Nuevas dataciones de la



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Transcripción:

Cuadernos de Arte Rupestre Número 4 Año 2007 Páginas 117-129 Nuevas dataciones de la cueva de Altamira y su implicación en la cronología de su arte rupestre paleolítico Carmen Heras Martín * José Antonio Lasheras Corruchaga * Ramón Montes Barquín * Pedro Rasines del Río * Pilar Fatás Monforte * RESUMEN El reciente hallazgo de un nivel de ocupación gravetiense en la cueva de Altamira aconseja revisar la cronología de su arte parietal en consonancia con la ampliación cronológica de su yacimiento arqueológico. La secuencia clásica fue fijada a comienzos del siglo XX en las excavaciones de H. Alcalde del Río y H. Obermaier, que distinguieron un nivel Solutrense superior y otro Magdaleniense inferior sin discontinuidad. La constatación de un contexto arqueológico de mayor complejidad y amplitud cronológica abre nuevas perspectivas para la revisión del arte rupestre, en concreto de las primeras expresiones en la cueva, y se inserta en el marco de la revisión de las manifestaciones rupestres antiguas del arte paleolítico peninsular. PALABRAS CLAVE Cueva de Altamira, arte rupestre, cronología. * Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira. 39330 Santillana del Mar. Cantabria investigacion.maltamira@mcu.es

CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE ABSTRACT New dates for the Cave of Altamira and their implication for the chronology of its palaeolithic rock art. The recent discovery of a level of Gravettian occupation in the cave of Altamira allows the revision of the chronology of its rock art based on the chronological extension of the archaeological deposit. The classic sequence was fixed at the beginning of the XX th century in the excavations carried out by H. Alcalde del Río and H. Obermaier, who distinguished an Upper Solutrean level and a Lower Magdalenian level without interruption. The verification of an archaeological context with greater complexity and chronological extent opens new perspectives for the review of the rock art, especially the first expressions in the cave, which is combined with a review of the earliest rupestrian expressions of the Palaeolithic art of the Iberian peninsula. KEY WORDS Cave of Altamira, rock art, chronology. 1. Las excavaciones arqueológicas y la cronología de Altamira Altamira fue el primer lugar donde se descubrió, identificó y publicó científicamente el arte rupestre paleolítico, en 1879. En esta identificación se utilizó el contexto arqueológico, el yacimiento de la propia cueva, como referente y marcador cronológico y cultural de las figuras y signos pintados o grabados en el techo y paredes de la cueva. Marcelino Sanz de Sautuola, descubridor y primer investigador del arte parietal, excavó en la entrada donde, a simple vista, se contemplaba una gran acumulación de huesos y cáscaras, entre los que halló numerosos objetos de industria lítica y ósea, y trozos de ocre. El hallazgo de las pinturas planteó de inmediato el problema de su adscripción cronológica, dando lugar a la conocida controversia que perduró más de veinte años. Sautuola (1880) propuso y defendió desde el principio la cronología paleolítica de las pinturas, al relacionar éstas con los hallazgos de cultura material y con los fragmentos de ocre rojo y juzgando de gran interés que entre los huesos del yacimiento pudiera hallarse alguno de bisonte que demostrara que la especie representada era ésta, extinta desde la Prehistoria, y no la rústica raza de vaca tudanca, propia de Cantabria, como alegaba algún erudito local de la época. El gran descubrimiento de Sautuola reside en su conclusión, fundamentada en el conocimiento científico a través de la bibliografía y en el análisis metódico de lo observado, de que las pinturas pertenecían sin género alguno de 118 4 2007

Nuevas dataciones de la cueva de Altamira... duda a la época denominada con el nombre de paleolítica, usando un término específico de reciente implantación (Lasheras y Heras, 2004: 25). La primera gran excavación en Altamira se realizó en 1902. Hermilio Alcalde del Río abrió una trinchera de unos 30 m 2, vaciada del modo entonces habitual, a pico y pala, y con gran movimiento de tierras y bloques. En esta intervención estableció dos grandes niveles o etapas, Solutreana y Magdaleniana (sic), que diferenció por el color de la tierra, por su textura y por la mayor o menor presencia de cantos de caliza, huesos y conchas marinas. En último término, el objetivo era relacionar las pinturas y grabados de la cueva con los vestigios de habitación existentes a su entrada como mejor prueba de su antigüedad; la comparación con objetos de arte mueble o la presencia de ocres de análogo color a los empleados en el techo de los bisontes eran argumentos sólidos que habían sido ya expuestos por Sautuola. Alcalde del Río encontró varios omóplatos con cabezas de cierva grabadas con una técnica característica: el trazo múltiple o estriado en el cuello, que es fácilmente identificable también sobre figuras grabadas en las paredes y el techo de la cueva, siendo, por tanto, ambas manifestaciones de idéntica cronología. Estos objetos grabados fueron atribuidos por Alcalde del Río al período Solutrense, pero después Obermaier demostró que pertenecían al Magdaleniense inferior al igual que otros muy similares hallados por él en la cueva del Castillo. Éste es un elemento de datación relativa especialmente interesante para el conjunto artístico de Altamira, en el que se han identificado representaciones de este tipo tanto en la sala de policromos como en la parte intermedia de la cueva o en la galería final, que pudieron ser así atribuidas al Magdaleniense Inferior Cantábrico. Una datación de C14-AMS obtenida sobre un trazo negro infrapuesto a una cierva de estas características, grabada en la zona intermedia de la cueva, ofreció una datación de 14.650 + 140 BP, que viene a coincidir con la datación de 14.480 + 250 BP obtenida de un omóplato con grabados del mismo tipo de cabezas de cierva con el cuello estriado. En 1924 y 1925, H. Obermaier excavó en el vestíbulo de la cueva de Altamira, en una zona de 7,5 x 4,5 m, en parte coincidente con la trinchera ya excavada y en parte de 8 a 12 m 2, ampliación contigua y paralela a la misma. Obermaier confirmó la estratigrafía del yacimiento y la atribución cultural de los niveles hecha por Alcalde. De esta manera quedaba definitivamente asentada la secuencia cronológica y cultural atribuida a Altamira: dos niveles arqueológicos sucesivos, Magdaleniense y Solutrense, formados sobre un potente nivel de enormes bloques desplomados anteriormente a estas ocupaciones, y sepultados bajo otros dos niveles de caída de bloques del techo, todo ello sellado por una costra estalagmítica formada tras el C. Heras J. A. Lasheras R. Montes P. Rasines P. Fatás 119

CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE último derrumbe que cerró la boca de la cueva. Se presentaba, por tanto, un paquete arqueológico limitado en base y cima por desprendimientos de rocas que acotaban claramente el momento cronológico de ocupación del yacimiento. En las navidades de 1980/81, J. González Echegaray y L. G. Freeman iniciaron una nueva excavación del yacimiento que sólo afectó al nivel superior, Magdaleniense, y a una superficie restringida a 4 m 2 en el área contigua a las excavaciones de Obermaier. Identificaron una estratigrafía compuesta por diferentes estratos o capas diferenciadas por color y textura tanto en el nivel 2 (Magdaleniense) como en el nivel 3 (Solutrense) que venían a romper la uniformidad impuesta por las excavaciones de Alcalde del Río y Obermaier. Esta excavación se vio interrumpida prematuramente pero sus observaciones estaban ya en la línea de lo que, posteriormente, nuestras mismas investigaciones y los minuciosos estudios sedimentológicos realizados vendrían a confirmar: que la secuencia estratigráfica de Altamira reviste una notoria complejidad (Fernández Valdés et alii, e.p.). Quedaba fuera de estas secuencias la posible existencia de niveles arqueológicos más antiguos que, de existir, se hallarían bajo el nivel basal de desplomes y resultarían prácticamente inaccesibles. No obstante, esta posibilidad ya fue apuntada por Alcalde del Río al recoger en la base de lo excavado por él una gruesa lasca de ofita que le pareció que debía ser anterior a la capa que lo contenía (supuestamente la solutrense). (Los resultados de sus excavaciones se recogen en Breuil y Obermaier, 1935: 178). Por su parte, Breuil y Obermaier excavaron años más tarde hasta que los bloques de roca se lo impidieron, y se mostraron convencidos de la existencia de una ocupación anterior al Solutrense al afirmar, por criterios estilísticos, que una parte del registro parietal pertenecía a los momentos iniciales del arte, al ciclo auriñaco-perigordiense: es muy probable que se encuentren más abajo otras capas paleolíticas, especialmente del Auriñaciense, puesto que existen en el interior de la cueva grabados y pinturas de esta época. En la capa que ellos denominan debajo del solutrense recogieron huesos de ciervo, caballo y conchas de lapa, es decir, nada que les permitiera una adscripción cultural o cronológica distinta o anterior. Es curioso constatar que en la monografía de 1935, donde publican tanto las excavaciones de Alcalde del Río como las suyas, no mencionen el hallazgo de objetos diagnósticos del Paleolítico superior antiguo, algo que sí había hecho Obermaier unos años antes al referirse a las puntas de tipo Font- Robert encontradas por él entre los bloques: La primera ocupación de la magnífica entrada a la cueva se ha de colocar por el momento, en el Auriñaciense. Mis excavaciones, llevadas a cabo entre 1924 y 1925, suministraron, mezcladas entre gigantescos bloques de piedra, claras demostra- 120 4 2007

Nuevas dataciones de la cueva de Altamira... ciones de la existencia de este nivel (sencillas hojas del tipo de la Font- Robert). Sin embargo, no logré alcanzar el primitivo piso de la caverna, pues los trabajos de desescombro se hicieron dificilísimos e imposible la aplicación de barrenos. Concuerda con ello la presencia de sencillas pinturas en el interior de la cueva que pueden ser determinadas, en vista de otros ejemplos, como del periodo Auriñaciense (Obermaier, 1929a). En otra publicación (Obermaier, 1929b), se reafirma en este hallazgo: Mis excavaciones de los años 1924 y 1925 descubrieron, dispersos entre gigantescos bloques desprendidos del techo, claros indicios del Auriñaciense, particularmente puntas de muesca y puntas pedunculadas del tipo de la Font-Robert. Breuil y Obermaier plantearon la posibilidad de que una parte del registro parietal no fuera Magdaleniense ni Solutrense, sino que hubiera comenzado a realizarse en épocas anteriores. En este sentido, incluyeron dentro de su ciclo auriñaco-perigordiense prácticamente todo lo realizado con pintura roja: los animales hechos tanto Figura 1. Representaciones de caballo y manos situados en la parte derecha de la Sala de Pinturas. (Fotografía de P. Saura). C. Heras J. A. Lasheras R. Montes P. Rasines P. Fatás 121

CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Figura 2. Caballo profundamente grabado sobre una columna estalagmítica. (Fotografía de A. Prada). a línea como con tinta plana (fig. 1); las manos en positivo; los signos tectiformes y en escala; y, entre los grabados, los antropomorfos, algunos animales de grabado simple y los grandes caballos trazados con grabado ancho y profundo realizados sobre una cascada estalagmítica. Por el contrario, los demás autores incluido A. Leroi- Gourhan han asimilado todas las manifestaciones artísticas al Solutrense y especialmente al Magdaleniense. Moure y Ortega (1994), en su estudio de los mencionados caballos grabados con surco profundo, los atribuyen al Solutrense (fig. 2). Bernaldo de Quirós (1994: 264) afirmaba: en nuestra opinión la cronología de Altamira debe equipararse al momento de ocupación de la cueva y, fundamentalmente al Magdaleniense Inferior Cantábrico. Nosotros mismos (Lasheras, 2003) hemos hecho una apreciación similar: Asumimos como punto de partida que las pinturas y grabados existentes en Altamira corresponden al mismo marco cronológico que los niveles arqueológicos excavados en el vestíbulo. Ambos yacimiento y arte forman parte de los mismos momentos de ocupación, durante los cuales la cueva sirvió simultáneamente como espacio de habitación y como espacio simbólico. El recurso a establecer paralelos entre yacimiento arqueológico y arte rupestre ha sido una constante de la investigación, y máxime hasta la aparición de métodos de datación absoluta aplicables directamente a las pinturas. Precisamente, en los años noventa del siglo XX, se realizaron sendos proyectos para datar por C14-AMS el carbón uti- 122 4 2007

Nuevas dataciones de la cueva de Altamira... lizado para realizar el arte rupestre de varias cuevas cantábricas. Esto permitió verificar la cronología magdaleniense de la llamada serie negra de Altamira o al menos de una parte de ella y de los bisontes policromos pero, al no obtenerse ninguna datación más antigua, se mantuvo la adscripción de los grandes caballos rojos del techo de policromos y de otras representaciones (como los signos escaleriformes) al Solutrense, y esto tanto por criterios estilísticos como por ser éste el período más antiguo identificado en la estratigrafía. 2. El conocimiento actual de Altamira y el contexto cantábrico Las investigaciones realizadas recientemente por el Museo de Altamira han aportado un mejor conocimiento de la ocupación Figura 3. Plano del vestíbulo de la cueva de Altamira con las actuaciones arqueológicas realizadas desde 1903. C. Heras J. A. Lasheras R. Montes P. Rasines P. Fatás 123

CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE humana de la cueva, de su yacimiento arqueológico; a esto se ha unido el hecho de disponer de dataciones absolutas cada vez más numerosas para el arte rupestre paleolítico europeo. Esto permite redefinir la cronología de una parte de las manifestaciones artísticas de Altamira. Los análisis realizados en 2004 y 2006, sobre el corte estratigráfico conservado en el vestíbulo de la cueva, han proporcionado información sedimentológica y cronológica lo suficientemente precisa como para poder redefinir las ocupaciones humanas del yacimiento (fig. 3). Se han caracterizado ocho niveles arqueológicos: los cinco primeros del Magdaleniense inferior, con dataciones entre 14.000 y 15.600 BP; los niveles 6 y 7, identificables con el estrato Solutrense descrito por Alcalde del Río y por Obermaier, ofrecen cronologías extremas de 17.200 + 70 BP y 19.630 + 80 BP. Interesa especialmente la identificación de un nivel arqueológico, el 8, en la base de la secuencia y justo por encima de los grandes bloques ya descubiertos y que no había sido reconocido en las investigaciones anteriores. Este nivel ha proporcionado dos dataciones muy homogéneas que lo sitúan hace 22.000 años, en el Gravetiense. La existencia de un nivel Gravetiense anima a reconsiderar las antes citadas puntas de Font-Robert, en paradero desconocido actualmente y quizás asimilables a los dibujos publicados (Breuil, Obermaier: 1935, números 6 y 7 de la fig. 166). Su existencia ha pasado desapercibida en la bibliografía como si estuvieran de algún modo ocultas entre la notable industria lítica Solutrense de Altamira, o consideradas como algo atípico. Nuestra reflexión se centra en la posibilidad de que algunas representaciones parietales posean mayor antigüedad de la señalada hasta ahora y correspondan al Solutrense antiguo y al Gravetiense, algo que en el presente se fundamentaría en argumentos estratigráficos inmediatos, de la propia cueva. Nos referimos especialmente al conjunto de grandes caballos, manos, cabra y signos, todo ello en rojo, y a los grabados en forma de choza que constituirían la fase más antigua del gran techo, y a otras manifestaciones repartidas por el resto de la cueva (quizá los grandes caballos de grabado profundo de una colada estalagmítica, los signos rojos en un divertículo a mitad de cueva ). Todo esto constituiría la parte más antigua del conjunto artístico de Altamira y se encuadraría en un lapso cronológico que se extendería desde el Solutrense hasta el Gravetiense, final. Las dataciones obtenidas por C14 AMS, termoluminiscencia o uranio/thorio, directamente sobre las pinturas, sobre sus contextos arqueológicos asociados o sobre depósitos o concreciones minerales, han permitido redefinir el horizonte del arte rupestre inicial, presolutrense, tanto en la Península Ibérica como en Francia. La supe- 124 4 2007

Nuevas dataciones de la cueva de Altamira... ración de los ya tradicionales esquemas estilísticos rígidos y herméticos, que marcaban límites cronológicos para determinadas técnicas artísticas o para ciertas convenciones estilísticas, ha ampliado la extensión cronológica del arte rupestre cantábrico hasta los inicios del Paleolítico Superior, período por otra parte tan sugerente en lo que se refiere a la llegada y presencia en la zona de Homo sapiens, al que se asocia el arte en exclusiva. La revisión del Gravetiense y Solutrense en el norte peninsular realizada por M. de la Rasilla y L. G Straus (2004) cifra en cerca de 20 los yacimientos con niveles gravetienses. Para la actual Cantabria, las cuevas del Mirón, Rascaño, Morín, Pendo, Castillo y la Fuente del Salín, a las que ahora se sumarían las de Altamira y El Cuco (Muñoz et alii, 2007) conforman por el momento el ámbito conocido de este período y jalonan con cierta uniformidad el territorio. Hasta hace una década, muy poco del arte rupestre conocido en las regiones cantábricas se asignaba a épocas anteriores al Solutrense, por diversos motivos: parecía haber cierta ausencia o escasez de niveles arqueológicos de etapas anteriores; los criterios estilísticos, que debían abandonarse o revisarse en función de las propias dataciones directas, aún eran un lastre; no había dataciones absolutas directas de cronología antigua (de hecho, sólo una de las 30 dataciones de C14 disponibles para el arte rupestre en 1996 era anterior al Magdaleniense (Moure et alii, 1996: 321); el arte para el que a veces se proponía cronología más antigua estaba grabado o realizado con pigmentos minerales de imposible datación directa, y pesaba aún la hipótesis ya abandonada de que los santuarios más antiguos eran exteriores hasta el Solutrense. Al contrario de todo lo anterior, ahora tenemos contextos estratigráficos y dataciones directas antiguas, sabemos que el arte presenta desde el Auriñaciense (desde hace al menos 35.000 años) una amplia y completa variabilidad artística técnica, temática y estilística, y que puede hallarse tanto en áreas casi exteriores como profundas de las cuevas. Por el momento, las dataciones más antiguas para el Cantábrico son las obtenidas sobre las puntuaciones situadas sobre los bóvidos 15 y 16 del Muro de los Grabados de San Román de Candamo (Fortea, 2007): 32.310 + 690; 33.910 + 840 BP, en sincronía con las fechas disponibles para el gran panel de la Grotte Chauvet. Al Gravetiense pertenecerían los grabados figurativos del Abrigo de la Viña, así como la serie roja de la cueva de Llonín, cuya cronología ha sido llevada al Gravetiense (Fortea et alii, 1995: 40) en correlación con las superposiciones del Panel Principal y con una fase de ocupación bien definida en el yacimiento. En la cueva del Calero II, unos trazos negros que pudieran ser restos de una figura animal han sido datados por C14-145 AMS en 25.185 + 450 BP (Morlote y C. Heras J. A. Lasheras R. Montes P. Rasines P. Fatás 125

CUADERNOS DE ARTE RUPESTRE Muñoz, 2001). Dataciones absolutas han sido obtenidas sobre los hogares situados en la base del panel de las manos de La Fuente del Salín: 22.340 + 519/-480 (Muñorrodero, Cantabria); la termoluminiscencia ha servido para establecer la datación gravetiense de los grabados de Venta la Perra (Carranza) en 25.938 + 2.157 y 25.498 + 2.752 (Arias et alii, 1999). En la cueva de Pondra, el ciervo rojo nº 16 realizado con trazo tamponado ha sido datado también por termoluminiscencia (a partir de las costras infrapuestas y superpuestas) entre 32.946 + 3.440 y 26.972 + 2.747. Esta alta cronología abre la posibilidad de que las figuras hechas con esta técnica, hasta ahora siempre asociada al Solutrense, puedan ser más antiguas (González y San Miguel, 2001: 125), algo que también pudiera ser aplicado a algunas de las figuras del lado derecho de la Sala de Policromos de la cueva de Altamira. 3. Nuevas perspectivas para Altamira Los nuevos datos disponibles para Altamira permiten su incorporación al escaso repertorio de los yacimientos gravetienses conocidos, e incluirla como pieza clave para la ampliación cronológica de las manifestaciones artísticas antiguas en la región cantábrica, sumándose a lo que avalan las dataciones absolutas y la revisión de las secuencias artísticas y arqueológicas de diversos yacimientos. La dificultad de hacer compatible la investigación arqueológica en el interior de Altamira con la investigación ambiental para su conservación nos ha decidido a limitar, por ahora, la intervención a una limpieza general del área vestibular y a la revisión (reavivado) del corte dejado por Alcalde y Obermaier. Pese al escaso impacto espacial de la actuación, los resultados obtenidos permiten confirmar el gran interés que tendría excavar en extensión el área vestibular de la cueva de Altamira. La siguiente fase de trabajo consistirá en excavar la parte del vestíbulo original que, tras el derrumbe que cegó la boca de la cueva, quedó en lo que ahora es exterior, junto a la puerta actual. También se sondeará en busca de la posible ubicación de depósitos del Paleolítico inferior o medio, en una dolina alejada algunos metros de la entrada. Las prospecciones geofísicas y geoeléctricas realizadas permiten suponer que las industrias de tipo achelense halladas en las inmediaciones de la cueva pudieran proceder de esta zona (fig. 4). Creemos que esta excavación (programada para 2008) permitirá verificar la secuencia arqueológica completa y relacionarla con el conjunto artístico paleolítico de la cueva, quizás el de mayor amplitud cronológica de los conocidos hasta ahora en Europa. Esto confirma el interés por Altamira, como paradigma del primer arte de la humanidad, que demuestra la historiografía del arte paleolítico y renueva su interés científico actual. 126 4 2007

Nuevas dataciones de la cueva de Altamira... Figura 4. Áreas donde han sido realizadas las prospecciones geofísicas. 4. Bibliografía ARIAS. P. et alii, (1998-1999): «Dataciones absolutas para el arte rupestre paleolítico de Venta de la Perra (Carranza, Bizkaia)», Kobie XXV: 85-92. San Sebastián. BERNARDO DE QUIRÓS, F. (1994): «Reflexiones en la Cueva de Altamira», en Homenaje al Dr. Joaquín González Echegaray, Monografías del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira 17: 261-267. Santander. BREUIL, H. y OBERMAIER, H. (1935): La cueva de Altamira en Santillana del Mar. Madrid. Tipografía de Archivos. C. Heras J. A. Lasheras R. Montes P. Rasines P. Fatás 127

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