Producción de Soja y sus Derivados: el uso de Biocombustibles como Estrategia de Mitigación.

Transcripción

1 Producción de Soja y sus Derivados: el uso de Biocombustibles como Estrategia de Mitigación. Escenario agrícola actual En los últimos 20 años, los agronegocios han sido un sustento fundamental para la agregación de valor en la economía argentina. En el sector agrícola, Argentina es un jugador clave a nivel global, distinguiéndose en los 4 cultivos más importantes: soja, girasol, maíz y trigo. Argentina es el tercer productor y exportador de soja en el mundo y el primer exportador mundial de aceite y derivados de soja (tercer productor a nivel mundial). En los últimos años capturo todo el crecimiento del comercio mundial de aceites y harinas proteicas, demostrando su competitividad. Argentina hoy produce el 18% del total de soja producido en el mundo, exportando el 94% de su producción, 20% como grano y el resto en forma de aceites, harinas proteicas y biodiesel. Competitividad del crushing En cuanto a la molienda de soja la Argentina ocupó durante 2008/2009 el tercer lugar mundial en producción con 32 millones de toneladas (16,7% del total mundial). Asimismo, se ubica como primer exportador mundial con 5 millones de toneladas de aceite (53% del volumen mundial) y 24,6 millones de toneladas de harinas (47% del volumen mundial). La industria aceitera constituye uno de los sectores industriales más dinámicos de Argentina y el que mayor crecimiento registró en las últimas tres décadas. El sector, que cuenta con una capacidad de molturación total de 150 mil toneladas por día, está conformado en su vasta mayoría por usinas multiproducto para distintos mercados. Cabe destacar que el complejo en su conjunto genera empleo a más de personas de manera directa y a varios miles más de manera indirecta. En el gráfico 1 se puede observar la evolución de la molienda de soja en Argentina. A modo de referencia podemos observar que mientras la producción nacional de los principales granos oleaginosos se triplicó durante el período , la capacidad potencial de industrialización se cuadruplicó, aumentando desde cerca de 7 u 8 millones de toneladas al iniciarse los años ochenta a un total cercano a los 30 millones de toneladas al finalizar el siglo. A partir de mediados de la actual década, el sector retoma en forma vigorosa su senda de expansión con la construcción de nuevas plantas aceiteras, que elevan la capacidad instalada anual a unas 48 millones de toneladas. Grafico 1. Evolución de la molienda de soja en Argentina. Fuente: Elaboración PAA en base a datos de USDA (2009) 01

2 El complejo procesador de soja está conformado por todas las plantas con capacidad de procesar el grano sea por solvente, por prensa o por sistema mixto. El complejo exportador cuenta actualmente con cincuenta plantas instaladas en ocho provincias, con predominio de las zonas cercanas a los centros de embarque en la Provincia de Santa Fe y sur de la Provincia de Buenos Aires. La localización de las empresas a la vera del río Paraná, en la hidrovía, permite una rápida salida hacia los mercados externos y los puertos de mayores embarques para este fin son San Lorenzo, San Martín y Rosario. En torno a estos puertos se ubican 10 de las mayores plantas procesadoras de la Argentina. Demanda global de biocombustibles Los países más desarrollados están incrementando el uso de biocombustibles. No debe olvidarse que, ante un escenario de subas rampantes en los precios del petróleo y la inestabilidad política de los países productores, buscar una alternativa a los combustibles fósiles resulta imperativo. Cabe destacar que las políticas públicas adoptadas por varias regiones del mundo generan una demanda cautiva de biocombustibles que, muchas veces, no puede ser cubierta por la producción doméstica. Si todas las regulaciones y metas propuestas se cumplieran, la demanda agregada de estos países en el futuro cercano podría estimarse en unas 39 millones de toneladas de etanol y 16 millones de toneladas de biodiesel, que significaría transformar poco más del 10% de la oferta mundial de aceites vegetales. Las políticas que se han dado en los países desarrollados permiten la incorporación de biocombustibles a la matriz energética, estableciendo metas porcentuales de participación de los mismos -principalmente sobre el mercado de transporte-. En la Unión Europea y en los EE.UU., las últimas medidas legislativas incorporan el cumplimiento de requisitos de sustentabilidad por parte de los biocombustibles, justipreciados entre otras cuestiones, a través del cálculo e incorporación del balance de emisiones de gases efecto invernadero (GEI) generado por la producción y uso de los biocombustibles en relación a los combustibles fósiles que sustituyen, el que debe ser positivo, por encima de un umbral que establecen dichas medidas (por ejemplo, a partir de 2010, la Unión Europea establece para los biocombustibles que se utilicen en su territorio, una meta mínima de reducción de GEI del 35%). Las políticas de desarrollo de energías alternativas limpias deben contemplar como premisa básica a la protección del ambiente, por lo que el cumplimiento por parte de los biocombustibles del requisito de sustentabilidad, va en esa dirección. En este momento existe un gran debate en la comunidad científica del mundo, respecto a la metodología para medir los aportes de los biocombustibles en materia de reducción de GEI. Sin tener consenso científico alguno, la Teoría del Efecto Indirecto por el Cambio de Uso de Suelo (ILUC por su sigla en inglés) forma parte de las nuevas legislaciones en la Unión Europea y en EE.UU., generando a priori un castigo a los biocombustibles, pues su incorporación al balance de GEI, reduce significativamente el aporte de los mismos a la mitigación del cambio climático. En el caso del biodiesel de soja dicho castigo amenaza con convertirse en una potencial barrera comercial (fuente: Claudio Molina, 2009). Si separamos la demanda por productos encontramos que durante el año 2007, el consumo global de diesel (gasoil) fue de millones de metros cúbicos (1.136,5 millones de toneladas) y el de gasolina (nafta) de millones de metros cúbicos (895,97 millones de toneladas) respectivamente. Por el lado de la oferta, la producción mundial de aceites vegetales y grasas animales en el mismo período, ascendió a más de 160 millones de toneladas. Si toda esta producción se transformara en biodiesel, se podrían obtener 155 millones de toneladas como máximo, es decir, un 13,6% de la producción mundial de gasoil. Por su parte, la producción mundial de caña de azúcar fue de 1.380, la de remolacha azucarera 270, la de maíz fue de 703 y la de sorgo de 57 millones de toneladas respectivamente para el año Si estas producciones se convirtieran totalmente en etanol anhidro, se podrían obtener 315 millones de toneladas de este producto, es decir, solamente un 35,2 % de la producción mundial de gasolinas. Demanda local de biocombustibles El 15 de Mayo de 2006 se sancionó la Ley que establece un régimen de regulación y promoción para los biocombustibles. Esta ley dispone que a partir de 2010, el gasoil y la nafta que se comercialicen en el país, deban contener al menos un 5% de biocombustibles. Al igual que en otras regiones del mundo, se espera que estos cortes ayuden a disminuir los niveles de emisiones de carbono y otros GEI, así como también la dependencia del petróleo a medida que se van incremen- 02

3 tando las tasas de corte. Con la obligatoriedad de comenzar con los cortes al 5% en enero 2010, se ha apelado a un permiso temporal de provisión a las empresas que ya estaban produciendo para exportación dado que ninguna empresa fue oficialmente habilitada hasta este momento. Oferta local de biodiesel Todo esto crea una demanda enorme para los biocombustibles que la Argentina podría potencialmente cubrir, principalmente, si se tiene en cuenta que la mayor parte de estas áreas no podrá autoabastecerse y que hoy por hoy la Argentina está en condiciones de producir a un costo notablemente más bajo que el resto del mundo. Se estima que Argentina en el año 2008 produjo aproximadamente 1,4 millones de toneladas de biodiesel, aproximadamente un 15% sobre el total de aceite producido en el país. Este volumen fue exportado casi en su totalidad y llevó al país a ser el quinto productor y tercer exportador a nivel mundial. La mayor parte de la producción está generada en el aguas arriba del Río Paraná en las cercanías de Rosario además de una importante participación de las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Las 5 mayores empresas productoras concentran aproximadamente un 70% de la oferta total (Daziano et al, 2008). En el mediano plazo, se prevé que la producción de biodiesel se siga incrementando y ya existen plantas en construcción y anunciadas para producir más de 2,3 millones de toneladas por año, con las cuales se lograría sobrepasar la barrera de las 3 millones de toneladas de producción potencial de biodiesel anuales. Hasta la imposición de derechos de importación de biodiesel de EEUU, el principal destino, intermedio, de las exportaciones argentinas era EEUU alrededor de un 83%, yendo el resto a la UE. Desde la imposición del derecho de importación el mercado principal para la Argentina es la UE con más del 75%. Modelos de negocios En la Argentina predomina el modelo de producción de biodiesel en gran escala, basado en maquinaria importada de alta tecnología y logrando la mayor competitividad en términos de costos. Estas plantas en Argentina están entre las más modernas del mundo. En esta escala deberían figurar principalmente las compañías petroleras (knowhow distributivo y poder logístico) y las aceiteras (know-how productivo y propiedad de la materia prima principal), aunque solamente las últimas se han dedicado a producir y las primeras comprarán el producto para realizar el corte obligatorio. Resulta notable que no haya habido una cantidad significativa de casos de joint-ventures entre estos dos tipos de compañías, dadas las especializaciones complementarias de las mismas a pesar de que este modelo de negocios se dio en muchos lugares del mundo. A pesar de que el modelo de gran escala es el más difundido, la producción a mediana escala podría ser viable si se la combina con producción animal de algún tipo. Es más, este modelo productivo podría transformarse en un nodo estratégico clave en ciertas áreas del país que están lejos de los puertos y consecuentemente, tienen algunas desventajas productivas (por ejemplo: costos y disponibilidad de fletes, disponibilidad de combustibles, infraestructura local). Si se toma el caso emblemático del Noroeste Argentino (NOA) se identifica que esta área envía a otras regiones del país más de 2 millones de toneladas de soja, por lo menos 1 millón de toneladas de maíz y un millón de terneros; y, por otro lado, adquiere de otras zonas del país alrededor de US$ 100 millones en carne vacuna por año, con los consecuentes costos de fletes de entrada y salida durante estas operaciones. Una planta de biodiesel de tamaño con un nivel tecnológico alto generaría alrededor de metros cúbicos de biodiesel y prácticamente toneladas de harina de soja, con lo cual el proyecto necesitaría alrededor de hectáreas. Con esta alimentación podrían ser alimentadas más cabezas de ganado anualmente. Asimismo, cabría la posibilidad de generar un nodo productivo que exporte a través de Chile hacia los mercados de Asia. Tomando este camino se podrían ahorrar hasta 20 días de flete marítimo, con su consecuente ahorro en logística. Por su parte, la producción de pequeña escala está destinada a desaparecer, principalmente por problemas tecnológicos y de calidad y viabilidad de productos y subproductos. Solamente sobrevivirá en casos donde el propósito sea estratégico, particularmente la necesidad de combustible en épocas claves del año como lo son la cosecha o la siembra. Estimaciones existentes Existe un trabajo que estima la huella de carbono y la emisión de GEI del biodiesel argentino realizado por Hilbert et al. En el 03

4 Fase Agrícola, en segundo lugar, son las fases que más emisiones de GEI generan en conjunto y que en una comparación con el JRC se obtienen mejores resultados que los obtenidos por esta entidad. En contraste con lo dictaminado por la Unión Europea, el estudi de Hilbert et al sostiene que el biodiesel de soja argentina sí es sustentable y sí reduce emisiones de GEI. Cabe aclarar que este trabajo se realizó totalmente sobre estimaciones y no sobre mediciones reales. Por otra parte, análisis publicados en septiembre de 2009 por el USDA sobre el ciclo de vida energético del biodiesel, sostienen que el índice FER (fossil energy ratio o relación con la energía fósil) para el biodiesel es de 4.56, es decir, que por cada unidad de energía fósil insumida en el proceso de producción de biodiesel (desde la producción agrícola hasta el surtidor) se generan 4,56 unidades de energía, con lo cual se daría por tierra la hipótesis de que producir biodiesel insume más energía de la que se genera. Es importante destacar que para los cálculos correspondientes es necesario comprender que el procesamiento del grano de soja produce aceite y harina. Por ello, al estudiar el ciclo de vida del Biodiesel debemos tener en cuanta la multiplicidad de productos y de usos por sistemas de producción y transformación vinculados a él. Conclusiones En la producción de biodiesel los factores más determinantes a la hora de evaluar el intercambio de GEI y la huella de carbono se encuentran en la fase agrícola, en la producción industrial y en el transporte. La fase agrícola es la que mayor incidencia tiene en los valores globales de emisiones de GEI y huella de carbono. Por ello es imperioso caracterizar los distintos sistemas de producción agrícola en Argentina. Por su parte, la producción industrial tiene una serie de variables que influyen en los valores estudiados; los de mayor importancia son el uso de energía (electricidad, gas natural, vapor), el uso de hexano y de metanol y el tratamiento de efluentes. A nivel transporte, los factores determinantes son el tipo de transporte y la distancia recorrida. En la tabla siguiente se resumen las principales variables que modifican las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción de biodiesel. En definitiva, existe una serie de variables que podrían ayudar a reducir las emisiones de GEI pero estas estimaciones deben ser corroboradas mediante estudios a campo con mediciones efectivas del intercambio de gases, la huella de carbono y la sustentabilidad de los sistemas de producción de biodiesel argentinos. La vasta complejidad y diversidad que presentan los sistemas de producción agrícola en términos de paquetes tecnológicos, zonas de producción y variación climática hacen imperiosa la necesidad de identificar claramente los procesos que ayuden a mitigar la emisiones de GEI y de esa forma mejorar el poder de negociación frente a los organismos internacionales. Poder contar con modelos y datos propios que caractericen a los sistemas agrícolas argentinos será la base de discusión de todo el Sistema de Biocombustibles Argentino. Variables que modifican las emisiones de GEI 1- Joint Research Center European Comission 2- United States Department of Agriculture- Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. 04

5 9) Bibliografía (en orden cronológico) - Daziano, MF; Senesi, SI; Vilella, F. Liderazgo y entrepreneurship en el desarrollo de la industria de biodiesel en la Argentina. Buenos Aires, Molina, C. El biodiesel de soja y el nuevo paradigma energético. Buenos Aires, Este trabajo ha sido encomendado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) al Programa de Agronegocios y Alimentos -Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires, en el marco de la Plataforma Nacional para Contribuir al Esfuerzo Global de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático. El equipo de trabajo del Programa de Agronegocios y Alimentos está integrado por Fernando Vilella (coordinador), Sebastián Senesi, Marcos Daziano y Diego Contreras. 05