SIRIA: LA CRISTALIZACIÓN DE LA PARÁLISIS DIPLOMÁTICA DE LA UE por María G. Zornoza BRUSELAS 3 ABRIL 2017 Graffitti de Bashar al Asad. Fuente: ECHO Facebook Twitter Google+ Correo El mundo es hoy una cuestión siria y Siria es hoy es una cuestión mundial, reza un manifiesto firmado por 150 intelectuales del país. La guerra actual se ha convertido en un tablero de ajedrez que ha evidenciado las limitaciones de la política exterior de la UE. Tras seis años, Bruselas se ha dado cuenta de que la cabeza de Bashar al Asad es demasiado cara. Cuál es el número de Europa?, se preguntan en Damasco. Cuenta la leyenda que la ladera del monte Qasium, en el norte de Damasco, fue testigo del primer crimen de la Historia, el lugar donde Caín mató a su hermano Abel. Incluso antes de existir como tal,
Siria ya era una zona de encuentros y desencuentros entre civilizaciones. La reconstrucción desde las cenizas no es algo nuevo para el pueblo sirio que sufrió un brutal número de bajas humanas y desperfectos en infraestructuras durante la Primera Guerra Mundial, por entonces territorio del Imperio Otomano. Es la puerta de Europa y tiene acceso al mar Mediterráneo, lo que despertó el interés histórico de Rusia, como demuestra la base naval de Tartús. Siria es una de las cunas más antiguas de la civilización y su riqueza etno-demográfica es inmensa. Es un Estado aconfesional -que no laico-, y nacionalista por el legado del imperio turco-otomano y francés. Durante estos seis años, la guerra en Siria ha mutado. Las protestas pacíficas han dejado un conflicto que el analista Fabrice Balanche califica de nueva Guerra Fría. El famoso historiador William Polk resume la mano de hierro con la que la dinastía Asad ha gobernado el país durante décadas: Si te metes conmigo te destruyo, si no te metes conmigo, ayudaré a que el pueblo prospere. Siria tiene un conflicto local, una guerra civil con componente mundial. Es una nueva Guerra Fría, que ha dado a Rusia un poder internacional que no tenía. Y ha transmitido un mensaje: los 20 años de hegemonía de EEUU han terminado, explica el francés a Aquí Europa. En 2011, Asad era para Washington y Bruselas un cadáver político que seguiría los caminos de Mubarak, Ben Ali y Gadafi. Su marcha era cuestión de semana o meses señalaba Hillary Clinton, por entonces Secretaria de Estado estadounidense. Seis años después, el presidente sirio está más reforzado que en cualquier momento previo -como demostró con su primera respuesta a la aviación israelí dos semanas atrás-. Y se ha erigido como la única alternativa a los yihadistas y a una oposición sumamente fragmentada. Todo el mundo se equivocó con Asad. Fueron fallos extensibles a la comunidad internacional, reconoces fuentes europeas a Aquí Europa, que confirman la profunda desunión de los Estados miembros ante su postura en el conflicto. El Reino Unido y Francia eran los países que exigían más mano dura con Asad. Con el primero diciendo adiós al otro lado del Canal de la Mancha, y el segundo en vísperas de unas elecciones decisivas, al panorama es distinto. Señalan además que no será la UE quien decida si Asad sí o Asad no, pero advierten que no habrá impunidad. El seguidismo de la política de Obama ha sido una tragedia monumental de la UE, liderada por Francia, que tiene una especia de obsesión histórica con Siria, señala al otro lado del teléfono Pablo Sapag, profesor e investigador en la Universidad Complutense de Madrid. La desestabilización de países, no solo Siria, tiene consecuencias directas en el propio proyecto europeo, explica. El analista Balanche coincide en que Siria ha sido la mayor derrota diplomática de la UE. Bruselas pensaba que el régimen de Asad iba a caer y ha sido el caso opuesto. Se ha estampado con la realidad. Su política
exterior ha fracasado. No hay alternativa a Asad. La oposición política no es una alternativa política. Lo que quiere Europa es la estabilidad de Siria por los refugiados y el terrorismo, asegura. Pasado, presente y futuro Una anécdota cuenta que en 1970, Henry Kissinger, el entonces secretario de Estado norteamericano, fingió interesarse en tomar contacto con algún interlocutor válido en Bruselas: Cuál es el número de Europa?, dijo de forma irónica. 50 años después, la política exterior de la UE sigue estancada en despachos, comunicados y conferencias que evidencian, como en el caso de Siria, limitaciones, incoherencias y una incapacidad crónica. Desde el nacimiento de las Comunidades Europeas, las cuestiones de seguridad y defensa comenzaron a cobrar especial relevancia en Europa, pero la OTAN ocupó este vacío. El Tratado de Maastricht de 1992 buscó promover una solución con la definición de una política de seguridad y defensa común (PESD). Pero la oposición británica, que siempre consideró a la PESD como posible rival de la OTAN, impidió concretar el proyecto. En la Cumbre de Saint Malos de 1998 planeaba la sombra de los Balcanes y se acordó una menor dependencia de la OTAN. El Tratado de Lisboa (2007) dotaba a la Unión Europea de una Política Común de Seguridad y Defensa que, entre otras cosas, pretendía reforzar su papel de actor en la esfera internacional. Los acontecimientos desencadenados tras la Primavera Árabe y sus consecuencias han puesto en entredicho este rol. La seguridad se ha vuelto una prioridad absoluta en los Veintisiete. En la carta que entregó la primera ministra británica Theresa May a Donald Tusk, presidente del Consejo, la palabra seguridad aparece referida 11 veces en las seis páginas. Angela Merkel y Francós Hollande también han manifestado que esta sería una cuestión clave en una supuesta Europa a dos velocidades. Las opciones para el fin de la contienda pasan por alcanzar una paz acordada entre las partes o una victoria militar de uno de los actores. Enfocar solamente en una victoria militar llevará a una victoria pírrica seguida de una guerra de guerrillas extremadamente larga y dolorosa, en la que continuarán muriendo los sirios, señalaba Staffan De Mistura, enviado especial de la ONU para Siria, al rotativo The Guardian. En su fase álgida y más devastadora estamos al final [del conflicto] debido a los últimos cambios militares y políticos, explica Sapag. Opinión de la que dista el analista Balanche. No veo un fin de la guerra en el año 2017. Queda mucho tiempo para que la paz llegue a todo el país, explica a este periódico Julien Barnes, experto en la zona del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales. Los
analistas coinciden en que las fronteras de Sykes-Picot no se cambiarán, tal y como se llegó a plantear en otras fases del conflicto. Solucionar los problemas étnicos y religiosos dividiendo sería una explosión, como demuestra el caso de Sudán del Sur. Por ejemplo, un Irak suní en el norte sería la parte más pobre, y pobreza es igual a terrorismo, explican. EEUU va a dejar Siria a los rusos y se centrará en Irak, afirma Balanche. Con la evidente imprevisibilidad del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, la estrategia de Washington en el conflicto no está definida. En las próximas semanas iniciará la gran batalla para reconquistar Raqqa, capital del califato del autoproclamado califa Ibrahim. Algunos analistas señalan que será un golpe de efecto para que Trump llegue reforzado al 4 de julio, Día Nacional, y exportar la imagen de que, a diferencia de su predecesor, puede acabar con Daesh. Ante la parálisis de la comunidad internacional muchos rebeldes moderados vieron en grupos extremistas como Estado Islámico o Al Qaeda su única vía factible de presentar cara y batalla al Ejército de Damasco. La mayoría de los rebeldes son ahora yihadistas, no laicos, explica Balanche que acaba de llegar a Washington desde Siria. En Idlib existen 50.000 rebeldes bajo el mando del Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y el Ejército sirio no está tan fuerte como para hacerles frente. El noroeste del país es las últimas semanas la zona con enfrentamientos más activos. Según Balanche, la estrategia de Damasco será dejar que las diferentes facciones de rebeldes y los grupos extremistas, que siguen la doctrina wahabí, se enfrenten y debiliten entre sí. Terrorismo La promesa previa a la Primera Guerra Mundial de Occidente de crear un Estado panarábico se rompió tras la derrota del Imperio Otomano. 100 años después, muchos grupos extremistas utilizan este argumento para hacer más atractiva su idea de un califato único gobernado por y para musulmanes. La inestabilidad en Siria creó el caldo de cultivo perfecto para que los acólitos de Al Bagdadi extendieran su yihad más allá de las fronteras de Irak. Además, tras el estallido de las protestas, Al Asad liberó a presos encarcelados con ideas radicales. Desde entonces alrededor de 5.000 europeos han viajado a Siria para luchar en sus filas. Sapag explica que los Servicios de Inteligencia europeos y sirios se necesitan mutuamente y ya están trabajando de forma conjunta para erradicar este problema global, y sobre todo, para evitar que retornen a sus países de origen y cometan atentados como los de Niza, Bruselas o París. El problema de los refugiados y los terroristas van de la mano. La extrema derecha está utilizando este clima de confusión y miedo para cerrar la puerta al Welcome Refugees a través de exportar la
idea de que los solicitantes de asilo suponen una amenaza y los terroristas podrían ocultarse entre los civiles que huyen al Viejo Continente. Con una cierta parálisis, los partidos tradicionales se han achantado ante este reclamo que se está convirtiendo en una máquina de votos. Con las elecciones francesas y alemanas en el limbo, la prioridad es crear zonas seguras en Siria para que las personas decidan quedarse en el país, y las que ya han salido vuelvan, explican fuentes europeas. Reconstrucción La estrategia de la UE en Siria es apoyar las conversaciones políticas de Ginebra, auspiciadas por la ONU, y que han sentado por cuarta vez en la mesa a las partes implicadas, excepto a los kurdos y a los grupos islamistas Tahrir al Sham y Ahrar al Sham. Bruselas es el principal donante de Siria y con un ojo puesto en la reconstrucción su línea es básicamente humanitaria, no política. Las estimaciones más cautas calculan que el país tardará entre 15 y 20 años en regresar a una economía funcional. En Siria han tenido siempre claro que la crisis no se podía resolver exclusivamente en términos militares. Por eso, la UE debe apoyar la reconciliación nacional y reengancharse positivamente al proceso sirio, explica Sapag. Fuentes europeas matizan que la prioridad es reanudar unas negociaciones de paz que sean inclusivas y realistas y que garanticen la unidad, integridad y soberanía del país. Y saben que les guste o no, Asad es un actor a tener muy en cuenta para ello. El mensaje a Damasco es claro, opina Barnes: Nada de ayuda hasta que el presidente sirio se comprometa con una transición política genuina. Los analistas coinciden en que la UE intentará salvar la cara y no reconocer que su política en Siria ha sido un error. Su única alternativa es volver a la realidad y ayudar a la reconstrucción, apuntan. La solución política es igual o más difícil que el complejo escenario local, regional y mundial de una de las perlas de Oriente. Bashar al Asad controla en la actualidad el 35% del territorio que aglutina al 70% de la población y Estado Islámico tiene bajo su yugo un 40% del territorio. Camino de su séptimo primavera, las cifras más generosas estiman en 320.000 el número de fallecidos; cinco millones los huidos del país y alrededor de siete millones de desplazados internos. Si en un inicio, se ansiaba paz, libertad y justicia, ahora muchos matan empujados por la venganza, Federica Mogherini, Alta Representante de la UE, presentó hace dos semanas en Estrasburgo una estrategia para Siria. Serán los sirios quienes decidan su futuro, explicó por entonces. Palabras que pronunció días después Rex Tillerson, secretario de Defensa de EEUU. Los sirios no tienen influencia sobre el conflicto, la paz está en las manos de Rusia y EEUU, y en segundo lugar de Irán, Arabia Saudí y Turquía, contradice Balanche.
La alternativa al Gobierno es una fuerza islamista de corte radical. Siria está vacunado con el sectarismo por razones históricas. Siria se acabará como país y como concepto cuando se imponga un régimen de tipo monoconfesional, zanja Sapag. AQUI EUROPA S.L. - Rue de la Science, 14B- 1040 Bruxelles (Bélgica) - +32 (0) 2880 36 26