Página2 A veces, hay sueños que permanecen guardados en el "baúl de las ilusiones" durante largo tiempo, hasta que el destino te brinda las circunstancias propicias para llevarlos finalmente a cabo. Y viajar a Suiza ha sido, desde hace décadas, uno de mis sueños. Entrada ya en los cuarenta, pertenezco a esa generación que creció con los dibujos animados de "Heidi". Creo que este es el motivo por el que recuerdo que desde mi infancia siempre tuve la ilusión de visitar esas verdes campiñas de Los Alpes suizos, en las que se desarrollaban los episodios de aquella pequeña "amiga animada". Así pues, el primer día de este año, cenando con una buena amiga y un amigo de esta, que forma parte de ese gran número de emigrantes gallegos que llegó hace ya bastantes años a Suiza, vi como esa ilusión podía tomar
Página3 forma y realizarse, por fin, cuando esta persona se prestó voluntaria a acogernos en su casa, si finalmente decidíamos realizar este viaje. Es más, nos recomendó hacerlo en el mes de abril, para disfrutar del esplendor de las cumbres aún muy nevadas y del contraste de sus verdes campiñas. Apenas tres meses más tarde, dos amigas y yo nos encontramos esperando la salida de nuestro vuelo con destino a Ginebra. Hemos decidido viajar a la aventura, sin apenas nada programado. Tan solo unas pinceladas del país sacadas de internet y algunas visitas recomendadas. Disponemos de escasos siete días, un navegador como brújula, la aventura e ilusión como alicientes y las ganas de disfrutar y cumplir ese sueño como meta. Para ello hemos hecho la reserva de un coche en alquiler que recogeremos y dejaremos en el mismo aeropuerto de destino. Tras un vuelo tranquilo de dos horas, pisamos finalmente tierra Suiza. Nos quedan otras dos horas de viaje en coche hasta Berna, capital del país y lugar en el que reside nuestro anfitrión y su familia. De camino, visitamos la ciudad de Ginebra, que nos impresiona, y de la que guardamos en nuestra retina la imagen de su inmenso lago con gran chorro de agua de varios metros de altura. El recibimiento en casa de nuestros amigos no pudo ser de lo más hospitalario, y así fue el resto de días que pasamos a su lado. Ello contribuyó a que el recuerdo que guardamos de nuestra experiencia sea maravilloso.
Página4 Segundo día Hoy decidimos emprender camino hacia Spiez, y ya nos vamos encontrando con el típico paisaje que tenemos formado del país, con casas de madera tanto en los paisajes de montaña como en las poblaciones por las que vamos pasando. Una vez en Spiez, empiezas a percibir el gran sentido del orden y limpieza, así como el cuidado de todo el entorno al mínimo detalle. La climatología es nuestra gran aliada. Tenemos un día espléndido y la temperatura es muy agradable. Lo tenemos todo a favor, así que decidimos hacer una parada en Interlaken. El recuerdo que nos queda de este lugar son sus rotondas ajardinadas con flores multicolores y las cumbres nevadas de Los Alpes al fondo. Las carreteras son gratuitas, están bien señalizadas y presentan un perfecto estado de conservación, lo que nos ayuda a seguir hasta Lucerna. Aquí pasamos gran parte de lo que resta de día. Es recomendable no perderse la estación central, así como los puentes que cruzan su lago, sobre todo el más antiguo, construido de madera y decorado con pinturas. Un paseo en barco por el lago de los cuatro cantones y regreso a Berna, pasando por Zurich para visitar el centro de la ciudad, el castillo, su estación central y otras curiosidades.
Página5 Tercer día Visita a las Cataratas del Rhin en el cantón alemán, y donde se puede apreciar la impresionante fuerza del agua en toda su grandiosidad. No se trata de cataratas de gran altura, pero aún resuena al recordar el tremendo ruido del agua. Hay una pequeña embarcación que te acerca a ellas, haciendo parada en varios puntos, para que se pueda disfrutar de este espectáculo desde distintas perspectivas. Nuestro próximo destino es un hermoso pueblo pintoresco llamado Stein a Rhein. Aquí tienes la impresión de estar en un pueblo de cuento, con las fachadas de sus casas decorados con hermosas pinturas. Si paseas por sus calles y llegas hasta el lago, podrás comprobar que hay una importante influencia alemana, por estar próximo a la frontera con este país. Pensamos que sería interesante acabar el día por la zona y hacer noche en Konstanza, ya en territorio alemán. Aquí pudimos disfrutar de un bello atardecer sobre su famoso lago, para terminar nuestro tercer día de viaje con una visita nocturna al centro histórico de la ciudad. Para apagar la morriña, nos fuimos a cenar a un restaurante español llamado "Costa del Sol". La amabilidad de su propietario, la exquisita comida y el estupendo trato recibido, hicieron que finalizásemos el día sin arrepentirnos de haber desviado de nuestro camino para adentrarnos en Alemania.
Página6 Cuarto día Hoy es uno de los días más esperados; regresamos a tierras suizas y nuestro primer destino es Heidiland o Tierra de Heidi, en el sureste del país. Es un día muy especial para todas. Estamos tan contentas, que durante el recorrido que nos acerca a nuestro destino tatareamos en varias ocasiones la canción de la serie. Lo que nos encontramos aquí sobrepasa, con creces, todo lo que habíamos imaginado. Las campiñas coloreadas de un verde intenso, salpicadas con árboles frutales en plena floración, y las majestuosas montañas blancas al fondo son, y serán sin duda alguna, un recuerdo imborrable. Cierras los ojos y el olor a naturaleza en su estado más vivo te embriaga; luego, los abres y lo que ves te sorprende y te hace sentir inmensamente feliz, simplemente por el hecho de formar parte de este entorno maravilloso. Es necesario caminar un poco, ya que no se puede acceder al lugar en coche. Cuando llegas a la cabaña de madera del abuelo de Heidi y pasas al interior, tienes la impresión de retroceder en el tiempo, en mi caso alguna década. Aquí te sientes de nuevo una niña. Percibes no solo tu ilusión sino la del resto de visitantes. Tras la euforia de lo que hemos visto y sentido, decidimos comer al aire libre para, posteriormente, bajar hacia el cantón italiano, llegando a Lucano, y tras unas dos horas de coche en el que el blanco de las cumbres va desapareciendo a medida que nos aproximamos a nues-
Página7 tro destino. El encanto de este lugar se encuentra en su gran lago que, a pesar de tratarse de un enclave turístico, es lo único que puede atraer la atención del viajero, motivo por el que decidimos pernoctar en Ascona. Aquí también se puede disfrutar de las bonitas imágenes de su lago y las zonas ajardinadas del paseo donde, una vez más, las flores recobran protagonismo. Quinto día Nuestro destino es Zermatt. Decidimos dirigirnos a este lugar por la carretera de montaña desde Ascona, atravesando tierras italianas para regresar, nuevamente, a territorio suizo. Hacemos varias paradas, todas ellas para disfrutar no solo de los paisajes totalmente nevados sino para pisar y tener contacto con la nieve. Zermatt es una bella estación de montaña, con casas y hoteles de madera que invita a quedarse. Pero nuestra idea es tomar el tren cremallera que sube hasta el monte Cervino, a tres mil noventa y dos metros de altitud. El viaje en este medio de transporte dura unos treinta minutos, y es otro de los momentos más intensos de nuestra aventura. Cuando vas ascendiendo tienes la impresión de ir subiendo a la cima del mundo, y llega un momento en que todo cuanto puedes alcanzar a ver con tus ojos es totalmente blanco; paredes de nieve de unos dos metros de altura abren paso al tren que nos acerca a la cima. Aquí tu mente queda como el paisaje... en blanco. Enseguida se levanta una
Página8 ventisca que nos invita a visitar el único restaurante que hay en lo alto para tomar una bebida caliente, seguir observando la grandiosidad del paraje nevado y dando respuesta al porqué de la existencia de tanto lago en este país. La sensación térmica es de mucho frío y, para colmo, perdemos el tren que nos llevaría de regreso, algo que nos obliga a permanecer una hora más en este lugar. Una vez abajo, tomamos rumbo nuevamente a Berna. Aquí nos reencontramos con nuestros anfitriones, y les sorprende que tras lo andado estos días aún tengamos programado para mañana una visita a esta bella ciudad. Sexto día Hoy dedicamos toda la jornada a visitar la ciudad de Berna. Su centro histórico es de una belleza extraordinaria. Calles con fuentes, cada una de las cuales guarda su historia particular, y un reloj solar medieval que me recuerda, por su similitud, al de la cuidad de Praga. Una visita a la Basílica de San Vicente, al Parlamento; el paseo por sus calles, la estación central, el encanto de las ciudades con tranvía... Cualquier rincón del centro es una constante invitación a disfrutar de una ciudad con encanto. El rio Aar divide a la capital en dos partes, y su gran caudal permite que pueda ser navegable. Aquí nos sorprendió el color verdoso de sus aguas. Tiene un hermoso paseo en los márgenes, que te lleva andando casi hasta el centro y al lugar donde residen cuatro osos al aire libre, y que
Página9 forman parte del atractivo turístico de la ciudad. La parte vieja de Berna está inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1983. Celebramos una cena de despedida con nuestra apreciada pareja anfitriona, que formará, sin lugar a dudas, parte del bonito recuerdo de nuestro viaje a este bello país. Séptimo día Dos horas de viaje en coche separan las ciudades de Berna y Ginebra, y donde tomaremos el vuelo de regreso a casa. Nuestro avión nos dejará en el aeropuerto de Santiago de Compostela, en un viaje de otras dos horas de duración. Ya de regreso, y mientras volábamos, coincidimos en que Suiza es una belleza de recomendada visita. Un país organizado y de gentes educadas, que ofrece calidad de vida a sus habitantes. Pero también es cierto que el recuerdo que guardas de los lugares no solo depende de lo que estos puedan ofrecerte, sino también de con quién los compartes. Y eso, sin lugar a dudas, unido a la ilusión que teníamos en este viaje, hizo que las experiencias vividas sean irrepetibles