Mamá. Estoy bien. Besos.

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2 Mamá. Estoy bien. Besos. Historia(s) de una tragedia que no fue 1

3 Sr. Rector: No se preocupe usted, por favor. En pocos días la Universidad, nuestra casa, volverá a estar limpia como siempre. El suelo del Edificio Central mostrará su impecable brillo; muestra humilde, muy humilde, del trabajo bien hecho y ofrecido a Dios del Servicio de limpieza. Ustedes, en especial los profesores, muestren a nuestros alumnos el camino de la Libertad y la Responsabilidad. Nuestro esfuerzo estará plenamente pagado. Ánimo Sr. Rector. Ana Rosa López Servicio de Limpieza Universidad de Navarra 31 de octubre de

4 Este documento va dedicado a ti, que tienes el corazón y el alma en la Universidad de Navarra. Y que el jueves 30 de octubre el corazón te dio un vuelco y el alma se te turbó, porque habían atacado a tu Universidad. Tu Universidad porque es tu Alma Mater; porque es la Universidad de tu Colegio Mayor. Por que es la Universidad de tus hijos, de tus hermanos. Porque has aportado tu saber científico o profesional. Porque has renunciado a tantas cosas para verla crecer. Y sufriste más que nosotros, porque no estabas en Pamplona. Estamos todos bien. Gracias a Dios. La Universidad de Navarra creció el jueves. Ya lo notamos el viernes. Por eso te paso los relatos de los que estuvimos allí, sin más comentarios que los suyos. Tengo también tus comentarios y reacciones, pero sé que prefieres escuchar en lugar de hablar. Porque es tu Universidad. He adjuntado además una posible explicación de lo que pudo ser y no fue, y de lo que finalmente pasó. Como yo no sé explicarlo, también en ese apartado he dejado a otros que lo cuenten. Francesc Pujol, Universidad de Navarra, fpujol@unav.es 3

5 El mosaico se ha formado con los relatos en primera persona y con los testimonios de: escaner (Comunicación), TwitterFox, twhirl, El Ministro del Interior (CM Belagua Fase 2), Ana (Comunicación), Begoña Corbal (Comunicación), Miguel, AK, Raquel Flórez (Comunicación), Morbea, Asier Barandiaran, Tamara Ferrari (Comunicación), Avelino Amoedo (Comunicación), Ander, Hard (CM Belagua Torre 2), Anonimo0000, Marian22 (Empleada CUN), juanguerrerogil, ainara9, nuke, Manuel M M (Económicas), Pablo, mcm, Alba, Ana Alonso (Derecho), Pablo Legerén (Hermano estudiante Comunicación), desde dentro (Comunicación), Jose Luis Orihuela (Profesor F. Comunicación), Arantxa, Nico, Yago, Tika, José Angel Zubiaur (Presidente Alumni-Unav), Jaime, Joaquim (CUN), Elena, Jose, Isabel, Alexander, Carlos, Angel J. Gómez- Montoro (Rector, Profesor de Derecho), Esther Anguita (Económicas), Juanfer Fernández (Periodismo), Ramón Salaverría (Profesor F. Comunicación), Leticia Moreno, Mercedes Medina (Profesora F. Comunicación), Alberto de las Fuentes (Comunicación), Miguel Aguillo, Paola Lizarraga, Elena Santorromán Prades (Comunicación), Blogger AnaCó, Pablo Berraondo (Comunicación), Baary, Ingrid Ribas Pou (Comunicación), Javier Mata (Ed. Central), Bernabé Sánchez (Comunicación), Belén (Ed. Central), Pía García Simón (Comunicación, Delegada Alumnos), Javier Andión Catalán (Humanidades), Marta Revuelta (Ed. Central), María Teresa Laporte (Profesora F. Comunicación), Álvaro Eguiluz (Derecho), Virgilio Calama (Medicina), Esteban López- Escobar (Profesor F. Comunicación), Víctor Sanz (Director Biblioteca), Edgar Santini, Carlos Alfaro, Patricia Gil de Sola 4

6 (Filosofía y Letras), Cosme Amor (Derecho), Santiago González (Derecho), Luis Cumba (Servicios Informáticos), Pedro-Juan Viladrich (Ed. Central), Begoña Blanco (Comunicación), Gonzalo Sobejano (Arquitectura), José Javier Azanza (Profesor de Historia), Inés, Miguel Ángel Jimeno (Profesor, F. Comunicación), Quiosco de Malaquita, Liège, Eugenia, Loren, María, Ana, Joaquín Rodríguez Puerta (Derecho), Javier M. Faya( Comunicación), Lara García Simón (Económicas), Santiago González, Javier Gil, Álvaro Calleja, Jesús Tanco (Ed. Central), Monserrat Herrero (Profesora de Filosofía), Esther García (Comunicación), Alvaro de la Rica (Profesor F. Comunicación), Alfonso Vara (Profesor F. Comunicación), Natalia, Corina Dávalos, Marc Prats (Comunicación), Luis Álvarez (Ed. Central), Pedro P. P., Juanjo Cabrera (Económicas), Pablo Martos (Económicas), Juan Cominges (Derecho), Carlos (Arquitectura), Gonzalo Wesoloski (Económicas), Markel (Filosofía y Comunicación), Maite, Teresa Villaverde (Filosofía y Comunicación), Inés Royo (Empleada), Josean Pérez (Profesor F. Comunicación), Teresa Goizueta (Derecho), Juan Pablo Artero (Profesor F. Comunicación), Efrén Cuevas (Profesor F. Comunicación), Miguel Ángel Tejero (Económicas), Jesús María Martínez (Empleado CM Belagua), Javier Irigaray (Ed. central), Carmen Saralegui (Profesora de Lengua Española), Leandro Gomes Feitosa (Empleado), Maite Sánchez (Comunicación), Raquel Mollano (Comunicación), María José Bailly-Baillière (Ed. Central), Virginia Minondo (Ed. Central), Miriam Autonell (Ed. Central), María Fernández (Ed. Central), Ludovico Mastrocinque (Económicas), Marina Calderón (Económicas), Arturo Cuéllar (Económicas), José de las Cuevas (Económicas), Carlos Febrer, Santiago 5

7 Sureda (Historia), Patxi Queralt (Empleado CM Belagua), Juan Ramón Labiano (Ed. Central), Silvia Aranguren (Empleada, F. Derecho), Inma (Ed. Central), Ainhoa Múgica (Comunicación), Francisco Pérez Latre Profesor, F. Comunicación), David Iglesias (Comunicación), Blog El Canódromo, Antonio Mª Fernández (Comunicación), Belén García-Díaz (Económicas), Aitor Royo (Comunicación), María del Rincón Yohn (Comunicación), Carlos Hernández (Doctorando Derecho), Javier Marrodán (Nuestro Tiempo), Yago González (Comunicación), María Fernández (Ed. Central), Rafael Domingo (Profesor F. Derecho), Inmaculada Jiménez (Profesora, Escuela Arquitectura), Jorge Tárrago (Profesor, Escuela Arquitectura), Matilde Jaráiz (Arquitectura), Alejandro Llano (Profesor, F. Filosofía y Letras), Marina Pereda (Comunicación), Eduardo González (Comunicación), Cristóbal Martínez (Empleado), Janire Orduna (Comunicación), Marta Gómez (Comunicación), María Iraburu (Vicerrectora), Juan Ignacio (Derecho), Alfonso (Filosofía y Letras), Gonzalo Martinicorena (Ed. Central), Almudena Leránoz (Enfermería), Montse, Isabel Solana, Mercedes, Charo Oroz (Enfermería), Alberto Bonilla, Ainhara Orodea (Derecho), LZR (Medicina), Mikel. GGI, Ana Rosa López (Empleada). Quique Gallemí (Económicas, fotos atentado, pp. 216, 218, 246) Luis, AlbertoBB (UPNA), María Fernanda (Profesora colegio Altaduna), María Jesús (Profesora Colegio Altaduna), Javier Izu (Periodista RNE), Pilar Pérez (Madre estudiantes UN), Juan José Asiain (Correos) 6

8 Este documento está disponible en (Sección Atentado Unav ) 7

9 Testimonios iniciales en la red Estoy en Iturrama y se acaba de oír una explosión enorme. No sé lo que será pero ha sonado muy mal... Jue Oct 30, :03 am Asunto: Alguien ha oído como un bombazo? Autor: izura Hola, Acaba de ocurrir ahora mismo, estoy currando en el edificio singular y acabamos de oír una explosión superfuerte y una gran humareda en la zona de Iturrama no sé exactamente dónde. Ahora mismo se oyen sirenas... No sé si sabéis algo más edito: ahora se ve humo negro... Jue Oct 30, :04 am Asunto: Explosión en la zona de Iturrama Autor: LODOSASUNA La he oído desde Barañain Jue Oct 30, :06 am Asunto: Autor: Kirola Acaba de haber una explosión en la zona de Yamaguchi Jue Oct 30, :07 am Autor:Homer Se oyen sirenas? Jue Oct 30, :07 am Autor: bitxejo En el edificio central de la Universidad de Navarra Jue Oct 30, :08 am Autor: Dako Parece ser que ha sido un bomba en la UN. Donde la 8

10 biblioteca vieja. Se ve una columna de humo. Mensaje Publicado: Jue Oct 30, :08 am Autor: izura Urgente Estalla una bomba en el edificio central de la Universidad de Navarra Fuente: diario de Navarra Jue Oct 30, :08 am Autor: LODOSASUNA Según tengo entendido es el edificio más veces atacado por ETA, o eso dicen ellos. Me parece un hora un poco tardía para un atentado, pero por eso mismo mucho más peligrosa. Esperemos haya suerte y no haya víctimas. Jue Oct 30, :13 am Autor: MESALA Acabo de hablar con una amiga que esta allí. Dice que están sacando gente herida y que una vez han salido del central se han oído más explosiones. Jue Oct 30, :16 am Autor: bitxejo Confirmado. Ha estallado sin previo aviso y hay heridos. Jue Oct 30, :24 am Autor: bitxejo En Foro del Diario de Noticias de Navarra 9

11 Testimonios iniciales en Twitter Bomba en la universidad escaner 11:03 AM Oct 30th from Twinkle ETA 11:04 AM Oct 30th from Twinkle Acaba de estallar una bomba en la universidad de navarra, justo de donde vengo, gluf. 11:08 AM October 30, 2008 TwitterFox Atentado con coche bomba en la Universidad de Navarra 11:09 AM Oct 30th from twhirl La explosión se ha producido en el aparcamiento del Campus de la Universidad. No se tienen más noticias. 11:10 AM Oct 30th from twhirl Coche bomba en Pamplona, lo hemos escuchado muy fuerte en la Universidad 11:13 AM Oct 30th from web joder, estás bien no? espero que no haya muertos. Mantennos informados; un abrazo 11:19 AM October 30, 2008 from TwitterFox Ánimo a todos. Esperemos que no haya víctimas 11:27 AM Oct 30th from web Los asesinos vuelven a darnos, espero que no haya heridos daniel3 11:36 AM Oct 30th 10

12 Testimonio inicial en chat por gmail 11:03 luis: tu ha habido un atentado fijo acabo de sentir una explosión Yo: por???? joder luis: no se no se nada pero ha sido un ruido del 15 Yo: espero q le digo a javi que mire en europa press luis: acaba de ser 11:04 hace 2min Yo: no sabe nada luis: igual no. pero un ruido del 15 Yo: pero se sigue oyendo 11:05 luis: igual es el parking de al lado que está en obras pero ha vibrado la casa Yo: joderrrrrr será el del parking luis: es posible 11:06 Yo: será eso luis: ui siento sirenas--- 11:07 bueno a ver las noticias Yo: el mundo no dice nada 11:08 luis: mierda en la uni Yo: siii lluis: ha sido en el parking de la uni edificio central fills de puta Yo: ostras 11

13 luis: se ha acordonado la zona 11:09 quina puta rabia Yo: ostras q fort 11:11 luis: uff que rabia que liada 11:12 Yo: q fort 11:14 sii 6 coches ardiendooo A las ETA hacía estallar una bomba en el parking del Edificio Central de la Universidad de Navarra, que alberga Rectorado, Oficinas Generales, Servicio de Información al Estudiante y las aulas donde se imparten las asignaturas a los alumnos de Humanidades. En ese preciso momento un alumno de la Universidad de Navarra mantenía una conversación por gmail con su hermana, que reside en Madrid. GACETA.ES ha tenido acceso a dicha conversación gracias a la cual hemos podido informar al minuto de que ETA atentaba en Pamplona. Luis, que se encontraba en su piso de la calle Travesía de Acella, cercana a la Clínica Universitaria y a cinco minutos andando del lugar de la explosión, relataba por el chat a su hermana los momentos de incertidumbre al escuchar "un ruido espantoso" y sentir que su casa "vibraba". Tras los momentos iniciales de desconcierto, el aullido de las ambulancias confirmaba que el estruendo es una explosión. La Gaceta.es 30 de octubre de 2008, 12:50 12

14 Testimonios iniciales en comentarios a noticias y a blogs 5 minutes ago a blast just rocked our building at the Universidad de Navarra. I don't know what it was. At the edificio central? (Una explosión sacudió nuestro edificio en la Universidad de Navarra hace cinco minutos. No sé lo que fue. En el Edificio Central? Posted by John johnrhodes.blogspot.com 30 de octubre de 2008, 11:03 13

15 Un amic meu que estudia a la Facultat de Comunicació de la Universitat de Navarra, al costat d'on ha esclatat la bomba, m'ha trucat i m'ha dit que sembla que no hi ha ferits, però com ha dit el Jose, pinta mal... (Un amigo mío que estudia en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, al lado de donde ha explotado la bomba, me ha llamado y me ha dicho que parece que no hay heridos, pero como ha dicho Jose, esto pinta mal...) iberito 30/10/2008, 11:34 Foro La Vanguardia 14

16 Yo vivo en la calle Iturrama, muy cercana a la Universidad de Navarra. A las 11 ha retumbado todo el edificio. Ha sido muy similar a la explosión del año 2002, tanto por el sonido como por la nube de humo que se podía ver desde la Avenida Navarra. Soy estudiante de la Universidad Pública de Navarra, pero no puedo decir nada más que ahora mismo me siento como alumno de la Universidad de Navarra. No hay derecho. No hay mayor fascismo que no aceptar la libertad. Escrito por AlbertoBB jue Oct 30, :16 pm Foro El Mundo 15

17 NO A ETA Por la libertad, contra el terror y el fanatismo: ETA NO Publicado por El Ministro del Interior fasedos.blogspot.com 30 de octubre 12:17 16

18 Mi padre y mis hermanos bien. He estado allí. Una angustia de llorar. J. Oct 30, 2008 at 12:25 Comentario en el blog vagon-bar 17

19 Yo he estado en el atentado, estaba en la Facultad de Comunicación y de repente hemos oído una explosión. Lo primero que he hecho ha sido avisar a todos los de mi clase yendo corriendo hacia ella y hemos salido todos pitando. Ana :28 Foro El País 18

20 Supongo que nunca se está preparado para vivir este tipo de cosas, no existe ningún manual dónde, al menos, te prevengan, porque te coge de improviso, como me pasó a mí esta mañana. Soy alumna de 3º de Periodismo de la Universidad de Navarra pero Coruñesa de nacimiento y devoción. Esta mañana estaba en el edificio de la facultad. Trabajábamos tranquilamente en un artículo para entregar en la clase de Epistemología hasta que las sillas del Centro Técnico Informático -más conocido por los alumnos como CTIcomenzaron a temblar, fue un golpe seco, como la caída de un mueble grueso y pesado, y los que estábamos en aquella sala pensamos exactamente lo mismo: una bomba. Nos evacuaron del edificio y el pánico era palpable. Sólo quedaba correr y atender al miedo general. Todavía tengo el temblor en el cuerpo, porque ya os he dicho no existe ningún manual para hacer frente a impactos psicológicos de este alcance. Begoña Corbal Oct 30, 2008 at 12:29 Comentarios en el blog vagon-bar 19

21 Yo paso siempre por ahí con la bici cuando voy a clase. Miguel :33 Foro El País 20

22 He entrado a clase a las 8... no ha habido ningún aviso de evacuación...el párking es el del Edificio Central donde ya hubo un atentado años anteriores, con motivo de dicho atentado la Universidad desplegó una serie de medidas como carnet universitario para entrar a las facultades y barreras en todos los párkines excepto en dónde explosionó la última bomba. A 20 metros se ha sentido como un terremoto de 3 segundos y han reventado los cristales... a los 5 minutos (el atentado fue a las 11.03) la policía ha entrado y ha evacuado todos los edificios cercanos. Algunos profesores llevan escolta la Universidad es del Opus Dei de ideología conservadora AK Jue Oct 30, :38 pm Foro El Mundo 21

23 Esta mañana a las 11 me encontraba en una clase de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra cuando de repente se oyó una especie de trueno y un ligero temblor. Como hoy es un día lluvioso no pensamos que hubiera sido nada, un relámpago o algo similar, pero a los pocos minutos entró gente a la clase diciéndonos que desalojáramos el edificio porque se había producido la explosión de un coche bomba en el párking del Edificio Central (el único que no está protegido por barreras de seguridad). Al salir de nuestro Edificio de Comunicación vimos una gran columna de humo negro que a pesar de la lluvia se hacía cada vez más intensa. Mucha gente se alteró debido a que justo había coincidido el momento de la explosión con el final de la hora de descanso (de 10:45 a 11:00) y todavía quedaban muchos alumnos y profesores en las cafeterías de la Biblioteca de Humanidades (junto al mencionado párking) y en la cafetería del Edificio Central (todavía más cercana al párking que la anterior). Muy pocos minutos después de la explosión oímos las sirenas de los coches de policía (estábamos desalojando el edificio) y nos hicieron esperar en la explanada frente al Edificio de Comunicación para asegurar una salida. Tras unos cuantos minutos nos hicieron salir a todos por la explanada de la Facultad de Derecho (dirección opuesta a la que lleva al Edificio Central) y llegamos a la calle donde pudimos volver a nuestras casas con normalidad. No sé cuantos heridos ha podido haber, allí me dijeron que habían visto a unas chicas con rasguños causados por los 22

24 cristales al estallar, y varias chicas que venían de la cafetería de la Biblioteca aseguraban que la planta baja del Edificio Central estaba muy afectada y podía haber habido un pequeño incendio en el interior. Asunto: Explosión en la Universidad de Navarra Tema Escrito por Raquel Flórez Jue Oct 30, :39 pm Foro el Mundo 23

25 Pues yo sigo aquí en la universidad. Ha reventado todo!!! Todavía me sorprende de que no haya habido fallecidos. Gracias a Dios que llovía... llega a ser un día soleado y algunos no lo cuentan. Yo todavía estoy en estado de shock!!! Asunto: YO LO HE VIVIDO CERQUITA CERQUITA!!! Tema Escrito por MORBEA Jue Oct 30, :44 pm Foro El Mundo 24

26 Acabo de llegar a mi casa con un susto inmenso... yo estaba en el parking de la facultad de comunicación que esta muy cerca y aun me están temblando las piernas!! De repente se ha puesto una nube de humo y me he acercado corriendo... Estoy segura que será más grave de lo que dicen ya que he visto las ventanas que dan al parking completamente ardiendo... y si no han avisado en esos despachos debía haber gente!!! Dios mío... estoy que no me lo creo aun! Asunto: He estado allí Tema Escrito por Pamplona Jue Oct 30, :46 pm Foro El Mundo 25

27 Parece que hay cinco heridos leves. En Euskadi Irratia acaban de hablar con unas cuantas personas que están allí. Asier Barandiaran dice que la explosión ha sido muy potente y que ha roto los cristales en los despachos del edificio viejo de Bibliotecas, donde él tiene el despacho. Tamara Ferrari, estudiante de Periodismo, ha contado que estaban en el descanso entre clase y clase, han notado la explosión muy fuerte y han salido corriendo del edificio de Ciencias Sociales (y del aparcamiento anexo, por si acaso). Y Avelino Amoedo, que estaba en el Departamento de Proyectos Periodísticos, dice que allí también se han roto los cristales. Esperemos que no haya más heridos y que de verdad sean leves. Ander Oct 30, 2008 at 12:48 pm Comentario en el blog vagon-bar 26

28 Me encuentro en la calle Iturrama y me acababa de levantar, había abierto la ventana, que pega a la variante que se encuentra encima del campus de la universidad. Estaba leyendo las noticias en el ordenador, cuando al rato cerca de las once de la mañana, la persiana, la pared, incluso el suelo ha temblado y justo después se ha escuchado la explosión. Convulso he levantado la persiana del todo, y he visto una gran humareda negra y a unas mujeres chillando que había sido una bomba en la universidad. Mi primera reacción, ha sido terminar de vestirme y bajar rápido al campus. Allí he ya se había desplegado la policía y los compañeros subían, por la cuesta de Fuente del Hierro. Las caras eran de ignorancia en algunos casos, ya que no mostraban el pánico que más adelante me he encontrado. Más adelante nos ha pedido que desalojásemos el campus y hemos vuelto a casa a informarnos de lo sucedido. Asunto: Testigo Tema Escrito por Carlos14 Jue Oct 30, :53 pm Foro El Mundo 27

29 Ko, demuestras mucha ignorancia con tu comentario. Como ha dicho alguien por ahí, conoces a los estudiantes de la un? porque yo no soy ni fascista ni facha ni nada por el estilo, así que por favor, la próxima vez antes de comentar sobre algo que no tienes ni la más remota idea, infórmate un poquito que nunca está de más. En cuanto al aviso que dicen por ahí, sí ha habido un aviso, a la DIA de Vitoria, pero la Universidad de Navarra no sabía nada, lo sé porque justo minutos antes del atentado he estado hablando con una compañera de clase para saber dónde íbamos a ir a comer (precisamente íbamos a ir al edificio central) Estudiante de la UN :01 Foro Diario Público 28

30 A las 11 de la mañana de hoy, la banda terrorrista ETA ha vuelto a golpear a la Comunidad Universitaria. En esta ocasión, el brutal atentado terrorista se ha producido a pocos metros de nuestro Colegio Mayor. Concretamente en el lateral derecho del Edificio Central de la Universidad de Navarra. Gracias a Dios, no se han producido víctimas mortales, aunque hay diversos heridos de carácter leve, ninguno de nuestro Colegio Mayor. Hard Blog Torre2.com 30 de octubre 13:01 29

31 Yo estaba en el hall del edificio de bibliotecas, uno de los edificios cercanos a la explosión. El estruendo ha sido enorme y ha hecho temblar todo el edificio a pesar de que sea una estructura de hormigón. Lo más angustioso de esto es ver la impotencia de la gente, incluso la mía, sabiendo que ha sucedido, porque por desgracia no es la primera vez que me toca vivir esta barbarie en la Universidad de Navarra. Pero sin saber de donde ha venido. Más angustioso ha tenido que ser para un colegio de fuera de Navarra que estaba al lado mío, que venia ha visitarnos y tenido que vivir esta horrorosa experiencia. Y pensar que hace años parecía que esto se estaba acabando, a todos lo políticos, dejar la charlatanería y hacer lo que tenéis que hacer, acabar con ellos. Y no se que más decir, porque aun estoy de los nervios. Tema Escrito por Anonimo0000 Jue Oct 30, :02 pm Foro El Mundo 30

32 Soy trabajadora de la Clínica Universitaria. El estruendo ha sido impresionante, pero enseguida todos hemos reaccionado reconociendo que era una bomba. El protocolo de seguridad se ha seguido correctamente. Aun sabiendo que habían avisado de otra posible bomba en la Clínica y otra en el edificio de Ciencias aquí en la Clínica todos hemos seguido trabajando cuidando a nuestros pacientes. No hay derecho...no hay derecho. Asunto: Trabajadora de la Clínica Tema Escrito por Marian22 Jue Oct 30, :05 pm Foro El Mundo 31

33 Ha sido un bombazo. Compañeros de clase habían pasado por ahí hacía 10 min. Yo paso ahí todas las mañanas... y no han avisado. La novia de mi compañero de piso estaba en el central en la fachada de la explosión. Ha tenido suerte porque no le ha cortado ningún cristal. La gente alrededor suyo no ha tenido tanta. Según ella había mucha gente sangrando con cortes en la cara. NO hay derecho. Con estas cosas lo único que hacen es que me sienta cada vez más orgulloso de estudiar en la Universidad de Navarra. Mi pregunta es; por qué ya hemos sufrido en la UN 4 atentados de ETA?... para que después se meta algún listillo contra el Opus Dei... Asunto: he estado allí Tema Escrito por juanguerrerogil Jue Oct 30, :09 pm Foro El Mundo 32

34 He estado allí. Ha sido horrible. La puerta y las ventanas parecía que iban a reventar cuando estábamos en clase. Han llamado por teléfono a una chica de clase y nos ha dicho que había sido una bomba. Nos han desalojado pero no nos dejaban irnos porque había otro aviso de bomba. No sabíamos qué hacer, estábamos nerviosos, veíamos el humo y el fuego y algunos decían que había sangre. Nos han tenido 20 minutos esperando porque no podíamos movernos por si explotaba otra. Al final hemos echado a correr por otro sitio pero luego teníamos que dejar pasar a los coches que salían del parking. Estábamos desorientados y llamando a las familias, pero los móviles no funcionaban. Por suerte yo ya estoy en casa, pero no dejo de darle vueltas. Ha sido lo peor que me ha pasado. No sé como calificar a los que han hecho esto. No merecen ni llamarse personas. Estamos muy asustados todavía pero no van a poder con ninguno de nosotros, los que luchamos por la democracia y la no violencia. BASTA YA!!! Asunto: Tema Escrito por ainara9 Jue Oct 30, :12 pm Foro El Mundo 33

35 He visto el atentado de cerca y sí había aviso, porque en 10 segundos desde la explosión la guardia civil ha aparecido con sirenas de una carretera cercana. Además tras la explosión se han desalojado varios edificios, pero no he podido ver si han empezado antes de la explosión a desalojar. A una amiga le ha pillado a 100 metros. nuke 30/10/08 a las 13:18 Foro soitu.es 34

36 Soy alumno de la facultad de Económicas. Nos disponíamos a empezar la clase cuando ocurrió la explosión. Poco a poco desalojamos el edificio y pudimos acercarnos al aparcamiento, pero en menos de 2 minutos nos desalojaron. Nos iban mandando alejarnos más y más, hasta que nos mandaron abandonar el campus en dirección al barrio de Iturrama. Para un asturiano, vivir un atentado por primera vez y desde tan cerca es todo un palo emocional. Esperemos que las consecuencias sean lo más leves posibles. No nos merecemos esto. Asunto: Estaba a 100 metros Escrito por Manuel M M Jue Oct 30, :22 pm Foro El Mundo 35

37 Ha sido desolador. Estaba en la biblioteca estudiando y de repente hemos oído una explosión y una columna de humo negro inmensa. He llegado a ver fuego durante la explosión. El nerviosismo se contagiaba de unos a otros. Todavía estoy en shock. Pablo 30/10/08 13:25 Foro Heraldo.es 36

38 Estaba con unos colegas echando un cigarro a 70 metros de la explosión. Cuando explotó el coche nos tiramos al suelo y nos quedamos sordos durante al menos un minuto, después vimos unos tres coches ardiendo y las ventanas de las oficinas generales de la universidad ardiendo, fue terrible!!! Asunto: a 70 metros!! Escrito por mcm Jue Oct 30, :33 pm Foro El Mundo 37

39 Soy alumna de la Universidad de Navarra, lo ocurrido se puede considerar un milagro, ya que como estaba lloviendo no había gente en los alrededores del edificio central, si llega a haber estado despejado hubiese sido una masacre. Lo que han hecho no tiene nombre. Qué pretendían? Alba :46 Foro El País 38

40 Soy estudiante de Arquitectura de la Universidad de Navarra y esta mañana estaba en mi facultad (a escasos 200 m de la bomba) cuando ha explotado... Nuestro edificio ha retumbado y se han roto cristales, hemos salido en pocos segundos y podíamos ver la enorme nube de humo y las llamaradas de los coches... desolador... es un milagro que no haya pasado nada más... Asunto: Escrito por alumno Jue Oct 30, :53 pm Foro El Mundo 39

41 Soy alumna de tercero de Derecho de la Universidad de Navarra. Estaba entrando en clase, tras el descanso, cuando ha explotado la bomba. Han sido unos momentos de histeria colectiva. La gente llorando, corriendo, sin soltar el móvil. Todo el mundo preocupado por sus amigos, algunos por sus padres que trabajan en el Central, profesores, etc. Esperemos que no tengamos que lamentar más que los 17 heridos. Podría haber sido una auténtica masacre. Han colocado la bomba en el lugar más transitado de la Universidad y a una hora de muchísimo movimiento. Más que contar lo ocurrido, que eso ya se sabe; quiero mostrar mi mayor repulsa ante este atentado. Nunca había sido testigo de una cosa como ésta y la sensación es horrible; te sientes vulnerable y no llegas a comprender cómo alguien es capaz de hacer una cosa como esta. Lo que te sale es insultar, te encantaría encontrártelos y responderles del mismo modo. Pero nosotros somos algo más: somos personas y sabemos que los que nos rodean también lo son. A ver si de verdad la comunidad política se conciencia, actúa de verdad y se deja de intentos de negociaciones y de diálogo. Con gente capaz de hacer cosas como ésta no hay posibilidad de ello. Ha sido un auténtico milagro que no haya pasado nada más. Sólo nos queda dar gracias por no tener que lamentar algo más grave. Asunto: Atentado en la Universidad de Navarra Ana Alonso Jue Oct 30, :04 pm Foro El Mundo 40

42 Buenos días Paco. Informo que mi hermana, que estudia 2º de Publicidad, estaba en el Campus a la hora en que estos hombres de paz demostraban su inteligencia y gracias a Dios está perfectamente. Desalojaron el edificio de Periodismo ya que hubo rumores de 2º coche bomba. La verdad es que con la fuerza humana y espiritual de esta nuestra Universidad no van a poder porque aunque ellos no lo sepan tenemos un gran ángel protector. Pablo Legerén Oct 30, 2008 at 2:13 pm Comentarios en el blog vagon-bar 41

43 Soy una estudiante de la Universidad de Navarra, de Comunicación, y sólo puedo decir que llega a haber pasado cinco minutos antes, cuando todos hacemos los cambios de clase y de edificios y podría haber ocurrido una gran masacre. Gracias a Dios no ha pasado nada grave, todo ha quedado en un susto muy grande. Tenemos que condenar este atentado, somos estudiantes y luchamos por la libertad. Asunto: tristeza desde dentro Jue Oct 30, :16 pm Foro El Mundo 42

44 El relato, desde dentro, con Twitter Coche bomba en Pamplona, lo hemos escuchado muy fuerte en la Universidad 11:13 AM Oct 30th from web La bomba ha sido en el aparcamiento junto al edificio central, lo están evacuando ahora mismo 11:17 AM October 30th, 2008 from web Sigue la columna de humo, al parecer hay heridos. 11:40 AM Oct 30th from web Los móviles no paran de sonar 11:42 AM Oct 30th from web Gracias por vuestras muestras de solidaridad 11:43 AM Oct 30th from web Sigo en mi despacho de Cs. Sociales, queda poca gente en el Edificio pero aún no lo han evacuado. Algunos cristales del frontal fracturados... 11:45 AM Oct 30th from web 7 heridos leves indica Diario de Navarra 11:49 AM Oct 30th from web Nos hacen desalojar el Edificio de Cs. Sociales, al parecer hay otro aviso en Ciencias (en la parte alta del Campus). 12:03 PM Oct 30th from web No podremos retirar los coches hasta las 18 hs. 12:03 PM Oct 30th from web Gracias de nuevo a todos los que están llamando y 43

45 escribiendo en Twitter, Facebook y por mail. Un abrazo.- 12:04 PM Oct 30th from web El campus está acordonado, autoridades y prensa en la carretera de acceso a Ciencias Sociales por calle Esquiroz, sigue la columna de humo. 13:42 PM Oct 30th from web Mañana mismo reanudamos las clases en la UNAV 15:44 PM Oct 30th from web La vida sigue. Viajo a Coruña para evaluar el progreso de los proyectos finales del Máster en Creación y Comunicación Digital. Gracias again... 16:11 PM Oct 30th from web Ya de regreso en Pamplona, respondiendo correos y agradeciendo la solidaridad de tanta gente de todo el mundo. Sois lo máximo! 13:29 PM Oct 31st from web Los estudiantes lo contaron en Tuenti, es cierto 13:43 PM Oct 31st from web El grupo de Facebook UNAV contra ETA supera ya los miembros 14:00 PM Oct 31st from web jlori Jose Luis Orihuela 44

46 Testimonios iniciales en Facebook (Grupo Unav contra ETA) Clase mañana!!!! Arantxa 8:01 del 30 de octubre de 2008 (cinco horas más en Pamplona Gracias, Dios mío, por hacer que por cambios de horarios o por la propia pereza de no bajar a clase, no haya muerto nadie. Nico 8:16 del 30 de octubre de 2008 No hay palabras para explicar lo vivido hoy, podría haber sido una masacre. Basta ya Yago 9:43 del 30 de octubre de 2008 En nombre de todos los salvadoreños que estudiamos en la Universidad de Navarra expresamos una firme repulsa contra la violencia de ETA. Tika 9:49 del 30 de octubre de 2008 Mensaje dirigido al Rector Magnífico a primera hora de la tarde de hoy jueves 30 de octubre de 2008: Querido Rector: En nombre de la Junta Directiva y de todas y cada una de las Juntas de las 41 Agrupaciones y Representaciones Territoriales de los cinco continentes, que reúnen en su seno a más de graduados de la Universidad, quiero manifestarte nuestro incondicional apoyo a nuestra Alma Mater. Seis veces se nos ha hecho víctimas del terror y créeme que ya no encuentro palabras 45

47 para condenar la barbarie que padecemos. Un fuerte abrazo. José-Ángel Zubiaur Carreño (Der'71). Presidente Alumni-Universidad de Navarra José-Ángel 10:25 del 30 de octubre de 2008 Los licenciados en derecho de la UN van a meter en chirona a los cobardes etarras. Los licenciados en Periodismo de la UN van a mostrar sus caras en portada de la prensa internacional. Los licenciados en Com. Audiovisual de la UN van a hacer un filme sobre la barbarie. Los doctores licenciados en la UN van a curar a todos los heridos por el atentado. Los arquitectos licenciados en la UN van a reconstruir los desperfectos de la bomba. (...) Jaime 10:26 del 30 de octubre de 2008 Los canallas ya ni avisan... suerte que desde arriba nos protegen, que si fuera por ellos, habrían hecho hoy una masacre... Animo a tod@s, van a ser días duros, sobretodo para los que tengáis que pasar por allí cerca. Saludos desde la CUN. Joaquim 10:53 del 30 de octubre de 2008 Y este atentado contra quién era? Contra las empleadas del edificio central? Contra los estudiantes o profesores de los edificios colindantes? Contra las ideas, el pensamiento y el estudio? Contra los bedeles que vigilan las entradas? Contra la naturaleza que rodea los edificios? Contra los dueños de los vehículos aparcados y calcinados? O quizás 46

48 contra los vehículos mismos? A mi no me acaba de quedar claro cuál era el objetivo de esta bomba, qué buscan, qué quieren demostrar y a quién... no creo que nadie, NADIE, sea capaz de explicar el porqué de lo que ha sucedido hoy, sea del partido que sea. Y si lo hay, que dé la cara y lo diga. Elena 11:37 del 30 de octubre de 2008 Si nos odiáis porque renunciamos a la violencia; si nos odiáis porque combatimos la ignorancia; si nos odiáis porque creemos en las ideas defendidas pacíficamente; si nos odiáis porque no necesitamos armas para hacernos escuchar; si nos odiáis porque la muerte no impone nuestras ideas; si nos odiáis porque por muchas bombas que pongáis NO NOS VAIS A CALLAR, sabed que con nuestras armas, que son la paz, la palabra, la ley y la vida, vamos a ir a por vosotros Y OS VENCEREMOS. Jose 13:29 del 30 de octubre de 2008 LA IMPORTANCIA DEL PERDÓN... Isabel 14:19 del 30 de octubre de 2008 Mi universidad no ataca a nadie... la justicia va a ganar al final... besos Alexander 14:28 del 30 de octubre de 2008 No podrán con la Universidad. Carlos 15:10 del 30 de octubre de

49 Mañana espero que todos los que estamos en este grupo de Facebook nos vayamos a la explanada de comunicación a expresar nuestra libertad, nuestra justicia y nuestra repulsa a estos atentados. Tika 16:30 del 30 de octubre de 2008 Unav contra ETA Grupo en Facebook Creado por Yago González el 30 de octubre, 12:52 48

50 Ante todo, quiero expresar mi condena de este acto terrorista. Este ataque a la institución universitaria merece el rechazo más enérgico. Gracias a Dios, no ha habido que lamentar daños graves a personas. Quiero transmitir a todas ellas mi sincero deseo de una pronta recuperación. Deseo también agradecer a los trabajadores de la Universidad de Navarra la serenidad que han demostrado en estos momentos. A ellos, a los estudiantes, y a sus familias les hago llegar mi solidaridad y mi cercanía. Pienso que reflejo sus sentimientos si digo que nos proponemos recuperar cuanto antes la normalidad, retomar las actividades docentes, asistenciales y de investigación. Y lo haremos sin miedo ni rencor. Precisamente en este momento, me parece oportuno recordar la importancia del perdón y queremos hacer un llamamiento a los terroristas para que dejen de hacer sufrir a tantas personas. En estos momentos, nos sentimos muy arropados por las numerosas muestras de apoyo y cariño recibidas en las últimas horas desde instituciones e innumerables ciudadanos. A todos ellos deseo dar las gracias. No me resulta posible hacerlo personalmente, pero deseo que les llegue cuanto antes nuestro agradecimiento. Ángel J. Gómez-Montoro Declaración del rector de la Universidad de Navarra 30 de octubre de

51 Nadie andaba por ahí (a nadie le gusta mojarse). Y por ahí paseamos todos, cada día. (Y aún más a las 11 de la mañana). Quizá puedan hacer temblar la tierra. Pero no han podido parar la lluvia del Cielo. Quizá puedan elegir la hora y el lugar. Pero nunca sabrán lo que nos pasa por la cabeza. Puede que nunca sepan lo que es sentirse realmente protegidos. Os puedo asegurar que mi uni parece el Gran Hermano de Orwell. Siempre me quejo de las millones de "medidas de seguridad". Me quejo de las cámaras. Me quejo de lo "incómodo" que es vivir entre barreras. De que nuestro acceso dependa de una tarjeta. (Y con una foto en la que sales horrible...) Hoy he visto qué absurda soy, por quejica. Nunca había pensado en los desvelos de los guardias de seguridad. O en lo desprotegidos que están los bedeles. O en los que se agachan cada día antes de coger el coche. Pero toda esta gente sabe mucho mejor que yo que lo que nos protege no son sólo esas "medidas de seguridad". Lloro por la embarazada y su hijo. Lloro por todos los que han sido cortados por los cristales. Lloro por los golpeados. Lloro y siento pitidos en mis oídos y me duele la cabeza. Pero no he estado ahí en el momento de la explosión. Y lo que siento sé que no es ni remotamente lo mismo. No sé si, después de todo, ha sido un milagro. Quién sabe cuántos podríamos haber muerto? Quién sabe lo que han sufrido hoy miles de padres, madres, hermanos, esperando 50

52 una señal? Quién sabe lo que dolerán esos cristales? Quién sabe las pesadillas que tendremos durante meses? Quién sabe si no estarán ellos durmiendo a pierna suelta? Sólo sé que doy gracias por la lluvia. Doy gracias por poder pertenecer a esta universidad. Doy gracias por todos los que rezan por mí. Por todos los que rezan por los que no rezamos tanto. Y yo también intento rezar por los heridos. Prometo no olvidar jamás lo que ha pasado. Y pido a Dios que sus lágrimas nos sigan protegiendo. Y que nos ayuden a limpiar toda esta basura. Docenitas por Leticia Moreno Pérez Blog: unadocena.blogspot.com 31 de octubre de 2008, 13:33 51

53 Ángel J. Gómez Montoro es el rector de la Universidad de Navarra desde El de ayer es el primer atentado de ETA en el campus que Gómez-Montoro, quien se incorporó al centro académico navarro en octubre de 2001, vive al frente del Rectorado. Las anteriores acciones terroristas contra la Universidad de Navarra se produjeron en 1980, 1981, 1983 y Qué cabe decir después de lo sucedido? Lo que se debe decir es una condena total del atentado. Es volver a lamentar que sigan ocurriendo estas cosas, en este caso contra una institución universitaria que pretendemos que sea la sede de la cultura, la libertad y la razón. La sinrazón de todo esto contrasta con ello. Hay que pedir a los terroristas que paren los atentados, que dejen de provocar sufrimiento a tanta gente. El aparcamiento en el que se situaba el coche bomba es un punto de tránsito casi continuo dentro del campus. Ha sido un poco milagro. Manifiesto mi afecto y solidaridad a los heridos porque para ellos verse en esta tesitura es muy duro. No ha ocurrido nada de gravedad, casi todos están ya en sus casas y dos han quedado en observación. Ha habido daños materiales, pero, en este contexto, es lo de menos. Dónde se encontraba en el momento de la explosión? Dentro del propio Edificio Central. Había salido de mi despacho y tenía una reunión a las once en una zona próxima a la pared en la que se ha producido la explosión. La he oído muy bien. 52

54 Cómo ha sido ese instante? Primero, ha habido desconcierto. Aunque ha sonado muy fuerte, he pensado que no había sido tan cerca. He salido por la escalera de la zona en la que se ha puesto el coche bomba y he podido ver a otra gente bajando las escaleras y saliendo de allí con bastante serenidad y orden. Eso, en un momento en el que no sabes qué pasa, me ha resultado tranquilizante. Esos primeros minutos han sido un poco largos, los peores, hasta que se ha sabido que no había víctimas mortales y no había quedado nadie dentro de las oficinas. Se ha dado cuenta enseguida de que se trataba de un atentado? Sí. Cuando ves una explosión así, piensas que es un coche bomba. Y me lo han confirmado pronto. Según usted, por qué ETA se ha ensañado en los últimos años con la Universidad de Navarra? Por desgracia, hay muchas instituciones que son objetivo de ETA y nosotros estamos entre ellas. En ninguna de estas actuaciones se puede buscar lógica. Por desgracia, todos somos objetivo de ETA. Incluso sin serlo, ya sólo pasando cerca del lugar del atentado, te conviertes en objetivo. Entre todos tenemos que conseguir que esto termine. Cabe el miedo? Vamos a seguir trabajando sin rencor. Animo a todos a mirar hacia delante y a seguir desarrollando nuestra actividad. Mañana (por hoy) se reanudarán las clases ordinarias y no vamos a dejar que nos condicionen, ni mucho menos que nos paren. 53

55 Ha habido algo o han recibido alguna comunicación que les hiciera esperar que les pudiera ocurrir algo así? No, no, no. Esto era impensable. Nosotros teníamos la actividad normal, las medidas de seguridad ordinarias y nada nos hacía pensar que esto pudiera pasar. Algo así nunca se espera. Van a aumentar las medidas de seguridad? El aparcamiento en el que ha tenido lugar el atentado es uno de los pocos del campus con entrada libre. Tendremos que reflexionar. En principio, la universidad es un espacio abierto. Ya hemos tenido que ir incorporando medidas de seguridad en los edificios y hemos cerrado algún aparcamiento, pero evidentemente nos lo vamos a plantear. Hay que ponérselo lo más difícil posible a quien quiere atentar y está dispuesto a hacerlo, pero por desgracia eso es complicado cuando alguien está decidido a hacerlo. Tras lo acontecido, qué mensaje manda la Universidad de Navarra a la sociedad? Un mensaje de repulsa total ante lo que ha ocurrido, de apoyo y solidaridad y cariño hacia los más afectados, y de agradecimiento a los miembros de la comunidad universitaria por su serenidad. Nosotros vamos a seguir trabajando y haciendo nuestra actividad y estamos convencidos de que toda la sociedad terminaremos ganando esta batalla. Diario de Navarra 31 de octubre de

56 Hacia las once de la mañana de este jueves 30 hacía explosión un coche bomba en el aparcamiento del Edificio Central de la Universidad de Navarra. En ese instante todas las facultades que rodean la edificación tiemblan sobremanera. La incertidumbre de no saber qué ha pasado da paso al miedo, a la sospecha y, en última instancia, a la certeza de que la banda terrorista ETA ha actuado de nuevo. El desalojo en las aulas es inmediato. Las fuerzas de seguridad invaden el campus y aúnan a estudiantes y profesores en una explanada desde la que se divisa una inmensa humareda negra. El silencio se abre paso entre los llantos de aquellos jóvenes que no entienden el porqué del suceso. Desde los medios de comunicación se comenta que los asesinos vascos habían afirmado a las 9.53 horas que en una hora tendría lugar la explosión de un coche en una Universidad. La no especificación de la entidad que sufriría el atentado provocaba que a las 10:40 un centenar de estudiantes se paseara tranquilamente por el lugar de la explosión. Los cristales de la biblioteca de la Universidad de Navarra, anexa al Edificio Central, sucumben a las horas. En ese momento, el rostro de algunos estudiantes que ojeaban sus apuntes se emblanquece a un ritmo acelerado. El de Esther Anguita, estudiante de la facultad de Económicas, también cambia de color. Anguita decide abandonar sus apuntes y su abrigo para huir de aquel montón de cristales. Como ella, decenas de estudiantes lloran ante el desconcierto de no saber qué sucede. 55

57 En estos momentos, la cantidad de explosivos colocados en el coche bomba se desconoce. Las cantidades que se barajan, entre 60 y 80 kilos, no se adecua con los daños causados en el aparcamiento. Esas cantidades hubieran destrozado la inmensa mayoría de vehículos aparcados. Sin embargo, muchos han quedado intactos. Desde el 23 de mayo de 2002 los terroristas habían olvidado la Universidad de Navarra. Hoy han vuelto han vuelto a actuar tras la desarticulación del Comando Nafarroa y la incautación de cien kilos de explosivos. El objetivo, sin embargo, ha sido el mismo que el de hace seis años: estudiantes inocentes que nada tienen que ver con una causa vacía y llena de violencia. Juanfer Fernández Estudiante de Periodismo canariasahora.es 30 de octubre de 2008, 12:36 56

58 Unos de los profesores de la facultad, el periodista Ramón Salaverría, se encontraba en el centro en el momento de la explosión, "a las once en punto de la mañana", y ha explicado a este diario que notó "una sacudida en el edificio" y llegó a pensar, incluso, de que "se trataba de un terremoto". "Mi despacho está a 200 metros de donde ha ocurrido la explosión, en dos minutos se activaron las sirenas, me asomé por la ventana y vi una columna de humo de unos 30 o 40 metros de altura", ha relatado. Salaverría asegura que la hora cuando ha ocurrido todo "no es gratuita" ya que el coche-bomba se situó en un punto intermedio al aire libre donde suele pasar mucha gente a esa hora de la mañana. "La intención era más dañina de lo que ya hay, ha contribuido el hecho de que haya mal tiempo y por eso no había tanta gente en esa zona", comenta Salaverría. Además, ha puntualizado que el aparcamiento donde se situó el coche-bomba es el único de la facultad que no tiene un acceso restringido por lo que cualquier persona puede aparcar allí. "Seguramente el coche se aparcó por la noche", concluye. 20minutos.es 30 de octubre de 2008, 13:09 57

59 Conmoción, cierto sentimiento indefinible de preocupación por los heridos... Eso es lo que reflejan los rostros de la mayoría de los alumnos desalojados de sus clases y del campus en la Universidad de Navarra. La explosión ha afectado al interior del edificio central, en la zona donde se ubican las oficinas generales y el aula magna de la universidad. Cuesta escribirlo sin pensar, inmediatamente, que ahí había gente trabajando, personal administrativo y estudiantes realizando gestiones, obteniendo sus carnets, solicitando expedientes de matrícula y cosas así. Hace menos de 10 días estuve ahí para obtener el carnet que me acredita como estudiante del Master de Gestión de Medios de Comunicación (MGEC), fui atendido por una chica realmente agradable, qué habrá sido de ella? estará entre los heridos que han sido evacuados a la cercana zona de hospitales? Me cuentan que esa parte del edificio está en llamas, yo mismo he podido verlo desde la distancia pero quería pensar que eran sólo los vehículos aparcados... Entre esos coches en llamas y la pared del edificio hay una estrecha senda de cemento y una breve zona ajardinada. Por ese 'caminito' desfilan cientos de estudiantes durante todo el día, de camino hacia o de vuelta del edificio central. He visto a un muchacho en camisa arremangada, en la friísima mañana de aguanieve en Pamplona. De su brazo resbala una gota de sangre, es sólo un pinchazo, una esquirla de vidrio seguramente, bien leve. Pero me cuentan 58

60 que en esa misma zona, cerca de los coches y del edificio, junto a una farola, hay sangre. Nuevamente, rostros de preocupación. La directora del master, Mercedes Medina, profesora también de la Facultad de Comunicación, nos tranquiliza. Según le han informado a través de la radio de la facultad, parece que sólo hay algunos heridos, ninguno de gravedad. Eso es una gran noticia. Los muros de los edificios aquí son gruesos, en el edificio central quizá tienen medio metro o más. Las ventanas apenas están expuestas, en muchos sentidos recuerda a una fortaleza. Y recuerda también que ya se han producido otros cinco atentados en el campus, que no es casual que fueran construidos así de sólidos. Eso seguramente ha evitado que las consecuencias fueran mucho más graves. Poco a poco, empujados por la policía, los estudiantes se van dispersando, abandonan el campus. En todos los rostros hay una expresión parecida: serenidad y preocupación. En ningún momento he visto carreras, ni he oído gritos. Simplemente, queda un poso de tristeza por la gente afectada. Y un poco de esperanza de que no haya sido nada grave. Que mañana vuelvan a estar todos aquí, trabajando y estudiando con normalidad, con toda la normalidad posible. Alberto de las Fuentes Estudiante del MGEC elmundo.es Actualizado 30/10/ :36 59

61 A las once de la mañana, Miguel Aguillo se encontraba en el edificio principal de la Universidad de Navarra, en Pamplona, cuando ha escuchado un fuerte ruido, era la explosión de un coche bomba en el aparcamiento de la Universidad de Navarra. "Hemos oído la deflagración y los cristales antibalas del edificio han saltado por los aires", explica este trabajador de la Universidad. En seguida hemos sabido que se trataba de una explosión y "nos han desalojado en treinta segundos"- explica-. "Cuando hemos salido, se veía una gran columna de humo y varios coches ardiendo", añade. La explosión ha provocado heridas leves a 14 personas por la onda expansiva y Miguel se asombra de que no haya ocurrido nada más: "Los cristales se han roto en pedazos muy pequeños, pero solo hay heridos por cortes y con daño en los oídos", asegura. A pesar del susto, Miguel está tranquilo y asegura que podía haber pasado algo mucho peor. "Hemos tenido mucha suerte", explica. "El edificio es muy robusto y, gracias a Dios, solo se han roto los cristales". Los trabajadores, profesores y alumnos que se encontraban en este edificio no han podido regresar a su puesto de trabajo. "Me he dejado allí las llaves del coche y el abrigo, pero no podemos regresar todavía", explica Miguel, todavía un poco conmocionado. Heraldo.es 30 de octubre de

62 TVE se ha puesto en contacto con Paola Lizarraga, una profesora de la Universidad de Navarra, que en el momento de la explosión se encontraba en el edificio de la biblioteca. "Otra profesora y yo que estábamos allí, inmediatamente nos hemos mirado y hemos dicho las dos: 'es una bomba'", ha explicado la profesora. Paola Lizarraga ha añadido que tenía clase a las horas, "con lo cual si la bomba llega a estallar una hora más tarde... Yo tenía que pasar necesariamente por el lugar por el que ha estallado la bomba, con lo cual probablemente no habría podido contaros esto". RTVE.es PAMPLONA 30 de octubre de

63 Me gustaría comenzar este artículo señalando en primer lugar la crudeza del mundo en el que nos encontramos, ya que en un día normal como hoy, dentro de la rutina de los universitarios de asistir a clase nos encontramos ante la violencia en su estado más puro. Esta mañana, los estudiantes nos dirigíamos a clase, para comenzar una jornada más de estudio, cuando a las 11,05 horas se ha producido una explosión en el aparcamiento del Edificio Central de la Universidad de Navarra. Aun hallándonos a unos 100 metros del lugar de los hechos, la explosión se ha podido escuchar incluso dentro de las aulas de los edificios cercanos, véase la Facultad de Comunicación, la Facultad de Derecho, la Biblioteca de Humanidades, etc. El atentado, al parecer, ha sido causado por un coche bomba, estacionado en las cercanías del Edificio Central, lugar donde confluyen a lo largo del día tanto trabajadores de la Universidad, como alumnos, y demás personal del campus. Ha habido suerte, ya que aunque los daños materiales han sido importantes, por fortuna no hay que lamentar más que algunos heridos leves. (...). Hoy, será un día difícil de olvidar para todos nosotros, y me refiero tanto a profesores, alumnos, personal de salvamento, sanidad etc. Las caras de resignación, impotencia y dolor se sucedían ante la situación de desesperación, pero esta no es la solución, sino seguir luchando contra este enemigo común que es el terrorismo, haciendo más fuertes las alianzas, apoyándonos mutuamente como una sola unidad, y logrando sobreponernos ante la dificultad, es como conseguiremos combatirlo y derrotarlo. Elena Santorromán Prades, Estudiante de Periodismo La Brújula.es (Calahorra) 30 de octubre de

64 Mil gracias a todos por vuestra solidaridad. De verdad. He estado esta tarde en la zona del atentado y todavía humeaba. Impresiona mucho, pero impresiona aún más cómo nos ha protegido el Cielo. Es un auténtico milagro que no haya habido muertos o heridos graves. Lo dicho, dar gracias y trabajar. Como dice Rosa F. U. recordando al Quijote: "Ladran, luego cabalgamos". Es un honor ser molesto para los violentos. Nos sitúa en las antípodas de su postura. Nuevamente gracias a todos. Blogger AnaCó Comentario en blog 30 octubre 2008, 6:44 PM 63

65 Once en punto en el reloj. Apoyado en una mesa del pasillo de la Facultad de Comunicación leo el periódico; deformación profesional, supongo. Bum! Levanto la vista de la página que estaba leyendo y salgo corriendo. Nunca antes había escuchado una bomba, siquiera una pequeña detonación de ningún tipo y, no sé por qué, pero sabía que era una bomba. Saco el tarjetero del bolsillo y salgo junto a varios compañeros a través de los tornos de la entrada. Tras la puerta nos recibe una impresionante columna de intenso humo negro. Manos a la cabeza. Una compañera rompe a llorar y temblando todo su cuerpo intenta sacar el móvil y llamar a su madre. Trabaja en el Edificio Central, justo de donde sale el humo. Angustia. La inercia del momento empuja a mis piernas a salir corriendo hacia el lugar de la explosión. Mientras corro saco el móvil para llamar a la radio en la que trabajo, estaba seguro de que era un atentado. Y tenía que contarlo. Mientras relato lo que está sucediendo me voy acercando más al coche-bomba. Un jardinero, con el semblante totalmente blanco, intenta impedir que nadie se acerque. Me mira, le miro, y me quedo quieto. Mejor no arriesgarse, estábamos a escasos diez metros de las llamas que salían de una veintena de vehículos afectados por el artefacto. Intento llamar otra vez a la radio mientras sale la gente corriendo de los edificios colindantes. Manos a la boca, lágrimas en los ojos, carreras nerviosas. Ansiedad. Cristales rotos. Desconcierto. Llega un Patrol de la Guardia Civil con dos agentes que miran lo sucedido y empiezan a pedir a la gente -que comenzaba a agolparse en el lugar- que se apartaran. No sabían si podía haber otra explosión. Suenan las sirenas en toda la ciudad. Suenan los móviles 64

66 en toda la Universidad. Llega un vehículo a toda prisa, se baja un joven alto y fuerte, con una placa en alto vociferando para que todos nos fuéramos del lugar. Se respira pánico, miedo huele a tragedia. No funcionan los móviles. En cuestión de minutos se agolpan los diferentes cuerpos policiales. Muchos no saben qué hacer. Algunos están paralizados, en estado de shock. Otros hablan por el teléfono contando lo sucedido. Muchos se meten en el edificio intentando cerrar los ojos a lo que había acontecido. Todo aquello era real? Me encuentro con un compañero de la prensa que se encontraba a la hora del atentado en el mismo Edificio Central. Sigo intentando hablar con la radio. No hay señal. Él lo sabe y me grita: Pablo, si coges una llamada no la sueltes! La llamada no entró. Se calcina el edificio, los coches que estaban aparcados, los árboles que rodean el aparcamiento La gente corre. Dispositivo de seguridad activado. Las llamas van ganando fuerza ante el temor de que alguien pudiera estar muy mal dentro. Gritos y más gritos. Indignación e insultos. No pueden ser personas quienes hayan hecho algo así. Acordonan la zona. Móviles en alto sacando fotos, vídeos o intentando coger cobertura. Caos controlado. Cae un cenicero metálico situado en la puerta del Edificio de Bibliotecas y la gente se sobresalta. El pánico hace presas. Más carreras y más fuego, el edifico se está calcinando. Poco puedo hacer ya en el lugar más que ver como se incinera todo lo que el fuego se encuentra. Saltan chispas blancas, están explotando los depósitos de los coches que se están quemando. Ya han llegado los bomberos. Corro como alma en pena, pero no para salir del campus, 65

67 sino hacia mi Facultad. Llueve mucho, hace frío. Llevo más de veinte minutos en manga corta pero me acabo de dar cuenta. Tengo que hablar con la radio. Mi móvil no deja de vibrar con mensajes de llamadas que no pueden entrar. Son decenas las personas que están intentando ponerse en contacto conmigo, pero yo corro hasta la puerta de la Facultad de Comunicación. Mi cazadora está abandonada en el aula 5, justo la primera clase nada más entrar, de frente a la puerta. La puerta tiene todos los tornos abiertos, todo el mundo ha tenido que escapar, por si acaso. Junto a mi cazadora marrón un paraguas verde, libros, plumas, papeles, periódicos ni un alma. En el pasillo la camarera de la cafetería, dos profesores y el bedel. Los bedeles tienen junto a la puerta su puesto de trabajo que les separa del pasillo como si fuera una barra de bar. Me asomo por encima de la barra y cojo el teléfono, sin permiso. Tenía que llamar. El bedel me da su permiso sentenciando: a móviles no deja llamar. Llamo a la radio; me equivoco de número. Vuelvo a llamar y vuelvo a cometer el mismo error. Por fin acierto con el número tirando de memoria. Tengo poco tiempo para hablar porque debo salir fuera a ver qué pasa. Tan solo les digo que me llamen insistentemente al móvil, que alguna llamada entrará y entonces no la soltaré. Me informan que ya están bajando dos compañeros con la unidad móvil. Son las once y media. Salgo abrigado pero sin capucha y sigue lloviendo. Me mojo pero no pienso en ello. Salgo e intento volver al lugar de la explosión, pero un agente de la Policía Nacional me lo impide. Me invita empujando la mano contra mi cuerpo a seguir a la masa. No protesto, sigo observando y me retiro. Me encuentro con un par de compañeros y les tranquilizo; 66

68 no son de Pamplona y se encuentran desconcertados. No saben muy bien qué ha pasado, qué puede pasar. No pueden llamar a nadie, los móviles siguen sin funcionar. No saben qué hacer. No me encuentro cómodo con la masa, necesito saber. Tengo que recabar algún dato, me tengo que enterar de algo, de lo que sea. Llegan los primeros compañeros de la televisión y les dejan pasar porque van a tomar imágenes. Intento colarme yo también bajo la cinta que ya marca el perímetro de seguridad. Intenta impedírmelo otro policía e intento convencerle de que en ese momento estaba trabajando, ya no era alumno ni víctima. No me cree y me pide el carné de prensa, si no me tengo que olvidar de pasar. Saco mi tarjetero con mis manos empapadas. Paso las tarjetas de inicio a fin y vuelvo. No tengo carné que me acredite oficialmente y el policía me agarra del brazo. Menos mal que llevo junto a mí un carné falso de prensa que nos hicimos los compañeros de una revista de barrio, y todo porque dos se iban a África y querían evitarse problemas identificándose como periodistas. Cuela y vuelvo a acercarme a menos de 50 metros de la explosión. Siguen las llamas y en el edificio no queda ni un cristal entero. La fachada está negra y se entrevé el interior oscuro. Dicen que hay heridos, no me extraña. No funciona el móvil. Todos los inhibidores de frecuencia están activados. Se ilumina el lugar con las sirenas de las ambulancias, de los vehículos policiales y de los camiones de bomberos. Se hace el silencio, sólo se escuchan hierros caer, cristales desprenderse y la agonía. Hay muertos? Están todos los edificios desalojados. Junto a la cinta menos de una decena de compañeros que somos desplazados de nuevo por la policía. Se amplía el perímetro de seguridad. 67

69 Hay que salir del campus. Nos resistimos hasta que no nos queda otra. Nadie ha abierto la boca, cada uno ha recogido lo suyo y nos distanciamos a través de la hierba hasta el edifico rojo de Derecho. Nos colocamos y nos vuelven a echar. Aparece el Decano de la Facultad de Derecho. Quiere hablar. Mis compañeros no han llegado y no tengo grabadora. Saco el móvil que sigue recibiendo mensajes, y no lo puedo usar para llamar, pero sí para grabar. Tengo poca memoria pero espero que me llegue. Entre los nervios y el desconcierto el Decano habla ya de perdón. Son las doce menos cuarto. Yo tengo sus declaraciones. Uso el móvil para mandar mensajes a los míos y tranquilizarlos, no dejaban de llamar y no daba ninguna señal. Aborté su preocupación con varios mensajes concisos y muy claros: sólo susto. Estoy bien. Los universitarios ya están en el barrio de Iturrama, justo encima del campus, alejados de todo peligro. La policía nos quiere llevar hasta allá. Nadie hace caso. Nos amenazan con sancionarnos si no obedecemos. Primeras sonrisas de la mañana. Ya son quince los heridos confirmados. Nada sabemos de su estado. El denso humo negro se había tornado en blanquecino por los productos usados por los bomberos. Comenzaba a confundirse la columna blanquecina con el grisáceo cielo que encapota Pamplona. Sigue lloviendo. Llegan los compañeros y se va el horror. Son ya 17 heridos, pero todos leves. Alivio profundo. Lo que tenía que pasar, ya ha pasado. Van a dar las doce y comienza el trajín informativo; hay que entrar en directo en los boletines nacionales y después hacer el programa local in situ. Uno no se ve como víctima, sino que intenta contar a través de las ondas lo que ha observado, las sensaciones, los 68

70 sentimientos lo vivido. Llegan buenas noticias. Ha sido un milagro. Son miles los estudiantes que en el momento de la explosión se encontraban cerca del coche bomba. Y hoy nadie había pasado a esa hora de un edifico a otro; nadie estaba buscando un hueco para dejar el vehículo; nadie iba a coger nada a su coche; nadie dialogaba junto al aparcamiento. Son estampas que se repiten día sí y día también. Menos el jueves. Quizá porque llovía; quizá fue la fortuna; quizá fue el destino; quizá fue Dios El campus estaba vacío, sólo quedaba la policía y los bomberos. Empapado, orgulloso, enojado, frustrado era hora de dejar atrás la Universidad. Menuda mañana. Ganas de llegar a casa y contar todo, de abrazar a los tuyos. Había sido verdad, una bomba había explotado en la universidad, pero todos estábamos bien. Ducha caliente y la cabeza comienza a dar vueltas sola. Podía haber estado ahí aparcando mi coche a las once. O simplemente pasando a hacer alguna gestión. Los milagros existen. Uno vuelve a tomar su cartera de estudios por la mañana y se dirige de nuevo a su Facultad con una extraña sensación invadiendo su cuerpo. Parecía un día más pero no lo era. Normalidad relativa, alegría de ver a todos los compañeros. Sonrisas, besos y abrazos. Funcionan los móviles. Los medios de comunicación abarrotan los pasillos en busca de testimonios. Ilusión por seguir estudiando Periodismo. Dos horas por delante de Periodismo Especializado. El profesor empieza la clase en euskera; nunca antes lo había hecho. No nos van a callar. No van a dinamitar la razón. Nosotros hemos bajado todos a la universidad mostrando una reacción cívica, ataviados con nuestras valiosas armas 69

71 de cada día: los libros, papeles en blanco, los bolígrafos y la palabra. Pablo Berraondo pberraondo.wordpress.com, YO BAJABA A ESTUDIAR 31 de octubre de

72 Yo no estudié en la Universidad de Navarra, sino que ESTUDIO actualmente. Es impresionante todo lo que se está viviendo por aquí, y un milagro que no haya que lamentar heridos graves ni muertes. Me siento orgullosa de pertenecer a esta universidad. Baary, Comentario al blog de Pilar Cambra, en Expansión.com app2.expansion.com/blogs/web/cambra.html, 30 de octubre de 2008, 17:26 71

73 Hay experiencias terribles, que te marcan, persisten y jamás desaparecen. Hoy ha sido uno de esos días en los que agradeces seguir viviendo para contarlo, que lloras de impotencia y gratitud de igual manera y te das cuenta de que sigues aquí, tu vida sigue aunque todo lo demás ya haya muerto. Cómo es posible que alguien en su sano juicio cometa semejante atrocidad? A las 10,55 nos disponíamos a empezar la clase de Economía. El día había amanecido lluvioso, triste, como preludio de lo que horas más tarde iba a ocurrir. Me sentía inquieta, las paredes me incomodaban y sólo pensaba en salir de la facultad, alejarme y respirar aire puro. De repente, se oyó una terrible explosión, similar a un trueno, pero con ella, las paredes temblaron. Tras dos segundos de incertidumbre el profesor dijo completamente desecho: Ya sabéis lo que ha sido.... Corrimos fuera de clase y a través de los inmensos ventanales vimos un espeso humo salir de detrás del edificio de la biblioteca. Llovía. Se abrieron las puertas y todos empezamos a salir. A nuestro alrededor, veíamos caras amargas, jóvenes llorando, incertidumbre, rabia y miedo. Ha sido ETA, han puesto un coche bomba en el aparcamiento del edificio central.... Temblando, queriendo despertar de semejante pesadilla nos abrimos camino hacia humo, preguntando a cada paso si estaban bien las personas que nos rodeaban, parecía que sí, aunque ya hablaban de heridos, de sangre y de la posibilidad de otro atentado. Los policías estaban rodeando la zona, nos pedían que nos alejásemos pero desde donde estábamos pudimos ver a la perfección los coches en llamas, las ventanas rotas por la explosión, y un constante ruido, como si de disparos se tratara, de los objetos inflamables. Inmediatamente, llegaron policía, ambulancias y bomberos, 72

74 pero lo más que oímos fueron sirenas. Nos pidieron, a pesar de que ya lo hacíamos de propia iniciativa, que desalojásemos la zona. Poco a poco la gente se dirigió más allá de la facultad de Comunicación, hacia las explanadas verdes de Derecho y sin pasar por ningún otro aparcamiento, nos dirigimos hacia nuestras respectivas residencias, pisos y colegios mayores. Con miedo en el cuerpo, con inseguridad y tristeza. Rezando para que nadie haya resultado herido, y pidiendo gracias por no haber sido, por esta vez, la víctima. Ingrid Ribas Pou Estudiante de Periodismo La Brújula.es (Calahorra) 30 de octubre de

75 Si no llega a salir a tomar café, ahora estaría hecho puré Javier Mata, director de Recursos Humanos de la Universidad de Navarra, abandonó su despacho instantes antes de que explotara el coche bomba. Su oficina quedó totalmente destrozada. Así lo explicaban ayer responsables del centro universitario, que consideraban que su compañero había vuelto a nacer. Si le llega a pillar dentro no lo cuenta, explicaba con los ojos enrojecidos una joven herida a varios compañeros en los pasillos de Urgencias del Clínico Universitario. La joven tenía la mano vendada y restos de sangre en la manga de su camisa, Otros trabajadores de la universidad explicaron que el despacho de Mata estaba justo al lado del lugar donde estalló el coche bomba y fue el más dañado. Estaba totalmente destrozado, precisaron. El teléfono móvil de Mata, que anteriormente había sido director del Instituto Científico y Tecnológico de la Universidad de Navarra, estaba ayer tarde lleno de mensajes de compañeros expresándole su apoyo y solidaridad. El director de Recursos Humanos no fue el único cuya vida corrió serio peligro en el atentado de ayer. Varios trabajadores de las oficinas vieron cómo los cristales de sus oficinas se les caían encima. «Estaban de espaldas a las ventanas y han sufrido heridas por cortes», relataba un testigo todavía «con el susto en el cuerpo». La Clínica Universitaria atendió a la gran mayoría de heridos, en su mayoría trabajadores y estudiantes de la universidad. Todos fueron atendidos de heridas leves y algunos salieron con vendas en manos y cuello por cortes de cristales. Diario Vasco, 31 de octubre de

76 Que el diccionario detenga las balas, que los que matan, se mueran de miedo (J. Sabina) Es difícil recordar todos los detalles de lo que esta mañana ha sucedido, a eso de las 11:05 de la mañana. Imposible acordarme de todo, ya que mi estado de nervios y la tensión del momento me hizo delirar, o al menos, pensar más despacio. Fuerte explosión. Viene de arriba. Qué será? Algunos salen sin pensarlo. Yo cojo a mi hermana e intento no dramatizar lo más mínimo. Salimos rápidamente del edificio, atravesando una importante cantidad de cristales rotos, mobiliario corrido de sitio y ordenadores estrellados contra el suelo. De ese momento sólo recuerdo los lloros de algunos poco que habían salido conmigo y que ni siquiera sabían qué había pasado. El ruido de la explosión marca un silencio sepulcral durante la hora y media posterior. Silencio sólo puesto en duda por las sirenas de las numerosas ambulancias, los coches de la policía y los camiones de bomberos. También la resignación de los que llaman sin éxito a sus amigos y familiares al producirse un colapso de la red de telefonía móvil o, según algunos decían, debido a los inhibidores de frecuencia de la policía. Salgo al exterior y la gente mira hacia el fuego como quien contempla una película de ficción. Parece una noticia de informativos, pero en directo y precisamente ahí he podido encontrar a un cámara que graba sin temor a una posible segunda explosión a la que todos los allí presentes hacían un hueco en su pensamiento. Dejo a mi hermana en buenas manos, pero con el estado de 75

77 nerviosismo que es de suponer. El coche en llamas y varios alrededor confirma las sospechas de muchos de los allí presentes. Atentado. Decido volver al interior del edificio a recoger portátil, apuntes, y a comprobar los destrozos de la explosión de manera más detenida. Me encuentro con todos los cristales por el suelo y personas que todavía estaban saliendo. Una mujer lleva sangre en la frente pero dice que está perfectamente. Cojo mis atuendos y salgo corriendo del edificio (sólo ahí fui consciente de la peligrosidad de permanecer en un sitio en el que los cristales todavía amenazaban con caerse). Un tipo de unos 23 años está todavía dentro y dice (...) qué petardazo más fuerte", y le invito a salir conmigo. Salimos los dos en ese momento me reencuentro con mi hermana, con la que salgo de la masa hacia el barrio de Iturrama. Barrio hacia el que la policía desplazaba por obligación a los estudiantes y profesores en un estado de tensión poco fácil de imaginar en otro tipo de circunstancias. Todo esto entre rumores de posibles muertes (rojo intenso en la pared del central), de sangre en la pared producida por los cortes que algunas personas sufrieron como consecuencia de la rotura de cristales, y de enorme preocupación por la imposibilidad de llamar a cualquiera de los compañeros que podía encontrarse en el lugar del suceso a la hora del siniestro. También con la rabia de no poder comunicarme con mis amigos y familiares de Valencia, de los que recibía llamadas perdidas en mensajes de texto. 76

78 Y todo esto, también, porque unos tipos deciden ponerle a la vida un valor. Porque intercambian la vida de unas personas como medio de presión a otras. Porque la cobardía de unos pocos puede arruinar a la de muchos. Porque no tienen ni la dignidad de enfrentarse a personas de mismo tipo y atentan contra los más débiles, y, ni mucho menos actúan en igualdad de condiciones. Son despreciables y lo mejor que podemos hacer es... simplemente seguir. Que esto no afecte a nuestra rutina. Mañana, chavales, voy a desayunar a las 9 y voy a volver a esa biblioteca si me dejan. Que el miedo no nos haga esclavos de estos pseudoinntelectualoides asesinos. Bernabé Sánchez, 2º de Periodismo Crónica de La Roda 31 de octubre de

79 Con el paso de las horas, regresó poco a poco la serenidad perdida y por las entrañas de los afectados corrieron sentimientos de ira e indignación. Lo intentaban, pero no podían explicar lo inexplicable. Se daban cuenta de que los terroristas están privados de toda lógica o razón. No hay motivos, ni justificaciones para la barbarie. Varios trabajadores en tareas de Administración narraron a ABC cómo vivieron el atentado y expresaron su repulsa y su rabia. Belén es una de ellas. Trabaja en el Edificio Central de la Universidad, junto al lugar del atentado. «Esta mañana, de repente se ha oído un fuerte ruido, se han roto los cristales y ha temblado todo», señala. «Lo único que siento agrega es impotencia; a quién se le ocurre una cosa así?». Cada día deja su coche en uno de los aparcamientos que flanquean el edificio. Hoy se va a casa antes de tiempo y tiene que abandonar allí su vehículo para que los investigadores de las Fuerzas de Seguridad busquen pistas que lleven hasta los autores de la nueva salvajada etarra. Como ella, todos se van. Porque el regreso de la calma no hace posible que se recupere la actividad en el centro universitario. Es un día de luto pese a la milagrosa ausencia de muertos. Los afectados tuvieron una jornada libre de estudio contra su voluntad. Lo más importante es que por pura suerte, como recuerdan algunos, lo pueden contar. ABC 31 de octubre de

80 Pía García Simón, delegada de alumnos de la UN, expresó su condena enérgica y rotunda por el atentado que esta mañana ha tenido lugar en nuestra universidad. Somos universitarios y estas aulas son, para nosotros, un espacio de libertad de expresión, de diversidad y convivencia. Por eso, no toleramos la violencia en ninguna de sus manifestaciones. No reaccionamos con miedo, ni con odio; estamos tranquilos y seguros de que sólo la reflexión y la palabra son las armas para combatir el terrorismo. Los alumnos seguiremos, con un ánimo renovado, nuestra tarea de formación en la Universidad de Navarra, para que nuestro futuro ejercicio profesional sea una contribución auténtica y comprometida con la paz, dijo. Deia 31 de octubre de

81 La sorpresa ha sido general entre los que convivimos a diario en la Universidad de Navarra: profesores, alumnos, conserjes... Eran las 10:58, una hora en la que la universidad está muy concurrida. El tránsito de alumnos es muy fluido debido a que entre las 10:45 y las 11:00 se produce el final y el comienzo de las clases. El atentado se produjo en el aparcamiento del Edificio Central que separa éste del Edificio de Bibliotecas. Múltiples universitarios llegan para aparcar sus vehículos a esa hora. De hecho algunos de mis compañeros tuvieron la suerte de no encontrarse dentro en ese momento, ya que la mayoría de los coches quedaron calcinados. La facultad más afectada es la de Filosofía y Letras (la que yo pertenezco). Algunos alumnos estaban en las clases cuando se produjo la aterradora explosión. En un primer instante todos se lanzaron al suelo, algunos por la fuerza de la onda expansiva. El desconcierto y el miedo se apoderaron de alumnos y profesores. Podían avistar las llamas y la enorme columna de humo negro que se adentraba en el Edificio Central por las ventanas que habían quedado destrozadas. La explosión fue tal que causó daños materiales también en el resto de facultades. Ante la situación de pánico, la primera reacción fue salir corriendo lo más rápidamente posible del edificio. Algunos lo hacían con la cara ensangrentada y con cristales clavados en el cuerpo. No sabíamos si podían producirse más explosiones. Más tarde nos enteramos de que había varios avisos de bomba en la facultad de Ciencias. A pesar del zumbido en el oído por el enorme estruendo de la explosión, se empezaron a escuchar sirenas que no 80

82 pararon de sonar en toda la mañana. Pronto desalojaron el campus y empezaron a llegar noticias mientras hablábamos con nuestras familias. Nos confirmaban que había sido un atentado de ETA, y la furia y la impotencia se adueñaron de nosotros más que nunca. Porque es realmente cuando lo vives de cerca, cuando te das cuenta de la crueldad sanguinaria de esta banda terrorista que ya suponías. Nos preguntábamos: " Por qué en la Universidad?, qué beneficio sacan matando a jóvenes de 18 a 26 años que no están implicados en política?". Te das cuenta de que ETA no necesita razones para matar y que no importa la víctima. Podían haber causado una masacre. Y no entendemos por qué. No entendemos qué pretenden conseguir con esto. Ayer por suerte no hubo fallecidos, pero compañeros míos que resultaron heridos han visto la muerte de cerca. Y hablo en mi nombre y en el de mis compañeros para condenar profundamente este atentado y expresar nuestra más absoluta repulsa. Sin embargo, el susto y el miedo que se ha impregnado en nosotros no nos lo va a quitar nadie. Javier Andión Catalán 3º de Humanidades UN Diario de Mallorca.es 30 de octubre de

83 Desconcierto, miedo, confusión... estas son las palabras que mejor definen el ambiente que se ha respirado esta mañana en el Campus de la Universidad de Navarra. Según han declarado varios testigos a Libertad Digital, al saber que de momento no hay heridos graves, gracias a Dios ha sido muy poco para lo que podía haber sido. Marta Revuelta, personal de servicio de la Universidad, se encontraba en el edificio central cuando se produjo la explosión. La testigo ha explicado a este diario que tras la bomba las personas fueron desalojando dicho edificio y que al tener éste forma de U no pudieron ver qué ocurría cuando salieron. Sólo se veía una gran humareda, ha añadido. La trabajadora ha añadido que ha escuchado los chasquidos de los cristales producido por las roturas de ventanas. Al oír esto supimos que era una explosión. Por desgracia, en la Universidad de Navarra ya sabemos cómo suenan las bombas. Por otra parte, María Teresa Laporte, ex decana de la Facultad de Comunicación de Comunidad Foral, ha declarado a Libertad Digital que están "muy asustados a la par que asqueados, ya que esta universidad no tiene nada que ver con la causa que haya podido provocar esta bomba". Según la profesora, en el campus se ha respirado un ambiente de "desconcierto" y "miedo". Asimismo, según ha explicado, Álvaro Eguiluz, alumno de la Facultad de Derecho, ubicada a cien metros de donde se ha producido la explosión, escuchamos un gran temblor, como si fuese un trueno, aunque sabíamos que un trueno no era. Segundos después saltaron las alarmas del edificio y la 82

84 gente comenzó a salir, sostiene el testigo. Todos los testimonios coinciden en subrayar que la evacuación ha sido rápida y que a todo el mundo el ha dado tiempo de salir. LibertadDigital.es 30 de octubre de

85 En el campus, algunos recuerdan inmediatamente el coche bomba que ETA hizo estallar en esa misma universidad en Dios mío, es el quinto atentado que vivo, cuándo acabará esto de una vez?, comenta una de las empleadas de la universidad, vestida con uniforme azul oscuro, mientras apoya su cabeza en el hombro de una compañera. Este es el sexto atentado que sufre desde 1979 esta universidad, vinculada al Opus Dei. Llueve intensamente. La temperatura es de cinco grados. La multitud de profesores, alumnos y empleados desalojados se van caminando hacia los barrios próximos, San Juan e Iturrama. El decano de la Facultad de Derecho realiza ante los medios informativos una declaración de condena del ataque terrorista. La policía le interrumpe. Existe el riesgo de una segunda explosión. Un grupo de estudiantes se aproxima al teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona. No saben que es uno de los máximos responsables de la lucha antiterrorista en la comunidad foral. Le preguntan si pueden recoger sus coches. Les remite al dispositivo policial, pero les aconseja pensar en su seguridad y dejar para más adelante recuperar sus pertenencias. Todos caen en la cuenta de que no ha muerto nadie de puro milagro. Cualquiera de ellos podía haber estado en el aparcamiento. La lluvia también ha contribuido. Si llega a ser una mañana de sol.... El País 31 de octubre de

86 Nadie hubiera creído ayer a media mañana que la mayoría de los heridos llegaría a los hospitales por su propio pie para salir a las pocas horas. El último balance de heridos elevó a 30 el número de atendidos en los tres centros hospitalarios, principalmente en la Clínica Universitaria y en su mayoría por heridas incisas, traumatismos, dolor de oídos y crisis nerviosas y de ansiedad en lo que fue un goteo continuo de atenciones. En la CUN, se habían atendido hasta última hora de la tarde un total de 24 personas, de las que 22 fueron dadas de alta para las ocho de la tarde. Otras seis personas, que fueron derivadas al hospital de Navarra y en Virgen del Camino, aunque no requirieron ingreso. Deia 31 de octubre de

87 Virgilio Calama, estudiante sevillano de Medicina en la Universidad de Navarra, relató que en el momento del atentado estaba en el intercambio de clase, en el edificio de Ciencias, a unos 400 metros del lugar donde explotó el coche Escuché un petardazo, y en principio pensé que podía ser un trueno, ya que el tiempo está mal. Pero pronto nos asomamos a las ventanas y vimos una columna de humo negra, y la gente empezó a preocuparse. Explicó que los estudiantes se dieron cuenta muy rápido de que era un atentado: La gente de Pamplona tiene ya como un sentido especial para esto, y en cuanto ve una situación así y a la Policía sabe lo que ha sido. Al momento vinieron a comunicarnos que había otro posible aviso de bomba en el edificio de Ciencias, en el que me encontraba, y nos dijeron que nos marcháramos de allí. La Universidad entera fue desalojada. Aunque no conoce personalmente a ninguno de los heridos, Virgilio comentó que a una estudiante se le cayó encima una cristalera de la biblioteca, por lo que sufrió muchos cortes. Además, todos nos pusimos muy nerviosos No nos esperábamos que pasara esto, y menos en un campus. Nosotros, los estudiantes, no podemos ser objetivo de la banda. El Correo de Andalucía 31 de octubre de

88 Esteban López-Escobar, de Trubia, profesor de Comunicación en la misma Universidad navarra y ex presidente de la Asociación Mundial del Estudio de la Opinión Pública, fue testigo directo desde el primer momento de la explosión, que se produjo en el aparcamiento de al lado de las oficinas generales, dirección de Personal y el aula 18. Se trata de un sitio muy frecuentado e itinerario de paso de muchos estudiantes y donde, además, decenas de coches aparcan en batería. El estruendo fue enorme. De hecho, vibraron los edificios vecinos. Más que miedo, el sentimiento general fue de preocupación por la vida de las personas y algo de desconcierto, relata López-Escobar. El profesor está convencido de que San Miguel, que está en el escudo de la Universidad, parece que nos protege. La Nueva España 31 de octubre de

89 "Calma tensa" fue la sensación que desde la dirección del centro de estudios Altaduna transmitieron ayer a El Almería tras conocer la noticia de que un grupo de 39 niñas que habían viajado a Pamplona con tres profesoras se habían librado por minutos de un atentado de la banda terrorista ETA en el Campus Universitario. Tras haberse dividido en grupos, por especialidades en los estudios de 1º y 2º de Bachillerato, visitaron diferentes facultades como la de Economía, Ciencias, Derecho, Comunicación o Arquitectura. Precisamente, fue a la salida de una de las visitas (facultad de Ciencias) cuando pasaron a escasos metros del lugar siniestrado. No hacía ni cinco minutos cuando un estruendo enorme les sobresaltó el corazón. Miraron hacia atrás y vieron una columna de humo enorme. "No sabían qué había ocurrido y la mayor preocupación era saber si los demás grupos estaban bien", explicó la directora del centro, María Fernanda, quien además manifestó que "gracias a la templanza de las profesoras se logró que los nervios no se apoderaran de las estudiantes". Además, "en todo momento estuvieron arropadas por los profesores y directores del Campus que les fueron informando en todo momento de lo que ocurría", explicó. Una llamada de teléfono intensificó aún más la tranquilidad. "Todas estamos bien, no os preocupéis. Nos reunimos con vosotras ahora mismo", fue la conversación entre dos de las profesoras que van a cargo del grupo. Aún no sabían si las noticias habían llegado a Almería, pero lo más lógico era avisar a los padres para evitar los rumores y la preocupación. Fueron las propias alumnas las que hablaron 88

90 con sus familias, aunque a media mañana el colegio comunicó a todos los padres y tutores las medidas que se habían acordado de urgencia como consecuencia de la explosión. "De inmediato nos reunimos toda la directiva para coordinar un plan alternativo al itinerario que se había establecido para el viaje de estudios. Ahora lo más lógico era salir del País Vasco, no por seguridad, porque seguramente Pamplona era ayer por la tarde la ciudad con más policías de España, sino para tranquilizar a las familias", explicó la subdirectora del Altaduna, María Jesús. De modo que horas después del atentado, el autobús tomó rumbo hacia Logroño, y hoy, en lugar de visitar San Sebastián, el grupo visitará la ciudad de Zaragoza. "Gracias a Dios que no ha ocurrido ninguna desgracia y que a pesar de la gravedad del atentado todo ha quedado en un susto con víctimas heridas leves" apostilló la directora de comunicación, María del Mar Blanco, al tiempo que hizo hincapié en que "llevamos años realizando el mimo viaje con los alumnos del centro y nunca nos hemos visto envueltos en una situación semejante". No obstante, quizá fue la falta de información lo que mantuvo al grupo de almerienses en esa calma tensa que manifestaron. Y es que en ningún momento fueron conscientes de que además del artefacto que había explotado, existía la posibilidad de que hubiera otro en un lugar que la Policía aún no había localizado. Sin embargo, como apuntó Rubalcaba, fue una "falsa alarma". Ellas aún saben que el peligro no había acabado tras la deflagración. El Almería 31 de octubre de

91 Cientos de personas se han reunido frente a la Biblioteca, donde entran y salen alumnos y profesores. Han abandonado los despachos, los libros, los apuntes, los abrigos, por lo que muchos regresan al interior para recuperarlos. Víctor Sanz, el director de la Biblioteca, ha tenido tiempo para comprobar que se ha tratado de un coche bomba y volver a su despacho. He esperado a que saliera todo el mundo para marcharme yo, que para algo soy el director. Esto no se entiende de ninguna manera. Nosotros no le hemos hecho nada a nadie. Hay otras maneras de explicar tus ideas, aunque con estos comportamientos demuestran que no las tienen. Nosotros, en cualquier caso, somos cristianos y perdonamos. Un grupo de profesores se ha dirigido mientras tanto a la pequeña ermita de la Virgen del Amor Hermoso, situada dentro del campus junto a la avenida Pío XII. Rezan y comentan lo sucedido. Como Víctor Sanz, la mayor parte de la comunidad universitaria permanece en calma. Muchos recuerdan el atentado de mayo de 2002, saben lo que ha pasado. A los más jóvenes, sin embargo, el coche bomba de ETA los ha cogido por sorpresa. Hay alumnos, chicos y chicas que no pasan de los 22 años, que lloran, que son abrazados por sus compañeros mientras caminan. Ha llegado también la Policía Nacional y entre los tres cuerpos desalojan el campus, con un fondo de sirenas que van y vienen. Los móviles no descansan. Entran las llamadas, los mensajes de texto que buscan calmar la angustia. Dónde andabas, estás bien?. Diario de Noticias 31 de octubre de

92 Edgar Santini es puertorriqueño y asistía a clase en la Biblioteca en el momento del atentado. Ha sido un impacto grande. Ver a la gente volándose al suelo... El profesor ha estado muy tranquilo y nos ha ido sacando del aula. Miedo? Bueno... En situaciones como ésta cada uno se acuerda de su madre. Diario de Noticias 31 de octubre de

93 El periodista de RNE Javier Izu ha vivido el atentado en primera persona y así lo ha contado en su primera conexión con la emisora. "Se nos han venido los cristales encima y apenas hemos podido ser conscientes de lo que ocurría", ha explicado Izu desde apenas 50 metros del lugar de la explosión. Según él mismo ha explicado, la explosión ha sido "violenta", como "un trueno" y enseguida se ha visto una enorme columna de humo. Javier Izu se encontraba en el campus entrevistándose con un profesor de la Universidad. Otro de los testigos de la potente explosión que ha sacudido el centro universitario, Carlos Alfaro, ha contado en conexión telefónica con TVE cómo "los cristales han empezado a vibrar" justo antes de sentir una explosión "muy fuerte". Además, Alfaro se ha referido al temblor del suelo, como si de un "terremoto" se tratara y a cómo la gente que ya había vivido un ataque de ese tipo ha detectado enseguida que el sonido y el humo correspondían a un atentado. "Es un milagro que sólo haya heridos" Alfaro se ha referido en RNE al "milagro" que se ha producido ya que el atentado no ha causado ninguna víctima mortal ni heridos graves, a pesar del "caos y de la histeria". RTVE.es 30 de octubre de

94 Fue como si el edificio se moviera. Tengo grabada la cara de pánico de la profesora, Patricia Gil de Sola estaba en el edificio Central, como cada jueves, en clase de Literatura universal. Llovía, hacía frío. Un día más. Sin previo aviso, el estallido de la bomba dirigió todas las miradas de los estudiantes hacia el edificio central de la Universidad de Navarra. Nadie decía nada. La enorme columna de humo negro confirmaba las peores sospechas. Rápidamente, profesores, profesores, alumnos y trabajadores salían de los distintos edificios para ver de qué se trataba. Dentro del edificio central, en cuanto me recuperé del susto, salí corriendo de allí. Una parte del edificio estaba literalmente en llamas, asegura Patricia. A pesar del miedo, y de la gran cantidad de personas que trabajan en el central, se mantuvo la calma. Nadie gritaba. Las caras de pánico lo decían todo. Al salir la Policía nos mandó fuera del campus, cuenta Patricia. Mis amigas me estaban esperando en la explanada de bibliotecas, situada a unos 500 metros, pero no nos dejaban pasar por allí por el riesgo a que estallara una segunda bomba o a que los depósitos de gasolina de otros coches explotaran por el calor. No tenía cobertura en el móvil por los inhibidores de frecuencia, no podía avisar de que estaba bien. Conforme me alejaba de la zona pude llamar por teléfono para decirles que no me había pasado nada. Entonces rompí a llorar. Conforme subía hacia mi casa agrega Patricia, vi cómo, a pesar del miedo, se mantuvo la calma; nadie gritaba, las 93

95 caras de pánico lo decían todo. Los coches de Policía también se dirigían hacia la Facultad de Medicina, muy cercana al Hospital Virgen del Camino y a la Clínica Universitaria. Estaba desconcertada, no podía creer que tuvieran tan pocos escrúpulos como para atentar contra enfermos. Han sido los peores minutos de mi vida, insiste. El Periódico de Córdoba 31 de octubre de

96 Todos los aparcamientos de la Universidad de Navarra tienen barreras de control menos uno, el situado entre el Edificio Central y la Biblioteca, donde ayer ETA colocó un coche bomba, un atentado que nunca va a olvidar el vigués Cosme Amor, estudiante de Derecho. Estaba cerca, en la entrada de la facultad. Iba a ir al Edificio Central pero me quedé hablando con unos amigos. Escuché la explosión allí y todos nos dirigimos al aparcamiento, pero la policía llegó enseguida y nos mandó alejarnos de la zona porque podría haber más bombas y el incendio se podía extender a otros coches, relata. Cosme Amor recuerda que a los pocos minutos del atentado vio a compañeros heridos por los cristales y muchos móviles. Todo el mundo hablaba por teléfono, llamando a sus familias o a otros compañeros... Fue un poco caótico, sobre todo cuando unos estudiantes confundieron una mancha de pintura roja que era de una farola con sangre. Nos desalojaron muy rápido y hasta las cinco de la tarde no se podía entrar a la Universidad. Estudiantes y profesores se concentrarán hoy a las doce en el campus para condenar el atentado. Ha sido un milagro que no pasara nada grave; es una zona muy concurrida. Han podido colocar el coche bomba allí porque es el único aparcamiento que no tiene barrera, señala el estudiante vigués. El Faro de Vigo 31 de octubre de

97 Una mezcla de rabia, tensión, impotencia e incertidumbre. Así se podría definir el cóctel de sensaciones que los más de 40 vallisoletanos que estudian en la Universidad de Navarra vivieron ayer minutos después del atentado de ETA que provocó 28 heridos leves. Algunos de ellos tuvieron la desgracia de vivirlo de cerca, otros, los que no estaban en las inmediaciones del edificio, tuvieron que pelear con los nervios propios de no saber si todos sus compañeros y, en algunos casos, familiares estaban bien. Santiago González es estudiante de tercer curso de Derecho. Estaba a punto de finalizar una de sus clases cuando la explosión adelantó de forma macabra la salida del aula. En apenas medio minuto se plantó cerca del coche bomba... todo lo cerca que el cordón policial le permitió. Corrí hacia allí por intuición, todos sabíamos que había sido una bomba porque tembló todo el edificio, recuerda. No tardaron mucho los numerosos policías de paisano en tomar posiciones y empezar a desalojar a la gente para evitar que una posible segunda explosión provocase males mayores. La Guardia Civil nos echó cuando el espeso humo negro lo tapaba todo, ha sido un shock ver todo arder, señala. Además, las llamas y el calor hicieron que se produjeran pequeñas explosiones en algunos coches que estaban estacionados en el aparcamiento. La primera reacción de la mayoría de las personas que viven una situación similar lejos de sus casas suele ser hacer una llamada a la familia para tranquilizarla. Sin embargo, muchos de los estudiantes no pudieron hacerlo ayer porque los teléfonos móviles dejaron de estar operativos minutos después de que estallase la bomba. Lo peor ha sido no poder avisar a mis padres en 40 minutos, al 96

98 final he contactado con mi hermana y ella sí que ha podido, explica González. Su tranquilidad contrastaba en esos momentos con la histeria de las personas de alrededor que tenían familiares en el edificio central, al lado de donde estalló la bomba, y no podían hablar con ellos ni acceder al recinto. La gente no paraba de llorar, ha sido impresionante. Desgraciadamente, no todos los amigos de este estudiante de Derecho pudieron salir ilesos. Algunos estaban en la biblioteca y han resultado heridos por los cristales que se rompieron. Según él, si ETA quería cargarse a alguien, ése era el lugar perfecto porque era muy frecuentado. De hecho, conozco a gente que ha pasado por allí 40 segundos antes de la explosión. Yo mismo podría haberlo hecho, reconoce. Tanta es la suerte que sienten haber tenido que los estudiantes que han puesto un mensaje cercano a la Madre del Amor Hermoso, que preside la capilla del centro, en el que se podía leer: Gracias por protegernos El Diario de Valladolid 31 de octubre de

99 Luis Cumba, técnico de servicios informáticos, camina por la explanada situada entre el edificio de Ciencias Sociales y la Biblioteca cuando escucha el estruendo. Iba a pasar muy cerca de ese coche tres minutos después, porque tenía una asistencia técnica en el Edificio Central. Enseguida se ha levantado una columna de humo y he corrido para ver si se podía hacer algo. Diario de Noticias 31 de octubre de

100 Sobre las once menos cuarto, bajando la cuesta de Fuente del Hierro, que conduce al campus de la Universidad de Navarra, dudé entre ir a la oficina de Personal, donde tenía atrasada una firma para asunto menor, o dirigirme directamente al edificio del Instituto de Ciencias para la Familia, donde me aguardaba una de mis ayudantes para resolver otro asunto, éste de exámenes, también menor pero más divertido. Hacía frío y me iban calando las rachas de chirimiri. Un impulso de pereza, quizás de la providencia - que juntas van esas encarnaduras humanas!-, me hizo desistir de ir a Personal. Enfilé la explanada de la Biblioteca. Iban y venían algunos alumnos y profesores, pocos y deprisa -gracias al frío, la llovizna y a cierta Madre-, cuando estalló el coche-bomba a escasos doscientos metros. Es la sexta bomba de ETA que sufro en mi Universidad y me roza por los pelos. Con toda intención se ha buscado una masacre de universitarios. Se emplazó el artefacto explosivo en el aparcamiento que media entre el Edificio Central y el primer edificio de Bibliotecas, donde también está la Facultad de Económicas, cerca de las Facultades de Comunicación y de Derecho. Además, el coche-bomba se aparcó pegado al ala Este del Central, donde están las oficinas generales para los alumnos y también las de personal para los empleados de la Universidad. Para quien conoce el campus y sus costumbres, un lugar donde hay un incesante tránsito de cientos de alumnos y profesores, especialmente a media mañana, es decir, a las once horas. La seca y brutal explosión, la metralla de las cristaleras estallando, seguida del incendio de varios coches, de las oficinas generales y, por su puesto, la de Personal, provocó una enorme confusión. Las eventuales víctimas fueron mi 99

101 primera preocupación. Sirenas, bomberos, ambulancias, policía. Se acordó la zona y aún los testigos próximos no podíamos saber con exactitud lo que había pasado y su alcance. Pronto corrió el rumor de que había otra bomba que, tal vez, estaba en el aparcamiento del edificio de Ciencias. Mi nieta mayor, Irene, asistía a sus clases de enfermería en ese edificio. No respondía su móvil. A quién recurrir, a qué poder y misericordia invocar, en aquellos momentos, para que no estallara esa otra bomba mientras los universitarios desalojaban los edificios? Unas dos horas después, ya en casa, apareció mi nieta. Estaba impresionada. Sabíamos, entonces, que no había muertos. Oscilaban las noticias entre quince y veinte heridos sin especial gravedad. Se me quedó mirando, esperando mis palabras. Soy su abuelo, pero también un veterano catedrático -más de cuarenta años- de su Universidad. Qué decirle? Se me ocurrieron tres cosas. Con todo respeto, también se las digo a ustedes. Primera, nada de insultos, vísceras al congelador, somos universitarios. Estos son, precisamente, los momentos para demostrarlo con hechos. Segunda, hay que tomar conciencia, mediante esta experiencia vivida, de lo qué es el terror y la violencia. Es la mayor confesión de impotencia ante la fuerza de la razón y de la libertad. Los terroristas son incapaces de convencer con argumentos racionales en un marco de auténtica libertad. Tienen perdida la batalla del pensamiento. Sólo saben imponerse, coaccionando mediante el terror. Son la negación de lo más excelente del ser humano, su racionalidad en libertad. Representan la barbarie, frente a la 100

102 civilización. Por eso odian ésta y cualquier otra universidad que sean Universidad. Por tanto, cuantas más bombas, mayor testimonio de razón y libertad. Tercera y última. Tras seis atentados -queridos lectores e Irene-, tengo que pensar que si no es el azar, sino la intención y la acción de concretos terroristas, quien los organiza y explosiona, tampoco puede ser el azar, sino otra providencia y acción, la que ha evitado seis masacres. Hay en el campus de la Universidad de Navarra una pequeña y hermosa ermita, muy visitada por los universitarios y también por familiares de enfermos, pues está ubicada cerca de la Clínica Universitaria. La ermita está dedicada a la Virgen del Amor Hermoso. Es una sugestiva y profunda invocación a nuestra Madre. Qué madre, por el poder de su amor, no vela por sus hijos, por todos los universitarios, protegiendo sus vidas del odio y sus bombas? Testigo de las seis bombas Pedro-Juan Viladrich lanacion.es Actualizado 31/10/ :19h 101

103 Una no se espera que la respuesta de ETA a la desarticulación del comando Nafarroa se produzca a no más de 300 metros de tu facultad. Pero no puede ser otra cosa más que eso cuando la cristalera de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra se parte en dos después de sonar un estallido ensordecedor. Era otra bomba más. Tras oír el ruido, los bedeles abrieron las puertas para que todos saliéramos cuanto antes del edificio. Pueden haber más bombas! Hay que salir de aquí ya!, gritaban algunos de mis compañeros de clase. Corrimos hacia afuera. Una inmensa nube de humo negro salía del Edificio Central. Los alumnos nos concentramos poco a poco en los jardines de al lado del aparcamiento donde había estallado el coche bomba. Las líneas telefónicas comenzaron a colapsarse. Quien no localizaba a sus compañeros estallaba en llantos, mientras otros gritaban nerviosos contra los terroristas. Tardamos varios minutos hasta poder contactar con nuestros familiares. Los agentes ordenaron que nos alejáramos de allí. Llegaban rumores de que los demás párkings del campus universitario tenían peligro de bomba. Había otro aviso en el edificio de Ciencias. A los alumnos de Arquitectura no les dejaron salir de su edificio hasta una hora después del atentado. Fue horrible. Todos nos pusimos a gritar como histéricos. Todos los cristales se han roto. Al estallar la bomba, un compañero de mi clase se ha caído de la silla del temblor del suelo, comentaba una estudiante de primer curso. 102

104 Hacia las doce, los llantos y los nervios empezaron a calmarse. Varios compañeros de letras llegaban donde nos había concentrado la Policía. Contaban que sí había heridos, pero sólo eran por los cortes de los cristales. Las llamadas de teléfono desde el exterior decían que no había muertos. Parecía imposible, pero estábamos todos bien. Cincuenta kilos de explosivos no habían podido con nosotros. Begoña Blanco Estudiante de cuarto de Periodismo. Diari de Tarragona 31 de octubre de

105 Ha sido una bendición, no me creo que sólo haya heridos, es casi un milagro, subraya quien ha sufrido su segundo atentado en la UN: La vez anterior nos avisaron. Gonzalo Sobejano, natural de Madrid y residente en Mutilva, no sufrió heridas pero se ha quedado sin coche, aparcado justo delante del siniestrado. Estudiante de Arquitectura pudo abandonar el recinto, pese a las indicaciones del personal, del centro para comprobar el estado de su coche convertido en chicle, un amasijo de hierros como un plástico. Me he encontrado con el rector y me ha tranquilizado saber que no había heridos graves, afirma. Lo primero que sientes es impotencia, rabia y pensar inevitablemente que nos podía haber atrapado a cualquiera de nosotros, añade. La acera que bordea el edificio central y que separa la zona de aparcamiento había sido ampliada hace poco. Es una zona de mucho paso por la gente que va al edificio central donde están las oficinas o la cafetería, o a los comedores o la biblioteca desde los colegios mayores, relatan. El profesor de Historia José Javier Azanza también atribuye parte de la suerte a la presencia de la lluvia que evitó que hubiera gente fuera de los edificios, indicaba camino a la villavesa poco después del atentado. Deia 31 de octubre de

106 Una de las estudiantes, con lágrimas en los ojos, suplica a un policía que le permita acceder a su aula para poder telefonear inmediatamente a su madre con el móvil que se ha dejado guardado en el bolso. Los agentes no se lo permiten por razones de seguridad. Un joven que pasa a su lado le presta el suyo. Mamá, soy Inés. Han puesto una bomba en la universidad, pero estoy bien. Con mucho miedo, pero bien. Por qué hacen esto, por qué? El País 31 de octubre de

107 El humo que penetra en los edificios nubla ya el fondo de los pasillos, mientras profesores y alumnos dudan entre salir o quedarse dentro. Quienes abandonan la Biblioteca permanecen bajo el pórtico, a menos de cien metros del Peugeot 306 que ha reventado con más de 40 kilos de explosivos. De nuevo hay silencio, conmoción. Algunos, como Miguel Ángel Jimeno, profesor en la Facultad de Comunicación, se han acercado aún más, apenas a 15 ó 20 metros, donde una columna de humo empieza a levantarse, cada vez más oscura. Allí comprueban con alivio que la explosión no ha alcanzado de lleno a nadie. La lluvia, tenaz y milagrosa, ha vaciado el campus y ha mantenido prácticamente a salvo a todos. Pero en ese momento esto no lo sabe casi nadie. (...) El fuego ha alcanzado las oficinas del edificio Central, desde cuyas ventanas se escapan las llamas y la incertidumbre por el estado de quienes trabajan allí. Mientras, los estrechos pasillos del campus no dan abasto para evacuar a cientos de personas y algunos cruzan por el césped, empapándose los zapatos. No se acerquen a los coches, por favor, dice un Policía. Hay serenidad, pero algún alumno no esconde su rabia. Qué hijos de puta, qué hijos de puta. Poco a poco, mientras los bomberos comienzan a controlar el fuego, el campus queda verde, acordonado y casi vacío. Miguel Ángel Jimeno es uno de los últimos en salir. Desde la explanada del edificio de Comunicación, se pregunta por lo absurdo de toda esta barbarie: Y a quiénes querían matar éstos, a unos estudiantes?. Diario de Noticias 31 de octubre de

108 Hoy hay que decirlo: Gracias a Dios, era la hora del café para los ocupantes de la oficina que se incendió. Gracias a Dios, Liège no había llegado al aparcamiento cuando estalló la bomba. Gracias a Dios, Eugenia y su futuro hijo ya habían salido del aparcamiento cuando estalló la bomba. Gracias a Dios, la madre que pensaba amamantar a su bebé en uno de los coches que se calcinaron decidió ir a enseñar su retoño a las compañeras. Gracias a Dios, Loren y María dejaron el coche media hora antes de la detonación. Gracias a Dios, no había nadie sentado en los ordenadores de la secretaría de comunicación cuando reventó la ventana. Gracias a Dios, Ana decidió no aparcar su coche al lado de la bomba. Y gracias a Dios por toda la gente que no conozco pero que no estaba allí. Por todo eso, porque no puede ganar el odio, doy gracias a Dios. Blog: unquioscodemalaquita.blogspot.com 30 de octubre de

109 Han pasado unas horas desde que ETA lanzara su último zarpazo y demostrara a todos que sigue viva. Viva para matar. Una cruel paradoja que no contó con el chirimiri navarro, que, cual capotillo de San Fermín en los encierros, protegió a cientos de personas de una masacre. Estudiantes aún púberes, profesores, cocineras, vigilantes de seguridad, guardias de la moralidad -los que afean a las parejitas que se morrean en el césped-, camareros y, en definitiva, gente de bien que burló una muerte segura. Y es que la finísima lluvia, que sorprende a los que no son de allí por su persistencia y su elegancia -no te toca pero te cala-, quitó a la gente las ganas de pasear y disfrutar de las instalaciones que la Universidad de Navarra tiene en la capital pamplonica. Y así, esa zona de obligado paso hormiguero que se había convertido en una trampa mortal no tuvo nada que llevarse a la boca. Estábamos en el cambio de clase en el momento de la explosión, y no nos apetecía nada mojarnos para ir al Faustino -un bar coqueto y señorial que se encuentra en el Edificio Central-. Supongo que eso mismo debió de pensar mucha gente, comenta Joaquín Rodríguez Puerta, alumno pamplonés de 19 años de tercero de Derecho. Cualquiera pasa por allí, es un sitio muy transitado pero, afortunadamente, en ese momento, no había nadie cerca, añade, al tiempo que asegura que desde el principio pensó que se trataba de una bomba: La de 2002 me cogió en la Clínica Universitaria. Javier M. Faya El Chirimiri milagroso Diario de Burgos 31 de octubre de

110 Otra vallisoletana que vivió ayer de cerca el atentado de la banda terrorista es la actual delegada de todos los alumnos en la Universidad de Navarra, Pía García Simón, estudiante de 4º de Periodismo. Estaba en la Facultad de Comunicación, a 350 metros de donde pasó todo, asegura. Por difícil que pueda parecer en una situación como ésta, el orden abanderó el desalojo de este edificio. Pude ver el fuego y un humo cada vez más negro, por lo que nos hemos ido todos a un bar de la calle Iturrama, desde donde lo hemos seguido todo por la televisión. Ella no tuvo problemas con su teléfono móvil. Apenas tres minutos después de que todo pasase ya se había puesto en contacto con su hermana para que avisase a sus padres - que en principio no respondían a la llamada y les tranquilizase. Es un milagro que no haya muertos porque fue en una hora punta y cerca del edificio donde se hacen todos los trámites administrativos, indica. De hecho, en esos momentos, un buen número de estudiantes hacían cola para solicitar una beca cuyo plazo de presentación estaba a punto de concluir. La propia hermana de Pia, Lara García Simón, estudiante de primer curso de Administración y Dirección de Empresas, vivió el atentado desde la distancia, en la residencia de estudiantes. Me enteré por la llamada de mi hermana, aunque en seguida vi llegar a gente atacada de los nervios, dice. Según ella, resulta curioso que fueran sus padres los que intentaran tranquilizarla y no al revés. A pesar de que cada uno de ellos aporta una perspectiva distinta sobre el triste suceso, ninguno encuentra respuesta a la pregunta que ayer se hacía en voz alta Santiago 109

111 González: Qué tiene esta gente en la cabeza?. La única certeza que tienen horas después es que la bomba destrozó parte del mobiliario de la Universidad y que pudo hacer lo mismo con las familias de unos estudiantes que cometieron el único delito de estar en el sitio equivocado a la hora menos oportuna. A unos metros del siniestro. Algunos estudiantes aseguran tener compañeros que pasaron por el lugar del atentado 30 segundos antes de que explotara la bomba El Diario de Valladolid 31 de octubre de

112 Pelando patatas en una cocina, a punto de empezar un examen, rellenando impresos en las oficinas, estudiando en la biblioteca o durmiendo en un colegio mayor. "Un estruendo terrible" resquebrajó ayer, hacia las horas, la actividad ordinaria en la Universidad de Navarra, una institución con más de personas, entre estudiantes, profesores y profesionales diversos. Javier Gil se hallaba estudiando en la biblioteca, ubicada a unos 50 m del aparcamiento donde estalló la bomba, el único de la universidad de acceso público. Sobre él cayeron los cristales de una de las ventanas del inmueble. "Pensaba que se caía el techo", manifestó horas después, ileso. "Muchos lloraban, otros proferían insultos... Había mucho jaleo para salir de la biblioteca", narró. A Álvaro Calleja, en cambio, la explosión le arrebató el sueño. "Vivo en el Colegio Mayor Belagua, justo enfrente del párking. Pensé que se había caído un ascensor, pero al asomarme a la ventana vi fuego. La policía nos ha desalojado en unos dos minutos", recordó y agregó que su novia y un amigo se encontraban en ese momento en el edificio Central, en el que se originó el incendio. "Me ha costado hablar con ellos, pero están bien", añadió. Para las cocineras del Central los "cimientos se movieron". "Se rompieron los cristales de las ventanas, las bombillas... Ha sido muy fuerte...", coincidieron cuatro de ellas. "Yo he seguido pelando patatas, hasta que mi jefe ha venido diciendo que era una bomba", puntualizó una de ellas. Por su parte, Jesús Tanco, del área de Relaciones 111

113 Institucionales, calificó de "milagro" el que no se hubieran registrado víctimas mortales. El Campus se sumió en la indignación, el miedo, el nerviosismo y cierta parálisis. Y en un colapso en la red de telefonía. Hubo quien recibió hasta cien mensajes en el móvil en tan sólo dos horas, como un profesor de la Facultad de Comunicación. Ese fallo incrementó la tensión de muchos. "Quería llamar, pero era imposible... He sabido que era una bomba al instante", comentó una trabajadora del centro, quien estaba en el edificio Central hacia las 11 horas. Todo el personal del centro fue desalojado. Los corrillos se formaron entorno a Pío XII, Esquíroz o Iturrama, entre otras vías. Calles por las que se veían oleadas de estudiantes, la mayoría sujetos a los móviles, muchos llorando, algunos rezando y casi todos intercambiando experiencias. " Sabes algo de Javier?", "y pensar que ayer estaba en ese edificio", "yo acababa de cruzar el parking", "si por un profesor hay diez alumnos...". ADN.es Pamplona 31 de octubre de

114 Las persianas y las ventanas saltaron por los aires, los cristales alfombraron buena parte del suelo de los edificios situados cerca del aparcamiento donde el terrorista abandonó el vehículo cargado de explosivos. La onda expansiva dejó destrozados unos 20 coches que estaban en el aparcamiento y la bomba originó un incendio en el edificio central universitario. Los bomberos desplazados al lugar se emplearon a fondo durante dos horas para controlar las llamas. Por la tarde aún salía humo blanco de los rescoldos del incendio que ennegreció el sólido granito con el que está construido. Las caras de susto y la ansiedad dieron paso en pocos minutos a una oleada de llamadas desde los móviles de los estudiantes, profesores y trabajadores de la universidad para tranquilizar a las familias. Estoy bien, estoy bien, era la frase más repetida. Nos ha sacudido la onda expansiva y hemos intentado salir de clase por un lado. Nos han echado para atrás, y al final hemos salido por otro. En la calle me he encontrado con mis alumnos... las caras llenas de sangre. Todo muy aparatoso, pero estaban bien. Y pese a todo, he visto mucha serenidad. Así vivió el atentado Monserrat Herrero, una profesora de Filosofía de la Universidad de Navarra, donde estudian alumnos y trabajan 828 profesores y 867 profesores asociados. El País 31 de octubre de

115 Segundos después de la detonación del coche, la explanada de bibliotecas, situada junto al edificio central, era un auténtico hervidero. Los estudiantes que salían de las facultades desconcertados por el ruido de la detonación, de las sirenas de los coches de policía y de las ambulancias. Los furgones de la guardia foral y las unidades móviles de diversos medios de comunicación se amontonaban en los alrededores. A los pocos minutos de que estallara la bomba la Policía ya estaba allí. Nos mandaron que nos apartáramos de los coches. Había peligro de que hubiera una segunda bomba. Acordonaron la zona y nos mandaron fuera del recinto, asegura Esther García, estudiante de cuarto de Periodismo. Había una gran mancha roja en la pared, junto al cochebomba, esto era lo que más miedo daba. Pensar que cualquiera de nosotros o de nuestros amigos podía haber pasado por allí a esa hora, dice Esther. El despliegue policial cubría los diversos parkings y las salidas de la universidad. La entrada al campus estuvo acordonada hasta las 6 de la tarde, cuando los residentes de los colegios mayores del recinto pudieron acceder a ellos. Hoy se intentará a volver a la normalidad, se reanudarán las clases. La angustia dará paso a la gloriosa normalidad. El Periódico de Córdoba 31 de octubre de

116 Suena el teléfono y mi marido, profesor de la Universidad de Navarra, me dice que acaban de poner una bomba en el campus, pero que él está bien, que va a buscar a nuestros hijos -tres estudiantes de la Facultad de Arquitectura- y que han visto el horror de nuevo. Hay que hacer algo, no podemos acostumbrarnos a esta sinrazón. Aún no entiendo cómo no ha habido muertos. Parece un milagro. A las 11 de la mañana, miles de alumnos están en las clases o aparcando sus coches cerca de donde ETA hizo estallar la bomba. Los terroristas iban a hacer mucho daño y Dios nos ha protegido de nuevo. Veo en televisión las imágenes, a los periodistas preguntando. ' Por qué no había en ese rincón donde han puesto la bomba más seguridad?'. La Universidad tiene muchas medidas de control, qué más quieren que hagamos?, quieren que salgamos a la calle con armaduras?, qué podemos hacer los ciudadanos ante la barbarie? Y mientras, los políticos haciendo y deshaciendo pactos, cuando el único pacto que hay que hacer es el de la paz. Aquí no caben los que ponen bombas, los que no razonan, los que sólo buscaban matar. Ellos no pensaban en esas madres que angustiadas hoy nos aferrábamos a los móviles intentando encontrar a nuestras familias. Ellos no pensaban en los adolescentes que están siendo atendidos en urgencias. No pensaban más que en matar. Dios los perdone. Pilar Pérez. El Mundo 31 de octubre de

117 Esta mañana, hacia las 11, ha estallado un coche bomba en la Universidad de Navarra. Los terroristas de ETA la han colocado en un lugar en el que habitualmente hay mucha gente pasando, durante todo el día. No ha habido muertos, lo que una vez más es un milagro patente. Cualquiera que conozca la vida del campus lo puede confirmar. Diecisiete heridos leves y varios edificios afectados, el Central bastante a juzgar por las llamas que salen a estas horas de las ventanas. Es el sexto atentado que sufre la Universidad de Navarra, de donde se induce que a los etarras no les gustamos nada de nada. Ellos a nosotros tampoco nos gustan en absoluto. Esa cadena de atentados es un cursus honorum para los que amamos la libertad. La diferencia es que nosotros les perdonamos de antemano, también este atentado y también lo haríamos si se hubieran producido muertos. Mi mujer tenía clase en el Central una hora más tarde. Hubiera pasado por allí mismo. Pero insisto en el perdón. Lo digo porque si esperan que nos vayamos de Navarra (ese el objetivo de los seis atentados), lo llevan claro: sólo nos iremos con los pies por delante. Y algunos ni aun así, tampoco. Nosotros a lo nuestro, y ellos a lo suyo. Os doy las gracias desde aquí a todos los que habéis llamado para saber si nos había pasado algo grave. Publicado por Alvaro de la Rica en 13:17, alvaro-hobbyhorse.blogspot.com 116

118 Tenía por delante dos horas de clase con el grupo B de primer curso, en el aula 2 de CC. Sociales. Delante, unos 90 alumnos charlaban, sacaban el manual, preparaban los folios o sin más, miraban como sólo saben mirar los de primero. Estaba sentado, abriendo la web que correspondía al tema 5. Hoy lo iba a bordar... Y todo tembló. Aquello sólo podía ser una cosa: una explosión brutal, quizá una bomba. De primeras no pensé que hubiera sido en el campus, pero salí de la clase, me asomé al pasillo. Veo una inmensa columna de humo negro elevándose desde la zona del Central. Con el miedo en el cuerpo, los alumnos comienzan a ponerse nerviosos, no saben qué hacer. Veo pasar a Javier M. que sale de NT. "En el Central, ha sido en el Central", le digo. Asiente serio con la cabeza, mientras avanza a paso ligero mirando la columna de humo. Pido a los alumnos que vuelvan a entrar en clase, que tengan tranquilidad. Una vez dentro, me planteo cuál es la mejor decisión para su seguridad, si permanecer o evacuar. Miro al fondo de la clase. Me fijo en los ventanales. Quién no me dice que haya otra bomba? Les sugiero que recojan sus cosas, evacuen el edificio sin carreras, evitando acercarse a los cristales y que se dirijan a la explanada. Con el rabillo del ojo compruebo que varios alumnos están ayudando a Ana Z., invidente, a bajar las escaleras. En medio de la barbarie siempre hay espacio para la generosidad. Es la línea que nos separa a ellos de nosotros. Me dirijo hacia la consejería del edificio, donde me encuentro con la decana, Mónica H., Manuel M. A. y 117

119 Sonsoles S. Los bedeles comentan que la explosión ha sido en la zona de Oficinas Generales. Bomba? "Sí, un coche bomba en el aparcamiento, nos lo acaban de confirmar". Decidimos acercarnos a la zona, al sendero que une la explanada de Ciencias Sociales con el edificio de Arquitectura. Mientras avanzamos, trato de telefonear a Camino, pero la red está saturada. Le envío un sms: "estoy bien". Trato de hablar con mis padres, pero no hay forma. Han pasado 9 minutos desde la explosión. Y entonces vemos la barbarie, las llamas en torno al ala izquierda del Central. Y me traslado mentalmente al interior y sé que ese despacho en llamas es el de Dirección de Personas. Y me angustia pensar qué ha podido ser de mi amigo Javier M., o de sus colaboradoras. O de José E. O de Rosa. O de Jorge R. O de José Luis. O de las decenas de alumnos que suelen pasar a esas horas por esa zona. Se cierra el estómago, el corazón se encoge y rezo para mis adentros para que todos estén bien, aunque me temo lo peor. Nos desalojan de la zona y decido volver a CC. Sociales. Me refugio en el Seminario de Información Económica, un local interior bien guarnecido. Me conecto a Facebook y cambio mi "status". Mientras, consigo hablar desde una línea fija con mi hermano Rubén. Le tranquilizo y le pido que hable con el resto de la familia. Comienza a llegar una avalancha de mensajes: la red sigue saturada y recibo un pelotón de llamadas perdidas. Más de 45 en veinte minutos. Y pienso en esas madres, padres, hermanos que tendrán el corazón en un puño, tratando de localizar a sus hijos, a sus hermanos

120 En internet comienzan a dar cifras de heridos: 7, 14, Al parecer, todos leves. Y no me lo creo, pero le doy gracias a Dios y le pido que no haya muertos, que proteja a nuestros chicos. Llamo a un amigo en la Clínica Universitaria y me confirma que milagrosamente todos los heridos son leves. Me cuenta la historia de varios colegas que salvaron la vida por ese café de media mañana: sus despachos están destrozados. Mientras, siguen llegando al correo electrónico y a través de Facebook decenas de mensajes de ánimos de antiguos alumnos. Recojo el portátil, salgo al pasillo y me encuentro con Paco S., Samuel N., la decana, Manuel M., Sonsoles S., D. Eduardo, Ramón S. y Josean. Me cuentan que aunque no hay orden de evacuación del edificio, no podemos sacar los coches. Decido quedarme a que la cosa se tranquilice y me voy a la secretaría de la Facultad con Mónica, Manuel y Sonsoles para atender posibles llamadas. Por fin se va descongestionando la red y mi móvil -y el del resto - comienzan a estar operativos así que aprovechamos para tranquilizar a la familia, a los amigos, a los vecinos. Por fin contactamos con colegas de la Facultad y de Rectorado, que nos dan la última información: 18 heridos leves, no ha habido aviso previo a la Universidad y se pretende recuperar la normalidad cuanto antes. Y descubro - una vez más y no termino de acostumbrarme - que en un día tan gris, tan espeso, con esa tristeza que se corta con tijeras, los antiguos se acuerdan de nosotros, nos envían sus mensajes de aliento, de ánimo, nos acompañan. Palabras que nos ayudan más de lo que puedan imaginar. Y 119

121 llama un antiguo delegado de la facultad. Y llaman desde Brasil, de Madrid, de Barcelona, de San Sebastián, de La Coruña... También llaman algunos alumnos preguntando por el examen que iban a tener hoy por la tarde. También medios de comunicación. Incluso una cadena de televisión nacional nos pregunta si la facultad ha ordenado a los alumnos sacar las cámaras de televisión que se usan en prácticas para grabar las imágenes del atentado. (!) Hoy ha sido posiblemente el día más duro desde que trabajo en la Universidad. Pero mañana volveremos a estar ahí. A las 8 de la mañana. Y volveré a descubrir que los de primero miran como no miran los demás. Quizá tengan sueño. Pero no temor ni rencor. Actualización: Viernes, 8,00 de la mañana. No han fallado: 93 alumnos en clase. El corazón en un puño Alfonso Vara periodismoeconomico.blogspot.com 30 octubre

122 He llegado al aparcamiento sobre las He dado varias vueltas, porque estaba lleno. Como tenía prisa para llegar a clase, lo he aparcado en una zona no permitida. Luego, he salido y cuando acababa de montarme para aparcar en otro sitio ha hecho explosión el coche bomba. Estaba a unos 30 metros de distancia. Me he bajado del coche y me he quedado mirando hacia el lugar de la explosión. No parecía haber nadie en las inmediaciones. Me ha dado miedo. Sólo pensaba qué habría ocurrido si hubiera aparcado al lado del coche bomba.... Natalia termina su relato entre ruidos de sirenas, gritos y carreras de estudiantes que se alejan de la zona de la explosión. Cerca de alumnos, profesores y administrativos de la universidad eran desalojados. El País 31 de octubre de

123 A las de la mañana salí de mi despacho. Ese despacho de ventanales amplios de los que hablaba el otro día, cuando no imaginaba el aspecto desolador que dejaría ver unos días más tarde. Iba a rezar. Tengo por costumbre hacerlo todas las mañanas, a primera hora, pero hoy no escuché el despertador y lo tenía aún pendiente. La Universidad de Navarra es una universidad de inspiración cristiana. De respiración cristiana, diría yo. En cada edificio hay un pequeño oratorio en el que siempre se reserva al Santísimo. Profesores, empleados y alumnos pueden asistir a Misa o pasar allí unos minutos de tranquilidad para "hablar con quien sabemos nos ama", que decía Teresa de Ávila. Rezar. Eso iba a hacer yo. En mi edificio empezaría la Misa a las 11, así que pensé acercarme a otro oratorio del campus. A dónde voy? Al Edificio Central o a Comunicación? Voy a Comunicación -pienso- y así paso luego un momento a Nuestro Tiempo a ver a mi amiga Sonsoles. Salgo y empiezo a andar con calma, por la explanada de Comunicación arrebujada en mi abrigo y sosteniendo un paraguas. De pronto un golpe. Un estruendo que se siente hasta las vísceras. Un temblor. Sé que es una bomba. Es la misma sensación de hace seis años. Me vuelvo y veo la columna de humo que se levanta, opaca, amenazante desde la zona del Edificio Central. No tuve miedo por mí. Me entraron unas ganas inmensas de llorar al pensar los destrozos que podría encontrarme. Tardé unos 40 segundos en llegar a la explanada de la Biblioteca Antigua y ver los coches ardiendo, las ventanas rotas, cristales y un silencio sobrecogedor. "No han avisado", pienso. La vez anterior dio tiempo a acordonar la zona. Esta 122

124 vez no. No han avisado. "No saben lo que hacen", perdona, porque es evidente, viendo lo que tengo delante, que no saben lo que hacen. Van saliendo poco a poco la gente del Edificio de Bibliotecas. Miro la zona que arde: Oficinas Generales en pleno ajetreo, el aula 18 llena de alumnos, el Servicio de Personal, Tesorería; es decir, muchas, muchísimas personas. Algunas personas sangran, por los pequeños cortes que le han producido los cristales rotos por la onda expansiva. Sorpresa, dolor, asombro. Luego llegó la policía y acordonó la zona. Yo no vi nada más. Sólo volaba mi imaginación hacia las personas que conozco que podrían estar por allí. Estamos en el ojo del huracán y no se sabe nada. Hay muertos?, hay heridos graves? Nos vamos enterando poco a poco de que no ha habido daños personales de entidad. Me quedo tranquila. Eso es lo único que importa. Lo demás lo reconstruiremos, volveremos a trabajar, y volveremos todas las veces que haga falta. A trabajar por lo que creemos. Y ahora qué hacer? Pues con más razón, a lo que iba. Rezar. En primer lugar por los que han puesto la bomba. Y dar gracias. Qué menos. Seguimos...después del atentado Corina Dávalos rafagadeletras.blogspot.com 30 de octubre de

125 Tras temblar las ventanas del aula de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra durante varios segundos, supe enseguida que se trataba de una bomba. Y no por dotes adivinatorias. Tuve la desgraciada experiencia de vivir el último atentado etarra en el mismo centro educativo en mayo de 2002, cuando cursaba tercero de Periodismo. Aquella vez me encontraba en un piso de estudiantes situado a más de un kilómetro de distancia de la universidad y las ventanas de mi habitación temblaron de la misma forma. La prestigiosa Universidad de Navarra ha sido víctima de atentados terroristas en seis ocasiones. Para esta comunidad, el centro educativo es una seña de identidad. Tras los Sanfermines, Navarra es conocida internacionalmente por acoger esta universidad, una de las más importantes de Europa. ETA sabe que atentar aquí es atentar contra todo lo que el centro representa: la libertad, el trabajo, la formación y el espíritu de servicio. Es un verdadero milagro que nadie haya fallecido en el brutal ataque. La zona en la que se encontraba el vehículo bomba es una zona de paso que comunica el Edificio Central con el edificio de Bibliotecas y la Facultad de Comunicación. Por ahí pasan cientos de estudiantes y profesores todos los días, ya que el Edificio Central acoge las oficinas generales del centro, donde se realizan todas las gestiones académicas. El atentado podría haber sido una tragedia enorme, una masacre de altas proporciones. La seguridad en el acceso a la Universidad ha mejorado sustancialmente en los últimos años. Para aparcar en las zonas de estacionamiento de la Facultad de Comunicación y 124

126 de la Facultad de Derecho es necesario ahora tener carnet de alumno, empleado o profesor. Hace seis años no hacía falta. Sin embargo, no funciona así en la zona donde se encontraba estacionado el vehículo de ETA, donde aparcar un automóvil cargado de explosivos es relativamente más sencillo. Los estudiantes nos concentraremos, con toda probabilidad, hoy viernes al mediodía. El ataque a esta universidad es un atentado contra todos los que creemos en lo que ella representa. Es más que un ataque a los sólidos e imponentes muros de piedra del Edificio Central, de más de medio metro de grosor. Lo de ayer fue un ataque brutal respondido con un milagro tan sólido e imponente como los mismos muros de esta pequeña fortaleza de libertad. Un milagro de sólidos muros Marc Prats Estudiante del Máster en Gestión de Empresas de Comunicación. Diari de Tarragona 31 de octubre de

127 Tras la explosión, que generó una columna de humo que se podía verse a distancia, se vivieron momentos de desconcierto y tensión entre los cientos de alumnos y profesores que, a esa hora, se encontraban en las dependencias de la universidad. Jesús Tanco, del área de Relaciones Institucionales de la Universidad de Navarra, también calificó como Un milagro el hecho de que no haya habido víctimas mortales. Tanco se encontraba trabajando en su despacho, a unos cincuenta metros del lugar de la explosión. Pese a la terrible explosión, que hizo que se tambalearan los cimientos, las paredes del edificio, que son de granito, al parecer no sufrieron daños, según Tanco. En su opinión, la hora y el sitio estaban muy estudiados, ya que ese aparcamiento está muy transitado y la explosión se produjo minutos antes de la clase de las once por lo que, a su juicio, iban a por muertos. El hecho de que a esas horas lloviera en Pamplona puede haber contribuido a que hubiera menos personas en esa zona, añadió. Tras la detonación, su primera reacción fue a de ponerse a rezar, según Tanco, quien apuntó que la gente se ha marchado con mucha calma y tranquilidad en un ambiente de serenidad y sobrecogimiento ante este atentado que no es el primero. El Faro de Vigo 31 de octubre de

128 Luis Álvarez también pensó que era un atentado. Este licenciado en Periodismo que trabaja en la Agrupación de Graduados estaba casi enfrente del coche maldito, pero protegido por toneladas de cemento y en el subsuelo del Edificio Central: Todo retumbó. Saltaron los cristales de las ventanas de ventilación. Suerte que eran pequeñas. En el piso de arriba ya eran más grandes y hubo heridos por los cortes. Recuerda cómo semanas atrás un caza rompió la barrera del sonido y todos pensaron que se trataba de una bomba. Su automóvil era vecino del coche-bomba, pero el cemento hizo que solo se desprendieran las luces de dentro. De milagro se puede calificar lo que les pasó a dos amigos de Santi González, un chico de 20 años de Valladolid que estudia tercero de Derecho: Pasaron al lado medio minuto antes, y lo digo con el tiempo calculado pues la deflagración les cogió mientras metían el carné de estudiante en el torno del edificio. Diario de Burgos 31 de octubre de

129 No todos los alumnos pensaron en un atentado. Pedro P. P. abandonaba las Urgencias de la Clínica Universitaria a las tres de la tarde con apenas unos rasguños en la cara y en el pecho. Estaba en clase y he oído la explosión. Nos hemos dado un gran susto porque han empezado a caer trozos de techo. Pensábamos en un terremoto, cuentan. Es un milagro que no haya muertos porque es la zona de más paso, admitían los estudiantes de Económicas Juanjo Cabrera y Pablo Martos y el de Derecho Juan Cominges mientras esperaban la salida de Gonzalo Wesoloski (Económicas) en la puerta de Urgencias. Lo primero que piensas es que es un atentado contra el propio edificio central dada la proximidad del coche bomba. Gonzalo estudiaba en la biblioteca cuando le cayeron cristales encima. Lluvia de cristales fue también lo que alertó a Carlos, desde Arquitectura: Pudo haber sido un infierno. Tienen que estar muy desesperados, y ésos sin duda son los peores enemigos. Deia 31 de octubre de

130 «Tienes siete minutos para airearte un poco». Perfecto. Siete minutos son muy poco tiempo, pero me permitirían enviar un sms, antes de volver a las prácticas de radio. Y eso fue lo que me propuse hacer. No había terminado de escribir la primera línea, cuando una explosión me sobresaltó. Aún no sabía que aquel estruendo iba a ser el prólogo de siete minutos que se han quedado grabados a fuego en mi memoria. Las gruesas cristaleras de la Facultad de Comunicación temblaron como la gelatina. Unos segundos después, todos pudimos ver cómo una nube de humo, rápida y densa, subía hacia el cielo. Nadie gritó, aunque cincuenta personas se quedaron paralizadas en el pasillo, con el corazón encogido por el miedo y la incertidumbre. El bedel abrió las puertas del edificio para que todo el mundo pudiera salir más fácilmente. Y comenzó la carrera. Yo me dirigí con prisa hacia el lugar del atentado, un aparcamiento que se encuentra a unos 200 metros de distancia. Mientras corría, una única pregunta latía en mi cabeza: Dios, con qué me voy a encontrar?. Las sirenas y el humo empezaban a envolver todo el paisaje. En la entrada de la Biblioteca, junto al lugar de la explosión, profesores, alumnos, bedeles y secretarias se llevaban las manos a la cabeza mientras veían cómo el fuego crecía y crecía en el aparcamiento. Las llamas devoraban los coches y los árboles. Nadie sabía aún si había muertos o heridos. Algunos lloraban, otros mantenían la calma. Alfredo, uno de mis profesores, fumaba con el semblante más serio que he visto nunca. El suelo estaba lleno de cristales. Saqué mi cámara de fotos para tomar algunas imágenes. 129

131 Aún tenía en la mano el teléfono con mi mensaje inacabado. Mientras enfocaba las llamas, marqué un número en el móvil: Papá. Lo acabo de oír por la radio, me dijo. Estoy bien le tranquilicé. Cuelgo, que tengo poca batería. Besos. Miré a mi alrededor y vi a Markel, compañero de clase desde hace cinco años. Lo había dejado en la cafetería, poco antes de que empezasen los nefastos siete minutos. Su rostro sereno me devolvió la mirada. Ramón estaba en el aula 18, me explicó Markel mientras me abrazaba. Mierda!. Las ventanas del aula 18 apenas se distinguían entre las llamas. Marqué el número de mi madre, pero las líneas estaban saturadas. Parece que sólo hay heridos leves, anunció alguien con cierto alivio. No han dado el aviso, comentó otra persona. Dicen que han puesto otra bomba en Ciencias, añadió un tercero. La policía nos pidió que evacuáramos la zona. Empecé a caminar y encontré a Bea, mi amiga y compañera de piso: Dónde estabas?. Era la misma pregunta que se hacían muchas otras personas. Maite se chocó conmigo, todavía aturdida, pálida: Estaba al lado, estaba al lado y me he quedado sorda!. Más abrazos. «Anda Maite, dame un cigarro», le dije, a pesar de que me había propuesto no fumar en todo el día. Sólo entonces caí en la cuenta de que llovía, y de que estaba tiritando de frío, de miedo, de nervios, de ira y de impotencia. Mientras abandonábamos el campus, Bea y yo sólo pensábamos en llegar a casa, ponernos ropa seca y volver. Así lo hicimos: estuvimos toda la mañana en nuestro sitio, en nuestra Universidad. Ahora sabemos que realmente nunca podremos marcharnos, ni olvidar aquellos siete minutos que nos han dejado a todos más vivos que nunca. 130

132 Teresa Villaverde Alumna de 5º de Filosofía y Periodismo Alfa y Omega 6 de noviembre de

133 También vivió de cerca el atentado Inés Royo, logroñesa de 22 años, ex alumna y que trabaja ahora en la Facultad de Comunicación. La bomba explotó cerca de las oficinas donde trabaja, apenas separadas metro y medio, una acera y un árbol, del coche bomba. Me podía haber pillado a mí o a cualquiera. Menos mal que estábamos en la cafetería. Inés no tuvo dudas de que el tremendo estruendo era una bomba. Hemos salido corriendo y se veía el coche con las ventanas quemadas. Había incertidumbre porque no se sabía qué pasaba con la gente que trabaja en la zona y que podía haberse quedado atrapada en el interior. Yo personalmente estaba muerta de miedo porque no conseguía hablar con mis amigas, reconoce. La joven destacó que en principio las clases se retomarán hoy. Los alumnos de las aulas más afectadas creo que irán a otro lugar. No nos vamos a parar. Diario Vasco 31 de octubre de

134 Estaba muy cerca de la explosión. Había salido de una reunión y estaba en una zona del edificio cercano al coche. Oí la explosión perfectamente. Quise pensar que no había sido aquí, pero el tremendo ruido no daba muchas otras opciones. He de confesar que bajé las escaleras corriendo con preocupación, aunque empecé a tranquilizarme al ver a gente que salía de la zona más afectada con serenidad y por su pie. No me dejaron acercarme al parking. Pronto supimos también que no había personas fallecidas, aunque hubo momentos angustiosos pensando que igual había alguien en algún coche. Luego nos confirmaron que todas las personas que estaban trabajando estaban localizadas y que no había heridos de gravedad. Es cuando das gracias al cielo porque no haya pasado nada más. Porque pudo pasar mucho... Sí. A partir de ese momento, junto con la indignación ante una vileza de este tipo enseguida llega el apoyo de tantas personas, instituciones, antiguos alumnos, ciudadanos...y se agradece mucho. Lo que más me animó es ver a la gente serena. He recorrido las zonas más afectadas y es impresionante escuchar cómo te cuentan que se les cayó encima las ventanas..., pero me alegra saber que hoy están trabajando o en clase. En estas horas he pensado mucho en las familias, en las madres especialmente, y en nuestros alumnos. No hay derecho a que se haga esto a nadie, pero aún menos a gente joven, gente que está deseosa de formarse y contribuir en esta sociedad. 133

135 Como comentaba resulta complicado encontrar una lógica a todo esto pero este atentado, qué es? Un ataque contra Navarra como ha dicho Sanz? Contra el Opus Dei? Contra la universidad en general? Han ido a simplemente a buscar un objetivo fácil? No sé. No consigo meterme, ni me interesa, en la cabeza de uno de estos señores. Lo he dicho varias veces porque así lo creo: todos somos objetivo de ETA. Hay un cúmulo de circunstancias. Quizá sí que era fácil, aunque tenemos las medidas de seguridad que hemos ido poniendo en estos últimos años. Es evidente que hay una conexión temporal con las detenciones, pero se buscaba hacer daño. En este caso a la institución universitaria que tiene la lógica contraria al terrorismo. La Universidad es la razón y el diálogo frente al horror bárbaro que no tiene ni diálogo ni razón. En sus primeras declaraciones hablaba de responder sin miedo y sin rencor, del perdón... Los valores cristianos que hicieron esta universidad nos llevan a hacer esto por convicción. Hay preocupación, pero no miedo. Tampoco tenemos rencor. Perdonamos y a la vez pedimos que paren, que se hagan dignos de ese perdón. Que atiendan no ya a la universidad, sino a millones de ciudadanos de todo el mundo que piden el final de esto. 134

136 En estas 48 horas sin descanso seguro que se han sucedido imágenes, palabras, sentimientos que se le han quedado grabados... Resulta difícil. Ha habido muchas. Me he emocionado leyendo los s, escuchando a la delegada de alumnos... Todo se resume en dos palabras: serenidad y seguiremos. La universidad es razón y diálogo; la violencia ni vence ni convence Angel J. Gómez-Montoro Rector de la Universidad de navarra Deia 1 noviembre

137 Los alumnos hospedados en el Colegio Mayor Belagua, situado a 100 metros del lugar del coche bomba, también notaron cómo las habitaciones temblaron todo de arriba a abajo, literalmente por la explosión. La palabra milagro era la más repetida en el centro. Algunos universitarios se encontraban en un porche del edificio central a menos de 50 metros de distancia del lugar en donde fue colocado el coche bomba, resguardándose de la lluvia que estuvo cayendo durante toda la mañana en Pamplona. Estaba lloviendo y nos hemos metido. De repente hemos oído una explosión y hemos visto cómo volaba medio coche. Y por supuesto había gente paseando por al lado, manifestó uno de los testigos. Es un milagro que no haya pasado nada, se felicitó otro. Diario Vasco 31 de octubre de

138 Pudo haber víctimas; yo pude ser una víctima del atentado terrorista que, en un espacio de libertad, en una casa del saber como es una Universidad, se produjo a las horas de ayer. Justo hablaba por teléfono en ese momento cuando el estruendo seco, brutal, atronador, dejó sobrecogidos a los miembros del Departamento de Comunicación Institucional, en el que soy colaborador. Mi primera reacción ha sido rezar. Encomendar a las posibles víctimas y también acordarme de estas gentes que no saben lo que hacen. En la misma línea, dar gracias a Dios cuando me he enterado a los pocos minutos de que no había heridos de gravedad. Lo que ha pasado por mi cabeza en los minutos siguientes ha sido: Qué móvil pueden tener estos desgraciados al intentar una carnicería en un lugar apacible, sereno y bonito como es el otoñal campus de la Universidad de Navarra?. Mi momento del bombazo ha sido sereno. Quizá ser el más viejo de los presentes me ha hecho reaccionar con una cierta mesura. Tras el trueno bronco, mientras mis compañeros salían ordenada y nerviosamente, he visto una nube de humo negro que subía hacia el lluvioso cielo pamplonés con borbotones de siniestros presagios. A los pocos minutos, el humo que salía del aparcamiento del edificio central se había tornado blanco, quizá debido al incendio producido en el interior del edificio. Desde una de las torres, he observado una multitud de personas que, a una lejanía prudente, contemplaba el suceso, y el orden que la Policía, desde el primer momento, ha garantizado, sin que se dieran situaciones de pánico, más allá de las justificadas reacciones personales de nerviosismo. Poco a poco, han llegado autoridades, amigos, colegas, personas que han querido testimoniar a la Universidad su 137

139 solidaridad y su cariño y el rechazo más enérgico a este atentado terrorista. En los primeros momentos, aproximadamente en la primera hora, hube de atender a los medios. He palpado lo que es el periodismo con prisa, con ansia de contar antes, más y mejor, lo que pasa y nos preocupa. Después, en las horas siguientes, he recibido unas 50 llamadas de amigos que me han dicho cosas deliciosas, fuertes quizá, porque los momentos piden firmeza, pero llenas de ese calor humano que necesitamos después de una tragedia como ésta. He acompañado a un retén de bomberos. Me ha sorprendido el manejo de estos profesionales en una situación de emergencia. En quienes tienen responsabilidad de gobierno en la Universidad, he constatado, una vez más, un sentido elevado de miras. Todos a nuestro alrededor se animan, nos animamos, a seguir adelante con esta tarea ilusionante. Sabemos que la Universidad no es, ni debe ser, una cápsula, algo protegido por un invernadero que le resguarda de los temporales y tragedias. Como la sociedad circundante, sufre con sentido, pero con desgarro interior, el terrorismo. Además, en su misma esencia de descubrir y transmitir la verdad, tiene que plantearse esta pregunta: Señor, para qué? Por qué? Ha habido quienes han pagado con su vida la lealtad a los valores trascendentes que la Universidad afirma y propaga, en medio de la libertad consustancial a la persona humana. En esta Universidad se formó Gregorio Ordóñez y doctoró Giménez Abad. Las víctimas han de ser recordadas, y los que pudimos ser víctimas o potencialmente lo somos, es decir, todos, hemos de hacer algo más de lo que se hace, o mejor lo que no se hace del todo bien, para que el bombazo 138

140 del campus de la Universidad de Navarra de las del 30 de octubre de 2008, con unos heridos que recordamos con afecto, sea pronto historia y lección para todos. En las próximas horas, acción de gracias y presencia rotunda para demostrar que el Bien está llamado a triunfar. Así lo esperamos. A pesar de los pesares. Una carnicería frustrada, por puro milagro, y ahora a seguir trabajando, que es lo nuestro. Bomba contra la casa del saber JESÚS TANCO LERGA El Mundo 31 de octubre de

141 Varios profesores del centro universitario religioso remarcaron el concepto del perdón a los activistas de ETA. El rector de la Universidad del Opus, Ángel Gómez Montoro, afirmó que continuarán realizando su labor en Nafarroa sin miedo y sin rencor. Gara 31 de octubre de

142 Estoy viva porque Dios lo quiere, comentaba con serenidad una estudiante tinerfeña que se libró de la explosión porque no halló sitio donde aparcar su coche. La joven había intentado durante una hora dejar su vehículo en el mismo lugar donde se produjo la explosión. No lo logró y movió el coche a una zona situada a unos treinta metros. La explosión la sorprendió en el interior del automóvil, hablando por teléfono. Aún no se cree lo sucedido y no quiere pensar qué podría haberle ocurrido. La Voz de Galicia 31 de octubre de

143 Es jueves, once de la mañana, estoy en clase de CIE2 Ficción, en el edificio de Comunicación de la Universidad de Navarra. Brommm! "No ha sido un rayo, ha sido una bomba", digo a los alumnos. Entre los alumnos empiezan los nervios. "Este edificio es un búnquer, tranquilos". El edificio de Comunicación de la Universidad de Navarra tiene paredes de hormigón. Siempre he dicho, medio en broma medio en serio, que aguantaría un bombardeo. Las opiniones vuelan contradictorias: que desalojamos, que nos quedamos, que me quiero ir a mi casa, que... Les digo que nosotros aguantaremos trabajando en la práctica, como los músicos del Titánic. Que escribiremos hasta morir. Pero la gente no quiere morir, al menos no quiere morir hoy, qué cosas! La mayoría deja el edificio. Poco a poco reconstruimos los acontecimientos. La bomba ha reventado junto al Edificio Central. Un coche bomba. Es el día de los teléfonos móviles. Hoy se agotan las baterías. Me muestran en la pantalla del teléfono la fotografía de una fachada lateral del Edificio Central, la que da al aparcamiento de Bibliotecas, con tres coches ardiendo. La explosión se ha encadenado en otros coches aparcados en batería. Voy a la cafetería, aún abierta. Charlo con Julio y con Nieves, los camareros. Pincho de tortilla y café con leche en vaso. Sólo hay dos clientes y testigos "privilegiados". Dos chicas que lo han visto desde unos cincuenta metros de distancia. Una de ellas está bastante tranquila, la otra toma tila. No diré su nombre ni de dónde es. Su padre es militar y 142

144 mira los bajos de su coche todos los días; su novio también es militar, y cuando viajan juntos él le dice que se sienten al fondo del autobús, o del tren, o del... porque así controla el pasaje. Llega don Eduardo, charla con la chica. Alfonso V., tranquilo, manda mensajes por correo explicando la precisa ubicación del coche bomba: en el cuerno izquierdo, por el exterior, del cruasán que forma el Edificio Central. El coche debía de estar aparcado desde primera hora de la mañana, y no ha habido aviso previo. Quiero pensar que alguien esperó en este día frío y lluvioso a que no pasara nadie para detonar la bomba a distancia. También quisiera dar una patada en la entrepierna al gudari, luchador/liberador del pueblo vasco o como quiera que se llame el descerebrado. No hay noticias de heridos. Y me duele que nos contentemos con eso. "Por suerte", se oye una y otra vez, "no hay muertos ni heridos". Siguen sonando los móviles. P.D.: Desde las 11,30 a las 14. Cada vez que llaman al bedel "de guardia" al móvil, le suena la cancioncilla: " pin, pan, pun...!, que trabaje la Guardia Civil" (y chumpa, chumpa). Sonsoles S. se pone a disposición de la chica nerviosa, Ramón S. sigue pegado a una computadora dentro de un aula, Inma pasea su malestar, Paco S. manda mensajes sin parar, atiende llamadas... Josean Pérez La bomba eresfea.blogspot.com 30 de octubre de

145 Juan Pablo Artero, profesor de la Universidad de Navarra, no tuvo dudas en cuanto escuchó el estruendo. Lo sintió como hace seis años. La bomba que puso ETA en 2002, que explotó casi en el mismo sitio que la de ayer, le pilló caminando en la cuesta de Fuente del Hierro, uno de los numerosos senderos que hay en este campus de Pamplona. «Noté la onda expansiva en la espalda. Cuando he sentido cómo han crujido los cristales, las paredes, y hemos oído como un trueno, sabía lo que había pasado», explicaba minutos después del estallido, ya fuera de la zona acordonada. El terror volvió ayer a las aulas. La columna de humo negro marcaba de forma inquietante el camino hacia el campus, situado en la campiña de la capital navarra, a sus afueras. En un día helador y lluvioso, la humareda visible entre dos bloques universitarios de pálida fachada acrecentaba la sombría sensación de que «algo gordo» había ocurrido. (...) Una hora después de la explosión, las noticias eran más tranquilizadoras. Ya había quedado descartada la posibilidad de que una persona estuviera desaparecida y se comprobó la falsedad de una posterior amenaza de bomba en la Facultad de Medicina, desalojada también. Sin embargo, el nerviosismo cundió entre un grupo de estudiantes de Periodismo que había tenido conocimiento de que amigos suyos en la Facultad de Arquitectura estaban encerrados en las aulas por seguridad. De nuevo el móvil se reveló como un instrumento eficaz en medio del drama. El grupo fue desalojado a las horas, pero hasta entonces las habían pasado canutas. Juan Pablo Artero, el 144

146 profesor que había sido testigo del atentado de ETA en 2002 en el mismo campus, estaba allí realizando unas gestiones, ya que él imparte Comunicación. Recomendó protegerse bien a los afectados. Tras la explosión, ocurrida delante de su edificio, bajaron a la calle y entre los coches de su aparcamiento deambularon un rato. El bedel había cerrado la verja por precaución. Enseguida tuvieron que atrincherarse. José Mari Reviriego El Correo Digital 31 de octubre de

147 Teresa Goizueta, pamplonesa de 19 años, así lo vivió. Alumna de Derecho, estaba «empollando» en la residencia de estudiantes, al lado del parking reventado, cuando escuchó algo «como un trueno». «Hemos salido corriendo a la calle y allí he visto a la gente llorando, sangrando. Había una chica con sangre en el oído. Ha pillado a todo el mundo». En una zona segura, entre los álamos temblones del amplio jardín, enseguida pensó en los demás. «Se me ha parado el corazón. Tengo una hermana que trabaja en el edificio central, donde la bomba. Menos mal que mi padre me ha llamado por el móvil para decirme que no le ha pasado nada». José Mari Reviriego El Correo Digital 31 de octubre de

148 Efrén Cuevas, de Oviedo, profesor de Comunicación de la Universidad de Navarra, se encontraba, en el momento de la explosión, despachando con una persona en el edificio de la biblioteca, desde cuya ventana pudo contemplar el espectáculo de los coches ardiendo. Lo primero fue un fuerte ruido. En seguida nos dimos cuenta de que no se trataba de un accidente. Era claramente un atentado. La preocupación era que no hubiese muertos. Una vez pasadas las primeras horas de caos y nerviosismo, el profesor ovetense comenta que la gente aquí está tranquila. No podemos vivir pensando que a cualquier descerebrado le dé por poner una bomba. De hecho, Cuevas la misma tarde de ayer se dirigió nuevamente al lugar de trabajo. La Nueva España 31 de octubre de

149 A escasos metros de donde tenía que estar este limpiador se encontraba Miguel Ángel Tejero, estudiante de 3º de LADE. Poco antes de la explosión bajaba desde su casa en dirección a Económicas y tenía que pasar por delante del Peugeot blanco. Pero entonces vio el coche del bedel Jesús María Martínez, de 43 años en la puerta de Belagua y entró a saludarle."sólo fui un instrumento para retardar el paso de Miguel Ángel por la zona del atentado", recuerda el bedel. "Él entró a ver si necesitaba algo y aproveché la ocasión porque Miguel Ángel maneja muy bien Internet y le pedí que me ayudara a sacar el horario de las misas para el día de los difuntos en Soria, en mi pueblo, donde viven mis padres", cuenta el conserje mientras se abraza con Tejero. " Es mi ángel de la guarda!", exclama el alumno. "Gracias a que me demoré dos minutos todavía estoy vivo. Me ha salvado la vida! Serían las cuando salí de Belagua. La explosión me pilló por detrás del Edificio Central, a la altura del Faustino, antes de llegar a la esquina del parking. Me protegí con el paraguas, incluso, aunque parezca de película, llegué a pensar que el coche me caería encima... Hoy (miércoles) al pasar otra vez por el lugar me he asustado. Podía haber muerto". Diario de Navarra 9 de noviembre de

150 Javier Irigaray Murillo, de 25 años, trabaja en Fundación Empresa Universidad y en su caso debe a un cigarrillo el haber salido ileso del atentado. "Para que digan que el tabaco mata, je, je..." bromea mientras recuerda lo ocurrido: "La jornada transcurría con normalidad y, aunque no tenemos una rutina para tomar el café, ese día lo hicimos a las porque mi compañero Pablo Martín insistió. No sé por qué fui, tenía mucho trabajo acumulado. Bajamos y tras un café rápido, a Pablo se le antojó un pitillo. Yo no soy fumador habitual, pero de vez en cuando fumo. Caminamos hasta la parte cubierta del Edificio Central y desde allí miramos en dirección al coche bomba. Cuando explotó, toda la gente salía del edificio, pero nosotros entramos rápidamente por si alguien necesitaba ayuda. En las escaleras me crucé con una compañera que me dijo: "Menos mal que no estabas arriba". Al llegar a mi sitio vi que parte del techo y una lámpara gigante de hierro de siete kilos estaba sobre mi mesa... En ese momento, no te haces cargo porque estás más preocupado por la gente, pero al día siguiente sí que piensas que podía haber pasado algo grave. Y cuando escuchas que tanta gente se ha librado... Quizá desde arriba nos han echado un cable...". La potencia de los explosivos fue tan devastadora que el guardabarros del coche penetró por la ventana de uno de los despachos de la segunda planta de la Torre. Voló 15 metros de alto. Diario de Navarra 9 de noviembre de

151 A Carmen Saralegui Platero, profesora de Lengua Española, la explosión le llegó mientras trabajaba en su despacho en el edificio de Bibliotecas. Como en muchas estancias de este inmueble, sus cristales estallaron. "Yo estaba trabajando hacia la ventana con el portátil y saltaron todos los cristales. Me tapé la cabeza y al levantarla vi que la pantalla del portátil había frenado un cristal con puntas de estas dimensiones (separa sus manos hasta abarcar 30/40 cm). Si llega hasta mi cuerpo, no lo cuento. Otro compañero de Saralegui estaba en el baño cuando explotó la bomba. Al volver a su despacho, un cristal de similares medidas estaba incrustado en su sillón. En la fachada de este mismo edificio, colgado en los ventanales que estaba limpiando, el brasileño Leandro Gomes Feitosa sintió más la onda expansiva que la explosión. "Me quedé colgado, pero quince minutos antes me encontraba limpiando una cristalera más próxima al coche, y que reventó". En la explanada, a unos 60 metros de la bola de fuego, Maite Sánchez, estudiante de periodismo sufrió un traumatismo en el tímpano. La estudiante de Publicidad Raquel Mollano Valerio, de 21 años, también andaba por ahí, pero en sentido contrario. Y no sólo pasó por el aparcamiento, sino que anduvo justo detrás del coche bomba. Cuando subía las escaleras de Bibliotecas, la onda expansiva la tiró al suelo. Diario de Navarra 9 de noviembre de

152 En Bibliotecas sintieron la onda expansiva, pero en el interior del ala este del Edificio Central sintieron el bombazo atronador y el calor de la deflagración en primera persona. El coche estaba situado frente a las ventanas de Dirección de Personas. Allí trabajaban cuatro de las diez personas que habitualmente lo hacen. El resto había salido a tomar un café. María José Bailly-Baillière cuenta lo que sintieron sus compañeras: "Muchísimo calor, una bola de fuego que entraba y salía, cascotes de cristales que caían... Yo estaba en el Faustino y retumbó todo. Salimos tranquilos y la policía nos mandó alejarnos. Ahí fue cuando nos entró el pánico". En Tesorería y Administración, la esquina más próxima al coche bomba, estaban trabajando seis personas. Tres se encontraban tomando un café y otra, justo la que se sitúa al lado de la ventana que cayó, en clase de un Master. Virginia Minondo Verdú resultó herida: "Noté cristales en la espalda y me los tuvieron que quitar con pinzas. Era más lo aparatoso de la sangre que las heridas", cuenta. Junto a ella estaban Miriam Autonell Alegre y María Fernández Ygartua. "Fue como una metralleta de cristales", dijo una de ellas. Las tres añadieron que un profesor, al que habían entregado una factura y se había marchado a Bibliotecas, regresó porque había algún error. "Luego vino a darnos las gracias por la equivocación, porque si no le habría sorprendido en el aparcamiento". Diario de Navarra 9 de noviembre de

153 Ludovico Mastrocinque García y Marina Calderón Durá, sobrevivieron por partida doble al atentado. "Menos mal que le convencí. De otra manera, estaría muerto", explica Marina, llevándose los libros que cargaba ese fatídico jueves a la cintura, en la esquina del ala este. "Estuvimos una semana sin dormir por culpa de un trabajo de Microeconomía. Después de entregarlo, preferimos saltamos una de las clases y descansar en el Faustino. Ludo y yo nos retrasamos un poco de los amigos porque él quería ir a estudiar a Torre II. Al día siguiente, teníamos examen de Cálculo. Nos quedamos en la esquina del parking del Central discutiendo, hasta que logré convencerle. Nada más atravesar el soportal y doblar la esquina, dos minutos después, estábamos ya bajo el marco de una de las ventanas de Oficinas Generales y explotó el coche. La ventana saltó por los aires y cuando iba a caer sobre mí, Ludo tiró de mi mano y evitó que la cristalera me rebanase". Diario de Navarra 9 de noviembre de

154 Sin darse cuenta, se cruzaron en este soportal con Arturo Cuéllar, de 19 años y estudiante de LADE, y José de las Cuevas Tobar, de Sevilla y de la misma edad, también de LADE. "Arturo debía pasar obligatoriamente por delante del coche para llegar a Torre I y yo tenía que ir a la biblioteca; sin embargo, nos llamó mi primo al móvil y para no mojarnos hablamos con él bajo el soportal. Nos demoramos lo justo, y 20 segundos después, el estallido. La onda expansiva era una corriente de humo blanco y restos de coches, luego vino un pitido y... un silencio. Nos acercamos hasta el coche por si había alguien entre el fuego..." Diario de Navarra 9 de noviembre de

155 Otros de los que cambió de trayecto en el último instante fue Carlos Febrer Roselló, estudiante de 17 años, y Santiago Sureda de Lucio, de 19. Antes de la explosión, Febrer había pasado seis veces por delante del coche. "Es un camino obligatorio para los estudiantes para ir a desayunar, comer y a las clases. A las 10.30, fue la última vez que pasé al lado del coche. Tenía que entregar un trabajo a las 11 y no sé por qué, decidí entregarlo antes de la hora. Cuando regresé a Torre II, uno de mis amigos (Santiago Sureda) tenía que ir a clase a las 11 de la mañana en el Central. Le pedí que se quedara haciéndome compañía. Llovía, y al final le convencí. La deflagración nos sorprendió en los ordenadores de Torre II. La onda expansiva abrió la ventana y se introdujo en la sala". Diario de Navarra 9 de noviembre de

156 Al bedel de su edificio, Patxi Queralt Azpilicueta, de 45 años, le salvó la silicona de la ventana: "Estaba en la misma línea del atentado, leyendo. Escuché un golpe seco, levanté la cabeza y vi una nube de color gris y roja hacia mí. El primer cristal de la portería saltó por los aires. El segundo, el que me separaba de la portería aguantó el impacto gracias a la silicona. La ventana cedió en vez de reventar". Cuando Patxi Queralt salió fuera se encontró con el cartero Juan José Asiain Esparza, de 51 años: "No sé por qué me adelanté, pero pasé por junto al coche dos minutos antes", aclara. Diario de Navarra 9 de noviembre de

157 El jueves 30 de octubre, también era un día especial de estrenos y presentaciones, sin embargo todo cambió... A las nueve de la mañana, como cada día, Juan Ramón Labiano Zabalza de 33 años y su mujer Silvia Aranguren Oroz, los dos, empleados de la Universidad, aparcaron su furgoneta a escasos metros del coche bomba. "El 21 de octubre nació nuestro hijo Pablo. Normalmente suelo dejar primero a mis hijas en el colegio y luego vengo a la Universidad a trabajar, pero ese día teníamos revisión con el pediatra a las doce y aprovechamos para presentar a Pablo entre los compañeros. Por tradición, solemos presentar a nuestros hijos al nacer", cuenta Labiano. Eran las nueve de la mañana. "Dejé a mi mujer Silvia en el coche dándole el pecho a Pablo y me dirigí a mi oficina". Silvia trabaja en el departamento de informática de Derecho. Terminó de amamantar a Pablo en el interior de la furgoneta (casualmente se la entregaron el día 20, un día antes de su nacimiento) y decidió, en un último instante, cambiar el orden establecido: se dirigiría primero a su trabajo en Derecho antes de acercarse a las oficinas donde estaba su marido. Y así fue. En cuanto entraba por la puerta de su departamento, la tierra tembló... Su marido salió del Central a la carrera en su busca: " Mi mujer está dentro del coche!", gritaba. La encontró en Derecho. Ella y su hijo estaban vivos, como el resto de las personas de esta historia. Diario de Navarra 9 de noviembre de

158 La salida, al menos del edificio central, fue ordenada y tranquila. Así lo relató Inma, una de las secretarias de la Facultad de Filosofía que vio desde su ventana los efectos de la explosión. Alguien gritó y enseguida supimos que era un coche bomba. La mayoría salió en estampida. Los bedeles y ordenanzas fueron vaciando las aulas, pero todo con normalidad. Ya fuera había gente llorando, pero también muchas personas consolándolas. Ha sido un milagro, relataba admirada de que a los dos minutos ya hubiera efectivos policiales y de bomberos. Lo que más impresionaba era ver las clases vacías con los libros sobre la mesa y los cristales rotos. No entiendo por qué hacen esto. No va a ninguna parte, añadía. Otras compañeras relataban que se quedaron paralizadas tras la explosión al otro lado de la pared. Fueron las trabajadoras de las oficinas las más afectadas por la onda expansiva. Y eso que era una zona con cristales blindados. O precisamente por eso no ha sido mayor la desgracia, relataban algunos testigos que situaban a los heridos en la parte alta del edificio, donde estallaron las ventanas. La explosión fue tan potente, contaban, que hizo «mover los cimientos» del edificio central y se oyó en buena parte de Pamplona y de localidades próximas. La evacuación del central fue tan rápida que la mayoría de alumnos y trabajadores no tuvieron tiempo de coger sus pertenencias. Muchos de ellos se quedaron tras el cordón policial para seguir desde primera línea los trabajos de Policía y bomberos. Cuando los nervios se apaciguaron un poco, llegó la indignación. No hay derecho a que atenten contra los 157

159 estudiantes, es increíble que pase todo esto aquí cuando no tenemos nada que ver, comentaban algunos estudiantes. Y lo peor es que hay gente que les apoya, que les entiende o que no les dice nada, añadía una empleada. Diario Vasco 31 de octubre de

160 Sólo el azar hizo que la explosión del coche-bomba colocado por ETA en un aparcamiento de la Universidad del Opus Dei en Nafarroa no provocara daños irreparables. Ni la zona ni ningún otro campus universitario vasco habían sido desalojados en los 68 minutos que transcurrieron entre el aviso realizado en nombre de la organización armada y el estallido, que se produjo a la hora anunciada. La deflagración fue muy fuerte. Se escuchó como un trueno no sólo en los barrios anexos de Iturrama o Donibane, sino también en Barañain, y de forma más tenue en otros puntos de la ciudad. En un primer momento se temió lo peor, tras constatarse que el coche había explotado en el aparcamiento situado entre el edificio central de la Universidad y la biblioteca. Pero pocos minutos después se confirmaba que afortunadamente sólo hubo heridos leves por cortes de cristales o crisis de ansiedad (...). La incertidumbre sobre las consecuencias de la explosión fue total en estos primeros minutos, aunque rápidamente los medios de difusión pudieron contactar con estudiantes y profesores que lanzaban mensajes tranquilizadores apuntando que sólo había heridos por cristales. Sin embargo, durante las dos primeras horas reinó un auténtico caos en la zona, por un lado debido al colapso puntual de la cobertura telefónica y por otro a consecuencia de la rumorología extendida, que hablaba de nuevos avisos de bomba en edificios cercanos o de una persona desaparecida. Todo ello se desmintió posteriormente. La explosión provocó además un pequeño incendio en el edificio central de la Universidad del Opus Dei, que está 159

161 anexo al aparcamiento. Se trata de una construcción de los años 60 de estilo clásico, en forma de U, en la que están las oficinas central eso la cafetería, además de algunas aulas. Testigos afirmaron que las paredes del edificio se tambalearon, lo que no parece de extrañar teniendo en cuenta que en viviendas situadas a más de un kilómetro en línea recta vibraron los cristales. Un grupo de profesores se dirigió a la pequeña ermita de la Virgen del Amor Hermoso, situada en la entrada al campus desde la Avenida Pío XII, para rezar, mientras los edificios del centro seguían siendo evacuados con celeridad. Gara 31 de octubre de

162 Ainhoa Múgica, una joven donostiarra estudiante de segundo de Periodismo en Pamplona, había decidido hacer un pequeño descanso y tomarse un café en el Central. La fortuna quiso que su decisión no coincidiera exactamente con la hora marcada por los terroristas para hacer explotar el coche bomba. He pasado por el parking cinco minutos antes de la explosión, asegura ya tranquila, una hora después del atentado. Ainhoa tenía un examen por la tarde y quiso aprovechar la mañana para dar un último repaso en la biblioteca edificio contiguo al central y para hacer alguna gestión en las oficinas, las más afectadas por la deflagración. Al final, no he ido a las oficinas porque me faltaba algún papel, reconoce, por lo que se fue a tomar un café a Faustino, la cafetería del Central. Estaba sentada en una mesa cuando he escuchado un boom muy fuerte, explica. Enseguida he pensado que era una bomba, he tirado la mesa al suelo y he salido corriendo, como el resto de los clientes que ocupaban la cafetería, llena a esa hora. Ha sido un caos, había señoras llorando y todos intentando llamar por teléfono, pero las líneas estaban colapsadas. La joven abandonó el edificio inmediatamente. El patio central no ha sufrido ningún daño, los muros han amortiguado la onda expansiva, pero la zona de las oficinas centrales, donde se hacen todas las gestiones de las matrículas, tienen que estar muy dañadas porque el coche estaba pegado a esa pared, contextualizaba. La potente explosión diseminó en un amplio radio los trozos del Peugeot blanco, situado en un pequeño aparcamiento entre el edificio central, la Biblioteca y la Facultad de 161

163 Económicas, de acceso libre. En otros aparcamientos del campus es necesario una tarjeta, pero para éste no, indicaba la estudiante, que después del susto inicial y de tranquilizar a su familia y amigos de que no le había ocurrido nada, pensaba en cómo recuperar los apuntes que dejó en la biblioteca. Pero bueno, ahora eso es lo de menos. Diario Vasco 31 de octubre de

164 He llamado a mi hermana, que trabaja en el Edificio Central y me ha dicho que está bien, que no me preocupe, contaba a pocos metros una estudiante llena de nervios, sabedora de que la parte más afectada del complejo era la destinada a las oficinas de administración. Era el cambio de clases, podía haber sido una masacre, se lamentaba otro. Nada más producirse la explosión, los estudiantes, trabajadores y personal no docente de la Universidad de Navarra huyeron hacia la loma que separa el campus con la ciudad, y desde las aceras de la avenida de Pamplona que bordea el barrio de Iturrama observaron la negra columna de humo que encapotó los tejados de los edificios donde minutos antes estaban dando clases (...). Pasados los primeros minutos de angustia, cuando se conoció que no había que lamentar víctimas mortales, las decenas de personas que optaron por mojarse bajo la lluvia y no irse a sus casas, empezaron a mudar el miedo por la indignación. La Universidad, un lugar lleno de jóvenes, un espacio para el pensamiento y la reflexión es la antítesis de esta manera de actuar, aseguraba una doctoranda. Público 31 de octubre de

165 Es el sexto atentado... No me atrevo a especular sobre los motivos. Lo que importa en este momento es que no hay víctimas mortales. Nos ilusiona volver a trabajar con normalidad y seguir sirviendo a la sociedad con la docencia y la investigación, sin miedo y sin rencor. Por eso, mañana mismo estaremos trabajando, sentencia Francisco Pérez Latre, profesor de Publicidad, que rememora el suceso ocurrido hace ya seis años, mucho menos peligroso, por el momento -21 horas y el lugar -la trasera del Central-. David Iglesias es bilbaíno, periodista de 23 años, y está haciendo un máster: Yo estaba en la Biblioteca Nueva y notamos los dos chicos que estaban conmigo y yo que los cimientos temblaban. En lo primero que pensé fue que un avión se había estrellado. Diario de Burgos 31 de octubre de

166 Miguel cruzó corriendo el estudio para buscar cobertura, pero se quedó clavado con la puerta entreabierta y el móvil en la mano, a la altura del bazo y los ojos desencajados de las cuencas. Alberto, dijo, Alberto. Y sentí mucho frío de repente. Una bomba. Quién es, joder, le pregunté. Nerea. Llamamos a casa y al móvil de Alberto y al de papá y al de Pablo y llamamos también a Mónica y a mamá pero ninguno daba señal. La urgencia en internet ubicaba la explosión en tres puntos diferentes de la Universidad. Dejamos el trabajo y cogimos el coche con la angustia en forma de náusea respiratoria, presionando la traquea y el esternón, en un trayecto desolador y lluvioso. La radio. Y nosotros, Joder, joder. Un inmenso chorro de humo blanco se eleva en el cielo plúmbeo sobre la Biblioteca. El éxodo. Sirenas, paraguas, móviles. Dejamos el coche tirado en la rotonda cuando vemos a nuestro hermano Pablo cruzar el paso de peatones junto a mi padrino. Nos dice que Alberto está bien, que un profesor le ha dicho: he estado con Alberto, está bien. Nos dice que tenía clase a las 11 y que ha venido con papá, que iba a misa. A misa a dónde. No sé. A dónde. A Arquitectura, no sé. Una chica llora a mi espalda, me gustaría decirle no llores, pero yo también quiero llorar. Y miro a Pablo, como un niño grandullón que no sabe dónde está, y me veo reflejado en su estupor de miedo impúdico, como una cuchilla que mutila la intimidad. Un crematorio móvil. La infinita tristeza. Dónde está papá. Y cuentas las ambulancias, tres, cuatro. Y la angustia es la única oración. Y las convulsiones hace frío y ya no cabe nada más indigno, el frío, y descubres el significado de lo humillante. No te importaría saltar por los aires a ti, te cambiarías, porque no 165

167 sabes donde está papá. Y mamá. Y todas las madres. Y los padres. Y los hermanos. Y los amigos. Tanto miedo que no cabe la ira y no cabe el odio. Y quieres volver pronto a casa y que estén todos. Y mamá. Y dónde está papá. No sé, iba a misa. Quieren testimonios y con la cámara buscan y el micrófono, los testimonios. Pero no quieres segundos de fama hoy, no quieres que nadie te vea desnudo con la grasa colgando bajo el vientre. La chica sigue llorando. Y un mensaje al móvil dice estamos bien. Estamos bien. Y Miguel habla con Alberto y habla con papá, que se ponga papá. Blog: El Canodromo 31 de octubre de

168 Uno de los axiomas del Periodismo impide hacer noticia de lo que no aconteció. No obstante, y sin que sirva de precedente, lo más reseñable del atentado de ayer fue precisamente eso, que no pasó nada para lo que podría haber ocurrido. Para justificar tal aserción me van a permitir que me tome la licencia de narrar en primera persona unos hechos de los que fui testigo directo. El jueves amaneció gris en Pamplona. La fina lluvia del norte había hecho su aparición horas antes de que la ciudad despertara. A las nueve de la mañana, en el Campus de la Universidad de Navarra, el bullicio de los alumnos yendo y viniendo comenzaba a dar vida a un día disfrazado de ordinario. Tras desayunar en comedores volví al Colegio Mayor. Tras recoger en mi habitación los bártulos necesarios bajé a la sala de estudio: por la tarde tenía examen y había que aprovechar la mañana al máximo. En la biblioteca, cada uno en un extremo, Ricardo y yo nos concentramos en la tarea. La quietud era absoluta. El único ruido que se escuchaba era el chirriar de las sillas moviéndose de un lado para otro; en los pisos superiores las limpiadoras cumplían con su rutina diaria. Así transcurría la mañana hasta que poco después de las once un impertinente estruendo rompió la calma. Al segundo, y aún con el ruido de fondo, las paredes del Colegio Mayor se estremecieron. Pronto levanté la mirada; afuera, y apenas a 100 metros de distancia, creí intuir un coche ardiendo. En mi huida observé cómo dos cristaleras de la biblioteca habían cedido. Escaleras abajo los gritos de desconcierto resonaban insoportables en el vacío del edificio. Entonces comprobé cómo la confusión llevada a su extremo puede provocar verdadero miedo. Terror. 167

169 En mi particular desbandada tuve tiempo para preguntarme por un instante qué había ocurrido. Será un atentado?, pensé escéptico. Mi duda no tardaría en resolverse ya que al salir a la calle pude comprobar lo que poco antes había creído ver desde la sala de estudio. Al fondo, y apenas a medio minuto caminando, un fuego de color rojo intenso hacía las veces de basa en una columna de humo negro que alcanzaba ya varios metros de altura. Las llamas no lo dejaban ver pero tampoco era necesario: todos los presentes sabíamos que había sido un coche lo que había explotado. No había duda, era ETA. Los minutos que siguieron a la detonación fueron de auténtico caos. Nadie sabía nada, pululábamos de un lado a otro con la mirada perdida sin saber qué hacer y respirando un aire contaminado por la pólvora mojada. Lo único que teníamos en mente era que por ése mismo lugar habíamos pasado dos horas antes para ir a desayunar y que, como todos los días, lo tendríamos que volver a hacer para ir a comer y a cenar. Las sirenas comenzaron a sonar a lo lejos. En apenas cinco minutos la zona se llenó de policías impacientes. Nerviosos, comenzaron a acordonar la zona y a pedirnos que abandonáramos el lugar. Yo, más asustado que sumiso, obedecí sin vacilar. En el camino la gente andaba cabizbaja. Nadie sabía dónde ir. Entonces pensé en los míos: debía avisar antes de que se enteraran por los medios. Si bien hasta el momento no lo había hecho, me empecé a tranquilizar cuando hablé con mi hermana. Me di cuenta de que ella, a más de 900 kilómetros de distancia, estaba mucho más asustada que yo. No era justo ponerla más nerviosa, al fin y al cabo, y aunque sonara egoísta, no me había pasado nada. 168

170 Poco a poco comencé a recibir llamadas. Las líneas se saturaron por momentos pero conforme hacía camino la señal mejoraba. En busca de información, lo primero que preguntaba al descolgar el teléfono era qué decían los medios de comunicación acerca de las posibles víctimas. Como no haya muerto nadie será un milagro, respondía sin cesar. Y es cierto, porque aunque no tenga datos concretos, sí me consta que por ése mismo camino pasan a lo largo del día miles de personas Yo incluido. El resto del día pasó como por inercia. No iba, me llevaban. Absorto, me llevaron a comer, me llevaron a tomar café, me llevaron a cenar A la noche, ya en el Colegio, mis amigos más cercanos nos reunimos en una habitación. Por suerte estábamos todos. No faltaba nadie. Por suerte. Antonio Mª Fernández, Estudiante de Comunicación, Diario Almería Actualidad 31 de octubre de

171 La joven gijonesa, Belén García-Díaz Negrete, de 17 años de edad, manifestó hoy que la explosión del coche bomba en la Universidad de Navarra "causó grandes escenas de terror en las clases". "En nuestra aula se cayó el reloj al suelo y se rompieron todos los cristales tras la detonación", apuntó. La joven universitaria relató que la bomba fue en el parque de Humanidades, muy cerca de la facultad de Económicas donde ella estudia. "Yo estaba en mi clase de Derecho cuando escuchamos una explosión terrible que pensamos que era un trueno", apuntó. Posteriormente, la joven relató que cuando miraron por la ventana había "una gran cortina de humo". "En ese instante los profesores, que estuvieron calmados en todo momento, nos bajaron la barra de seguridad de entrada a las facultades para que pudiésemos salir", añadió. Europa Press 30 de octubre de

172 Jueves 30 de octubre. Un día más, Pamplona amanece entre la lluvia. Quién me iba a decir mientras bostezaba en la marquesina de la villavesa que aquellas gotas, tan molestas en aquel momento, iban a salvar a tantas vidas horas más tarde. La mañana transcurría en la más absoluta monotonía. La profesora de Epistemología de la Comunicación nos había mandado reflexionar sobre un artículo periodístico. El trabajo fue interrumpido cuando un colosal estruendo paralizó nuestros corazones. Durante el más largo de los segundos, Un fuerte temblor sacudió todos los rincones de la Facultad de Comunicación. Un caza volando bajo, afirmé inocentemente a mis compañeros. La mayoría ya pensaba en lo peor y, desgraciadamente, tuve que darles la razón al salir del edificio. Corrí hacia la impactante columna de humo cuando ya llegaba la policía. Bocanadas de fuego salían de los coches y del Edificio Central. La visión no dejaba lugar a la duda, ETA había puesto un coche bomba en la Universidad de Navarra. Los momentos siguientes fueron de histeria colectiva. La bomba había explotado en una zona de tránsito continuo de estudiantes, nada menos que entre el Edificio Central y Bibliotecas; y además, en horario de descanso. Cualquiera que se desplazara de una clase a otra, cualquiera que estuviese aparcando su coche en el parking, cualquiera que apurara sus últimas caladas a un cigarrillo antes de volver a clase, cualquiera podía haber muerto. El verde del campus estaba repleto de estudiantes que intentaban, la mayoría sin éxito, hablar con sus familiares por el móvil. La fachada del Central está llena de sangre, 171

173 oí gritar entre la multitud. El rumor corrió como la pólvora, haciendo saltar las lágrimas de algunas alumnas que no podían contener la rabia. Un policía advertía de la posible colocación de un segundo artefacto. La calle Iturrama se llenó rápidamente de una multitud de caras jóvenes, pero todas ellas tristes. Sin duda, el mejor momento de la mañana lo experimenté cuando el conductor de una villavesa que estaba escuchando la radio me comunicó que no había muertos, ni siquiera heridos de consideración. No podía, ni aún puedo creérmelo. La incesante lluvia contribuyó de manera decisiva a que nadie estuviese en el lugar de la explosión, pero aún así, se había producido un milagro, no tenía otra explicación. Aquella mañana la banda terrorista ETA pudo cometer una carnicería. En qué retorcida mente cabe asesinar a tantos jóvenes? Mi sueño es ser un gran periodista, y quizá por ello, ya esté destinado a vivir encadenado a un escolta. Pero nunca imaginé que intentasen despertarme del sueño tan pronto. Aitor Royo Sánchez Alumno de 3º Periodismo Diario de Noticias de Navarra 31 de octubre de

174 Todo el mundo habla de lo mismo: la bomba que ETA hizo explotar el día 30 en el edificio Central. No quiero meterme aquí en opiniones sobre el atentado o sobre quienes lo maquinaron. No. Quiero dar las gracias a todas los profesores, alumnos y personas de la Universidad. En la Universidad todos formamos una misma cosa y se notó en el campus. Cuando estalló la bomba estábamos en clase. El profesor nos ayudó a mantener la calma. Mientras salíamos de clase él se quedó "como el capitán de un barco, hasta el final". Todos los profesores se preocupaban de que no quedara ningún alumno dentro. Iban donde la Decana a informarle sobre quienes estaban dentro, ella pedía que fueran a por los rezagados. Muchos alumnos sujetaban las puertas para que otros salieran, los profesores y bedeles salían los últimos comprobando que no quedara nadie en los edificios. La Universidad preocupada por todos, por cada uno. Ni el miedo ni las prisas evitaron que nos sintiéramos una unidad indisoluble. María del Rincón Yohn Estudiante de 2º de Comunicación Diario de Navarra 3 de noviembre de

175 El mismo jueves, hubo a quien la barbarie terrorista no le truncó la normalidad, sino que simplemente se la disfrazó. Es el caso de Carlos Hernández, quien ese día, a las once y media de la mañana, tenía previsto defender su tesis doctoral El test sustantivo de control de concentraciones en el Derecho Comunitario: complejidad económica y discrecionalidad en el Aula Magna de un Edificio Central que sólo veinticinco minutos antes tuvo que ser desalojado tras el atentado. El director del trabajo, el profesor Francisco de Borja López- Jurado, vicerrector de Ordenación Académica, expuso el problema al Rector, Gómez-Montoro, y éste le respondió hay que seguir adelante. Los miembros del tribunal, llegados desde distintos puntos de España, fueron informados de que la vida académica debía seguir su curso y, entre la confusión, se encontró una digna: Hernández defendió su tesis en el salón Géminis del Hotel Blanca de Navarra pamplonés. Sobresaliente cum laude por unanimidad. Diario de Navarra 1 de noviembre

176 Buscaban sangre joven, dice el periodista Fernando Ónega en la tele del salón. Lo que viene ahora es lo de siempre: atriles, ruedas de prensa, opiniones, tertulias. Palabras. Vídeos, ondas y páginas llenas de palabras. Pero lo que cuenta es lo que sucede antes. Tres horas antes. El silencio tartamudo entre el fuego y los titulares. El móvil, el estoy bien entrecortado, el hombro del amigo. De eso va el terrorismo. Lo demás es literatura y codazo. Desde que empecé a trabajar aquí, el 1 de octubre, mis compañeros de la revista 'Nuestro Tiempo' y yo solemos tomar el café de media mañana entre las once menos cuarto y las once. Minuto arriba, minuto abajo. Horario de máxima audiencia en el bar de la Facultad de Comunicación. Ayer, no sé por qué, no lo hicimos: cada uno estaba a lo suyo. Delante del ordenador, preparaba una entrevista a Arcadi Espada que el director, Javier Marrodán, y yo pretendíamos realizar la semana siguiente en Barcelona. Papeles, correo, ratón, clic, clic, clic. Alguna broma con Sonsoles, mi redactora jefa y compañera de mesa. Sorbito al botellín de agua. Y el estruendo. No recuerdo qué fue lo último que leí en la pantalla. Qué coño importa? Lo que sí me vino a la cabeza fue una anécdota nimia que había tenido lugar en la propia redacción dos semanas antes: estábamos reunidos cuando un pequeño temblor sacudió un poco la pared de cristal de la sala. Tormenta? Terremoto? Bombazo lejano? Nuestros vecinos de arriba de la Radio Universitaria también lo habían oído. Periódico local en internet: nada. Más tarde supimos que un caza militar que sobrevolaba Pamplona había rebasado la barrera del sonido. Suspiro. Y al tajo. 175

177 El pensamiento duró un segundo. Al siguiente, las palabras bomba y ETA ya cruzaban mi cerebro. No pensé mucho más. El bramido se cargó todas las barreras: la del sonido, la de la quietud y la de la ansiedad. El mismo cristal vibró como golpeado por media docena de 'hooligans'. Ni caza, ni terremoto, ni leches. Salimos a toda prisa de la redacción. Ruido de portazos: tropeles de estudiantes y profesores abandonaron las aulas y salieron al ancho pasillo de la Facultad para asomarse a la cristalera de la fachada. Frente a nosotros, la explanada que une nuestro edificio con la Facultad de Derecho y el edificio nuevo de Bibliotecas se empezó a llenar de gente que, asustada por el ruido, dejaba sus respectivas ocupaciones para intentar averiguar la causa. Pensé en esas hormiguitas que se volvían locas de desconcierto cuando las pisabas de pequeño. Muchos iban hacia un mismo punto: bajaban las escaleras de la explanada que llevan al edificio viejo de Bibliotecas, a pocos metros del Edificio Central. Me temí lo peor, y la columna de humo negro que se levantaba sobre el campus me lo confirmó: bomba, ETA. Salí corriendo a toda mecha. Al cruzar la puerta de la Facultad, vi con el rabillo del ojo el rostro de Justo, el bedel: color gris ira. La situación exigía coordinación física: mientras me abrochaba el abrigo y daba zancadas, el pulgar tecleaba un mensaje en el móvil: Bomba en la uni. Estoy bien. Besos. Enviar a: Mamá. Crucé la explanada y bajé los escalones de tres en tres. Abajo, la puerta de la Facultad de Económicas parecía el andén del metro en hora punta. Doblé la esquina y ahí, a unos cincuenta metros, la 'noble' lucha armada escupiendo llamas. 176

178 Hasta entonces, hablar y opinar sobre el terrorismo etarra era para mí como contemplar a una fiera en un zoo: sí, da miedo; sí, es peligrosa de cojones, sí, oigo su rugido. Pero yo estoy a salvo, al otro lado de los barrotes, tranquilo, pensando en que los devorados casi siempre son polis y políticos con los que no tengo nada que ver. Que entre el zarpazo y la frase indignada media un telediario. Ayer el telediario llegaría después: el zarpazo echaba humo frente a todos nosotros, en el mismo aparcamiento donde yo había dejado el coche veces, donde yo había caminado hacia el Central otras veces en estos seis años que llevo en la Universidad. Vi un coche, o dos, no estoy seguro, calcinados y retorcidos. La mañana de los cristales rotos: en el lateral del Central, en las ventanas de la Biblioteca ( donde tanto fichábamos a las chavalas que entraban y salían!), hasta en mi propia Facultad, unos 300 metros cuesta arriba. La absurda irrupción del absurdo. La estupefacción, la angustia y la impotencia formaban corrillos de chicos intercambiando balbuceos: Una bomba!, Dónde estabas?, Mi hermano estaba en..., Hijos de puta!, Has visto a...?, No me lo creo... y en ese plan. Las llamadas a casa colapsaban la red telefónica, pero todos se llevaban el móvil a la oreja una y otra vez hasta dar la buena nueva: Papá, han puesto una bomba. No te preocupes, me encuentro bien. Los cigarrillos se multiplicaban con los nervios. Yo, que fumo muy poco, apuré dos pitillos en dos minutos con la mano en pleno tembleque. Y caían lágrimas, por supuesto. La reacción biológica ante 177

179 el horror. Una alumna extranjera sollozaba en inglés, dos chicas se abrazaban a mi lado y otras tantas entrelazaban sus dedos como compartiendo el trance. No fueron éstos, sin embargo, los detalles que más me anudaron la garganta. En primera fila, a pocos metros del 'parking', vi a Javier, mi jefe. Había salido tan disparado de la Facultad que le perdí de vista, no sabía si se había quedado dentro. Pero no. Ahí estaba, como el enorme periodista que es, a pie de noticia. Me fijé en su cara, en sus ojos, menos azules que diez minutos antes. Jamás he visto la tristeza y la rabia tan bien dibujadas en un rostro humano. Él, con veinte años de reporterismo ejemplar a las espaldas, con una gran cultura sobre la pústula terrorista, con un carácter templado y afable como nunca he conocido, rezumaba dolor. Me dijo: Qué pensaría el tío que ha hecho esto si viese las caras de toda esta gente?. Llevamos décadas buscando la respuesta, amigo Javi. Sirenas y cintas. En pocos minutos, la Policía desalojó la zona, y riadas de estudiantes bajo sus paraguas (nunca me ha gustado la lluvia) tomaron rumbo hacia el barrio de Iturrama, anexo al campus. Los primeros periodistas empezaban a dejarse caer. De los grupillos bajo el puente de la calle Esquíroz se descolgaban más datos: Dicen que hay otra bomba en Ciencias Seguían las llamadas, los sollozos, los cigarrillos. Para más jodienda, Murphy y su ley me aguaron la mañana y vaciaron mi teléfono de batería. Pedí prestado uno y hablé con mi padre, allá en su consulta de Pola de Siero: Lo importante es que estés tranquilo, me dijo. No lo estaba. Cogí un taxi y para casa, a cargar el móvil y cagarme en el mundo. Hablé con el taxista. Qué panorama, eh?, dije. Esto es de auténticos cobardes, atacar a unos chavales estudiantes. Qué opresión, qué 178

180 conflicto ni qué coño?. En una ciudad pequeña, como Pamplona, la cosa salpica a todos: Mi hijo es policía, de la rama de investigación, del CSI ése, y está ahora en el campus acordonando la zona. Tres euros. Gracias, amigo. Informé a Iván, mi compañero de piso. Puso cara de mal día para salir de la cama. Tiene una asignatura impartida en el Edificio Central, y cualquier otro día podría estar caminando por esa zona a esa hora precisa. Azar. Su ex novia, estudiante de Filología Hispánica, estaba a 200 metros del coche-bomba. Encendí la tele: heridos leves. Suspiro. Encendí el ordenador, como hago siempre que llego a casa. Encendí un grupo de Facebook, Unav contra ETA, porque para algo está la universidad. Para protestar. Para no doblegarse. Para rebelarse desde la cultura, la formación, la educación, la sensatez. Hoy bajé a trabajar con más ganas que nunca. Bomba en la uni. Estoy bien. Besos Yago González El Comercio

181 María Fernández tiene 28 años y trabaja en el servicio de administración y tesorería de la universidad de Navarra, a la que está muy vinculada porque su padre, ourensano, y su madre, navarra, fueron profesores allí durante muchos años. Ayer trabajaba en su oficina cuando estalló el coche bomba bajo la ventana de su despacho. Estaba hablando por teléfono con una compañera y de repente sentí un golpe muy fuerte en la espalda. A continuación la onda expansiva de la bomba, que estalló justo debajo de la ventana de su despacho, la tiró al suelo y sintió como los cristales de la ventana, y el mismo ventanal, le caían encima. Después del impacto me pude incorporar y vi restos de metralla incrustados en las paredes de la oficina, entraban unas llamas muy fuertes por las ventanas. Entonces, mi jefe me ayudó a salir y cuando nos dirigíamos a la calle escuchamos que se hablaba de que podía haber un segundo coche bomba, explicaba aún muy afectada por lo ocurrido. Enseguida llegarían los servicios de emergencia, que los atendieron en la calle; a ella la trasladaron después al hospital con cortes en las manos causados por los cristales y un golpe muy fuerte en la espalda, que no le ha provocado lesiones graves, pero sí mucho dolor. A media tarde volvía a su casa. Desde allí aseguraba: Me siento con ganas de seguir trabajando y de volver a la normalidad que nos han arrebatado. La Voz de Galicia 31 de octubre de

182 Como otros días de este otoño, anduve en medio de una llovizna tenaz por la explanada de la Universidad de Navarra, mi hogar desde hace ya bastantes años, consciente de que la próxima hora de mi vida la dedicaría a analizar con mis alumnos de la Facultad de Derecho el invencible amor a la libertad que profesaban los juristas romanos. Mientras me disponía a disertar ante los ojos de un joven auditorio lleno de esperanza y futuro, sucedió lo que nadie esperaba: una bomba de ETA desafió a las palabras y nos hundió en el silencio. Permanecimos serenos, arropados por el claustro del saber, mirándonos fijamente, sorprendidos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada. El mismo gusto de otras veces -Un sabor almizclado de dolor y repugnancia- inundó mi paladar. He pasado por esto antes, en varias ocasiones, desde que era un estudiante, hace lustros, en las mismas aulas, y siento perfectamente cuándo la barbarie toca nuestras puertas. Y cómo hemos de reaccionar ante su espantoso pregón. La metodología del horror es fácilmente diseccionable. El odio es pueril, carece de imaginación y emplea armas rústicas. Esta vez, por desgracia, no ha sido la excepción. Seis veces la Universidad de Navarra ha tenido que soportar estoicamente el peso de la sinrazón. Seis veces el saber superior se ha visto desafiado por 'el viejo yo' kantiano, por el terrorismo irracional y el fracaso del consenso. Esta lucha dialéctica entre la razón y el prejuicio adquiere tintes metafísicos cuando es escenificada en el campus de una universidad. Y ello es así, porque no existe nada tan paradigmático como un claustro universitario para 181

183 representar el permanente anhelo humano de sabiduría, verdad y libertad. Y nada tan horrendo como el terrorismo vesánico para encarnar su Némesis. Sólo un matarife convicto y confeso es capaz de dinamitar los muros académicos en un fútil intento de establecer el imperio del caos en el templo de la summa auctoritas. Esta vez, como en todas las anteriores, un milagro ha evitado víctimas mortales. Todo indica que existía voluntad de matar: el lugar, la hora y la torpeza calculada del aviso denotan el perfil asesino del atentado en Navarra. Mientras algunos -pocos, gracias a Dios- sostienen que una sociedad ácrata puede labrarse a sangre y fuego, otros, los más, apostamos por la democracia y las instituciones, que no son otra cosa que la ciudadanía en movimiento, la libertad en acción. Sí, la libertad. Porque una universidad es, ante todo, una auténtica fábrica de libertades. Y el último reducto frente a la tiranía de la metralla. Es por ello que los enemigos de una sociedad abierta se afanan en destruir la materia prima aquí, precisamente aquí, en los mismos laboratorios en que ésta es creada. La libertas, para los romanos, era la capacidad de vivir sin dueño. Y así vivimos los que trabajamos en la universidad. Sin dueños. Sin déspotas. Alejados de Siracusa. Es triste contemplar cómo un grupo de fanáticos se someten voluntariamente a un ídolo coyuntural -el nacionalismo exacerbado- que termina dominándolos, esclavizándolos, destruyendo su libertad. Y consumiendo sus entrañas. Porque no son libres aquellos que piensan que con la fuerza bruta lograrán amedrentarnos, cumpliendo de paso con una serie de objetivos políticos, por lo demás inconexos y 182

184 reaccionarios. No son libres quienes sostienen un discurso ambivalente cuando propios y extraños se enzarzan en una guerra de baja intensidad en la que ninguna regla es respetada. No son libres quienes bombardean una academia con el propósito de demostrar la operatividad renqueante de una organización mermada ideológica y materialmente. La verdadera libertad construye, jamás destruye. Levanta, no aniquila. ETA no pasa de ser un Leviatán terrorista que devora cualquier bocado de independencia y autonomía. Y las universidades encarnan todo lo que ETA detesta en la vida: unión, armonía, concordia, solidaridad, verdad. Y, por supuesto, Libertad, palabra que hoy debemos escribir con mayúscula. La universidad es semillero de libertades y un faro de progreso. ETA lo sabe. Es consciente, en medio de su anarquía, de la importancia de silenciar las ideas y conoce que el repudio a su praxis letal es cada vez más extenso y oneroso. Además, comprende que las voces que condenan su política fratricida se elevan con fuerza en los claustros universitarios. La educación en los valores democráticos ha surtido efecto en nuestra sociedad. Las universidades han jugado un papel determinante en la mejora de la calidad de nuestra democracia. España rechaza la caverna oscura en la que moran los etarras. La fatuidad de su posición, las ucronías que defienden y las utopías que enarbolan no tienen asidero en el mundo real. Ni defensa ideológica posible. La batalla de las ideas la hemos ganado los demócratas hace tiempo, hace ya bastante tiempo. La democracia, que nadie lo dude, también se forja en nuestras Facultades. Quizás más que en los parlamentos fagocitados por una partitocracia enfermiza. 183

185 Mientras ETA continúe anclada en sus dogmas mortíferos, el diálogo será poco menos que improbable. No es un problema de disposición o buena voluntad. De eso, sobra y basta. Se trata, por el contrario, de una cuestión de códigos. La razón puede transmitir un mensaje coherente, pero la sinrazón es incapaz de descifrarlo. Triunfa, infelizmente, 'el viejo yo'. El cúmulo de obsesiones y manías viscerales que alimentan el engendro etarra termina por imponerse. Entre demócratas, pactar es posible. Y conversar. Sin embargo, todo se derrumba cuando, en vez de una idea revolucionaria o una propuesta asequible, bombardean tu casa con el único fin de que te sometas. Pero si algo tiene claro la auctoritas del saber es que nunca quedará atrapada por el metus de la violencia. La explosión ha ocurrido en la misma explanada en la que el fundador de la Universidad de Navarra, San Josemaría Escrivá, proclamó la unión indisoluble entre universidad y libertad, entre verdad y ciencia. Podemos esclavizarnos a una ideología o entregarnos a los diversos fundamentalismos que pululan en nuestro tiempo. O, por el contrario, tenemos la posibilidad de luchar libremente por un mundo en el que triunfe la paz. Para ello, es preciso someter la fuerza al derecho. Ojalá este atentado sirva para que los partidos políticos replanteen su estrategia contra el terrorismo. Y ojalá el dolor y la indignación que hemos padecido contribuya a unirnos a todos, una vez más, contra el despotismo del terror. Iba a hablar de libertad. Y qué mejor imagen para evocarla que 184

186 Un recuerdo que quedó grabado a fuego en mi mente de estudiante. En junio de 1981, una parte del Edificio Central de la Universidad de Navarra quedó seriamente dañado por unas bombas amigas del fanatismo. En medio de un auténtico caos, surgió la figura querida de Ismael Sánchez Bella, primer rector de nuestra Universidad. Con una sonrisa en los labios y derrochando serenidad, Sánchez Bella cogió lo primero que tuvo a mano y empezó, allí mismo, la reconstrucción. No hubo arengas. Tampoco consignas. Mucho menos un bosque de puños cerrados en señal de venganza. Sánchez Bella nos dio un ejemplo de entereza y valentía. Pero sobre todo de perdón. Así, contemplando como un viejo maestro dominaba la destrucción comprendí que ni la metralla del odio, ni la pólvora de la incomprensión quebrarían jamás el espíritu sobre el que está construida la Universidad de Navarra. Y con ella, todas las universidades del mundo. Un espíritu que, pese a los años, se ha mantenido incólume, y que hoy, con orgullo, he visto reflejado en los rostros de todos y cada uno de los miembros de mi Universidad, desde el rector hasta el más joven de nuestros alumnos. Se trata, en suma, de la manifestación de la más genuina e incorruptible libertad. La bendita, indestructible y apasionante libertad. Ésa que, aunque se desplome el universo, permanecerá erguida. Como la universidad. Como toda universidad. Mientras hablaba de Libertad Rafael Domingo Profesor de la Facultad de Derecho El Mundo

187 Como cada jueves comenzamos nuestra jornada de trabajo en el taller 1 de la Escuela de Arquitectura. Éramos como siempre 86 estudiantes dispuestos a formase intelectual y humanamente para ser capaces de construir dentro de unos años una sociedad mejor que la nuestra y un equipo de profesores entregados a darles lo mejor que tiene, su conocimiento y su experiencia. Como cada jueves todos hemos vencido el obstáculo de la pereza, el frío, la lluvia, la falta de sueño o las pequeñas contradicciones de cada uno para dar paso a nuestra voluntad de trabajar y esforzarnos en la búsqueda honesta de la verdad en este santuario contemporáneo de la libertad de pensamiento que es la institución universitaria. Todo se ha interrumpido bruscamente a las Estupefactos hemos asistido al suceso que presenta más horror por lo que significa de ataque a la libertad que por las imágenes del edificio y los vehículos en llamas. Nuestra asignatura, Análisis de formas arquitectónicas, enseña a ver el mundo que nos rodea. Ayer mismo les decíamos a nuestros alumnos, como resumen de la primera sesión teórica, que hay que aprender a ver las cosas como son y no como creemos que son. Esa confusión suele ser el mayor obstáculo con el que se enfrentan para progresar en el conocimiento. Ya que nuestra jornada del jueves fue bruscamente interrumpida me gustaría concluirla así. Hay que saber ver el atentado como es, la voluntad de silenciar el espíritu de libertad y compromiso con la verdad 186

188 que sobre todo existe en los jóvenes, en los universitarios, que como creemos que es, un debate antiguo y manoseado sobre naciones, países y supuestas utopías que sólo interesan a viejos que se aferran a ellos por no perder protagonismo en una sociedad que por edad ya casi no les pertenece. La revolución y la rebeldía siempre han estado en la universidad, hoy mas que nunca la necesitamos para recuperar la libertad. Inmaculada Jiménez Caballero Diario de Navarra 3 de noviembre de

189 No me encontraba en ese momento en la Universidad. Aunque tenía previsto ir a la Escuela de Arquitectura hacia las 10 de la mañana, otros motivos retrasaron este plan. La casualidad quiso que estuviera hablando por teléfono con otro profesor que sí se encontraba en la Escuela, escuchando en directo la explosión. Los primeros instantes fueron de lógica angustia ante la confusión de las noticias, y de mucha preocupación por la suerte de alumnos, empleados y profesores. De tantos amigos. Acabamos de volver de una impresionante concentración silenciosa de toda la comunidad universitaria, bajo la lluvia. Un silencio intenso que me ha hecho recordar unas palabras, si no recuerdo mal, de George Steiner: cuando la polis está llena de salvajismo, nada más resonante que el poema no escrito. Nuestro silencio es más fuerte que el ruido de las bombas. Silencio más fuerte que el ruido Jorge Tárrago Profesor de la Escuela de Arquitectura Universidad de Navarra Diario de Burgos, 3 de noviembre de

190 Ha sido un milagro que no haya víctimas mortales porque la explosión se ha producido en una zona de paso que está muy transitada", manifestó el viernes a EL DÍA Matilde Jaráiz, una tinerfeña estudiante de Arquitectura en la Universidad de Navarra, quien pudo ver desde la ventana de su clase la explosión que provocó la bomba de ETA el pasado jueves. Esta tinerfeña vive en Pamplona desde septiembre. Estudia primer año de Arquitectura y relató que el coche explotó en una zona de paso, por donde caminan miles de personas. "Yo paso por allí cuatro veces al día, igual que miles de estudiantes, por eso considero que ha sido un milagro que la explosión no haya provocado muertes". Matizó que por ese aparcamiento pasan estudiantes de Comunicación, Derecho, Económicas, Arquitectura o las personas que trabajan en el Central, entre otros. Indicó que nada más oír la explosión, todos los de su clase se asomaron a la ventana y "vimos de cerca la terrible imagen", máxime, teniendo en cuenta que el edificio de Arquitectura está muy cerca del lugar. Precisó que algunos de sus compañeros comenzaron a llorar, pero todos pensaron que había sido un atentado mortal. El estallido de la bomba retumbó en las aulas de las distintas facultades, donde estudian más de alumnos. Las paredes de los edificios temblaron, algunos cimientos se movieron y muchas cristaleras quedaron reventadas. 189

191 Algo que llamó mucho la atención de esta estudiante tinerfeña fue que las fuerzas de seguridad y las ambulancias llegaron al lugar "en dos minutos". Explicó que el profesor anunció que las clases quedaban suspendidas y la policía comenzó a dirigir a las "riadas de personas" con megafonía, para evitar el caos. El desconcierto inicial dio paso al miedo y las escenas de tensión se prodigaron en el campus. Hubo alumnos que sufrieron desvanecimientos e instantes de mucho nerviosismo. A partir de la explosión, una marea de estudiantes y profesores salieron alarmados de los edificios. Recordó que ella vio las ventanas del edificio central ardiendo, lo que hacía pensar que podía haber personas graves, además de la imagen que ofrecían los coches calcinados. "Cada persona empezó a recorrer con la imaginación a sus amigos o conocidos que aparcan en ese lugar, pensando quién podría estar afectado". También recordó con horror que un coche saltó por encima del edificio central y el pasado viernes todavía estaba cercada esa zona, mientras se realizaba la investigación pertinente. Matilde Jaráiz habló con este periódico después de que los profesores, alumnos y personal no docente de la Universidad de Navarra hubieran llevado a cabo los cinco minutos de silencio en señal de repulsa por este atentado. 190

192 Fue una concentración silenciosa en el edificio de Ciencias Sociales, para expresar la repulsa del claustro universitario a la barbarie y la sinrazón. La estudiante tinerfeña destacó el "impresionante silencio" del acto, que, en su opinión, fue bastante más largo que los cinco minutos de reloj, "a pesar de la fuerte lluvia que caía". Con mucha serenidad, Jaráiz indicó que todos los estudiantes han vuelto a su vida normal el día después, "porque hay que seguir trabajando sin miedo ni rencor como nos dijo el rector Ángel Gómez-Montoro", apuntó. En su opinión, "no hay palabras para describir lo visto, sólo mucho humo, fuego, y susto", resumió. Llegó a extenderse el rumor de que podía existir un segundo artefacto y estudiantes y profesores se alejaron de los aparcamientos y edificios de la Universidad. No hubo heridos graves, pero 21 personas recibieron atención médica, la mayoría con algunos cortes y rasguños por los cristales rotos. La mayoría de los heridos acudieron a la cercana Clínica Universitaria, que forma parte de la institución académica. Por último, Jaráiz dijo que en la tarde del pasado miércoles, los estudiantes se quedaron "con el miedo en el cuerpo" al conocer la noticia de los pisos francos de Pamplona, "porque uno de ellos estaba en la plaza donde ellos se reúnen los fines de semana". El Día.es 2 de noviembre

193 El pasado jueves pude sentir de cerca la potente onda expansiva que provocó el atentado terrorista en la Universidad de Navarra. Los cristales de mi despacho saltaron hechos trizas. Era la sexta vez que pasaba por una experiencia semejante. El miedo superficial se atempera, porque a todo se acostumbra uno. Pero la indignación crece, porque la brutalidad de la violencia se hace cada vez más notoria. Y uno se pregunta: por qué? y hasta cuándo?» Pero ni siquiera la irracionalidad más absurda y agresiva es capaz de quitarle a un cristiano la paz que lleva dentro. Con inevitable nerviosismo y no poca la rabia, lo más notorio de estos días pamploneses entre estudiantes, empleados y profesores ha sido la serenidad de fondo, el agradecimiento a Dios por la ausencia de víctimas mortales, y la fuerte convicción de que la rueca de la violencia no puede nada contra la fuerza del espíritu. Algunos se asombran de que una de nuestras primeras reacciones sea la de perdonara los agresores. Eso es lo que yo aprendí de pequeño y procuro vivir siempre: los cristianos perdonamos. Y, por lo tanto, olvidamos. Quien dice perdono, pero no olvido, es que no perdona. Claro que la mansedumbre cristiana no implica ingenuidad ni una habitación en el limbo. Vivo desde hace más de treinta años en esta tierra navarra, que ya es la mía, y sé bien de qué va la cosa. Por qué se preguntan algunos esa fijación de ETA con la Universidad de Navarra? Lo primero a tener en cuenta es que la sinrazón pura y dura no admite razones. Tratar de explicar lógicamente los motivos de los terroristas es tiempo perdido. Tienen, si acaso, una lógica perversa, que no 192

194 responde ni al modelo aristotélico ni al de la moderna lógica simbólica; ni siquiera a la dialéctica marxista, porque esa matriz ideológica originaria les resulta demasiado compleja y ya no la entienden. En cualquier caso, la mediocridad cruel y empecinada no tolera esa excelencia a la que aspira la libre búsqueda de la verdad. La Universidad de Navarra es una auténtica Universidad. Con lo cual no digo una perogrullada, porque en momentos en los que la enseñanza superior deriva hacia el pragmatismo y la infantilidad son pocas las instituciones que mantienen vivos los ideales universitarios. No todos valoran la fecundidad de una vida dedicada a la búsqueda del conocimiento y a la ayuda a los demás, especialmente a los más débiles. Y tal rechazo de la apertura al horizonte universal del saber se agudiza hasta el paroxismo en el caso de las mentalidades nacionalistas cerradas y en el de actitudes tan fanáticas como para creer que el asesinato de personas inocentes puede ser un camino hacia el logro de algún bien. En sus cerca de sesenta años de existencia, la Universidad de Navarra ha realizado servicio extraordinariamente importante a la Comunidad Foral. Economistas y sociólogos han medido esta contribución al progreso y bienestar del Antiguo Reino. Y las cifras resultantes causan verdadera impresión. Codo a codo con todas las instituciones privadas y públicas, la Universidad de Navarra ha contribuido a que esta región, cuya calidad humana viene de una tradición de siglos, esté a la cabeza de las Autonomías españolas en muchos 193

195 aspectos, y especialmente en educación, sanidad, preparación tecnológica y cultura humanística. Parece congruente aunque sea irracional que esto no les guste a quienes pretenden disolver la personalidad de Navarra en constructos artificiales que sólo se basan en ideologías radicalizadas. A esto se añade que la Universidad de Navarra destaca en las clasificaciones internacionales que ponderan la calidad docente e investigadora. Es la universidad española más internacional en cuanto a la procedencia de alumnos y profesores. Y en ella se defiende sin fisuras la libertad intelectual y política de todos sus miembros. Lo cual no se logra a pesar de su seria inspiración cristiana, sino precisamente por ella. El cristianismo es la religión de la libertad. Y ya Tocqueville advirtió que el catolicismo es especialmente receptivo a la asimilación de la democracia. Mi colega Rafael Domingo ha recordado que el ataque terrorista se ha producido en el mismo lugar en el que san Josemaría Escrivá, Fundador de la Universidad de Navarra, pronunció su homilía sobre el amor apasionado de los cristianos al mundo, que es un bello canto a la libertad y al pluralismo. En momentos delicados tanto política como económicamente, necesita nuestro país apostar decididamente por planteamientos que sitúen en primer lugar el valor del conocimiento, y hagan realidad el convencimiento democrático de que el diálogo es el único camino para asegurar una convivencia creativa. Los ancestrales espectros de la violencia y la intolerancia 194

196 parecen campear de nuevo sobre los páramos de España. Algunos están decididos a marginar a quienes pretendan pensar por cuenta propia y, especialmente, vivir su cristianismo con libertad. Ante ellos, no cabe agachar resignadamente la cabeza. Tampoco se trata, en modo alguno, de oponer a la violencia otra violencia de signo opuesto. La violencia es siempre indeseable. Se trata de fomentar una cultura innovadora y de descubrir caminos para trabajar solidariamente. Apasionante reto para los universitarios cristianos. La Universidad, ante la rueca de la violencia Alejandro Llano Profesor de la Facultad de Filosofía Alfa y Omega 6 de noviembre de

197 Durante el momento del atentado me encontraba en el Edificio de Ciencias Sociales, en clase. Imagino que los lectores ya conocerán lo ocurrido, pues ha habido un gran despliegue de medios, declaraciones y cobertura informativa durante las veinticuatro horas. El motivo de estas líneas no es describir la sensación de incertidumbre, desasosiego y tensión que se vivió en aquel momento. Lo que pretendo es, en primer lugar, dar las gracias a todos los que se han solidarizado con nosotros, con sus oraciones y muestras de apoyo. Quiero referirme en especial, a todas las Universidades españolas que se han unido a nuestros cinco minutos de silencio. Con este gesto, siento cómo se refuerza la idea que la Universidad de Navarra trata de transmitir a sus alumnos, esa idea que ayer, mediante el odio y la violencia más despreciable, trataron de destruir: la verdad nos hará libres. Ochenta kilos de explosivos no conseguirán matar la libertad. Mientras sigamos unidos, en defensa de la verdad y de los derechos de los ciudadanos, mantendremos la esperanza. Por otra parte, quiero hacer un llamamiento. No podemos olvidar que somos los ciudadanos (estudiantes, peluqueros, periodistas, taxistas...) los responsables de nuestro país. Espero que, de ahora en adelante, participemos mucho más en la vida política. Respiramos tranquilos al saber que no ha habido víctimas 196

198 mortales, pero no podemos conformarnos. Cuando he leído la carta del Rector animándonos a la tranquilidad y al perdón, cuando he escuchado las palabras de apoyo de políticos y amigos, me he sentido orgullosa. Esta bomba sólo ha servido para demostrar que tengo razones para estarlo. Marina Pereda Sancho Estudiante mirandesa de Periodismo Universidad de Navarra Diario de Burgos

199 Cuando ocurrió todo sólo pensaba en volver a casa. En Canarias, de donde vengo, no pasan estas cosas. Éste es un día triste, la lluvia le da mucho dramatismo, aunque significa mucho para mí ver a tanta gente unida. Eduardo González Caballero Estudiante de Publicidad Diario de Navarra 1 de noviembre de

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