Don Quijote de la Mancha. A continuación, explícalas brevemente. Imagen 1 Imagen 2 Imagen 3 Imagen 4
Imagen 5 Imagen 6 Imagen 7
Imagen 8