PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA INSTITUTO PARA LA INTEGRACIÓN DEL SABER



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AE/Notas/SL01 Mayo 2002 PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA INSTITUTO PARA LA INTEGRACIÓN DEL SABER DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIÓN INSTITUCIONAL INVESTIGACIÓN: LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA AREA ECONÓMICA: TRABAJO Y DESOCUPACIÓN LA ESTRUCTURA SOCIAL DEL TRABAJO EN ARGENTINA: DESEMPLEO, SUBEMPLEO Y PRECARIEDAD LABORAL Estructura de redacción Agustín Salvia 1. Presentación 2. Reformas Económicas y Mercado de Trabajo 3. Los Problemas de Empleo 4. Notas Teórico-Metodológicas 5. Algunas Evidencias Empíricas 6. Informalidad, Precariedad Laboral y Efectos de Inhabilitación Socio-Ocupacional Bibliografía Anexo: Definición Operativa de las Variables

LA ESTRUCTURA SOCIAL DEL TRABAJO EN ARGENTINA: DESEMPLEO, SUBEMPLEO Y PRECARIEDAD LABORAL * Agustín Salvia ** I - Presentación Los problemas de la economía argentina no son nuevos. Durante al menos los últimos veinticinco años el sistema se ha caracterizado por su volatilidad e incertidumbre, haciéndose sistemáticamente evidente un crecimiento insuficiente y una alta vulnerabilidad de la economía interna frente al comportamiento del sector externo. Los niveles de desocupación abierta y subocupación visible parecen haberse constituido en rasgos característicos de la estructura productiva y social de nuestro país. Por otra parte, la actual situación de estancamiento y crisis del modelo económico muestra una profundización de estos problemas, junto a una segmentación altamente conflictiva del aparato productivo y de la estructura social. En este marco, la falta de trabajo se ha constituido en el principal factor de diferenciación social y en un tema obligado de la agenda pública. Sin embargo, el desempleo estructural no es el único ni el principal aspecto crítico que afecta a los mercados laborales de nuestro país. Para entender el problema resulta relevante evaluar la problemática del empleo en el contexto económico y político-institucional. Es justamente este contexto el que ha hecho que el fenómeno destaque en Argentina no sólo por su persistencia y gravedad, sino también como una causa del subdesarrollo económico, la polarización social y el empobrecimiento general de la población. En virtud de avanzar en el desarrollo conceptual y empírico de esta hipótesis, este documento pone en consideración algunas reflexiones y análisis sobre los principales cambios ocurridos en * Estas notas de trabajo presenta algunas hipótesis y avance de investigación del Proyecto Trabajo y Desocupación del Departamento de Investigación Institucional de la Universidad Católica Argentina, en el marco del Programa la Deuda Social Argentina a cargo del Instituto de Integración del Saber. Los datos que se presentan fueron elaborados y procesados por la Lic. Jimena Macció y la Lic. María Eugenia Besada, a las cuales se les agradece su indispensable colaboración en este campo. ** Doctor en Ciencias Sociales, investigador CONICET y coordinador del Área Económica del Departamento de Investigación Institucional de la Universidad Católica Argentina. 1

el mercado laboral durante los últimos años, así como una serie de datos estadísticos que ponen en evidencian el grado de heterogeneidad y complejidad de la estructura social del trabajo. Las elaboraciones empíricas que se presentan en este documento se realizaron a partir de los micro datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, onda octubre de 2001, correspondientes a los 28 aglomerados urbanos en donde se aplican mediciones. Los datos fueron ponderados al total urbano del país siguiendo el procedimiento que aplica la Secretaría de Política Económica. Cabe señalar que la EPH es el principal instrumento de medición con el que cuenta el país para caracterizar y estudiar la inserción socio-económica de la población. Ahora bien, si bien permite abordar las dimensiones aquí planteadas y su relación desde diferentes perspectivas, sus definiciones no dejaron de condicionar la selección de definiciones operativas que pudieron ser elaboradas (Ver anexo: Definiciones Operativas de las Variables). II - Reformas Económicas y Mercado de Trabajo. Un balance en términos de empleo, desempleo y subempleo. A principio de la década del 90, al igual que otras economías latinoamericanas, Argentina experimentó un ciclo de reactivación productiva en el contexto de la aplicación de un programa de apertura económica, estabilización monetaria y reformas estructurales. Dicho programa procuró, entre otros aspectos, la apertura de los mercados a la competencia internacional, la privatización de empresas públicas, el fortalecimiento de políticas impositivas y fiscales de inversión y el control de la inflación a través de un sistema de convertibilidad 1. Se esperaba con ello crear una economía competitiva, diversificada y flexible capaz de sortear los choques externos después de un período de transición. La manera en que la economía reaccionó entre 1991 y 1993 brindó esperanzas de que esto podía ser factible. Pero el proceso de transición fue interrumpido por la crisis del Tequila a fines de 1994, y si bien el nivel de actividad se reactivó en forma importante a mediados de 1996 y hasta 1998, el abultado déficit público, la deuda acumulada y una serie de nuevos choques externos (crisis financiera del sudeste asiático, la crisis rusa y la devaluación del real brasileño), junto a una retracción del crédito internacional para los países emergentes, abrieron paso a una nueva crisis y a un prolongado estancamiento económico (1998-2001). 1 El Régimen de Convertibilidad establecido en abril de 1991 creó una moneda convertible en una relación de 1 peso = 1 dólar y prohibió cualquier emisión monetaria sin el respaldo de divisas en las reservas del Banco Central. 2

La naturaleza de las medidas y los choques externos e internos que experimentó la economía introdujeron una situación compleja y estructural cuya salida todavía hoy no parece cercana. En términos de balance, se destaca el deterioro del mercado laboral a lo largo de la década como un rasgo característico tanto de las fases de crecimiento (1991-1994 y 1996-1998) como de crisis (1995-1996 y 1999-2000). En términos generales, el Cuadro II. 1 y 2 y el Gráfico II. 1. permiten evaluar con mayor detalle estos movimientos de mediano y corto plazo en cuanto a sus efectos sobre el mercado de trabajo urbano: a) Durante los años ochenta bajo un mercado interno relativamente protegido- tuvo lugar un moderado aumento de la tasa de desempleo abierto (de 5% a 8%), a la vez que la desocupación se extendió entre diversos sectores sociales, en vez de concentrarse en los puestos de baja calificación. Junto con esto, se redujo la proporción de empleo asalariado, tuvo lugar un incremento de la subocupación visible y el empleo creció fundamentalmente a través del sector público (gobierno y empresas) y del sector informal (comercio y servicios). b) El estancamiento del PBI llevó a un importante descenso de la productividad del trabajo (estimable en un 25%), así como a una caída del salario real en una proporción similar. El proceso inflacionario de fines de los ochenta erosionó las remuneraciones al trabajo y las transferencias fijas (jubilaciones). La caída del ingreso per capita familiar sin un aumento de las ocupaciones generó un incremento de la pobreza urbana y un aumento de la oferta laboral que se tradujo en un mayor desempleo abierto al fin de la década. c) Pero a partir de 1990, los logros alcanzados en materia de estabilización y reactivación económica sobre todo, entre 1991 y 1993- no redundaron en una importante creación de empleos sino en un significativo aumento de la productividad. En esta fase, mientras el PBI creció un 29%, el empleo urbano creció sólo un 6%, mientras que el empleo pleno (ocupaciones de más 35 horas semanales) lo hizo en un 4% (en ambos casos, por debajo del crecimiento demográfico). La mayor pérdida de puestos de trabajo de este período tuvo lugar en el sector informal y cuenta propia no profesional, así como en el sector público (administración central y Introducido por Ley del Congreso, el régimen eliminó la discrecionalidad gubernamental sobre las políticas monetarias y de cambio (Gerchunoff y Torre, 1996). 3

empresas privatizadas). La contra cara de este proceso fue el aumento del trabajo asalariado y una importante recuperación del salario real. d) Pasado este primer período de transformación, el impacto recesivo de la crisis del Tequila 1995 produjo una fuerte destrucción de puestos asalariados formales e informales, de baja y media calificación, lo cual ocasionó un nuevo aumento de la desocupación abierta y del subempleo a través de la incorporación de trabajadores secundarios. Justamente, el desempleo de trabajadores primarios produjo un aumento sinérgico de la fuerza de trabajo activa de los hogares (jóvenes y mujeres) en procura de reemplazar a perceptores desocupados o compensar la caída de ingresos. e) La casi totalidad del aumento de la oferta laboral durante este período se explica por el aumento de la desocupación y el subempleo visible. A partir de la crisis se registró también un aumento de la duración del desempleo como síntoma de una desocupación estructural en grupos poblacionales con mayor vulnerabilidad en el mercado (varones, mayores de 40 años, de baja o media calificación o de oficios desplazados por las nuevas tecnologías). A pesar de esta situación, los salarios en el sector formal no sólo no cayeron, sino que tendieron a aumentar. Por el contrario, aumentó el empleo precario no registrado y las remuneraciones en el sector informal cayeron fuertemente. f) La reactivación post Tequila (1996-1998) fue la fase más activa en materia de generación de empleos de la década. Durante este período tuvo lugar un aumento neto de 800 mil nuevos puestos de trabajo. Pero este efecto duró poco y su alcance no dejó de ser limitado en cuanto a la calidad de la mayoría de los empleos creados. En este contexto, el sector formal moderno mantuvo su política de reconversión, desplazando trabajadores de baja calificación y rotándolos por empleados de nivel técnico o profesional. También en este período, los salarios de eficiencia mantuvieron elevados los ingresos y el consumo de estos sectores. En forma paralela, la reactivación de la demanda interna posibilitó una nueva expansión de los empleos marginales de baja calificación y remuneración. g) El estancamiento económico del período 1999-2001 muestra una cristalización de condiciones estructurales de desocupación, subempleo y precariedad laboral formadas durante los años anteriores, pero con la introducción de algunos aspectos no menos importantes. Por primera vez el sector formal efectuó ajuste no sólo en personal sino también en las remuneraciones. Pero al tiempo que se observa un caída en el empleo pleno, de origen asalariado, siguió aumentando el 4

subempleo horario y precario, y esto a pesar de que la caída de la demanda interna afectó principalmente las actividades del sector informal. En este sentido, cabe destacar como balance de la década que el empleo precario explica más del 80% del crecimiento del empleo asalariado. Cuadro II. 1. - Indicadores Económico Laborales Seleccionados 1990-2001. Total Urbano EPH Onda Octubre. Tasas % - 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 Variación Anual del PBI -1.3 10.5 10.3 6.3 5.8-2.8 5.5 8.1 3.9-3.4-0.5-3.4 Variación Anual del Empleo 2.1 3.8 2.7 0.7-1.2-1.7 1.9 7.7 2.8 1.7 1.6-3.2 Variación Anual del Emp Pleno 1.8 5.0 2.3-1.0-2.9-5.2 0.2 9.2 2.4 0.5 0.9-6.4 Elasticidad Empleo - Producto a/ -1.54 0.4 0.3 0.1-0.2 (0.6) 0.3 0.9 0.7-0.5-3.0 (0.9) Elast. Empleo Pleno - Producto b/ -1.3 0.5 0.2-0.2-0.5 (1.8) 0.0 1.1 0.6-0.1-1.7 (1.9) Tasa de Actividad c/ 39,0 39,5 40,2 41,0 40,8 41,4 41,9 42,3 42,0 42,8 42,7 42,2 Tasa de Empleo d/ 36,5 37,1 37,4 37,1 35,8 34,5 34,6 36,5 36,9 36,8 36,5 34,5 Tasa de Empleo Pleno Visible e/ 33,0 34,0 34,1 33,3 31,6 29,3 28,9 31,0 31,2 30,7 30,3 27,6 Tasa de Desocupación Abierta f/ 6,3 6,0 7,0 9,3 12,2 16,6 17,3 13,7 12,4 13,8 14,7 18,3 Tasa de Subocupación Horaria g/ 8,9 7,9 8,1 9,3 10,4 12,5 13,6 13,1 13,7 14,3 14,6 16,3 a / La Elasticidad Empleo Producto está calculada como la razón entre la tasa de variación en el Empleo y la tasa de variación en el Producto Bruto Interno. b / La Elasticidad Empleo Pleno Visible - Producto está calculada como la razón entre la tasa de variación en el Empleo de más de 35 horas semanales o no desea trabajar más horas y la tasa de variación en el PBI. c / La Tasa de Actividad está calculada como porcentaje entre la población económicamente activa (ocupados más desocupados) y la población total. d / La Tasa de Empleo está calculada como porcentaje entre la población ocupada y la población total. e / La Tasa de Empleo Pleno Visible se estima restando a la Tasa de Empleo la proporción de subempleo horario (visible) con base en la población total. f / La Tasa de Desocupación Abierta está calculada como porcentaje entre la población desocupada y la población económicamente activa (ocupados más desocupados). g / La Tasa de Subocupación Horaria está calculada como porcentaje entre la población que trabaja menos de 35 horas semanales y desea trabajar más horas y la población económicamente activa. Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación institucional, UCA, con base en datos de la EPH-INDEC. Cuadro II.2: PBI, Empleo Total, Desocupación, Subocupación Horaria y Asalariados de 18 y más. Total Urbano EPH Onda Octubre: 1990-2000. Base 1990=100 y PBI en Dólares- Año PBI Total de Empleos Desocupación abierta Subocupación horaria Empleos Asalariados Asal. Registrados Asal. No Registrados 1990 100,0 100,0 100,0 100,0 100.0 100.0 100.0 1991 134,2 103,8 102,1 92,0 101.2 97.4 111.8 1992 162,0 106,5 121,3 97,8 116.6 109.6 135.8 1993 167,3 107,3 156,1 115,4 122.3 115.5 141.1 1994 177,1 106,0 205,4 131,3 128.0 122.2 144.0 1995 172,0 104,1 287,7 162,8 133.6 125.4 156.2 1996 181,6 106,1 300,6 181,2 136.4 123.5 172.0 1997 196,3 114,2 253,9 181,3 151.6 132.2 205.1 1998 203,9 117,4 234,7 190,9 162.3 140.4 222.7 1999 199,4 119,5 269,2 207,4 163.6 140.7 226.7 5

2000 198,4 121,3 297,6 217,6 162.9 138.8 229.2 Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación institucional, UCA,, y de la Secretaría de Seguridad Social, DNPSS- MTEyFRH, con base en datos de la EPH-INDEC. Gráfico II. 1. Ciclos Económicos y Ocupación: 1990-2000. PBI: Var. % anual y ocupados en valores absolutos. 12,0 10,0 8,0 Variación Porcentual 6,0 4,0 2,0 - -2,0-4,0-6,0-8,0 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 Años Variación Anual del PBI Variación Anual del Empleo Variación Anual del Emp Pleno Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos de EPH-INDEC y Subsecretaría de Programación Económica. Gráfico II. 2. - Tasas de Empleo Pleno Visible y Tasas de Desocupación Abierta y Subocupación Horaria. 1990 2000. Aglomerados Urbanos EPH: Onda Octubre. Tasas % 6

40.0 20 35.0 15 30.0 10 25.0 May- 90 Oct- 90 May- 91 Oct- 91 May- 92 Oct- 92 May- 93 Oct- 93 May- 94 Oct- 94 May- 95 Oct- 95 May- 96 Oct- 96 May- 97 Oct- 97 May- 98 Oct- 98 May- 99 Oct- 99 May- 00 Oct- 00 May- 01 Oct- 01 5 Tasa de Desocupación Tasa de Subocupación Tasa de Empleo Pleno Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. III Los Problemas de Empleo: Desempleo, Precarización e Informalidad Laboral La demanda de empleo suele estar relacionada con el crecimiento económico de manera estrecha, y si bien los procesos de reformas estructurales establecen una transición a esta dinámica, la vinculación tiende a imponerse como necesaria. Por otra parte, existen suficientes coincidencias de diagnóstico para afirmar que el déficit de empleo en nuestro país tiene un carácter complejo, no imputable a una particular decisión o situación, y que el problema de fondo reside en los modelos de crecimiento aplicados en nuestro país durante el último cuarto de siglo (Neffa y otros, 2000; Altimir y Beccaria, 2001 ). Durante los últimos 25 años, el país ha pasado por la etapa final de un régimen económico y el inicio de otro. Desde mediados de los años setenta y hasta fines de los ochenta venía produciéndose una crisis de crecimiento, con caídas de la productividad, inestabilidad económica, endeudamiento público y elevada inflación como características centrales. Este escenario es interpretado frecuentemente como la etapa final del modelo sustitutivo de importaciones que predominaba desde los años treinta (Beccaria, Carpio y Orsatti, 2000). Ahora bien, la crisis del empleo en Argentina resulta un fenómeno particularmente relevante en la última década, sobre todo si se pretende esclarecer algunos de los cambios estructurales ocurridos en el mercado de trabajo durante este período. 7

En la década del 1990, tal como vimos, tuvo lugar un cambio significativo en términos de crecimiento del producto y la productividad, así como en el logro de una estabilidad de precios. No obstante, las crisis externas pusieron en evidencia la vulnerabilidad del régimen económico ante los vaivenes del flujo de capitales de inversión productiva y especulativa. Al mismo tiempo que el desempleo persistente planteó férreas dudas en cuanto a la conveniencia de un tipo de cambio fijo. Lejos de haber quedado comprobado que este modelo haya abierto un nuevo sendero de crecimiento, resulta indudable que durante la década pasada se realizaron una serie de reformas y se tomaron una serie de medidas que alteraron las capacidades productivas del sistema económico y modificaron drásticamente el mercado laboral y las condiciones de reproducción social. En este marco, es posible inferir una matriz dual en la determinación de los problemas de empleo. Por una parte, el sector más dinámico y moderno de la economía generó muy poco empleo, al tiempo que los rubros transables y no transables- más extensivos y/o intensivos en fuerza de trabajo sufrieron la destrucción de puestos de baja productividad (Llach y Kritz, 1997; Rubio, 2002). A esto cabe sumar que la demanda de trabajo en el sector estructurado se vio fuertemente afectada por aumentos de productividad a partir de la introducción de capital intensivo; a la vez que inauguró un comportamiento más elástico frente al ciclo económico (con respuestas conservadoras en las fases de crecimiento y más agresivas en las crisis). Junto con esto, tuvo lugar la renovación de planteles tradicionales por personal más joven y calificado. En cambio, el sector empresario no estructurado o menos dinámico, así como los hogares de los grupos familiares afectados por el desempleo o la caída de ingresos, respondieron de manera defensiva a los cambios estructurales, aumentando la explotación del trabajo, reduciendo costos por extralegalidad laboral y multiplicando la oferta de mano de obra dedicada a actividades de muy baja productividad y de marginal o nulo interés para el mercado. A nuestro juicio, esta dinámica habría operado como estructurante en el campo económicoocupacional de una mayor segmentación del sistema económico, desigualdad en la distribución del ingreso y fragmentación de la estructura social. Al respecto, cabe señalar algunas de las singularidades que parecen haber caracterizado a este proceso, las cuales proponemos como tesis explicativas del problema del desempleo y la precariedad laboral en la Argentina durante la fase de reformas. Tesis 1: 8

El importante crecimiento que registró la inversión en el sector más moderno, durante la primera fase expansiva del ciclo, tuvo un escaso impacto sobre el nivel de empleo. Esto se explica por la introducción de capital-intensivo y cambios en la organización empresaria. De todas maneras, el resultado neto oculta la rotación con reemplazo de planteles laborales que comenzó a desarrollarse en diferentes niveles y sectores empresarios. Esta estrategia se vio particularmente favorecida por la disponibilidad de créditos, el costo relativamente más bajo de los bienes de capital que de mano de obra (dado el tipo de cambio fijo sobrevaluado), la flexibilización de las relaciones laborales y los subsidios que abrió la política económica en este sentido. En cualquier caso, la demanda de empleo en el sector formal moderno se concentró en perfiles laborales más calificados, movidos por salarios de eficiencia. Como contra cara de este proceso, la mayor apertura y competitividad motivó el cierre de unidades económicas o el deterioro de las relaciones laborales en los sectores de baja productividad, quienes se vieron obligados a reducir costos laborales -vía despido o evasión a la seguridad social-, sin mejoras reales en los niveles de productividad. Tesis 2: Durante las coyuntura de crisis, el desempleo creció en los sectores estructurados y no estructurados pero por motivos diferentes. En los primeros, afectando particularmente a los puestos menos calificados y como estrategia orientada no sólo a reducir costos (por descentralización y/o terciarización de servicios), sino también a mejorar la productividad (a través de la renovación de planteles). En los segundos, el cierre del establecimiento o el ajuste por desempleo y remuneración fue consecuencia obligada ante la imposibilidad de mantener un nivel mínimo de actividad en un mercado de consumo deprimido, con cambio fijo sobrevaluado, afectado por la competencia externa y el predominio económico de sectores no transables de carácter oligopólico. Bajo este contexto, no cabe sorprenderse por la caída general del empleo en el sector formal, sino por el hecho de que el sector cuasi-informal tradicional urbano 2 no haya 2 El fenómeno del sector cuasi-informal remite a la proliferación, entre los años 50 y 80, de un gran número de establecimientos y actividades urbanas, tanto de producción de bienes como de servicios, integrados al patrón de crecimiento de protección del mercado interno. La estructura del sector no estaría dominada por trabajadores que ingresan a estas actividades como refugio ante el desempleo, ni por pobres emigrados del sector rural, sino como trabajadores que presentan un cierto capital y perfil ocupacional definido, cuyas actividades le brindan ingresos medios y resultan avaladas por el contexto socio-cultural. Su oferta de bienes y servicios responde a una demanda efectiva para un mercado relativamente homogéneo. Beccaria et al, op cit, proponen el término económico de satisficer para designar a este sector, el cual se refiere a empresas que, en vez de tratar de maximizar beneficios se satisfacen con la obtención de unos beneficios adecuados que apuntan a mejorar el consumo y la movilidad social. En este marco, el cuentapropista o micro-empresario típico cuasi-informal- de la Argentina sería un satisficer. 9

funcionado como refugio privilegiado del desempleo y que a la vez el aumento de la desocupación abierta no haya sido mayor. Tesis 3: El fenómeno sólo se explica cabalmente si se reconoce que el aumento del subempleo precario u horario tuvo como responsable a un conjunto variado de actividades extralegales y/o informales de muy baja productividad (un nuevo tipo de microempresas y trabajos por cuenta propia). Al respecto, se destaca que el papel del sector cuasi-informal urbano tradicional en Argentina (cuenta propia calificados, pequeños comercios y talleres para el mercado interno, artesanos especializados, etc.) sólo alcanzó tener una función contra cíclica importante durante los primeros años de la década del 90. Esto fue posible dadas condiciones favorables que se generaron a partir de la recuperación del consumo, la disponibilidad de fondos indemnizatorios producto de las privatizaciones y reformas, la apertura no inmediata de los mercados, la gradualidad que presentaron las desregulaciones y nuevas inversiones, etc. Cinco años después, dicho sector poco podía hacer al quedar afectado por reglas de competencia (acceso a los mercados, precios y calidades) imposibles de igualar o compensar. Entre otras consecuencias, esta situación significó un aumento del desempleo y una caída de ingresos en los sectores medios urbanos, una mayor rotación de entradas y salidas en empleos precarios y/o negocios de muy baja productividad y, por último, la proliferación de un conjunto muy variado de actividades marginales de carácter urbano. Tesis 4: Frente a la caída del empleo formal y cuasi informal tradicional, los sectores empobrecidos más afectados por lo general, con bajo capital humano, pero con mayores activos socialesemprendieron respuestas proactivas a través de multiplicar sus estrategias familiares y estrechar solidaridades comunitarias o institucionales. Muy lejos de depender de viejas carreras laborales con baja probabilidad de éxito, los grupos domésticos de sectores populares desplegaron una multiplicidad de formas económicas no siempre remuneradas- de obtención de ingresos en dinero, especie o servicios- necesarios para la subsistencia. A las changas y empleos domésticos tradicionales, se sumaron negocios de muy baja productividad -ilegales o extralegales-; actividades regulares de organización colectiva no siempre definidas como laborales; subempleos irregulares a través de la participación en redes privadas o comunitarias de generación de ingresos; empleos en programas de empleo público o participación política, etc. En general, un 10

conjunto de actividades marginales, poco funcionales a los mercados formales de trabajo, aunque eficientes para cubir las necesidades de supervivencia de los hogares pobres o empobrecidos. Este comportamiento explica la mayor parte del aumento registrado por la oferta laboral en los sectores medios empobrecidos, pobres estructurales y de baja calificación (Altimir y Beccaria, 1999; Salvia y Tissera, 2000; Salvia y Donza, 2001). Tesis 5: Asimismo, en distintos medios académicos se le ha dado importancia al dinamismo de la oferta laboral como explicación indirecta del crecimiento del desempleo. Al respecto, cabe observar que se ha demostrado que los motivos que dieron lugar al aumento de la oferta son de dos tipos diferentes. En primer lugar, la oferta laboral se habría visto potenciada por el aumento general de la participación femenina como fenómeno cultural, la cual tuvo particular fuerza en las generaciones más jóvenes 3. En segundo lugar, el fenómeno habría respondió, por una parte, al efecto trabajador alentado sobre todo jóvenes y mujeres calificadas- (Montoya, 1995; Llach y Kritz, 1997); y, por otra parte, como efecto de la estrategia familiar del trabajador adicional. En general, la presión en el mercado de estos grupos más calificados, le posibilitó a las empresas contar con recambio a las estrategias de renovación de personal no calificado. En este marco, es de esperar que la segmentación estructural haya ampliado en forma sistemática la brecha de oportunidades de inserción laboral y de ingresos según el sector de participación económico-social. Al respecto sospechamos que bajo estas condiciones, la reactivación del crecimiento, si bien puede aliviar la situación de amplios sectores medios desplazados, no garantiza la resolución de lo que parece ser un déficit ocupacional de carácter estructural e irreversible, al menos para la actual generación de grupos sociales excluidos. IV - Notas Teórico-Metodológicas: Informalidad y Precariedad Laboral. Desde su aparición a inicios de los años setenta, el concepto de informalidad ha sido ampliamente utilizado por los gobiernos, organismos internacionales y medios académicos. Pero, casi tres décadas después, el significado que se le da a esta categoría es muy variado, al aplicarse, alternativamente, tanto a la economía legal como la extralegal o ilegal y de alta o baja 3 También se sumo a esta tendencia la aparición durante la década de una cohorte demográfica más numerosa de jóvenes de 15 a 24 años (Salvia y Miranda, 1998; Alegre, 2000), la cual presentó una mayor orientación hacia la escolarización recién al final del período. 11

productividad. De ello se deriva que son también muy diferentes los esquemas teóricos que se le adscriben a la informalidad laboral. En el camino se ha tendido a perder el sentido inicial dado al término en los primeros estudios de la OIT (Hart, 1970; OIT, 1972; PREALC, 1978). En la Argentina, si bien hubo una temprana utilización del término, el mismo no tuvo continuidad posterior, y si bien en la actualidad se observa un renacer de la categoría, esta surge bajo una pluralidad de definiciones. Por una parte, desde el enfoque de la extralegalidad (Pessino, 1996; Llach y Kritz, 1997; Gasparini, 2000; Bour y Susmel, 2000); por otro lado, desde la perspectiva más clásica que toma a las unidades productivas y el tipo de organización sectorial como unidad de análisis (Beccaria, Carpio y Orsatti, 2000; Monza, 2000); y, por último, desde el enfoque de las estrategias reproductivas de los grupos domésticos afectados por la pobreza o el déficit de empleo en la economía formal (Forni y Roldán, 1996; Coraggio, 1998; Salvia y Zelarayan, 1997). Por otra parte, cabe reconocer que la dualidad formalidad-informalidad es heredera, al menos en América Latina, de los debates sobre el subdesarrollo y la marginalidad, lo cual introduce, como preocupación común a todos los enfoques, el problema de la heterogeneidad estructural y sus efectos sobre el mercado de trabajo. Es muy posible que estas categorías resulten en realidad insuficiente para captar los nuevos procesos de precarización laboral y fragmentación social que han tenido lugar en la economía argentina del último cuarto de siglo, pero sin duda presentan la virtud de volver a instalar el problema del desarrollo desigual y la inequidad de oportunidades en el contexto de los límites y oportunidades que imponen los procesos de reformas estructurales bajo la actual economía global. Pero los problemas conceptuales y metodológicos que se plantean al abordar la medición de estas dimensiones concernientes al mercado de trabajo, cobran particular fuerza al encararse su redefinición en términos de los rasgos actuales de la estructura social del trabajo. En el actual contexto histórico ya no es posible un tratamiento clásico de las principales variables involucradas. La cuestión laboral convoca no solamente a incorporar como objeto de medición nuevos atributos sino también pone en cuestión los conceptos sujetos de medición durante el período anterior (C. Pok, 1996). En este sentido, si bien la definición formalidad-informalidad se aborda en este trabajo a la luz de su enfoque más clásico (OIT-PREALC), se busca entender la heterogeneidad estructural de la estructura social del trabajo a través de las respuestas dadas por los agentes económicos y las 12

familias a los cambios estructurales y en las condiciones reproductivas. En determinadas circunstancias, el excedente de fuerza de trabajo obliga a los actores sociales al desarrollo de actividades informales mercantiles, cuenta propia, marginales, extralegales e ilegales, etc., no siempre funcionales para la reproducción del sistema en su conjunto. En tales los casos, se ponen en juego mecanismos de supervivencia y reglas de reciprocidad e intercambio no necesariamente funcionales al modelo de acumulación de capital. Al respecto, diferentes teorías e investigaciones empíricas dan cuenta de esta situación. Esta perspectiva sobre el problema toma distancia de los enfoques que suponen un mercado homogéneo, autoregulado y en donde el desempleo se supone voluntario, pasando a ser explicado por las expectativas sobrevaluadas de la mano de obra (Marshall; Jevons; Walras, en Dobb 1991). En franca oposición, las funciones clásicas asociadas a la idea de mercados alejados del equilibrio y de ejército industrial de reserva resultan al respecto de mayor capacidad heurística. De la misma manera, las categorías de mercados segmentados, sector informal y de masa marginal (Nun, 1969; 1999) parecen brindar mayor utilidad para evaluar problemas como la precariedad laboral, la fragmentación social de la fuerza de trabajo y el sentido funcional del desempleo y de los desplazamientos ocupacionales en el contexto del capitalismo periférico. Por otro lado, si bien son muchos y complejos los nuevos rasgos identificados que son reconocidos como de alta incidencia sobre la dinámica del mercado de trabajo y su perspectiva de abordaje, uno en particular surge como más relevante en el campo empírico y conceptual: la precarización de la inserción laboral (Monza, 1990; Galin y Novick, 1990; C. Pok, 1992; Marshall, 1994; Galin, 1998 y 2000). Desde fines de los años setenta este concepto ha sido casi exclusivamente aplicado a los trabajadores en relación de dependencia. Se lo ha definido básicamente por el alejamiento de los principales rasgos del empleo típico (también regular, normal o protegido), para lo cual se consideran dos elementos básicos de la relación laboral: estabilidad en el empleo y cobertura social. Adicionalmente, se incorporan también otros elementos descriptivos de la relación laboral: cantidad de empleadores, lugar de trabajo, inseguridad en el trabajo, estructura salarial, cobertura sindical. Ahora bien, exceptuando la contratación clandestina o no registrada (extralegal), que se corresponde con la ilegalidad contractual total, pueden distinguirse diversos tipos legales que resultarían precarizadores: a) contratos a corto plazo en el sector privado; b) contrataciones a través de agencias; c) períodos de prueba o contratos de pasantías; d) empleos públicos especiales o de emergencia; e) trabajos a domicilio o maquila doméstica; f) subcontrataciones a 13

terceros. Según diferentes autores, estas situaciones contractuales son actualmente mucho más frecuentes, si bien no han alcanzado todavía un peso importante en la estructura del mercado de trabajo argentino. Reseñar los usos y antecedentes de esta categoría conceptuales escapan a los objetivos del presente trabajo. Cabe solamente destacar en esta oportunidad que tanto la heterogeneidad sectorial (formal o estructurado / informal o no estructurado) -como factor estructurante- como la precariedad laboral como dimensión estructurada- enfrentan no sólo problemas de definición conceptual sino también de objetivación y medición empírica. En nuestro caso, las definiciones operativas (ver Anexo: Definición Operativa de las Variables) adoptan la idea de que la dimensión formal / informal remite a las unidades de producción social empresariales, comunitarias o domésticas- que desarrollan su actividad bajos ciertos rasgos característicos de organización, complejidad tecnológica, productividad y finalidad. Por otra parte, la precariedad laboral implica una forma de inserción laboral (no sólo de tipo asalariado), así como condiciones de reproducción social asociadas a esa inserción, en términos de estabilidad, protección, satisfacción e ingresos laborales, independientemente del sector económico donde opere la unidad económica. Este procedimiento de ninguna manera implica sostener la desvinculación de la precariedad laboral del sector económico formal o informal-, sino solamente no ligarla por definición a un subsector determinado, admitiendo su ocurrencia y las especificidades de su aparición en el conjunto del sistema productivo. V Algunas Evidencias Empíricas de la Segmentación y Precarización Laboral Con el inicio de la nueva década -y previo a la crisis actual-, la estructura social del trabajo en Argentina muestra una marcada fragmentación económico-social y una problemática de empleo mucho más grave que la mera situación de desocupación abierta. (Datos correspondientes a octubre de 2001 para la población urbana del país- Ver Gráfico 1, Gráfico 2 y Cuadros 1, 2 y 3.) - En primer lugar, cabe observar que más del 51% de la población económicamente activa se encuentra inserta en el sector informal o no estructurado (7 millones de trabajadores), con una remuneración mensual media de $359. El 5% está constituido por patrones de pequeños 14

establecimientos, el 38% por trabajadores asalariados de tales establecimientos y el 57% por trabajadores por cuenta propias o trabajadoras del servicio doméstico. - En segundo lugar, se destaca el hecho de que el sector formal concentra al 52% de la fuerza de trabajo (algo más de 6,7 millones de trabajadores). En este sector los ingresos medios alcanzan los $722. Un 17% está constituida por profesionales o patrones de medianos o grandes establecimientos y un 83% por asalariados no profesionales con ingresos medios de $562. - En tercer lugar, resulta evidente el deterioro y la complejidad de la estructura del empleo a la luz del peso y composición que presentan las diferentes inserciones laborales deficitarias frente al empleo pleno, estable y satisfactorio. Al respecto cabe observar que sólo un 27% de la población económicamente activa se encuentra en esa situación, contra un 73% (más de 10,2 millones de personas) afectados por subempleos, empleos precarios o la falta absoluta de trabajo. - Por último, una mirada menos exigente podría ubicar a los trabajadores plenos y al subempleo pleno en una misma categoría. Sin embargo, tal combinación deja a más del 58% de la población en situación de precariedad contractual o de ingresos (42%) o de exclusión laboral (16%). En términos de ingreso laborales, los ocupados en empleos plenos perciben un promedio mensual de $840, es decir, casi 2,5 veces los ingresos en los empleos precarios ($353). Ahora bien, en qué medida el sector de producción social ha impuesto condiciones y posibilidades al desarrollo y distribución de las calidades de inserción laboral? La conjugación estadística entre el tipo de inserción económico-social y la calidad de inserción laboral muestra una fuerte correlación entre ambas dimensiones, lo cual permite introducir algunas importantes precisiones al problema de la fragmentación social y el deterioro laboral: 1) La probabilidad de estar desempleado habiendo participado de actividades informales es 70% superior con respecto a quedar desocupado en el sector formal (20% contra 12,3%). Esto es todavía más grave para el caso de los trabajadores asalariados informales (24,1%); y en términos relativos lo es también para los asalariados del sector formal con relación a las otras categorías de inserción en ese sector (13,8%). Estas cifras hacen evidente la pérdida de estabilidad laboral en el sector informal, lo cual significó un aumento de la precariedad y de la rotación laboral. 2) Por otra parte, siendo ocupado del sector informal, la probabilidad de acceder y mantener un empleo precario, inestable y/o de bajos ingresos, es casi el doble que la precariedad en los ocupados formales (62% contra 39%). Todavía más grave es la situación de los asalariados del 15

sector informal (81% tienen empleos precarios) y de las empleadas domésticas (84% de precariedad). 3) Pero más allá de la polaridad que asume el desempleo y la precariedad en el sector informal, no deja de sorprender los altos índices de precariedad y por lo mismo, el grado de heterogeneidad- entre los ocupados en el sector formal: 3 de cada 10 profesionales y 4 cada 10 asalariados cuentan con empleos precarios, carecen de contrato estable y/o tienen ingresos por debajo del mínimo de mercado. 4) Las diferencias de ingresos siguen igual tendencia, mostrando segmentación en las remuneraciones. Todas las categorías del sector formal, cualquiera sea la calidad del empleo, muestran ingresos superiores a los alcanzados por los trabajadores del sector informal para las mismas inserciones: 2 veces más en el caso de los empleos precarios y 1,5 veces más en el caso de los empleos o subempleos plenos. A excepción de los patrones informales, ninguna otra inserción de este tipo (incluyendo asalariados y cuenta propias) presenta ingresos superiores a la categoría con más bajos ingresos del sector formal (trabajadores asalariados). Gráfico V. 1. Segmentación Económico-Ocupacional de la Población Económicamente Activa. Argentina: Octubre 2001. Total Urbano. Inserción Sectorial de la Fuerza de Trabajo 60.0 50.0 40.0 Porcentaje 30.0 20.0 48.4 51.6 10.0 0.0 FORMAL INFORMAL 16

SECTOR FORMAL SECTOR INFORMAL 3% 14% 16% 5% 38% 83% 41% Patrones Profesionales o de Establecimientos Formales Asalariados o Cuenta Propia Profesionales Asalariados No Profesionales en Establecimientos Formales Patrones No Profesionales y de Establecimientos Informales Asalariados No Prof. Establ Informales y Benef Progs Empleo Cuenta Propia No Profesionales o Ayuda Familiar Empleadas del Servicio Doméstico Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. Gráfico V. 2. Tipo de Inserción Laboral de la Población Económicamente Activa. Argentina: Octubre 2001. Total Urbano. PROBLEMAS LABORALES 6000000 5000000 4000000 3000000 41,4 2000000 1000000 25,8 14,2 18,7 0 EMPLEOS PLENOS SUBEMPLEOS PLENOS EMPLEOS PRECARIOS SIN EMPLEO 17

EMPLEOS PLENOS SUBEMPLEOS PLENOS EMPLEOS PRECARIOS SIN EMPLEO 24% 10% 10% 6% 66% 55% 45% 43% 57% 84% Patrones y Profesionales Asalariados Protegidos Trabajadores Independientes Buscan otro empleo Quieren trabajar más horas Trabajadores Precarios Trabajadores con Ys menores a 200$ Desempleados Nuevos Trabajadores Desalentados Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. 18

Cuadro V 1: Situación Laboral de la Población Económicamente Activa por Sector de Inserción Económico Ocupacional Total país, Octubre 2001 SECTOR FORMAL O ESTRUCTURADO Patrones Formales Puestos Asalariados Subtotal Profesionales No Profes. Formal SECTOR INFORMAL O NO ESTRUCTURADO Patrones Asalariados Informales No Profes. Trab. Indep. y Ayuda Fam. TOTAL Servicio Subtotal Doméstico Informal Ocupado 97,5 94,0 86,2 87,7 93,8 75,9 82,0 80,2 80,0 83,7 Desocupado 2,5 6,0 13,8 12,3 6,2 24,1 18,0 19,8 20,0 16,3 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. Cuadro V 2: Tipo de Inserción Laboral de la Población Económicamente Activa por Sector de Inserción Económico Ocupacional Total país, Octubre 2001 SECTOR FORMAL O ESTRUCTURADO SECTOR INFORMAL O NO ESTRUCTURADO Patrones Formales Trabjadores Profesionales Asalariados No Profes. Subtotal Formal Patrones Informales Asalariados No Profes. Trab. Indep. y Ayuda Fam. Servicio Subtotal TOTAL Doméstico Informal Empleos Plenos 82,8 53,9 38,9 42,6 66,2 12,6 28,7 5,5 21,1 32,0 Subempleos Plenos Empleos Precarios 12,9 18,0 19,1 18,7 16,2 6,3 27,5 10,7 16,5 17,6 4,3 28,1 42,0 38,7 17,6 81,1 43,8 83,9 62,4 50,4 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. Cuadro V 3: Promedios de Ingresos Laborales de la Población con Trabajo por Sector de Inserción Económico-Ocupacional- Total país, Octubre 2001 Empleos Plenos Subempleos Plenos Empleos Precarios Patrones Formales SECTOR FORMAL O ESTRUCTURADO Puestos Profesionales Asalar. No Profes. Subtotal Formal SECTOR INFORMAL O NO ESTRUCTURADO Patrones Asalariados Informales No Profes. Trab. Indep. y Ayuda Fam. Servicio Doméstico TOTAL Subtotal Informal 1919,5 1532,7 694,4 929,1 1032,2 605,2 583,9 391,0 657,4 840,9 2083,7 1103,7 556,6 668,4 914,2 469,5 380,0 262,7 408,5 548,6 1083,1 1152,0 442,6 521,4 414,6 305,2 179,9 193,5 245,2 352,9 Total 1904,9 1348,5 562,4 722,5 904,3 353,3 350,7 211,5 359,2 543,6 Fuente: Área Económica, Departamento de Investigación Institucional, IIS-UCA, con base en datos EPH-INDEC. 19

VI Informalidad, Precariedad Laboral y Efectos de Inhabilitación Socio-Ocupacional A la luz de las hipótesis explicativas estructurales del tipo comentadas y de los resultados empíricos mostrados en este trabajo, cabe intentar elaborar una argumentación sobre las características y la dinámica de la actual estructura social del trabajo. En particular, resulta fundamental explicar el hecho de que el sector informal no se haya constituido en una efectiva alternativa frente al desempleo abierto. Más aún, que el desempleo se haya nutrido en buena medida de trabajadores expulsados de dicho sector. 1) En primer lugar, el cuentapropismo satisficer o cuasi-informal habría perdido vigencia a partir del período de reformas económicas. A diferencia de los años setenta, cuando el factor dinámico ascendente de la informalidad era compartido entre el trabajador independiente y las microempresas, la fuerte caída de la informalidad durante los noventa se habría debido al descenso de esas mismas unidades económicas. A partir de este hecho podría destacarse que los cambios ocurridos en el entorno macroeconómico y en las regulaciones habrían afectado negativamente el desarrollo de actividades informales tradicionales. Esta línea explicativa coincide con los análisis de Llach y Kritz (1997) y de Beccaria, Caripo y Orsatti (2000). Factores como el fuerte aumento de la disponibilidad de crédito para consumo, la estabilidad de precios, la desregulaciones en diferentes mercados y los cambios en los precios relativos (debido a la apertura y el régimen cambiario) habrían restringido fuertemente los mercados para esas unidades. El más fácil acceso al crédito por parte de los consumidores y la instalación de numerosos supermercados minoristas y cadenas de servicios especializados, en todas las áreas urbanas, limitaron las actividades de los pequeños comerciantes. De manera similar, la reducción que se registró en los precios de bienes durables, debido a la apertura comercial, habría disminuido la demanda dirigida a los servicios de reparación y talleres electrodomésticos y de automotores. 2) En segundo lugar, el perfil muy selectivo de la demanda de empleo en el sector formal y la existencia de una oferta creciente de fuerza de trabajo volcada al mercado por la necesidad de subsistencia, alentaron el surgimiento de nuevas actividades informales de baja productividad y elevada inestabilidad (desde autoempleos refugio hasta la participación en programas de emergencia). En este sentido, cabe agregar que de todas maneras estas estrategias resultaron insuficientes en términos de ingresos para cubrir la reproducción doméstica para una parte importante de la sociedad, motivo por el cual a pesar de que se registró un aumento en el 20

número de ocupados en los sectores de más bajos ingresos- se mantuvo elevada la oferta laboral de estos grupos (Salvia, 2000; Salvia y Donza, 2001). 3) En consecuencia, la oferta de empleo tendió a canalizarse hacia las diferentes variantes de demanda laboral o nichos de mercado en condiciones precarias: empleos asalariados, tanto en las microempresas informales como en las grandes firmas que terciarizaron servicios; a través de redes privadas, familiares y comunitarias de actividades marginales, ilegales o extralegales; nuevas formas muy heterogéneas- de trabajo autónomo de supervivencia, en la línea de los servicios personales (sin medios de producción ni capital propio); y a través de los programas de empleo a nivel de los gobiernos locales. De esta manera, el inicio de la primera década del 2000 muestra la constitución en la Argentina de un mercado laboral urbano fuertemente segmentado, con un estancamiento regresivo del empleo formal; un mayor peso del trabajo asalariado no registrado y de la precariedad laboral en general; una oferta laboral cada vez más asociada a actividades informales, ocupaciones refugio y/o a planes de empleo social; y, finalmente, niveles elevados de desocupación, pobreza e informalidad mutuamente asociados. En este marco, existen otros elementos que hacen más compleja la explicación general, y cuyo esclarecimiento es todavía limitado dado el carácter provisional del diseño de investigación hasta aquí aplicado. a) Una tendencia a la cuasi -informalizacion en sentido distinto al desarrollado hasta aquí: la política de externalización, terciarización y subcontratación, que caracterizó la operación de un conjunto importante de firmas durante ese período, vinculado a factores tecnológicos y en general a la búsqueda de una mayor flexibilidad productiva y ocupacional, habría provocado una mayor demanda desde la economía formal hacia la pequeña producción (pequeñas y medianas empresas subcontratistas). Ello estaría implicando entonces un nuevo cambio cualitativo al interior de la formalidad y de la informalidad. b) Un aumento de la demanda de empleo en las actividades formales, muchas veces disimulado fraudulentamente como no asalariado, trabajo temporario o cuenta propia, lo cual implicaría un aumento de la precarización del empleo asalariado en un sector intermedio de la estructura sectorial. Justamente, este hecho es que impediría ver el actual proceso como latinoamericanización de la estr uctura ocupacional de la Argentina. En la misma línea puede 21

entenderse algunos resultados que muestran una heterogeneización en los ingresos al interior tanto de la formalidad como de la informalidad. c) Las mediciones sobre el desempleo abierto en el sector informal podrían estar ocultando eventos de empleo y desempleo intermitentes, contratos laborales irregulares e, incluso, actividades directamente ilegales, fenómenos que tienden a declarados como desempleo. Esta situación estaría por lo tanto generando una sobreestimación de la desocupación en el sector, así como una subestimación del cuentapropismo de sobrevivencia y del empleo asalariado en establecimientos informales o formales. Por último, otro aspecto relacionado a estas cuestiones es el poder explicativo de la informalidad en el conjunto de fenómenos laborales, entre los cuales el desempleo abierto y la precariedad laboral son los más relevantes. Al respecto la información analizada confirma la hipótesis original en el sentido de que lo sucedido con la informalidad es clave para explicar los cambios laborales recientes: - La pérdida de trabajo y los episodios de desocupación son más altamente probables en la informalidad, sobre todo entre los asalariados de pequeñas empresas y cuenta propia informales (no profesionales), por sobre las probabilidades de desempleo que afectan a los trabajadores del sector formal. - La precariedad laboral es un fenómeno que se intersecta fuertemente con la informalidad, al ser las microempresas las unidades en que aquélla tiene su expresión más intensa. La situación se evidencia tanto en patrones como en asalariados. Este problema es en cambio relativamente menor entre los cuentapropia, resultando evidente la situación más heterogénea al interior de este grupo. - En este sentido la comparación de ingresos laborales destaca no sólo las diferencias entre sectores, sino también una mayor heterogeneidad entre las actividades informales que entre las formales. Esta situación es todavía más marcada al comparar los ingresos de trabajadores cuenta propia ocupados en empleos plenos y los ocupados en empleos precarios. - El análisis por actividad del empleo y el subempleo plenos (búsqueda cambio de empleo y más horas de trabajo) remite a dos tipos de problemas y a una situación anunciada: 1) un claro deterioro en la situación laboral del trabajo profesional o dependiente en el sector formal, y 2) el carácter intermitente, precario e inestable de muchos de los negocios por cuenta propia y 22