ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL HOLOCAUSTO EN LA ASAMBLEA DE MADRID (Madrid, 23 de enero de 2015) Excmo. Sr. Embajador de Israel (Alon Bar). Excmos. Sres. Embajadores de Hungría, Estonia, Austria, Canadá, Francia y Reino Unido. Excmo. Sr. Presidente de la Asamblea de Madrid, Excma. Sra. Delegada del Gobierno. Excmo. Sres. Consejeros de la Comunidad de Madrid. Sr. Presidente de la Comunidad Judía de Madrid (David Hatchwell). 1
Gran Rabino de España (Moisés Bendahan). Excmas. e Ilmas. Autoridades. Supervivientes y familiares de las víctimas de la Shoah. Señoras y señores: El martes se cumplen 70 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. 2
70 años de aquel frío 27 de enero de 1945, en el que un destacamento de soldados rusos cruzó las puertas del infierno. Todos hemos visto las fotos de aquel día. Seres humanos semidesnudos, ateridos de frío, con una delgadez extrema y una mirada perdida. 3
Todos hemos visto ese infame cartel que decía El trabajo os hará libres. Hemos visto las literas infectadas de piojos donde se hacinaban miles de personas esperando la muerte. Hemos visto las cámaras de gas. Y hemos sentido la rabia y la repulsión al comprobar el grado de maldad al que puede llegar el ser humano. 4
Sin embargo, no todos nos hemos parado a pensar que pasó para que esa locura fuera posible. Que sucedió para que en una sociedad culta, moderna y avanzada pudiera surgir y desarrollarse la mayor pesadilla que haya vivido nunca la Humanidad. El Holocausto no fue una batalla más dentro de la Guerra. No fue una reacción a un ataque enemigo. No fue una represión irracional producto de un delirio transitorio. 5
El Holocausto, lo que los nazis denominaron eufemísticamente la Solución Final, fue primero largamente planeado para después ser ejecutado con una frialdad que espanta. Fue la conclusión de un proyecto fraguado lentamente con el objetivo de eliminar al pueblo judío de la faz de la tierra. Quizá quien mejor describió esa infame máquina de matar fue uno de sus más siniestros organizadores, Adolf Eichmann, cuando definió ese brutal proceso como una fábrica automática. 6
A los judíos se les arrestaba, se les robaban sus pertenencias, se les introducía en trenes de ganado y se les llevaba hasta un campo de exterminio. Allí, algunos serían conducidos a la rápida muerte de las cámaras de gas. Y otros serían destinados a la muerte lenta de los trabajos forzados. 7
Se les desnudaba, se les golpeaba y se les marcaba como a las bestias. Se les arrebataban sus objetos más íntimos. Se les quitaba hasta su nombre, con el objetivo de degradarles, de despojarles de su humanidad para ser aniquilados sin remordimientos y con la misma frialdad con la que se eliminaría una plaga. 8
Solo en Auschwitz- Birkenau fueron asesinadas cerca de un millón y medio de personas. 800.000 en Treblinka. 600.000 en Belzec. 250.000 en Sobibor. Y cientos de miles en la miríada de campos de exterminio construidos por los nazis en el este de Europa. El número de víctimas inocentes de este genocidio es tan enorme que si dedicáramos un solo día a conmemorar a todos los judíos asesinados en el Holocausto Nazi, necesitaríamos emplear más de 16.000 años. 9
Es cierto, y debemos recordarlo para ser justos, que este planeado e industrial asesinato de millones de judíos fue ejecutado por un conjunto de dementes asesinos sin escrúpulos. Pero también es verdad, y quizás eso sea lo más terrible, que esa masacre fue tolerada por una sociedad que miró para otro lado. En aquel entonces, casi nadie se inmutó cuando se aprobaron las leyes de Nuremberg que señalaban a los judíos como objetivo. No se indignó cuando sacaron a sus vecinos de sus casas. Y no se conmovió al comprobar que se les llevaba a la muerte. 10
Edmun Burke dijo que para que triunfe el mal solo es necesario que los buenos no hagan nada. Y eso es exactamente lo que sucedió. Sin embargo, conviene que extraigamos una lección de todo ello. Que aprendamos de los errores del pasado, porque la historia, si no se aprende de ella, tiende a repetirse. 11
Si algo nos enseña el Holocausto es que es necesario defender la libertad y la dignidad del ser humano en todo tiempo y lugar. Y que hay un límite en el que la transigencia deja de ser mero respeto para convertirse en cobardía. Hoy también hay quienes pretenden sembrar la semilla del odio y de la imposición. Quienes pretenden doblegar los valores de la civilización. Y contra ello hay que rebelarse para que nunca, jamás, nadie ponga en duda la libertad y la igualdad de los seres humanos. 12
Hoy existe también una batalla que demanda una respuesta firme de la sociedad civilizada. Una batalla que requiere que no confundamos la tolerancia con la estulticia y que exige tener claro que la tibieza en la defensa de la libertad y de los derechos humanos no supone una virtud, sino un vicio. Este acto es hoy especialmente importante porque supone no solo conmemorar a las víctimas, sino recordar todo aquello que provocó su inmolación 13
Mantengamos viva la llama de su recuerdo y tengámosles presentes para que su sacrificio no haya sido en vano. Pero, sobre todo, reafirmemos nuestro compromiso para luchar por los valores de la civilización, de la democracia, de la libertad y de los derechos humanos. Muchas gracias. 14