Mirarnos a nosotr@s mism@s: la docencia en línea a través de la reflexión sobre la práctica. Rosana Verónica Turcott Maestría en Pedagogía Facultad de Filosofía y Letras UNAM No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión Paulo Freire Nos llaman asesores, facilitadores, tutores, monitores, consultores, acompañantes en fin, un sinúmero de nominaciones que tratan de marcar la especificidad de nuestra figura en la modalidad en línea. Pero no debemos olvidar, sin embargo, que ante todo somos docentes, docentes en línea. La docencia en línea es también concebida, desde el sentido común, de diferentes formas, todas ellas coincidentes en cuanto a la presencia del docente mediada por recursos tecnológicos, pero que establece alguna forma de interacción con los estudiantes. En tanto docentes, poseemos características, funciones y necesidades semejantes a las de los profesores en modalidades presenciales; no obstante, existen determinados atributos de nuestra acción docente que nos hacen diferentes: a) Más que actuar en el plano de la no presencialidad, poseemos una presencia diversificada, esto es, una presencia en el proceso formativo que se manifiesta en espacios, situaciones y medios diferenciados, en especial los que se mencionan a continuación: Diseño del material didáctico en línea, ya que los contenidos, el discurso, los recursos que se utilizan para la presentación de dicho material, implica un ejercicio de nuestros conocimientos, saberes, habilidades y experiencias en el campo de la educación a distancia
Diseño de la estrategia didáctica, esto es, elaboramos toda la estrategia de trabajo que proponemos a los estudiantes, la forma de aproximarse a los materiales y de interactuar con nosotros y con sus pares, Planteamos el aprovechamiento de recursos tecnológicos para la interacción e interactividad en los espacios virtuales. Establecemos estrategias de evaluación que nos permiten dar seguimiento a estudiantes que realizan un trabajo autónomo, de ahí que el proceso de evaluación requiere ser por demás formativo, motivador y ágil. La comunicación que establecemos es una comunicación altamente estructurada y sistematizada en tanto que buena parte de ella se realiza a través del lenguaje escrito, y otra parte importante, si bien puede realizarse a través de medios como la videoconferencia, con toda la improvisación que el lenguaje oral permite, lleva tras de sí la estructura de un guión necesario por la naturaleza del medio. b) Nuestra principal herramienta de interacción son los lenguajes: el lenguaje escrito principalmente, pero también el lenguaje audiovisual y actualmente también el lenguaje oral. c) La acción del docente en línea es un ejercicio interdisciplinario y colaborativo. Si bien es un docente quien realiza el diseño de su programa formativo, la concreción de dicho programa depende de la intervención de diversos profesionales y sus diversas disciplinas, cohesionados por un enfoque pedagógico, necesariamente centrado en el estudiante. La docencia en línea, como toda práctica docente, es una práctica social que involucra conocimientos, habilidades y saberes que, por un lado, requieren ser sistematizados en aras de su profesionalización, y por otro, son acciones que exigen su reflexión con fines de mejoramiento y conformación de un cuerpo teórico metodológico del propio campo que sea ante todo comunicable y con amplias posibilidades de enriquecimiento.
Diversos autores, destacan la importancia de la reflexión docente en torno de nuestra propia práctica, la cual se basa de manera importante en el registro cotidiano de nuestra actuación y su posterior análisis. Este registro, en el caso de la docencia en línea, se fortalece porque la acción del docente en línea, por las características propias de los espacios virtuales en que nos desenvolvemos, queda plasmada en soportes digitales que permiten revisitar la práctica aunque no toda la práctica queda registrada está allí, buena parte de ella se encuentra en el quehacer previo que da forma a esa actuación. Partiendo de esta ventaja, considero que la reflexión sobre la práctica docente en línea es, además de necesaria, posible de manera especial para el docente en línea. El reconocimiento de nuestra práctica debe comprenderse en dos sentidos: de un lado como ese ejercicio de ver en qué consiste nuestra práctica, qué hacemos; y del otro, esa necesidad de valorar, de dar un lugar a dicha práctica como profesión, quehacer sistematizado y como una expresión más de la docencia. Ambas formas de reconocimiento son posibles, a mi juicio, a través de la reflexión que hagamos sobre nuestra propia práctica como docentes en línea. No obstante, este potencial reflexivo se ve socavado por algunos rasgos de su propia especificidad: los docentes en línea, al igual que los estudiantes, trabajamos en soledad (que no desolados). Si bien algunos modelos a distancia plantean espacios de encuentro entre docentes, estos no son siempre activados y aprovechados, posiblemente, en buena medida, por ausencia de una cultura de trabajo colegiado; por la escasa difusión tanto del recurso como de la forma de interacción; por la carencia de una adecuada estrategia que fomente la necesidad de intercambiar entre docentes; o simplemente por la falta de tiempo que resulta de mediar un proceso de modo sumamente personalizado, A reserva de plantear alternativas para salvar esta situación, los docentes en línea podemos y debemos incursionar en el terreno de la reflexión, a modo de ejercicios individuales de recuperación y análisis de nuestra práctica, mediante el desarrollo narrativo.
Cuál es la propuesta? Que nos involucremos en la escritura sistemática de nuestra experiencia a partir del registro de la experiencia vivida en el proceso formativo en línea, pero también a partir de revisar nuestra acción docente en esos espacios virtuales de diálogo didáctico mediado. Recuperar esta acción docente nos lleva a revisar y analizar con ojos críticos los programas formativos en que participamos, recuperar el proceso de elaboración, la toma de decisiones asociada a ello, y la impronta institucional que lleva cada uno de estos programas; asimismo, es conveniente trabajar en el reencuentro con el registro de intercambios que establecemos de manera directa con los estudiantes. Esto nos lleva a la toma de conciencia de todos los conocimientos teóricometodológicos que involucramos en cada uno de los espacios de acción docente en línea. Con ello, aprendemos a observar con ojos extraños, como quien llega a tierras inexploradas, todo aquello que hacemos o dejamos de hacer en nuestra práctica docente. Acabamos pues, mirándome a nosotros mismos en esos espacios virtuales de formación real. Identificamos en este proceso de reflexión sobre la práctica aspectos tales como la intencionalidad que como docentes tenemos al elaborar un programa en línea. Observamos el carácter que adquiere la planeación didáctica del proceso formativo, que en el ámbito de la educación a distancia, va aparejada al diseño de ambientes de aprendizaje: estructuras amigables en las cuales el estudiante puede encontrar la información que requiere para su proceso de aprendizaje, la diversidad de caminos y recursos para el logro de ese aprendizaje, y los itinerarios más apropiados que proponemos al estudiante y que se caractericen por permitirle hacer las paradas necesarias para recibir la retroalimentación oportuna así como la evaluación formativa que necesita. Identificamos también que los planteamientos y formas de trabajo planteados en cada programa, son un discurso que expresa de mis saberes, de mi estilo docente, y de mi experiencia en el área, aunque también son discursos que se pueden y vale la pena cuestionar. Logramos ver también, por supuesto,
aquellas insuficiencias que habrá que necesitamos atender para fortalecer nuestra práctica docente en línea. Podemos decir que el desarrollo de la reflexión docente, articulada desde luego a la investigación, puede realizarse poniendo en juego habilidades como son la observación, el diálogo y la interacción, la problematización, el análisis y la expresión. A estas habilidades podemos llamarles habilidades investigativas. Estas habilidades a su vez pueden verse articuladas en herramientas o recursos tales como el desarrollo de un diario del docente, el diálogo y la interacción con los pares (grupos de trabajo), la investigación directa en los espacios de trabajo con los estudiantes, y la elaboración de ensayos u otro tipo de construcciones que sistematicen y expresen lo observado y construido. Digamos que se trata de actividades y productos concretos en que se identifica la investigación de los docentes como proceso indagatorio. Estas habilidades que nos permitirán recuperar de manera reflexiva nuestra práctica docente a partir de procesos indagatorios, son a la vez habilidades básicas han permitido al ser humano sobrevivir como ser gregario y cultural: la observación, el diálogo y la expresión, así como el planteamiento de problemas, ejercicio inicial de todo conocimiento. Nos miramos a nosotros mismos en este ejercicio de reflexión sobre la práctica para, ahora sí, problematizarla buscando develar que hay detrás de nuestra acción docente, qué elementos entran en juego, cómo estamos formando, quiénes somos.