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Gran bisonte hembra, de pie, mirando a la derecha. Se encuentra situado entre la cabeza en negro del toro o bisonte y uno de los bisontes encogidos. De muy buena conservación de color, presenta grabadas algunas partes destacadas del cuerpo, como cabeza, patas delanteras y una de las traseras. giado para generaciones y generaciones de primitivos. La comprobación está en el yacimiento aparecido, excavado y aún existente, en esta primera parte de la cueva. Los testigos de las excavaciones realizadas por Sautuola y otros prehistoriadores a comienzos de siglo, se pueden fácilmente comprobar en las calicatas que quedan a la izquierda de las primeras escaleras de descenso a la cueva. Del vestíbulo se pasa a la gran sala de pinturas (1 en el plano). el lugar más destacado de la cueva, donde el hombre paleolítico dejó el más asombroso conjunto del mundo, significativo de su elevada capacidad creadora. La cueva se continúa en otras salas y corredores (11 a IX en el plano) hasta el extremo final (X), verdadero corredor de escasos dos metros de anchura. En cualquiera de los tramos pueden encontrarse manifestaciones artísticas. LA GRAN SALA DE LOS BISONTES Altamira, una de las más serias y profundas transmisiones de la humanidad En los grandes bisontes, caballos, jabalíes y cierva polícromos del techo de esta sala (1 en el plano) ha ido engrosándose la popularidad de AItamira. Ciertamente, y con la cantidad y variedad de comentarios que sobre ellos se han escrito, es difícil, y tampoco nos lo proponemos, decir algo nuevo. La dignidad, nobleza y majestuosa prestancia de estos animales sangrientos; el pasmo casi 138
monumental y asombroso de su aparición de entre las sombras; la eterna paciencia de su conservación; las radiaciones de algo insospechado que provocan, esto sólo puede sentirse en la misma cueva de Altamira y en una visita en solitario. Una visita turística creo que si es beneficiosa para la curiosidad, puede ser contraproducente para la sensibilidad. Las cosas serias y profundas -y Altamira es ciertamente una de las más serias y profundas transmisiones de la humanidad- han de considerarse en la más auténtica situación en que fueron creadas. Decía yo en otra ocasión que «la vida de una cueva tiene en su misma invariabilidad el secreto de su perenne latencia. No es sólo una conmoción de tipo científico la que en nosotros se produce al contemplar el tremendo colando de las pinturas de Altamira; algo más profundo, más humano y hasta más radicalmente filosófico estalla en nosotros. Ante ellas, el tiempo deja de ser, concrecionado, esculpido allí como una estalagmita. En esta oscuridad, qué representa el paso de los siglos? Ante esta inaprensión del tiempo, las pinturas del hombre prehistórico colocan en nosotros un pasmo de presencia y esa inalcanzable distancia de generaciones se acorta milagrosamente por obra y gracia de un arte sin historia. La verdadera, la intensa emoción artística se siente sólo ante la obra auténtica. Y en el caso de la pintura prehistórica, dentro mismo de la atmósfera en que fue creada. La estética de la pintura rupestre no está solamente en su técnica, ni siquiera en la pintura misma, sino en el ambiente en que surge, a veces no preparado por el artista prehistórico, pero sí elegido. Si imaginásemos las pinturas de Altamira realizadas sobre un techo plano, es indudable que el efecto emotivo estaría muy por debajo del que ahora siente el espectador que contempla ese salto ondulado en piedra del 139
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r Detalles de las patas anteriores y de la cabeza del bisonte hembra de pie Se aperciben débiles las líneas de grabado vertical que contornean la pintura. La técnica doble de pintura y grabado en las figuras prehistóricas es normal. no sólo en Altamira. sino también en muchas representaciones de las cuevas españolas y francesas. Figuran en este sentido como más representativas la cueva montañesa y la de Font-de-Gaume en Francia. Ultimamente. la cueva recién descubierta (1968) en Ribadesella. la de Tito Bustillo. ofrece. igualmente. grandes figuras policromadas -renos y caballos. sobre todo- con la misma técnica del grabado o raspado contorneando la pintura. grupo de bisontes. La pintura rupestre no puede "juzgarse" en sí exclusivamente, sino también "en donde". El lugar forma parte de la esencia misma de la pintura rupestre» (23). Aspecto de la sala en la época paleolítica La gran sala de pinturas, el asombroso techo que viese por primera vez María de Sautuola, mide 18 metros de largo por 9 de ancho. Cuando el artista paleolítico realizó su obra, el suelo y el techo estaban separados por una distancia de escasamente 2 metros en el centro de la sala y 1,10 al final. (En la actualidad se ha rebajado el piso antiguo con objeto de dar paso y circulación a los turistas.) El artista, pues, tendría a un alcance cómodo la superficie donde iba a idear las figuras, pero había de encontrar, necesariamente, gran dificultad para, dado el tamaño de los animales pintados (entre 1,50 Y 2 metros), poder Juzgar la perspectiva de las obras realizadas con la distancia suficiente. Sentido de las proporciones A pesar de ello, admira el sentido instintivo que de las proporciones debía tener el hombre de Alta- (23) MIGUEL ANGEL GARCIA GUINEA Bull. de la Sacié té Préhistarique de l'anége. T. XVIIi. 1963. Pág. 6. 142
I, Pintura en negro de una cabra montés (arriba) Cáprido en negro, ligeramente modelado; sala de entrada (abajo). 143
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