Borrador, junio 19, 2008 (9195 palabras). Se ruega no citar.



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Lavín 2000 o Piñera 2006 Cuál de las dos candidaturas amenazó más el poderío electoral de la Concertación? José Miguel Izquierdo, Instituto Libertad, jmizquierdo@institutolibertad.cl Mauricio Morales, Universidad Diego Portales, mauricio.morales@udp.cl Patricio Navia, Universidad Diego Portales/New York University, patricio.navia@udp.cl Borrador, junio 19, 2008 (9195 palabras). Se ruega no citar. Las candidaturas presidenciales de la Alianza en Chile en 1999 y 2005 ocurrieron en contextos políticos, económicos y sociales muy distintos. Aunque en ambos casos la Alianza fue derrotada por los candidatos de la Concertación, Joaquín Lavín alcanzó un 48,7% de la segunda vuelta en enero de 2000, mientras que Sebastián Piñera llegó al 46,5% en enero de 2006. Si bien Lavín y Piñera vieron frustrados sus esfuerzos por llegar a La Moneda, podemos sugerir que Lavín resultó ser mejor candidato que Piñera? Dado que ocurrieron en contextos muy distintos y que se enfrentaron a diferentes aspirantes concertacionistas cuál de las dos candidaturas fue más efectiva en mermar el poderío electoral de la Concertación? Utilizando encuestas de opinión pública realizadas semanas antes de ambas elecciones, evaluamos el efecto de distintos indicadores económicos y políticos sobre la intención de voto para Lavín en la segunda vuelta de enero de 2000 y Piñera en la segunda vuelta seis años después. Con indicadores de aprobación presidencial, optimismo frente a la situación económica futura del país, identificación política de las personas (con coalición, tercios derecha, centro e izquierda y partido político) e indicadores socio-demográficos, explicamos la intención de voto por el candidato de la Concertación o por el principal candidato de la oposición. Que define el voto de las personas? Se han sugerido variables económicas, sociales, culturales y coyunturales como explicativas del comportamiento electoral. Por ejemplo, variables étnicas o religiosas clivajes explicarían las razones del voto en democracia (Lipset and Rokkan 1967). Otras perspectivas han subrayado la relevancia de variables socio-demográficas y económicas que explicarían cambios inter-temporales en las preferencias electorales (Evans 2000; Grofman 1995). Estas son consideradas como variables de largo plazo que, en su mayoría, adhieren a los enfoques teóricos y metodológicos originarios de las escuelas de Columbia y Michigan. Por otro lado, hay variables económicas que afectan el desempeño electoral (Lewis-Beck and Stegmaier 2000). Cuando la situación económica es mala, los votantes castigan al partido en el poder. El concepto de voto económico (Grofman 1995; Popkin 1995, 1994) supone que los electores reaccionan a los cambios de corto plazo en el desempeño económico del país (socio-tropic voting) o de su situación personal (pocket-book voting.) Por cierto, si bien también existe evidencia que las promesas realizadas en campaña y la credibilidad que los electores dan a los candidatos (voto prospectivo) importan, son más comunes los modelos que analizan el comportamiento de los votantes a partir de 1

evaluaciones retrospectivas que realizan sobre los gobiernos en ejercicio y la credibilidad histórica de los candidatos (voto retrospectivo). Las diferentes herramientas utilizadas para dar cuenta del comportamiento electoral de las personas pueden ser agrupadas en cuatro familias de modelos (Lau and Redlawsk 2006). El primer grupo de modelos entiende a los electores como decisores racionales desapasionados. Con base en evaluaciones retrospectivas sobre el desempeño de las autoridades salientes y consideraciones prospectivas sobre las promesas de los candidatos, los electores toman decisiones evaluando toda la información disponible (Lau y Redlawsk 2006: 8). Este grupo de modelos ha sido popularizado por el teorema del votante mediano (Downs 1957) y ha sido perfeccionado con contribuciones asociadas con la llamada escuela de Rochester (Adams et al. 2005). Un segundo grupo de modelos subraya la predisposición de los electores a ciertos partidos y corrientes ideológicas. La información que reciben en las campañas es filtrada a favor de pre-concepciones políticas. Esta familia de modelos usualmente denominados como Modelo de Michigan o sicología social supone que los electores votan por partidos. Más aún, sus posiciones tienden a ser consistentes en el tiempo. Los votantes heredan atributos (religión, etnia, condición de clase, militancia política de sus padres, valores culturales y morales, etc.) que determinan sus propias preferencias electorales (Lipset and Rokkan 1967). El tercer grupo de modelos supone que los electores toman decisiones rápidas (Lau y Redlawsk 2006: 12). Los electores pueden ser votantes que se preocupan de un solo tema (single-issue voters) o que utilizan atajos de información para decidir su voto (Lewis- Beck and Stegmaier 2000). Estos atajos de información bien pudieran ser la militancia partidista de los candidatos. Las predicciones de estos modelos son consistentes con los del segundo grupo. Las razones que explican el comportamiento de los electores son distintas, pero las herramientas para anticipar dicho comportamiento son similares. De acuerdo al segundo grupo, los electores nacen socialistas. De acuerdo a este tercer grupo de modelos, la condición socialista del candidato constituye un atajo de información que permite a votantes irreflexivos decidir darle su voto. Finalmente, el cuarto grupo de modelos considera que los electores deciden su voto como respuestas semi-automáticas a situaciones a las que se ven enfrentados con cierta frecuencia en vez de realizar cuidadosos cálculos probabilísticos de las consecuencias asociadas con las diferentes alternativas (Lau y Redlawsk 2006: 13). Aquí, los electores no son disciplinados militantes bien informados ni tampoco irreflexivos decisores. Los electores son consumidores insuficientemente informados. Pero a menudo están propensos a votar por opciones que no representan necesariamente sus mejores intereses. Así, un votante con conciencia de clase puede creer equivocadamente que el candidato socialista privilegiará los intereses de su clase y por tanto le entrega su voto. Históricamente, los estudios sobre el comportamiento electoral en Chile han privilegiado las explicaciones socio-culturales y de condición de clase (Przeworski and Soares 1971; Gil 1966; Parrish et al. 1967; Loveman 1988; Kaufman 1972; Operations and Policy 2

Research Inc 1964). Estas explicaciones son consistentes con los modelos 2 y 3, aunque algunas explicaciones recientes explican el comportamiento electoral a partir de análisis de las condiciones económicas coyunturales (Cerda and Vergara 2007; Morales 2007). La democracia chilena ha mostrado niveles de consolidación similares a los observados en países industrializados (Stein et al. 2006). Por eso, la utilización de modelos con variables socio-económicas que den cuenta de las preferencias de los votantes parece apropiada. Porque la fortaleza del sistema de partidos y la continuidad en políticas económicas aplicadas por los gobiernos democráticos han dado estabilidad al sistema político, podemos aplicar modelos usados en democracias consolidadas para entender las preferencias electorales en Chile. Adicionalmente a que la democracia está institucionalizada, la fortaleza del sistema de partidos y la continuidad en los patrones de preferencias electorales (Valenzuela and Scully 1997; Garretón 1989; Torcal and Mainwaring 2003) hacen de Chile un caso más similar al de las democracias establecidas que a las democracias emergentes e inestables. De acuerdo a varios estudios, el comportamiento electoral chileno está históricamente determinado (Valenzuela and Scully 1997; Scully and Valenzuela 1993; Altman 2004). La inercia lleva a los ciudadanos a sufragar una y otra vez de la misma manera. Por ello, las preferencias electorales agregadas son tan estables. En su estudio, Scully y Valenzuela (1993) demuestran que los porcentajes de votación obtenidos por cada tendencia política son similares entre las votaciones del período 1969-1973 y las parlamentarias de 1989. Para ellos, existe una consistencia en el apoyo electoral de la ciudadanía en favor de los tradicionales tercios. Recientemente se ha producido un intenso debate respecto a la supervivencia de los clivajes políticos que existían antes de 1973. Mientras algunos han reiterado el argumento que los tradicionales tercios han sobrevivido (Valenzuela and Scully 1997; Montes et al. 2000; Valenzuela 1999; Torcal and Mainwaring 2003; Garrido and Navia 2005; López and Morales 2005; López and Martínez 1999; Morales 2007), otros argumentan que la dictadura produjo un reordenamiento de los partidos de acuerdo a un criterio pro y anti autoritarismo. Este nuevo eje a menudo se asocia con las posiciones que tomaron los partidos respecto al plebiscito de 1988 (Agüero 1998a; Tironi and Agüero 1999; Agüero 1998b; Tironi et al. 2001; Allamand 1999; Angell 2005; Tironi 1999). Por cierto, ambas posturas suponen que los votantes poseen posiciones políticas permanentes en el tiempo y que están determinadas por historias políticas personales o creencias profundamente arraigadas (más similar al modelo Michigan que al de actores racionales del modelo de Rochester). Así, por ejemplo, aquellos electores que votaron en contra de Pinochet en el plebiscito de 1988 continuarían siendo pro-concertación en elecciones posteriores. Más aún, incluso aquellos que apoyaban a la izquierda antes de 1970 continuarían siendo más proclives a votar por la izquierda después de 1989. Aquí, evaluamos la posibilidad que haya personas que no están condicionadas por esos clivajes y que, en cambio, se comportan electoralmente reaccionando a variables sociodemográficas y socioeconómicas que evolucionan en el tiempo. Así, si bien los 3

partidos de izquierda pueden tener su base electoral en sectores populares y tradicionalmente manufactureros e industriales (López 2004; Przeworski and Soares 1971; Valenzuela 1977a; Valenzuela 1977b; Neusse 1978; Gil and Parrish 1965; Angell 1993; Gil 1966; Garretón 1989), las fluctuaciones en el porcentaje de votos que reciben responderían a cuestiones más bien coyunturales. Además, durante la década de los 90 el país creció en forma acelerada y su economía se transformó profundamente (Cortázar and Vial 1998; Larraín B and Vergara M 2000). Por eso, las zonas geográficas que históricamente constituyeron bases de apoyo para la izquierda bien pudieron haber sufrido transformaciones tales que ya no sigan siendo bastiones de ese sector. Después de un reconocido predominio electoral de la derecha en provincias agrícolas tradicionales (Correa Sutil 2004; Loveman 1988; Kaufman 1972), la agro-industrialización a partir de mediados de los 80 bien pudiera haberlo debilitado (Kurtz 2004; Winn 2004). A su vez, la desindustrialización en zonas mineras o en áreas industriales que florecieron al amparo de la sustitución de importaciones e indujeron el crecimiento de sindicatos bien pudieron haber contribuido a debilitar los bastiones electorales de la izquierda (Angell 2003; López 2004). Estos cambios estructurales en la sociedad no implican que los clivajes sean irrelevantes. Estos se pueden mantener, pero la composición socio-económica de la sociedad puede cambiar. Los obreros siguen votando por la izquierda, sólo que ahora hay menos obreros y éstos residen en lugares diferentes. Pero antes de examinar las variables que influyeron en el comportamiento electoral en las presidenciales de 1999 y 2005 y previo a discutir si las bases electorales de Lavín y Piñera se diferenciaron significativamente, evaluamos el contexto de ambas contiendas presidenciales. El contexto social, político y económico en 1999 y 2005 Hasta qué grado la votación por Lavín en 1999 y por Piñera en 2005 responde a variables explicativas distintas? Fueron similares las razones que llevaron a un poco menos de la mitad de los chilenos a apoyar a Lavín en 1999 y a Piñera en 2005? Responden ambos electorados a los mismos incentivos? Para comparar en forma adecuada el contexto en que surgieron las candidaturas de centro derecha en 1999 y 2005, así como analizar la suerte que corrieron los candidatos Lavín y Piñera, distinguimos tres aspectos diferenciadores de ambas campañas. Primero está la aprobación presidencial del presidente saliente. La elección de 1999 se celebró cuando la aprobación del Presidente Eduardo Frei era de un 28%, de acuerdo a la prestigiosa encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), la más baja observada hasta entonces para un mandatario de la Concertación. En 2005, en cambio, la aprobación del presidente saliente, el también concertacionista Ricardo Lagos, era de un 58%, la más alta observada para cualquier presidente saliente desde el retorno de la democracia. La votación de Lavín en 1999 pudo haber sido positivamente influida por la baja aprobación que tenía Frei mientras que la alta aprobación de Lagos en 2005 pudo dañar la votación de Piñera. Segundo, la situación económica del país era muy distinta. Mientras la elección de 1999 se desarrolló en un período de percepciones económicas negativas, en 4

2005 Chile vivía una etapa de fuerte crecimiento. Consecuentemente, bien pudiera ser que Lavín se haya beneficiado de la frustración del electorado mientras que el éxito relativo de Piñera haya estado asociado con las mejores expectativas de futuro que entonces existían. Tercero, la Concertación presentó distintos candidatos en cada elección. Si bien tanto Lagos como Bachelet eran socialistas, la condición de mujer de Bachelet en 2005 bien pudo haber generado una cierta solidaridad de género entre las mujeres votantes (Izquierdo et al. 2008; Morales 2007; Izquierdo and Navia 2007). Para abordar esos puntos, realizamos primero un breve repaso histórico. Planteamos que la caída en popularidad de Lavín hacia 2005 generó incentivos para que la derecha prefiriera presentar dos candidatos presidenciales. Luego, analizamos los factores institucionales que determinaron la relación de cada candidato con sus partidos políticos y evaluamos la evolución de la percepción pública de ambos liderazgos. Lavín: Auge y caída de su liderazgo Tras las elecciones de 1999, Lavín quedó posicionado como una figura de recambio en la oposición con altas posibilidades de ganar las próximas presidenciales. Pero en la primera vuelta de 2005, Lavín fue superado por Piñera, el otro candidato de la Alianza. Cuáles fueron las causas que llevaron a la derecha a presentar dos candidatos presidenciales en una elección que se define por mayoría absoluta? Y, qué explica el aparente agotamiento de Lavín después de las presidenciales de 2000? Lavín enfrentó las elecciones de 1999 en un período de crisis económica. Eso dañó la aprobación del Presidente Frei (1994-2000). El segundo presidente de la Concertación enfrentó dos crisis económicas internacionales, el tequilazo mexicano y la crisis asiática de 1998, que contribuyeron a un fuerte deterioro en los indicadores de crecimiento. Entre 1987 y 1997, el promedio de crecimiento había alcanzado un 7,7%, mientras en los últimos años de Frei el desempeño de la economía registró una fuerte desaceleración. En 1998 el país creció un 3,3% y, en 1999 el indicador cayó a un 0,3%. En dicho contexto, Lavín se alzó como un candidato que ofrecía un cambio, con una agenda mediática abocada a ofrecer soluciones a los problemas prioritarios de la gente (seguridad, empleo, salud y educación) y que convocaba al gobierno a los mejores. Lavín desarrolló una estrategia de campaña permanente desde la posición de alcalde de Las Condes (1992-2000), un reducto de la Alianza, donde el pacto promediaba un 62% en votaciones anteriores y donde Lavín había obtenido, en su re-elección de 1996, un 77,7%. Tras su estrecha derrota en la segunda vuelta de enero de 2000, Lavín quedó posicionado como el principal líder en la Alianza. Su opción política fue mantener su posición de relevancia a partir de su plataforma de crecimiento electoral, la gestión edilicia. Pero, esta vez, la opción de la Municipalidad de Santiago le permitía aspirar a liderar la comuna capital. La apuesta era que, dado que Lagos debía completar un período presidencial de 6 años, Lavín podía ejercer como alcalde de Santiago por el periodo 2000-2004 y dejar el municipio después de una gestión exitosa 13 meses antes de la elección presidencial de diciembre del 2005. Como candidato a alcalde por Santiago en octubre de 2000, Lavín 5

logró un 61% de los votos, incrementando el promedio reciente de votación de 48% de la Alianza en esa comuna. Así, Lavín dejó ver que su estrategia para alcanzar el poder estaba centrada en cinco ejes. Primero, la centralidad en la acción y la eficacia; su discurso se orientaba a la solución de problemas, más que en el debate político. Segundo, la distancia de los partidos políticos; se aparta de la conflictividad y de la imagen de ineficacia del sistema político. Tercero, la elaboración de una agenda mediática de alto impacto, o campaña permanente. Cuarto, el concepto de cambio ante la Concertación. Quinto, la alcaldía de Santiago fue utilizada como un símil a lo que sería gobernar el país. Como alcalde de Santiago, Lavín buscó obtener la jerarquía de un hombre Estado. Esta estrategia dio frutos mientras la economía se mantuvo estancada. En 1999, el gobierno de Frei enfrentaba serias dificultades y gozaba de magros índices de aprobación. En este contexto político y económico adverso para el mandatario saliente y para la coalición oficialista, Lavín desarrolló una campaña mediática de identificación con el sector popular que resultó relativamente eficaz. Sin embargo, ni los magros resultados económicos ni la caída del presidente en ejercicio fueron suficientes para que Lavín tuviera éxito, aún enfrentando al primer candidato socialista desde el malogrado gobierno de Salvador Allende. Como muestra la Figura 1, la Alianza mejoró sus resultados electorales mientras se mantuvo bien evaluado el liderazgo de Lavín. Sin embargo, este proceso de efectividad electoral (transformación de liderazgo nacional en votos localizados geográficamente), sólo afectó positivamente a la UDI. En las elecciones 2000 y 2001, la Alianza creció en la medida que creció la UDI, el partido más extremo de la derecha. Cuando la UDI baja, la votación de Alianza se sitúa en la misma tendencia. 6

Figura 1. Evolución electoral de la Alianza, 1997-2005 100 80 60 40 20 0 Diputados 1997 Muninicipal 2000 Diputados 2001 Muninicipal 2004 Diputados 2005 Pop. Lavín RN UDI Alianza Fuente: Elaboración propia a partir de datos en http://www.elecciones.gov.cl Ya que era un poderoso patrimonio electoral, contar con el apoyo de Lavín era imprescindible tanto para los candidatos RN como UDI. Al 2001, previo a las elecciones parlamentarias de ese año, dicho apoyo fue cuestionado, minando su imagen de imparcialidad y lejanía de los avatares políticos. Posteriormente, con miras al 2005, Lavín había solicitado a los parlamentarios de RN el respeto a una tríada. Él quería unidad en la Alianza, mantener una sola candidatura presidencial y, a la vez, abrir la competencia en las candidaturas al parlamento de la Alianza en todo el país. Esta estrategia ponía en serio riesgo la capacidad de RN para lograr la elección de un número razonable de parlamentarios. El cronograma electoral imponía, además, una elección municipal en 2004 que, inevitablemente, se presidencializó. Lavín señaló que Santiago es la madre de todas las batallas en un escenario político que en ningún caso sería favorable, ya que había cambiado el sistema electoral (a un mayoritario) y su posicionamiento público había caído notablemente. La merma electoral y la pérdida del control de cerca de cien municipios implicaron una derrota anticipada de Lavín, aunque Santiago se mantuvo en manos de un edil de centroderecha. Lavín, en esta dimensión, cometió el error de intentar que los partidos de Alianza supeditaran sus intereses particulares a su candidatura. Asimismo, su intento por mantenerse alejado de los partidos sufrió modificaciones relevantes debido a causas exógenas. Cuando ya las encuestas de opinión pública mostraban una tendencia a la baja, la Alianza se vio envuelta en un escándalo, de tráfico de influencias, que la dividió profundamente. Tras dos meses de dificultades, Lavín intervino en la coalición, alejándose de su estrategia de diferenciación, y pidió la renuncia a los presidentes de RN Sebastián Piñera y de la UDI Pablo Longueira, demostrando una intervención política carente de formas propias de una democracia. 7

Dec-94 Jun-95 Dec-95 Jun-96 Dec-96 Jun-97 Dec-97 Jun-98 Dec-98 Jun-99 Dec-99 Jun-00 Dec-00 Jun-01 Dec-01 Jun-02 Dec-02 Jun-03 Dec-03 Jun-04 Dec-04 Jun-05 A la interrupción de su estrategia de posicionamiento, se sumó, además, un cambio drástico en las condiciones políticas y económicas del país. De acuerdo con la teoría racional del comportamiento electoral, cuando cae la asociación entre clase social y la intención de voto, las variables de corto plazo adquieren relevancia para explicar la conducta electoral. Así, tanto la intención de voto captada por Lavín como la posterior ventaja que obtuvo Piñera en 2005, pueden ser entendidos como efectos de la inversión en las condiciones de aprobación de la gestión económica y la consecuente popularidad del presidente saliente. Así, Lavín sufrió la completa inversión en las condiciones económicas (Figura 2) y en la evaluación que los ciudadanos hacían del liderazgo presidencial saliente (Figura 3). Si en 1999 la percepción sobre la situación económica era mala, en 2005 ya era optimista. De la misma forma, mientras la aprobación del presidente saliente en 1999 era baja, en 2005 el presidente Lagos gozaba de una alta popularidad. En otras palabras, en un contexto de satisfacción generalizada con el desempeño económico del país y con el manejo político del gobierno de Lagos y de la Concertación en general Bachelet surgió como una combinación de la continuidad en políticas económicas con el cambio en temas como la inclusión y una mayor participación ciudadana en las decisiones de gobierno (Izquierdo and Navia 2007). 80 70 Figura 2. Percepción sobre situación económica del país Buena y muy buena Ni buena ni mala Mala y muy mala 60 50 40 30 20 10 0 Fuente: elaborado por autores a partir de datos de http://www.cepchile.cl A dos años de asumir como Alcalde de Santiago, Lavín se encontraba con un gobierno con bajos niveles de aprobación, pero a partir del año 2002, éste comenzó un alza que lo situaba en niveles históricos de aprobación. Asimismo, mientras los tres primeros años del gobierno de Lagos mostraron una media de crecimiento económico de 3,3%, entre 8

2004 y 2005 el país creció, en promedio, un 5,2%. Con todo, la estrategia de perfilamiento de Lavín ya no era efectiva en este escenario político. 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Dic-94 Jun-95 Dic-95 Figura 3. Aprobación presidencial, 1994-2005 Aprueba Desaprueba No aprueba ni desaprueba Jun-96 Dic-96 Jun-97 Dic-97 Jun-98 Dic-98 Jun-99 Dic-99 Jun-00 Dic-00 Jun-01 Dic-01 Jun-02 Dic-02 Jun-03 Dic-03 Jun-04 Fuente: elaborado por autores a partir de datos de http://www.cepchile.cl Dic-04 Jun-05 Como muestra la Figura 4, Lavín fue reemplazado en sus bases electorales por un nuevo liderazgo. Sin renovación, a diciembre de 2004 aparecía como un candidato con decrecientes opciones electorales. Como hemos señalado, el cronograma electoral marcó su suerte. Al dirigir la campaña municipal de 2000 y la parlamentaria de 2001, mientras su liderazgo parecía incontrarrestable en un contexto donde el crecimiento económico seguía siendo débil y arreciaban escándalos de corrupción, la derecha obtuvo sus mejores resultados electorales desde el retorno de la democracia. Sin embargo, la constante crítica a su gestión edilicia, el tipo de políticas públicas que impulsó desde Santiago, la recuperación económica y el alza en la popularidad del gobierno de Lagos, derivaron en una temprana desafección de la ciudadanía hacia el estilo y la oferta de Lavín. Muy tempranamente, entonces, el lavinismo pasó a ser una mala palabra. Dicho fenómenos comenzó a traducirse en cambios en la posición de actores políticos relevantes ante la proximidad de las parlamentarias de 2001. En RN, su presidente Alberto Cardemil, ex vocero del gobierno militar de Augusto Pinochet, debió abdicar a favor de Sebastián Piñera, principalmente, por la dificultad de llegar a un acuerdo parlamentario con la UDI. Así, el empresario volvía a tomar una posición relevante en la política nacional, después de haber sido senador por la principal circunscripción del país y de haber dejado la actividad pública en un ambiente de fuerte cuestionamientos. Desde ese momento, entonces, Piñera ocuparía un sitial privilegiado para impulsar la renovación de las bases partidarias y sus estatutos, diseñando un camino que, posteriormente, generaría grandes dividendos políticos. 9

60 50 Figura 4. Intención de voto elecciones presidenciales de 2005 Bachelet Piñera Lavín 40 30 20 10 0 Oct-01 Ene-02 Abr-02 Jul-02 Oct-02 Ene-03 Abr-03 Jul-03 Oct-03 Ene-04 Abr-04 Jul-04 Oct-04 Ene-05 Abr-05 Jul-05 Oct-05 Fuente: elaborado por autores a partir de datos de http://www.cepchile.cl De hecho, en esta posición, Piñera, quien en 1999 había visto frustradas sus intenciones de ser el abanderado presidencial de la Alianza, hacia el 2001 se convirtió en el interlocutor preferido del gobierno. Esto permitió que, en el ejercicio de la presidencia de su partido, Piñera se convirtiera en pieza clave en las negociaciones para modernizar el Estado y transparentar el financiamiento de la política, que surgió como efecto de los escándalos de corrupción conocidos durante los primeros años de la administración de Lagos y que explicaban su pérdida de popularidad. Como se observa en la Figura 4, Lavín enfrentó una caída en la intención de voto que comenzó en diciembre de 2003. En paralelo, el pacto se preparaba para enfrentar uno de los desafíos electorales más grandes que ha debido enfrentar, puesto que Chile cambió su sistema para elegir alcaldes, pasando de una norma proporcional a otra mayoritaria. En 2004, el estrepitoso fracaso electoral de la derecha lo llevó a conformarse con gobernar en 105 de 345 comunas, perdiendo gran número de las principales comunas del país. Junto a la pérdida del domino en el poder local, la derecha sufría el desperfilamiento de su principal figura presidencial. En paralelo, entonces, se alzaban los incentivos para que RN optara por un camino propio. La desafección de RN hacia Lavín se hizo aún más patente cuando Lavín intervino para sacar de la presidencia a Piñera y Longueira, quienes no cesaban en su enfrentamiento. La distancia de los RN hacia el candidato UDI comenzó a sentirse en las negociaciones que preparaban la segunda elección municipal que enfrentó Lagos en su mandato, en octubre de 2004. Asimismo, en la preparación de la campaña, Lavín pedía a los partidos demasiado altruismo y entrega a la causa presidencial. En cambio, su propio partido realizaba jugadas que lesionaron la percepción de que la UDI estaba dispuesta a conceder cuotas de poder a sus socios de RN. A lo anterior se sumaba otra lesión de confianzas y lealtades provocada en la elección parlamentaria de 2001, cuando Lavín dudó en apoyar con su imagen la candidatura de los postulantes al congreso de RN. De esa forma, la cercanía con Lavín del partido liberal de derecha, especialmente de sus bases, decreció 10

tanto por la acción política concreta del candidato como por el efecto provocado en la opinión pública por su gestión edilicia, exhibida hasta el punto de la exageración. El golpe de gracia a la afección de las cúpulas RN hacia el candidato UDI ocurrió en diciembre de 2004, cuando la encuesta del CEP reveló que Lavín había perdido diez puntos porcentuales de intención de voto respecto a igual mes del año anterior. La elección municipal había afectado sus opciones presidenciales y, en paralelo, Bachelet se imponía como la figura oficialista con mejores opciones de acceder al poder, apoyada en la reactivación del ritmo de crecimiento y en un popular mandatario saliente. En 2005 se sumó un factor adicional al escenario que debilitó la estabilidad del pacto de centro derecha. El Congreso había aprobado una reforma constitucional que reducía el período presidencial a cuatro años sin reelección, fijando para siempre la simultaneidad de los comicios parlamentarios y presidenciales. De esta forma, las dudas que sembró Lavín en el pasado, además de su constante pérdida de popularidad, hacían que RN buscara una alternativa propia para evitar que la UDI aprovechara la candidatura de Lavín para consolidarse como partido hegemónico en la Alianza. La coyuntura política de 2005 dividía a RN entre sus bases y la cúpula partidaria. Por un lado, como hemos dicho, la afección a Lavín se debilitó tempranamente en la militancia. Pero dicho efecto no fue el mismo para los parlamentarios, quienes presionaban al partido para asegurar el apoyo de Lavín, como candidato presidencial único, en las elecciones presidenciales. La tensión fue dirimida por el órgano superior de RN, el Consejo Nacional. De hecho, la instancia revirtió una decisión anterior de la cúpula partidista, agrupada en la Comisión Política Ampliada que, en abril de 2005, había ratificado el apoyo de ese partido a la candidatura de Lavín. Convocado para mayo, el Consejo Nacional apoyó la tesis de que era necesario contrapesar la incidencia que tendría un presidenciable UDI en la distribución de escaños parlamentarios en el pacto, proclamando a Piñera como candidato presidencial del partido. Esto, que ha sido interpretado como una señal de institucionalización del partido (Barozet and Aubry 2005), llevó a que la derecha, nuevamente, se presentara dividida a una elección presidencial. En la elección presidencial de diciembre, Piñera obtuvo un 25,4% de los votos, superando a Lavín, quien recibió un 23,2%. Piñera enfrentó a Michelle Bachelet en segunda vuelta, cayendo derrotado ante la candidata de la Concertación (53,5%). Con un 46,5% de los votos en segunda vuelta, Piñera logró una menor votación que la que Lavín había obtenido seis años. Pero dado que el contexto político y económico era muy distinto, podemos sugerir que Lavín fue mejor candidato? O pudo ser que Piñera lograra una sorpresivamente alta votación pese a que las condiciones económicas y políticas eran favorables para la Concertación y su candidata? Los determinantes de apoyo a Lavín y Piñera Para caracterizar las bases de apoyo de los dos candidatos de derecha considerando los comicios presidenciales de 1999 y 2005, hemos seleccionado las encuestas preelectorales de ambos años, construyendo modelos de regresión logística binomiales a fin 11

de encontrar algunos determinantes de la intención de voto por cada uno de los candidatos. Siguiendo las recomendaciones de la teoría, en primer lugar realizamos esta caracterización con variables de largo plazo (sexo, edad, nivel socioeconómico, educación, religión, escala política) y luego con variables de corto plazo (percepciones de la situación económica del país y personal, y aprobación al gobierno). En este sentido, considerando las variables de largo plazo, seguimos los planteamientos del modelo sociológico respecto a que el voto está determinado, entre otras variables, por la pertenencia a clase social o adscripción religiosa. De este modo, la conducta electoral sería explicada más por la trayectoria e inserción socioeconómica del individuo que por motivaciones políticas contingentes (Crewe 1995; Lazarsfeld et al. 1944). En oposición a estas afirmaciones, la escuela de la elección racional plantea, muy generalmente, que el voto corresponde más a las motivaciones de los individuos y a la utilidad que podrían obtener en caso de que su candidato fuese el ganador. Así, es posible dar cuenta de los determinantes de corto plazo y, en términos más particulares, a lo que se ha conocido como voto económico (Grofman 1995; Popkin 1994). Acá la conducta electoral está determinada por las evaluaciones que realizan los individuos respecto a sus condiciones económicas personales (egotrópicos) y las del país (sociotrópicos) (Kinder and Kiewiet 1981). Para ambas instancias se consideran las evaluaciones prospectivas y retrospectivas; es decir, la valoración del pasado y del futuro como factores determinantes del voto. Una de las interpretaciones de mayor consenso sobre este tema es que las variables sociotrópicas tienen mayor peso relativo que las egotrópicas sobre la intención de voto, explicando de mejor forma la conducta electoral de los individuos (Kiewiet 1983; Nannestad and Paldman 1994; Alvarez and Nagler 1995). Esto fundamentalmente derivado de que las evaluaciones a nivel país involucran directamente a los gobiernos y a los partidos que lo respaldan, mientras que las evaluaciones a nivel personal son responsabilidad, principalmente, de los propios individuos. Finalmente, y considerando las evaluaciones pasadas y futuras, los resultados de las investigaciones más relevantes sobre el tema señalan que son las visiones prospectivas las que mayor influencia presentan sobre la intención de voto, pues en ellas se fundamentan las expectativas de los individuos respecto a las acciones del gobierno (Lewis-Beck 1988; Lockerbie 1992). Sobre la base de estas consideraciones hemos construido nuestros modelos. La variable dependiente para cada uno de ellos es dicotómica, presentando el valor de 1 cuando la intención de voto es por el candidato seleccionado, y 0 cuando no lo es. Este último valor agrupa no sólo a los otros candidatos presidenciales, sino que también a las opciones restantes ( nulo, blanco, no votaría, no sabe, no contesta ). Las variables independientes, en tanto, se dividen en las de largo y corto plazo. Para cada conjunto de variables se realizan modelos por separado, evitando los problemas de multicolinealidad entre las variables independientes. Para ello se realizan sucesivas combinaciones a fin de no sobre-estimar algunos coeficientes. Por ejemplo, en el caso de los modelos de largo plazo existe una correlación significativa y relativamente fuerte (-0,574 con p 0,001 para la medición de 2005) entre nivel socioeconómico y educación. A fin de sopesar correctamente el peso relativo de cada uno, en el modelo 1 insertamos ambas, para luego efectuar las combinaciones respectivas. 12

La Tabla 1 muestra los determinantes de largo plazo mencionados para Lavín 1999, mientras que la Tabla 2 exhibe dichos determinantes para Lavín y Piñera 2005. En la Tabla 1 se observa el impacto del sexo de los encuestados sobre la adhesión a Lavín. En concordancia con los resultados electorales finales de esa elección, el candidato de la Alianza logró mayor respaldo entre las mujeres. Esto es consistente en todos los modelos, presentando escasas diferencia entre ellos. Luego, en los modelos 4 y 5, y al excluir la escala política, se advierte un determinante religioso considerando la autodefinición católica de los encuestados. Probablemente, esto no solamente se explique por la adhesión de los votantes UDI a la candidatura de Lavín, sino que también por la migración de votantes DC hacia el representante de la Alianza. Finalmente, al insertar la escala política, los valores y significancia de los coeficientes son robustos. Como era de esperarse, en la medida en que se avanza en la escala política, menor es la probabilidad relativa de apoyo a Lavín, manteniendo constante el resto de las variables. Además, la escala tiene un alto impacto sobre la capacidad de pronóstico de los modelos. De hecho, cuando se la considera, dicho pronóstico sobre pasa el 77%, mientras que en el evento contrario no se supera el 67%. Además, si bien los seudo R 2 no son del todo válidos para este tipo de modelos, se advierte su incremento cuando la escala política está presente. La Tabla 2, en tanto, muestra los determinantes de adhesión hacia Lavín y Piñera en 2005. Un importante elemento de discontinuidad en el apoyo al representante de la UDI está en el sexo de los encuestados. Si en 1999 las mujeres presentaron mayor disposición a votar por Lavín, en 2005 las diferencias entre mujeres y hombres no son significativas. Esto se explica por la presencia de Bachelet, pues uno de sus determinantes de adhesión más relevante estuvo en las mujeres, cuestión que es consistente tanto a nivel de encuestas como en el análisis de su desempeño electoral por comuna (Morales 2008). Tal interpretación se encuentra estrechamente asociada con los resultados de la adhesión hacia Piñera. En este caso, fueron los hombres quienes más decididamente lo respaldaron. Al considerar el nivel educativo de los encuestados, advertimos un segundo elemento de discontinuidad respecto a 1999, donde esta variable carecía de significancia estadística. Así, para 2005, los votantes con educación básica mostraron mayor disposición que los encuestados de nivel universitario para apoyar al candidato de la UDI, situación opuesta a los determinantes de votación por Piñera, manteniendo constante en resto de las variables. En este caso, fueron precisamente los encuestados con educación universitaria los más dispuestos a sufragar por él. Los coeficientes cambian más bruscamente en los modelos de este candidato debido a la estrecha relación entre nivel socioeconómico y educación, más aún si consideramos que tanto los ABC1 como los universitarios manifestaron claramente su mayor intención de voto por el abanderado de RN. Luego, por religión, no se advierte el determinante católico en la adhesión a Lavín, pero cuando excluimos la escala política, al igual que para 1999, los católicos manifiestan una mayor disposición a votar por este candidato. Por cuestiones de espacio no mostramos este modelo, pero es importante dejar establecido el elemento de continuidad en su base de apoyo considerando la variable religión. 13

Finalmente, y resguardando su carácter estrictamente opositor, Lavín presenta coeficientes más robustos que Piñera en la escala política. Al compararlos, se advierte la mayor disposición de los encuestados de derecha para votar por el candidato de la UDI y la evidente menor disposición de los encuestados de centro izquierda e izquierda para tomar igual decisión. En ambas candidaturas los coeficientes para la categoría centro carecen de significancia estadística, cuestión que no deja de sorprender considerando la declarada intención de Piñera por atraer esta masa de votantes, particularmente del PDC. En la misma Tabla 2, ahora profundizando en los determinantes de intención de voto hacia Piñera, se advierte, además del sexo de los encuestados, la prevalencia del nivel socioeconómico y de la educación. Como señalamos, ambas variables se encuentran relacionadas, lo que no permite visualizar diferencias cuando interactúan. El modelo 1 es un buen ejemplo. En cambio, cuando se excluye cada una de ellas en los modelos combinados, se advierte la mayor disposición de los encuestados de altos ingresos para respaldar a Piñera, coeficientes que van disminuyendo en la medida en que se avanza hacia encuestados de menor nivel socioeconómico, manteniendo constante el resto de las variables. Es importante subrayar que para este caso la categoría de referencia son los individuos del grupo E (menores ingresos) que, a la luz de los resultados, son los menos dispuestos para votar por el representante de RN. La evaluación general de estos modelos muestra que para 2005 las candidaturas de Lavín y Piñera no fueron excluyentes, sino que complementarias. Considerando sus bases de apoyo, parece ser consistente el argumento del candidato UDI respecto a su llegada a sectores populares, a diferencia de Piñera. De hecho, dos de los determinantes más fuertes del abanderado RN, aunque están estrechamente relacionados, son el mayor nivel socioeconómico y el superior grado de educación. Luego, al analizar ambas candidaturas respecto a la escala política, se advierte el carácter más estrictamente opositor de Lavín. Todos los coeficientes, exceptuando la alternativa centro, son más extremos en comparación a Piñera. En otras palabras, los encuestados de derecha estuvieron más dispuestos a votar por Lavín, y los de centro izquierda e izquierda se ubicaron en la vereda opuesta. Así, de acuerdo a estos determinantes de largo plazo, parece ser que en 1999 y con valores incluso más extremos, la representación de una oposición más radical resultó más eficiente en términos electorales. En 2005, en cambio, este tipo de oposición pareció quedar subordinada a la versión más moderada de Piñera. 14

Tabla 1: Modelo de regresión Logística. Odds Ratio de los determinantes de largo plazo sobre intención de voto por Lavín en 1999 (1= Lavín; 0 = otros) Lavín Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Modelo 5 Sexo (a) 0,755** 0,748** 0,741** 0,709*** 0,700*** Edad (b) 18-25 0,792 0,780 0,773 0,859 0,846 26-40 1,096 1,058 1,074 1,248 1,235 41-60 0,989 0,970 0,966 1,065 1,037 NSE (c) ABC1 1,481 1,216 1,723 1,546 C2 1,059 0,913 1,430 1,310 C3 0,976 0,956 0,881 0,870 D 0,745 0,756 0,661+ 0,670+ Educación (d) Básica 1,279 0,999 1,174 Media 1,334 1,070 1,194 Técnica 1,439 1,233 1,405 Religión (e) Católica 1,190 1,197 1,205 1,648** 1,662** Evangélica 0,826 0,801 0,833 1,350 1,358 Posición Política (f) Derecha 7,268*** 7,307*** 7,246*** Centro derecha 5,774*** 5,942*** 5,780*** Centro 1,468+ 1,468+ 1,461+ Centro Izquierda 0,184*** 0,183*** 0,182*** Izquierda 0,181*** 0,177*** 0,180*** Constante 0,307** 0,328*** 0,406** 0,387** 0,462** Chi cuadrado -2 log de verosimilitud final R cuadrado de Cox y Snell R cuadrado de Nagelkerke Porcentaje correcto 407,668*** 1321,948 0,261 0,361 77,6 403,158*** 1326,458 0,259 0,358 77,6 408,142*** 1324,458 0,261 0,361 77,6 38,703*** 1868,414 0,026 0,035 67 37,478*** 1873,485 0,025 0,034 66,8 (***) Significante al p 0.01. (**) Significante al p 0.05; (+) Significante al p 0.1. Las categorías de referencia son: (a) mujer ; (b) 61 y más años ; (c) E ; (d) universitaria ; (e) otras y ninguna ; (f) ninguna Fuente: Elaboración propia con datos del Centro de Estudios Públicos. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 10, Septiembre Octubre 1999. [Computer File]. CEP0038-v1. Santiago: Centro de Estudios Públicos. 15

Tabla 2: Modelo de regresión Logística. Odds Ratio de los determinantes de largo plazo sobre intención de voto por Piñera (1= Piñera; 0= Otros) y Lavín (1= Lavín; 0 = otros) en 2005 S. Piñera J. Lavín Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Sexo 1,578*** 1,552*** 1,624*** 0,935 0,922 0,953 Edad 18-25 1,338 1,269 1,675** 0,975 0,972 0,792 26-40 1,044 1,025 1,257 1,118 1,144 0,997 41-60 1,138 1,122 1,226 0,933 0,939 0,920 NSE ABC1 2,330 4,946*** 1,258 0,541 C2 1,631 2,820** 1,033 0,515 C3 1,785 2,291+ 1,330 0,831 D 1,756 1,892 1,396 1,045 Educación Básica 0,434*** 0,403*** 2,143** 2,399*** Media 0,528*** 0,504*** 1,609+ 1,781** Técnica 0,639+ 0,624+ 0,957 1,024 Religión Católica 0,907 0,897 0,832 1,473 1,450 1,508 Evangélica 0,819 0,812 0,766 1,113 1,113 1,220 Posición Política Derecha 2,532*** 2,562*** 2,582*** 5,605*** 5,555*** 5,530*** Centro derecha 3,663*** 3,704*** 3,782*** 3,349*** 3,296*** 3,282*** Centro 1,257 1,280 1,378 1,222 1,221 1,185 Centro Izquierda 0,469*** 0,476*** 0,517** 0,114*** 0,115*** 0,111*** Izquierda 0,408*** 0,408*** 0,443*** 0,102*** 0,102*** 0,096*** Constante 0,176*** 0,330*** 0,073*** 0,061*** 0,075*** 0,152*** Chi cuadrado -2 log de verosimilitud final R cuadrado de Cox y Snell R cuadrado de Nagelkerke Porcentaje correcto 153,466*** 1298,188 0,108 0,163 79,3 150,699*** 1300,955 0,106 0,161 79,2 150,055*** 1330,199 0,103 0,157 78,5 254,824*** 1060,941 0,173 0,277 82,3 253,426*** 1062,339 0,172 0,265 82,2 250,763*** 1099,700 0,167 0,267 81,5 (***) Significante al p 0.01. (**) Significante al p 0.05; (+) Significante al p 0.1. Las categorías de referencia son: (a) mujer ; (b) 61 y más años ; (c) E ; (d) universitaria ; (e) otras ; (f) ninguna Fuente: Elaboración propia con datos del Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 23 Tercera Serie, Octubre - Noviembre 2005. [Computer File]. CEP0051-v1. Santiago: Centro de Estudios Públicos. 16

En el análisis de las variables de corto plazo se pueden advertir algunos elementos más clarificadores respecto al tipo de candidatura que propuso la Alianza. En 1999, como lo muestra la Tabla 3, el determinante más robusto fue la aprobación presidencial. Eduardo Frei concluía su mandato con los negativos efectos de la crisis asiática y con bajos niveles de aprobación. Los modelos para este año muestran la significativa probabilidad relativa de que encuestados que desaprobaban al gobierno terminaran por apoyar a Lavín en la contienda presidencial de ese año, manteniendo constante el resto de las variables. Además, el candidato de la UDI pudo encarnar de mejor forma el desencanto y frustración con el estado general del país. Si bien en la pregunta específica de orden económico sobre la situación actual del país no existen diferencias significativas entre las categorías, sí las hay al considerar la evaluación general de Chile respecto a si se está progresando, estancado o en decadencia. Así, los votantes de Lavín se hicieron más depositarios del pesimismo. Fue menos probable que un encuestado favorable a la alternativa progresando adhiriera a su candidatura, manteniendo constante el resto de las variables. 1 La Tabla 4, en tanto, muestra de manera fehaciente los casi opuestos determinantes de intención de voto por cada uno de los candidatos de la Alianza. En cuanto a la situación económica actual del país, y coincidente con la teoría respecto al mayor peso relativo de variables sociotrópicas, los votantes de Lavín reflejaron muy claramente el pesimismo. Fue más probable que un adherente a su candidatura considerara que la situación económica actual era mala a que se inclinara por la opción buena. En cambio, en la adhesión a Piñera, la probabilidad relativa de que un encuestado con opiniones malas lo apoyara, fue menor respecto a quienes la consideraban buena, manteniendo constante el resto de las variables. Por tanto, resulta plausible calificar a Piñera como un candidato más asociado a la esperanza, y a Lavín como el representante de la frustración. Esto cobra aún mayor solidez si consideramos la aprobación al gobierno. Acá las diferencias entre Lavín y Piñera son muy sustantivas. Mientras en el candidato de RN la aprobación presidencial no tiene impacto significativo sobre su adhesión, en Lavín los coeficientes son altamente robustos. Fue muy probable que un encuestado que desaprobara al gobierno, terminara votando por el representante de la UDI, manteniendo constante el resto de las variables. La evaluación general de estos modelos nos grafica de buena forma el tipo de candidato más apropiado para enfrentar las elecciones desde una esfera opositora. El desempeño electoral de Lavín en primera vuelta en 1999 fue ampliamente superior al de 2005, y eso se explica, fundamentalmente, por la baja aprobación al gobierno. En las últimas elecciones, en tanto, y con una mejora sustantiva en los índices macroeconómicos al igual que en la aprobación presidencial, un candidato opositor y representante del pesimismo no tiene el mismo impacto que un candidato también opositor pero representando a la esperanza. Resulta muy llamativo que las variables de corto plazo que se esperarían fuesen altamente significativas, no lo sean e, incluso, que vayan en contra de los coeficientes 1 Utilizamos esta pregunta como una forma de aproximarnos a evaluaciones prospectivas. A diferencia de 2005, no se efectuó la pregunta específica sobre las expectativas de la situación económica del país. 17

esperados. Por ejemplo, en el caso de la evaluación de la situación económica actual del país, resultó más probable que un encuestado que la calificara como buena respaldara a Piñera respecto a otro que la evaluara como mala, manteniendo el resto de las variables constantes. De esta forma, si bien ambas candidaturas resultaron ser complementarias en términos de intención de voto, la de Piñera pareció funcionar de mejor forma en un escenario favorable a la coalición de gobierno. En este sentido, la posibilidad de alternancia se fundaba en aspectos proposititos e innovadores, y no en la crítica permanente al gobierno y al estado de la economía. De ahí que, por primera vez desde el retorno de la democracia, la oposición fuera capaz de establecer un discurso con propuestas de futuro y sin depender exclusivamente de los errores o aciertos del gobierno, ni de la buena o mala situación económica del país. Tabla 3: Modelo de regresión Logística. Odds Ratio de los determinantes de corto plazo sobre la intención de voto por Lavín en 1999 (1= Lavín; 0 = otros) Lavín Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4 Situación económica actual del país (a) Mala 1,003 0,876 1,059 1,319 Regular 0,796 0,702 0,802 0,852 Situación económica personal futura (b) Mejor 0,776 0,741+ 0,772 Igual 1,036 0,985 1,097 Evaluación del país (c) Progresando 0,703+ 0,720+ 0,520*** Estancado 1,008 1,033 0,877 Aprobación al gobierno (d) Aprueba 0,712+ 0,742+ 0,697** Desaprueba 2,139*** 2,171*** 2,268*** Constante 0,487+ 0,493+ 0,444** 0,600 Chi cuadrado -2 log de verosimilitud final R cuadrado de Cox y Snell R cuadrado de Nagelkerke Porcentaje correcto 104,317*** 1601,170 0,076 0,105 67,3 98,153*** 1681,679 0,069 0,095 65,3 102,447*** 1635,644 0,073 0,101 67,4 43,627*** 1733,005 0,031 0,043 66 (***) Significante al p 0.01. (**) Significante al p 0.05; (+) Significante al p 0.1. Las categorías de referencia son: (a) buena ; (b) peor ; (c) en decadencia ; (d) ni aprueba ni desaprueba Fuente: Elaboración propia con datos del Centro de Estudios Públicos. Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 10, Septiembre Octubre 1999. [Computer File]. CEP0038-v1. Santiago: Centro de Estudios Públicos. 18

Tabla 4. Modelo de regresión Logística. Odds Ratio de los determinantes de corto plazo sobre la intención de voto por Piñera (1= Piñera; 0= Otros) y Lavín (1= Lavín; 0 = otros) en 2005 S. Piñera J. Lavín Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Situación económica actual del país Mala 0,682** 0,680** 0,688** 1,756** 1,781** 1,752** Regular 0,809 0,814 0,823 1,628** 1,650** 1,588** Situación económica personal futura Mejor 1,214 1,221 0,811 0,812 Igual 1,050 1,083 0,859 0,853 Situación económica país a futuro Mejorará 0,974 1,072 1,093 0,984 No cambiará 1,035 1,094 0,998 0,921 Aprobación al gobierno Aprueba 0,747 0,777 0,770 0,460*** 0,461*** 0,453*** Desaprueba 1,247 1,257 1,291 1,970*** 2,055*** 1,874*** Constante 0,370*** 0,371*** 0,354 0,212*** 0,191*** 0,225*** Chi cuadrado -2 log de verosimilitud final R cuadrado de Cox y Snell R cuadrado de Nagelkerke Porcentaje correcto 11,517 1476,200 0,008 0,013 77,2 9,947 1491,447 0,007 0,011 77,4 11,507+ 1507,951 0,008 0,012 77,2 111,177*** 1239,305 0,077 0,124 80,9 116,235*** 1252,854 0,079 0,128 80,9 111,962*** 1270,331 0,076 0,122 80,9 (***) Significante al p 0.01. (**) Significante al p 0.05; (+) Significante al p 0.1. Las categorías de referencia son: (a) buena ; (b) peor ; (c) empeorará ; (d) ni aprueba ni desaprueba Fuente: Elaboración propia con datos del Centro de Estudios Públicos. Estudio Nacional de Opinión Pública Nº 23 Tercera Serie, Octubre - Noviembre 2005. [Computer File]. CEP0051-v1. Santiago: Centro de Estudios Públicos. Conclusión Si bien en la segunda vuelta de enero de 2000 Lavín obtuvo una votación marginalmente superior a la que recibiera Piñera en la segunda vuelta de las presidenciales en enero de 2006, el contexto en que se produjeron ambas elecciones hace difícil comparar los resultados de ambos candidatos. Después de analizar dicho contexto social y económico, hemos analizado, a partir de datos de encuestas, los determinantes del apoyo electoral para los candidatos de la Alianza en ambas contiendas. Hemos demostrado que mientras en 1999 Lavín fue un candidato cuyo apoyo emanó de la frustración de los chilenos con la situación económica y con el desempeño del gobierno concertacionista saliente, en 2005, Piñera fue un candidato que logró capturar votos incluso entre aquellos más proclives a tener una percepción optimista sobre el futuro económico y a evaluar más positivamente la gestión del gobierno concertacionista saliente. En ese sentido, mientras la fortaleza de Lavín en 1999 se asocia con la frustración y la desesperanza, en 2005 la votación de Piñera se ligó con atributos más optimistas y positivos. 19

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