Cartas a mi madre por Julia Gómez Lasheras



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Transcripción:

Cartas a mi madre por

en memoria de Julia Lasheras Berbegal fallecida el 25 / noviembre del 2007

Te fuistes muy pronto y tan repentinamente, que apenas pude decirte adiós. Demasiados sentimientos no exteriorizados, demasiadas palabras no pronunciadas. No hay día que no evoque tu recuerdo y tu presencia se halla muy presente en mis gestos cotidianos y sé Madre, que allá donde te encuentres me das la fuerza necesaria para no claudicar en los momentos de desaliento. Quisiera tener lagrimas suficientes con las que poder honrar tu memoria, sin embargo, sólo surgen allá donde reposan las almas y cada día pienso en ti, mi ángel y aya donde te encuentres, solo quiero decirte, que dios te bendiga Madre.

Tu presencia etérea se hace cercana y distante, si bien, tu ausencia dejó un vacío en el corazón y en los recovecos de la memoria al evocar tu memoria, las lágrimas fluyen cautivas de su propio dolor Perdona mi egoísmo, y de no haber sido capaz de manifestarte mi amor por ti, ni de ser capaz de decirte lo mucho que significabas para mí. En este presente, tan solo me queda el recuerdo y los valores que me transmitiste, tu presencia, me da fuerza necesaria para seguir luchando y siempre estás allí, recordándome que el amor es la esencia de la vida

Mi guía, mi valedora, y mi consuelo, aquella que siempre creyó en mí y a quien tuve que decir adiós, demasiado pronto, tal vez. Te extraño cada día, y tu partida, generó tristeza y soledad, y mis lágrimas derramadas no tenían consuelo, porque con tu partida un fragmento de mi corazón se fue. No solo me quede huérfana de afectos, sino de quien velaba por mí y sufría en silencio su propia soledad. Me hubiera gustado decirte tantas palabras que tal vez nunca sean pronunciadas. Tu ausencia es una pérdida irreparable pero tu amor infinito, y allá donde estés solo quiero decirte te quiero.

Madre, la tierra que te vio nacer, también fue testigo mudo de noches en vela, de soledad, de desamor, así como la despedida desde el dolor y el desgarro por aquella que partió y nos dejó tanto pesar y soledad. No hay día que evocar tu recuerdo no empañe mi mirada y desde la serenidad de la aceptación de la perdida, solo puedo decirte, que Dios te bendiga, y cada día mi primer pensamiento va por ti, y sé que tu fuerza me acompañará siempre que no estoy sola y que siempre velarás por mí. Te quiero. Julia Gómez lasheras

Reencontrarse con los afectos, sanar heridas que el tiempo solo puede curar, ser capaz de aprender de los sinsabores de la vida y a vivir desde la aceptación de la pérdida. Luchar contra la voracidad del tiempo que tantos estragos causa en la memoria, pero siempre nos queda el recuerdo de aquellos momentos que compartimos con aquellos que tuvimos que decir adiós, porque, nunca hemos de olvidar a aquellos que quisimos, y es nuestra obligación honrar su memoria no escatimando lágrimas surgidas al evocar a la persona querida, lágrimas que nos recuerdan lo efímero de nuestra existencia. Doy gracias al Creador, por estar viva, por aprender de cada instante vivido, y a ti Madre, te digo que aunque muchas veces no fui capaz de decirte lo mucho que significabas te quiero, mi estrella fugaz, mi ángel benefactor que vela por mis sueños y me alienta con su fuerza y amor infinito. Julia Pómez Lasheras

Te quiero Madre, aunque no pocas veces dichas palabras fueron pronunciadas tal vez, por cobardía o por nuestra dificultad de mostrar sin pudor afectos sinceros. Me hubiera gustado decirte te quiero, pero las palabras no surgían, y tu súbita desaparición, truncó tantos sueños e ilusiones, dejándonos sin tu amor incondicional. Hubiera deseado, ser capaz de poder darte un fragmento de felicidad, de poder entender tus propios miedos y silencios. Hubiera deseado darte mi ultimo adiós, y que tus ojos, tan hermosos,como llenos de amargura y de tristeza, no se hubieran cerrado para siempre una fría noche del mes de noviembre. Con tu partida, nos distes el regalo del aprendizaje de la madurez y de poder ser conscientes, de nuestra propia fragilidad, así como lo efímero del tiempo, por eso, gracias madre, por ser mi luz, y mi referente, que Dios te bendiga.

En otoño, fue la despedida, cuando tu te fuistes cansada de luchar y de sufrir, tu partida,, dejó un profundo vacío en lo más hondo de nuestros corazones y cuando las flores alcancen su esplendor, tu recuerdo seguirá imborrable en nuestra memoria. El ciclo de la vida, mitiga el dolor por la ausencia, y el dolor y el pesar por la ausencia, se transforma en senda de madurez. En el Camposanto, lugar sagrado donde moran los espíritus de nuestros antepasados, así como las almas de nuestros seres queridos, y donde surgen las lágrimas de la amargura, fluyen las emociones más profundas, y allí, ante ti, surgen las lágrimas sanadoras, que me permite sanar mi perdida, pero tú Madre, eres la luz de mi despertar, el ángel que vela por mí. En momentos de desaliento, tu recuerdo me da el soporte necesario y desde la aceptación de la pérdida, surge la esperanza, la fuerza y serenidad adquiridas desde la madurez, y cierro los ojos y allí estás tu, velando por mi incierto caminar, y por mis sueños. Que la paz sea contigo, Madre querida.

Me distes la vida y con tu partida, la oportunidad de crecer y de poder evolucionar, de hacerme fuerte ante la adversidad, de ser capaz de valorar y de disfrutar de cada instante vivido, y de dar gracias por cada día. Recibí el regalo de disfrutar de la vida desde la plenitud y ser consciente de nuestra propia fragilidad como personas. Hubiera deseado superar mis miedos, y ser más generosa al mostrar mis afectos, poder secar las lágrimas de sal, generadas en los pozos de la amargura y soledad de tu propia existencia. Doy gracias, porque cada instante, cada alegría, cada circunstancia adversa es una oportunidad para seguir avanzando por la senda de la vida. Tu partida dejó un vacío pero me dio fuerzas para no claudicar. Aprendí lo importante que es ser capaz de exteriorizar los afectos y sentimientos hacia aquellos que queremos, y lo trascendente de los pequeños gestos, que por su sencillez los hace más grandes. Te dejo marchar mi ángel, y solo puedo decirte, que Dios Te bendiga, mi reina de las estrellas, mi ángel benefactor.

Madre, el dolor se ha transformado en madurez, y aceptación de tu perdida, oportunidad de crecimiento. Tal vez podía haber hecho más por ti, pero aunque ya no estés físicamente aquí, para poder escuchar mis palabras, y tal vez estas lleguen tarde, quisiera decirte, te quiero. No pude ayudarte a cruzar la travesía del desierto en la que se convirtió tu vida, ni secar tus lágrimas, que nadie secaba con premura. Cada día pienso en ti, porque eres mi guía, y mi luz, y si bien, ya no podré abrazarte nunca más, te llevo siempre conmigo, y mi primer pensamiento es por ti, mi ángel, mi luz y mi esperanza.

Parece que fue ayer cuando te fuistes tan repentinamente, y cuesta asimilar que ya nunca estarás entre nosotros que te fuistes para no volver, en silencio, sin molestar. Te quiero, eres mi luz y con tu partida, las lágrimas se transformaron en madurez, porque eres la persona mas importante y aquella que me escuchaba y apoyaba. Con tu marcha, la sabiduría otorgada desde la aceptación de la perdida, se convirtió en tu valioso legado. El camino de la evolución, de la madurez, no es fácil, y son muchos los obstáculos que se han de superar, pero tú eres mi ángel que me protege y que vela por mi. Que Dios te bendiga, y la Paz del S eñor, sea contigo.

La flor más bonita, no es la más hermosa, es aquella que se hace bella por su transcendencia y por su recuerdo, y el jardín donde reposa no es un sitio cualquiera, sino el lugar sagrado donde veneramos a nuestros difuntos, un lugar donde no existen diferencias raciales, ideológicas, sociales, ni cualquier otra que determine la desigualdad entre los hombres, un lugar donde todos nos transformamos en polvo, y donde nuestras lágrimas se funden con el dolor al evocar a los que ya no están. Mi amor por ti, crece cada día, y eres un ser de luz, te dejo marchar, porque eres un espíritu libre. No hay día que no te tenga presente en mis oraciones y en mis reflexiones, porque eres mi luz, luz diáfana que transciende las fronteras de espacio y de tiempo, y alienta desde la esperanza mi caminar, que Dios te bendiga.

Porque tu ausencia trajo a mi vida la fortaleza y serenidad necesarias para afrontar nuevas etapas vitales, porque tu recuerdo cada día está más vivo y para ti Madre van dirigidas estas palabras. Eres mi guía, mi luz, en momentos inciertos, y esperanza ante el mañana, te quiero y doy gracias por todo lo recibido y aprendido tu propio legado fue el ser conscientes de nuestra propia fragilidad, y lo importante que es disfrutar del del presente no escatimando afectos hacia nuestros seres queridos. Cada día, es un aprendizaje de la vida, y doy gracias por estar siempre a mi lado, y porque se, que tu fuerza y tu luz me acompañan, mis lagrimas fluyen, sí, pero se transforman en destellos de esperanza por la certeza de aprender de la perdida. Es necesario asumir desde la aceptación de la pérdida, que nuestros héroes, son también mortales, que padecen, y sufren, enferman y también mueren, hubiera deseado decirte tantas cosas que ya nunca más podré decirte pero yo te digo, te quiero Madre, estas palabras van por ti,mi pequeño homenaje a quien me dio la vida. Julia Pómez Lasheras

En silencio, te fuistes una fría noche de otoño, y en silencio y soledad, sufriste la devastación de la enfermedad que iba minando tu fuerza y tu conciencia, envolviendo con sus brumas tus actos cotidianos, y te arrastraba por mundos irreales transformando tu existencia y la de quienes te rodeaban, generando amargura y devast5ación. Impasibles fuimos ante tu progresivo deterioro sin poder ser capaces de aplacar tus miedos, porque te adentrabas en mundos tenebrosos y no fuimos capaces de tenderte nuestra mano, hacia la travesía hacia ninguna parte, y tu mente se hallaba prisionera de mundos de sombras, y de algún efímero destello de luz. Hubiera deseado poder compartir contigo mas noches de alegría, y poder mostrarte mi amor, A mi madre querida, que partió ligera de equipaje, con el corazón partido, hacia donde moran los seres que se transforman en luz.

Mis lágrimas cubren de sal la tierra que un día me vio nacer, y tu recuerdo sigue tan presente entre nosotros, Noto tu presencia muy cercana, porque tu eres mi hermosa flor perenne, te has convertido en un ser etéreo y sé que velas por mis sueños, A diario, lanzo un beso a las estrellas, anhelando que una de ellas, sea la tuya, la más hermosa y la que más brille. Atrás quedan Madre, tus lagrimas, tu desamor, y tu sufrimiento, ahora, descansas ya en paz, y mis lágrimas generadas por el desconsuelo de la perdida, se han transformado en sabiduría y en madurez.

Madre, tu me das fuerzas para no claudicar y en ti pienso cada noche,, Hubiera deseado que no hubieran existido las barreras que nos alejaban de ti, poder abrazarte cuando tan necesitada estabas de afectos y de palabras que nunca fueron pronunciadas. Te fuistes en silencio, demasiado pronto tal vez, sin apenas tiempo de poder despedirnos de ti, se, que donde te encuentres, ya no hay sufrimiento, y si paz, y que te has transformado en ser de luz, que la Paz sea contigo, mi ángel benefactor.

Una lágrima cayó al suelo, era la lágrima de la despedida y en su lugar una hermosa flor surgió alimentada por las lágrimas del dolor, lágrimas del adiós, de rupturas de vínculos afectivos, y allí fue creciendo en el lugar sagrado donde moran los espíritus. Al desvincularte de tu parte terrenal, te transformastes en un ser etéreo, ser de luz que velaba por los sueños de aquellos que se quedaron desolados por tu ausencia. Y las noches de soledad eran aplacadas por la fuerza del Amor y el llanto de la amargura y de la desolación se transformó en senderos de esperanza y allí estaba tu luz guiándonos en nuestro incierto caminar, y tu, blanca paloma te transformastes en luz abriendo una puerta a la esperanza tras la aceptación de la perdida, de ser capaces de despedirnos y de decir adiós, de aceptar la ausencia de los seres queridos. Gracias, Madre, porque con tu partida nos distes el regalo de aprender a vivir el presente y disfrutar de cada instante vivido con plenitud, que Dios te bendiga.,

Madre, que la fuerza de tu luz nos proteja y guíe por los inciertos senderos de la vida, que seamos capaces de amarnos y aprender a querernos. Mis lágrimas te ofrezco, no tengo más que ofrecerte, son lágrimas sanadoras, porque surgen de lo más profundo del S er. Decir adiós, no resulta fácil, pero hemos de ser capaces de dejar marchar a los que amamos, y te dejo partir mi ángel, que el S eñor te bendiga. Por un mañana diferente, donde todos seamos más sabios, y podamos ser capaces de decirnos te quiero sin esperar a que marchen de nuestro lado para intentar darnos cuenta de cuanto perdimos, y cuantas palabras nunca fueron pronunciadas, ni afectos mostrados.

viaje Madre, mi mayor regalo es mi propio aprendizaje y madurez ante tu partida. Demasiadas lágrimas cuando te fuistes, mis ojos quedaron secos y no pude derramar ninguna cuando atravesabas el Camposanto, hacia tu última morada, no pude llorar en tu ultimo viaje, porque mi corazón roto por el dolor y mis ojos secos, tras larga noche de angustiosa despedida, y una pena infinita me atravesaba,porque mi madre, decidió emprender su ultimo atrás quedaba demasiado sufrimiento y tristeza, ahora, solo desolación, y soledad, y la certeza de la ausencia, que Dios te bendiga, mi ángel y que la paz sea contigo.

Mi ángel que moras en los cielos, ese eres tu, ser etéreo, que con su fuerza y su luz, ilumina nuestro caminar te despedimos una noche de otoño, una noche que tu decidiste no seguir luchando ya no querías sufrir más, y te fuistes, en silencio, sin avisar. En momentos de desesperación y de soledad, tu presencia nos da fuerzas para seguir avanzando. Con tu partida nos distes el regalo del Amor, tu sufrimiento y dolor, se transformaron en cantos de esperanza. S olamente en el lugar sagrado, donde moran las animas, surgen las lagrimas del desconsuelo, cuando en la soledad y la quietud del momento, me hallo sola ante ti, y allí, reposan tus restos, es cierto, pero tu espíritu vuela libre, y es necesario dejar marchar a aquellos que se fueron, porque siguen viviendo entre nosotros, porque mientras tengamos memoria con la que evocarles seguirán estando entre nosotros. Que Dios te bendiga.

Tu aniversario tiñe hoy de tristeza y te fuistes en la plenitud de tu vida, dejando un vacío irreemplazable,soledad y desamparo. Te recuerdo cada día, y tu presencia sigue muy viva en nuestra memoria. Te regalo estas palabras madre, mi amor, y el ángel que está a mi lado que me da fuerzas cuando éstas flaquean, que eres la esperanza ante el desaliento y la incertidumbre. Hoy me hubiera gustado regalarte una hermosa flor, aunque tan solo puedo honrar tu memoria con estas palabras, te quiero, y que mi ángel valedor, sea bendecido por la Misericordia del S eñor.

A ti, la flor del jardín de la vida, el transcurso del tiempo transforma en serenidad y madurez el dolor y el desconsuelo por la pérdida. Las lagrimas derramadas han dado paso a una serena madurez y tu partida tan inesperada como repentina, ha permitido restablecer vínculos truncados y reforzar afectos. Tu partida nos dio el regalo de poder vivir la vida en su plenitud y ser capaces de poder apreciar cada instante siendo conscientes de nuestro paso efímero por la tierra, así como de nuestra propia fragilidad y la de quienes nos rodean. A Dios me encomiendo cada día para que guíe mis pasos por el incierto camino de la vida y que con su misericordia, guiará mi caminar. Aprendí, de la aceptación de la pérdida, a intentar buscar en el amor la esencia de la vida, y ser capaz de poder disfrutar de la sencillez de las pequeñas cosas, aprendí, al aceptar tu pérdida, que ya nunca más volverías, y lo importante que es poder mostrar nuestros sentimientos, aprendí, también, el verdadero significado de la Amistad, al tener el soporte en tan duros momentos de aquellos que siempre estuvieron a mi lado, aprendí, a disfrutar de cada instante vivido y a aceptarlos como una profunda lección de la vida, aprendí, a no reprimir el llanto, o las emociones por la pérdida del ser querido, y acepté tu partida dejándote marchar,

vida, aprendí, de la transcendencia de las lágrimas como bálsamo que sanaron mis heridas, aprendí a dar gracias por estar viva y aprender de cada instante y experiencia vividos, por tener la oportunidad de aprender y de seguir avanzando por la senda de la Gracias Madre, por haberme dado tanto, te quiero.

Te dejo partir, mi ángel, y tu luz se transforma en fuerza que nos alienta en el camino de la vida, no exento de alegrías y sinsabores, de decepciones y de frustraciones. Madre, que la Paz sea contigo, que lo que en vida te fue negado lo alcances en el cielo. Velas por mis sueños, y sé que estás a mi lado, mi ángel guardián, muy presente en todos mis actos. Los momentos de soledad son aplacados ante la certeza de que tú, mi ángel benefactor, velas por mi bienestar. Por ti madre, van estas lágrimas y estas palabras, y solo puedo decirte, madre, te quiero que la Paz sea contigo.

Que el milagro de la vida se perpetúe día a día, que cada día vivido, sea un canto a la esperanza, que no haya nunca más, lágrimas que nos desgarren el corazón, y seamos capaces de amarnos sin temor a enfrentarnos a heridas no cerradas de un pasado lejano, que seamos receptivos al gesto desinteresado del amigo y del hermano, que seamos capaces de iniciar nuestro propio viaje desprovistos de rencores que nos impidan avanzar por la senda del amor. De aquella que recibimos el regalo de la Vida, solo puedo decir que Dios te bendiga, y que el Amor, en su inmensidad invada nuestra humilde morada, y ojala, no sea una quimera que llegue el día en el que seamos capaces de amarnos y respetarnos.

Mi luz, mi esperanza en tiempos presentes y quien es mi soporte cuando las fuerzas flaquean. A,allá donde moran las estrellas, estás tú, mi ángel, velando por nuestros sueños. Saber que estás a mi lado hacen los días más llevaderos, y las lágrimas se van espaciando en el tiempo. S er capaces de afrontar un nuevo día desde el optimismo y la madurez, tal vez, ese sea tu regalo. El desamor que viviste, tu propia soledad, tus miedos, te convirtieron en una sombra de tu propia existencia, y desde la humildad de quien tanto le falta por aprender, solo puedo decirte que la Paz sea contigo, que guíes nuestro caminar desde la honestidad y el amor y seamos capaces de juntar nuestras manos, acortando distancias,

El tiempo da sentido a nuestros recuerdos y cura las heridas de la ausencia y la calma, da la serenidad necesaria apaciguando noches de búsqueda desesperada y llanto desconsolado, El amor de una madre, es el mejor legado que podemos recibir, porque su amor, es incondicional y no entiende de barreras, ni de barreras infranqueables. Cuando la muerte cercena de forma tan repentina sueños e ilusiones, nuestro cuerpo se desgarra, y el recuerdo de la persona querida provoca profundos surcos en la conciencia. Desde la invisibilidad vela por nuestros sueños, y es el ángel que mora en nuestros recuerdos, y guía nuestros pasos en la oscuridad. El amor de madre, es desinteresado, generoso e incondicional, partícipe de las alegrías, como de las tristezas de sus amados hijos, el soporte cuando las fuerzas flaquean, y seca nuestras lágrimas desde la misericordia infinita, no espera nada, solo sabe dar amor.

A mi ángel, que se transformó en un ser de luz en las tierras del desamor, que tu ausencia, ya no es motivo de desconsuelo. Transcurre el ciclo de la vida y las estaciones dejan su huella, pero las lágrimas siguen su propio curso, evocando al ser querido que se fue. Gracias, por el regalo de la vida, por ayudarme a valorar lo importante de lo pequeño y sencillo, nunca olvidaré tus palabras y enseñanzas, tu recuerdo seguirá muy vivo, porque eres mi ángel valedor, que me guía, y está conmigo, te quiero. Madre

El camino del adiós, es el camino de las despedidas, de abrazos truncados, de palabras nunca pronunciadas, de lágrimas que rebosan amargura, pero también es la senda del amor, del perdón, y de ser capaces de olvidar aquello que al evocarlo nos causa dolor por heridas tal vez no cerradas. Se ha de aprender a querer al otro, desde la aceptación de la propia fragilidad y de nuestras limitaciones e imperfecciones, aceptando al otro desde la aceptación de sus errores, porque el amor de una madre hacia su hijo, es un amor incondicional, no exento de errores, pero aquella que nos dio la vida, se merece el respeto por su memoria, y honrarles desde el amor.

Donde había dolor por la pérdida de la persona querida, hay hoy serenidad y sabiduría otorgada por los dioses, como premio tras superar el camino de las lágrimas. Te busco, pero no te encuentro, pero ya tu ausencia no significa desconsuelo, no, tu ausencia, el vacío que dejastes es hoy aprender a vivir desde la aceptación de la perdida, es aprender de los sinsabores de la vida, a disfrutar de cada instante con aquellos a quienes queremos como un gran regalo de la vida, es poder compartir, lágrimas y alegrías, es dejar marchar a aquellos que quisimos, y sobre todo, a ser conscientes de nuestra propia fragilidad como personas que están de paso en la tierra, porque nuestras raíces son frágiles y precisan amor, paciencia, y tiempo, para poder asentarse y dar sus frutos.

Que el paso delo tiempo transforme el dolor en cantos de esperanza, que en terrenos estériles florezcan las flores regadas por las lágrimas de la amargura, que llenan el pozo de la tristeza. Las estaciones siguen su propio ciclo, florecen las flores y el estío aporta su luz diáfana a los días cotidianos, y tú, madre, eres un ser de luz que desde su invisibilidad vela por nuestros sueños. Doy gracias a dios por regalarme experiencias de la vida, por estar viva, por poder disfrutar de cada instante vivido ante la certeza de nuestro paso efímero por la Tierra. Creer en el amor como fuerza vital, como fuerza que nos guía en nuestro camino y sana heridas que solo el tiempo puede curar, mitigando nuestro dolor. A ti madre querida, te doy las gracias por haberme dado el regalo de la vida, por haberme enseñado a caminar por sus inciertos tramos, `por haberme dejado como legado tu amor incondicional, y por haberme dado tanto. Hubiera deseado poder abrazarte y poder compartir contigo tantas noches de soledad, tus miedos e inseguridades. No fuimos capaces de exteriorizar nuestros afectos y no surgían las palabras precisas por nuestra incapacidad de querer. Al cielo me encomiendo y cuando diviso el firmamento me imagino que allá estás tú, mandándoles un beso a las estrellas, es el beso que siempre quise darte, por tí madre, que tu luz no se apague nunca y nos guíe en momentos de incertidumbre, y sea esperanza ante el incierto mañana, Que la Paz sea contigo.

Madre querida, que tu ausencia ya no resulta dolorosa aunque tu presencia está muy presente en esta morada. Doy gracias a Dios, por el aprendizaje de la Vida que ha supuesto tu pérdida, por lo ganado en sabiduría y madurez. En silencio, lágrimas furtivas surgen cuando evoco tu nombre, pero mi animo está apaciguado desde la certeza que las heridas van cerrándose al culminar mi proceso de duelo. E s necesario, aprender a vivir sin el ser amado, a dejarlo marchar, sólo así, podremos concluir el proceso de aprendizaje que toda pérdida conlleva. Deseo que tu luz nunca se apague e ilumine siempre nuestro camino, Que Dios te bendiga,

Madre, enseñanos a caminar por la senda del amor, y a descubrir junto a la persona querida, la esencia del amor, que es la esencia de la vida, a través de las pequeñas cosas que dan sentido a nuestra existencia,. Enséñanos a a aprender a querer, a vivir sin ti, enséñanos a vivir sin mirar atrás, sería hermoso que pudiéramos formar el círculo del amor y nuestros abrazos nos encadenaran los unos a los otros, sería hermoso que nuestros vínculos fueran fuertes y nuestras raíces se asentasen en la tierra que nos vio nacer. Sería hermoso que el milagro del Amor, transformara nuestra existencia y sería hermoso que pudiéramos divisar en el firmamento nuestra estrella, la más bonita del firmamento, nuestra estrella, madre querida. Julia Gomez Lasheras

Madre, transcurre el tiempo y tu ausencia se va desdibujando, pero no tu recuerdo, que sigue tan vivo en nuestra memoria. Atrás queda el dolor y las lágrimas derramadas quedan silenciadas por el proceso de sanación del propio duelo, y donde antes había tristeza y desconsolación,y donde antes había tristeza y desconsuelo, ahora hay serenidad, y surge la esperanza de nuevos caminos. No importan ya, las palabras que no fueron pronunciadas, ni los abrazos que no pude darte. Cierro los ojos y sé que estás junto a mi, velando por mis sueños y anhelos. S er consciente de lo efímero que es todo, nos permite disfrutar y vivir desde la plenitud del instante vivido. A ti madre, te doy las gracias no solo por el regalo de la vida, sino por la aceptación de nuestra propia fragilidad y de los que queremos, porque cada día es una oportunidad para poder seguir aprendiendo y poder amarnos un poco más.

Madre, que la Paz del señor esté contigo, que tu recuerdo nunca se olvide y siempre te tengamos presente en nuestro caminar. Afrontar los retos de la vida, así como sus sinsabores desde la madurez, priorizar afectos y ser capaces de dar nuestro amor a aquellos que queremos, sin escatimar gestos o atenciones, ni demorar afectos para tiempos venideros, que tal vez nunca lleguen. El aprendizaje de la vida, tal vez sea el poder tomar consciencia de lo importante de vivir el presente. Hubiera deseado ser más generosa contigo, mostrar mi afecto y abrazarte en las noches en las que tan perdida te hallabas, me hubiera gustado decirte demasiadas cosas que ya no podré pronunciar, pero hoy te digo en la ausencia madre querida, te quiero, Julia Gomez Lasheras

La flor del jardín de los sueños rotos se ha transformado en el fruto de la esperanza en noches de incertidumbre. Allá donde la quietud vela por los sueños rotos de aquellos que un día partieron hacia confines remotos, allá donde nuestra fragilidad se muestra en toda su crudeza, allá donde ante los ojos del S eñor, somos todos iguales, y el lugar donde moran las ánimas en su última etapa, allí moras tu mi ángel, que vela por nuestros sueños. Mi ángel, transformado ya en ser de luz, es ya libre en su camino. El paso del tiempo disipa el dolor por la pérdida y perdura el recuerdo de la persona querida, el tiempo, envuelve en sus brumas los resquicios del pasado, y recordando es la única manera de preservar su memoria, que la Paz sea contigo, madre Julia Gomez Lasheras

El mañana, ya no es la incertidumbre de tiempos venideros, sino la certeza de lo efímero de nuestro paso por la tierra, de lo necesario de preservar nuestros vínculos y raíces, ser conscientes de nuestra propia fragilidad y de nuestro breve tránsito por la tierra que nos vio nacer nos permite afrontar cada paso como un eslabón del ciclo de la vida, donde aprendemos a curar nuestras heridas, aprendemos a querer, donde también aprendemos de los sinsabores y alegrías, y aprendemos a amar a nuestros seres queridos desde la aceptación, a dar gracias por el regalo de la vida. Quien me dio la vida, ya no está a mi lado, pero perdura su recuerdo y donde te encuentres quiero brindar contigo por nuevos amaneceres plenos de esperanza, y que atrás queden tantos días empañados por la tristeza y la amargura. Tu partida, transformó en oportunidades de crecimiento cada instante vivido, y cierro los ojos, y mi último pensamiento va para ti, mi ángel de las estrellas que con su amor me da el soporte y las fuerzas necesarias para seguir adelante, que Dios te bendiga.

Reencontrarse con nuestros vínculos y orígenes, volver a la tierra que nos vio nacer, secar nuestras lágrimas y aprender a vivir sin aquellos que tanto quisimos, el desgarro de la pérdida del amado, causa estragos en nuestra conciencia, y un vacío indescriptible se queda entre nosotros sin que nada ni nadie que pueda mitigarlo. El sufrimiento y el dolor, que tal vez nos provocaron hechos remotos se transforman en destellos que transforman en madurez y en sabiduría, todo lo vivido. Aprendemos a vivir desprendiéndonos de lastres que nos impiden avanzar, aprendemos a perdonar a aquellos que nos hicieron daño, sanamos heridas profundas, y anhelamos que la fuerza del amor ilumine nuestro caminar. Evocamos el ayer, pero tu recuerdo sigue muy vivo entre nosotros, porque aunque ya no estés físicamente entre nosotros compartiendo el ciclo de la vida, recordarte, es también evocar tantas noches de soledad y amargura, de lágrimas derramadas en la impotencia y en la desesperación, víctima de tu propia enfermedad que fue consumiéndote poco a poco. S é que sigues conmigo madre querida, y yo solo puedo recordarte con amor, por darme el regalo de la vida, atrás quedan los días teñidos de tristeza, hoy el sol brilla porque con tu luz iluminas recónditos lugares, porque el amor de una madre, traspasa fronteras y nos hace más grandes desde el gesto humilde e incondicional de nuestro ángel guardián. Julia Gomez Lasheras

Mi ángel, que estás tan cerca de nosotros que no siempre reparamos en ello. Creer es necesario para afrontar las diversas etapas del ciclo de la pérdida, necesario para reencontrarnos con nosotros. Te invoco desde el amor y el recuerdo, y cuando acudo a honrar tu memoria, en el lugar de las ánimas, allí fluyen las lágrimas sin que nada retenga su camino hacia la tierra donde moran los sueños truncados, la tierra de la desolación, mi madre querida. Aunque ya no pertenezcas ya al mundo de los vivos, y que ya eres un ser de luz, tu recuerdo sigue presente si bien tu ausencia me dejó un vacío irreemplazable, también me dejó la sabiduría de la experiencias, serenidad para afrontar el mañana, y cada día doy gracias por cada instante vivido, y por los regalos vividos. Evoco tu nombre y en la lejanía te mando un beso, tal vez el último que no pude darte. Cierro los ojos y allí estás tú, mi querido ángel, que la Paz sea contigo.

Madre te quería, pero me resultaba imposible exteriorizarlo muchas noches hubiera deseado poder secar tus lágrimas de amargura, y hubiera deseado poder compartir todo aquello que te angustiaba, y allí estabas tu, envejeciendo y rodeada de silencio y de la amargura, adentrándote cada día más en los caminos minados por la enfermedad, que transformaba en desolación tu vida, sufrías en silencio los efectos devastadores de la enfermedad y nuestros propios miedos nos enfrentaron al mal que te iba consumiendo, y un día, decidiste no luchar más, te hallabas cansada y extenuada por tanto sufrimiento y te fuistes como fue tu vida, en silencio. Con tu partida, dejastes desconsuelo y tristeza en un hogar que se iba fragmentando a diario por la fragilidad de sus propios cimientos, hoy esa tristeza se ha transformado en fortaleza, aunque he de decirte madre querida, que no pocas veces me siento muy sola, aun estando con gente, y tu partida no sirvió para que aprendiéramos a amarnos, y que fuéramos conscientes de lo efímero de la vida, y lo importante de preservar unos cimientos sólidos. Pienso en ti, y sé que no estoy sola, que sigues velando por mi, y por ti sigo luchando por un mañana diferente, que la paz sea contigo, ángel de las estrellas

Tal vez exista un alma cuando el cuerpo se transforma en energía y en materia viva, adónde vamos a parar cuando nos desprendemos del cuerpo terrenal? Quien sabe,... dicen, que nos transformamos en seres de luz, que los vínculos no se rompen, tal vez se transforman, y quizás quien sabe, si creer nos alienta y da fuerza. La fe, surge en momentos de crisis existencial y cuando la vida queda interrumpida. Necesitamos hallar respuestas en nuestro desconsuelo ante la partida del ser querido, nos aferramos a los recuerdos y en ocasiones al evocar al otro, su existencia se difumina con el transcurso de los días, pero no hemos de aferrarnos a lo que fue, o no pudo ser, debemos dejar partir a quien amamos, dejándole marchar avanzamos en nuestra senda desde la aceptación de la pérdida, aceptando la pérdida, sanamos nuestras heridas y aprendemos a vivir la ausencia arropados en la madurez y la sabiduría, tras la aceptación de su partida. El camino no está exento de duras pruebas y obstáculos que superar, y tal vez, demasiadas lágrimas son derramadas al evocar su recuerdo, lágrimas que empañan la mirada, pero a pesar de todo, es un regalo que nos brinda la vida, porque ser conscientes de lo efímero de los instantes vividos y compartidos, nos permite vivir en la plenitud y cada día es una ofrenda, porque es necesario dar gracias por todo lo vivido, y por estar vivos.

Gracias madre, por estar siempre a mi lado, ç gracias por el regalo de la vida, por tu amor incondicional gracias por el regalo de la vida, por tu amor incondicional sin esperar nada a cambio, y dando mucho en la ofrenda del amor. Gracias, por velar por mi en todo momento, gracias `por tantas cosas y mi amor me hubiera gustado mostrar, y apoyarte cuando la enfermedad iba minando tu vida, Demasiado sufrimiento y muy pocas alegrías, demasiadas lágrimas derramadas que nadie secó, y demasiada soledad. E sa fue tu vida durante tanto tiempo, y te pido perdón, madre y solo puedo decirte en este momento, te quiero y que la paz del señor esté contigo, por ti madre, por un mañana diferente.

Despertar de un largo sueño donde los recuerdos se mezclan con el presente. La serenidad de la aceptación,llena el vacío de la ausencia. Debemos de preservar la memoria de la persona querida, porque la voracidad del tiempo desdibuja el recuerdo. Recordando, no olvidamos es necesario honrar su memoria para que sanen nuestras heridas, y al pensar en ella hemos de hacerlo desde el amor, sólo así, liberaremos nuestro dolor, por eso madre, te dejo partir, mis lágrimas surgen cuando evoco tu memoria, allá en el Camposanto, y la fe, mi soporte en estos momentos de incertidumbre y tal vez de desconsuelo, sé que no estoy sola, que tu velas por mí, te quiero.

Madre, allá donde te encuentres ojala tengas la paz que en vida se te negó. Quisiera creer, que tal vez hay una esperanza, que la vida no se acaba cuando los vínculos se truncan, que tal vez, perdura el espíritu al convertirnos en ángeles, cuando abandonamos el soporte físico, quisiera creer en la Misericordia del S eñor, quisiera creer que el amor es la fuerza que alienta nuestro caminar quisiera creer que el amor es la fuerza que alienta nuestro caminar, quisiera creer que estás junto a mí, y que velas por mis sueños, quisiera creer que nunca te fuiste de mi lado, y quisiera decirte palabras que tal vez no fueron nunca proncunciadas. Te doy gracias por el regalo recibido, transformando mi dolor por tu ausencia en sabiduría y serenidad, y hoy te digo Madre, te quiero, que la paz del S eñor sea contigo.

El árbol de la vida, da sus frutos, alimentado por las lágrimas de la amargura. La simiente arropada por el amor, crece y muestra su esplendor en la madurez de su ciclo vital. Nuestras lágrimas han fertilizado tierras antaño estériles y hoy, la base de nuestros cimientos. Madre, eres ya un ángel, y tu reino no es de los vivos, te recuerdo cada día, pero no te retengo `porque sé que has de marchar, sé que siempre estarás junto a mí. Surge el amor, aportando luz por un mañana diferente, y te digo, Madre, que Dios te bendiga, ser luminoso que alienta el caminar de los herederos de tu legado. Quedan los gestos y las palabras, aunque los recuerdos se desdibujen, perdura tu legado: la madurez de la experiencia, la sabiduría de quienes han sanado sus heridas tras la aceptación de la pérdida, de quienes han aprendido a decir adiós, desprendiéndose de lastres del pasado, de quienes han secado sus lágrimas, dejando atrás la amargura, la desesperación y la soledad, y lo más importante:perdura la vida en todas sus manifestaciones, y aprendemos a disfrutar de cada instante vivido, siendo conscientes de nuestra propia fragilidad y de quienes nos rodean, por todo eso, gracias Madre. Julia Gomez Lasheras

Blanca paloma, tu espíritu vuela libre en los confines del amor, el recorrido ha finalizado y tú eres un ser luz. Doy gracias por tener la oportunidad del crecimiento tras la aceptación de la pérdida. Ya no hay lágrimas que empañen mi mirada al evocar tu recuerdo, y si, paz y serenidad. Te doy las gracias por la oportunidad de crecer, gracias,por haber existido y darme el regalo de la vida, gracias por ser mi ángel, que la Paz sea contigo, ser de luz

El tiempo nos recuerda que los días transcurren y caen las hojas del calendario y con ellas, vivencias y lágrimas derramadas. Ha pasado ya casi un año desde que te fuistes pero tu recuerdo sigue muy presente en todos mis actos cotidianos, y no hay día que no evoque tu recuerdo, pero te llevo muy presente, mi duelo tal vez esté finalizando, sé que tu espíritu es libre que tal vez pertenezcas a otra dimensión y que he de dejarte marchar con amor, porque cuando se quiere a alguien, se ha de dejar marchar. Mis heridas por la ausencia de quien ya no volverá se han transformado en madurez, serenidad y sabiduría, que tu luz sea mi referente y que la fuerza del amor, guíe nuestros pasos, que la paz sea contigo, Madre.

Mi blanca flor evocar tu memoria ya no causa dolor, de las pérdidas de la vida hemos de ser capaces de extraer los extractos de sabiduría que ésta nos otorga, hay serenidad tras la aceptación de la despedida porque nuestros cimientos se han fortalecido y el ciclo de la vida se cierra. Las lágrimas derramadas se han transformado en pozos de sabiduría, y aprendemos a no aferrarnos a lo material, a desprendernos de lo superficial y de lo banal. Aprendemos a vivir el presente, amando a aquellos que apreciamos y queremos, aprendemos a olvidar el dolor de acciones pasadas, aprendemos a perdonar, porque, vivir el presente es el mayor regalo de la vida.

Honrar la memoria de los que ya no están es necesario para poder ser consciente de lo frágil que resulta nuestra propia existencia. Recordarles es permitir que sigan existiendo en nuestra memoria, porque no hemos de olvidar a los amados, y que partieron, no hemos de ignorar lo antagónico de la vida, porque forma parte del ciclo de la vida. Para recordar a los que ya no están, no es necesario evocar su ausencia en fechas condicionadas por el calendario, sino que cada día es una pequeña ofrenda a su memoria, Tomar consciencia de nuestra fragilidad y de nuestro paso efímero por la tierra, es permitir aceptar la vida en toda su magnitud disfrutando de cada instante vivido con aquellos a quienes queremos

Ya hace un año que te fuistes una fría noche del mes de noviembre, dejando un vacío irreemplazable, aquí cierro mi homenaje a aquella que me dio el regalo de la Vida, y que con su marcha me enseñó tantas cosas, a ti madre, que la paz sea contigo, y gracias por todo, te quiero. Julia Gomez Lasheras 25 del 2008