Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Samuel Santos López, en la Lección Inaugural del Curso Académico 2014 de la UNAN Managua Después de años de haber salido de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN Managua, regresamos muy complacidos, viendo a nuestra Alma Mater trabajar en condiciones incomparablemente mejores a las de aquella época. La época, de aquellos largos años, en que todo el esfuerzo, toda la energía de nuestro pueblo y del Frente Sandinista de Liberación Nacional, estuvo dirigido al derrocamiento de la dictadura militar somocista, hasta llegar en nuestra lucha, a aquel glorioso e inolvidable 19 de julio de 1979, cuando pudimos izar las banderas azul y blanca de la patria, y rojinegra del Frente, para hacerlas ondear en libertad por primera vez en toda nuestra historia. En aquellas batallas libradas, tuvimos el privilegio de convivir junto a extraordinarios y heroicos compañeros que entregaron sus vidas por la transformación de las condiciones de vida de nuestra Nicaragua, afirmando así nuestras convicciones patrióticas y revolucionarias, heredadas como pueblo de Sandino, Zeledón, Carlos y los héroes y mártires de nuestra Guerra de Liberación nacional. Aquellos fueron tiempos duros, de forja, de heroísmo, de patriotismo, de sacrificio sin límites, de revolución. La dictadura somocista se aferró al poder criminal que la sostenía, y en su empeño, desató campañas de terror en las montañas del norte de nuestro país, contra las familias campesinas que eran encontradas sospechosas de cooperar con las columnas guerrilleras que el Frente Sandinista dirigía, para enfrentarse a la genocida Guardia Nacional, e igualmente, en las ciudades sembraba el terror, entre los estudiantes, los obreros, las redes de colaboradores de la guerrilla urbana, y los empresarios patrióticos. Ésa fue la verdadera noche oscura de Nicaragua, la de la dictadura militar somocista! En esas condiciones, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Núcleo de Managua, junto a la de León, fueron bastiones de resistencia política. Sus aulas y cátedras sirvieron de muchas maneras a la causa sandinista dando a conocer: el pensamiento revolucionario de Carlos Fonseca, la teoría marxista-leninista; reviviendo a Sandino en toda su dimensión. Profesores y estudiantes se comprometieron a fondo con las demandas populares y de la misma universidad, entre ellas: cese a la represión en montañas, campos y ciudades; libertad para los prisioneros políticos; no al asfixiante costo de los servicios básicos; desarrollo para todos y no sólo para la minoría oligárquica enquistada en la dictadura. Fueron jornadas memorables en las que se forjó el espíritu de la universidad. Jornadas como aquélla que, en León, el 23 de julio de 1959, marcó con sangre el compromiso de la universidad y los estudiantes. Tenemos que recordar, también, cómo el Frente Sandinista se nutrió de estudiantes que, desde el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), pasaron a la filas de la guerrilla en las montañas y en la lucha urbana. Gloria a los universitarios, que marcaron el rumbo del porvenir con su sangre, con ellos estamos hoy comprometidos en ser excelentes, tanto en el quehacer académico, como en el compromiso social que nos exige la nueva etapa de la revolución que
vivimos, a partir del nuevo triunfo electoral del Frente Sandinista en las elecciones generales del 2006. Este espíritu de lucha y sacrificio por conseguir el verdadero cambio. Esta herencia de quehacer indomable que ha forjado y forja también hoy a nuestros jóvenes, uniendo el estudio de los libros con el estudio y el conocimiento de la realidad política y social de nuestro pueblo, la visión humana integral universal, es lo que anima a esta comunidad universitaria completa: trabajadores, estudiantes, profesores y autoridades, a quienes abrazamos desde lo más profundo de nuestro corazón, agradeciendo al Rector Magnífico y a las autoridades superiores el honor que nos han concedido con esta invitación para impartir, la Lección Inaugural del Año Lectivo 2014. Es pues, esta ocasión, la que nos trae aquí, a compartir con ustedes, las experiencias y reflexiones, que en materia de relaciones exteriores de Nicaragua, hemos acopiado el equipo de compañeros y compañeras que trabajamos en el Ministerio de ese nombre, delegados por el compañero Presidente de la República, comandante Daniel Ortega Saavedra. La política exterior de Nicaragua, como la de todos los países del mundo, se encuentra enmarcada y regida por la Constitución del Estado. Su aplicación concreta se regula a través de la ley del servicio exterior. En Nicaragua, la definición de esos principios que están recogidos en la Constitución, y la redacción de la ley, le corresponde a la Asamblea Nacional. El Presidente de la República, es así facultado por la ley, para dirigir la política exterior y las relaciones internacionales conforme el análisis de la realidad internacional, y se apoya en el Ministerio de Relaciones Exteriores para la puesta en práctica de esta política. La filosofía de la política exterior contenida en la Constitución de Nicaragua en su espíritu y letra no ha sufrido mayores cambios desde la constitución de 1987, que es la Constitución de la Revolución Popular Sandinista. Sin embargo, los gobiernos neoliberales pretendieron ignorar esos principios, haciéndolos depender de su enfoque e interés político, al margen del compromiso con la dignidad de la nación y del amor a la patria. Finalmente a la historia, no se le escapa esta manipulación. Los principios constitucionales que fundamentan nuestra Nación y la definen en relación al resto del mundo son: Independencia, Soberanía y Autodeterminación. El fundamento histórico, vale decir el fundamento científico de estos principios, está dado por las invasiones e intervenciones extranjeras sufridas por Nicaragua a lo largo de su historia y por la lucha sin cuartel librada por nuestro pueblo para defender sus derechos. La Nación considera estos principios, como derechos irrenunciables y atentar contra ellos es atentar contra la vida del pueblo, de ahí que la obligación de todo nicaragüense es preservarlos y defenderlos. Esto significa que estamos obligados a exaltar nuestros valores culturales, a afianzar nuestra identidad nicaragüense; a abrazar nuestra diversidad cultural y étnica; y a defender nuestro arraigo nacional, geográfico y político. Consecuente con los principios que la definen, Nicaragua proclama en su Constitución su compromiso por la defensa de la paz mundial y el establecimiento de un orden internacional justo, o sea por el equilibrio en las relaciones políticas entre naciones, lo que en síntesis es:
No, al injerencismo, no, al intervencionismo en los asuntos internos de otros estados, no, a la dominación y explotación colonialista o imperialista, no a la discriminación, opresión y subordinación entre estados, y no a la agresión política, militar, económica, cultural o religiosa entre estados. No al uso de armas nucleares y de destrucción masiva. Sí, a la amistad y solidaridad, y por supuesto entre los pueblos, Sí, al aseguramiento del asilo político, si, a hacer prevalecer el principio de solución pacifica en las controversias entre naciones, usando los medios que ofrece el derecho internacional. Sí, al trato reciproco entre estados. Igualmente es un principio constitucional, la aspiración de Nicaragua, por la unidad de las naciones centroamericanas, y la unidad, de las naciones latinoamericanas y del caribe, conforme el pensamiento de Bolívar y Sandino. Venimos trabajando en la promoción y desarrollo de todas las instancias y organismos que se han creados con tal fin. Ya Bolívar durante el tiempo de lucha por la independencia, y Sandino en el siglo pasado en la guerra de Nicaragua contra la invasión extranjera, habían visualizado la integración de los pueblos de la región como forma legítima de avanzar en la construcción de un orden internacional más justo y equilibrado en la convivencia entre las naciones. Bandera que recoge el comandante Hugo Chávez Frías, líder de la Revolución Bolivariana y un gigante de la unidad de nuestra América Latina y caribeña. Desde 1987 se recogen en nuestra Carta Magna, la defensa de nuestro territorio, como derecho y cómo deber de los nicaragüenses, por mantener la integridad territorial en todo momento, reforzando la soberanía legítima sobre sus tierras y sus mares. Igualmente manifiesta la Nación su apego a reconocer las obligaciones internacionales sobre su territorio siempre que se hayan consentido libremente, que estén conforme con la Constitución de la República y se apeguen al derecho internacional. También constitucionalmente, ha sido establecido que Nicaragua no reconocerá ningún tratado acordado entre terceras naciones, en el que Nicaragua no haya participado como parte tratante, y que menoscabe su derecho o cercene su territorio afectando sus fronteras continentales y marítimas. Se previó con acierto ya desde 1987, ese peligro de los entramados de tratados entre terceros que pretendían desde entonces quitarnos territorio nicaragüense y pensando también en aquellos intentos que se pudieran producir en el futuro. Vale recordar que nuestras verdaderas reivindicaciones territoriales sólo fueron posible desarrollarlas con el triunfo de la revolución popular sandinista en 1979, cuando Nicaragua recobró su plena independencia y autodeterminación. Ya en la década de los años 80 comenzamos la lucha por la recuperación de nuestro mar caribe. Además, en ese entonces, enfrentando una guerra de agresión desde el norte, que pretendió liquidar nuestra revolución y llevando a la corte internacional de justicia a ese gobierno agresor. La condena de la Corte Internacional de Justicia, contra el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica fue una contundente victoria jurídica, política y moral de Nicaragua. En la actualidad la importancia de los principios constitucionales a los que nos referimos anteriormente, aparte de afirmar nuestra identidad nacional, radica también en que estos principios
son los que unen a todos los países que hemos sufrido o estamos amenazados de sufrir agresión militar, o de sufrir la manipulación del capital financiero internacional. Estos principios tienen ahora una clara vigencia y en mucha mayor escala, para nuestra región y para el resto de naciones, inmersos como estamos en el llamado mundo globalizado. todos estos principios constitucionales en aquella época de los años 80 tenían una total validez y una importancia vital para Nicaragua, que enfrentaba entonces una guerra de agresión extranjera encubierta, ahora continúan teniéndolo en un contexto de agresión no militar, pero sí integral en el marco de la guerra de cuarta generación. El panorama mundial actual es de enorme complejidad: a la par de las amenazas a la calidad de vida de la mayoría de la población del mundo, que todavía permanecen en este 2014, como son el genocidio, las guerras e invasiones entre Estados, las crisis especulativas financieras y económicas mundiales, la pobreza, carestía, hambre, epidemias y deterioro ecológico, el uso de armas químicas, nucleares, biológicas y tecnológicas, el terrorismo y la delincuencia transnacional organizada, a la par de todas estas amenazas, somos testigos del desarrollo tecnológico y material más avanzado, veloz y fuerte de los últimos siglos y décadas, la comunicación instantánea y sin límites, el trabajo humano apoyado por el desarrollo tecnológico que no conoce fronteras en el universo. La inmediatez del conocimiento y la información desvanecen los bordes entre la realidad y la ficción. Pero bien. Qué nos toca hacer en este contexto mundial? Vivimos tiempos de globalización, pero también tiempos de integración, para enfrentar con éxito los enormes problemas y desafíos que han surgido con el desarrollo histórico, económico, social y cultural de la humanidad. Nicaragua como el resto de naciones está clara de la importancia que Latinoamérica y el caribe tiene para el mundo. Y lo importante que es la integración para sus pueblos, la fortaleza que representa para su desarrollo material y humano, y para avanzar en el equilibrio político entre las naciones. nuestra región que tiene el mérito de haber iniciado el derecho internacional, porque antes de la independencia ya estaban planteando los libertadores, en particular Simón Bolívar, la necesidad de una unidad política sobre la base de un conjunto de normas jurídicas que permitieran la convivencia pacífica, no solo a lo interno sino frente el resto del mundo. Esta previsión de Bolívar fue recogida por Martí y posteriormente por Sandino. En el caso concreto de América Latina y el Caribe, la lucha por el restablecimiento de la multilateralidad y el restablecimiento del equilibrio geopolítico mundial, tomó nuevo auge, retomando la iniciativa de la revolución pacífica por la segunda independencia, iniciada con el triunfo de la Revolución Bolivariana. Y la máxima expresión en la región latinoamericana, de este esfuerzo por el restablecimiento de la multilateralidad y del equilibrio mundial, ha sido el surgimiento de la comunidad de estados latinoamericanos y caribeños: la CELAC. Es necesario entonces recordar y mantener viva la memoria del presidente Hugo Rafael Chávez Frías como uno de los principales impulsores de la CELAC, tampoco nos podemos olvidar de un gran líder Fidel Castro Ruz y de otros líderes de esta América, así como también la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América, el ALBA, que llevan su impronta libertadora, su visión latinoamericana y caribeña y su enorme visión de futuro. La CELAC ha logrado la unidad en la diversidad, porque no todos los países de la región actúan conforme los principios filosóficos que hemos estado subrayando. Recordemos que no todos los países se están integrando comercialmente con la misma filosofía de unidad política. La mayoría de
nuestros países cree en el desarrollo interno de la región y así orientan su comercio, asumiendo su integración al comercio internacional en forma complementaria. Pero hay otros que lo hacen al revés. Aquí se nos viene también a la memoria los nombres de algunas organizaciones de unidad regional, como Petrocaribe, el SICA y otras más que se suman a esa aspiración continental y caribeña. Cuando hablamos de relaciones exteriores nos referimos a las relaciones entre Estados, mientras que cuando hablamos de relaciones internacionales se incluyen todas las otras relaciones que se producen en la comunidad internacional, abarcando múltiples expresiones, como son las organizaciones internacionales, los organismos financieros internacionales, la banca internacional, las empresas, los llamados Organismos No Gubernamentales, y por supuesto las instancias de unidad política, así como las de unidad comercial de todas las regiones, que se han venido desarrollando en las naciones, más allá de los Estados. Obviamente igual que en otros países, en Nicaragua las relaciones internacionales se llevan no solamente a través de las distintas instancias del gobierno, sino también a través de múltiples organismos privados. En Nicaragua por primera vez en la historia, para darles un sentido de coordinación completo a las relaciones internacionales, ha sido el Gobierno del Presidente Ortega el que ha plasmado en un solo documento todas las políticas públicas que tienen que ver con el desarrollo integral del país, ese documento es el Plan Nacional de Desarrollo Humano. Este plan determina las metas y los pasos estratégicos para desarrollar el país en beneficio de las grandes mayorías. Nos ayuda a enfocar los recursos humanos y materiales que requerimos como nación para desarrollarnos y que nos está permitiendo dar esos enormes saltos en beneficio de los que han sido siempre olvidados. Por ello es necesario que el esfuerzo que el mundo académico ya está haciendo para estudiar en detalle el PNDH, se amplíe al ámbito universitario, no solo a las carreras humanistas, sino también a las científicas, porque este plan abarca: derechos humanos, desarrollo económico nacional, y sobre todo el desarrollo social en su más amplia acepción. La comunidad universitaria entera debe dirigir sus esfuerzos formativos y de investigación para insertarse en la dinámica de trabajo de dicho plan. Entre las políticas que cabe enunciar: están las relacionadas al desarrollo y mejora de la infraestructura productiva y comercial, la construcción de puertos, aeropuertos, carreteras, oleoductos, zonas de libre comercio, hospitales, escuelas, calles, entre otros. Pero vamos a destacar, en términos muy generales, la máxima obra programada en infraestructura del país, el Gran Canal por Nicaragua, conforme declaraciones del compañero Presidente Daniel Ortega Saavedra. En la actualidad este proyecto tiene un valor incalculable para el comercio marítimo internacional, sobre todo porque los barcos post panamá controlan el 85% del comercio marítimo mundial y actualmente no tienen forma de pasar del Pacifico al Atlántico Americano y viceversa, obligando a estos barcos a transitar alrededor del continente africano y del americano. El proyecto del Gran Canal está caminando con especial suceso. Se espera esté concluido en el año 2020. Ya se han iniciado los estudios de pre factibilidad y de impacto ambiental para elegir la ruta a utilizarse, que se dará a conocer a lo largo del presente año, para luego iniciar la construcción
también a finales de 2014, tal y como lo señaló nuestro presidente. Estos estudios están siendo realizados por empresas de gran prestigio mundial en cada ámbito, porque como la mayoría de los inversionistas conocen, el proyecto incluye 2 puertos de aguas profundas uno en cada uno de los océanos, 2 aeropuertos internacionales uno en cada puerto, un ferrocarril interoceánico y un oleoducto también interoceánico. Entenderán así Ustedes la magnitud de la inversión requerida, valorada actualmente en 40,000 millones de dólares. El proyecto tiene la ventaja que está abierto al capital privado y público de todas las naciones de la tierra, incluyendo, por supuesto, américa latina y el caribe de manera prioritaria. Sin duda el mundo académico aquí presente, se habrá percatado de la urgente necesidad de adecuar los contenidos académicos, atendiendo a la demanda de profesionales y técnicos que está requiriendo el PNDH, así como esta obra del canal y todas las demás de infraestructura que hemos mencionado. Esta es una preocupación nacional compartida por todos los sectores, y queremos felicitar al CNU, la UNAN y al sector académico oficial, por el liderazgo que han asumido en esta discusión y en las propuestas correspondientes. Permítanme hacer una reflexión de carácter general. Desde hace muchos años el mundo académico de todas las latitudes y en todos los niveles de educación ha venido discutiendo sobre la necesidad de encontrar un equilibrio entre la educación formal, la que reciben los muchachos desde pre escolar hasta la universidad de forma estructurada y dirigida, y la otra la educación informal que les da el ámbito social en que se mueven, de forma fraccionada y eventual y muchas veces imprecisa. Una relación cada vez más desequilibrada y hoy agudizada al máximo con la introducción de la informática. Qué hacer para que un joven se entusiasme con la enseñanza organizada con un pensum que exige largas horas de estudios para asimilarlo y comprenderlo, frente a la fácil inmediatez de conocimiento a veces no exacto ni confiable, que les da la informática?. No es solamente un problema de motivación para el estudio, es un problema real, cualquier inquietud, en cualquier ámbito del conocimiento humano, los jóvenes pueden obtener información, o al menos creer que tienen acceso a ella a través del internet. No somos especialistas en educación ni en metodología educativa, pero estamos seguros que el mundo académico ya está abocado a buscar una solución a este desequilibrio entre conocimiento formal y conocimiento informal. La universidad que nosotros conocimos en la década del 70 nada tiene que ver con la universidad actual. Me refiero al número de carreras servidas, al número de estudiantes totales de la universidad, a la magnitud de las instalaciones físicas, y desde luego a la dimensión del cuerpo docente y directivo. Iniciamos nuestra lección inaugural refiriéndonos a la universidad de los 70 s. las cifras que disponemos nos dicen que en aquella época éramos unos 13,064 alumnos. En el año 2014 la matrícula de la UNN Managua se ha multiplicado a 33,800 estudiantes, un 25% de toda la matrícula de pregrado de las universidades nacionales. Un avance extraordinario!, pero también una
gigantesca responsabilidad mayor. Dichosamente nuestro gobierno está comprometido con el sector de educación en todos los niveles, no solamente en términos cuantitativos, sino principalmente con relación a la excelencia en todos sus niveles, en particular en lo académico. Esto lo queremos subrayar porque hace la verdadera diferencia entre la universidad que vivimos en aquella época; reprimida por la dictadura, negada como condición necesaria para el desarrollo humano y material y las condiciones actuales en las que se busca integrar a todos los sectores en la dinámica educativa, elevando los niveles técnicos y universitarios, desde sus bases como son las escuelas primarias y secundarias. Una sola línea. Para ello trabajamos en este gobierno en la búsqueda de mejores condiciones para todos, y eso, es la verdadera democracia. Y quiero finalizar trayendo aquí una referencia a la que obliga el momento político muy propio y muy nuestro: el 19 de noviembre de 2012 pasará a nuestra historia como un día de orgullo nacional, de celebración de nuestra soberanía. En aquella fecha, la Corte Internacional de Justicia resolvió favorablemente las principales demandas que planteamos desde los primeros momentos del triunfo de nuestra Revolución Popular Sandinista para recuperar un caribe que nos había sido escamoteado a través de tratados amañados y amparados en la fuerza. Con ese espíritu, con esa fuerza, con la fuerza histórica y moral del pueblo nicaragüense seguimos avanzando, continuamos construyendo la Nicaragua de todos y para todos, sintiéndonos responsables y dueños de nuestro futuro. Muchas gracias