Tema 4. La época de la Restauración: las revoluciones liberales y el nacionalismo

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1 Tema 4. La época de la Restauración: las revoluciones liberales y el nacionalismo 1. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN 2. LAS REVOLUCIONES LIBERALES 3. EL NACIONALISMO: UNIFICACIONES DE ITALIA Y ALEMANIA 1. La Europa de la Restauración 1. El congreso de Viena Después de la derrota de Napoleón Bonaparte en Waterloo, los dirigentes de las potencias europeas se propusieron iniciar una nueva etapa. A partir de entonces las soluciones a los problemas de ámbito internacional no se buscarían en los campos de batalla sino en congresos, rechazando en el orden ideológico los principios que habían sido enarbolados por los revolucionarios franceses en 1789, por lo que conocemos a este período como la Restauración i. Para evitar que hubiera un nuevo Napoleón se hacía necesaria una dirección colegiada, formada por las grandes potencias europeas. Así, el nuevo orden internacional fue elaborado por las potencias que habían vencido a Napoleón, Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia, y la misma Francia, que quedó integrada en la reunión de los grandes por la habilidad diplomática de su ministro de Asuntos Exteriores, Talleyrand. La Restauración se inició con la apertura del Congreso de Viena en El canciller de Austria, Metternich ii, ejerció la función de anfitrión, árbitro y principal inspirador de los acuerdos del Congreso, que buscaba sentar las bases para una paz duradera y reorganizar el mapa europeo. Aunque entre estas potencias existían profundas diferencias, el objetivo común de evitar otro exceso como el de la Revolución Francesa llevó a la aceptación de 4 principios: Legitimidad: el rey legítimo no debía estar frenado por una Constitución, porque su poder era de origen divino; por ello la soberanía nacional se consideraba como una usurpación del poder real. Responsabilidad: hay una relación directa entre el poder de una nación y su papel en el orden colectivo, por lo que los monarcas absolutos se deben comprometer a frenar cualquier aspiración liberal, tanto en sus propios reinos como en los otros Estados. Intervención: el orden en un país no era solamente un problema interior sino que afectaba a sus vecinos, por lo que no sólo se declara legal, sino conveniente, que las otras potencias intervengan para restablecer a un monarca que había sido apartado de manera ilegítima. Congresos: los conflictos se deberían debatir en los congresos, de modo que la guerra no fuera árbitro en las disputas, por lo que estos congresos se podrían tomar medidas contra cualquier alteración de las decisiones de Viena. 1

2 2 Historia del Mundo Contemporáneo - 1º Bachillerato En el plano internacional la rivalidad entre Gran Bretaña y Francia fue sustituida por una hegemonía marítima inglesa y un equilibrio continental. La diplomacia inglesa, la gran triunfadora del Congreso de Viena, temerosa de que el poder militar de Francia fuera sustituido por el de Rusia, logró que se estableciera un nuevo orden europeo basado en el sistema de contra pesos bajo la primacía de las cinco grandes potencias europeas Austria, Prusia, Rusia, Inglaterra y Francia. En líneas generales este equilibrio europeo duraría hasta el año Pero, en realidad, los ideales de la Revolución Francesa no se habían logrado desmantelar del todo y las fuerzas sociales burgueses, intelectuales, habitantes de las ciudades y militares se opusieron al restablecimiento del orden antiguo en nombre de la libertad. Así la tradición revolucionaria se prolongaría en el liberalismo, que junto al nacionalismo irían minando paulatinamente la obra del Congreso de Viena. 2. El nuevo mapa de Europa Las potencias del Congreso de Viena también decidieron reordenar el mapa europeo, buscando constituir unas entidades nacionales de un mayor volumen a fin de impedir una nueva aventura como la de Napoleón. Pero el nuevo mapa de Europa se hizo siguiendo los intereses de las grandes potencias europeas y sin tener en cuenta la voluntad de sus pueblos, por lo que al trazar las fronteras sobre el papel, se marginaba con ello el sentimiento de las nacionalidades, lo que acabaría minando la obra de Viena. Pese a las divergencias el día 9 de junio de 1815 se acordó: Devolver a Francia a sus antiguas fronteras anteriores a 1789, y con el objetivo de reforzar la frontera norte francesa se constituyó el Estado-tapón de los Países Bajos, formado por Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Polonia fue repartida entre Prusia, Austria y Rusia. Inglaterra obtuvo bases navales y colonias, como las islas de Malta en el Mediterráneo y la isla de Ceilán sobre la ruta de las Indias, así como El Cabo en África del sur. Prusia reforzó su influencia en Alemania con la incorporación de parte de Sajonia. Austria, la gran monarquía centroeuropea, aunque perdió Bélgica obtuvo un acceso al mar al apoderarse de Lombardía y Venecia Italia mantuvo su división y sometimiento a los Borbones del reino de Nápoles, al Papa y sobre todo a Austria. Rusia, además de sus ventajas en Centroeuropa y de acercarse hasta el río Oder, obtuvo la mayor parte de Polonia y también se incorporó Finlandia. 3. La Santa Alianza y la Cuádruple Alianza El conservadurismo fue el fundamento ideológico del sistema de la Restauración, defendía la existencia de unos valores que consideraba inmutables, como eran monarquía, religión y familia. Así, con el objetivo de combatir las ideas revolucionarias y apuntalar el acuerdo de paz de París, a iniciativa del zar Alejandro I de Rusia se formó en el mes de septiembre de 1815 la Santa Alianza iii. El emperador del Imperio austriaco y el rey de Prusia firmaron un pacto por el que ambos se comprometían a «ayudarse y socorrerse en cualquier ocasión y lugar», basando su dirección en los «principios cristianos». Las potencias de la Santa Alianza decidían la intervención en aquellas naciones en las que el desorden pusiera en peligro el poder absoluto de los monarcas, aunque apenas influyó en la diplomacia de Sin embargo se concedió una mayor trascendencia a otro pacto, la Cuádruple Alianza iv, cuyo principal realizador fue Metternich. Se firmó en el mes de noviembre de 1815, ligaba a Inglaterra, Rusia, Austria y Prusia contra Francia durante veinte años y comprometía a los signatarios a mantener la paz y sostener en el trono de Francia a Luis XVIII.

3 2. Las revoluciones liberales El fundamento ideológico de la Restauración fue el conservadurismo, que defendía la existencia de unos valores inmutables cuya protección correspondía a los monarcas absolutos. Pero en contra de este orden establecido en Viena se alzaron los movimientos liberales y nacionalistas, que intentarían cambiar el régimen político por medio de insurrecciones. 1. Las propuestas políticas a. El liberalismo El liberalismo es una doctrina política y económica que defiende esencialmente la libertad individual frente al control del Estado. Es una consecuencia del racionalismo del siglo XVIII, y surge como reacción al sistema de autoridad del Antiguo Régimen. Durante el siglo XIX, frente al sistema de la Restauración el liberalismo defendió: la igualdad jurídica de todos los ciudadanos, derechos individuales como la libertad de expresión, libertad de prensa, de reunión y de enseñanza; así como la Constitución como Ley escrita fundamental de la organización de un Estado. A lo largo del siglo XIX el liberalismo fue la expresión del triunfo de una clase social: la burguesía. La clase burguesa hizo la revolución y, una vez alcanzado el poder político, trató de preservarlo de una posible vuelta de la aristocracia y del ascenso de las clases populares. El liberalismo proponía una serie de fórmulas institucionales a fin de evitar la vuelta del absolutismo. El poder debía ser limitado y para limitarlo había que fraccionario, es decir, se debía aplicar el principio de la separación de poderes como regla fundamental. El equilibrio de estos poderes fragmentados era tan importante como su separación, ya que si fueran desiguales existiría el peligro de que uno de ellos dominara a los otros dos. b. La democracia Desde la primera mitad del siglo XIX, también el orden político y social del liberalismo fue duramente contestado por los partidarios de las ideas democráticas, que defendían la igualdad con todas sus consecuencias. Sin duda el primer rasgo definitorio de la democracia era el de la igualdad en cuanto que rechazaba cualquier tipo de discriminación. Los demócratas reivindicaban la abolición del censo y el derecho del voto para todos los ciudadanos y, en consecuencia, la igualdad social. En la práctica las ideas democráticas se plasmarían en la ampliación del cuerpo electoral, la consolidación de las instituciones parlamentarias, la aparición de los partidos políticos y de los profesionales de la política. La democracia implicaba que cualquier persona no sólo ejerciera su derecho al voto sino que también pudiera ser elegida. Así, se ampliaron las bases de los partidos y se pasó de partidos de notables a partidos de militantes y a partidos de masas. Pero la democratización no se limitó tan sólo a las instituciones políticas sino que se extendió a otros aspectos para un desarrollo natural de las ideas democráticas. Por eso se tendió a la generalización de la enseñanza, la difusión de la información mediante libertad de expresión o la igualdad política y social. Sin duda la democracia modificó no sólo las formas del régimen político, sino que también tendió hacia una armonización de las instituciones políticas con las instituciones sociales. La democracia, como todas las ideologías, se apoyó en un estrato social, en una nueva clase social que se desarrolló en Europa durante este período: la pequeña burguesía. 3

4 2. Las oleadas revolucionarias 2.1. Las revoluciones liberales de 1820 Los movimientos revolucionarios del año 1820 fueron los primeros que cuestionaron el sistema de la Restauración, que se mostró resultó incapaz de mantener a largo plazo los principios que se habían aprobado en el Congreso de Viena. Así, en la década de los años veinte se sucedieron diferentes insurrecciones, que buscaron acabar con el sistema de la Restauración, sobre todo en el ámbito mediterráneo: La agitación revolucionaria comenzó en Alemania, con estudiantes que pedían a los diferentes gobiernos alemanes unas constituciones que liberalizaran la vida política, pero fue rápidamente reprimida por el canciller austriaco Metternich. En España, tropas al mando del comandante Riego se sublevaron contra el gobierno absolutista por medio de un pronunciamiento en Las Cabezas de San Juan en enero de 1820; el motín dio a los partidarios de la Constitución de Cádiz de 1812 la oportunidad de proclamarla y obligar al rey Fernando VII a jurarla. El Congreso reunido en Verona autorizó a Francia a invadir España con los Cien Mil Hijos de San Luis, en virtud de la Santa Alianza, para reponer en el trono al rey Fernando VII; de esta forma acabó con el movimiento revolucionario. También hubo sublevaciones por parte de militares liberales en Piamonte y Nápoles, que fueron reprimidas casi inmediatamente por la Cuádruple Alianza con los ejércitos austriacos. En Portugal un grupo de oficiales liberales consiguió derribar la Regencia y que el rey jurara una Constitución liberal en el año Como también sucedió en España, aquí la etapa liberal fue breve y un año después se volvía al absolutismo Las revoluciones liberales de 1830 En la década de los años 30 volvió a reaparecer la agitación revolucionaria, pero esta vez en el norte y centro de Europa. Además, en la raíz de estos movimientos ya no había sólo fundamentos políticos, sino sobre todo sociales, pues no sólo será protagonista la burguesía, sino que comienzan a emerger con las reivindicaciones de los con el desarrollo del capitalismo. El movimiento revolucionario se inició en Francia donde, en julio de 1830, Carlos X suprimió la libertad de prensa, modificó la ley electoral, disolvió la Cámara y convocó nuevas elecciones con sufragio censitario para el mes de septiembre. Estas Ordenanzas antiliberales provocaron el levantamiento de la burguesía en nombre del liberalismo, pero además, la crisis económica existente aumentó el número de descontentos y proporcionó a los revolucionarios el apoyo del pueblo. Durante tres días del mes de julio París se declaró en rebeldía, de nuevo se levantaron barricadas y el pueblo asaltó el palacio de las Tullerías. Finalmente Carlos X abdicó y fue sustituido por un nuevo monarca de signo más liberal y burgués, Luis Felipe de Orleans que estableció una monarquía constitucional. Su entronización supuso el triunfo de la revolución burguesa, con la aceptación de uno de los puntos más importantes del liberalismo: la soberanía nacional. Esta revolución pronto se extendió por toda Europa con unas características similares: En los Países Bajos, más que liberal el movimiento tuvo un marcado carácter nacionalista. Los belgas católicos, que habían sido unidos a la Holanda protestante en el Congreso de Viena, nunca habían estado conformes con esta anexión. El rey Guillermo I de los Países Bajos llevó a cabo una política discriminatoria hacia los belgas en aspectos fiscales y parlamentarios que, en agosto de

5 llevó al levantamiento de Bruselas y la expulsión de las tropas holandesas. Así, en junio de 1931, triunfó en Bélgica la independencia y con ella el régimen liberal. A pesar de estos dos triunfos, las revoluciones de los años 30 fracasaron en otros países como Polonia, que no pudo desligarse de Rusia, Italia, que siguió a merced del Papa y de Austria, y en la Confederación Germánica, donde la dura represión de Metternich frenó el proceso. El resultado final de esta oleada revolucionaria fue una Europa dividida en dos grupos: uno liberal formado por Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Portugal y España; y otro autoritario que, formado por Austria, Prusia y Rusia, dominó Europa central y oriental Las revoluciones democráticas de 1848: la Primavera de los Pueblos Aunque las revoluciones de 1848 fueron simultáneas y estuvieron inspiradas por una ideología común, constituyeron, no obstante, fenómenos aislados, puesto que no había ninguna organización revolucionaria internacional. Entre los factores que llevan a esta nueva oleada revolucionaria están: La extensión de las ideas democráticas, que proponen el sufragio universal y la soberanía popular (frente al sufragio censitario y la burguesía nacional del liberalismo), y prefieren la forma de gobierno republicana a la monárquica. La crisis económica, que comienza en la agricultura pero que se extenderá a la industria y las finanzas, afectando tanto a las clases populares como a la pequeña burguesía. Las tensiones sociales: las paupérrimas condiciones de vida que sufren las clases populares por las malas cosechas, se ven incrementadas por la paulatina incorporación de maquinaria en los talleres, que reduce el número de empleados. Esto, junto con la publicación de El Manifiesto Comunista, de Karl Marx, radicalizará las posturas de los sectores obreros En este contexto, los movimientos revolucionarios de 1848 se iniciarán en Francia y se acabarán extendiendo por Europa. La represión de una manifestación republicana el 23 de febrero de 1848 en París, será la chispa que comience una revolución que acaba provocando la abdicación de Luis Felipe de Orleans y la proclamación de la Segunda República francesa ( ). Este movimiento democrático proclamó el sufragio universal, la soberanía popular, abolió la esclavitud en las colonias y garantizó el régimen de libertades. Sin embargo, la agitación política y social creciente obligó al régimen republicano a llevar una política más conservadora, y en poco tiempo el régimen republicano acabaría derivando en un régimen autoritario y demagógico en manos de un sobrino de Napoleón, Luis Napoleón Bonaparte, que dio un golpe de Estado y acabaría proclamando el II Imperio ( ). Detrás de todo ello estaba una burguesía que, presionada por los movimientos obreros, temía que se produjera una revolución social y no dudó en aliarse con la reacción. Los obreros fueron duramente reprimidos y la burguesía moderada elaboraría una constitución de acuerdo con sus intereses. Sin embargo, el ejemplo de París cundió en otros países: En Viena la revuelta de las clases populares y los estudiantes consiguió la destitución de Metternich y el establecimiento de una monarquía parlamentaria y constitucional. En otros lugares tuvo también un componente nacionalista: italianos, checos, eslovacos, serbios y húngaros canalizaron el malestar y la revolución fue contra los austríacos. Al término de este ciclo revolucionario, se asentó el liberalismo, con sus constituciones moderadas y su sufragio censitario, pero la burguesía consiguió frenar las aspiraciones de las clases populares, que acabarán radicalizándose aún más contra un sistema liberal lesivo para sus intereses. 5

6 3. El nacionalismo: Unificaciones de Italia y Alemania 6 Historia del Mundo Contemporáneo - 1º Bachillerato 1. El nacionalismo Una de las causas ideológicas de las Revoluciones que se enfrentaron a la Europa de la Restauración fue, sin duda, el Nacionalismo. Se trataba de una doctrina surgida a comienzos del siglo XIX, cuyo origen se remontaba a la Revolución Francesa y al Imperio Napoleónico, y que se basa en la idea de que existían grandes comunidades de individuos, las Naciones, y que cada Nación debía de constituir un Estado, es decir, tener su propio gobierno y sus propias instituciones. La toma de conciencia de la solidaridad entre los miembros de una nación originó el nacionalismo. El nacionalismo predicaba la identificación de nación y Estado, lo que de forma implícita cuestionaba el nuevo mapa y las fronteras que se habían diseñado en el Congreso de Viena, que integraba en un mismo Estado a nacionalidades distintas o dividía naciones entre distintos Estados, como fue el caso de Polonia. Los nacionalistas defendían el derecho de los pueblos a ejercer el poder soberano sobre el territorio en el que vivían; es decir, la soberanía nacional frente al derecho dinástico de los monarcas absolutos. Pero el nacionalismo no fue un movimiento unitario. Los filósofos alemanes consideraban a la nación como un ser viviente que expresaba un genio nacional independiente de la voluntad de sus miembros; en definitiva, nacionalismo y monarquía absoluta eran compatibles. El nacionalismo se acabó expandiendo por Europa como un reguero de pólvora. A mediados del siglo XIX el movimiento de las nacionalidades tuvo un fuerte desarrollo expresado sobre todo en las unificaciones de Alemania e Italia. Eran dos territorios que tenían elementos comunes de lengua, religión, cultura, etc., y que se encontraban políticamente divididos. 2. La unificación alemana En 1815 la confederación germánica había quedado compuesta por 39 estados, de los cuales Austria y Prusia son los más poderosos. Comparten una Dieta federal presidida por el emperador de Austria como único órgano común, pero pronto van a surgir las diferencias entre ambos estados. La figura clave de esta unificación será el canciller prusiano Otto von Bismarck. En 1834, con Prusia a la cabeza, se constituye una unión aduanera en los estados del norte denominada Zollverein v, que es un primer paso hacia la unión, pero que, dejando fuera a Austria, lleva al fortalecimiento y el desarrollo económico de Prusia. Al mismo tiempo, durante la primera mitad del siglo XIX, en los círculos intelectuales se empieza a hablar de la nación alemana, que se entiende como de carácter liberal, lo cual Austria, defensora a ultranza del absolutismo, no puede permitir. Un segundo paso hacia la unificación tendrá lugar con la Guerra de los Ducados del sur de Dinamarca. Al morir el monarca danés, Bismarck invade estos ducados, de soberanía danesa pero de población alemana, que quedarán bajo control prusiano. Este suceso, unido a la intención de Bismarck de crear un parlamento por sufragio universal, colma la paciencia austríaca estallando una guerra entre Prusia y Austria que apenas dura un año (1866). La superioridad tecnológica prusiana, unida al aislamiento internacional austríaco (Francia y Rusia tienen interés en debilitar a Austria). Con la victoria de Prusia, la unificación sería imparable. El paso definitivo se daría durante la guerra franco-prusiana de La excusa de un desacuerdo con Francia por la candidatura al trono de España, hace a Bismarck poner su diplomacia en funcionamiento a la búsqueda de un conflicto en el que para Prusia son todo ventajas: es superior militarmente, tiene una mayor cohesión interior a favor de la guerra y Francia carece de aliados internacionales.

7 Con esta ventaja, en 19 de julio de 1870 Prusia declara la guerra a Francia. Tras las victorias de Sedán y Metz, no sólo se hunde el Segundo Imperio francés, sino que Prusia, sin oposición alguna, acaba convirtiendo la multitud de estado alemanes en una unidad política: Alemania. 3. La unificación italiana El Congreso de Viena había dejado Italia dividida en 7 Estados: en el norte, el reino de Piamonte y el reino lombardo-véneto; en el centro, los ducados de Módena, Parma y Toscana, y los Estados Pontificios; y en el sur, el reino de las Dos Sicilias. A esta disparidad política hay que añadir una disparidad económica, con un norte más poblado y con cierta industrialización, y un sur menos poblado y más agrario y pobre. El origen de la conciencia nacional italiana surge de diversos factores: intelectuales, con el Risorgimento vi ; económicos, por la necesidad de la burguesía de articular un mercado nacional; y políticos, con objetivos que van desde la creación de una monarquía constitucional en torno a la casa de Saboya hasta la creación de una república con capital en Roma. Pero sin embargo, los dos obstáculos más importantes fueron la presencia austríaca, que domina directamente algunos territorios y tiene gran influencia en otros, y la oposición del papa Pío IX al liberalismo y el nacionalismo. Con todo, será el Piamonte el motor de la unificación: es el único reino con una dinastía de origen italiano (los Saboya), cuenta con un ejército, una red de transportes articulada y una Constitución liberal. En la unificación italiana podemos distinguir varias fases: La guerra de 1848: la figura clave será Cavour, ministro del Piamonte, que aprovecha el enfrentamiento de Milán frente a los austríacos para enviar su ejército, dirigido por el rey Carlos Alberto, en ayuda de sus compatriotas, sentando un precedente a pesar de que los piamonteses fueron derrotados. Las incorporaciones de 1860: ya con Víctor Manuel II como rey del Piamonte, Cavour logra incorporar a la corona los territorios al norte de los Estado Pontificios. Por el Sur, Garibaldi y sus camisas rojas vii unifican Sicilia y el reino de Nápoles, con lo que se convoca un parlamento de toda Italia en 1861, en el que todavía no están Venecia (en manos de los austríacos) y los Estados Pontificios. En 1866, la participación de Italia en la guerra entre Austria y Prusia del lado de los segundos, permitirá incorporar Venecia al nuevo Estado. Y finalmente, en 1870, integran Roma aprovechando la guerra franco-prusiana, con lo que se completa la unificación. Como balance, aunque la unificación tuvo aspectos positivos para el nuevo Estado, como la unión monetaria, jurídica, fiscal y la creación de un mercado nacional articulado, sin embargo agudizó una situación que persiste hasta hoy: un norte desarrollado desde el que se dirige la política, y un sur más atrasado que se convertirá simplemente en el granero de mano de obra para el norte. 7

8 Conceptos Historia del Mundo Contemporáneo - 1º Bachillerato i Restauración: El término Restauración hace alusión al período comprendido entre la definitiva caída de Napoleón (1815) y el inicio del proceso revolucionario de Durante el mismo la monarquía francesa es restaurada en la figura de Luis XVIII de Borbón, hermano de Luis XVI. En Europa esta etapa se caracterizó por el intento de recomposición del entramado del Antiguo Régimen, algo que sus partidarios no consiguieron sino de forma limitada. ii Clemente de Metternich: fue una de las figuras políticas más destacadas de la primera mitad del siglo XIX. Fue el rival político de Napoleón y el defensor más fiero del absolutismo. Destacó especialmente por idear la Restauración y concentrar la hegemonía europea en Austria tras el Congreso de Viena. iii Santa Alianza: pacto por el emperador del Imperio austriaco y el rey de Prusia se comprometían a «ayudarse y socorrerse en cualquier ocasión y lugar», basando su dirección en los «principios cristianos». Estas potencias decidían la intervención en aquellas naciones en las que el desorden pusiera en peligro el poder absoluto de los monarcas, aunque apenas influyó en la diplomacia de iv Cuádruple Alianza: pacto que ligaba a Inglaterra, Rusia, Austria y Prusia contra Francia durante veinte años y comprometía a los signatarios a mantener la paz y sostener en el trono de Francia a Luis XVIII. v Zollverein: fue la Unión Aduanera de los Estados de Alemania por la que se suprimieron los aranceles entre los miembros de la Confederación Germánica, a excepción de Austria, y que entró en vigor el 1 de enero de vi Il Risorgimento: fue esencialmente un movimiento cultural de tendencia nacionalista cuyo objetivo fundamental era la unificación Italiana, tanto desde el punto de vista político como cultural. Buscaba la fundación de una Italia fuerte para poder competir con las grandes potencias europeas. Este Risorgimento fue apoyado tanto por la aristocracia del sur como por la burguesía industrial del norte. vii Camisas rojas : nombre que recibieron los participantes en la expedición de Garibaldi a Sicilia y Calabria en También se les conoció como los Mil o garibaldinos. La expedición tuvo lugar a la muerte de Fernando II de Nápoles, y tras ella, Garibaldi, que derrotó a las tropas papales y a las borbónicas, se hizo con el control de gran parte de Italia. 8