SÉPTIMO CONCURSO DE EXPERIENCIAS CUARTO PREMIO Cocina algo más que una actividad extraescolar APA EEI Tierno Galván. Villablino. León. FAPA LEÓN.
El APA pone en marcha un divertido y original proyecto donde las familias cocinan al son de canciones y refranes, con el objetivo de trabajar valores relacionados con la educación para la salud, promocionar la igualdad de género y dotar a los niños y niñas de nuevos hábitos relacionadas con la alimentación que prevengan los trastornos alimentarios. La Escuela de Educación Infantil Tierno Galván está ubicada en Villablino, un pueblo de la provincia de León. En ella están matriculados 175 niños y niñas de 1º, 2º y 3º de infantil. El centro cuenta con las aulas justas, no tiene gimnasio y tiene sólo un aula pequeña para logopedia. Compartimos la logopeda con el colegio de educación primaria de San Miguel, situado al lado del nuestro, y además contamos con una orientadora que atiende a las familias los martes en la sala del profesorado.
En el curso 2006/07 el APA, que cuenta con padres y madres bastantes colaboradores, estrenaba directiva y jornada continua recién establecida, y pese la falta de recursos y de medios, nos ofrecimos para organizar algunas actividades extraescolares. La idea del proyecto de cocina surgió del APA cuando varias profesoras nos pidieron colaboración en las actividades extraescolares. Cuando nos pusimos a diseñar la actividad pensamos varios criterios que debían ser básicos: que no crearan agravios comparativos entre los que acudían a ellas y los que no lo hicieran (como por ejemplo el Inglés), es decir debía ser una actividad ajena al currículo académico; algo que fuese igual para niños y niñas (coeducación); y que tuviesen que ver con problemas alimentarios de actualidad para concienciarles y para, de algún modo, darles instrumentos para poder tratar de evitar estas cuestiones en un futuro (trastornos alimenticios como bulimia, anorexia, obesidad, y malos hábitos en general). Una madre sugirió que ella estaba dispuesta a trabajar todo esto ya que se le daba bien la cocina, otras dos se ofrecieron para colaborar, y para dar ejemplo un padre ofreció su colaboración y así comenzó el curso. El objetivo del proyecto es conseguir, de una forma divertida, que los niños y niñas coman de todo, que experimenten con los alimentos y prevenir
trastornos alimentarios. A la vez nos proponemos educarlos en igualdad, y que los niños no vean la cocina como algo exclusivamente femenino. Paralelamente se trata de una actividad dinámica, donde desarrollan la motricidad, y también ayuda a fomentar la relación familia-escuela y las relaciones intrafamiliares, ya que los alumnos y alumnas se llevan las recetas del colegio y los padres y madres tienen la oportunidad de pasar tiempo con ellos repitiendo los platos cocinados en casa. Nuestras condiciones para poder llevar a cabo el proyecto eran muy precarias. El parvulario de Villablino no dispone de aulas específicas para actividades extraescolares por lo que, para desarrollar la actividad, tuvimos que coger una esquinita del hall y montar allí cada lunes las mesas, sillas, etc. Por otro lado, había que traer de casa los cacharros y volver a llevarlos para fregarlos. En ocasiones, al no disponer de horno ni cocina había que traer, por ejemplo, los huevos cocidos o las galletas hechas, como muestra de cómo quedaban los productos tras ser cocinados y para que se las llevasen los niños y niñas a casa al finalizar la clase. Y, en el tiempo de la actividad, hacer la masa y todo para que viesen como se habían hecho. Nos fuimos apañando con un microondas y un armario cedido por las profesoras.
Intentamos buscar diversas fuentes de financiación que apoyarán el proyecto. Pero la búsqueda no fructificó. Por ejemplo, quisimos pedir la colaboración al CEAS, pero desde el centro se nos comunico que el proyecto para el curso 2007/08 ya lo habían enviado y que, por lo tanto, este curso no iba a poder ser. Por su parte el Ayuntamiento tampoco nos apoyó, pues al ser una actividad de una asociación y no de todo el alumnado, nos argumentaron que no podían apoyarla (pese a que cualquier niño o niña, fuese o no fuese socio, podía asistir). Desde asuntos sociales se nos dijo que iban a intentar hacer algo pero con las elecciones, el cambio de gobierno, la investidura... llegó fin de curso y no nos dieron nada. Con quien sí pudimos contar fue con las profesoras, que dentro de sus posibilidades siempre colaboraron, por ejemplo poniéndonos un fregadero, lo que nos facilitó mucho la labor de limpieza de utensilios. Ellas siempre estuvieron a nuestra disposición y nos apoyaron. Cuando la receta era fácil aprovechábamos para enseñarles algún refrán o canción
relacionados con la comida lo que hizo más divertidas las clases y, por lo tanto, motivó a los niños y niñas a que vinieran con muchas ganas a las actividades. El hecho de que pudieran llevar la prueba a casa y de que sus familias pudiesen degustar y elogiar su trabajo también motivó mucho al alumnado.
Para fin de curso, coincidiendo con la graduación del alumnado, la monitora del taller nos tenía reservado a las familias, profesorado y alumnado un ágape de despedida e hizo entrega de un diploma (confeccionado por ella) y un lápiz, con un cocinero en un extremo, a todos los alumnos y alumnas. También regalamos a la directora del centro un bonito cuaderno con todas las recetas. Los beneficios del taller han sido varios. A medida que avanzaba el curso las familias nos comentaban que sus hijos e hijas probaban las recetas que ellos elaboraban en clase, con alimentos que nunca antes habían catado. Gracias al taller, y según palabras de los padres y madres, al final del curso sus hijos e hijas comían muchos alimentos que antes no querían ni probar. Este era uno de los objetivos que nos habíamos propuesto con esta actividad. Otro logro, que creemos haber alcanzado, es que para bastantes padres y madres la hora de la comida ya no es una batalla diaria. Por otro lado hay familias que nos dicen que también ellas han aprendido a confeccionar los platos de una manera atractiva, descubriendo que una presentación distinta a la rutinaria llama más la atención de los niños y niñas inapetentes y que también es una buena idea para aquellos niños que tienen problemas de sobrepeso, ya que al centrarse también en el aspecto exterior de los platos
les era más fácil controlar la cantidad de comida que comían. También nos agradecen los padres y madres que al realizar bien la comida evitan el picotear entre horas.
También creemos haber cumplido el objetivo de trabajar la coeducación ya que, por un lado, algunos padres colaboraron en las clases y otros se han ofrecido para el curso que viene, y por otro, los niños que asistieron al curso ayudan más en casa y han dado ejemplo a los compañeros y compañeras que no asistieron a ésta actividad, ya que nos consta que éste año hubo niños que no se apuntaron por pensar que era una actividad de niñas y quieren apuntarse para el próximo curso. Para el curso que viene nos gustaría tener un espacio acondicionado para poder admitir a todo el alumnado que quiera participar y adquirir los medios (horno, mesas, cocina, etc.) mínimos para impartirla cómodamente, pues ideas y voluntariado no nos faltan, así como tampoco la aprobación y el apoyo de la directiva del colegio.