PSICOANALISIS Y NEUROLOGIA. Parálisis motrices orgánicas e histéricas. Por: Fernando Gómez Cabal. 1 Congreso de Fepal. Santiago de Chile. Septiembre de 2008. EJE NEUROCIENCIAS. Palabras clave: Neurología, histeria, organicidad. Resumen: Se presenta la experiencia analítica con tres pacientes que inicialmente consultaron a Neurología, por síntomas que fueron centrales para Freud al inicio del Psicoanálisis; afasia, parálisis y amnesia, para resaltar la posibilidad de trabajar con ellos. Desde hace más de diez años estoy vinculado a una institución médica y esa experiencia me ha permitido trabajar con pacientes que difícilmente hubiesen llegado a nuestra consulta a pesar de que padecen problemas comprensibles por el Psicoanálisis. Quiero evocar el hermoso trabajo de Freud de 1893, donde además de mostrarnos su reflexión lógica, define el problema mente-cuerpo de manera muy elegante y clara. A continuación presentaré tres pacientes que tuvieron un primer acercamiento neurológico y que luego recibieron mi atención: El primer ejemplo es el de un hombre de 24 años, drogadicto con uso exagerado de alcohol y cocaína, que en medio de un estado de intoxicación se lanzó desde un quinto piso con la suerte que el lugar de los hechos está localizado muy cerca de la clínica donde estoy vinculado. Contó además con la fortuna de ser atendido por un equipo 1 Miembro Titular Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Se autoriza su publicación a FEPAL. 1
excepcional compuesto por un internista y dos neurocirujanos que lo atendieron desde su ingreso. Mi contacto con el paciente se inicia un mes y medio después, cuando ya está en su casa, por presentar muchas dificultades para su manejo debidas al cuadro postconmocional y al síndrome amnésico confusional, asociado a psicosis. No solo el paciente muestra manifestaciones psicóticas sino que todo el entorno está también presa de desconcierto y ansiedades intensas. Esto se interpreta como determinado por la sensación de impotencia y de sobrecogimiento implícitos ante el acto suicida. Como primera medida indico suspender todas las terapias que se realizan con el paciente y hago equipo con dos enfermeros que lo cuidan y que están día y noche con él. Busco empezar a comunicarme con él visitándolo diariamente y buscando generar una relación constante dentro de un ambiente lo más tranquilo posible. Me sorprendió, que teniendo el prejuicio de que el paciente tendría, un daño importante de sus funciones neurológicas, que el paciente tenía pudor hacia la desnudez. Esto me hizo cambiar mi opinión y me llenó de optimismo. Con las visitas se hace evidente la amnesia anterógrada, pero en las siguientes visitas tengo la sensación transferencial de que aparece constancia objetal. Cada día que pasa la comunicación se hace más fluida y empezamos a hablar de su vida a pesar de la negación absoluta del accidente. Aparece su personalidad de base caracterizada por inmenso negativismo, pobrísimo apego a la vida lo que contrasta con la preocupación y afecto que le profesan sus compañeros de colegio y universidad a quienes encuentro visitándolo. Al enfrentarlo con lo sucedido lo niega totalmente. Transcurridas dos semanas comienza a asistir a mi consultorio y al mismo tiempo recomiendo reiniciar terapia física y una terapia de fonoaudiología, con una profesional con quién he trabajado simultáneamente con otros pacientes, quien diseña un modelo de trabajo acorde a la problemática del paciente 2
privilegiando la recuperación de los referentes témporo-espaciales y la recuperación de los procesos lógicos. Transcurridos dos meses de trabajo diario en el consultorio, durante los cuales muchas de las sesiones parecían la primera, a pesar de que muestra familiaridad y que lo siento constante en la transferencia, se hace más evidente un gran trastorno melancólico con grandes inhibiciones en especial hacia el trato con mujeres. En este momento se diagnostica hipertensión endocraneana secundaria a las neurocirugías y le practican una derivación ventrículo-peritoneal. Sorprende la recuperación casi inmediata de la memoria por la decomprensión del hipocampo. Desde el punto de vista psicoanalítico me llamó la atención que no sentí cambios en la transferencia, ya que ya estaba establecida y lo que sucedió fue que el proceso se enriqueció, pudiendo empezar a hablar de lo sucedido estableciéndose un proceso terapéutico formal. Me ha llamado la atención el proceso de duelo hacia los tóxicos que consumía y a pesar de que ha anunciado que posiblemente va a volver a tomar licor, dice, con nostalgia que ya no tiene tantos deseos de hacerlo. De hecho el duelo es más por su nueva actitud. Se han comenzado a trabajar sus inhibiciones y su sentido de la vida. El segundo ejemplo es el de una mujer de 50 años, casada, con dos hijos, quien hace cinco años sufrió un gravísimo cuadro embólico de la arteria cerebral media izquierda, con la suerte de haber sido tratada con microcirugía vascular, practicándosele una anastomosis, a través de un trepano, uniendo la arteria temporal extracerebral con una rama de la arteria trombosada. Como secuelas quedaron hemiplejía derecha y disfasia expresiva. La paciente asiste cumplidamente a mi consulta, en silla de ruedas y acompañada por alguien que la auxilia, tomando taxi para venir de su casa. Durante las primeras sesiones se hizo evidente una gran severidad agravada por la inmensa herida 3
narcisistica determinada por la discapacidad. Su rabia se hacía más manifiesta cuando luchaba por encontrar la palabra necesaria para expresar algo. Gracias a señalamientos, a mi actitud tranquila y al hacerle ver que lo importante era que estamos trabajando, que no debemos tener presión con el tiempo, su actitud se ha tornado más tolerante con sus fallas e incluso ha comenzado a reaccionar con humor ante sus equivocaciones. Las sesiones empezaron a traer material de su historia desde su infancia, de sus padres, del duelo por la pérdida de ellos, de sus hijos, de su matrimonio que tenía problemas importantes desde antes de su enfermedad neurológica. Para ella también ha sido de gran ayuda el trabajo conjunto con la fonoaudióloga ya mencionada, haciendo énfasis en los procesos de comprensión y de expresión. En este momento su trabajo se ha orientado más a la elaboración de sus dificultades emocionales haciendo caso omiso de las secuelas neurológicas. A la tercera paciente la conozco cuando está hospitalizada al cuidado de neurología por presentar un cuadro agudo de astasia-abasia, parálisis del brazo derecho, disminución del tono de su voz, conducta demandante y pueril, a pesar de ser una profesional de 30 años que incluso dice ser profesora universitaria. A pesar de lo claro de su cuadro clínico es sometida a una investigación diagnóstica completa. El proceso terapéutico se inicio con tres vistas diarias durante su hospitalización y se continuó con sesiones cinco veces por semana en el consultorio. Durante el tratamiento relató que sabía que lo suyo era emocional, pero que su madre, quien todo quiere controlar, fue quien le impuso la consulta con el neurocirujano que la hospitalizó. Hacia el tercer o cuarto encuentro relata, con gran expresión emotiva, ser virgen y que sólo se admitiría trato sexual mediando matrimonio religioso. Me llamó la atención la irrupción del tema sexual cuando mi actitud fue simplemente de brindar un espacio de confianza y discreción. 4
Luego inicia el relato de las múltiples desavenencias en su hogar y su creencia de que sus padres no se han separado gracias a mí. El padre, juez superior, tiene una relación muy estrecha con ella y refiere que él realiza sus actividades recreativas con ella y queda implícito que lo hacen excluyendo a la madre. Luego aparece el relato del inicio de la crisis que sucede cuando fue sorprendida por la madre teniendo acercamientos sexuales con un hombre varios años menor que ella y al parecer subalterno suyo en el trabajo y hacia quien profesa gran ambivalencia. Luego aparece el relato de un noviazgo que duró cinco años y que se desbarató hace dos, ocho días antes de la fecha concertada para un matrimonio que se celebraría con grandes fiestas. Al novio, un extranjero que vivía migrante en su ciudad, lo había convencido para que cuando se casaran vivieran en la misma calle donde está la casa de sus padres y donde ella vive. En relación a la parálisis y a los demás signos de eventual compromiso orgánico, desaparecieron en el curso de la primera semana de tratamiento. En este momento esta muy motivada para continuar su análisis pero debe hacer algunos acuerdos laborales y dice estar planeando trasladarse a vivir a Bogotá por este motivo. Sobre estos tres ejemplos me permitiré hacer algunas reflexiones que los unifican y que describen mi actitud para lograr que, de una postura de búsqueda de atención centrada en el cuerpo, aparezca interés por su mundo interno y a lograr inquietudes sobre el sentido de la vida y sobre sí mismos. Quiero resaltar que los síntomas de los tres pacientes amnesia, afasia, parálisisocuparon la atención de Freud, en especial durante su tránsito de la neurología al psicoanálisis y estos pacientes nos permiten pensar de nuevo las bases de nuestra disciplina y su método de reflexión. Por otra parte, recordar que el Yo es ante todo corporal y que cuando habla el cuerpo es que está comunicando ansiedades muy profundas, que con un acogimiento 5
apropiado, podemos lograr que se simbolicen y puedan comprenderse dentro de un proceso mediado por el desarrollo de la transferencia. La experiencia con estos pacientes me hace evocar la idea de Donald Meltzer de recolección de la transferencia descrita en su libro El Proceso Psicoanalítico, que a través de generar una continuidad de una manera insensible y progresiva, por que no decirlo, natural, los pacientes van centrando en el proceso y en el analista su atención y el tratamiento se consolida. Quiero resaltar una resistencia que ubico en prejuicios del analista, consistente en que ante las manifestaciones corporales nos bloqueamos para pensar psicoanalíticamente. Si el analista hace abstracción de dicho compromiso orgánico y ve a la persona, el proceso comienza a marchar fácilmente y el paciente no se diferenciará de otros pacientes analíticos. Pienso que este aporte cabe dentro del tema del Congreso Persona y Presencia del Analista ya que muestra una modalidad de trabajo que me ha permitido servir psicoanalíticamente a personas que usualmente no hubieran consultado a pesar de que sus problemas han sido materia de estudio de nuestra disciplina desde sus inicios. 6