Nestor Calateli Vázquez
RELATO DEL DOCTOR NESTOR CALAFELL VAZQUEZ SE ESTERILIZABA EN CUBO Y LAS HERIDAS NO SE INFECTABAN... El otro día, leyendo en el periódico Granma" todas esas publicaciones que han salido de nuestros compañeros médicos, en realidad yo he estado recordando aquellos días. A veces pasa el tiempo y uno, pues, no habla de esas cosas. Sí recuerdo que nosotros vimos rebeldes por primera vez en la clínica La Caridad", que dirigía el comandante Ftené Vallejo. Allí trabajábamos "Piti Fajardo, Vallejo, Ruiz, Guida, Cancino y yo, que dormía allí, igual que yo y dos enfermeros: Lara e Israel. Nidia nos cocinaba. Supongo que Vallejo en su comparecencia relatará una serie de incidentes y problemas que allí tuvimos. Allí pasamos momentos difíciles, porque nos registraron muchas veces. Yo recuerdo un momento difícil que nosotros tuvimos allí, que fue un compañero rebelde herido en el abdomen que murió y había que darle sepultura y arreglar todos los papeles, cambiarle el nombre y una serie de cosas. Vallejo, con una serenidad enorme, fue solucionando todos los problemas legales para darle sepultura en el cementerio de Manzanillo. En esos días nosotros también estuvimos atendiendo a otro compañero rebelde que se llamó Faustino Vega, Faustinito". 82 En algunos de los relatos de estos días lo nombraron. El había bajado de la Sierra y traía una autorización de Fidel para ser asistido de reumatismo articular; lo tuvimos en casa de mi madre y lo asistimos, lo curamos, y luego lo reintegramos nuevamente a la Sierra. Más tarde nos enteramos que fue herido y asesinado por los esbirros. *' 2 Faustino Vega ("Campechuela") fue asesinado en Blanquizal, Manzanillo, el 30 de marzo de 1958 conjuntamente con Marcos Campaña y estaban bajo el mando del Comandante Delio Gómez Ochoa.
330 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA Después, ya al final, nosotros decidimos irnos para el hospital de Pozo Azul, y mandamos recados a Vallejo y nos dijo que sí, que nos trasladáramos para allí. Salí para la Sierra Maestra en compañía de mi hermano y de un amigo llamado Mongo". Cuando llegamos a Cayo Espino un avión B-26 nos ametralló. Del viaje, así, lo que recuerdo es la sensación de libertad que uno experimenta cuando está en un régimen de una opresión tan grande y llega a un territorio donde uno se siente feliz. Y el día ese, que fue la primera vez que yo sentí un avión cerca, balas y eso. En un pueblo llamado Cayo Espino, la aviación tiró mucho allí, y había hasta un colegio de niños; después vino una avioneta. Los niños salían de la escuela gritando de terror. Nosotros tuvimos que salir de allí para un lugar que nombró Fernández Soto, que se llama Puercas Gordas; y luego llegamos al hospital de Pozo Azul. Allí el hospital de Pozo Azul estaba dirigido por el Comandante Vallejo. Y en esos días Fabio Vázquez estaba allí. Estaba situado entre lomas, bien protegido de la aviación. Detrás tenía la loma de La Habanita, donde vivía Domingo Torres. Contaba con un pequeño salón de operaciones, una sala de ingresos, otra salita, donde consultábamos, dormitorio y cocina. Y un refugio. La participación nuestra allí fue una consulta a los campesinos, consulta que hacíamos por la mañana y por la tarde, y curamos algunos heridos o ayudamos. Atendíamos unos 100 casos diarios. Yo le ayudé a Vallejo a operar una apendicitis aguda a un muchacho que es Teniente. Periodista. Cuál es el nombre? Dr. Néstor Calafell. Puedo recordarlo: López Chávez. Fue operado de una apendicitis aguda. Ayudamos a operar también otro caso con una herida de bala en el abdomen; tenía cinco perforaciones. Vallejo lo operó con una rapidez tremenda. Yo lo ayudé, y el teniente Lara dio la anestesia, que era un sanitario que había allí en el hospital de Pozo Azul. Aquel era un hospital que, efectivamente tenía algunos medicamentos, y el salón de operaciones eran un cuarto con una mesa de madera. El instrumental quirúrgico era escaso, y se esterilizaba en un cubo. Y como he leído en otros artículos, efectivamente,
MÉDICOS GUERRILLEROS 331 las heridas no se infectaban mucho; no recuerdo que se infectaran. Y esos días operados evolucionaron muy bien. En esos días él me mandó a ver un herido y yo bajé a Campechuela; bajé con un hermano de Vallejo y vimos un herido de bala en el tórax, le atravesaba el tórax. Ya había sido asistido por un médico, nosotros lo vimos y el hombre evolucionó bien. Eso es, a grandes rasgos, lo que yo recuerdo. En "La Caridad registraron en ocasiones pero no identificaron nunca a ninguno de los operados. El momento más crítico de allí de la clínica fue cuando murió el compañero de la herida en el abdomen. Se certificó que había muerto de una patada de una bestia. Se modificó la herida, que tenía una herida de bala aquí en el hipocondrio derecho y se modificó. Y Vallejo logró que una muchacha, Nidia, que vivía allí, fuera a otro lugar, recibiera unos nombres como si fuesen los padres, por si investigaban en ese sentido; y además, logró resolver el aspecto legal de la cuestión para poder enterrarlo. En cuanto al hospital de Pozo Azul, la ubicación, era un hospital que tenía una sala con varias camas, salón de operaciones, comedor. Es decir, un hospitalito que estaba bueno. Yo creo que intervino mucho en construirlo el Capitán Horacio Rodríguez, que murió en Manzanillo el primero de enero y era expedicionario del Granma. Lo admirable allí eran las consultas, aparte de unas intervenciones quirúrgicas que se hicieron, y la disposición que teníamos todos de resolver los problemas que llegaban. Recuerdo una señora que yo asistí de una microrragia, que de ninguna manera se podía morir. Vallejo dijo que le hacía un legrado aunque fuera con una cuchara de comer. Era así, el espíritu con q u e... Y se salvó. De todas maneras yo me he sentido contento en estos días al oír todos estos relatos; y como nosotros tenemos la disposición, si la Revolución algún día lo necesita, de ser médicos guerrilleros otra vez, pues he leído con mucho interés todos los artículos que se han publicado. Periodista. De los finales de la guerra no recuerda otra historia? Dr. Néstor Calafell. Recuerdo la llegada de Fernández Sotto y de Guida allí, que ellos señalan, y que me ayudaron a atender un
332 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA herido que había llegado de cerca de Manzanillo, herido en un muslo. El había desarmado a un soldado; ellos me ayudaron. Una cosa que recuerdo es la llegada de "Piti allí; cuando llegó a buscarnos con el Comandante Lalo Sardiñas, pero Vallejo ordenó que fueran Guida y Fernández Sotto y yo me quedé allí, en el hospital, trabajando hasta que terminó la guerra. (Granma, diciembre 24 de 1967, a. 3 n. 315 p. 3).