El proceso de formación de los discípulos misioneros



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Transcripción:

El proceso de formación de los discípulos misioneros 1

El proceso de formación de los discípulos misioneros Oración para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Señor Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre, enciende en nuestros corazones el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos. Ven a nuestro encuentro y guía nuestros pasos para seguirte y amarte en la comunión de tu Iglesia, celebrando y viviendo el don de la Eucaristía, cargando con nuestra cruz, y urgidos por tu envío. Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine nuestras mentes y despierte entre nosotros el deseo de contemplarte, el amor a los hermanos, sobre todo a los afligidos, y el ardor por anunciarte al inicio de este siglo. Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro, para que nuestros pueblos tengan en Ti vida abundante, y con solidaridad construyan la fraternidad y la paz. Señor Jesús, Ven y envíanos! María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros. Amén. 2

El proceso de formación de los discípulos misioneros EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS APARECIDA 12 DISCÍPULOS MISIONEROS AL SERVICIO DE LA VIDA 1

Instituto Pastoral Apóstol Santiago (INPAS) Arzobispado de Santiago San Isidro 560 Santiago Estos libros son una producción conjunta del INPAS, la Vicaría General de Pastoral y Editorial Tiberíades. Agradecemos especialmente la colaboración del P. José Luis Fernández de Valderrama, MSpS, en la realización de este número. Colección Aparecida: 978-956-8188-66-5 ISBN: 978-956-8188-69-6 Derechos de Autor: 165.733 Diseño portada e interiores: Gráficanueva Ltda. Impreso en Chile, Octubre de 2007. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna para fines comerciales, por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo y por escrito. 2

El proceso de formación de los discípulos misioneros 1. Introducción En el Documento de Aparecida 1 nuestros Pastores nos expresan con claridad el objetivo y la pretensión de su encuentro: Con la luz del Señor resucitado y con la fuerza del Espíritu Santo, Obispos de América nos reunimos en Aparecida, Brasil, para celebrar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Lo hemos hecho como pastores que queremos seguir impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer de todos sus miembros discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida para que nuestros pueblos tengan vida en Él (1). Esta V Conferencia se propone la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo (10). Nos invitan, pues, a reconocer y revitalizar nuestra vocación, identidad y misión como cristianos, agraciados e incorporados por el Espíritu en el Bautismo a Cristo y a su Iglesia, para ser hijos del Padre en el Hijo y continuar su misión en el mundo. 1 Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Documento conclusivo. Aparecida, 13-31 de mayo de 2007. Conferencia Episcopal de Chile, Santiago 2007. Será citado como DA y a él corresponden los números entre paréntesis en el texto. 3

Y, como nos recuerdan nuestros Obispos en el Mensaje final, La primera invitación que Jesús hace a toda persona que ha vivido el encuentro con Él, es la de ser su discípulo, para poner sus pasos en sus huellas y formar parte de su comunidad. Nuestra mayor alegría es ser discípulos suyos! Él nos llama a cada uno por nuestro nombre, conociendo a fondo nuestra historia (cf. Jn 10,3), para convivir con Él y enviarnos a continuar su misión (cf. Mc 3,14-15) 2. El discipulado y la misión no son pues dos dimensiones añadidas sino constitutivas de la identidad cristiana. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla 3. La identidad de discípulos misioneros nos remite inmediatamente a la formación. El discípulo es un formando, una persona que sigue a su maestro para dejarse formar por él, para aprender y parecerse a él, y, en el caso del cristiano, para dejarse transformar en Cristo. Pero además, es también un formador. Está llamado a continuar la misión de Jesús de formar discípulos misioneros en la Iglesia al servicio de la vida. Por eso nuestros Pastores desde el inicio le piden a María, como madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización, que nos enseñe a ser hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos diga (cf. Jn 2,5) (1). De ahí la importancia que conceden a la formación: Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Igle- 2 Mensaje Final, DA p.26 3 Benedicto XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia, Aparecida, n.3. 4

El proceso de formación de los discípulos misioneros sia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio - su servicio!- que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones (14). La formación de los discípulos misioneros se convierte en un eje transversal fundamental de la reflexión y el discernimiento de nuestros Pastores, por lo que está presente y atraviesa todo el documento. Quizás, estas pueden ser las razones que le hacen decir al Papa Benedicto XVI, en la carta que dirige a los Hermanos en el Episcopado de América Latina y del Caribe para autorizar la publicación del Documento conclusivo, En este Documento hay numerosas y oportunas indicaciones pastorales, motivadas con ricas reflexiones a la luz de la fe y del contexto social actual. Entre otras, he leído con particular aprecio las palabras que exhortan a dar prioridad a la Eucaristía y a la santificación del Día del Señor en los programas pastorales (cf. nn. 251-252), así como las que expresan el anhelo de reforzar la formación cristiana de los fieles en general y de los agentes de pastoral en particular. 5

Como se puede comprender fácilmente, el tema de la formación no es un tema menor y de ahí surge la necesidad de trabajarlo en estos Cuadernos, para ayudarnos a conocer, reflexionar, asumir y vivir las orientaciones de nuestros Pastores en Aparecida. Pero precisamente por ser un tema de vital importancia, lo atraviesa y se contempla prácticamente en todos los temas tratados. Aparecida dedica todo el amplio capítulo 6 al Itinerario formativo de los discípulos misioneros, que se inicia y fundamenta en el encuentro con Jesucristo, describe el proceso de formación, resalta la iniciación cristiana y la catequesis, para concluir analizando los lugares de formación. En este Cuaderno recogeremos solamente las orientaciones sobre el proceso de formación de los discípulos misioneros, por lo que recomendamos la lectura de los otros números, y no abordaremos la formación en otros temas específicos que aborda Aparecida y que serán trabajados en otros Cuadernos. Y lo haremos, como ya apuntábamos, con una doble mirada, puesto que Todos en la Iglesia estamos llamados a ser discípulos y misioneros. Es necesario formarnos y formar a todo el Pueblo de Dios para cumplir con responsabilidad y audacia esta tarea (DAP p.27). Sí, todos somos formandos en el seguimiento de Jesús Maestro (Camino, Verdad 4 Cf. ver por ejemplo los números: 174, 226c, 231, 238, 287, 296, 299, 302, 306, 319, 338, 376, 400, 406, 413, 437c,g,i,f, 441a,f, 446d, 450, 456, 469, 475, 483, 486, 492, 497, 517h, 518d,k,o, 538. 5 Mensaje Final, DA p.27 6

El proceso de formación de los discípulos misioneros y Vida) y todos somos continuadores y colaboradores de su misión de formar discípulos misioneros, como padres de familia, hermanos en nuestras comunidades, agentes pastorales, educadores, ciudadanos y constructores de la sociedad. Proponemos un itinerario que nos invite y ayude a reflexionar, personal y comunitariamente, sobre su necesidad e importancia, sobre las llamadas y desafíos que escuchamos y sobre las acciones que podemos realizar para mejorar nuestra formación personal y nuestra labor formativa, y así crecer en nuestra identidad, vocación y misión. 2. Miramos nuestra realidad (Ver) Aparecida comienza con una Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad (cap. 3), constatando las luces y sombras que vivimos en el mundo y en la Iglesia. Y nos recuerda que, En el fiel cumplimiento de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia de Jesús, entre otros: el éxodo de fieles a las sectas y otros grupos religiosos; las corrientes culturales contrarias a Cristo y la Iglesia; el desaliento de sacerdotes frente al vasto trabajo pastoral; la escasez de sacerdotes en muchos lugares; el cambio de paradigmas culturales; el fenómeno de la globalización y la secularización; los graves problemas de violencia, pobreza e injusticia; la creciente cultura de la muerte que afecta la vida en todas sus formas (185). 7

Los cambios son profundos y los desafíos enormes, por lo que No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad 6. De ahí la necesidad urgente, el reto fundamental de la formación, como veíamos al inicio. Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural (212). Pero esta necesidad recorre todo el documento y se resalta en todas las realidades, sectores y actividades que integran la actividad pastoral de la Iglesia. 6 RATZINGER, J., Situación actual de la fe y la teología. Conferencia pronunciada en el Encuentro de Presidentes de Comisiones Episcopales de América Latina para la doctrina de la fe, celebrado en Guadalajara, México (1996). Publicado en L Osservatore Romano, el 1-XI-1996. 8

El proceso de formación de los discípulos misioneros + Para la reflexión y el diálogo: - Compartimos esta mirada sobre los desafíos que el mundo presenta a nuestra fe? - Cómo describiríamos la formación que tenemos los cristianos y la labor formativa que realizan? - Qué realidades y desafíos vemos nosotros que hacen urgente la necesidad de una mayor formación? 9

3. Nos dejamos iluminar por Aparecida (Juzgar) Vamos ahora a leer, escuchar y dejarnos iluminar por lo que nos dice Aparecida, para ayudarnos a discernir juntos lo que el Señor quiere de nosotros. 3.1. El proceso de formación de los discípulos misioneros La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia. Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: Vengan y vean (Jn 1,39), Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6). Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar discípulos misioneros. Con perseverante paciencia y sabiduría, Jesús invitó a todos a su seguimiento. A quienes aceptaron seguirlo, los introdujo en el misterio del Reino de Dios, y, después de su muerte y resurrección los envió a predicar la Buena Nueva en la fuerza de su Espíritu. Su estilo se vuelve emblemático para los formadores y cobra especial relevancia cuando pensamos en la paciente tarea formativa que la Iglesia debe emprender, en el nuevo contexto sociocultural de América Latina (276). 10

El proceso de formación de los discípulos misioneros El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz. El Señor despertaba las aspiraciones profundas de sus discípulos y los atraía a sí, llenos de asombro. El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena. El discípulo es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña (277). 3.2. Aspectos del proceso formativo En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí: a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf. Jn 1,38), pero es el Señor quien los llama: Sígueme (Mc 1,14; Mt 9,9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás 11

aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones. b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actualiza para nosotros la redención de Cristo. c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía. d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades 12

El proceso de formación de los discípulos misioneros y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu. e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona (278). 13

+ Para la reflexión y el diálogo: - Cómo entiende Aparecida el proceso de formación? Qué elementos nos han llamado más la atención? - Qué resaltaríamos de este proceso como especialmente importante para el momento actual? - Qué aspectos están más presentes en mi propia formación y en mi labor formativa? - Qué llamadas y desafíos escuchamos para nuestra formación y para nuestra misión de formadores a partir de la comprensión de estos criterios? 14

3.3. Criterios generales para el proceso formativo El proceso de formación de los discípulos misioneros 3.3.1. Una formación integral, kerygmática y permanente Misión principal de la formación es ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo, y así reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo. Por eso, la formación obedece a un proceso integral, es decir, que comprende variadas dimensiones, todas armonizadas entre sí en unidad vital. En la base de estas dimensiones está la fuerza del anuncio kerygmático. El poder del Espíritu y de la Palabra contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo, a creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da pleno significado a su vida y a seguir sus pasos. El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del proceso de formación de discípulos y misioneros. Al mismo tiempo, la formación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en medio de las exigencias de la historia (279). 15

3.3.2. Una formación atenta a dimensiones diversas La formación abarca diversas dimensiones que deberán ser integradas armónicamente a lo largo de todo el proceso formativo. Se trata de la dimensión humana comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral-misionera. a) La Dimensión Humana y Comunitaria. Tiende a acompañar procesos de formación que lleven a asumir la propia historia y a sanarla, en orden a volverse capaces de vivir como cristianos en un mundo plural, con equilibrio, fortaleza, serenidad y libertad interior. Se trata de desarrollar personalidades que maduren en el contacto con la realidad y abiertas al Misterio. b) La Dimensión Espiritual. Es la dimensión formativa que funda el ser cristiano en la experiencia de Dios, manifestado en Jesús, y que lo conduce por el Espíritu a través de los senderos de una maduración profunda. Por medio de los diversos carismas, se arraiga la persona en el camino de vida y de servicio propuesto por Cristo, con un estilo personal. Permite adherirse de corazón por la fe, como la Virgen María, a los caminos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de su Maestro y Señor. 16

El proceso de formación de los discípulos misioneros c) La Dimensión Intelectual. El encuentro con Cristo, Palabra hecha Carne, potencia el dinamismo de la razón que busca el significado de la realidad y se abre al Misterio. Se expresa en una reflexión seria, puesta constantemente al día a través del estudio que abre la inteligencia, con la luz de la fe, a la verdad. También capacita para el discernimiento, el juicio crítico y el diálogo sobre la realidad y la cultura. Asegura de una manera especial el conocimiento bíblico teológico y de las ciencias humanas para adquirir la necesaria competencia en vista de los servicios eclesiales que se requieran y para la adecuada presencia en la vida secular. d) La Dimensión Pastoral y Misionera. Un auténtico camino cristiano llena de alegría y esperanza el corazón y mueve al creyente a anunciar a Cristo de manera constante en su vida y en su ambiente. Proyecta hacia la misión de formar discípulos misioneros al servicio del mundo. Habilita para proponer proyectos y estilos de vida cristiana atrayentes, con intervenciones orgánicas y de colaboración fraterna con todos los miembros de la comunidad. Contribuye a integrar evangelización y pedagogía, comunicando vida y ofreciendo itinerarios pastorales acordes con la madurez cristiana, la edad y otras condiciones propias de las personas o de los grupos. Incentiva la responsabilidad de los laicos en el mundo para construir el Reino de Dios. Despierta una inquietud constante por los alejados y por los que ignoran al Señor en sus vidas (280). 17

3.3.3. Una formación respetuosa de los procesos Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales. En la diócesis el eje central deberá ser un proyecto orgánico de formación, aprobado por el Obispo y elaborado con los organismos diocesanos competentes, teniendo en cuenta todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular: asociaciones, servicios y movimientos, comunidades religiosas, pequeñas comunidades, comisiones de pastoral social, y diversos organismos eclesiales que ofrezcan la visión de conjunto y la convergencia de las diversas iniciativas. Se requieren, también, equipos de formación convenientemente preparados que aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías dinámicas, activas y abiertas. La presencia y contribución de laicos y laicas en los equipos de formación aporta una riqueza original, pues, desde sus experiencias y competencias, ofrecen criterios, contenidos y testimonios valiosos para quienes se están formando (281). 18

El proceso de formación de los discípulos misioneros 3.3.4. Una formación que contempla el acompañamiento de los discípulos Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado de acuerdo con la peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado: el obispo que es el principio de la unidad en la diócesis mediante el triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los presbíteros, cooperando con el ministerio del obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les es confiado; los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y perseverante como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; los consagrados y consagradas en el seguimiento radical del Maestro; los laicos y laicas que cumplen su responsabilidad evangelizadora, colaborando en la formación de comunidades cristianas y en la construcción del Reino de Dios en el mundo. Se requiere, por tanto, capacitar a quienes puedan acompañar espiritual y pastoralmente a otros (282). Destacamos que la formación de los laicos y laicas debe contribuir, ante todo, a una actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación de la sociedad. Es urgente una formación específica para que puedan tener una incidencia significativa en los diferentes campos, sobre todo en el mundo vasto de la política, de la realidad social y de la economía, como también de la cultura, de las 19

ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios y de otras realidades abiertas a la evangelización (283). 3.3.5 Una formación en la espiritualidad de la acción misionera Es necesario formar a los discípulos en una espiritualidad de la acción misionera, que se basa en la docilidad al impulso del Espíritu, a su potencia de vida que moviliza y transfigura todas las dimensiones de la existencia. No es una experiencia que se limita a los espacios privados de la devoción, sino que busca penetrarlo todo con su fuego y su vida. El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el diálogo, en el servicio, en la misión cotidiana (284). Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas. Así, la vida en el Espíritu no nos cierra en una intimidad cómoda, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el 20

El proceso de formación de los discípulos misioneros servicio misionero. Nos vuelve comprometidos con los reclamos de la realidad y capaces de encontrarle un profundo significado a todo lo que nos toca hacer por la Iglesia y por el mundo (285). + Para la reflexión y el diálogo: - Qué criterios de la formación nos han llamado más la atención? - Qué criterios resaltaríamos como especialmente importante para el momento actual? - Cuáles de estos criterios y dimensiones están más presentes en mi propia formación y en mi labor formativa? - Qué llamadas y desafíos escuchamos para nuestra formación y para nuestra misión de formadores a partir de la comprensión de estos criterios? 21

4. Lo llevamos a nuestra vida (Actuar) Repasemos brevemente la ficha que hemos estudiado. Volvamos a ver las respuestas que hemos dado y después de eso, respondamos las siguientes preguntas para ver cómo llevar lo que hemos conversado a nuestra vida. - Cómo podemos dar respuesta a los desafíos escuchados? - Qué aspectos necesitamos potenciar en nuestra formación y en nuestra labor formativa? - Y cuáles necesitamos incorporar para alcanzar y realizar una formación integral? - Qué acciones o medios necesitamos poner para conseguirlo? 22

El proceso de formación de los discípulos misioneros 5. Celebramos y oramos - Agradecemos al Señor este momento de encuentro fraterno, la reflexión compartida y las luces recibidas... - Ofrecemos al Señor y a los hermanos nuestra disponibilidad y compromiso para dar los pasos que hemos descubierto... - Le pedimos al Señor su ayuda y el Don del Espíritu, para dejarnos formar y ser formadores de sus discípulos misioneros al servicio de su Reino de Vida... 23

El discípulo experimenta que la vinculación íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas (131). Le hemos pedido a María, como madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización, que nos enseñe a ser hijos en su Hijo y a hacer lo que Él nos diga (cf. Jn 2,5) (1). 24

Quédate, Señor Oración de Benedicto XVI en Aparecida, Brasil. Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección. Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti. Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural. Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas. Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos. Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros! 25

Índice de temas 1 Discurso Inaugural del Papa Benedicto XVI. 2 Mirada creyente de la realidad. 3 La vocación de los discípulos misioneros. 4 La espiritualidad de los discípulos y discípulas misioneros. 5 La parroquia: comunidad misionera. 6 CEB y pequeñas comunidades. 7 Ministerios y servicios en la Iglesia y en el mundo. 8 El laicado al servicio de la vida. 9 La Palabra, alimento de la vida. 10 Creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo. 11 La religiosidad popular. 12 El proceso de formación de los discípulos misioneros. 13 La iniciación a la vida cristiana y la catequesis. 14 La educación católica. 15 La misión de los discípulos al servicio de la vida. 16 Reino de Dios y promoción de la dignidad humana. 17 La Pastoral Social y la solidaridad. 18 Desafíos de la movilidad humana 19 La buena nueva del trabajo. 20 La buena nueva de la familia. 21 Jóvenes al servicio de la vida. 22 La cultura de la vida. 23 La cultura y su evangelización. 26

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