En este paisaje agrario, tal y como se indica en la leyenda, predomina la actividad agraria destacando el secano extensivo y los regadíos mixtos.

Transcripción

1 Mapa cualitativo sobre los dominios agrarios en España, coincidentes en buena parte con los dominios climáticos peninsulares. Cada uno de los dominios, o paisajes, agrarios españoles aparece coloreado de manera diferente para así poder identificarlo con la leyenda ubicada en la parte superior izquierda de la imagen. A lo largo del presente comentario haremos referencia de manera implícita al relieve, así como a las características fundamentales del suelo, factores que pueden favorecer el desarrollo de determinadas actividades agropecuarias. Iniciaremos nuestro análisis con el denominado como dominio de la España Húmeda, coloreada de verde en el mapa, y considerada en la leyenda como ganadera y forestal. El ámbito geográfico de este primer dominio es la cornisa cantábrica junto con parte del Pirineo, coincidiendo en buena parte con el dominio climático oceánico peninsular. Esta zona destaca por su elevada pluviometría anual que, junto a su regularidad, al tipo de relieve y a la disposición de los sistemas montañosos ejercen de barrera a las masas de aire marítimo favoreciendo las precipitaciones es esta área favorece un tipo determinado de dominio agrario, donde predomina la explotación forestal (hayedos, robledales, ) y la ganadería bovina gracias a la gran cantidad de pastos naturales. Junto con la silvicultura, la vegetación de la zona, sus formaciones boscosas, favorece la recogida de frutos silvestres, complemento económico en el mundo rural. La actividad ganadera en este dominio es muy abundante, destacando la elevada producción láctea del norte peninsular, sobretodo en Galicia, Cantabria y Asturias. Junto a la producción lechera, la cabaña bovina del norte peninsular se destina a la producción cárnica, tanto a partir de razas endógenas como exógenas. Por lo que respecta al tipo de explotaciones ganaderas existentes, hay una gran diversidad, aunque bien es cierto que por razones obvias destaca la explotación extensiva ganadera, aunque las explotaciones estabuladas y altamente tecnificadas destinadas a la producción lechera también están presentes en este dominio. Por lo que respecta a la actividad agraria, ésta está básicamente destinada al autoconsumo y a los mercados locales. En esta zona el régimen parcelario se caracteriza por el minifundio y por

2 la subdivisión, generación tras generación, de las parcelas agrícolas que han condenado al campo de este dominio a los ya mencionados autoconsumo y mercado local. Para finalizar con este dominio, destacar que la ganadería bovina está sufriendo una transformación en su forma tradicional de explotación, ya que si bien es cierto que la abundancia de pastos favorece la ganadería extensiva, la tecnificación del campo y el descenso en el régimen pluviométrico en los últimos años ha favorecido el crecimiento de la cantidad de explotaciones ganaderas estabuladas. A pesar de ello, el predominio de la cría al aire libre continúa, pero la tendencia actual al engorde del ganado con suplementos como los piensos está transformando la tradicional ganadería del norte de España. Junto a esto, hay que añadir la introducción de razas exógenas, sobretodo destinadas a la producción cárnica, por ofrecer mayor rentabilidad. El siguiente dominio que procederemos a analizar es el que en el mapa está coloreado de marrón y en la leyenda definido como de montaña húmeda, y donde las principales actividades agrarias son la ganadera y forestal. Este dominio corresponde, en gran medida, con las zonas de mayor altura de la Península Ibérica, circunscribiéndose a las zonas más elevadas de la Cordillera Cantábrica, Pirineos, Sistema Central, Sistema Ibérico, y una parte reducida del Sistema Bético. En estas zonas de gran altura, muchas de ellas a más de 2000 m.s.n.m., la actividad agropecuaria se reduce a la explotación forestal y a la ganadería bovina. En las últimas décadas la mayor parte de estas zonas han evolucionado hacia un nuevo tipo de industria, la turística, que está transformando el paisaje, los usos del suelo y la forma de vida, de las áreas de alta montaña ibéricas. Nos referimos al turismo tanto a las actividades deportivas de invierno como al turismo rural: senderismo, escalada, deportes de aventura, etc Tras este dominio, el de menor extensión en la Península Ibérica, pasaremos a analizar el de mayor extensión, el correspondiente al paisaje agrario de interior. De color amarillo, este paisaje es el que corresponde con el dominio climático mediterráneo continentalizado o de interior, donde la característica principal en la elevada amplitud térmica, su continentalidad y la disposición del relieve, que favorece la entrada de masas de aire húmedo de procedencia atlántica desde el oeste, y que paraliza la llegada de las masas marítimas de procedencia norte. Esto provoca que su régimen pluviométrico sea escaso en buena parte de este paisaje, muy extenso y diverso. Este paisaje ocuparía ambas mesetas, la depresión del Ebro, buena parte del sistema bético, así como las tierras de interior de la fachada mediterránea. Por tanto, la diversidad es tal que dentro de este mismo paisaje se encuentran las dehesas extremeñas y las tierras del Maestrazgo. En este paisaje agrario, tal y como se indica en la leyenda, predomina la actividad agraria destacando el secano extensivo y los regadíos mixtos. Por lo que respecta al tipo de cultivo predominante, podríamos resumirlo indicando que es la tríada mediterránea la que dibuja el paisaje de secano que predomina. El cultivo de trigo, junto con otros cereales, destaca en Castilla y León, la vid en buena parte de La Mancha y la

3 aceituna en Jaén, Córdoba y Toledo. Esto no significa que no haya otras zonas con un grado de especialización en estos cultivos ya que podemos destacar el cultivo de vid en La Rioja y en buena parte de la zona conocida como Ribera del Duero, así como en determinadas áreas de Aragón, Valencia, Cataluña o Murcia. Por lo que respecta al cultivo de la aceituna, podemos destacar las producciones catalanas y valencianas, de altísima calidad, junto a las andaluzas y castellanomanchegas. Estos cultivos, tradicionalmente de secano, han visto introducir en sus campos sistemas de regadío, tanto por goteo (vid y olivera) como por aspersión (cereal), para garantizar un mínimo de producción y, al mismo tiempo, facilitar el proceso de tecnificación del sector primario, encaminado a favorecer el desarrollo de una agricultura de mercado desde la entrada de España en la UE, al amparo de la PAC. Esta tecnificación ha ido acompañada de una reordenación del parcelario que, aunque no ha dado los frutos esperados, ha favorecido la creación de parcelas de mayor tamaño para así facilitar el desarrollo de la agricultura de mercado altamente tecnificada. El paisaje agrario de interior es el ejemplo claro del desarrollo de la industria agroalimentaria en España en los últimos años, que ha hecho de nuestro país el mayor productor mundial de aceite de oliva, y una de las grandes referencias en el vino de mesa. El desarrollo de esta industria agroalimentaria (aceite, vino, harinas y derivados, ) ha parado, en parte, el abandono del campo por parte de sus pobladores, aunque no ha conseguido atraer nueva población que frene el creciente envejecimiento del campo de la zona de interior. Si la agricultura en la zona de interior se ha tecnificado, y ha creado una importantísima industria paralela, la actividad ganadera en el paisaje que estamos analizando tiene un gran peso en el tejido socieconómico. La cría de ganado en la España de interior se caracteriza por su enorme variedad, aunque son la ovina y la porcina las que representan el mayor porcentaje, siendo la producción de ambas cabañas destinada a la industria cárnica. No hay que olvidar la cría de reses de lidia en parte de este paisaje así como de cabaña bovina para la obtención de carne en las zonas de montaña. Pero nos centraremos en la producción porcina y ovina, de las cuales se obtienen los famosos productos ibéricos de las dehesas orientales de Castilla y León, así como de Extremadura por una parte, y los famosos lechazos castellanoleoneses por otra. No es desdeñable tampoco por lo que respecta a la ganadería ovina la producción lechera destinada a la elaboración de quesos, sobretodo en La Mancha. Por lo que respecta a la tradicional cría de ganado porcino de raza ibérica en las dehesas, esto se debe en buena parte a la adaptación de la actividad pecuaria al medio natural, ya que en esta zona el tipo de suelo, silíceo, es ideal para el crecimiento de la encina, base de la producción del alimento principal de los cerdos de raza ibérica, la bellota. Junto a esta explicación medioambiental para entender el desarrollo de la cría de porcino en este paisaje, es importante entender las razones por las que la ganadería ovina se ha desarrollado y mantenido incluso hoy en día. Las principales razones son; la industria de la lana castellana, de origen medieval y muy importante en su época se exportó lana castellana a la isla de Inglaterra -, así como La Mesta. Si bien es cierto que el traslado de los rebaños a las

4 zonas del sur de la península durante el invierno no se da, bien es cierto que ese acerbo cultural se mantiene. Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, el tipo de pastoreo predominante es el diurno con estabulación nocturna. A esto le podemos añadir que en época invernal, gracias tanto a la climatización de los corrales como a la alimentación con piensos y forrajes almacenados el traslado de los rebaños a zonas cálidas ha perdido su sentido. Habiendo analizado el paisaje de interior, procederemos a realizar el análisis del paisaje agrario que en el mapa viene referido como de la España mediterránea cálida, con el apéndice de hortofrutícola. Es el paisaje que, reflejado en color naranja, corresponde en buena parte al dominio climático mediterráneo, estando ubicado este paisaje en toda la franja litoral mediterránea, el archipiélago balear, parte de la provincia de Badajoz y la depresión del Guadalquivir. En este paisaje hay que destacar que las zonas que ocupa son zonas de llanuras colmatadas por depósitos cuaternarios, siendo terrenos ideales para la agricultura por su gran fertilidad. La actividad agropecuaria dominante es la producción hortofrutícola que, junto a la producción ganadera estabulada, ha construido un paisaje agrario de unas características muy determinadas. Si bien es cierto que tradicionalmente el parcelario en esta zona estaba caracterizado por el minifundismo, así como que la producción estaba orientada fundamentalmente al autoconsumo y al mercado local, con la introducción de los cítricos en el s. XIX esto evolucionó hasta dibujarse un paisaje que podríamos definir como de parcelario mixto, donde conviven pequeñas propiedades de agricultura intensiva, de regadío, cerradas y de clara vocación de autoconsumo; junto con grandes parcelas destinadas al cultivo de cítricos, en proceso de tecnificación en los últimos años con la instalación de sistemas de regadío por goteo que garantizan el grado óptimo de humedad en las raíces de los árboles, así como facilitan el uso de fertilizantes y productos fitosanitarios al disolverse en el propio líquido elemento. El paisaje agrario mediterráneo clásico, esa mezcla de pequeña propiedad con medianas y grandes parcelas, esa mezcla de agricultura de subsistencia y policultivo, de agricultura de mercado de monocultivo tecnificado, ha sufrido en los últimos años un proceso de destrucción sin paliativos debido al boom urbanístico que sufrió la costa mediterránea desde inicios de la presente centuria. A nadie se le escapa que los grandes planes de desarrollo urbanístico de municipios de mayor o menor tamaño han provocado el cambio de uso del suelo, pasando del uso agrario mayoritario al uso residencial en el mejor de los casos. El ejemplo lo tenemos en el territorio autonómico valenciano, donde es muy fácil observar como la especulación urbanística ha provocado que el otrora verde y fértil campo valenciano se haya transformado en un gigantesco bosque de cemento inconcluso, y que con el estallido de la burbuja inmobiliaria miles de hectáreas de naranjo que iban a ser transformadas en zonas urbanizadas se vean reducidas a eriales que envuelven cascos urbanos, con el peligro que suponen ingentes cantidades de árboles inertes e inflamables. Si bien es cierto que la actividad hortofrutícola está en claro proceso de decrecimiento, el cultivo del arroz mantiene sus tradicionales zonas de explotación, siendo la Albufera de Valencia o el Delta del Ebro dos de las principales zonas de cultivo de este cereal de regadío,

5 de cultivo tecnificado y donde el régimen parcelario predominante es el de la mediana propiedad. Tras ver que la agricultura hortofrutícola está en franca recesión en esta zona, la especulación inmobiliaria, y la falta de rentabilidad de las pequeñas explotaciones son la causa principal; hay que señalar que por lo que respecta a la producción ganadera es destacable que la crisis también ha favorecido el abandono de parte de las explotaciones de cría de ganado. Fundamentalmente, en esta zona ha primado la cría de ganado porcino y de aves de corral, para la producción cárnica ambas, y para la producción de huevos la segunda. La producción de aves de corral, gallos y gallinas, no ha visto prácticamente decrecer su presencia, pero sí ha sucedido lo contrario con la cría de porcino, producto muy demandado pero que también se ha visto resentido por el aumento de los costes directos para su cría. Cerrando los espacios agrarios en España, nos referiremos al espacio agrario canario, donde su peculiar relieve y su situación latitudinal hacen de este archipiélago una zona ideal para el cultivo de productos como el plátano u otros cultivos subtropicales. Debido al tipo de suelo natural de estas islas, en Canarias se ha desarrollado la generación de nuevos terrenos de cultivo mediante el uso del enarenado, con la intención de producir sustratos más fértiles. Por lo que respecta a la ganadería, tan sólo destacar la ganadería caprina, complemento de la actividad ganadera. Antes de concluir, hacer referencia a la explotación forestal española, la cual tiene cierta presencia en la España atlántica y en algunas zonas del sur peninsular vinculada a ciertas actividades como el corcho, o a zonas de repoblación de eucaliptus, árbol de rápido crecimiento. A modo de cierre, vemos necesario hacer referencia al gran problema del campo español, el enevjecimiento de sus habitantes, tanto en la zona de interior como de costa. Su origen está en el éxodo rural del tardofranquismo, pero hay que destacar que no se han dado las medidas necesarias para atraer nuevos pobladores a las zonas rurales, así como tampoco se han favorecido políticas natalistas en estas áreas enfocadas a garantizar la reposición poblacional. Por tanto, podríamos concluir que el campo español no sólo está en crisis debido a la falta de rentabilidad de esta actividad los gastos de actividad son cada día más elevados sino que se enfrenta a su gran enemigo, el decrecimiento poblacional fruto de unas bajísimas tasas de natalidad y una elevadísima tasa de vejez, que trae consigo una creciente tasa de mortalidad.