"Una Trama En La Posición Del Analista"

Transcripción

1 "Una Trama En La Posición Del Analista" (*) Trabajo Presentado En La Escuela Freudiana De Buenos Aires: Jornadas De Escuela: Fundamentos De La Práctica Analítica. Buenos Aires, Agosto De Esther Romano Una coordenada central de la enseñanza de Freud es ir al encuentro de las formaciones del inconsciente que surgen en la transferencia. Lacan retoma esta formulación para considerarla en términos de una lógica. Esa lógica da cuenta de la producción de lapsus y olvidos por parte de la emergencia del inconsciente del analista en tanto sujeto; donde opera su propia resistencia que puede emerger en las sesiones de su práctica. Para abordarlos, el analista tendrá que saber de una división que hace a su constitución subjetiva, la que habilita la castración. Si bien el analizante le supone un saber, la escucha del analista abre a lo completamente nuevo en la escena del análisis, al efecto sorpresa; esto es así en la medida en que está dispuesto a dejarse sorprender para escuchar al sujeto del inconsciente que está en los dichos del analizante. Son dos las afirmaciones de Lacan respecto de la posición del analista que nos servirán de referencia aquí: Por un lado, la que avanza en el Seminario 17, El Reverso del Psicoanálisis, donde considera que esta posición [ ] es, sustancialmente, la del objeto a, en tanto [ ] designa de forma precisa lo que representa, [ ], como más opaco [ ] y sin embargo, esencial. Por el otro, la que acentúa en este mismo Seminario 17, la complejidad de esa posición respecto del saber del analista y afirma que [ ] lo rechaza y lo reprime a la vez, le ocurre incluso no querer saber nada al respecto. No obstante, añade luego, en el Seminario 19, clase 14: la posición del objeto a en el lugar del semblante puede sostenerse. Lacan plantea una esencial indicación clínica cuando ubica, a partir del discurso analítico, la emergencia del inconsciente del analista en los puntos ciegos. Esto es así, afirma, en la medida en que el analista acepte que no puede comprender nada; sus intervenciones tienen un semblante inconsciente, descubierto por el paciente y su efecto sólo se produce en el après coup. Acerca de la resistencia del analista a cumplir su función en el lugar de semblante, donde el - Página 1 de 5 -

2 discurso analítico sitúa el objeto a, Lacan nos dice en O peor, en las últimas dos clases: [ ] no es una posición tan cómoda, [ ], estamos afectados en un análisis. Este último punto, esta condición de estar afectados, suscitó en mí un interrogante acerca de su relación con la resistencia del analista (1) y la incomodidad allí fundada, que se representa en su cuerpo, en el lugar que ocupa la emergencia del inconsciente del analista. Afirma Lacan en el Seminario 19, clase 16: [ ] el analista en su función no sabe, quiero decir en cuerpo, recoge bastante de lo que escucha [ ] del analizante, le da la palabra. En el entramado de mi clínica me interesa ubicar esa incomodidad propia de la resistencia del analista, como agente del discurso, tal como se recorta a partir de un olvido de mi parte en la díada transferencial que me involucra. Abordaré a continuación un tramo específico del recorrido de una cura, modificando desde luego los datos que hacen a la privacidad. Lo elegí porque ese entramado da cuenta de un efecto sorpresa en el tejido de la transferencia a partir, por un lado, de ese olvido y por otro, de la producción de la analizante. En especial, el relato de las escenas de dos sueños elaborados en la misma noche. En ese recorte de la clínica, vino a quedar en evidencia el punto máximo de resistencia en el sueño de la analizante con su analista. Esta es una de las formas en que el analizante descubre la cara inconsciente del semblant en el discurso del analista. Mabel, una mujer de edad madura, inició conmigo su trayecto analítico en la búsqueda de aliviar la intensa inhibición que padecía, tanto en el plano social como para desempeñarse en el trabajo de su preferencia. Sus padres, inmigrantes de un país lejano, llegaron al nuestro cuando ella era muy pequeña; silenciaron su historia familiar y no le transmitieron siquiera la lengua materna. Su primer año en nuestro país, transcurrió en casa de unos parientes que los alojaron. Mabel me cuenta que no tiene recuerdos felices de su infancia. Más tarde, cuando la familia se mudó a una casa propia, la paciente quedó al cuidado de una empleada encargada de los trabajos domésticos, a quien no evoca con ternura. En su juventud, uno de los parientes que los había alojado en sus primeros años, le relata que sus padres debieron afrontar serias dificultades hasta lograr insertarse y que una enorme tristeza había aislado por entonces a su madre, al punto que le había resultado casi imposible ocuparse de Mabel. Hace poco tiempo, Mabel trae a la sesión dos sueños que se siguen uno a otro en la misma noche. Me interesa resaltar la incomodidad experimentada en mi lugar de analista, a partir del tema emergente en las asociaciones de la analizante que siguieron al relato de los sueños. Como señala Freud es preciso a menudo dejar a los sueños en sombras dado la multiplicidad de sus vertientes, la vastedad de la condensación onírica y el hecho que no lleva el propósito de que se lo comprenda. Algo que parece acentuado en la historia poco clara que despliegan los relatos de Mabel, incluida en una enmarañada red con caracteres enigmático. El sueño Escena I El primero es el más extenso; Mabel le asigna un título: Detective. Me decían que tenía que hacer averiguaciones acerca de una persona. Se acerca mi amiga - Página 2 de 5 -

3 Diana y me cuenta en secreto que se trata de un carnicero, una mala persona que roba y se aprovecha. Agrega muchas cosas más pero sólo recuerdo ésas. Tengo que esperar hasta que alguien se acerque para dar esa información. Después me preguntan dos hombres grandes, bien vestidos, si ya tengo esa información que buscaba y les respondo que sí... Nos vamos a sentar los tres en la vereda de un bar de Recoleta; no hay nadie cerca y sé que tengo que darles esa información. Escena II En el segundo sueño en esa misma noche me encuentro involucrada: Busco un peine blanco para mostrárselo a mi amiga Juana. Se dirige a mí y comenta: Vos estás en mi sueño, sacás un peine blanco pequeño y se lo alcanzás a Juana en secreto; vos contás un chiste largo pero yo no te presto atención. Después de limpiar ese peine de los muchos pelos largos que habían quedado enredados, te lo quiero devolver. Yo quería que te vayas porque yo no había escuchado el chiste. Vos te acercás... y me despierto. La primera ocurrencia que sigue al relato de los sueños, parte de la palabra secreto. Mabel asocia ese término al siguiente recuerdo, en su niñez recibe de su padre unos regalos, quien le pide en esa ocasión que no se lo cuente a su madre para que no se ponga celosa, secreto que Mabel guardó, fiel a su padre. Se refiere a dos de esos regalos: un pulóver y un curso para aprender a nadar, aprendizaje al que no le dio continuidad en el tiempo, es decir, en este caso, no fue tan fiel. Agrega que ya había traído al análisis el relato de este recuerdo infantil. Por mi parte, mi intervención fue admitir que yo lo había olvidado. Mi olvido de este recuerdo infantil me produjo en ese momento una incomodidad. Señalándome una fotografía, Mabel afirma luego que hace mucho tiempo le había hecho bien la respuesta que le había dado cuando me preguntó acerca de quién era la persona que estaba allí. En aquel momento le había dicho que se trataba de mi abuelo y mi intervención ahora es la de admitir que le había confiado algo de mi vida personal. Nadie me lo había preguntado antes y me sorprende haber avanzado mi respuesta en esos términos. A continuación la analizante comenta que lo registra ahora como un secreto que comparto con ella, una muestra de confianza a la manera de un abrazo. Y agrega: Vos estarías contando con mi silencio para guardarlo. Al finalizar la sesión avancé una interpretación que tiene su importancia en función de la continuidad del análisis y la madeja que Mabel busca desenredar. La formulé en estos términos: No seas detective. Remitía a Mabel a la figura de alguien que se dedica a detectar sucesos misteriosos o hacer investigaciones reservadas, y devela así una verdad oculta. Mi interpretación apuntaba a despejar un camino susceptible de perforar un amalgama: el del goce que retiene a la analizante y donde se conjugan secreto/exclusividad/fidelidad = inhibición/saber. Desde mi posición de analista, sitúo el goce de Mabel en esa posibilidad de guardar secretos. - Página 3 de 5 -

4 Esa posesión exclusiva de un secreto retiene a Mabel en un goce donde encuentran su alimento las inhibiciones. En efecto, la dirección de la cura transita en esta paciente por un camino que descubre una falla en su padre. Por la vía de la transferencia y las asociaciones de la analizante queda despejado el goce enmascarado en su silencio. Los sueños y las asociaciones de Mabel ponen en escena de qué manera esos regalos, un don del padre a su hija, vinieron acompañados de un pedido de guardarlos en secreto. Mi lectura apunta a situar la importancia de ese regalo-don-secreto como un referente de la inhibición de Mabel. Diré así que para satisfacer ese pedido por parte del padre de guardar secretos, se guarda toda ella. En Mabel se perfila bajo esta forma una vertiente gozosa en el lugar silente. Mi olvido del recuerdo infantil y la sorpresa que experimenté ante la respuesta que había formulado respecto de la foto y registrada por Mabel como un secreto compartido, ponen en escena mi semblante inconsciente en la dirección de la cura, allí donde opera mi resistencia. Despejado este punto de resistencia, la continuidad del trabajo analítico exigió por cierto un despliegue durante un tiempo prolongado. NOTA: (1) Buscando ubicar esa vertiente de la incomodidad que se sostiene en el cuerpo del analista en su posición de semblante, estoy de acuerdo con el recorrido hecho por Daniel Paola en su libro La resistencia del analista donde dice: ( ) el analista no evita las consecuencias del sentido que aporta su cuerpo en la dinámica de la transferencia. La existencia del semblant es el núcleo donde confluyen tanto la voz del analizante que se oye como sentido por el analista, como el punto de falsedad que aporta su propio sentido, sostenido por un cuerpo que lucha por no sentirse involucrado ( ). Agrega luego que al sentirse involucrado con su cuerpo como analista, no hay dirección de la cura que pueda soslayar el encuentro con el lapsus. (págs. 16/17) Referencias bibliográficas: Freud, S. La interpretación de los sueños, en Obras Completas de Sigmund Freud, Volúmen V. Amorrortu editores, Buenos Aires, Argentina, Lacan, J. El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1992, Clase III, pág.45. Lacan, J. El Seminario XVIII, De un discurso que no sería de la apariencia. Clase17/02/71. Inédito. Escuela Freudiana de Buenos Aires. Lacan, J. Seminario XIX,... O Peor Inédito. Escuela Freudiana de Buenos Aires. Clase 11, 14 de febrero de1972. Clase12, del 21 de junio de Págs. 101/121. Clase 16 del 1/06/1972, págs Pág. 228, últimas dos clases14 de junio de 1972 y 21 de junio - Página 4 de 5 -

5 de Lacan, J. El Seminario, Libro 19, o peor, clase XIV del 1/06/1972, págs Clase 16 del 21 de junio de Editorial Paidós. Buenos Aires. Argentina Paola, Daniel. La resistencia del analista. Editorial Peperina. Buenos Aires. Argentina Página 5 de 5 -