LA JUVENTUD MOROSA Los jóvenes y el endeudamiento Daniela Jorquera Beas Enero 2010
Introducción Según antecedentes de la VI Encuesta Nacional de Juventud, dados a conocer esta mañana por el Director Nacional de la institución, Juan Eduardo Faúndez, en Chile existen más de 2 millones de jóvenes endeudados, lo que significa que 5 de cada 10 jóvenes chilenos tiene compromisos económicos con alguna entidad comercial. La autoridad indicó que actualmente la mitad de la población joven (50,6%) tiene deudas impagas o por pagar, siendo las mujeres de nivel socioeconómico medios y de sectores urbanos quienes presentan un mayor nivel de endeudamiento. De esta manera el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) dio a conocer el pasado 17 de diciembre del 2009, los principales resultados de la VI Encuesta Nacional de Juventud, relevando un dato hasta entonces desconocido para la opinión pública respecto de los jóvenes: el endeudamiento. Comúnmente, el endeudamiento está asimilado a sectores trabajadores, adultos y de estratos medios y bajos, que dada sus condiciones salariales deben recurrir a créditos para obtener bienes y servicios que no alcanzar a ser cubiertos con el salario mensual. Pero qué significa la cifra que el INJUV nos está entregando? Por un lado, y tal como ya lo decíamos, estamos frente a una nueva expresión de práctica social con repercusiones a mediano y corto plazo en términos económicos de un sector que no había incursionado en ello y que tampoco posee las condiciones necesarias para enfrentar las consecuencias de esta práctica (las deudas). Pero visto desde la sociología del consumo, el fenómeno del endeudamiento juvenil nos permite hacer una lectura desde los significados e implicancias de esta conducta. Será, entonces bajo esta óptica, que analizaremos los datos entregados en esta Encuesta para reflexionar desde la definición de consumo en tanto expresión de una práctica social con significado que crea cultura. Haremos una breve síntesis de las ideas principales de la discusión sociológica a este respecto, especialmente lo propuesto por Zygmunt Bauman, para luego contrastar los datos del estudio y proponer algunos
caminos de interpretación de esta nueva expresión del consumo juvenil, en el Chile globalizado y del bicentenario. Qué dice la Sociología del Consumo? Breve síntesis. Definición de consumo El consumo como práctica social existe en casi todas las culturas. Por lo general, se asocia a la idea de adquirir bienes producidos en el mercado, en una sociedad de mercado y, por ende, en una sociedad moderna. Desde la teoría sociológica, la pregunta por el consumo no es el por qué sino el cómo se consume, haciéndose cargo de la realidad formal del consumo más que de su realidad sustantiva (homus economicus vs. homus sociologues). Desde esta perspectiva, se pueden distinguir distintas miradas del consumo: la teoría crítica, en la cual el hombre es alienado y dominado por la sociedad de consumo. El consumidor es manipulado, sin poder ejercer su voz y voto, puesto que el consumo es una práctica irracional: se pierde la individualidad, se cumplen con las premisas de standarización normativa que la industria promueve (sobre todo pensando en la industria cultural) y no se permite la disidencia. En esta postura encontramos autores como Marx, Adorno, Galbraith, Marcuse entre otros. Desde la literatura latinoamericana contemporánea, encontramos lo expuesto por García Canclini, sin duda uno de los autores más citados y leídos en los estudios del consumo y cultura. En sus textos, examina distintos modelos que se han usado a la hora de definir consumo: desde aquellos que hablan del consumo en tanto el lugar por el cual compiten las clases y grupos por la apropiación del producto social; o el espacio de diferenciación social y distinción simbólica entre los grupos; como un sistema de integración y comunicación social; en tanto proceso de objetivación y realización de los deseos; o un proceso ritual. Concluye que si bien cada uno de estas interpretaciones resultan válidas, no serían suficientes por sí solas a la hora de definir qué es consumo. Por tanto, es necesario agruparlas e integrarlas en una idea mayor. De este modo, García Canclini propone definir el consumo como el conjunto de procesos socioculturales en que se realiza la apropiación y los usos de los productos (García Canclini, 1999).
Esta perspectiva es similar a la idea de Mary Douglas y Baron Isherwood 1 en el sentido del doble papel de las mercancías: por un lado, no sólo los bienes mercantiles servirían para la subsistencia de las personas sino también para establecer las fomas en que las relaciones sociales se desarrollan al interior de la sociedad. Los bienes materiales, según estos autores, permiten hacer visibles y estables las categorías de una cultura, por lo que la esencia del consumo es la capacidad que tiene de dar sentido a las prácticas sociales. Esta característica es la que permite crear y re crear formas culturales. Desde la lógica del consumo e individualización, encontramos una postura si bien crítica al consumo, que lo entiende como un espacio de construcción de la realidad, del yo y no como mera dominación. Es decir, la práctica del consumo permite a los individuos construir sus propias biografías en un espacio donde constantemente se está definiendo cómo somos y cómo queremos ser; este espacio es el Mercado. Así, la reflexividad del consumo permite la construcción de nuestras biografías. En esta segunda lógica encontramos los aportes de Zigmunt Bauman, sociólogo contemporáneo, quien ha defendido la idea de que las transformaciones de la sociedad actual se pueden analizar como el desarrollo de una sociedad donde prima el consumo. Para él, las relaciones que las personas desarrollan con la sociedad su identidad, sus principales aspiraciones y deberes son a través del consumo (Catalán, 2009). De este modo, plantea que el consumo no tiene que ver con obtener y acumular posesiones. Se trata, en esencia, de acumular sensaciones (no necesariamente placenteras, o al menos no necesariamente placenteras por derecho propio; lo que se tiende a experimentar como placentero es tener sensaciones, y todavía más la esperanza de nuevas sensaciones) (Bauman, 2004). Para Bauman, lo importante está en el uso de los bienes que se consumen: el uso instantáneo en el momento, que no dura más allá del placer que proporcionan, el uso que se puede suspender ni bien el placer se detiene. Ya que todas las atracciones cargan con la desagradable costumbre de envejecer desde el momento mismo en que nacen...éstas tienden a ser más seductoras y agradables ni bien aparecen. Lo deseable de una atracción desemboca en lo deseable del comienzo de una nueva atracción. 1 Tomado de los apuntes de clase de Sociología del Consumo.
(Bauman, 2004). De esta manera, la vida del consumidor sería una constante búsqueda de nuevos comienzos. El placer de comprar es en sí mayor que el de la compra. En la lógica de Bauman, las personas lograrían su felicidad gracias al consumo. La búsqueda de la validación de los deseos de apropiación de bienes es el acicate para continuar consumiendo y dada la imposibilidad de la satisfacción total de este deseo, las personas vivirían en una constante insatisfacción y ansiedad por lograr concretar su búsqueda frente a la incertidumbre e inseguridad de encontrar esa felicidad. De ahí que seríamos más interpelados como consumidores que productores. Bauman habla en relación a la sociedad de consumo que si bien genera libertad para algunos individuos también genera opresión para muchos, aquellos que no tienen la posibilidad de hacer elecciones. Los seducidos son aquellos que tienen en el consumo un área de liberación, mientras los oprimidos no tienen los recursos necesarios como para poder implicarse en las ventajas que la sociedad del consumo ofrece. Serán los jóvenes encuestados una muestra del sector de oprimidos del que habla Barman? En las siguientes hojas intentaremos responder esta y otras preguntas relacionadas a la luz de los resultados del estudio del INJUV. El consumo en nuestro país. El salto hacia una sociedad de consumo se verifica no cuando las empresas se deciden a tratar a las personas como consumidores, sino cuando éstas empiezan a comportarse como tales en casi todas las dimensiones de su vida. Esto es lo que está ocurriendo en Chile a partir de los 90. Las personas se comportan antes como consumidores que como ciudadanos; antes como individuos que como grupos sociales o comunidades; antes como defensores de derechos e intereses privados que como promotores de fines colectivos; antes como defensores de la transparencia del mercado que como demandantes de beneficios del Estado. En la economía de mercado el rey es la empresa; en la sociedad de consumo el rey es el consumidor (Eugenio Tironi, en La irrupción de las masas y el malestar de las élites, p.29).
Las tendencias de la sociedad de consumo a nivel global se perciben claramente en la sociedad chilena actual: la extensión del crédito, el consumo como placer, el consumo de tecnología, la búsqueda de la identidad a través del consumo, etc. El impacto de estas tendencias en Chile tiene lados negativos, algo que es soslayado por la retórica de los intelectuales legitimadores del sistema, que ven en el consumo un sinónimo de progreso y desarrollo social y económico para el país. A diferencia de Europa y los Estados Unidos, la incorporación de los trabajadores al consumo en Chile no se ha dado a través de mejores sueldos o la redistribución por parte del Estado de recursos económicos hacia los sectores más desfavorecidos, sino mediante la masificación del crédito que cubre a casi todos los sectores sociales. Ejemplo de ello es su extensión a través del uso de las tarjetas de crédito de los bancos y de las tarjetas de multi tiendas. No existe ninguna garantía de que en países como Chile o en el resto de Latinoamérica la globalización y el consumo vayan a crear una sociedad en la que la mayoría de la población se beneficie de las oportunidades que el consumo entrega. En este sentido, el artículo escrito por Paula Barros sobre el endeudamiento de los chilenos (Barros, 2008) nos presenta una reflexión crítica del tema, al analizar los resultados de la Encuesta Nacional de Opinión Pública UDP 2008. Una primera constatación de Barros es que sería a partir de los años 80 en adelante que el acceso al crédito para los chilenos se ha incrementado, sobre todo en el uso de tarjetas de crédito no bancarias (es decir, de casa comerciales o grandes tiendas), las cuales están asimiladas a la práctica de consumo. De ahí que se constate que la mayoría de los chilenos mayores de 18 años tiene al menos una deuda que pagar, fundamentalmente con grandes tiendas. Y este endeudamiento forma parte del presupuesto familiar regular; es una estrategia habitual para la mayoría de los hogares de nuestro país. (Barros: 83-2008). En cuanto a tramos de edad, es el de 30 a 45 años donde se concentra los mayores niveles de endeudamiento. Si bien el endeudamiento provoca temor y angustia en las personas, también es cierto que el crédito genera muchos beneficios económicos y se ha transformado en una poderosa herramienta para extender el consumo en el país (Barros, 2008). Sin embargo, esta extensión en el consumo no ha provocado un ascenso social sino por el contrario. Y esta es una de las afirmaciones más interesantes del análisis de Barros, al
plantear que aun cuando los créditos operan como aparentes niveladores de la diferenciación social, se han transformado a sí mismos en generadores de distinción. En otras palabras, puede que se tenga acceso a bienes relativamente similares, pero la diferencia de estratos sociales está marcada por la forma en que se paga por ellos (Barros, 85: 2008). De aquí los sujetos ABC1 tengan, en promedio, más tarjetas de crédito bancarias (Visa o Mastercard) y por tanto mayor nivel de endeudamiento, pese que son los sectores medios y medios bajos quienes más se sienten inseguros respecto del pago de sus deudas. En relación a la tenencia de tarjetas de crédito de casa comerciales, son los C3 quienes lo lideran. En síntesis, el fenómeno del endeudamiento en nuestro país y el aumento del consumo, estaría generando un nuevo espacio de diferenciación social, pues ante la pregunta de y cómo va a pagar?..., lo que nos distingue a unos de otros es fundamentalmente la tarjeta que sacamos de la billetera para hacerlo, la cantidad de cuotas con que resolvemos nuestro pago y cómo dormimos al final del día fruto de esta transacción (Barros, 89:2008). Y en este marco, qué pasa con los jóvenes? Una respuesta interesante es la que Mario Sandoval nos propone: para él, los jóvenes chilenos del siglo XXI están en un mundo que no les pertenece, pero que lo desean, como afirma el INJUV al analizar sus encuestas nacionales de la juventud: los jóvenes actuales lejos de ser acreedores de la llamada deuda social, buscan caminos de integración a través de la educación y el trabajo. Anhelan "ser parte de" la sociedad actual y a través del mercado tratan de integrarse a un ethos tecno/democrata/comercial. El gran desafío de los jóvenes chilenos en este nuevo milenio es relacionarse con una sociedad y un modelo económico que los seduce a consumir y a participar de las modernizaciones, de los éxitos económicos; pero al mismo tiempo los rechaza, excluye, los ignora y/o los castiga por su condición juvenil, en un contexto mundial de mutación cultural. (Mario Sandoval, 2002) Estos jóvenes aceptan el sistema y sus reglas del juego, incorporándose precariamente a los mercados y endeudándose en volúmenes que sobrepasan su poder adquisitivo. Las tarjetas de crédito les permiten entrar al sistema y una vez dentro, tienen que tratar de mantenerse y hacer lo posible para no ser morosos y eventualmente tener problemas judiciales por no pago. (Mario Sandoval, 2002)
Podemos decir, entonces, que aparecen dos ideas generales sobre el endeudamiento: por un lado, estaría la necesidad de ser parte de una sociedad donde el mercado es el eje central y el acceso al crédito la puerta de entrada a este mundo para aquellos que desean participar pero sus condiciones reales de vida les juega en contra. Por otro lado, el consumo permite satisfacer la necesidad de felicidad, siguiendo a Bauman, que es la razón del constante consumo en busca de esta satisfacción. Volviendo al objetivo de este ensayo, que es ofrecer una interpretación al fenómeno del endeudamiento en los jóvenes a partir de los resultados de la VI Encuesta Nacional del INJUV, las ideas aportadas por Bauman nos parecen muy pertinentes, sobre todo en la búsqueda de placer constante que supera muchas veces la compra misma de la mercancía. El análisis de los datos aportados por este estudio nos servirá de guía. Qué dice la Encuesta del INJUV? Este estudio, el primero en el país que permite conocer el nivel de endeudamiento de los jóvenes chilenos, entrevistó a hombres y mujeres entre 15 y 29 años, residentes en todas las regiones del país, de zonas urbanas y rurales, con un tamaño muestra de 7.570 casos. Se realizó entre los días 18 de marzo y 27 de abril del 2009. Los principales hallazgos son: 1. La principal fuente de ingreso que tienen los jóvenes son los aportes recibidos por sus padres (59,3%) y la mayoría se encuentra estudiando, por lo tanto no percibe mayores ingresos para pagar las deudas contraídas. El aporte de los padres es más fuerte en el nivel ABC1 con un 72,7%. 2. Los hombres jóvenes muestran una mayor autonomía económica que las mujeres quienes en su mayoría viven gracias a aportes generados por otros. Los jóvenes de localidades rurales presentan una mayor autonomía económica que los de zona urbana. 3. El 50,6% tiene deudas impagas, siendo las mujeres, de sectores C2 y C3 urbanos y con estudios técnicos quienes presentan un mayor nivel de endeudamiento (mayoritariamente no tienen autonomía económica por tanto son más susceptible a contraer deudas para satisfacer necesidades de consumo).
4. Mayoría de las deudas están asociadas al consumo: 57,3% tiene deudas con tiendas comerciales, el 33,7% con tarjetas de crédito y sólo el 20,7% tiene crédito de consumo. Los créditos para educación e hipotecarios tienen el 16,1% y el 3,5% respectivamente. 5. En general, los hombres tienen deudas de mayor cantidad que las mujeres, pese a que éstas presentan mayor nivel de endeudamiento. Sin embargo, en tiendas comerciales, las mujeres presentan deudas de mayor cantidad que los hombres (consumo de tiendas comerciales es femenino). 6. El 29,2% de los jóvenes que han contraído deudas se encuentra en situación de morosidad u atraso. De este total, el 32,5% son deudas en tiendas comerciales y el 19,3% corresponde a deudas con tarjetas de crédito. 7. Las tarjetas de crédito de tiendas comerciales es el instrumento financiero al que tiene acceso la mayor proporción de jóvenes (46,6%), luego las cuentas de ahorro (34,9%), cuenta vista (23,5%), tarjeta de crédito bancaria (16,9%), chequera electrónica (14,6%) y cuenta corriente (10,8%). 8. El listado de los bienes en los que más se gastan mensualmente nos entrega una pauta muy interesante de las prioridades en el consumo para los jóvenes. Estas son: Transporte y locomoción (72,5%) Alimentación (66,2%) Artículos de perfumería, belleza e higiene (56,2%) Vestuario (54,2%) Fiestas o carretes (44,5%) Entretención (deportes, cine, etc.) (30,4%) Educación (30,1%) Cuentas (29,2%) Pago de deudas (23,5%) Salud (excluye previsión de salud) (16,9%) Ahorro e inversión (13.3%) Vivienda (11.6%) Gastos o transferencias a familiares (8,6%) 9. El endeudamiento es de $884.657, de los cuales $398.104 se encuentran en mora. Son casi un millón y medio de personas las que acumulan deudas que alcanzan los $880 mil por caso.
Es interesante comparar los hallazgos de esta encuesta con los que anteriormente expusimos del trabajo de Barros. Para empezar, los sujetos que más reconocen su situación de endeudamiento: para el caso del estudio IPSO-UDP, son las personas entre los 30 y 45 quienes más se preocupan de esta situación, siendo el tramo 18 a 29 años quienes menos lo hacen. Y es este último tramo el que investiga el INJUV. Por otra parte, la mayoría de las deudas contraídas por los jóvenes corresponden a deudas con tiendas comerciales y tarjetas de crédito y en menor medida con créditos para educación e hipotecarios tienen el 16,1% y el 3,5% respectivamente. Ello, nos muestra los usos que se hacen de este endeudamiento, es decir, la adquisición de bienes de consumo para la satisfacción personal (como artículos de belleza, vestuario, carretes) para lograr una distinción del otro, una distinción de poder y acceso a un mundo que les abre las puertas para su ingreso, gracias al consumo. De esta manera, las aspiraciones de gasto y compra que los jóvenes realizan nos revelan la posición social que quieren ocupar, concordando con las conclusiones presentadas por Barros. En el caso de los jóvenes, la posición social que el consumo de ciertos bienes les permite es a costa de un endeudamiento para el cual no cuentan con recursos suficientes para enfrentarlo. De ahí que hablemos de una juventud morosa, que no alcanza a disfrutar con plenitud los bienes que el consumo le otorga ni de la posición social asociada a ello, cuando debe pensar en cómo pagar esta satisfacción. Pero el consumo también puede ser analizado como un ejemplo claro de la falta de políticas públicas hacia este sector en lo que respecta a garantizar la igualdad de oportunidades de acceso al mercado, por una parte. Pero también respecto de los cánones sociales y culturales de lo que debiera ser un joven del Chile actual. Y con esto último, queremos volver a los planteamientos de Barman cuando decíamos que la búsqueda de la validación de los deseos de apropiación de bienes es el acicate para continuar consumiendo y que las personas vivirían en una constante insatisfacción y ansiedad por lograr concretar su búsqueda frente a la incertidumbre e inseguridad de encontrar esa felicidad. Y esto es lo que podríamos entender como uno de los motivos centrales del consumo en los jóvenes, que más que encontrar la felicidad, se busca participar activamente de una sociedad que no los invita en igualdad de condiciones pero que continuamente los seduce a incorporarse, a costa de endeudarse.
Si tengo una tarjeta de crédito y sin mayores trámites puedo comprar aquello que creo me proporcionará una satisfacción e identificación con mis pares, la invitación no se piensa más, se toma y listo. Y qué pasaría si esta identificación social con los pares no estuviera enfocado en el tener sino en el hacer ; qué pasaría si esta satisfacción los jóvenes la pudieran encontrar en otros ámbitos, como la educación, el deporte, la música, por decir algunas. Sería el endeudamiento por consumo de bienes comerciales un tema para debatir y preocuparse? Por cierto que el mercado y sus expresiones como el consumo no desaparecerían ni mucho menos el sistema de economía globalizado de los países. Pero quizás, el tema del endeudamiento juvenil no sería tema de preocupación pues estaría concentrado en proporciones menores y controlables. Ya no sería es el síntoma de la enfermedad del consumo, sino que ya se habría generado un antibiótico para su tratamiento. Pero esto es tema para otro análisis.
Bibliografía Paula Barros, Tres cuotas, precio contado? Chile 2008 Percepciones y Actitudes Sociales. ICSO UDP. Santiago, 2009. Mario Sandoval M, Jóvenes chilenos y su relación con los mass-media, Reunión Anual del Grupo de Trabajo en Juventud del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. CLACSO. Lleida-Barcelona. 20-25 de Mayo 2002. Organización Iberoamericana de la Juventud CEPAL.La Juventud en Iberoamérica. Tendencias y urgencias.santiago, Chile. Octubre, 2004. Zygmunt Barman. La Sociedad Sitiada. Fondo de Cultura Económica. Argentina, 2004. Sexta Encuesta Nacional de Juventud. Instituto Nacional de la Juventud. Gobierno de Chile. Santiago. Diciembre, 2009. Carlos Catalán. Consumo y segmentación: Algunas consideraciones conceptuales y empíricas. Expansiva Instituto Políticas Públicas UDP. 2009. Eugenio Tironi, en La irrupción de las masas y el malestar de las élites. En La utopía consumista de Chile, de Pablo Cristoffanini. Universidad de Aalborg, Dinamarca. Rodrigo Moulian, Consumidores y ciudadano o el consumo como hipérbole. Reseñas. Universidad Austral de Chile. Pablo Cristoffanini, La utopía consumista de Chile. Universidad de Aalborg, Dinamarca. Apuntes de clases de Sociología del Consumo.