Del texto: Martín Casariego Córdoba, 2010 De las ilustraciones: Javier Vázquez, 2010 De esta edición: Grupo Anaya, S.A., 2010 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid www.anayainfantilyjuvenil.com e-mail: anayainfantilyjuvenil@anaya.es 1.ª edición, marzo 2010 Diseño: Taller Universo ISBN: 978-84-667-9320-9 Depósito legal: M. 3576/2010 Impreso en ORYMU, S. A. Ruiz de Alda, 1 Polígono de la Estación Pinto (Madrid) Impreso en España - Printed in Spain Las normas ortográficas seguidas en este libro son las establecidas por la Real Academia Española en su última edición de la Ortografía, del año 1999. Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
Martín Casariego PISCO Y LA PENÚLTIMA AVENTURA DEL CAPITÁN CAIMÁN Ilustración: Javier Vázquez
Queridos lectores: Hoy estoy muy contento y un poco triste. Muy contento, porque os presento un nuevo libro de Pisco; y un poco triste, porque... víboras y escorpiones, es el último de la serie! O, como diría Pisco, el penúltimo. El primero, Pisco pasea por la ciudad, lo escribí hace ya... catorce años! Es casi para marearse, no? Me ha dado tiempo a publicar varias novelas para mayores, a mudarme de casa, a contraer matrimonio, a tener hijos... Entonces, cuando escribía Pisco pasea por la ciudad, aunque sabía que en el último se descubriría quién había asesinado al Vizconde de San Esteban, ignoraba que iba a haber hasta ocho «piscos» y que iba a encariñarme tanto con sus personajes, buenos o malos: Pisco- Lugarteniente Nadie, Anita-Pirata Malasangre, Margarita, Marisa del Cerro, el Capitán Caimán, el Almirante Mar de Fondo, el Sargento Barlovento, el Capitán
Diente Negro, el Contramaestre Diente de Oro, el Teniente Malaespina, y muchos otros que fueron surgiendo. Y es que no solo se puede querer a personas de carne y hueso, sino también a personajes de papel y tinta... tal es el poder de la literatura y de los libros! Este «pisco» que tienes en tus manos es, pues, el octavo y último. Si vosotros disfrutáis tanto leyéndolo como yo escribiéndolo... lo pasaréis de maravilla! Bueno, terminemos ya, que las despedidas no hay que alargarlas demasiado: os dejo con Pisco, Anita, Margarita, el Capitán Caimán y los demás personajes de La penúltima aventura del Capitán Caimán... Hasta siempre, amigos!
Para Mayte, Miguel y Juan, mientras juegan a los piratas con los clicks detrás de la puerta.
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 7 1 SIEMPRE HAY QUE DECIR LA PENÚLTIMA PISCO y Anita miraban fijamente una planta, en una de cuyas hojas había una mosca muerta. Creo que nos timó dijo Pisco. No es carnívora. Ezto noz paza por no hacer cazo a mamá, y hablar con dezconocidoz! Pero si no hablas con desconocidos... cómo vas a conocer a alguien? se preguntó Pisco.
8 Martín Casariego En el Día de la Madre, habían comprado unas flores en un puesto callejero. Pisco había preguntado si tenían plantas carnívoras, y el señor le había dicho que sí, y le había vendido una. Aquella tarde había matado una mosca, y la había puesto sobre una hoja, para ver qué ocurría. Y lo que ocurría era eso: nada. A lo mejor ez que todavía no tiene hambre dijo Anita. O que ez pequeña y aún no zabe cazar. En ese momento sonó el timbre. Margarita! gritó Pisco. Efectivamente, era su canguro. Sonriente, les preguntó: Qué preferís, quedaros en casa o salir a dar un paseo? Quedarnos en casa! exclamó Pisco. Con este día tan bueno? se extrañó Margarita. Zí, con ezte día, truenoz y relámpagoz, eztáz zorda? Oye! le regañó Margarita, aunque por dentro se estaba riendo. A mí me hablas con respeto, o te mando al rincón de los impertinentes!
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 9
10 Martín Casariego Esta vez, Anita guardó silencio. Si salimos, os cuento cómo acaban las aventuras de Pisco y el Capitán Caimán. Salieron a un parque. Pisco se columpiaba mientras Anita se tiraba por un tobogán. Treparon por una red e imaginaron que eran el Lugarteniente Nadie y la Pirata Malasangre, abordando un barco enemigo. Por fin se sentaron los tres en un banco. Escuchad con mucha atención pidió Margarita. La última aventura es siempre la más importante. Nunca digas la última aconsejó Pisco. Siempre hay que decir la penúltima.
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 11 2 FANTASMAS Y MÁS FANTASMAS MARGARITA miró el cielo azul, como buscando inspiración para iniciar su relato. Bien empezó, puesto que habéis leído Pisco y el asesino de los guantes blancos, ya sabéis que el Capitán Caimán iba a ser juzgado como sospechoso del asesinato del Vizconde de San Esteban. En la sala del tribunal estaban Malasangre, Nadie, a cuyo hombro se agarraba el loro Volador, Marisa del Cerro y el Capitán Caimán, fuertemente custodiado. A Pisco no le pasó inadvertida la presencia de los dos misteriosos embozados que habían salvado al Caimán del asesino de los guantes blancos. El Teniente Malaespina, con el muñón vendado, se sentaba en una de las primeras filas. Queda inaugurado el juicio de Don Pedro Vaquero y Córdoba, más conocido como
12 Martín Casariego el Capitán Caimán! Tras pronunciar esas palabras, el juez Inocencio, un anciano de expresión bonachona, bostezó. Ejem se disculpó. No es que esté aburrido, es que tengo sueño, este fin de semana he estado cuidando a mis nietos... Que suba al estrado el fiscal, el señor Letrapequeña! Un hombre con peluca blanca, de brazos largos y andares de mono, fue hacia el estrado. Nadie se movía a su paso, pero él iba diciendo: No se levanten, no se molesten, no se molesten, no se levanten. Inclinando levemente la cabeza, empezó su alegato: Señoría, damas, caballeros. Aquí tenemos al Capitán Caimán, menos conocido como Pedro Vaquero y Córdoba... Aunque de sobra sabidas, recordaré brevemente las circunstancias que rodean el cobarde asesinato del Vizconde de San Esteban: acuchillado, sin haber podido defenderse, en el palacio del Duque de Fuenteclara; la biblioteca, cerrada por dentro; y junto al cadáver, drogado o borracho, oh, sorpresa, y con el cuchillo ensangren-
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 13
14 Martín Casariego tado en sus manos... el Capitán Caimán, menos conocido como Pedro Vaquero y Córdoba! Nunca, en toda mi carrera, he tenido un caso más fácil! Casi me va a dar pena mandarle al patíbulo! Miren a ese monstruo! Esos ojos traicioneros, esos labios crueles, esa garganta sedienta de sangre! Esas manos acostumbradas a matar! Marisa del Cerro, pálida, apretó la mano del Capitán Caimán, que se había puesto rojo. Sus dientes rechinaban de furia, y sus ojos lanzaban sapos, culebras y escorpiones. Oh, cómo le gustaría darle una buena tunda a aquel miserable! Recuerden esa carta firmada por él, dirigida al Vizconde de San Esteban: «Nos encontraremos en la fiesta del Duque. Si no me trae las 300 monedas de oro que me prometió por arreglarle el asuntillo que ya sabe, mi cuchillo se cobrará la deuda». Y vaya si se la cobró! Siete traicioneras puñaladas le asestó! Pido... qué pido! Exijo! Exijo la pena de muerte para este villano! concluyó el fiscal, fuera de sí. Que le condenen! Que le condenen ya!
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 15 Y, ahora sonriente, Letrapequeña se dirigió hacia su asiento, diciendo: «No se levanten, no se molesten, no se molesten, no se levanten»... Es el turno del abogado defensor... bostezó el juez Inocencio. Suba al estrado don Pedro Vaquero y Córdoba, más conocido como el Capitán Caimán! Esto es inaudito comentó admirada una señora gorda que no paraba de abanicarse. Va a defenderse él mismo! El acusado había recuperado la calma, y su apostura encantaba al público, sobre todo al femenino.
16 Martín Casariego Señoría, damas y caballeros... empezó, con su grave voz. El fiscal me ha pintado como un monstruo, cuando todo el mundo que me conoce sabe que soy hombre de honor, leal y prudente. En aquella malhadada fiesta es cierto que hubo un asesinato, y no es menos cierto que todo me acusa... pero soy inocente! Esa carta encontrada en la chaqueta del Vizconde... Es falsa! Yo nunca escribí esas palabras! Y quién las escribió, entonces? Un fantasma? bramó Letrapequeña. Fantasma vuesa merced! gritó Pisco, indignado. Fantasma fantasmón! chilló Volador. Orden, orden! el juez Inocencio tocó una campanilla. Señor fiscal, es el turno del abogado defensor. Si vuelve a interrumpir, tendrá que abandonar la sala! Prosiga... Me hice pirata, sí... Pero soy el único pirata que no ha matado a nadie! declaró el Capitán. A Good John, cuyo famoso tesoro encontré con mis amigos*, le llamaban Good, de acuerdo, pero solo porque no mataba ni- * Ver Pisco y la Isla de las Plantas Carnívoras.
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 17 ños. Y es que he conocido a desalmados dispuestos a arrojar a un niño a los tiburones, como Diente Negro y Diente de Oro... Y eso por no hablar de otros, como del inglés Cicatriz Escarlata, o del francés Barba Pinchuda... En cuanto a lo de la famosa carta... la escribió don Sancho, un filigranista que hacía falsificaciones... Por desgracia, cuando iba a hablar, recibió dos tiros del asesino de los guantes blancos...
18 Martín Casariego Claro, claro... Y ese asesino de los guantes blancos, dónde está? Se esfumó, verdad? Otro fantasma! se burló Letrapequeña. Y ha ocurrido algo igualmente significativo... continuó el Caimán. El fiscal Letrapequeña, ese mismo hombre que pide mi muerte... me visitó en la celda, y dijo que presentaría pruebas de mi inocencia si Marisa del Cerro, mi esposa, se casaba con un misterioso cliente suyo! Aquella revelación causó gran alboroto en la sala.
Pisco y la penúltima aventura del Capitán Caimán 19 Calumnias y más calumnias! chilló Letrapequeña. Dónde está ese misterioso cliente mío, que no tiene ni cara ni nombre? Otro fantasma para la colección! Nuevamente, Pisco no pudo contenerse: Es verdad! gritó. El Capitán Caimán nunca miente, ni siquiera dice mentirijillas! Yo en su lugar, teniente... empezó a decir el fiscal. Pero Nadie estaba verdaderamente indignado. Soy Lugarteniente! Lugarteniente! Y vuesa merced, un chimpancé, un monete, seguro que tiene el culo más rojo que un mandril! Yo en su lugar, teniente, me mordería la lengua! Otro insulto y le demando por... por... por insultar! Eso es! Pepinillos en vinagre! Pepinillos en vinagre! chilló Volador. Orden! Orden en la sala! el juez Inocencio tocó frenéticamente la campanilla, hasta que se hizo el silencio. Hummm... Este caso presenta más sombras de lo que pare-
20 Martín Casariego cía... Se suspende el juicio hasta mañana! Hay que consultar con la almohada! Valor dijo Marisa del Cerro, antes de que los guardias se llevaran a su marido. Eso siempre me ha sobrado repuso el Capitán Caimán con una sonrisa. El Lugarteniente Nadie vio que los embozados le hacían una seña, y se dirigió a su encuentro. Malasangre fue tras él.
1. Siempre hay que decir la penúltima... 7 2. Fantasmas y más fantasmas... 11 3. Un plano y un asesinato... 21 4. El Caimán no aceptará... 30 5. El fétido aire de la libertad... 35 6. Alguien tendrá que consolar a la viuda... 43 7. Vuelve el asesino de los guantes blancos... 50 8. Todos me abandonan... 61 9. Un escondite dentro de un escondite... 68 10. Culinocente!... 77 11. Pues entonces nos reímos... 82 12. Un superespía... 88 13. En tu honor lo llamaré pisco... 97 14. Cuando una cosa se acaba, siempre empieza otra... 103 APÉNDICE Qué fue de nuestros amigos?... 106
L O S L I B R O S D E P I S C O