XXVIII Congreso de Fepal Transferencia, Vínculos y Alteridad Título del Trabajo: Objeto, Transferencia y Compulsión de Repetición Eje temático 2: Detención y movimiento en el trabajo clínico: repetición y apertura en el vínculo Transferencial Nombre de la autora: Lic. Nélida Cortés de Castellano e-mail: cortesnelida@yahoo.com.ar Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Bogotá, Colombia - Año 2010 Eje Temático 2. Objeto, Transferencia y Compulsión de Repetición En este trabajo se desarrollan algunas relaciones entre la elección de objeto, la transferencia y la compulsión de repetición. La hipótesis planteada sostiene que en la naturaleza de la elección de objeto está presente la compulsión de repetición -entendida como el factor fijador a la represión, o sea la resistencia del Ello a desanudarse del polo de atracción que actúa sobre la pulsión desde la filogenia. Cuando el objeto disponible en la realidad externa no se ajusta a estos derroteros pulsionales signados por la fijación, el sujeto se dedica a construirlo a fin de poder amar (u odiar), como única alternativa frente al vacío que propone la pulsión de muerte. El despliegue de la transferencia en la sesión psicoanalítica dará cuenta de este proceso. Huellas Sabemos que la pulsión sexual queda inscripta en el psiquismo a través de su representante representativo, al principio objeto parcial, pero no por ello contingente, ya que se trata del objeto productor de la primera experiencia de satisfacción. Por un lado este objeto debe estar disponible en la realidad material, realizando la acción específica que permita la satisfacción de la necesidad, por otro lado el deseo no apuntará necesariamente a su presencia, ya que el sujeto puede alucinarlo o fantasearlo. Sin embargo la supervivencia requiere una acción de desligadura del objeto alucinado que permita cierta satisfacción real de la necesidad ( acción inhibitoria del Yo (1)). Aquí la desinvestidura está al servicio de Eros, preservando la necesidad y la posibilidad de un nuevo soporte libidinal. La libidinización de un objeto de satisfacción real- permite al mismo tiempo, vía frustración, impulsar el deseo, impedir la estasis libidinal en el Yo, y es factor primordial en la construcción de la realidad. Las huellas de la primera experiencia de satisfacción permiten la recarga (sobreinvestimiento) de la imagen mnémica del objeto privilegiado, a través de la inscripción de representaciones asociadas tanto a la caída de tensión de necesidad como al placer. Esta evocación está destinada a la represión posterior. Los objetos que de ahí en más se ligarán a la pulsión sexual tendrán siempre el carácter de sustitutos: en el humano la necesidad no se presenta aislada del deseo, aquello objetos de la necesidad existentes en la realidad material, deberán integrarse con aquellos otros, alucinados, que convocan un paraíso perdido en el cual todo anhelo era satisfecho... La pulsión reprimida
nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena que consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción; todas las formaciones sustitutivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son insuficientes para cancelar su tensión acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas (2). Fantasía y realidad se conjugan en la construcción del objeto, construcción que es obra del sujeto, ya que el objeto sexual no provendrá ni de un determinismo biológico ni de una mera disponibilidad en el mundo externo. Esa construcción conlleva también una aspiración: la búsqueda de sus encarnaduras posibles. Las características de mayor fijeza de esta construcción devienen condición erótica, sin la satisfacción de la cual la libido yoica no podrá transmutarse en libido objetal. Todo nuevo objeto investido en el transcurso de una vida vendrá a ocupar el lugar de algo ya esperado; la misma búsqueda del objeto estará signada por esta intención, y, a pesar de que los modos de satisfacción transaccionales son, al decir de Freud, siempre insuficientes, esta insuficiencia es la que asegura la continuidad de la vida. Cuando el objeto disponible en la realidad externa no es asequible a la depositación del ideal sexual no cumple la condición erótica o la rehúsa en un aparato psíquico poco capacitado para realizar sustituciones ya sea debido a cierta viscosidad constitucional de la libido o a la existencia de importantes fijaciones pregenitales- la libido objetal amenaza con inundar al Yo, en un reflujo que pone en peligro su integridad (3)*. En estos casos la realidad es replanteada casi al modo de un deliriode manera tal que se produce entre fantasía y realidad un fenómeno de interpenetración (P. Aulagnier) que vuelve imposible la represión (propia del principio de placer-displacer) y la reelaboración de la fantasía. La leyenda queda confirmada, sólo es necesario de ahí en más un proceso de construcción de un objeto o situación a los cuales se pueda investir(4) (**). Esta tarea se vuelve obsesión (automatismo?): cada acto, cada paso, está destinado a reencauzar a la libido en un camino y un destino ya transitados. Se trata de hacer posible que la experiencia traumática pueda ser incluída dentro de un sistema de representaciones (inconscientes) que permitan su tramitación psíquica. Viñeta Clínica Norma, de 39 años, casada con Carlos, oficial de policía, y madre de Analía, consulta aquejada de intensa angustia que dice, le hace imposible la vida. Relata que todo comenzó cuando descubrió que Carlos la engañaba con Graciela; confiesa amargamente que es ella la que ha entregado a su marido, ya que jugó una apuesta con Graciela para ver si ésta era capaz de conquistarlo. Cuando se entera finalmente que la infidelidad se consumó, cae en una profunda depresión, que no mejora con ayuda psiquiátrica. Abruma a su marido con sus reproches y desatiende absolutamente su casa y a su hijita y a ella misma. Comenta que su hogar paterno fue siempre muy conflictivo, las infidelidades mutuas y las separaciones eran moneda corriente. Fue criada por su abuela Matilde, quien compartía con su segundo marido la casa en la que vivían Norma y sus padres. El marido de esta abuela la inicia a los 5 años en juegos sexuales, dándole dinero a cambio. En las ausencias de su padre, su
mamá, siempre esquiva y alejada de Norma, introduce hombres en la casa con quienes se acuesta por dinero, mientras obliga a Norma a vigilar para no ser descubierta. La niña se siente marginada frente a la puerta cerrada de la habitación, pero la excita su papel de vigilante. Alrededor de sus 15 años la madre cambia de actitud hacia ella: de indiferente, se vuelve cariñosa y solícita le enseña a maquillarse y a vestirse provocativamente y la convierte en compañera de sus salidas nocturnas, en las cuales lo habitual es el intercambio sexual por dinero, así como el surgimiento de la rivalidad por ciertos hombres. La paciente dice: esa fue la época más feliz de mi vida. Unos años más tarde Norma se pone de novia con Carlos que estudia en la Academia de Policía y se casa con él a los dos años, continuando sus salidas con otros hombres. Durante su noviazgo queda embarazada dos veces supone que de su marido- y se realiza dos abortos. Al casarse, siente que su madre se aleja de ella otra vez, volcándose hacia sus hermanas menores lo que le provoca intensos celos y la sensación de estar sola en el mundo. Luego de un año de casada nace su hija Analía, niña muy enfermiza y de la que Norma dice me convirtió la vida en un infierno. Alrededor de los tres años de casada descubre que su marido se ha mezclado con delincuentes y proxenetas. Comenta este hecho con dolor y asegura que la imagen de Carlos se desprestigió ante sus ojos, pero luego, con naturalidad, admite que ella ha seguido manteniendo relaciones sexuales con otros hombres por dinero, práctica que es también común en su matrimonio. Luego de la infidelidad de Carlos, Norma comienza una intensa campaña de investigación sobre su marido: revisa todas sus cosas, intenta descubrir códigos secretos en sus papeles y agendas, lo sigue a escondidas, trata de adivinar cada uno de sus movimientos y lo interroga sin cesar. Se obsesiona por conocer detalles de la vida de Carlos y dedica horas enteras a planificar nuevos descubrimientos. Sólo estas tareas logran sacarla de la depresión. Le interesa sobre todo averiguar si su marido mantiene relaciones con prostitutas. Luego de algunos meses de tratamiento, habiendo cedido un poco la condición angustiosa de Norma, comenzaron a desplegarse en sesión las ideas y actos obsesivos de la paciente, relatadas minuciosamente y centradas en las supuestas actividades delictivas del marido y en el impulso de ella por investigarlo. La analista pudo ir señalando muy lentamente la relación entre esta necesidad compulsiva actual de Norma con el papel de vigilante que le hacía cumplir su madre cuando era pequeña y sus sentimientos de complicidad (aquella que la excitaba, ésta que la saca de la depresión) y exclusión. La paciente rechazó la interpretación, pero pasado un año la reconoció espontáneamente. En el campo transferencial la analista corporizó a Matilde desde dos vertientes: por un lado era la que cuidaba a Norma, por otro era aquella que no ve lo que pasa en su propia casa, lo cual conducía a favorecer las mentiras y el disimulo y hacía que la paciente mostrara una actitud condescendiente que más de una vez le fue señalada. Alrededor de los 10 meses de tratamiento comenzaron a aparecer en sesión relatos angustiosos y desgarradores de interminables e intensos conflictos con la madre-actuales y pasados- siendo el elemento común el sentimiento de abandono, desvalimiento y futilidad de Norma. Esto fue desplazando a Carlos de la escena, al tiempo
que parecía apaciguarse el clima conyugal. Simultáneamente la transferencia fue tomando un contenido hostil, reprochando a la analista no interesarse por ella. Cuando se interpreta esta situación como una repetición de las vividas entre Norma y su madre, la paciente niega su hostilidad, ensalzando en cambio la labor de la analista y tomando para sí el lugar de la que no sirve. Un año más tarde Norma relata el siguiente sueño: Estábamos Ud. y yo en el consultorio de un médico y Ud. estaba con una hemorragia muy oscura porque Ud. se había entregado al médico. En eso aparece el médico y Ud. llorando le pide que no se vaya, mientras yo me quedaba al lado suyo, desesperada, porque yo quería que Ud. se cure. Usted me decía que tenía miedo, no quería que el médico se fuera con otra, porque él era más joven que Ud.. Entonces Ud. decía... una vez que lo encuentro!, yo que soy sola!, yo le decía que se quede tranquila, que yo se lo iba a vigilar y a controlar y después yo espiaba al médico, me acercaba a ver que hacía él y luego volvía al lado suyo y la tranquilizaba Cuando se le piden asociaciones comenta que el día anterior le dijo a su marido que ella hubiese preferido que él fuera homosexual a la infidelidad, porque en ese caso ella no sería abandonada por otra. El sueño muestra nuevamente la presencia del triángulo amoroso en que dos mujeres se alían entre sí frente a un hombre (Norma-Madre de Norma- Padre; Norma- Madre de Norma- Cliente; Norma- Graciela- Carlos), y cómo la paciente en una serie de transmutaciones pasa a ser, desde la propia analista sola, sufriente y desechada, que paga con sangre (aborto) el ejercicio de su sexualidad, hasta aquella niña vigilante y abandonada que tapaba a su madre. Sorpresivamente, interrumpiendo la interpretación, Norma dice que no sabe si podrá continuar el análisis, ya que su marido no lo quiere seguir pagando, porque considera que la analista, a quien califica de prostituta, ha cambiado a su mujer; comenta luego que cuando discute con Carlos este asegura que va a terminar liquidando a la analista. La paciente asocia con sus propios deseos de muerte de su padre: yo sentía que mi papá se llevaba a mi mamá, él Carlos) debe sentir que estoy lejos. Norma comienza a proponer sesión tras sesión un encuentro conjunto con el marido para que vea que Ud. no es una prostituta. Se le interpreta este pedido como una compulsión a repetir la situación entre Norma, Carlos y Graciela, con el objeto de poder luego apartarse de la analista y del análisis (una creación de real que obedece a los designios de la resistencia del Ello). La analista comienza a temer represalias de Carlos y ante la insistencia de Norma acepta recibirlos a ambos. La reunión se realiza aparentemente con cordialidad, pese a que Carlos coloca sobre una mesita existente entre él y la analista su pistola reglamentaria, lo que a la analista le resulta muy intimidatorio. A la sesión siguiente Norma, muy alterada, acusa a la analista de haber querido seducir a su marido aún en presencia de ella. La analista interpreta esto como una nueva entrega y enlaza esta situación a las vivencias infantiles entre la paciente y su madre, experiencias en las que Norma se sentía invisible. La analista muestra a Norma cómo es ella misma la que va preparando activamente el terreno para poder protagonizar estas dolorosas situaciones triangulares que parecen ser condición necesaria de su vida erótica. Las repeticiones de estas escenas vuelven a colocarla una y otra vez en situación de marginación, con
predominancia de la pulsión escópica, donde la elegida es siempre otra. A la sesión siguiente Norma comunica que abandona el tratamiento. Determinismos Cuando los dramas de una vida toman siempre la misma forma pese al sufrimiento yoico que provocan, estamos ante la resistencia magna del Ello, que se niega a abandonar las representaciones a las que ha quedado fijada la pulsión. En este caso vemos, por ejemplo, que la promiscuidad de Norma es una pantalla defensiva que oculta su apego a un único objeto, la madre, el cual al mostrarse esquivo provoca en la paciente tormentas emocionales que no pueden ser metabolizadas por un yo deficitario. La vida se vuelve acto, las experiencias no pueden ligarse, ni, por lo tanto significarse y se produce el desarrollo de angustia típico del trauma. El uso del dinero en el intercambio erótico muestra que Norma puede ejercer su sexualidad sólo a la manera de la madre, ya que la ha erigido dentro de sí, imita sus conductas, su vestimenta, reproduce sus relaciones de objeto. La perentoriedad pulsional está al servicio de volver al pasado. La relación transferencial, tal como se ha señalado, se desenvuelve tormentosamente en medio de la compulsión a repetir que abona las resistencias del Yo... la escena misma del análisis ha sido atraída y organizada por la compulsión de repetición...(la analista) no es más que un engranaje descartable y sustituíble en un engrama cuya persistencia se ha impuesto. Frente a ocasiones como ésta el desvalimiento es máximo, ya que cuando la repetición se verifica en la esfera de la realidad externa, despierta un sentimiento de fatalidad por resonancia con lo inexorable del automatismo externo...así, realidad y resistencia de lo inconsciente se aúnan en contraponerse a un diverso decurso de la moción pulsional (5). La analista frente a las veladas amenazas no logra ofrecer una escena alternativa a las fijezas que la paciente propone, ya que está inmersa en su propia angustia. La escena traumática la involucra como protagonista fundamental. La reacción terapéutica negativa se despliega en el mundo de la sesión. Resumen En este trabajo intentamos mostrar las relaciones entre la elección de objeto, la compulsión de repetición entendida como la resistencia del ello a desanudarse del polo de atracción filogenético y el despliegue de estas vicisitudes pulsionales, signadas por la fijación, en la relación transferencial. La hipótesis planteada sostiene que, aunque el objeto pueda tomar innumerables formas, las huellas arcaicas de relación erótica se convierten en condición erótica y que cuando esta condición es rehusada desde la realidad, el sujeto construye un objeto que le permita la investidura, aún a costa del sufrimiento yoico y siguiendo siempre el mismo camino, como forma de oponerse al vacío de catexis. Notas (*) En razón de qué se ve compelida la vida anímica a traspasar los límites del narcisismo y poner la libido sobre los objetos?...esa necesidad sobreviene cuando la investidura del Yo con libido ha sobrepasado cierta medida. Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia de una frustración no puede amar S.Freud Introducción del narcisismo (**) La historia de cada sujeto particular ha quedado inscripta de algún modo en su estructura psíquica. La realidad que es captada, la historia que queda inscripta es la verdad histórica, no la material...esta verdad histórica del sujeto,
una vez estructurada influirá en la percepción y la interpretación de nuevas vivencias...y así sucesivamente Aslan, Mario (4) Bibliografía: (1) Freud, Sigmund (1895) Proyecto de Psicología. Tomo I. Amorrortu. (2) (1920) Más allá del principio de placer. Tomo XVIII Amorrortu (3) (1914) Introducción del narcisismo. Tomo XIV. Amorrortu. (4) Aslan, Mario (1993) La Repetición Depende de las Estructuras Revista de Psicoanálisis. Número Especial Internacional-1993 (2). (5) Giménez Noble, Félix: (1993): La Compulsión de Repetición XXI Congreso Interno y XXXI Simposium de la A.P.A. Descriptores Huellas Mnémicas - Objeto- Compulsión de repetición- Transferencia