FORO NACIONAL SOBRE LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS Panel Nacional Una visión nacional y territorial sobre la solución al problema de la drogas illicitas Ponencia realizada por Cesare Cattini Coordinador Sur-occidente de la Red RAISSS Colombia (Red Americana de organizaciones que trabajan con personas en Situaciones de ) y Director de Arca de Noé Fundación Social y Formativa Educar y no Demonizar Esto es un tentativo de aportar a este debate es una visión de solucionar el problema del uso y abuso de drogas ilícita en el país desde la mirada del consumidor mismo filtrada por el respeto que debemos al consumidor y su sufrimiento. La primera reflexión de evidenciar es que la demonización de las drogas, de todas las drogas, es antes que todo, como cada demonización, desde el tiempo de Adam y Eva, un engaño; un engaño con el fin de volverlas mitos. Quien demoniza una sustancia inevitablemente termina para perseguir quien la utiliza. No hay nada nuevo. De esta manera el siempre llamado mundo civilizado define, desde la época de la importación legal e ilegal desde el the de las Indias, la legalidad o no legalidad de las sustancias. El mito de las drogas, al mismo tiempo que construye en la percepción social de los potenciales consumidores la esperanza del maravilloso del fruto prohibido y de esta manera mas es deseado y anhelado, confiere potencia a la sustancia, el misterio, el mágico que cada uno se imagina es una expectativa que amplifica, emblemáticamente, la eficacia simbólica de la sustancia misma. Más que sus principios activos, es de esta manera el misterio cultural del mito a decretar el suceso del utilizo de una sustancia psicotrópica. Investigaciones comparativas sobre los efectos de las sustancias experimentados por consumidores de contextos culturales diferentes evidencias con suficiente claridad, que en ausencia de caminos simbólicos bien delineados, las mismas drogas tienen efectos bien diferentes. No es lo mismo consumir alcohol en Europa, con su ritualidad cotidiana del consumo de vino en los almuerzos, que en África, contexto donde tomar vino es una raridad y se asume alcohol con el fin de llegar a estados de embriaguez y no para gustar una comida. El mismo principio se puede aplicar en otros contextos y con otra sustancias, por ejemplo, el uso de cocaína para los habitantes de los andes bolivianos y el uso de cocaína para un habitante de la city de New York, el peyote en el chapas mexicano o el mismo utilizado en los laboratorios de etnobotánicas de las universidades Americanas.
Demonizada para volverla mito, cada sustancias psicoativa se regenera socialmente en un proceso de trasmutación simbólica ritual donde el centro es la renominación del nombre mismo de la sustancia. Por lo que se refiere al mito, por ejemplo, la feniletilamina, pariente cercano de las anfetaminas, se renombra enfáticamente éxtasis, propiciándome de esta manera el mito desde el nombre mismo. Por lo que se refiere a la demonización de la sustancia, por ejemplo los adeptos a la ritualidad metropolitana integrantes de grupos culturales como los punk, y que participan a rave party, lugares donde está previsto el consumo de éxtasis, debido al hecho que esta sustancias es prohibida legalmente ya no son jóvenes con problema de consumo y los renombramos como drogadicto, de esta manera se genera una discriminación y un estigma por la demonización de la sustancia, cuando deberíamos a través de representaciones sociales disminuir este estigma para evitar procesos de exclusión social en acciones propias de la políticas pública sobre esta tema Para entendernos de forma mejor, pasamos a unas consideraciones mas especificas.. la relación entre los efectos psíquicos generados por el consumo de sustancias estupefacientes y actos de criminalidad, por ejemplo, la mayoría de las personas creen a causas de campañas masivas y repetidas en los medio de comunicación con fin propagandístico, que el uso de drogas predispone la persona a ser un criminal, pero la realidad es bien diferente: la criminalidad de los toxicómano es directa consecuencia de una inequidad social de la cual son víctimas en el momento que vivimos en un país profundamente inicuo. El consumo de sustancias, la criminalidad que deriva son causas de falta de oportunidades reales y eficaz, hablo de la falta de una real inclusión escolar que es preparatoria al acceso al mundo del trabajo de forma justa y tutelada, al derecho a la salud y no un acceso a la salud complicado y desesperante.. Estos son claros indicadores que el problema droga es un problema estructural para el país y sus políticas de desarrollo ecuo, tenemos un escenario doble en este momento por un lado la necesidad de enfrentar los problemas de la persona que consume u que está en alto riesgo entonces un problema de salud pública que debemos enfrentar de inmediato. Y el otro escenario es lo de construir unas acciones políticas que cambie completamente la visión de desarrollo del país, para pasar da un desarrollo solamente mirado como desarrollo del capital de algunos a un desarrollo social que puedan ofrecer posibilidades a todas las personas de igual manera. Implica un cambio de paradigma y pensar a reales oportunidades de esta manera, a largo plazo, las personas no necesitan refugiarse en las drogas y en la ilegalidad para sobrevivir mas bien tendrá un lugar de trabajo digno, una vivienda digna, en fin una vida digna donde el problema del consumo de sustancia se modifica da una respuesta a la desesperación al un uso, tal vez, recreativo que esto si se debe mirar desde la perspectiva del libre albedrio. No se trata de liberalización o prohibición de las sustancias, esta es una valida y documentada razón para la cual el utilizo de la dosis mínima sería una buena estrategia para disminuir los actos criminosos, coadyuvada con acciones de mitigación-reducción de daño. Desconociendo u no admitiendo estas formas de alternativas es obvio que el camino de la criminalidad es la única vía. Los consumidores de drogas que terminan en las cárceles son más del 30% de la población carcelaria total, son encarcelados por
ilegalidades cometidas con el fin de procurarse las sustancias declaradas ilegales y de esta manera son manejados por mercados clandestinos muy cercanos a la criminalidad organizada. Este es el efecto mas devastador de no crear políticas alternativa a la prohibición: la transformación del consumidor en delincuente. Mientras algunos consumidores de drogas se ven obligados a convertirse en traficantes, los demás, o al menos la mayoría se ven obligados a procurarse el dinero para comprar la droga, a convertirse en delincuentes o a prostituirse. Fernando Savater Debemos también éticamente recordarnos que al Estado le esta vedado reprimir conductas que se realizan dentro del ámbito de privacidad, e interferir en el derecho a la autodeterminación quien tiene la persona además, la represión al consumo marginaliza a los usuarios de drogas al convertirlos en delincuentes, dificultando gravemente sus derechos a la inclusión social y no ultimo la persecución de los consumidores como criminales implica un factor importante en la expansión de las epidemias entre todas del SIDA y el Gobierno debe adoptar una política respetuosa de los derechos humanos, descriminalizando a los consumidores de drogas. No tenemos el coraje ni la honestidad intelectual de afirmar que la gran mayoría de drogadictos son consumidores de opiáceos y no todos los consumidores de opiáceos son drogadictos. Debemos ser claros en convenir que la abstinencia no es la única vía porque existen, caminos diversificados e integrados que se pueden recorrer siempre y cuando existen estructuras y personas capaces y competentes para tal fin, pensando en los avances que tenemos ya experimentados, deberíamos arriesgarnos más, integrar procesos de bajo umbral con proceso de alta complejidad el uno no es sustitutivo del otro, y si logramos integrar servicios desde búsqueda activa pasando por centro de escuchas y zona de orientación escolar que interactúen con comunidad terapéuticas y CAD y llegamos hasta la inclusión socio laboral podemos ofrecer caminos ad hoc para las exigencia de cada consumidor siempre e cuando se introduzca la figura del tutor que acompaña la persona en esto camino armónico y continuado, una imagen de un Welfare State dedicado al problema del consumo de drogas, que no sostituye el concepto mas amplio de estado de bienestar que debe ser el punto mas alto de una política de equidad para un país. Es clave entonces empezar a dividir el concepto de uso de la sustancias del concepto de abuso. Dos conceptos que no podemos confundir, y que de todo modo, son validos para las sustancias consideradas ilegal y para las sustancias consideradas legales, un hecho de cantidad, una cuestión de cultura, de toda manera no debe ser un caso penal debemos basarnos en el concepto de mitigación cono estrategia para enfrentar la problemática. El problema del toxicomano se reduce a su dependencia de la sustancia, y esta dependencia la se enfrenta solamente como una patología clínica. Este hecho pone las demás necesidades insatisfecha de la persona en un segundo plano u a veces inexistentes y tal vez se piensa que no tiene derecho a las demás acciones de
obligatoriedad del esta porque es drogadicto. Y no tiene derecho a nada hasta que deje su condición de drogadicto. De esta manera la exclusión social no hace más que empeorar su condición. La dependencia de las sustancias, legales o ilegales, es según mi visión, un hecho estructural y constitutivo de la cultura y de la sociedad. Así como la construcción de la marginación social que hace de la persona, por su situación, de consumidor un problema social y debemos considerarlo de esta manera por ende debe ser objeto de la intervención y no sujeto de derecho del servicio que podemos ofrecerle según su personalidad. La toxicodependencia siempre la miramos desde la normatividad oficial y nunca desde la perspectiva de la persona, y muchas veces nos sustituíamos al consumidor y tomamos decisiones por el, nos sustituimos a el y creemos de entender su sufrimiento,,,,,, esto porque reducimos el consumidor a una persona que ha demostrado de no saber preocuparse por si mismo. Pero si la persona no la reduciríamos a una no-persona es claro que el concepto de dependencia seria personal y único y no estandarizados, porque la intervención seria diseñada a medida de cada persona, respetando su historia y personalidad, y el tratamiento seria personalizado y su eficacia sería mejor. Cada consumidor es diferente: aun, la misma sustancia tiene efectos diferentes en cada persona, dependiendo de los contextos interiores y de los contextos relacionales que esta persona vive, por esta razón necesitamos de modelos flexibles que tengan en consideración la especificidad de la persona su historia humana, su historia, única y singular. Los consumidores de sustancia nos enseñan que es importante meter al centro la persona y su historia, su unicidad y irrepetibilidad, debemos saber proponer nuevos modelos de atención a los consumidores siempre más personalizados y respetuosos de las diversidades, en el nombre de la libertad verdadera de cada uno. Debemos trabajar para aprender que la marginación que sufre el toxicómano pase de ser problema a ser recurso, una oportunidad de cambiar cada persona porque cada persona pueda cambiar la sociedad. Esto significa intervenir también en la normalidad es decir en los espacios donde los consumidores viven cotidianamente, donde construyen relaciones sociales, en la familia en los grupos de pares, en la escuela en el mundo del trabajo, fortaleciendo la intervención comunitaria, y fortaleciendo acciones de inclusión social real como factor trasversal de un modelo integrado de atención que permita ser personalizada la intervención y que comprenda una inclusión socio-laboral efectiva con normatividad di caminos diferenciados y preferencial.
Debemos en fin hacer salvo el derecho, hasta constitucional, de la libertad de la opción terapéutica, de la importancia de la información real y justa, de construir siempre mayor oportunidades a estas personas, que sean de cual tratamiento quiero interprender pero también antes y después del mismo. Respetar estas personas siempre en cualquier condiciones está, reconocer al ciudadano toxicómano, como a todos los ciudadanos, responsabilidad y dignidad plena y no solamente para un orientación ética o política, más bien Constitucional. Con el fin de reconocer a todos el derecho al NO Sufrimiento el no aceptar modelos y políticas de intervención con enfoque de reducción-mitigacion de daño y perseguir con una política de prohibición y mano dura es generar un sufrimiento enorme que nadie se merece Cesare Cattini Bogotá 24 Septiembre 2013