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AUTONOMÍA Y AUTORIDAD INDÍGENA. DISPUTAS ENTRE CACIQUES Y CORREGIDORES EN EL OBRAJE DE COMUNIDAD DE DUITAMA (1593-1612) Claudia Marcela Vanegas Durán Estudiante de Maestría en Historia Pontificia Universidad Javeriana claitovanegas@gmail.com Introducción El análisis de las relaciones de poder entre autoridades coloniales y autoridades indígenas a finales del siglo XVI y principios del XVII es el tema central de esta presentación. Proponemos su estudio a partir de las disputas que generó la administración del obraje de Duitama, repartimiento de la corona ubicado en la Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. La intervención de la corona en la administración de las comunidades indígenas diezmó progresivamente el grado de autonomía que las autoridades indígenas tenían sobre la gestión de los sujetos y recursos a su disposición. De entrada es necesario mencionar que la autonomía que experimentaron o lograron obtener los indígenas siempre estuvo determinada primero por el ejercicio de las leyes existentes que difícilmente se cumplieron en toda la América colonial. La ley se acataba pero no se cumplía. Segundo, por la habilidad de los indígenas para ganar espacios en el plano económico o social, siempre en estado de subordinación. Es decir, esta autonomía no se puede considerar como plena lo que sería una utopía pues ni la plena libertad ni la total subordinación fueron evidentes en el caso de las relaciones entre indígenas y españoles mas no se la puede ignorar. 1

Con el análisis histórico de los procesos de subordinados que presentan algún nivel de autonomía es posible reinterpretar la historiografía colonial del Nuevo Reino de Granada. El obraje de Duitama dedicado a la manufactura de diversos tipos de textiles, fue una alternativa organizada por su cacique y capitanes con el ánimo de tener una actividad productiva que generara recursos suficientes para cubrir el pago del tributo y a largo plazo excedentes para la comunidad. El ensayo ha sido dividido en ocho secciones. En las dos primeras se hará una breve descripción de la organización de los obrajes en América y el Nuevo Reino de Granada, con el ánimo de establecer las generalidades del tema de estudio que nos compete. Posteriormente se describirán las circunstancias que impulsaron la creación del obraje de comunidad en el repartimiento de Duitama y los agentes que intervinieron en su funcionamiento. Pasaremos luego a analizar las funciones que cumplieron las autoridades indígenas, y su gestión en el obraje a partir de la información sobre producción y mano de obra con los que se cuenta. Por último analizaremos el papel que cumplió el corregidor de indios y los conflictos que se generaron durante los dos años en los que administró el obraje. El obraje en América Con la llegada de los españoles a América, la producción de textiles de lana, con sus herramientas y procesos productivos especializados de origen europeo se adaptó a las circunstancias creando una nueva forma de organización del trabajo: el obraje. Los obrajes fueron unidades manufactureras sin antecedentes en la España del siglo XVI. Fue en América donde se organizaron los obrajes, inicialmente en Nueva España y gradualmente en Perú, Quito y el Nuevo Reino de Granada, como una alternativa para la elaboración 2

de textiles que pudieran competir con las telas que llegaban de Europa a muy altos costos. En un solo espacio los obrajes garantizaban la concentración por primera vez en la historia de la producción textil de todas las fases del proceso de confección de tejidos desde el tratamiento de la materia prima hasta el acabado final de los diferentes tipos de textiles. El obraje reunió la fuerza de trabajo dispersa en una estructura física, la especializó en tareas y la sometió a una disciplina desconocida en el mundo indígena 1. A diferencia de los conquistadores del siglo XV, los encomenderos de la segunda mitad del siglo XVI eran un grupo con una mentalidad de colonizadores. Los encomenderos que habían optado por quedarse en las colonias americanas, concentraron sus esfuerzos y los recursos económicos que iban adquiriendo en la explotación de una o varias empresas a la vez, ya fuera la minería, la ganadería, la agricultura o el comercio. A través de la organización de este tipo de empresas los encomenderos encabezaron la transición de una sociedad de conquista a una sociedad colonial, en la cual la riqueza se basaba en empresas económicas y no en fruto de las victorias militares 2. Una de las actividades económicas en las que los encomenderos concentraron su interés, en épocas muy tempranas, fue la manufactura textil organizada en obrajes. A lo largo del siglo XVI se fundaron innumerables obrajes, dedicados a la fabricación de distintos tipos de tejidos de lana, y en algunos casos particulares de algodón. Estas unidades se organizaron inicialmente en las haciendas, ubicadas en aquellas regiones en las que no existían minas, pero sí contaban con 1 Manuel Miño Grijalva, La producción colonial hispanoamericana (México: Fideicomiso Historia de las Américas, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1993), 23. 2 María Ángeles Eugenio Martínez, Tributo y trabajo del indio en Nueva Granada (de Jiménez de Quesada a Sade) (Sevilla: Escuela de Estudios Latinoamericanos, 1977), 297. 3

mano de obra indígena suficiente, bastos territorios para la expansión de los rebaños de ovejas, fuentes de agua, y terrenos de labranza agrícola que podían abastecer de insumos y alimento a quienes allí trabajaban diariamente. Gracias a la demanda de diversos tipos de textiles (paños, bayetas, rasos, sayales, frezadas, lienzos, y jergas) en centros mineros, estancias agrícolas y ciudades, los obrajes se fueron expandiendo en América entre los siglos XVI y XVIII, integrándose progresivamente en el espacio económico colonial. La conformación de circuitos de intercambio de ropa de la tierra nombre con el que fueron denominados los textiles que se elaboraron en América, para diferenciarlos de aquellos que llegaban de Europa en los mercados locales e interprovinciales, permitió que la producción textil fuera una actividad constante a lo largo de los tres siglos de dominación española. El desarrollo de la manufactura textil en América, ayudó en la conformación de regiones agrarias con dinámicas impulsadas esencialmente por la demanda de los centros mineros. Estas regiones se convirtieron en satélites económicos importantes para proveer de alimentos y manufacturas a las minas, focos del auge económico colonial. Tal dinámica garantizaba la estructura social y política de la dominación española. La producción textil garantizaba el pago del tributo indígena a la corona, incorporando la mano de obra indígena productiva a través de la mita textil. Es así como en el estudio de los obrajes coloniales es posible observar como se asignó la mano de obra a través de la figura del corregidor de indios, creada para proteger a los indígenas de los excesos de los encomenderos. La organización de obrajes en los pueblos de indios, sus insumos y la mano de obra dinamizaban la economía en el ámbito local, promoviendo relaciones de subordinación y lealtad entre españoles e indígenas. 4

Los obrajes en el Nuevo Reino de Granada En el Nuevo Reino de Granada, al igual que en Quito y Perú, los obrajes comenzaron a establecerse a finales del siglo XVI. Los primeros obrajes de los cuales se tiene referencia fueron organizados en la Provincia de Tunja. Alrededor de 1570 se crearon obrajes en las encomiendas de Suta (otorgada a Antón de Santana) y la de Oicatá-Nemuza (asignada a Miguel Ruiz Corredor); en 1591 se organizó uno en Soracá (encomienda de Juan Rodríguez de Morales), en 1596 se creó uno en Duitama, y en 1598 se dio orden de organizar otro en Chía. Estos dos últimos casos de obrajes organizados en repartimientos de la corona, tienen la particularidad de que fueron producto de la iniciativa de sus caciques y capitanes 3. Estas referencias iniciales nos dan una idea de las proporciones que pudo tener el sector económico textil en la región, sin embargo su tamaño fue más bien limitado en comparación con los de Nueva España, Perú o Quito. Aún no se cuenta en nuestro país con una investigación historiográfica que permita confirmar si efectivamente estas empresas perduraron más allá del momento de su creación, o si por el contrario se quedaron como iniciativas plasmadas en un documento oficial, como es el caso del repartimiento de Chía 4. 3 También existe información de la existencia de un obraje en la encomienda de Isabel Maldonado en el Cocuy (AGN, Caciques e Indios, 67, fols. 383r y v; 394r). Posteriormente, durante las primeras décadas del siglo XVII hasta los años sesenta, existen referencias sobre la organización de obrajes en el altiplano cundiboyacense y la provincia de Vélez: El Cocuy 1605 (AGN, Encomiendas, 32, fols. 893-897); Simijaca en 1605 (AGN, Caciques e Indios, 72, fol. 1019), Cogua en 1626 (AGN, Caciques e Indios, 20, fol. 841), Engativá (AGN, Caciques e Indios, 72, fol. 162) y Susa en 1628 (AGN, Caciques e Indios, 25, fol. 632), Tensa en 1635 (AGN, Caciques e Indios, 3, fol. 826), Ubaté en 1645 (AGN, Caciques e Indios, 54, fol.623), Vélez en 1655 (AGN, Caciques e Indios, 13, fol. 877), Moncora y Chanchón en 1658 (AGN, Caciques e Indios, 71, fol. 816), Tibasosa en 1669 (AGN, Caciques e Indios, 72, fol. 1019) (AGN, Caciques e Indios, 10, fol. 439) y Morcote en 1668 (AGN, Caciques e Indios, 76, fol. 3). 4 En 1599, un año después de firmado el contrato con el maestro Juan de Aguilar para organizar tal empresa en el repartimiento, todavía no había comenzado a funcionar, prefiriendo el cacique anular el contrato. AGN, Caciques e Indios, 72, fol. 613r, tomado de Germán Colmenares y Dario Fajardo, Fuentes coloniales para la historia del trabajo en Colombia (Bogotá: Universidad de los Andes, 1968), 442. 5

Con el propósito de contribuir con los estudios de la organización textil en el Nuevo Reino de Granada, se busca con esta investigación arrojar luz sobre el caso particular del obraje de comunidad organizado en el repartimiento de Duitama en 1596. La información que se encuentra en el Archivo General de la Nación en Bogotá sobre la producción textil que en él tuvo lugar nos permitió ir más allá del análisis del funcionamiento de estas unidades productivas tema estudiado ampliamente para otros contextos coloniales 5. El obraje de Duitama es más bien muestra de las disputas que se dieron entre autoridades coloniales y autoridades indígenas por el control jurisdiccional de los recursos y las actividades económicas que se desarrollaban en los repartimientos de indios a finales del siglo XVI y principios del XVII. El obraje de comunidad de Duitama La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, funcionó como un anclaje económico encargado de abastecer de alimentos, ganado, textiles y otros productos a las ciudades, minas y estancias aledañas. La provincia contaba con un número considerable de indígenas, ya que allí se concentraba una buena parte de la población muisca cuando los españoles llegaron hacia 1540. Duitama como uno de los grandes cacicazgos muisca ubicado en la provincia de Tunja, fue una de las encomiendas más grande de la provincia durante los siglos XVI y XVIII. A mediados de 1570 se convirtió en 5 Para el estudio sobre obrajes en América puede consultarse entre otros a Neus Escandell-Tur, Producción y comercio de tejidos coloniales. Los obrajes y chorillos del Cuzco 1570-1820 (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas", 1997); Manuel Miño Grijalba, La protoindustria colonial hispanoamericana (México: Fidecomiso Historia de las Américas, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1993), La manufactura colonial: aspectos comparativos entre el obraje andino y el novohispano, en Heraclio Bonilla, editor, El sistema colonial en la América española (Barcelona: Editorial Crítica, 1991), 102-153; Carmen Viqueira y José Ignacio Urquiola, Los obrajes en la Nueva España: 1530-1630 (México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Dirección General de Publicaciones, 1990); Robson Brines Tyrer, Historia demográfica y económica de la Audiencia de Quito (Quito: Banco Central de Ecuador, 1988); Miriam Salas de Coloma, Estructura colonial del poder español en el Perú. Huamanga (Ayacucho) a través de sus obrajes, siglos XVI-XVII (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998). 6

repartimiento de la corona 6, cuando el presidente de la Real Audiencia la puso bajo custodia de la autoridad española al quedar vacante luego de la muerte de su encomendero Alonso Maldonado 7. La importancia del Duitama estaba dada en un número considerable de población indígena a finales del siglo XVI que fue aprovechado por la autoridad colonial. La corona obtuvo el control de estos como mano de obra, luego de disposiciones administrativas que buscaron disminuir la autonomía de los encomenderos y su capacidad destructiva de las comunidades indígenas. Los encomenderos de la provincia de Tunja representaban una figura incomoda para la corona pues presionaban a los administradores reales en su afán de quedarse con la mayor parte de las ganancias que recibían por la explotación agraria y ganadera en la región. Como encomienda de la corona, a partir de 1570 Duitama dejó de tener obligaciones con un solo individuo, y sus compromisos quedaron directamente bajo la jurisdicción del rey. El cacique don Álvaro y los capitanes del pueblo, se beneficiaron con esta nueva orden, pues les otorgaba mayor autonomía, en detrimento del poder de los encomenderos. Al tratarse de un repartimiento de la corona, las autoridades indígenas de Duitama pudieron mantener por más tiempo su jerarquía interna, así como el control sobre sus recursos y las gentes que hacían parte de su comunidad. El cacique Don Álvaro fue la figura principal, de quien dependían 8 capitanes encargados de administrar sus respectivas parcialidades 8. 6 Las encomiendas de la corona en la provincia de Tunja eran: Sogamoso 1560, Duitama, Samacá, Chibatá, Turmequé, 1571-1572; Crabos, Labranza Grande, Monga, Monguí, Moniquirá, Soatá, Tiren, Tutasa. J. Michel Francis, Población, enfermedad y cambio demográfico, 1537-1636. Demografía histórica de Tunja: Una mirada crítica, en Ana María Gómez Londoño, editora académica, Muiscas. Representaciones cartográficas y etnopolíticas de la memoria (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2005), 131-145. 7 AGN, Visitas Bolívar, 5, fol. 689r. 8 Las parcialidades no eran definidas en las visitas como territorios, sino estaban conformadas por un número de familias bajo el mando de un capitán. Cada parcialidad debía enviar un número de indios y 7

El compromiso del cacique con la corona fue el pago oportuno del tributo. Para las autoridades españolas la prioridad inicialmente era recoger el tributo sin inmiscuirse demasiado en los asuntos de la comunidad y cómo conseguían pagarlo. De tal modo la corona se intereso más en proteger el sostenimiento de las comunidades evitando que los intereses de los encomenderos destruyeran sus unidades productivas; en su relación con el cacique las autoridades coloniales permitieron que siguiera ejerciendo sus obligaciones como señor natural del repartimiento. El cacique y capitanes podían intervenir en la asignación de la mano de obra para las diversas actividades del repartimiento y aquellas que se prestaban a través de la figura de concertaje en las estancias cercanas o las minas, siempre bajo la supervisión del corregidor de indios. Tras la recomendación hecha en 1593 por el presidente Antonio González a los corregidores para que estimularan a los indios para que hicieran obrajes de paños, sayales, frazadas y sombreros en el Nuevo Reino de Granada, el cacique Don Álvaro, del pueblo de Duitama y sus 8 capitanes, emprendieron formalmente en 1596 la organización de un obraje para la fabricación de frazadas, sayales, fusas, carpetas, paños y otras cosas de lana a imitación de otros obrajes que hay en este Reino 9. Para instaurar tal empresa, el cacique y capitanes, en presencia de su corregidor Cristóbal Tinoco quien había dado la licencia correspondiente, firmaron un contrato con el maestro español Marcos Martín, quien se encargaría de organizar todos los aspectos relacionados con la manufactura de la ropa de la tierra 10 en su repartimiento. muchachos anualmente a trabajar en el obraje, y por este trabajo recibían un salario en pesos y en especie, de acuerdo con el contrato del cacique y el maestro obrajero. 9 AGN, Caciques e Indios, 65, fol. 347r. 10 Término que se utilizaba para diferenciar las telas que llegaban de España, de aquellas que eran elaboradas en las colonias americanas. 8

Como se mencionó, en la Provincia de Tunja, ya existían para esos años obrajes en las encomiendas del Cocuy, Suta, Oicatá-Nemuza y Soracá 11, y de acuerdo con el cacique y principales de Duitama, la construcción de uno más en su repartimiento en 1596, no significaba competencia alguna para estos obrajes, ya que existía demanda suficiente para la ropa de la tierra en las estancias de las provincias de Tunja y Santa Fe, que eran los mayores consumidores de este tipo de textiles. El obraje que se organizó en Duitama a finales del siglo XVI, fue una empresa comunal regulada por el estado colonial, cuyo propósito fundamental era generar los ingresos suficientes para el pago de los tributos 12. La vigilancia que ejercía la corona sobre este tipo de unidades productivas, se dio a través de la figura del corregidor de indios funcionario colonial encargado de vigilar la administración de las encomiendas puestas bajo administración directa de la corona. Este era el encargado de aprobar la asignación de mano de obra, corroborar el pago del salario de los indios, vender los textiles en Santafé y Tunja, y posteriormente entregar el dinero de su venta a las cajas reales como pago del tributo de su repartimiento a la corona. El maestro obrajero, que en el caso de Duitama era un español que había trabajado en otros obrajes en Tunja y Quito, tenía la misión de vigilar y organizar todos los procesos productivos, enseñar a los indígenas la labor específica a la que fueran asignados, administrar los insumos, herramientas y el producto final. Por su parte el cacique y capitanes como autoridades indígenas del repartimiento, debían garantizar la mano de obra necesaria para el funcionamiento del obraje, entregar al maestro obrajero la lana y el maíz para 11 Sabemos de la existencia y funcionamiento de estos obrajes, por la documentación antes mencionada. Sin embargo, es necesaria una investigación que haga seguimiento a cada uno de estos casos, para avanzar en el conocimiento del desarrollo alcanzado por la organización del sector textil el Nuevo Reino de Granada. 12 Tyrer, Historia demográfica, 99. 9

alimentar a los trabajadores 13, así como los textiles al corregidor para que los vendiera en los mercados locales. El propósito fundamental del obraje fue concentrar la población y los recursos del repartimiento en una actividad económica específica, que permitiera pagar las cargas tributarias impuestas por la corona. Al ser este su principal propósito el obraje fue celosamente custodiado por las autoridades españolas y las autoridades indígenas, ambas partes interesadas en obtener el máximo de ganancia posible de la producción. Así, el cacique y capitanes de Duitama, como autoridades legítimas de su comunidad ante la corona, debían salvaguardar los intereses de los indígenas a su cargo. La autonomía que ejercieron a través de la organización y gestión de los recursos y mano de obra a su disposición les permitió mantener parcialmente su poder de gestión. Autoridad que sin embargo se fragmentaba a medida que las autoridades coloniales hacían presencia en la comunidad. Las autoridades indígenas Las figuras de autoridad indígena durante la época colonial, determinaron en parte el éxito o fracaso de la dominación española sobre los indios. Mientras muchos caciques se opusieron a los encomenderos, otros los recibieron con presentes y permitieron rápidamente la total subordinación de sus comunidades. Otros caciques prefirieron huir junto con sus comunidades fuera de la influencia de los españoles. Sin embargo, fueron frecuentes los casos en los cuales existió una mediación entre españoles y autoridades indígenas. De la interacción entre caciques, capitanes y encomenderos surgieron formas de producción, relaciones laborales y arreglos para cumplir con el pago del tributo. 13 AGN, Caciques e Indios, 65, fols. 347r -349v. 10

Gracias a los caciques los encomenderos lograron obtener la mano de obra suficiente para la explotación agraria, ganadera y minera, y apropiarse de los excedentes de producción de las comunidades indígenas por concepto de tributo. Sin los caciques y capitanes los encomenderos no hubieran podido conducir a los indios a trabajar en las haciendas o minas. La organización prehispánica en la que existían relaciones de subordinación, mando y tributación, facilitó la articulación de las comunidades indígenas en el engranaje colonial. La mediación entre caciques y encomenderos legitimaba a uno y otro como figuras de poder ubicándolos al mando de las cadenas de tributación y trabajo. Sin embargo, la intervención del encomendero y sus excesos modificaron inevitablemente la estructura de cacicazgos prehispánicos. En el Nuevo Reino de Granada los cacicazgos se fueron fragmentó a partir de la segunda mitad del siglo XVI y primera mitad del VII, primero como consecuencia del reparto de las encomiendas, luego por la disminución demográfica y finalmente por la erosión de las relaciones de poder formadas en las primeras décadas tras la conquista. Por un lado, algunos caciques menores de la provincia de Tunja aprovecharon la coyuntura de la conquista, para liberarse de jefes que les habían sido impuestos y a los que consideraban que no les debían ningún tipo de subordinación. Tal es el caso de los caciques mayores de Tunja, Duitama, Sogamoso, Bogotá y Guatavita, quienes sometieron pequeñas comunidades a su autoridad antes de la llegada de los españoles. Algunos caciques menores aprovecharon la presencia de los españoles para crear alianzas con los encomenderos y así recuperar parte de su autoridad local, prefiriendo servir al encomendero español 14. 14 Gamboa Jorge. Los caciques muiscas y la transición al régimen colonial en el altiplano cundiboyacense durante el siglo XVI (1537-1560), en Gómez Londoño, editora académica, Muiscas. Representaciones cartográficas, 56-59; Carl Henrik Langebaek, Resistencia indígena y transformaciones ideológicas entre los muiscas de los siglos XVI y XVII, en Gómez, editora académica, Muiscas. Representaciones cartográficas, 34-35. 11

Los españoles si bien inicialmente tuvieron en cuenta la organización política en cacicazgos y capitanías mayores y menores existentes al momento de asignación de las encomiendas, a medida que fueron aumentando el número de encomenderos y disminuía la población indígena, los cacicazgos y las capitanías fueron desmembrándose. Con el debilitamiento de las formas de autoridad indígena también se relajaron las ataduras comunitarias dispersando a muchos de sus miembros, lo cual hizo más difícil cumplir con las faenas productivas de autosubsistencia y las necesarias para pagar el tributo a la corona. La conservación de los cacicazgos fue posible siempre y cuando no se diera una redistribución de la tierra, ni una reorganización del asentamiento geográfico de la población ( ) 15. Durante el primer siglo y medio de dominación española el prestigio del cacique dependió principalmente de las funciones que como autoridad indígena podía cumplir en el orden colonial. En el Nuevo Reino de Granada este éxito se debió naturalmente a la capacidad de adaptación que las unidades administrativas indígenas tuvieron para subsistir bajo las circunstancias de dominación en las que se encontraban. Con las Leyes Nuevas (1542), el cacique fue considerado señor natural de su pueblo, dándoles a los indígenas cierto grado de independencia para autogobernarse 16. Mientras los caciques y capitanes pudieron mantener su autoridad frente a la comunidad indígena a la que pertenecían, y no fueron reemplazados por autoridades coloniales, siguieron a pesar de todo contando con el respeto y la obediencia de los indios sujetos a su autoridad. Si las comunidades lograban permanecer como unidades políticas y territorialmente definidas, era en parte porque así podían garantizar su perdurabilidad dentro del ámbito colonial. Esta es una evidencia de cierta autonomía política aun dentro del cautiverio de subordinaciones coloniales. La 15 Margarita Menegus, Del señorío indígena a la república de indios. El caso de Toluca 1500-1600 (Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1991), 96. 16 Gamboa, Jorge. Los caciques en la legislación indiana: una reflexión sobre la condición jurídica de las autoridades indígenas en el siglo XVI, en Diana Bonnett y Felipe Castañeda (editores) Juan de Solórzano y Pereira. Pensar la Colonia desde la Colonia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006), 160. 12

capacidad de adaptación de las comunidades indígenas les permitió sobrevivir durante varias décadas como comunidad, en una permanente negociación con las autoridades españolas, aunque en una constante posición de subordinación. La autoridad indígena fue fundamental durante el primer siglo de dominación española en el Nuevo Reino de Granada; de su intervención y medicación dependió la explotación de la mano de obra indígena y los recursos. Con la organización de las comunidades indígenas en resguardos a finales del siglo XVI y principios del XVII, la corona comenzó a fracturar la relación entre los encomenderos y sus encomendados, controlando la asignación de la mano de obra, y convirtiendo el tributo indio en patrimonio del Estado 17. El cacique y los capitanes de Duitama en la administración del obraje La organización de los indígenas en repartimientos o resguardos, les permitió a las autoridades indígenas administrar los recursos y la producción hasta cierta medida a su favor. Esto fue posible gracias a su capacidad de gestión, pues como sociedades indígenas fueron generando mecanismos que evitarían a largo plazo su total desarticulación como comunidad 18. Esto desmiente posibles generalizaciones nacidas de la Nueva Historia, o la negación de las capacidades de los indígenas por la historiografía académica basada ampliamente en versiones de los cronistas que subrayaron a los indígenas como incapaces de un gobierno propio, autónomo y durable. Los caciques y principales, como representantes de una comunidad particular frente a la corona española, buscaron garantizar los intereses comunitarios por encima de los intereses señoriales. Podríamos hablar entonces 17 Margarita González, El resguardo en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá: La Carreta, 1979), 20. 18 Marcello Carmagnani, El regreso de los dioses. El proceso de reconstitución de la identidad étnica en Oaxaca. Siglos XVII y XVIII (México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 110-125. 13

de una capacidad de adaptación que lograron muchas comunidades indígenas, en las que sus autoridades intentaban perpetuarse en el tiempo, garantizando no necesariamente sus propios intereses como representantes del poder indígena frente al poder colonial, sino sobre todo los de su comunidad. Concentrados en comunidad los indígenas podrían permanecer inmersos dentro de la sociedad colonial, pues tenían un territorio que les había sido asignado a través de la figura del resguardo, gozaban de cierta protección bajo la jurisdicción de la corona, y tenían a la mano unos recursos que si se explotaban correctamente podían permitirles cumplir con el pago del tributo y obtener excedentes para su comunidad. El caso de estudio que nos compete, podría ser interpretado desde esta perspectiva, dado que la organización del obraje de comunidad en Duitama a finales del siglo XVI, se hizo pensando en los intereses del repartimiento y sus sujetos. El obraje tenía el propósito de convertirse a largo plazo en una unidad productiva que aprovecharía la mano de obra, los recursos de la zona representados en pastos para los rebaños de oveja y los cultivos para alimentar a los indios y muchachos, y la demanda por textiles existente en el Nuevo Reino de Granada. El cacique y capitanes tenían la intención de repartir las ganancias del obraje entre sí, pues según el contrato que firmaron en 1596, recibirían el 80% de estas. Sin embargo su prioridad fue el pago del tributo. A largo plazo, los excedentes generados por el obraje podrían ser reinvertidos en la comunidad, ya fuera en la compra de ovejas, herramientas u obras para la comunidad (como en el caso de Duitama en el que las puertas de la iglesia debían comprarse con dineros del obraje) 19. Para las autoridades indígenas la gestión del obraje garantizó no sólo el pago del tributo a la corona, sino a largo plazo recursos adicionales que podían ser reinvertidos en su comunidad. De otro lado con el obraje el gobierno 19 AGN, Visitas Bolívar, 5, fol. 691r. 14

colonial facilitó la concentración de los indígenas y de otras actividades que se llevaban a cabo en el repartimiento cuidado de los rebaños de ovejas, cultivo de tierras de comunidad que alimentaba a los indígenas del obraje e hilado de lana por algunas mujeres en sus hogares en torno a la elaboración de textiles. De esta forma se garantizaba el pago constante del tributo y un mayor rendimiento económico del repartimiento en el contexto local. Análisis del obraje de Duitama La administración de la mano de obra, que por esos años era un bien muy apreciado por los encomenderos y autoridades indígenas para las labores agrícolas y ganaderas que se desarrollaban en la provincia de Tunja, fue distribuida de tal forma que una parte era alquilada en las estancias cercanas, y otra trabajaba en el obraje. El obraje como unidad productiva de la comunidad de Duitama, comenzó su funcionamiento utilizando un porcentaje relativamente bajo del total de su población de indios de demora, es decir, de aquellos indios entre 17 y 55 años que debían trabajar para pagar la demora o tributo a la corona 20. Durante el primer año de funcionamiento, en el obraje trabajaron 10 indios, es decir el 3,4% del total de los indios de demora que eran 347, pero al finalizar el periodo de estudio, en 1602, había aumentado a 54, es decir el 15,8% del total de los indios tributarios (ver gráfica 1). 20 Mariángeles Mingarro Arnandis. Tributo y familia en la provincia de Tunja en los siglos XVI y XVII (Castelló de la Plana, Universitat Jaume I, 2004), 110. 15

Gráfica 1 Comparativo del total de indios de demora del repartimiento e indios de demora trabajando en el obraje de Duitama (1597-1602) Número de indios 400 350 300 250 200 150 100 50 0 10 347 340 34 53 54 1597 1598 1599 1602 Año Indios de demora en el obraje Total Indios de demora de repartimento Fuente: AGN, Caciques e Indios, 26, fols. 616v- 624v; Visitas Bolívar, 5, fols. 686 v, 741r. En tan sólo seis años de funcionamiento, en el obraje aumentó el número de indios de demora o tributarios, así como el número de muchachos (niños entre 6 y 17 años), dedicados a hilar y a servir como asistentes en los telares y el batán. En la Gráfica 2 se puede ver el significativo aumento que tuvieron estos últimos, pues de 10 muchachos en 1597 se pasó a contar con 30 en 1602. Es importante además aclarar que desde 1599 el corregidor comenzó a entregar a las mujeres una libra de lana sucia que debían devolver a los 15 días hilada. Esta tarea la realizaban en sus hogares sin recibir ningún pago. Era un costo en mano de obra que se ahorraba el obraje, y que garantizaba el suministro del hilo necesario para la fabricación de textiles 21. 21 AGN, Visitas Bolívar, 5, 698v. 16

Gráfica 2 Evolución de la mano de obra en el obraje de Duitama (1596-1602) 90 80 84 Número 70 60 50 40 30 62 34 28 68 53 54 30 Indios de demora Muchachos Total 20 10 20 10 15 0 1597 1598 1599 1602 Año Fuente: AGN, Caciques e Indios, 26, fols. 616v- 624v. El aumento en el número de indios que trabajaron en el obraje durante ese tiempo, esta asociado con otros fenómenos, tales como la adquisición de herramientas para la elaboración de los textiles, el paulatino aprendizaje al que fueron expuestos los trabajadores, el incremento en el número y la diversidad de tipos de textiles manufacturados, así como la compra de ovejas. Durante los primeros 3 años y 5 meses de funcionamiento el obraje aumentó los tipos y cantidad de textiles producidos, cuyo valor pasó de 258 pesos en el primer año a 3417 pesos 4 tomines en el tercer año de funcionamiento 22 (ver tabla 1). Por otro lado al revisar los gastos en insumos y herramientas, también observamos un progresivo aumento en su valor, pasando de 342 pesos en el primer año, a 1.140 pesos 5 tomines en el periodo septiembre 1598 a febrero 1600 (ver tabla 1 y gráfico 3). Esto indica que la dinámica productiva del obraje se afianzó rápidamente en pocos años y que esto estuvo directamente asociado con la disponibilidad de mano de obra con que contaba el repartimiento. Los obrajes dependían de la disponibilidad de mano de obra constante para su funcionamiento. Por un lado los obrajes de particulares debían 22 AGN. Caciques e Indios, 26. fols. 606r-607v. 17

disputarse la asignación de mano de obra tributaria a través de la figura del concertaje, o retener por deudas la mano de obra mestiza. De otro lado los obrajes de comunidad dependían de mano de obra tributaria proveniente del repartimiento al que pertenecían. En este último caso si disminuía la población, automáticamente el obraje corría el riesgo de desaparecer. Por ejemplo, en la audiencia de Quito los obrajes de comunidad que perduraron en el tiempo con una producción significativa dependieron de la protección de la corona a la mano de obra indígena y del aumento una ligera recuperación más bien demográfico de la población que facilitó el desarrollo del sector textil en la región 23. En los primeros años de su funcionamiento, el obraje de Duitama absorbió un porcentaje menor de indios tributarios. Si su población hubiera declinado durante esos años, ya fuera por que los indios murieran, se ausentaran o huyeran, la producción textil se habría visto afectada inmediatamente. Las autoridades indígenas y españolas no se vieron afectadas por las labores del obraje, pues aún si crecía rápidamente no demandaba un número excesivo de trabajadores. Tabla 1 Relación del valor de los textiles y gastos en insumos y herramientas del obraje de Duitama (Septiembre 1596- febrero 1600) Sep 1596- sep 1597 Sep 1597- sep 1598 Sep 1598- sep 1599 Sep 1599- feb 1600 TOTAL Valor de los textiles que se elaboraron 258 ps 1927 ps 4 ts 3417 ps 4 ts 1092 ps 2 ts 6819 ps 4 ts Gastos en herramientas e insumos 342 ps 1243 ps 3 ts 1440 ps 5 ts 3366 ps 4 ts Fuente: AGN. Caciques e Indios, 26. fols. 615r-624r 23 Tyrer, Historia demográfica, 91. 18

Gráfico 3 Relación del valor de los textiles y gastos en insumos y herramientas del obraje de Duitama (Septiembre 1596- febrero 1600) Valor en pesos 5000 4500 4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0 Sep 1596-sep 1597 Sep 1597-sep 1598 Periodo Sep 1598-febrero 1600 Fuente: AGN. Caciques e Indios, 26. fols. 615r-624r Valor de los textiles que se elaboraron Gastos en herramientas e insumos Un análisis más detallado de los valores de producción 24, el número de trabajadores y los gastos del obraje, dan cuenta del incremento progresivo de esta empresa y la dinámica que fue adquiriendo con el paso de los años. Cuando el obraje aumentó su nivel de producción, y el cacique y capitanes vieron cómo su inversión de tiempo, dinero y mano de obra estaba dando frutos, cambios administrativos fueron ordenados desde Santa Fe. El Corregidor Alonso Domínguez Medellín, máxima autoridad española del repartimiento, fue nombrado por el presidente Francisco de Sande administrador del obraje en 1600. El corregidor recibiría 200 pesos de oro de a veinte quilates anuales por esta función 25 lo que también da cuenta de la importancia que adquiría para la corona el obraje en dicha provincia. Con su nombramiento, la corona pretendía debilitar la participación que los indígenas tenían sobre la producción del obraje, protegiendo los intereses de los españoles con la intención de que las ganancias generadas en el obraje revirtieran a la corona y no en la comunidad indígena. Esto pudo significar el 24 El análisis sobre la producción, número de trabajadores y gastos del obraje se desarrolló en un capítulo particular de mi tesis de maestría sobre El obraje de Comunidad de Duitama (1596-1602). 25 AGN, Caciques e Indios, 26, fol. 598r. 19

fin del obraje como fuente económica para el pago del tributo indígena. La presencia del corregidor en el obraje modificó el papel que desempeñaba el cacique y capitanes en la gestión de la producción textil. El corregidor fue una figura de poder externo que los indígenas debieron aceptar sin remedio. Sin embargo, luego de dos años bajo su mandato las autoridades indígenas fueron progresivamente excluidos de la administración y expuestos a los abusos del corregidor Domínguez Medellín. Para 1602 el obraje dejó de ser una alternativa económica para las autoridades indígenas. El corregidor de indios El cargo de corregidor de indios fue creado por la administración colonial a mediados de 1530 en Nueva España, con el propósito de recaudar el tributo real de las encomiendas que habían sido puestas directamente bajo la administración colonial 26. Sin embargo, muy pronto aumentaron las funciones que debía desempeñar, con el fin de implantar jurisdicción real sobre los indígenas 27. En adelante el corregidor tuvo competencia sobre la administración de justicia, las relaciones comerciales entre españoles e indios y el recaudo de los tributos 28. Gracias a estas funciones se convirtió en una autoridad local poderosa, al punto de ser un eslabón fundamental en la comunicación entre las actividades económicas que se desarrollaban en las comunidades indígenas, y otros polos económicos, como ciudades, haciendas y minas. Adicionalmente, tuvo control sobre los excedentes económicos de las comunidades indígenas, la asignación de mano de obra a través del sistema de repartimiento laboral o mita, así como sobre el recaudo del tributo. Estas 26 Margarita González, El resguardo en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá: La Carreta, 1979), 57. 27 Menegus, Del señorío indígena, 86. 28 Kenneth J. Adrien, El corregidor de indios, la corrupción y el estado virreinal en Perú (1580-1630), Revista de Historia Económica, IV (3) (1986), 493. 20

innovaciones administrativas convirtieron al corregidor en un funcionario real importante para los encomenderos, quienes muchas veces lograron su favor especialmente en el reparto de indígenas para las actividades económicas que desarrollaban. Entre las funciones que debía realizar el corregidor, estaba la venta de los excedentes de las labranzas de comunidad, animales como gallinas y cerdos, y para el caso de jurisdicciones con obrajes, textiles. Con el dinero que generaba la venta de estos productos se pagaban los tributos a la corona. Muchos corregidores aprovechaban la venta de productos para quedarse con algo del dinero, pues podían disminuir el precio nominal de venta en los libros de cuentas para la corona, quedándose con el excedente 29. En ocasiones los corregidores fueron denunciados por abusos con los indios al no pagarles por los trabajos que realizaban, endeudarlos entregándoles mercancías importadas innecesarias o suntuosas. También se los persiguió por fraudes a la corona, como cuando tomaban el dinero de las cajas de comunidad para prestarlo a agentes externos al repartimiento 30 y beneficiarse con ello. Otro tipo de fraude que cometían era la alteración de los censos tributarios, pues modificaban las cifras reales de población con cifras inferiores al número de tributarios de los repartimientos a su cargo, para así quedarse con el tributo que entregaban 31. Esto explica el que en 1606 y 1624 la corona española, intentó implementar cambios administrativos en aras de eliminar el cargo de corregidor. Sin embargo se abstuvo, y fue sólo a mediados del siglo XVII, que comenzó a supervisar estrictamente su función, ordenando que debían pagar sus fianzas sin falta, recaudar solamente los impuestos legalmente exigidos, no 29 Adrien, El corregidor de indios, 500. 30 González, El resguardo, 59. 31 Adrien, El corregidor de indios, 499. 21

tomar productos de los indios sin pagarlos, no tomar dinero prestado de las cajas de comunidad indígenas, mantener al día los padrones y matrículas y no permitir que se produjeran rezagos (deudas tributarias) 32. En el caso de Duitama, la presencia del corregidor como administrador del obraje, reflejaba las disputas que se dieron entre la autoridad indígena y la colonial, consecuencia natural del proceso de intervención que sufrió el gobierno indígena a finales del siglo XVI y principios del XVII. Para el cacique y capitanes la intervención de la corona en la administración del obraje significó automáticamente la perdida del derecho a recibir el 80% de las ganancias que este diera, como se había definido en el contrato firmado con el maestro Marcos Martín en 1596. La presencia del corregidor significó para los indígenas la pérdida de la autonomía y el control que habían ejercido durante los primeros años de funcionamiento del obraje 33. Problemas durante la administración del corregidor El 23 de diciembre de 1599 el cacique don Álvaro entabló una queja frente al licenciado Luis Henríquez, oidor y visitador de la Real Audiencia. En ella informó que el corregidor Domínguez Medellín le pidió le hiciese un telar (...) sin que le constase nada y porque no lo consentí ni el dicho Marcos Martín, le cobró muy grande odio, en tanta manera que ha tomado mano de echarle del obraje y a mi me ha amenazado, por no consentir que despidiese al dicho oficial, que me meterá en un cepo 34. El corregidor incluso llego a trasladarse a 32 Ibid, 500. 33 Para la muestra, desde el comienzo el cacique tenía acceso a la bodega donde se almacenaban los textiles producidos. De allí podía tomar lo que a bien considerara necesario para su funcionamiento, o los textiles que se entregarían al corregidor para pago del tributo o el mercado local. Por ejemplo 1597 el cacique tomo por su cuenta la decisión de enviar 29 camisetas a Pamplona para intercambiar por algodón. (AGN, Caciques e Indios, 67, fol. 371r) o cuando en 1600 compra 1000 ovejas para contar con la lana suficiente como insumo para el obraje (AGN, Caciques e Indios, 26, fol. 629r). 34 AGN, Visitas Boyacá, 5, fol. 801r. 22

Santa Fe en busca de un maestro que pudiera administrar el obraje para reemplazar al maestro Martín. El cacique Don Álvaro dijo que el obraje fue organizado por él y sus capitanes, quienes cubrieron todos los costos de construcción, herramientas e insumos, y que el dicho corregidor no debe entrometerse en lo que es mío y mi hacienda 35. El licenciado Henríquez actuó a favor del cacique ordenando que el obraje podía continuar funcionando en la forma en la que lo venía haciendo. Cuando Francisco de Sande, presidente, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada, argumentó su decisión de entregar la administración del obraje al corregidor Alonso Domínguez Medellín en 1600, explicó que lo hizo basado en las quejas del corregidor sobre la mala gestión del obrajero Marcos Martín. Él acusó a Martín de ser poco diligente y de tener en su compañía mucha gente así española como otras personas que usurpan y hurtan ropa y demás cosas que se benefician 36, además de advertir que el cacique hurta y esconde a los indios que trabajaban en el obraje. El presidente Sande, pidió cuentas a Marcos Martín de los gastos y producción durante los 3 años y 5 meses durante los que el obraje estuvo a su cargo. A partir de febrero de 1600 el obraje quedó bajo la administración del corregidor, quien sin embargo, siguió contando con la presencia de Marcos Martín. Este último trabajó en el obraje hasta mediados de 1601 37. Aunque carecemos de una relación detallada de los gastos y la producción del obraje mientras fue administrado por el corregidor Domínguez Medellín (1600-1602), las quejas que Cristóbal de Sanabria, cura doctrinero del pueblo, y el cacique y capitanes de Duitama le dan al licenciado Luis Henríquez en la visita de 1602, permiten entender las desventajas que trajo la presencia del 35 AGN, Visitas Boyacá, 5, fol. 801r. 36 AGN, Caciques e Indios, 26, fol. 597v. 37 AGN, Visitas Bolívar, 5, fol. 699r. 23

corregidor en el obraje del repartimiento. En dicha visita el doctrinero Sanabria declaró que por lo que este testigo ha visto de la administración del dicho obraje le parece que será servicio de dios y del Rey que el dicho corregidor Medellín ni otro ninguno corregidor no tenga a su cargo la dicha administración del obraje sino una persona puesta por la Real Audiencia que se ha de fe y confianza 38. Por su parte el cacique don Álvaro denunció que durante los dos primeros años en los que el corregidor administró el obraje, éste compraba la lana de la ropa que se vendía y todo lo que procedía lo vendía y se aprovechaba de ello sin dar a los indios cosa alguna, ni pagarles 39. Adicionalmente mencionó que él cumplió como autoridad indígena al entregarle al corregidor 300 pesos de la ropa que se había hecho en el batán en 1600, y un año después le dio 800 pesos, para el pago de las demoras. Reitera por último que antes que viniese el corregidor a la administración de el obraje pagaban sus demoras y no debían rezagos y después que el corregidor lo tiene a cargo con haber pagado lo que tiene dicho, les pide rezagos, que será mejor no tener obraje y que los indios que no se han ocupado en el obraje han juntado el oro que tiene declarado para ayuda a sus demoras 40. A los abusos denunciados por el cacique, se suman los del capitán Don Juan Oyguaquebsipa, quien dijo en la visita de Luis Henríquez que el cacique luego de que Marcos Martín se fue del obraje, comenzó a vender los textiles guardados en la bodega, y que con el dinero compró mantas de algodón para el 38 Ibid, fols. 696v y r. 39 Ibid, fols. 699r. 40 Ibid, fols. 699v. 24

pago de la demora 41. Cuando el cacique intentó pagar por su cuenta el tributo con el producto del obraje, despertó la reacción del corregidor quien le quitó la llave del lugar donde se almacenaban la ropa, para que no tuviera acceso a los textiles 42. Sumado a esto, esta el encierro al que fueron expuestos los capitanes del pueblo cuando el corregidor se enteró que el capitán don Juan de Oyba había hecho una solicitud para que se le tomaran cuentas de la ropa que se estaba elaborando en el batán 43. Luego de la visita de 1602 Alonso Domínguez Medellín, deja de ser corregidor de Duitama. Es posible que una de las razones para que no continuara ejerciendo su cargo fuera los excesos cometidos en la administración del obraje y con las autoridades indígenas de Duitama. Ese mismo año el visitador Luis Henríquez le pidió cuentas del obraje al corregidor y le exigió que no no moleste a cacique, ni capitanes, ni a ningún indio en razón de demoras 44. Esta situación es un indicio del efecto negativo que tuvo el cambio administrativo en el obraje. El obraje creado para pagar el tributo con la producción de sus telares dependía de la confianza existente entre el cacique y el corregidor. La codicia del corregidor rompió el equilibrio existente antes de 1600 cuando producción y ganancia eran intereses compartidos entre indios y españoles. Esta situación afectó el funcionamiento del obraje. Mientras las autoridades indígenas estuvieron a cargo del obraje, los indígenas asistieron a trabajar, se les pagó al menos en parte los salarios, y se cumplió con la entrega 41 El tributo se pagaba en pesos y/o especie durante esos años. A finales del siglo XVI Duitama estaba tasado en 3 mantas de algodón por cada indio tributario, es decir 1041 mantas de algodón. Como los indígenas no producían tal cantidad de mantas, optaban por comprarlas en los mercados locales. En el caso de Duitama, con el dinero de la venta de los textiles el corregidor y/o el cacique compraban las mantas que luego entregaba a las arcas reales por concepto de tributo. Los funcionarios coloniales posteriormente las remataban en subasta pública para de esta forma conseguir el oro que enviaban a España. 42 AGN, Visitas Bolívar, 5, fol. 703r. 43 Ibid, fol. 717r. 44 Ibid, fol. 717v. 25

de los tributos a la corona. Con la llegada del corregidor al obraje, el repartimiento se atrasó en el pago del tributo y los indígenas no recibieron sus salarios. Conclusiones El intento de la corona por establecer su jurisdicción sobre los indígenas del repartimiento, por medio del control directo sobre la producción, la mano de obra y los recursos, trajo como consecuencia la inevitable fragmentación de las relaciones de poder y subordinación que existían en el obraje. Lo que sucedió en Duitama a principios del siglo XVII, muestra la importancia de la gestión del cacique y capitanes en las empresas comunales para garantizar su funcionamiento. La intervención del corregidor acabó con el interés que tenían las autoridades indígenas y sus sujetos en la producción de textiles como alternativa para el pago del tributo, al punto que prefirieron proponer el cierre del obraje antes que continuar en manos del corregidor 45. Es improbable que el obraje haya dejado de producir lo suficiente para garantizar el pago del tributo de la comunidad durante los dos años en los que lo administró el corregidor Domínguez Medellín. Mas aún, a su llegada en 1602 el obraje ya contaba con 84 trabajadores, 22 más que en 1600; había mujeres indígenas que hilaban la lana en sus hogares, lo que debió permitir que los muchachos del obraje se dedicaran a labores de asistencia en otras actividades del proceso productivo aumentando así la producción; el cacique había comprado 1000 ovejas en 1600 para tener lana suficiente para el obraje; y además el obraje siguió contando con la presencia del maestro obrajero Marcos Martín, al menos hasta mediados de 1601. Todo indica que el obraje prosperaba 45 Ibid, fols. 707r y 708v. 26