ENFERMEDADES DEL PERICARDIO. Gómez González del Tánago P, Navarro Vidal B, Panadero del Olmo L.,Panadero Carlavilla FJ.

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Transcripción:

ENFERMEDADES DEL PERICARDIO Gómez González del Tánago P, Navarro Vidal B, Panadero del Olmo L.,Panadero Carlavilla FJ. EL pericardio es una membrana fibroelástica que está constituida por una capa visceral y una capa parietal externa separada por un espacio virtual llamada cavidad pericárdica. En personas sanas, la cavidad pericárdica contiene entre 15 y 50 ml de líquido, plasma ultrafiltrado. A pesar de desempeñar numerosas funciones importantes, el pericardio no es esencial para la vida y su ausencia congénita o su extirpación quirúrgica no provoca consecuencias muy graves. Aunque la etiología en las diferentes enfermedades pericárdicas es diversa y compleja, infecciones por agentes etiológicos patogénicos múltiples y heterogéneos, inflamaciones inespecíficas, afectación secundaria por enfermedades cardiacas o sistémicas, invasión por enfermedades neoplásicas, etc.; la respuesta del pericardio ante cualquier agresión es poco específica, causando inflamación de sus capas y/o aumento de líquido en la cavidad. Dada su estructura simple, los procesos clínico patológicos que afectan al pericardio son pocos; de hecho las enfermedades del pericardio son únicamente las pericarditis y sus complicaciones (taponamiento y constricción), y las lesiones congénitas. La inflamación crónica con fibrosis y calcificación puede dar lugar a un pericardio petrificado que puede evolucionar a una pericarditis constrictiva. PERICARDITIS AGUDA La pericarditis aguda hace referencia a la inflamación de la membrana pericárdica. Esta entidad se puede definir como un síndrome clínico plurietiológico que se manifiesta por dolor torácico, roce pericárdico y cambios evolutivos de la repolarización en el electrocardiograma (ECG). El diagnóstico de pericarditis exige, por lo menos, dos de estos tres elementos, aunque la auscultación de un roce pericárdico permite, por sí sola, establecer el diagnóstico. Epidemiología y etiología La pericarditis aguda es la entidad patológica más frecuente dentro las causas que afectan al pericardio. No se conoce con exactitud la prevalencia e incidencia real de esta dolencia aunque hay estudios donde la incidencia estimada es unos 28 casos por 100000 habitantes/año. La inflamación de las membranas pericárdicas puede aparecer como un problema aislado o ser la manifestación de enfermedades sistémicas. Aunque alrededor del 90% de los casos aislados de pericarditis aguda son idiopáticos o virales, las causas de esta entidad es muy extensa. (Tabla 1). Tabla 1. Causas de pericarditis aguda

Infecciones Virus, incluido HIV Bacterias, hogos Otras infecciones: Rickettsia, Chlamydia, Borrelia, Myocplasma, Treponema, Ureaplasma, Nocardia, Radiación Post infarto de miocardio Post pericardiotomia Post traumático (incluido yatrogénico) Drogas Causas metabólicas: uremia, diálisis, mixedema, síndrome de ovario poliquístico Neoplasias primarias o metastásicas (cáncer pulmonar, cáncer de mama, linfoma Hodking, mesoteliomas ) Enfermedades del colágeno (artritis reumatoide, lupus, esclerodermia) Idiopática Otras entidades que pueden afectar al pericardio, y no por ello infrecuentes, son la pericarditis bacteriana y tuberculosa. La uremia, las enfermedades del colágeno, las neoplasias o tras haber sufrido un infarto de miocardio, también son situaciones que pueden producir lesión pericárdica. Aproximación clínica La pericarditis aguda puede presentarse de distintas formas dependiendo de la etiología. Las enfermedades de etiología viral pueden manifestar como pródromos, síntomas respiratorios o gastrointestinales. Si la etiología es bacteriana, pueden aparecer signos y síntomas de infección sistémica, como fiebre y leucocitosis, Las principales manifestaciones clínicas de la pericarditis aguda son: dolor torácico, roce pericárdico, un electrocardiograma característico y a veces derrame pericáridco. La manifestación clínica fundamental es el dolor torácico. El dolor suele instaurarse de una forma relativamente rápida. No suele ser tan rápida como el dolor del infarto de miocardio y a diferencia del infarto la duración es más prolongada y puede durar días. El dolor se suele localizar en la región precordial y se puede irradiar al cuello, espalda, hombros y brazos. El dolor suele aumentar considerablemente con movimientos torácicos, inspiración profunda, en decúbito y con la tos, y suele desaparecer o mejorar en sedestación con el tronco inclinado hacia delante. El dolor en el pecho de la pericarditis aguda deber ser distinguido de otros dolores torácicos comunes y/o potencialmente mortales, como la isquemia del miocardio, embolia pulmonar, disección aórtica, enfermedad por reflujo gastroesofágico, y el dolor musculoesquelético. Otros síntomas frecuentes son la sensación de disnea, fiebre, tos y astenia. En el caso de la disnea este síntoma no solo puede aparecer en pacientes con compromiso hemodinámico como el taponamiento cardiaco, sino también en los pacientes con función cardiaca estable, debido a la limitación de la amplitud de la inspiración causada por el propio dolor. El signo más característico de la pericarditis aguda es el roce pericárdico, el cual se ausculta en un 60-85% de los casos, aproximadamente. El roce es un ruido rugoso y superficial que se ausculta con la máxima intensidad en el mesocardio y el borde paraesternal izquierdo bajo.

Este roce es debido a la fricción que se genera cuando las dos capas del pericardio están inflamadas. Sin embargo, esta explicación comúnmente ofrecida, puede adolecer de excesiva simpleza ya que los pacientes con derrame pericárdico también pueden tener un roce de fricción audible. El clásico roce consta de tres fases, correspondientes al movimiento del corazón durante la sístole auricular, la sístole ventricular, y en la fase de llenado rápido de la diástole ventricular precoz. La intensidad del roce aumenta con frecuencia después de la aplicación de una presión firme con el diafragma, durante la respiración suspendida, y con el paciente inclinado hacia delante o descansando sobre los codos y las rodillas. El roce es a menudo evanescente, de forma que es importante auscultar repetidamente a los pacientes con sospecha clínica de pericarditis. Complicaciones: Derrame pericárdico: En todos los pacientes con pericarditis aguda hay que descartar la presencia de acumulación líquido ( trasudado, exudado o sangre) en el saco pericárdico. Dependiendo de la etiología del proceso el exudado puede ser de un tipo u otro. Los derrames tipo exudado se observan con mayor frecuencia en pacientes con insuficiencia cardíaca y otros procesos con retención hidrosalina. Si se observa un derrame sanguinolento se debe pensar en una causa hemorrágica intrapericárdica o en procesos infecciosos o inflamatorios. La ecocardiografía es la técnica de elección para confirmar la presencia de líquido en la cámara pericárdica. La utilización de otras técnicas como la resonancia magnética o la tomografía computerizada puede ser útil para diagnosticar derrames pequeños y lobulados. Aproximación diagnóstica y pronóstica El diagnóstico de pericarditis aguda generalmente se sospecha por una historia clínica de dolor torácico tipo pleurítico acompañado en ocasiones de fiebre. Se debe preguntar al paciente por los antecedentes personales de posibles afecciones cardiacas como por ejemplo infartos de miocardio previos, trastornos autoinmunes, tumores malignos previos. En la exploración física se debe hacer hincapié en encontrar el roce pericárdico en la auscultación ya que es un dato determinante para el diagnóstico de este proceso. Ante todo paciente con sospecha de pericarditis aguda se deber realizar un ECG, una radiografía de tórax (derrame pericárdico asociado), análisis de sangre completo con marcadores cardiacos (nivel de troponina), velocidad de sedimentación globular y proteína C- reactiva. Se deben coger hemocultivos si el paciente presenta fiebre superior a 38º. Así mismo se debe realizar en todos los pacientes una ecocardiografía, y de forma urgente si se sospecha taponamiento cardiaco. El electrocardiograma (ECG) está alterado en tres de cada cuatro pacientes con pericarditis aguda. En los casos típicos el ECG evoluciona en 4 estadios: Etapa 1, se ve en las primeras horas o días, se caracteriza por la elevación del ST difusa (normalmente cóncava hacia arriba) con la depresión recíproca en las derivaciones

avr y V1. Se suele acompañar de ondas T positivas. El segmento PQ o PR puede estar descendido Etapa 2, se observa típicamente en la primera semana y se caracteriza por la normalización de los segmentos ST y PR. Etapa 3, se caracteriza por la aparición de ondas T negativas. Las ondas T pueden normalizarse en pocos días, pero a menudo siguen siendo negativas durante semanas o meses, lo cual no debe ser interpretado como persistencia de la enfermedad. Etapa 4, se representa por la normalización del ECF o la persistencia indefinida de ondas T negativas (pericarditis crónica) ECG de paciente con Pericarditis aguda idiopática La etiología, grado de lesión miocárdica o el mismo tratamiento puede acelerar o alterar la progresión del ECG. También se pueden observar cambios en el ECG atípicos aproximadamente en un 40 % de pacientes con pericarditis aguda. Por ejemplo elevación del ST e inversión de la onda T se pueden producir antes de la normalización del segmento ST, así mismo se pueden observar arritmias sostenidas, aunque se ven con muy poca frecuencia, y sobre todo en pacientes posttoracotomía. Los cambios del estadio I se pueden prestar a confusión con el infarto agudo de miocardio y con la variante normal de la repolarización conocida como «repolarización precoz». En el infarto no hay depresión del segmento PR, la elevación del segmento ST es de convexidad superior y localizada en algunas derivaciones con imagen especular en las derivaciones contrapuestas, y a menudo aparecen ondas Q. En la pericarditis, por el contrario, no aparecen ondas Q y raramente hay arritmias diferentes de la taquicardia sinusal.

La repolarización precoz es una variante de la normalidad que consiste en una elevación del segmento ST de concavidad superior y con ondas T positivas que asemeja los cambios propios de la pericarditis aguda. El dato distintivo más fiable es la relación de la elevación del ST respecto de la amplitud de la onda T sobre todo en la derivación V6. Una relación > 0,24 es sugestiva de pericarditis. De todas formas, el dato más definitivo es observar la evolución del ST, que cambia en la pericarditis aguda mientras que se mantiene sin modificaciones en la repolarización precoz. En la radiografía de tórax, la norma es encontrarse una radiografía sin hallazgos patológicos ya que el corazón suele ser normal en la pericarditis con/sin derrame. En las pericarditis agudas es frecuente la presencia de derrame pleural, sobre todo en el lado izquierdo y cuando el derrame supera la cantidad de 250 ml aparece cardiomegalia. El ecocardiograma es la exploración más útil para identificar la presencia y cuantificar el derrame pericárdico. Suele ser normal en pacientes con clínica de pericarditis aguda pero se puede observar si existe o no un derrame pericárdico asociado. De cualquier manera, la ausencia de derrame no excluye el diagnóstico. Dependiendo de la etiología del proceso, la analítica general de sangre suele ser normal, salvo elevación de marcadores inespecíficos de inflamación con elevación de la velocidad de sedimentación globular, proteína C-reactiva. En otros casos puede haber elevación de marcadores de lesión miocárdica debido a la inflamación epicárdica o a la afectación miocárdica acompañante. Estos pacientes pasan a ser diagnosticados de miopericarditis. Pronóstico: Los pacientes con pericarditis idiopáticas o virales tienen buen pronóstico a largo plazo. El taponamiento cardiaco raramente se produce en estos pacientes, es más común en pacientes con una etiología inespecífica como cáncer, tuberculosis o pericarditis purulenta. Los factores de riesgo para padecer pericarditis recurrentes incluyen la falta de respuesta a los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), la necesidad de terapia con corticoides o pericardiotomía. Un paciente con pericarditis aguda no complicada puede ser sometido a una primera evaluación en un centro hospitalario, y realizar el seguimiento de manera ambulatoria. Aunque, como norma general, este tipo de pacientes suelen ser tratados en hospitales. Existen factores que empeoran el pronóstico y que deben ser tomados en consiedración. Estos factores son la aparición de fiebre mayor de 38º y leucocitosis, taponamiento cardiaco asociado, derrame pleural mayor de 200ml, inmunodepresión, historia de anticoagulación oral, traumatismo agudo, falta de respuesta a tratamiento con AINES o troponina cardiaca elevada, lo que sugiere miopericarditis. Diagnóstico diferencial: En las primeras horas de evolución, el cuadro de la pericarditis se puede prestar a confusión con el de un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST. Pericarditis aguda Infarto agudo de miocardio

Dolor Electrocardiograma Marcadores de lesión miocárdica (troponina) Localizado en región precordial, hombros, zona supraclavicular y área de trapecios. Instauración rápida pero no muy brusca. Dolor intenso, pero no suele ser de carácter opresivo. Se modifica con cambios posturales y respiración. Duración: días No se acompaña de sintomatología vegetativa Elevación difusa de ST de concavidad superior y con ondas T negativas. Depresión de segmento PR. No ondas Q Normales o poco elevados Retroesternal, hombro izquierdo, ambos brazos. Suele ser de instauración brusca y tener carácter opresivo No se modifica con respiración y cambios posturales Duración: horas Se acompaña de sintomatología vegetativa En infarto con elevación del ST, hay elevación del segmento ST en algunas derivaciones, y depresión de éste en otras (imagen especular) Ondas Q de necrosis Muy elevados El aneurisma disecante de aorta raramente se puede confundir con una pericarditis si se hace una correcta anamnesis, ya que el dolor suele ser de inicio muy brusco, muy intenso y localizado en la espalda más que en la región precordial. Con cierta frecuencia se observa a pacientes con dolor en el plano anterior del tórax de características compatibles con pericarditis pero sin ningún otro dato objetivo en la exploración física o en el ECG. En estos casos es preferible no establecer el diagnóstico de pericarditis y adoptar una actitud expectante. Aproximación terapéutica El tratamiento de la pericarditis aguda debe dirigirse lo más posible a la causa subyacente. En los países desarrollados, la mayoría de los casos de pericarditis se producen en pacientes sin ninguna alteración inmunológica, por lo que son debidos a causas idiopáticas o virales y se deben tratar de manera sintomática. La mayoría de los pacientes se pueden tratar con tratamiento médico exclusivamente con muy buenos resultados. Sin embargo, si los pacientes asocian alguna complicación como derrame pericárdico o sospecha de alguna otra etiología como bacteriana o neoplásica, se deben evaluar otras terapias invasivas. En estos pacientes, la prioridad principal es el alivio sintomático sobre todo del dolor torácico y de la inflamación. Se recomiendan AINES o aspirina más colchicina para todos los pacientes con la duración del tratamiento en base a la persistencia de los síntomas, que normalmente suelen ser dos semanas. La falta de respuesta a los AINES a la semana de tratamiento sugiere una causa distinta de la pericarditis idiopática o viral. La colchicina puede prevenir la recurrencia de la pericarditis aguda idiopática o viral y reduce la persistencia de los síntomas por lo que se propone como primer escalón terapéutico. Además la colchicina parece ser eficaz en la prevención del síndrome de postpericadiotomía después de la cirugía cardíaca. Dependiendo de la severidad de la pericarditis y la respuesta a la medicación individual, una dosis de 400 a 800 mg de ibuprofeno tres veces al día puede ser suficiente. De la misma

manera la aspirina se puede tomar de 750 a 100mg durante una semana. Otra terapia con indometacina de 50 mg tres veces al día también puede ser válida. La aspirina es el tratamiento de elección en pacientes que requieren terapia antiplaquetaria concomitante por cualquier otra razón. En todos los casos que se precise está recomendado realizar una protección gastrointestinal. El uso de glucocorticoides también está contemplado en el tratamiento de la pericarditis aguda. Deben considerarse solo en aquellos pacientes en los que el tratamiento inicial con AINES y colchicina no sea efectivo o que estos fármacos estén contraindicados. La actividad física extenuante puede desencadenar de nuevo los síntomas por lo que se recomienda hacer reposo relativo (sobre todo mientras persistan los síntomas inflamatorios como son el dolor pericardico y la fiebre). Existen otras técnicas invasivas para el tratamiento de la pericarditis aguda como son el drenaje pericárdico con catéter, pericardiotomía, realización de una ventana pericárdica o pericardiectomía que se realizan si existen complicaciones de la pericarditis como por ejemplo el derrame pericárdico o el taponamiento cardiaco. TAPONAMIENTO CARDIACO El taponamiento cardíaco es un trastorno hemodinámico que se caracteriza por elevación homogénea de las presiones pericárdicas auriculares, disminución de la presión sistólica auricular en la inspiración (pulso paradójico) e hipotensión arterial. En el taponamiento cardiaco, la anormalidad primaria es la compresión de todas las cámaras debido al aumento de la presión pericárdica por acumulo de líquido. Cuando el taponamiento progresa, las cámaras cardíacas se hacen más pequeñas y se reduce la función hemodinámica del corazón. Esto hace que disminuya progresivamente el retorno venoso, por tanto que disminuya el gasto cardiaco y caiga la presión arterial. Aproximación etiológica Las causas de taponamiento cardíaco incluyen todas las causas de derrame pericárdico o hemorragia en el pericardio. Estas causas oscilan desde una etiología idiopática o viral hasta enfermedades del colágeno, neoplasias, o post infarto de miocardio. Aproximación clínico-diagnóstica: La clínica de estos pacientes depende en gran medida del tiempo de instauración, de la cantidad de líquido acumulado y de la situación clínica del paciente. Taponamiento cardíaco agudo: Ocurre en cuestión de minutos debido fundamentalmente a traumatismos, roturas de corazón o aorta o como una complicación de un procedimiento invasivo. La clínica es muy llamativa y puede desembocar en shock cardiogénico. Este tipo de taponamiento aparece de forma repentina con síntomas de disnea, taquipnea y dolor torácico y es potencialmente

mortal si no se trata rápidamente. En la exploración se puede encontrar elevación de la presión venosa yugular, tonos cardíacos apagados e hipotensión debida a disminución del gasto cardíaco. Taponamiento subagudo: Se produce en días o semanas. El paciente tolera mejor la clínica partiendo de una base asintomática hasta un determinado límite, en el que el paciente suele presentar agravamiento de su disnea, dolor torácico, fatiga o edema periférico. Tanto en el taponamiento agudo como el subagudo se puede observar taquicardia, lo cual indica deterioro del estado hemodinámico y servir como una indicación de pericardiocentesis inmendiata. La presión venosa yugular suele estar casi siempre elevada en todos los pacientes y puede estar asociada con distensión venosa en los vasos cutáneos faciales superficiales. El pulso paradójico, que se define como un anormal descenso de la presión arterial sistólica en la inspiración, es un dato frecuente en pacientes con taponamiento cardíaco moderado o grave. Diagnóstico: En los pacientes con sospecha de taponamiento pericárdico se debe realizar una historia clínica completa, haciendo hincapié en los antecedentes personales y la clínica acompañante (dolor torácico, síncope, disnea, hipotensión, taquicardia, edema periférico), una exploración física donde se puede observar el pulso paradójico y debe completarse el estudio inicial con un ECG, una radiografía de tórax y un ecocardiograma. En el ECG se suele encontrar taquicardia con disminución de voltajes cardíacos y alternancia eléctrica. Si existe pericarditis, se pueden observar también los signos típicos en el ECG. En la radiografía de tórax se puede encontrar una silueta cardiaca agrandada con campos pulmonares claros. Aunque el diagnóstico del taponamiento cardíaco es fundamentalmente clínico, se debe realizar una ecocardiografía para evaluar la función hemodinámica del corazón y la existencia o no de derrame pericárdico asociado. Los principales signos que se pueden ver son colapsos de las cámaras auriculares y ventriculares derechas, además de la variación de los flujos y volúmenes cardíacos durante la inspiración. El uso de otras técnicas como la resonancia magnética o la tomografía computerizada se utilizan cuando no ha sido posible determinar la existencia de derrame pericárdico con otros procedimientos diagnósticos. Con estas técnicas de imágen se pueden ver derrames pericárdicos lobulados, distensión de la vena cava y venas hepáticas, y deformidad y compresión de cámaras cardiacas. Aproximación terapéutica El tratamiento definitivo se logra mediante la eliminación del líquido pericárdico, aliviando así la presión intrapericárdica y mejorando el estado hemodinámico. La mayoría de los pacientes

requieren un drenaje pericárdico temprano, ya que suele empeorar la clínica cuando la función hemodinámica se ve muy alterada. La eliminación del líquido pericárdico se puede lograr mediante la pericardiocentesis con catéter, drenaje quirúrgico con o sin pericardiectomía, o pericardiectomia toracoscópica. La periocadiocentesis con catéter guiada por ecocardiografía es la técnica de elección en la mayoría de los pacientes. Sin embargo en aquellos pacientes con taponamiento cardiaco hemorrágico por rotura cardiaca, está indicada la cirugía inmediata como primera elección. PERICARDITIS CONSTRICTIVA La pericarditis constrictiva es un trastorno en el que el pericardio esta engrosado, cicatricial y con frecuencia calcificado y que limita el llenado diastólico de los ventrículos. En condiciones normales, la presión intratorácica disminuye durante la inspiración facilitando el retorno venoso al corazón derecho. En la pericarditis constrictiva el límite del volumen cardiaco se ve limitado por una membrana rígida e inelástica. De esta manera se afecta el retorno venoso al corazón, las presiones intracardiacas y alteración del llenado ventricular. Aproximación etiológica Aunque la pericarditis aguda de casi cualquier causa puede evolucionar hacia una pericarditis constrictiva, las causas más frecuentes son los procesos idiopáticos, los traumatismos y la cirugía sobre el corazón, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, los tumores, la radioterapia, la insuficiencia renal y las enfermedades del tejido conectivo. Aproximación clínico-diagnóstica Los pacientes con pericarditis constrictiva típicamente presentan síntomas relacionados con la sobrecarga de líquidos, que van desde edema periférico hasta anasarca y síntomas relacionados con disminución de gasto cardiaco en respuesta al esfuerzo. En general, los enfermos muestran fatiga, disnea, dolor torácico, aumento del peso corporal, molestias abdominales, nauseas y aumento del perímetro abdominal. En la exploración física puede destacar la presencia de ascitis, hepatoesplenomegalia y edemas. La presión venosa yugular suele estar elevada y muestra ondas de descenso Y, ondas X profundas, que no disminuyen con la inspiración (signo de kussmaul). El pulso paradójico (una caída exagerada de la presión arterial sistémica mayor de 10 mmhg durante la inspiración) puede aparecer cuando se asocia derrame pericárdico. La auscultación de un roce pericárdico al mismo tiempo que el tercer tono cardiaco es patognomónico, aunque muy infrecuente. Diagnóstico: Los pacientes con sospecha de pericarditis constrictiva, con base en la historia clínica y el examen físico, deben someterse a la realización de un ECG, una radiografía de tórax y un ecocardiograma para completar el estudio inicial.

En el ECG son frecuentes encontrar bajos voltajes en los complejos QRS y alteraciones inespecíficas en las ondas P y T. En casos avanzados se puede ver en el ECG una fibrilación auricular por aumento de las presiones auriculares. La silueta cardiaca puede ser normal o grande, y puede observarse calcificación pericárdica en la mitad de los pacientes. La técnica de imagen más recomendada para el diagnóstico y seguimiento de la pericarditis constrictiva es la ecocardiografía. El engrosamiento y la calcificación del pericardio, así como la disminución del llenado ventricular, producen cambios característicos. Sin embargo, la normalidad del estudio ecocardiográfico prácticamente descarta el diagnóstico. Otros métodos diagnósticos como la resonancia magnética o la tomografía computerizada determinan con más exactitud el grosor pericárdico y sirven para hacer el diagnóstico diferencial con la miocardiopatía restrictiva. El cateterismo cardiaco se puede realizar para confirmar la sospecha clínica de enfermedad cardiaca, poner de manifiesto una obstrucción oculta, diagnosticar un proceso constrictivo con derrame e identificar lesiones asociadas como coronariopatías, miocardiopatías o valvulopatías. Aproximación terapéutica: Los síntomas de constricción son permanentes y, a menudo progresan en la mayoría de los pacientes a menos que la pericarditis constrictiva se trate quirúrgicamente. En pacientes recientemente diagnosticados, con función hemodinámica estable se puede intentar un tratamiento conservador con reevaluaciones periódicas. La pericardiectomía representa el tratamiento definitivo de la pericarditis constrictiva, pero no se debe efectuar en fases tempranas ni tampoco en los casos graves y avanzados en los que el riesgo de la cirugía es excesivo y los beneficios son menores. CONCLUSIONES 1.-EL pericardio es una membrana fibroelástica que está constituida por una capa visceral otra parietal externa y un espacio virtual llamado cavidad pericárdica. 2,.La pericarditis aguda se define como un síndrome clínico plurietiológico que se manifiesta por dolor torácico, roce pericárdico y cambios en el electrocardiograma debido a la inflamación del pericardio. 3.-En países desarrollados la causa más frecuente de pericarditis aguda son los procesos idiopáticos o virales. 4.-Las principales manifestaciones clínicas de la pericarditis aguda son: dolor torácico, roce pericárdico, un electrocardiograma característico y a veces derrame pericárdico.

5.-El diagnóstico de la pericarditis aguda se basa en una historia clínica completa y pruebas complementarias como un electrocardiograma, una radiografía de tórax y un ecocardiograma. 6.-El tratamiento de la pericarditis se basa en controlar los síntomas y la terapia de elección para su tratamiento es la combinación de AINES/o con colchicina. 7.-El taponamiento cardíaco es un trastorno que se caracteriza por elevación homogénea de las presiones auriculares, causando síntomas de una manera precoz y grave. 8.-El tratamiento definitivo del taponamiento cardiaco se logra mediante la eliminación del líquido pericárdico mediante una pericardiocentesis con catéter como norma general. 9.-La pericarditis constrictiva es un trastorno en el que el pericardio esta engrosado, cicatricial y con frecuencia calcificado que produce síntomas por sobrecarga de líquidos y síntomas relacionados con disminución de gasto cardiaco. 10.-El tratamiento de la pericarditis constrictiva es quirúrgico (pericardiectomía) ya que los síntomas son permanentes y, a menudo progresan en la mayoría de los pacientes. REFERENCIAS Imazio M. Contemporary management of pericardial diseases. Curr Opin Cardiol 2012; 27: 308. Troughton RW, Asher CR, Klein AL. Pericarditis. Lancet 2004; 363;717. Imazio M, Brucato A, Maestroni S, et al. Risk of constrictive pericarditis after acute pericarditis. Circulation 2011; 124:1270 Zayas R, Anguita M, Torres F el al. Incidence of specific etiology and role of methods for specific etiologic diagnosis of primary acute pericarditis. Am J Cardio 1995; 75:378. Imaznio M, Spodick DH, Brucato A, et al. Controversial issues in the management of pericardial diseases. Circulation 2010; 121:916. Sagristà Sauleda J, et al. Síndromes pericárdicos agudos. Rev Esp Cardiol. 2005;58(7):830-41. Permanyer Miralda G. Acute pericardial disease. Approach to the etiologic diagnosis. Heart. 2004;90:252-4.