Las dos caras del libre albedrío. Sorel Sosa Thurm. Procesos Cognoscitivos. Departamento de Psicología. Universidad Francisco Marroquín

Transcripción

1 Las dos caras del libre albedrío Sorel Sosa Thurm Procesos Cognoscitivos Departamento de Psicología Universidad Francisco Marroquín Guatemala, 8 de mayo de 2016

2 Abstract Durante años la explicación del comportamiento humano ha sido fuente de discusiones polémicas. Esto se debe a que muchas de las explicaciones se basan en el dilema que contrapone la influencia del ambiente y la de la naturaleza en el ser humano. Parte importante de dichas opiniones polémicas, son las distintas posturas con respecto a la existencia del libre albedrío. Por ello, con el fin de brindar una perspectiva integral, el presente ensayo pretende exponer la conceptualización del libre albedrío basada en las propuestas de la Psicología Evolucionista. Se argumenta que al estudiar a profundidad los procesos cognoscitivos implicados en el comportamiento, es posible reconocer que el dilema entre el ambiente y la genética no existe, sino que ambos dan lugar a una dinámica que impacta en el desenvolvimiento del ser humano. A partir de esta premisa, se expone el concepto del libre albedrío desde una perspectiva dimensional, que permite explicar la asimetría existente entre la libertad conceptual y la real. Dichos argumentos se apoyan en las ideas propuestas por autores reconocidos en la materia a discusión, como Daniel Dennett, David Eagleman y Michael Shermer. 2

3 El filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre afirmó que el hombre nace libre, responsable y sin excusas. Dicha afirmación concuerda con la visión que generalmente se tiene en la actualidad con respecto a la libertad - tanto de acción, decisión como expresión - que debe caracterizar al ser humano. No obstante, estudiar a profundidad los procesos cognitivos que están relacionados con las acciones, pensamientos y decisiones, permite observar que quizá lo que frecuentemente se conoce como libre albedrío es una solamente una cara de la moneda. Sin embargo, con base en la teoría de la evolución de Charles Darwin y las ideas planteadas por la Psicología Evolucionista, es posible dar una explicación que permite entender cuál es el verdadero significado del libre albedrío. Daniel Dennett (2014) expone que el ser humano es el resultado de la interacción del ambiente y la genética: ( ) we continually influence, and are influenced by, the world around us and the world within us. Esta interacción se hace evidente en el comportamiento, el cual es causado no únicamente por la mente y sus mecanismos, sino también por los estímulos que presenta el ambiente. Por medio de los sentidos, entra un estímulo a la mente; es aquí donde por medio de la interacción de la biología y el ambiente se genera un comportamiento específico. La comprensión de dicha interacción permite eliminar el dilema ambientegenética. El hecho de que nuestra genética se enfoca en configurarnos de tal forma que podamos adecuarnos y sobreponernos a las presiones ambientales, permite entender que de cierta forma, las decisiones que tomamos están marcadas por un aspecto biológico. Este argumento es sustentado por la propuesta de Eaglemann (2011), quien 3

4 expone que: The brain s circuits are designed to generate behavior that is appropriate to our survival. No obstante, resulta que como seres humanos, nos caracterizamos por la necesidad de controlar el curso de nuestras vidas, por lo que el nivel de incertidumbre disminuye cuando nos convencemos a nosotros mismos de que somos libres. Michael Shermer (2012) afirma que: Feelings of control are essential for our well-being, we think clearer and make better decisions when we feel we are in control. Por lo mismo, al enfrentarnos entre lo que realmente podemos hacer y las interminables opciones que construimos mentalmente, se genera un sentimiento de limitación. La misma surge de las interminables opciones con las que fantaseamos, pero que no podemos llevar a cabo por una u otra razón. Por ello, es posible argumentar que el libre albedrío cuenta con dos caras: la libertad conceptual y la libertad real. Por un lado, la libertad conceptual se refiere a aquellas interminables opciones de acción, decisión y pensamiento con las que fantaseamos. Remite a una libertad interna y ajena a la realidad, que se da únicamente en la mente y que por consiguiente generalmente no puede llevarse a cabo. Por otro lado existe también la libertad real, la cual puede ser concebida como más limitada, ya que depende de nuestras verdaderas capacidades, delimitadas por el contexto y situación. Sin embargo, puede argumentarse que la libertad real es externa y que remite a aquellas acciones y decisiones que realmente podemos llevar a cabo. Tomando en consideración lo anterior, puede entenderse también que la libertad conceptual se conforma de deseos y que la libertad real se apega a las capacidades, lo 4

5 cual se evidencia en el siguiente ejemplo: puedo desear volar, pero no volar en realidad. Dicha interacción entre lo que deseo y lo que puedo hacer, genera una asimetría entre la libertad que creo que tengo, pero que realmente no soy capaz de ejercer. Por lo mismo, constantemente se manifiesta en nosotros el sentimiento de no ser libres, a pesar de que realmente podemos elegir entre una gama de posibilidades que se nos presenta en determinada situación. A pesar de percibir dicha asimetría, constantemente experimentamos ser libres de poder actuar y decidir, asegurando que nuestras acciones son completamente de nuestra autoría. No obstante, al reflexionar es posible reconocer que realmente no conocemos el motivo que nos lleva a actuar o sentirnos de determinada manera. Por consiguiente, puede argumentarse que nos vemos inducidos en una ilusión que nos lleva a creer que somos autores de nuestras acciones. En relación con lo anterior, Michael Shermer (2012) indica que: The neural activity that precedes the intention to act is inaccessible to our conscious mind, so we experience a sense of free will. But it is an illusion, caused by the fact that we cannot identify the cause of the awareness of our intention to act. Debido a que la actividad de nuestros procesos cognoscitivos genera resultados en milésimas de segundos, es posible decir que únicamente somos conscientes del resultado de nuestras decisiones, de nuestras acciones y sentimientos, pero no del proceso que nos llevó a él. De la misma manera, comprendemos entonces que de cierta forma, nuestra mente siempre sabe antes que nosotros qué mecanismo se activará y por ende que decisión tomaremos. No es posible entender y darnos cuenta del proceso que nos lleva 5

6 a actuar de determinada forma, simplemente somos los autores de las acciones que son causadas, formadas y controladas por la interacción ambiente-genética: ( ) unauthored thoughts are the causes, shapers and controllers but not the authors of our actions. (Dennett, D., 2014) Por lo mismo, el resultado de que nuestras decisiones estén marcadas por esta interacción y de que no podamos controlar el proceso que se lleva a cabo en nuestra mente, es que no podamos elegir ni ser completamente dueños de nuestras reacciones. Pero esto no quiere decir que no seamos totalmente libres, sino que nuestro libre albedrío está entonces en permitir o no que las cosas ocurran. Por consiguiente, es necesario enfocarnos en el libre albedrío desde una perspectiva dimensional. De esta forma, es posible entender que dependiendo de las demandas del ambiente en determinado momento, tomamos parte en el mismo como testigos o autores. Nuestra libertad se define entonces como la capacidad de no hacer lo que no queremos hacer; es la habilidad de poder tomar decisiones teniendo en mente que estas son constantemente influidas por la genética y los cambios en el ambiente: Freedom involves the ability to have one s choices influenced by changes in the world that matter under the circumstances. (Dennett, D., 2014). Al tener claro entonces que nuestra toma de decisiones está influida tanto por la biología como por el contexto, vale la pena reflexionar acerca del peso que conlleva cada uno de estos factores en distintas situaciones. Si la libertad consiste en las decisiones que podemos tomar y en las acciones que podemos llevar a cabo, es 6

7 importante preguntarse entonces qué limita lo que podemos hacer. Por un lado, es posible argumentar que nuestras capacidades se ven influidas por nuestra configuración genética. Pero por otra parte, cabe mencionar que muchas de nuestras acciones y expresiones están matizadas por un filtro cultural. Es evidente que en ocasiones nuestra libertad conceptual, aquella ilimitada cantidad de opciones que percibimos en relación con una misma situación, se reduce debido a lo que es aceptado y adaptativo de acuerdo con las normas socioculturalmente esperadas. Tomando esto en cuenta, es posible preguntarnos si lo que verdaderamente sucede es que no somos libres o si es que, como sociedad, no nos dejamos ser libres. En el marco de los argumentos expuestos anteriormente, puede considerarse entonces que a pesar de que a lo largo de los años haya existido un dilema con respecto a la existencia del libre albedrío, este desaparece al comprender la relación dinámica que se da entre el contexto y la biología. Sin embargo, considero oportuno recalcar que la asimetría en la percepción de la libertad puede disminuirse al realizar un balance entre la libertad conceptual y la real. Para lograr esto, es necesario que la libertad como tal sea fomentada en el contexto sociocultural, por medio de la eliminación de prejuicios y sentimientos de culpa que se asocian con determinados pensamientos y conductas. Al entender el libre albedrío con base en las consideraciones anteriores, podrá reformularse la anterior perspectiva con respecto al mismo, eliminando el dualismo que hasta ahora ha caracterizado las explicaciones del comportamiento humano. 7

8 Referencias Dennett, D. (2014) Reflections on Free Will, (pp.1-21). Eagleman, D. (2012). Incognito; The Secret Lives of Our Brains. New York, USA.The Pantheon Books. Galindo, P. (2016). Free Will. Procesos Cognoscitivos. Universidad Francisco Marroquín. 1 de abril de Shermer, M. (2012). The believing brain: From spiritual faiths to political convictions. How we construct beliefs and reinforce them as truths. London, England: Little, Brown Book Group. 8